156 2006

Page 1

Boletín informativo

Misioneros Dominicos

Marzo – Abril 2006 Año XVI; Nº 156 VICARIATO REGIONAL DE SANTA ROSA DE LIMA

- PERÚ

Convento San Alberto Magno. PP. Dominicos. Av. Riva Agüero, 2005 – San Miguel – Lima 32 (PERÚ) Apartado 2999. Lima 100 (PERÚ). Telefax (01)562-2360. Correo-e: misdom@viabcp.com URL: www.selvasperu.org Director: P. Vicente Suárez Álvarez, OP

SUMARIO ARTÍCULOS Fr. Miguel Zabalza. Unos principios básicos, del todo necesarios, para la formación inicial Dora Soto Senisse. Bodas de Oro Sacerdotales del Padre Jesús Erviti: don de Dios Mons. Juan José Larrañeta. Carta al P. Jesús Erviti en sus Bodas de Oro Sacerdotales Fr. Marco Nureña. La dimensión hecha mención (2) Fr. Marco Nureña. La dimensión hecha misión (2) Fr. Pedro Rey. El Chuyanchaki Fr. Amando Herrán Angulo. Los “Hermanos Cooperadores”: ¿el dedo en la llaga? Fr. Ángel Pérez Casado. TESTIGOS (XII): Guillermo del Campo O.P. Una entrega generosa y anónima a las misiones P. Linder Rozas Canal. Importancia de los Seminarios para las vocaciones sacerdotales Fr. Lino Dolan. La Homilía Dominical Fr. Gustavo Gutiérrez. La pobreza no es un hecho natural Efemérides Cumpleamos Noticias


UNOS PRINCIPIOS BÁSICOS, DEL TODO NECESARIOS, PARA LA FORMACIÓN INICIAL P. Miguel Zabalza, OP Prior Regional [Exposición al Capítulo Regional Intermedio, Lima, 2 de febrero del 2006] Partimos del hecho de que la formación es una de las tareas más arduas que tiene hoy la Orden Dominicana, al igual que todas las otras entidades de la Iglesia. Los tiempos han cambiado mucho en pocos años y con los tiempos la gente, la humanidad, sobre todo los jóvenes. Del modo de preparación-formación de nuestros jóvenes hoy, dependerá el modo de ser de la Orden en los próximos tiempos. Aquí quiero presentar los cuatro principios fundamentales que yo considero los más esenciales para una buena formación religiosa de nuestros jóvenes. PRIMER PRINCIPIO: EXPERIENCIA DE DIOS Llegar a vivir una fuerte experiencia de Dios y dar testimonio de ella fue la primera razón de ser de toda la vida religiosa. Para esto nació la vida religiosa en todas sus modalidades, cuando terminó la era de los mártires y comenzó la era de Constantino. Este había hecho del Cristianismo la religión oficial del Estado. Se trataba ahora de dar un testimonio claro y rotundo de la primacía de Dios en todos los ámbitos de la vida humana. Se trataba de ir contra toda acomodación y relajamiento de la vida cristiana en estos tiempos. La vida religiosa quería ser una bandera levantada a favor de Dios, el Kyrios, el único Señor, como lo había sido en siglos anteriores la sangre derramada de los mártires. Desde entonces el religioso/a es el hombre o mujer testigo de la Trascendencia, testigo de la Divinidad, testigo del Único Absoluto. Su sola presencia testifica a Dios, habla de Dios, porque toda su vida es un signo inequívoco de Dios. El religioso/a no tiene otra tarea más importante que esta. Es su cometido y misión esencial. Antes que toda otra misión específica, como predicar o enseñar o cuidar enfermos o formar jóvenes, etc., la primera misión del religioso es ser de Dios y para Dios (religado a Dios) y por ello ser presencia viva e inconfundible de la existencia de Dios en medio del mundo. Por ello el religioso es la persona que adopta la misma vida de Jesús, que a su vez era la referencia esencial de Dios, su Padre. Jesús transparentaba al Padre. El religioso refiere y transparenta a Jesús. Si el religioso no es presencia de Jesús, signo vivo de Cristo Jesús, su vida no es nada, no tiene sentido, ha fallado en lo más esencial. Esto lo entendemos muy bien, por ejemplo de la vida de las religiosas de clausura. ¿Qué hace una monja viviendo disipadamente su vida rígida del claustro? Tantas oraciones, tantas penitencias, tanto encerramiento.... ¿Para qué? Sería la persona más necia del mundo. Lo mismo podríamos decir de los religiosos. Nacieron para ser testigos muy especiales de Dios, para ser sal, luz, ciudades en lo alto. ¿Qué están haciendo y qué están siendo si no testifican a Dios? Por ello tendremos que favorecer todo lo que lleve a nuestros formandos a transformarse en fuego, a transformarse en presencia de Dios, a llegar a sentir y a vivir esta experiencia fuerte de Dios, para luego transparentarla. Oración personal, oración comunitaria, retiros, desiertos, vivencia de los misterios de Cristo en la liturgia, recepción de sacramentos, interiorización, vida profunda de fe y confianza en Dios, unión íntima con Cristo, etc.; todo será necesario para que nuestros formandos lleguen a esta experiencia de Dios. Pero también serán necesarios ejercicios de amor, de perdón, de compasión y misericordia con los demás. Porque sólo las obras de amor-servicio-solidaridad acreditan que


nuestra experiencia de Dios es verdadera. Oración, pues, mucha oración, mucho encuentro con Dios, y al mismo tiempo muchas obras de amor, en justicia, en ayuda de los necesitados, en servicio y solidaridad a los demás. El formando tiene que avanzar en este camino de experimentar a Dios en su vida, de transformarse en él, de hacer que poco a poco vaya siendo un referente total de Dios. La vida religiosa en la Iglesia debe ser, en palabras del teólogo belga J. B. Metz, como la terapia de shock que sacude constantemente a la Iglesia recordándole, que, como Iglesia de Jesús, lo más importante que tiene que hacer es ser y vivir para Dios, ser testimonio y anuncio de Dios, el Dios que se nos ha manifestado en Jesús. La vida religiosa es grito, recordatorio, provocación para toda la Iglesia de lo que ésta debe ser y vivir siempre. El religioso que se inicia en la formación debe tratar de ir alcanzando poco a poco esta experiencia de Dios que le acredita como hombre de Dios, testigo de Dios, referente de Dios. Esta experiencia de Dios significa experimentar a Dios, sentirlo en nuestra sangre, vida, huesos, alma. Como los profetas. Como los santos. Como Domingo. No poder vivir sin Dios. No poder hablar sino con Dios o de Dios. Que Dios sea como el aire que respiramos. ¿Acaso Jesús podía vivir sin el aliento de su Padre? ¿Acaso Domingo y Catalina, Martín de Porres o Rosa de Lima podían caminar por la vida sin Jesucristo? A todo formando dominico tenemos, que ir empapándolo de Dios, quemándolo de Dios, haciéndolo icono de Dios. Que predique a Dios aún sin hablar. Que sea un imantado, un seducido, un arrebatado, un apasionado de Dios. Como lo han sido todos nuestros santos y santas. Como lo han sido miles y miles de dominicos/as de a pie, que han sabido muy bien a quien han seguido y servido, de quién se han fiado. Este será, repito una vez más, el primer cometido de todo religioso y por ende de todo dominico. Ser un religado, un consagrado, un fuego de la hoguera de Dios (Historia de los abades). Lo demás es ir por la vida perdidos, sin sentido, siendo luz sin iluminar, siendo fuego sin quemar, siendo sal sin sazonar, siendo ciudad en lo alto rebajada a lo más hondo del valle. Tenemos que formar religiosos que hayan gustado y visto lo bueno qué es el Señor. Para que luego puedan trasmitir a otros lo que han contemplado; lo que han visto y tocado ellos mismos acerca del Verbo de la Vida. Que no hablen de oídas. Que hablen de vivencias y experiencias personales. Cada religioso debe ser un experto en Divinidad, uno de los que han estado con Jesús toda la tarde, desde las cuatro, viendo y oyendo lo que Jesús decía acerca de los secretos del Padre y que luego salen a contarlo a sus hermanos. A menudo he oído decir a nuestro hermano Fr. Pedro Rey que catequista de la comunidad debiera ser el “hombre de Dios”. Quiere decir que el mejor catequista no es el que ha estudiado y sabe muchas cosas de Dios sino el que siente a Dios, respira a Dios, le nace de dentro hablar de Dios. Con mucha más razón debemos decir esto del religioso, del consagrado. SEGUNDO PRINCIPIO: EXPERIENCIA DE COMUNIDAD Religioso/a es la persona que busca unirse a otras personas para juntos amar a Dios mejor, juntos alabar a Dios mejor, juntos vivir el amor fraterno mejor, predicar mejor, conocer a Dios mejor, seguir a Cristo mejor. No nos unimos para otra cosa. Todas las otras motivaciones de vivir juntos son totalmente insuficientes. Lo dice muy bien San Agustín en el comienzo de su Regla. “Lo primero porque se han congregado ustedes en comunidad es para que habiten en la casa unánimes y tengan una sola alma y un solo corazón hacia Dios”.


Tenemos que preparar a nuestros formandos en esta realidad de ser y vivir en comunidad. Toda nuestra vida la vamos a vivir en compañía. Toda nuestra vida la vamos a poner en manos de nuestros hermanos. Y también, nosotros vamos a tener la vida de los hermanos en nuestras propias manos. Es preciso ahondar por el conocimiento y por la experiencia de la vida en este misterio de la comunidad o comunitariedad, del vivir codo con codo con los otros, del rezar, predicar, estudiar, festejar, caminar juntos. Es lo que llamamos la comunión. Ese misterio de amor fraterno que la Orden, con la Iglesia, quiere llevar a la Humanidad, empezando a vivirlo en cada Comunidad (LCO, II) En este sentido todo lo que hagamos y trabajemos siempre será poco. Se trata de nuestra propia vida y felicidad, como el amor en el matrimonio. Se trata de vivir el mandamiento específico de Jesús, que es el amor fraterno. Se trata de dar el mejor testimonio ante la Iglesia y ante el mundo de que el amor fraterno es posible, con todo lo que el amor supone de entrega en generosidad, de compartir, de solidaridad, de perdón y de reconciliación. La experiencia profunda de comunidad nos exige querernos de verdad en Jesucristo, ayudarnos con toda el alma, mirar siempre los unos por los otros, buscar siempre el bien de los hermanos aún a costa de nuestro propio bien, sentirnos hermanos, corregirnos desde el amor de Jesús, perdonarnos siempre, compartir bienes materiales y espirituales. Comenta Fr. Felicísimo Martínez que la vida comunitaria tiene hoy un alto valor testimonial para nuestros contemporáneos, precisamente hoy que se han debilitado todos los grupos primarios como la pareja, la familia, la aldea, incluso la comunidad de amistad. Sigue diciendo Felicísimo que cada vez estamos más interconectados pero menos comunicados; más comunicados pero más solos (teléfonos celulares). Soledad y depresión andan juntos y más extendidos que nunca. Por eso hay una demanda fuerte de parte del hombre y de la mujer contemporáneos buscando comunidad, unión, comunión, amistad y amor fraterno que es lo que ofrece y testimonia la vida religiosa. Para avanzar en la experiencia profunda de comunidad serán necesarias todas las ejercitaciones, actividades, pruebas y ayudas ensayadas y por ensayar. Estudios de la personalidad, ayudas sicológicas, grupos de integración, trabajos apostólicos en unión, oración compartida, deportes y fiestas en comunidad, estudio y trabajo intelectual compartido, comunicación de vivencias de Fe...Todo habrá que tenerlo muy en cuenta y ejercitarlo. Sabemos muy bien que el hombre puede ser, muchas veces, un lobo para el hombre, capaz de morder, destruir y matar. Pero sabemos también que el ser humano puede ser muchas veces, el mejor hermano, el mejor “samaritano” que nos podemos encontrar en el camino de bajada a Jericó. El Capítulo General de Cracovia (2003) en el número 219 nos ha dicho que “nuestra relación no nace como la que se da entre los miembros de una familia” Y añade graciosamente: “Somos gatos callejeros que una Mano misteriosa ha metido en un mismo costal. Nuestro origen social, nuestra cultura, nuestra historia personal, no tienen una misma procedencia. Esta variedad no solo enriquece a la comunidad que nos acoge; ella también puede ser causa de tensiones. Por eso la vida comunitaria se presenta como un espacio de acercamiento progresivo de los unos a los otros, aprendiendo así a amar a cada hombre como Cristo lo ama”. Tenemos que lograr que el formando supere el individualismo con todas sus actitudes negativas como la autoexclusión de las tareas comunitarias, la incapacidad para trabajar en equipo, la falta de transparencia en temas económicos, la búsqueda de razones para vivir fuera de la comunidad, la búsqueda de la vida afectiva compensatoria fuera de la comunidad. La vida comunitaria en amor es puro anuncio del Evangelio de Jesús. No en vano, al principio, nuestros conventos eran llamados Casas de Predicación, porque la vida comunitaria de fraternidad era ya una predicación, un testimonio, del amor exigido por Jesús. El religioso, lo mismo que debe ser un experto en Divinidad, debe ser también un


experto en comunidad o comunión, en vida de amor fraterno. Los religiosos tenemos que ser ante la Iglesia y ante la Humanidad los testigos del amor fraterno, un amor vivido por causa de Jesús, para amar como El amó. La vida religiosa está ahí para decir y proclamar que se puede y se debe vivir esta fraternidad. La vida religiosa está ahí de nuevo para presentarse como recordatorio, grito, invitación y llamada a vivir en comunidad o sea en amor fraterno. Como terapia de shock que despierte a la Iglesia y a la Humanidad recordándole una y mil veces el mandamiento del amor de Jesús y toda la entrega de Jesús por nosotros. Todo esto lo tiene que ir entendiendo y asimilando el formando dominico en todas las etapas de su formación

TERCER PRINCIPIO: LA PREDICACIÓN Si los dos primeros principios –experiencia de Dios y experiencia de Comunidad- son esenciales a toda vida religiosa, la Predicación, la Santa Predicación de Domingo, constituye la razón de ser de la Orden Dominicana, el fin específico de nuestra Orden. Sabemos muy bien, como dicen nuestras Constituciones primitivas, que la Orden de Predicadores, fundada por Santo Domingo “fue especialmente instituida desde el principio para la predicación y la salvación de las almas” (1, II). El Papa Honorio III escribe a Domingo diciéndole que Dios “os inspiró el piadoso deseo de abrazar la pobreza y profesar la vida regular para consagraros a la predicación de la palabra de Dios, propagando por el mundo el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1, I). La Predicación decidió la vida de Domingo y la Predicación decidió la obra de Domingo, que fue la fundación de la Orden. Domingo decidió enviar sus frailes a las ciudades y universidades de Europa para prepararse para la Predicación. Todos los elementos importantes de la vida dominicana, como son la vida común, la liturgia, el estudio, la observancia regular, etc. “preparan e impulsan la predicación, la informan y a su vez son informados por ella” (1, IV). Al final, la Predicación es el alma y corazón de todo dominico y, por ello, el alma y corazón de toda la formación dominicana. La formación en la predicación constituirá pues, para nuestros formandos una tarea esencial. Si no hay formación en la Predicación no hay formación y preparación para la vida dominicana. En todas las etapas de la formación, aún en el año de noviciado, la Predicación ha de tener su importancia y también su tiempo, para que los hermanos se preparen y se ejerciten en ella. Cuando hablamos de Predicación, entendemos Ministerio de la Palabra, Evangelización, Apostolado y otros términos semejantes. Por ello comprendemos muy bien lo que quiere decir el número 106, I, de nuestras Constituciones cuando afirma que “Los frailes deben ejercer la predicación bajo cualquier forma”. No se trata sólo de hablar desde el ambón del templo. o desde la cátedra de la universidad. Se trata de llevar la Buena Noticia de Jesús, de cualquier forma y manera que sea, con tal que sea anuncio del evangelio de Jesús. Uno se acuerda de Fra Angélico y de toda su obra, de San Martín de Porres y de todo su apostolado, del Apaktone y todas sus expediciones. Ellos hicieron predicación manejando pinceles o escobas, o surcando aguas en mil canoas. Yo destacaría que debemos llenar e informar el estudio, en los años largos de la formación, de la fuerza y mística de la predicación. Al estudiante se le olvida muchas veces, en la rutina del estudio, la gran motivación que es siempre la predicación. El dominico comienza estudiando para la Predicación, sigue estudiando para la Predicación, muere estudiando para la Predicación. Tantas y tantas horas de clase en las aulas de los Centros de estudio, tantas y tantas horas de estudio en el silencio de la habitación o en la mesa compartida de la biblioteca, etc. La primera y esencial razón de todo ello es la predica-


ción. Para el dominico que se forma, el estudio, más allá de ser pasión gustosa, ascesis esforzada, ocupación profesional, etc., es medio para la predicación, instrumento para el anuncio del mensaje de salvación. No se estudia para una preparación y perfección personal, ni tampoco grupal o de Orden Sería importante recordarlo mil veces en el tiempo de la formación, para que todo lo que se estudie en los libros o en la vida, todo lo que se investigue, todo lo que se reflexione, todo lo que se aprenda tenga este fin primario y específico de la predicación. CUARTO PRINCIPIO: LA MISIÓN AD GENTES Dentro de la misión universal de la Iglesia y dentro de la misión propia de la Orden Dominica, nuestro Vicariato misionero de Santa Rosa de Lima fue establecido desde el año 1900 para la evangelización de los diferentes grupos étnicos que habitaban el Sur Oriente Peruano. Esta fue nuestra misión particular y específica; nuestra Misión ad Gentes como Vicariato. Esta fue desde el principio la razón de ser y origen de nuestro Vicariato Misionero. Como el Sur Oriente Peruano comprendía dos zonas totalmente diferenciadas en cuanto a su población, la evangelización emprendida por los misioneros dominicos distinguió, desde el principio, dos grupos humanos muy diferentes a los que había que evangelizar. Unos eran los habitantes quechuas de la Sierra y otros los habitantes nativos de la Selva. Todavía hoy nuestro trabajo apostólico distingue estas dos distintas opciones prioritarias de evangelización, que son el trabajo con las Comunidades Nativas de la Selva y el trabajo con las Comunidades Campesinas que están en la Sierra, en ceja de Selva o aún en la misma Selva. La Misión ad Gentes es, pues, el cuarto principio básico fundamental de la preparación de nuestros formandos. Entendemos que nuestros formandos deben llegar un día a la Misión con conocimientos suficientes acerca de la historia, cultura, costumbres, religiosidad, manifestaciones artísticas, realidad actual y, sobre todo, la lengua, de las gentes a quienes van a predicar el evangelio de Jesucristo. Insistimos en el conocimiento de la lengua, como instrumento y vehículo de acercamiento a la cultura y a las personas de ese grupo. Por lo menos un cierto conocimiento de la lengua es muy necesario. Desde la etapa del noviciado nuestros formandos deben empezar a conocer y a apasionarse por nuestras gentes, sean de la Sierra o de la Selva. En la Historia de la Orden que se desarrolla en el año de noviciado, no debe de faltar el estudio de la Historia de nuestras Misiones, por dos razones importantes. Primero porque es una página brillante de la Historia de la Orden en el Perú. Segundo porque entre los misioneros/as que la han llevado a cabo hay magníficos testimonios de una gran espiritualidad, ejemplos de una magnífica evangelización integral, actualizada e inculturizada. Hay que fomentar en la oración y en el estudio del noviciado la preocupación sentida y vivida por los hermanos de la Sierra o de la Selva. Todo ello ayudará y reforzará la vocación religiosa dominicana. Más adelante en el estudiantado nuestros formandos deben tener cursos y cursillos que les lleven a conocer el ámbito cultural completo y la realidad social actual en que viven nuestra gentes que han de ser evangelizadas. Es del todo necesario que nuestros estudiantes del Vicariato conozcan, y conozcan bien, el lugar y las gentes a las que van a entregar sus vidas. Para ello aprovecharán, tiempos de vacaciones y cualquier oportunidad para visitar los lugares de Misión. Para ver in situ, cómo se desarrolla el apostolado con los


indígenas de la Selva o de la Sierra. Para ir conociendo y amando personalmente la cultura de la familia lingüística y aún del grupo particular al que cada uno quiere consagrar su vida. Sería muy conveniente que cada estudiante, desde temprano, fuera concretando su opción y eligiera un grupo étnico particular al que dedicar primero su trabajo de preparación y luego su vida entera. Sería muy conveniente también que cada uno tuviera una especie de tutorguía-maestro que le vaya llevando adelante en su estudio y conocimiento de la Misión concreta. Se trataría de tener un seguimiento personal de su preparación. El Maestro de la Orden, en su Visita Canónica al Vicariato en diciembre de 2003, nos escribió cosas muy hermosas e importantes respecto a la preparación de nuestros formandos. Se refiere sobre todo a la preparación para ir luego a servir y evangelizar a las gentes de los diferentes grupos étnicos y familias lingüísticas de la Selva. Pero lo mismo podría decir de las gentes de habla quechua en la Sierra. Empieza diciéndonos que “el llamado misionero sea considerado como uno de los criterios de admisión de quienes desean entrar a la Orden en el Vicariato”. Luego continúa diciendo que “en vistas de la especial formación para la misión, recomendamos que se provea a los que están en su etapa de formación inicial un año de experiencia misionera debidamente guiada” Y añade “sería mejor aún, que el mismo programa pudiera estar abierto a los candidatos de la provincia de San Juan Bautista”. Finalmente concluye: “Es deseable que también se ofreciera a los formandos estudios complementarios en antropología cultural y lenguas nativas como parte de su formación”. Y hablando del Centro Cultural José Pío Aza recomienda que el Centro incluya "la promoción del estudio de las lenguas y culturas nativas". Ya que nuestros frailes estudiantes pasan la mayor parte de sus años de formación en Lima mismo, ellos mismos podrían ser los primeros beneficiarios de esos estudios lingüísticos y culturales”. La Misión ad Gentes nos ofrece el último y más concreto de los cuatro principios básicos que deben determinar la formación de nuestros jóvenes. La Misión ad Gentes nos obliga a conocer de antemano el rostro y el alma de nuestros hermanos que han de ser evangelizados, para orar por ellos, para estudiar por ellos, para irlos conociendo y amando, aún antes de que vayamos a vivir con ellos.

BODAS DE ORO SACERDOTALES DEL PADRE JESÚS ERVITI: DON DE DIOS Dora Soto Senisse m.s. MISEMA Puerto Maldonado [Del Boletín MISEMA marzo 2006] El 25 de marzo el Padre Jesús celebró sus bodas de oro sacerdotales, realmente él es un REGALO DE DIOS y su presencia en su Vicariato ha hecho muchísimo bien a cuanta persona se ha acercado a él. Llegó al Perú en julio de 1991 a los 60 años de edad y realmente optó por quedarse en el Perú, porque quedó prendado de la manera de ser tan cariñosa de la gente peruana, para él somos entrañablemente sencillos acogedores, fraternos y con una fe tan grande que cada día tenernos más hambre de Dios. Siempre se muestra sonriente, delicado, afable, a veces pensativo, pero cuando entabla una conversación es incansable e inacabable, además es ameno y divertido. Tuve la gracia de Dios de poder compartir con él la MISA RADIADA de la 6:30am durante 07 años y hemos visto cómo fue aumentando el número de fieles por su predicación basada siempre en el amor y en la misericordia. Nos comprendimos muy bien ante el Señor y ante los micrófonos; yo era monitor y usaba con entera libertad los espacios de la santa misa para los momentos de moniciones, oración de fieles, ofertorio, paz, comunión y acción de gracias. El padre Jesús gozaba con la


homilía, es un hombre de Dios, es un hombre con grandeza de espíritu y con una inmensa sensibilidad humana. Prepara muy bien lo que va a decir a las personas, que es lo que Dios quiere que él diga. Siempre pide a Dios para que ponga en sus labios lo que la gente esté necesitando escuchar; él es sólo un instrumento de Dios para revelar a las gentes el mensaje de Salvación. Predica con tanta profundidad y convencimiento que muchas de sus palabras han quedado grabadas en nuestros corazones, tiene una manera singular de repetir por tres veces frases como estas “DIOS TE AMA” “DIOS TE AMA” “DIOS TE AMA” o “TÚ ERES SU HIJO PREDILECTO” “TÚ ERES SU HIJO PREDILECTO” “TÚ ERES SU HIJO PREDILECTO”. Compartí con él en el Seminario San Juan Maria Vianney algunos cursos que el padre Jesús dictaba como profesor yo diría a toda honra como Catedrático y puedo decir que el estudio del Evangelio de San Juan fue tan fuertemente vivido que el “ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS”, hace que viva esa presencia cercana y amorosa de un Dios tierno y compasivo. Se tuvo en la Iglesia Catedral una Eucaristía Solemne presidida por Monseñor Francisco González, con la presencia del Prior Regional, Padre Miguel Zabalza y de los Religiosos Dominicos P. Jesús Erviti, P. Valentín Lazcano, P. Rufino Lobo, P. Samuel Torres, P. Daniel Wankun y de los Sacerdotes Diocesanos P. Jesús Huamán, P. Roger Rivera, P. René Salizar, P. Jorge Puma, P Jhon Coaguila, P Lidio Huamán y P. Widman Diaz. La homilía estuvo a cargo del P. Daniel destacando la entrega y generosidad del P. Jesús al servicio de esta iglesia Local del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. En el ofertorio el Presidente del Gobierno Regional le hizo entrega de un hermoso PLATO RECORDATORIO grabado con motivos peruanos y con palabras agradecidas, por sus BODAS DE ORO SACERDOTALES. Fue muy sentida y emotiva la Acción de Gracias del P. Miguel Zabalza que llegó especialmente de Lima para esta celebración. Sus palabras fueron centradas sobre el P. Jesús como un regalo muy especial de Dios por su modo de ser; agradeció estos 15 años de donación y entrega a las gentes sencillas de nuestra querida Selva. Resaltó sus cualidades de disponibilidad y corrección con una gran sencillez de corazón. Al final tomó la palabra el P. Jesús Erviti, el cual agradeció entrañablemente a todos los presentes por haberlo acompañado en esta Eucaristía y dijo: “MAÑANA EN LA MISA DE 6:30 am. HABLARÉ SOLO PARA USTEDES; LES DIRE COSAS ÍNTIMAS Y SÓLO ESTARE CON USTEDES”. Esto nos hizo sonreír y nos arrancó aplausos fuertes cargados de agradecimiento. Al término de la Eucaristía tuvimos un ÁGAPE FRATERNO en el colegio Santa Rosa. Con canciones, homenajes, brindis, bocaditos, torta, piñata y muchos aplausos llenos de cariño de todos los asistentes. La gente le mostró todo el cariño que el P. Jesús se ha ganado Domingo a Domingo. Gracias P. Jesús por esos años compartidos contigo siempre te llevaré en mis pequeñas oraciones ante el Señor y en mi corazón. ¡FELICES BODAS DE ORO SACERDOTALES Y QUE DIOS TE CONCEDA MUCHOS AÑOS MÁS DE VIDA PARA QUE SIGAS TRANSMITIENDO CALOR HUMANO Y TERNURA DIVINA!

CARTA DEL SR. OBISPO 24 de Marzo 2006


Rvdo. P. Jesús Erviti Yaven PUERTO MALDONADO Mi querido hermano: Mañana, día 25 de marzo, es un gran día puesto que celebras tus bodas de oro, 50 años de vida sacerdotal. Es una fecha de gratitud importantísima. Gratitud al Señor porque te ha concedido vivir ese día de gracia después de 50 años de sacerdote. Felicidades, P. Jesús. Que Dios te acompañe, que recibas muchísimos beneficios y que todos los que te queremos podamos disfrutar de ellos. Hace muchos años que nos conocemos ya que hemos podido vivir juntos en la Universidad Laboral de Córdoba y en la Misión San Jacinto. Son lazos que unen y que nos hace sentirnos hermanos. Hay un detalle más en este 50 Aniversario. De haber vivido mi hermano Felipe, él también habría celebrado sus bodas de oro puesto que aquel bendito día 25 de marzo de 1956 fue ordenado sacerdote juntamente contigo. Hay muchos sentimientos encontrados; puedes comprender mis recuerdos y nostalgias; pero hoy, de manera muy especial, te dirijo estas letras para que sepas que estoy contigo, que me alegra enormemente tu festejo celebrativo y que pido al Señor por todas tus intenciones. Feliz Aniversario, P. Jesús. Sé que tanta gente como te quiere en Maldonado honrará tu día. Desde Lima nos unimos todos, esperando nos toque algo de este jubileo sacerdotal donde tantas gracias concede el Señor. Un abrazo grande y sincero. Mons. Juan José Larrañeta O.P.

LA DIMENSIÓN HECHA MENCIÓN (2) Fr. Marco Nureña, op Octubre 2005 DIOS SUEÑA, NO DUERME ¿Pueden nuestros sueños revelar algo de nuestra personalidad? ¿Puede darnos a conocer parte de nuestras vivencias espirituales? Los “sueños” de Dios nos revelan lo que Dios exhorta, reclama, lo que pide a gritos. ¡Dios rompe nuestra sordera si nos dejamos atrapar por Él! La mística es dejar que el sueño de Dios se haga realidad tangible en nuestras vidas. Y responder a ese sueño nos mantiene vigilantes, no dormidos. ¡Que no convirtamos el sueño de Dios en pesadilla para los seres humanos, para la creación entera! El arzobispo anglicano Desmond Tutu, premio Nóbel de la paz en 1984, ex presidente de la CVR en Sudáfrica, nos dice: Querido hijo de Dios: Dios tiene un sueño para ti y un sueño para mí, un sueño para todos nosotros. “Yo tengo un sueño”, dice Dios. Por favor ayúdenme a hacerlo realidad. Es un sueño de un mundo en donde la fealdad, la pobreza y la miseria, las guerras y la hostilidad, la ambición y la competencia deshonesta, la alineación y la discordia sean transformadas en todo lo contrario: un mundo en el que haya risa, alegría y paz, donde haya justicia, bondad, compasión, amor, solidaridad y armonía. Yo sueño con que el león vuelva a retozar con el cordero, con que la espada se convierta en arado, y las lanzas, en tijeras para podar; con que mis hijos sepan que son miembros de una sola familia, la familia humana, la familia de Dios, mi familia”.


Daisaku Ikeda, humanista budista, impulsor de la paz mundial a través de sus propuestas muy interesantes, nos dice: Tú posees un sueño tuyo y solo tuyo Tú eres dueño de un tesoro que nadie más posee. Tienes una misión que solo a ti pertenece. ¡Por ende, tuya es la llave para abrir los misterios y las maravillas de la vida! Algunos fragmentos de lo que dijo Martín Luther King, Jr. en 1963: “Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: ‘Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales’. Sueño que... los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad... que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.¡Hoy tengo un sueño! Sueño... en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano... Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ‘¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!’”. Hace tiempo escribí: Sueños. ¿En qué soñamos? Soñar lo soñado. Soñar. No dormir. Atrevernos a soñar. Compartir los sueños, la realidad de los sueños. Y también Aprender a soñar, a soñar los sueños, a soñar sobre los sueños, a soñar despiertos. Soñar. Y aprender a despertarnos, a despertar los despertares, a despertar sobre los despertares, a despertarnos soñando. Despertar-nos. Bendiciones copiosas,

LA DIMENSIÓN HECHA MISIÓN (2) Fr. Marco Nureña, op Octubre 2005 PLENITUD DE DERECHOS ¿Acaso éstos no son seres humanos? Penúltima semana de Setiembre: I Encuentro de Derechos Humanos en la PUCP, Lima. Horror, terror, imágenes “fuertes”, emociones encontradas, impotencia, ganas de luchar (y de llorar), etc. ¿Los que sufren atrozmente no son seres humanos? ¿No son hermanas y hermanos nuestros? Relatos de personas, historias,... eso y mucho más alcancé a ver en este Encuentro el cual tuvo un ciclo de cine titulado “Cine y memoria”: allí desfilaban imágenes e historias de seres humanos como nosotros pero con la diferencia de que algunos fueron ferozmente torturados. ¿Muertos de segunda? ¿y de tercera? ¿Podemos hacer esa distinción? Parece que algunos, al menos implícitamente sí. Hemos visto a seres humanos mutilados, desaparecidos, historias cortadas, pueblos violentados. Nuestra violencia (y digo nuestra porque sucedió en nuestro Perú, bello por riquezas naturales y arqueológicas, feo por el horror de la violencia terrorista y represión militar) engendró muertos y heridos de segunda y hasta de tercera. Tenemos derecho a la vida (con dignidad) pero también derecho a una muerte “con cristiana sepultura” –como lo decían en el catecismo cuando me lo enseñaban–. Invierno en Bagdad


Es un documental español de Javier Corcuera del año 2005. Los demás no son un infierno, no, pero a veces los otros hacen un infierno. En este documental una religiosa mexicana dice “hay que estar del lado de los que sufren”... y aparecen niños y niñas. ¡Qué tristeza, qué pena!, ya no podía contener el llanto al ver las imágenes de estos niños y niñas que expresaban su miedo, pánico, que dibujaban la guerra, los aviones, los muertos y las bombas en sus dibujos escolares. Alguien preguntó “¿dónde están los derechos humanos que nos iban a atraer?”. Una niña, graciosa como ella sola, dice: “me gusta el río porque los estadounidenses no lo pueden ocupar”. El río... imagen del Agua viva del Maestro, descendiente de Abraham (Mt 1,1), proveniente de Caldea. Y una poesía de una pequeña dice: “el Tigris está triste” y un niño exclama “me gustaría que algún día mi país llegara a ser mi país”. Y se escucha en el filme (no recuerdo quien lo dice): “el lugar donde estés determina lo que ves”, esto es muy cierto. Me ven pero no me sienten Es la frase impactante de un niño que expresa todo un mundo interior y exterior. ¿Qué pasará por la cabeza y el corazón de este niño? “Los niños del milenio” es una organización que busca ayudar a niños y niñas del mundo, y están en un proyecto en Perú, India, Vietnam y Etiopía (si mi memoria no me falla, igual pueden consultarlo por Internet). En el Perú, dos de cada cinco adolescentes que trabajan están fuera del sistema educativo y casi el 13% de las víctimas de la violencia política tenían menos de 18 años (según CVR). Y se asoma una foto de una niña peruana en un basural... sin palabras (espero que cada uno lo medite). ¿Cómo podemos “sentir” a éstos niños y niñas? Escuchar gritos “Días de Santiago” es otra película que pude ver. Impactante y asquerosa (para mí) la última escena: una escena de pedofilia. Una película peruana que te hace pensar y ver cómo son los gritos de las personas que están a nuestro alrededor. Que el Dios de la vida, el Papito (=Abba) de Jesús nos ayude a escuchar el grito de los muertos, de las víctimas y también de los victimarios. “Paloma de papel” fue otra película que nos mostró un aspecto más de la violencia vivida. Hace días descubrí una frase de Lammenais que dice así: “El grito del pobre sube hasta Dios, pero no llega a la oreja del hombre”. Espero que este clérigo francés del s. XIX se equivoque. Estoy donde tu corazón me vea Allí donde está tu corazón está tu tesoro. Los limpios de corazón verán a Dios. Vengan benditos de mi Padre porque dieron de comer, beber,... No deseo descontextualizar las frases evangélicas, ¡Dios nos libre del fundamentalismo!, solo que éstas resuenan por sí solas. ¿A qué nos urge el Señor?, ¿cómo nos invita para que vivamos la plenitud de derechos especialmente de aquellos que padecen injusticias? Y resuena Su voz quizás como la de un niño iraquí que mira a su río: “estoy donde tu corazón me vea”. Que la espiritualidad cristiana (y dominicana en especial) sea motivo para contemplar al Señor en medio de las arenas de la historia no tan “oficial” y luchar por la plenitud de derechos, porque como dicen algunos de “la Católica” (=PUCP) “¿a quién pertenecen los derechos humanos?”. Ánimo en nuestro camino.

EL CHUYANCHAKI P. Pedro Rey, OP Misión de Shintuya


En la visita que hice en diciembre del pasado año 2005 al Manu, en la comunidad de Tayakome, pude ver que mi compadre Rubén Abanti está haciendo otra casa lejos de la qua ya tiene. La está haciendo al lado del salón comunal. El asunto es que la casa que tiene actualmente, hace un año que la ha terminado y está bien. La casa que tiene actualmente es muy alta y no tiene paredes, para que tenga mucha luz. Los espíritus viven en la oscuridad. El motivo de hacer otra casa en otro lugar es que ha visto al “chuyanchaki”, un espíritu dañino que se aparece a la gente y les sujeta por la espalada asustándoles. El “chuyanchaki” vive en los árboles y está continuamente molestando a la gente. Sobre estas apariciones, también, me hablaron el profesor Mauro Metaki y su esposa Marisol. Lo mismo me dijo Cesar Portillo, también, profesor. Ahora sus casas las están haciendo altas y sin paredes, porque el espíritu dañino vive en la oscuridad. Hay otro espíritu más dañino, que también está molestando mucho, es el “chonquitsitákiri”. Este espíritu vive arriba en las lupunas. Me enseñaron una lupuna muy grande, y en su copa había un nido de abejas muy pequeñas, que normalmente se llaman “cortapelo”. Pude ver el nido de abejas en la copa de la lupuna. El nido es en forma redonda cónica, y mediría más de un metro. Ahí vive el “chonquitsitákiri”, que a cualquier hora del día sale para molestar a la gente. Es más dañino que el “chuyanchaki”. Te da calambre, te puedes desmayar. Cuando queman este nido se escucha como llorar a un niño, es el “chonquitsitákiri” que se está quemando. Ciertamente que ese ruido es el aleteo de miles de abejas que se están quemando; pero así es la creencia. Hay otro espíritu “chaqchacoto”, que puede tomar la forma de una persona conocida y te pude matar. Nos cuenta Rómulo Oyeyoyeyo que una vez se le apareció este espíritu cuando iba a su casa y quería cogerle. Tenía la forma de la señora Magdalena, y él no se atrevía a darle un machetazo. Cuando llegó a casa se encontró que la señora estaba en su casa (casa de de Rómulo tomando masato con la esposa de Rómulo). Todo esto, a nosotros nos puede sonar raro y hasta reírnos de ello; pero es su creencia, es su mundo religioso que está activo, y tenemos que contar con ello. Si nosotros analizáramos nuestras creencias, a lo mejor encontrábamos cosas raras. Estas creencias tienen mucha fuerza en ellos. Vemos cómo Rubén Abanti deja la casa y hace otra. Y así podemos ver comportamientos que no nos explicamos. Y es que el alma indígena está muy sensibilizada a ese mundo invisible, que le condiciona y le hace tomar decisiones que nosotros no entendemos. ¿Existe contradicción entre estas creencias y la fe del Evangelio? Pensamos que no. Simplemente que estamos en otra dimensión y nosotros no lo entendemos. Ellos saben armonizar esas creencias, que nosotros no creemos, con la fe. La evolución cultural irá purificando muchas cosas; pero hoy sería un error querer quitárselas, ya que son parte de su vida, forman parte de su mundo religioso, y en alguna forma dan explicación a sus problemas. Ese mundo religioso ha configurado su modo de ser, ha penetrado en su alma. Lo que debemos hacer es que la Evangelio, también, penetre en esa forma. Si les quitamos ese mundo religioso, su alma quedaría, en parte, vacía. Cuando celebramos la Eucaristía, el profesor Mauro y su esposa Marisol van a comulgar, porque creen que en la Eucaristía reciben al Señor. Y esto no contradice su mundo religioso lleno de supersticiones y espíritus. Una cosa no estorba la otra. La creencia en lo invisible les ayuda a explicar ciertos fenómenos que les afectan en su vida diaria. Cuando el espíritu maligno les está molestando, hacen algunos ritos para que se vaya: echan humo por toda la casa (fuman la casa); se van de casa por un tiempo o echan agua bendita. Una señora me preguntó qué podía hacer para que se marchase el espíritu que les molestaba en la noche. Le dije que rezaran mucho a Jesús todos por la noche. Jesús echaba los demonios más bravos (le conté lo de la mujer que tenía siete demonios). Ningún mal espíritu podía contra él, porque él era el Hijo de Dios, y tenía todo el poder para echar a


los demonios. El mundo invisible está muy dentro del alma de estas gentes, y es parte de su religiosidad y su cultura. Tenemos que respetarlo. Además, no contradice la fe cristiana, y da explicación a muchos fenómenos de su vida. Debemos rescatar algo muy positivo: que creen en un más allá, y en Dios bueno donde un día estarán en su gloria.

LOS “HERMANOS COOPERADORES”: ¿EL DEDO EN LA LLAGA? Fr. Amando Herrán Angulo, O.P. INTRODUCCION El tema que nos ocupa, va para largo, y viene de lejos, de siglos, tal vez, inmemorables; ¡quién sabe si desde los mismos comienzos de nuestra Orden! De hecho, en bastantes Capítulos Generales, por lo menos en los últimos, se ha tocado y retocado, pero, pareciera como si no aterrizáramos, y es que el asunto se las trae, pues nos afecta a todos. Esta sencilla aportación al tema, no quisiera ser otra cosa que un mero pretexto más que nos lleve al debate, sincero y radical, a un diálogo fraterno y teológico, con el fin de poner en el candelero, no sólo la posible vocación cristiana y dominicana de nuestros “HH.CC.”, sino nuestra misma condición de sacerdotes y religiosos en la Orden, en la Iglesia, en el mundo y en el hic et nunc. La estructura de las consideraciones que vienen a continuación, a modo de un decálogo ampliado, intenta hacer justicia a nuestros “HH.CC” en la Orden y en el Señor, de cuyo nombre se ha escrito hasta demasiado, sin conseguir aún una cierta estabilidad. Son tantas las atribuciones, cargos, ministerios, etc. que se han barajado a lo largo de la historia, que apenas sabemos qué decir de ellos. A ver si lo que decíamos, el debate abierto, nos trae algo más y mejor. CONSIDERACIONES 1. Queremos hacer una llamada de atención a quienes se dedican y se esfuerzan por obtener y acompañar las vocaciones a la vida dominicana de aspirantes, postulantes, novicios, y estudiantes…, con el fin de concretar, aclarar y mejorar, no sólo los criterios de selección de las posibles vocaciones que llamen a nuestra puerta, sino también realizando una buena presentación de nuestra Vida Religiosa y Dominicana en su doble vertiente: sacerdotes y “HH.CC”. 2. No es la primera vez que alguno de los últimos maestros de la Orden (MO), llaman la atención a los frailes, sobre todo, de la Provincia Peruana, ante un cierto descuido o escaso interés, a la hora de presentar y ofrecer una vocación de HH.CC., lo suficientemente positiva, clara y digna. 3. A lo anterior añadimos, con una cierta tristeza y extrañeza, una especie de campaña soterrada, pero activa, presentando la vida dominicana casi exclusivamente, como vocación sacerdotal, dejando en el olvido o hablando negativamente de nuestros “HH.CC”. Aún se escucha con un cierto aire despectivo, y no sólo en el Perú, lo del “Hermano Lego”, cuya acepción no deja bien la vocación del religioso consagrado y dedicado a una vida dominicana plena, aunque falte el sacerdocio ministerial, pero no el fundamentado en nuestro Bautismo. Cuando escuchamos toda una serie o sarta de piropos y parabienes hacia nuestros Hermanos Mayores: Martín de Porres y Juan Macías, pero luego vemos tan pocas ganas y entusiasmo por presentar la vida sencilla, callada y entregada, como una vocación evangélica, religiosa y dominicana, abierta, por supuesto, a nuestros tiempos y necesidades, pero llena del espíritu contemplativo, de trabajo y de servicialidad, nos preguntamos si no estaremos fallando y hasta contradiciéndonos, pues lo sencillo y humilde, si es digno y profundamente religioso, estará


más cerca del Evangelio y del Reino, hacia los cuales deberíamos dirigir nuestras vidas. 4. Creemos que ante la situación de un cierto “clericalismo”, que se percibe también en nuestras casas de formación, a veces alimentado por quienes lo cultivan y promueven, y por la misma sociedad que siempre anda buscando la influencia y el reconocimiento social, sin importarle mucho la promoción de los valores del Reino, de manera sencilla, pero radical y evangélica. El actual M.O nos pide, a quienes trabajamos en la Provincia del Perú que dejemos bien a nuestros Santos peruanos y que formemos e informemos a la gente que hay otros modos, más radicales y evangélicos, de adoptar el espíritu de Martín de Porres y Juan Macías, no sólo con el hábito en el mes de noviembre, sino durante toda una vida en sintonía al estilo de Domingo de Guzmán y, sobre todo, de Jesús de Nazaret. Mucho se ha hablado en la V.R. acerca del peligro de caer en un sentido de “Casta” o grupo que busca afanosamente prebendas y privilegios y aquellos que los fomentan, fácilmente pueden caer en un sacerdocio de metas sospechosas, de vivencias cristianas de rebajas, sin esa radicalidad justa y veraz, profundamente dominicana y evangélica, que siempre hemos admirado en nuestros Santos. 5. Aunque sea abundar y cayendo un poco en el “más de lo mismo”, queremos traer a colación algunas consideraciones más, aparecidas en la Actas del Cap. Gen. de Cracovia, en torno al tema que nos ocupa. Dejando ahora de lado algunos puntos que aparecen en las Constituciones, vemos cómo en el N° 46, pág. 120 del citado Capítulo, se habla de la vocación y misión de los HH.CC. y se nos dice que: “deberíamos más bien discernir y evaluar el modo del ejercicio del Ministerio Presbiteral en la Orden antes que pensar siempre en una ‘crisis de la vocación del Hermano Coop.’”. Y en el N° 258, Pág. 70, citando al Cap. de Providence, 289, se le pide al MO “que promueva la investigación teológica para llegar a una comprensión más profunda del papel de los HH.CC”. 6. Es verdad que las Constituciones en todo tiempo han ido propiciando y facilitando la posibilidad de que haya estudios y etapas en la Orden, en las que se dé una auténtica vida común entre clérigos y HH.CC (Cfr. LCO 179). Y tenemos que seguir adelante, pues el Capítulo de Cracovia ordena que “cada Provincia establezca los tiempos y condiciones para que cada candidato manifieste cuál cree que pueda ser su vocación (N° 253, Pág. 70). 7. Creemos, sin olvidar lo advertido en las Constituciones, que es necesario y urgente concretar y aclarar qué tipo de estudios deben realizar los HH.CC. en esos tres años de la primera etapa en el Estudiantado, y en los otros dos de la segunda, en otro destino, pues si bien decimos que estudien lo más posible en común con los clérigos (LCO N° 217-220), en tres años y los dos más adelante, no es posible hacer lo mismo que los demás, pues habrá que tener en cuenta las posibilidades y capacidades de cada uno, el tiempo más reducido que tienen los HH.CC. y la diversidad entre ambas vocaciones. 8. Añadimos a lo anterior algunos Cursos que podrían tenerse en cuenta a la hora de confeccionar o elaborar un nuevo folleto vocacional, en el apartado de las etapas de la formación, que hablaba del Estudiantado, con el fin de destacar y presentar algo más serio y digno sobre la vocación de los HH.CC.: a. Historia de la Filosofía y Ética, por ej. b. Estudio sistemático de la Biblia, con la finalidad de que nuestros HH.CC sean responsables de una catequesis seria y profunda; c. Cristología y Mariología d. Doctrina Social de la Iglesia, para su tarea de Justicia y Paz e. Artes y Técnicas: Música, Pintura, Computación, Administración, etc. 9. Pero tengamos en cuenta, que nuestros HH.CC podrían estar llamados, dentro de sus posibilidades, a destacar y rescatar algunos Valores Fundamentales que nos pa-


recen haberse perdido, abandonado y descuidado en nuestros ambientes dominicanos: a. Una Vida religiosa plena y un espíritu contemplativo como lo deseaba Domingo para sus frailes b. Un espíritu de trabajo integral y apostólico al estilo de Martín de Porres, Rosa de Lima y Juan Macías. 10. Quien así piensa, estuvo cinco años de HH.CC en una casa de formación ad hoc y agradece profundamente todo lo que allá aprendió. Tuvo que realizar, después de su sacerdocio, todo tipo de actividades y trabajos, tan numerosos o más que en los años de HH.CC. No obstante, se siente realizado y agradecido a la Orden por todas sus aportaciones.

TESTIGOS (XII): Guillermo del Campo O.P.

Una entrega generosa y anónima a las misiones P. Ángel Pérez Casado, OP Peña de Francia

Introducción.El P. Guillermo del Campo fue uno de los componentes de los seis primeros misioneros dominicos de la Provincia de España que se incorporó en el año 1906 al recién inaugurado Vicariato de Sto. Domingo del Urubamba en el Perú. Religioso piadoso, discreto y sacrificado, apenas sabríamos nada de él, sino nos hubieran quedado los relatos del P. Wenceslao que hacen referencia a su persona en su conocido libro de los primeros Cincuenta años en la Selva Amazónica; las crónicas misioneras del P. Elicerio, compañero y amigo del P. Campo, y el resumen que de su vida hizo el P José Sarasola con motivo de su última enfermedad y muerte. Queremos rescatar al P. Campo de su discreción y anonimato, porque a no dudarlo es símbolo representativo de un grupo numeroso de misioneras y misioneros, que ocultos en un trabajo abnegado y silencioso, han contribuido y contribuyen, a extender las fronteras de la fe, entre mujeres y hombres abandonados a su suerte, y carentes de cualquier apoyo y esperanza para su precaria existencia humana. Síntesis biográfica.- Nacido en Tiñana (Oviedo) el 19 de Febrero de 1878 en una familia muy religiosa y muy dominicana, tuvo otro hermano dominico: Manuel, y dos hermanas monjas dominicas en Cangas de Narcea. Estudió humanidades en el seminario de Oviedo y al terminar dichos estudios aconsejado por su hermano Manuel, ingresó en el convento dominicano de Corias, donde hizo la profesión el 21 de Septiembre de 1896. Después de hacer los estudios de filosofía en este mismo convento, pasa a hacer la teología al convento de S. Esteban de Salamanca, donde se ordena sacerdote el 19 de septiembre de 1903. Antes de terminar la teología es trasladado a la Provincia Bética recientemente restaurada, siendo profesor de griego en el convento de Almagro durante dos años. Enviado a Cuba, al poco tiempo de su estancia en la isla, se entera de la fundación del Vicariato Misionero de Santo Domingo del Urubamba en el Perú, escribiendo de inmediato al fundador del mismo, P. Zubieta, suplicándole que le acepte como misionero. Recién incorporado al Vicariato, puso todos sus esfuerzos y anhelos misioneros junto con el P. Elicerio para fundar cerca del Pongo de Mainique la misión de S. Vicente de Malanquiato. Fue párroco de Quillabamba varias veces ejerciendo también el ministerio sacerdotal en otras parroquias no estrictamente misioneras, como Chuquibamba (Arequipa), Asilo (Puno), para apoyar económicamente a los Puestos Misioneros de la selva.


Tenía verdadera pasión por leer y saber y se hallaba al corriente del movimiento religioso, científico y político del mundo. En sus conversaciones se hacía sumamente interesante, especialmente cuando narraba sus viajes y aventuras misioneras. Muy hecho a la vida de la montaña y muy espontáneo, no se amoldaba bien con ciertas exigencias sociales por lo cual prefería la soledad que él tanto amaba, en compañía de sus libros y lecturas de las cuales nunca se sentía fatigado... En la última expedición que hizo a Vilcabamba enfermó gravemente para morir pocos días después en Quillababamba el 15 de Octubre de 1935. I .- Vocación Misionera El P. Wenceslao ha recogido en su historia del Vicariato, la carta que el P. Campo dirigió al P. Zubieta para que aceptase sus servicios al nuevo Vicariato Misionero. La carta escrita desde la Habana, está fechada el 15 de septiembre de 1906, y en ella según nos dice el P. Wenceslao se nos manifiesta “un adelanto de lo que mostró en toda su vida: sinceridad, buen ánimo y la gracia en el decir”. Mostramos algunos párrafos de dicha carta en donde el P. Campo da a conocer su apasionada vocación misionera. ”Desde que entré en la orden, un pensamiento fijo y constante ha venido dominándome, el de las Misiones. Por mi parte nunca he procurado irme a la mano en estos pensamientos, antes los he fomentado, porque me parecían cosa buena, y desde luego, creo que algo les debo, aparte de los deliciosos ratos que he pasado con los misioneros del Correo Sinoanamita. Hasta la fecha todo ello no ha pasado de simple fantasía, aunque si lo he comunicado a personas muy respetables: primero, ya cuando estaba en el Noviciado se lo dije al P. Maestro de Novicios, el cual no lo veía con malos ojos del todo, aunque si lo consideraba como una ilusión imposible de realizar. Después hablé con el P. Colomer que me animó u me dijo que continuara pidiendo mucho a Dios a fin de no proceder de ligero en una cosa tan seria..., y últimamente, hablé el año pasado con el P. Máximo, y me dijo que por su parte no había inconveniente, pero que consideraba muy difícil el permiso de mis Superiores... Yo, naturalmente, veo todas estas cosas y me hago cargo de ellas; pero también comprendo que es muy difícil que la obediencia mande esas cosas sin que uno las pretenda primero, y yo he tenido esos deseos once años seguidos y me parece que si bien es verdad que esto no es señal infalible de que Dios me llame por ese camino, tampoco me atrevo a considerarlo como veleidad del momento...” No menos interesante es la posdata que le añade: “Escrita esta carta llegaron a mi poder unas del P. Paulino que tratan de esas misiones. Realmente son horribles los trabajos que tiene que sufrir esos misioneros y se necesita mucha vocación y mucha gracia de Dios para tamaña empresa; pero de todos modos no me desanimo por eso, y creo firmemente que si Dios les infunde a ustedes tantos alientos, y les protege de una manera tan maravillosa y tan patente, también me protegerá a mi y me dará la virtud que me falta para sufrir los trabajos... Yo ahora tengo veintiocho años y en cuanto salud la tengo de roble (hasta el presente), aunque no soy muy forzudo que digamos, ni estoy acostumbrado a grandes privaciones: Dios sobre todo” Esta carta –nos dice el P. Wenceslao-, obtuvo los resultados apetecidos por el P. Campo, y al pasar por la Habana camino del Perú los cinco primeros misioneros dominicos de la Provincia de España, se incorporó al grupo. II.- Primera Peregrinación: Chirumbia Creemos que su vida cobró especial protagonismo en tres recorridos de difíciles y arriesgadas expediciones, que aquí en nuestra reseña hemos querido bautizar con el religioso nombre de peregrinaciones, porque en ellas no faltaron penitencias, oraciones y ofrendas, incluso de la propia vida. La primera de estas peregrinaciones, fue la entrada a Santa Ana (Quillabamba) y Chirumbia en compañía del P. Elicerio, lugares del primer destino de los nuevos misioneros. El recorrido de dicho trayecto, ya lo había hecho el fundador del Vicariato, P. Zubieta, en compañía del P. Palacio para crear la primera casa misión en Chirumbia, cerca del río Urubamba. Después de las dificultades experimentadas en este primer viaje expedicionario


el P. Zubieta había dejado escrito lo siguiente: “No he de enviar a ningún misionero a lugares desconocidos o peligrosos; en todo caso o los acompaño, o los precedo. No permitiré que vayan sin guías seguros, y con víveres y medicinas para ellos y para sus acompañantes...”. El P. Elicerio, entretenido cronista de este viaje, y ciertamente dotado de cualidades para describir las belleza de los lugares por donde viajaba, pronto tuvo que narrar cosas más prosaicas y dificultades inesperadas. “El viaje para llegar a este punto es largo y penoso. Desde Paucartambo a Chirumbia me acompañó el P. Guillermo del Campo y empleamos para realizarlo diez días cabales... ... Pasado que hubimos estas ruinas (incaicas), empezó nuestro calvario, pues durante tres días no encontramos apenas qué comer ni dónde dormir. En las casas, o mejor dicho, en las chozas de indios que al paso encontrábamos, deteníamos nuestras bestias para preguntar si había algo que comer, y en todas nos respondían: <<Manan, Señor, no hay>>. Y con el poco arroz que llevábamos teníamos que arreglarnos. Preguntábamos si podíamos allí dormir, y la respuesta era siempre: << Manan, Señor, no>>. Y como Dios nos daba a entender, nos acomodamos en algún rincón o bajo algún techo de paja que por allí hubiera; y con nuestras frazadas y con las caronas y sillas de las bestias improvisábamos nuestras camas y allí pasábamos la noche santamente. Lo peor era cuando el cielo se encapotaba y las nubes, no se si por vernos de aquella manera, rompían a llorar; lo cierto es, que aquello era lo más doloroso. Como sucedió la noche que tuvimos que dormir en un paraje llamado Maquina, que a media noche el P. del Campo me dice: <<P. Elicerio llueve y me estoy mojando todo>>. <<Lo mismo me sucede a mi, le contesté, y ya hace rato que estoy sintiendo encima las goteras>>. Encendimos unas cerillas y arrebujados en nuestros trapos, nos acurrucamos junto a un poste, y dejamos el agua correr por el suelo y a las goteras caer sobre nuestros pecadores cuerpos, nos pusimos a cantar, porque como el P. Campo decía: <<A mal tiempo buena cara, que Dios lo remediará>>. Terminado nuestro no pequeño repertorio, y cuando el alba tuvo a bien visitarnos y enseñarnos el camino aparejamos nuestras bestias y, ¡pies para que os quiero!, seguimos por aquellos andurriales hasta llegar al sexto día de viaje a una finca llamada Ccolpani, en donde fuimos muy bien recibidos aquella noche. A la noche siguiente estábamos ya en Santa Ana... Descansamos algunos días, y seguimos después nuestra marcha, internándonos en el valle, atravesando bosques y más bosques, caminando, ya pegados al río pisando su blanca arena, ya viéndole desde muchos metros de altura, pero siempre temiendo ir a darnos un violento remojón en sus verdosas aguas. Veces hubo en que tan malo era y tan expuesto el camino, que teníamos que ir nosotros delante abriendo paso a las bestias. A las nueve de la mañana del décimo día, dejamos el Urubamba a nuestra izquierda y vadeamos el Chirumbia, empezando a subir por un largo pajonal; y a las cuatro de la tarde llegamos a nuestra casa Misión, sin otra peripecia en aquel día, que un mal paso dado en un barranco por el caballo que yo montaba, efecto de lo cual, caballo y caballero rodamos un rato por tierra...”. III Peregrinación: Pongo de Mainique Entre el P. Elicerio y el P. Campo existió desde los comienzos de su vida misionera una relación de fraterna amistad, fundamentada en las dificultades que tuvieron que superar en viajes como fueron el de cruzar la cordillera andina y en el que acabamos de relatar de Chirumbia. Por eso casi de inmediato, apenas asentados en Chirumbia y Quillabamba, con el entusiasmo de su juventud y de sus ideales evangelizadores, empezaron a proyectar nuevos viajes al interior desconocido de la selva, que entraba en los planes misioneros del Vicariato. Fueron dos los viajes que el P. Campo hizo al Pongo de Mainique: el primero el uno de septiembre de 1908, con el P. Elicerio, dos nativos y un muchacho llamado Francisco Vargas. Los dos amigos disfrutaron los primeros días de su recorrido por la selva de una naturaleza exuberante y pletórica de vida, pero no tardaron en tener que enfrentarse con algunos de sus moradores, aunque estos no fueran de los más peligrosos, pero si de los más molestos. Lo cuenta el P. Elicerio.


“Mucho habíamos ya disfrutado en el camino y muy bien nos iban saliendo todas las cosas en los tres días que llevábamos andados, y para que nada faltase y tuviéramos algún motivo de merecimiento espiritual, deparónos la Providencia buena ocasión en esta noche. A orillas del Canansiato y en la falda del Tocate limpiamos un poco de terreno y después de fabricar nuestra carpa y cenar nuestro arroz... nos acostamos como la noche anterior, y si en esa dormimos como patriarcas, en esta ni como patriarcas ni como otro ser alguno. Apenas recostamos la cabeza, cuando el P. Campo me dice: -Padre yo no sé cómo se me meten aquí las mariposas que no me dejan parar. -Otro tanto hacen conmigo, le respondí, y eso que tengo la cara bien tapada. -Pero yo creo que hay aquí más que mariposas, porque a veces pican que abrasan. -Serán los mosquitos que nunca faltan en estos lugares. -Pero es que andan hasta por las espaldas. -¿Quiere Vd. que encienda una cerilla a ver cómo se espantan? -Pché!... deje, deje que ya se cansarán. Pero como el escozor fuera en aumento y los picozones se multiplicasen, me dijo: -Encienda, encienda, encienda que estos bichos cada vez se entusiasman más. Obedecí a estas palabras, y al resplandor de la cerilla vimos que las frazadas que hacían de cama y las monturas que hacían de cabecera estaban negras materialmente, cubierta de animalitos, que como azogados, corrían de acá para allá. Era un verdadero enjambre de hormigas que amenazaban acabar con nuestras no muy suculentas carnes. Nos levantamos, quitamos las frazadas, llamamos a Francisco chico muy servicial que nos acompañaba, y con leña bien encendida, fumigamos toda la carpa, consiguiendo que nuestros enemigos huyesen fustigados por el humo, y luego nos volvimos a acostar; pero al momento las hormigas, yo no sé si al calorcillo de las mantas ó al olor de nuestra sabrosa carne de nuevo empezaron a molestarnos. Viendo que con aquella compañía era imposible descansar determinamos levantar anclas y pasar la noche como Dios nos diera a entender. En efecto: serían las siete y media p.m. (media hora después de habernos acostado) cuando recogimos nuestra cama, hicimos una regular fogata, tomamos un café y empezamos a cantar. ¿Qué habíamos de hacer a aquellas horas y en aquellos lugares? Entonamos un Te Deum, terminamos varios Misereres, Parces, Himnos, Responsorios y cuanta música sagrada pudimos recordar; tomamos otro poco de café y volvimos a la música; recitamos discursos, poesías, y cuando agotamos nuestro repertorio relativo a las gayas artes, hablamos de toda nuestra vida, trayendo a colación episodios habidos y por haber; y entre cánticos y poesías, cuentos y pláticas, pasó aquella memorable noche, no viendo la hora de apartarnos de aquel lugar, que el P. Campo bautizó con el nombre de <<Purgatorio>>” No sin dificultades lograron llegar hasta donde moraba la familia Pereira, cauchera y hacendada, que tutelaba y se relacionaba con un buen grupo de machiguengas, objetivo evangelizador de los misioneros. Este primer contacto con los Pereira, resultó esperanzador para la creación de un futuro Puesto Misionero en la confluencia del río Malankiato con el Urubamba. Pero el P. Campo no se libró de coger las temidas fiebres palúdicas que dejarían huella permanente en su salud; no obstante en cuanto se recuperó, volvió a intentar de nuevo la entrada al Pongo de Mainike aunque esta vez sin la compañía del P. Elicerio. Para este viaje realizado a finales del 1909, el P. Campo contó con la compañía de fray Frutos Martínez, Hermano de Obediencia de la Provincia de Filipinas llegado en 1903 a las misiones, un señor alemán protestante (Sr. Tel), un joven peruano, el joven Francisco Vargas y cinco selvícolas; salieron desde Rosalina en dos canoas por el cauce del río Urubamba. El viaje fue todo un drama. Naufragaron dos veces, y aunque no hubo desgracias personales, perdieron la sal, el azúcar y otra serie de implementos para el nuevo Puesto Misionero. Después de seis días de auténtica angustia navegando por el río Urubamba, gozaron nuevamente de la hospitalidad de Fidel Pereira. Pero apenas recuperados del accidentado viaje, y cuando se disponían a poner manos a la obra de la nueva misión “las fiebres palúdicas atacaron al Hermano Frutos, -que tuvo que emprender el viaje de regreso a Chirumbia-, en un viaje de once días en el que el enfermo sufrió no pocas molestias por caminos fangosos y quebrados”


Los males no acabaron aquí, ya que el P. Campo volvió a recaer en el paludismo, sufriendo cólicos nefríticos y retención de orina, quedando tullido, sin poder incorporarse. El sr. Justo Pereira desde Malanquiato, había mandado una carta al P. Elicerio comunicándole, que “el P. Campo estaba muy grave, y, como no tenemos aquí remedios para curarlo, temo que se muera de un día a otro. Si Vd. puede mandar a buscarlo debería hacerlo cuanto antes para ver si puede llegar a esa con vida ”. En cuanto el P. Campo se recuperó algo, emprendió a pie el regreso a Chirumbia, encontrándose a mitad de camino con el donado Fr. Wilson –enviado por el P. Elicerio para atender al P. Campo-, que con un poco de maíz tostado, una lata de sardinas y unas naranjas...,“anduvieron aquel camino muertos de hambre y llenos de pena hasta llegar a Santo Domingo de Chirumbia”, después de seis días de sufrimiento. IV.- Peregrinación: Vilcabamba El P. Campo ya había recorrido parte de las alturas de Vilcabamba el año 1933, pero en Agosto de 1935 emprendió uno de los grandes recorridos que se hacía para atender las fiestas religiosas de los principales poblados de la región. Aunque ya tenía los primeros síntomas de su enfermedad –punzadas en el pecho y una fatiga y cansancio cuando caminaba-, tanto él como sus compañeros no le dieron mayor importancia. Lo cierto es que al cruzar los grandes nevados vilcabambinos a cinco mil metros de altura entre chubascos y ventiscas de nieve su cuerpo se resintió, enfermando gravemente. En cuanto llegó la noticia a la Parroquia de Quillabamba, el P. José Sarasola se puso en camino para atender al P. Campo. Quillabamba distaba unos ochenta kilómetros de Vilcabamba, sesenta y cinco de los cuales había que hacer a lomos de mulo. Cuando el P. Sarasola llegó al pueblo de Pucyura donde estaba acogido el P. Campo, este lo recibió con alegría, sintiéndose aliviado con su presencia, ya que llevaba quince días sentado en la cama y como en cuclillas, sin poder echarse a dormir. Las inyecciones de cafeína y aceite alcanforado que las dos primeros veces aliviaron algo al enfermo terminaron por no hacerle nada. Durante ocho días el P. Sarasola esperó a ver si el P. Campo mejoraba para poderlo trasladar a Quillabamba, a la vez que procuraba atender las necesidades pastorales de los pequeños poblados de alrededor. Fueron unos días de gran agobio y angustia, que terminaron por poner al P. Campo al borde la muerte, teniendo que administrarle el P. Sarasola la Extrema Unción y prepararle a bien morir. El P. Campo, sintiendo cercano el fin de su vida, hizo un sencillo testamento, que encomendó al P. Sarasola: “Padre, dijo, yo me muero. Nada tengo, nunca he tenido nada. En mi baúl haya algunas cartas y fotografías de mi familia, rómpalas; mejor dicho haga usted lo que quiera. Pido perdón a todos de las faltas y molestias que les hubiere ocasionado, y le ruego decirles de mi parte que rueguen mucho por mí después de mi muerte” Lleno de dudas y temores, el P. Sarasola, decidió trasladar al enfermo a Quillabamba, “ya que al fin y al cabo –pensó el P. Sarasola- sería igual morir en el camino que en aquellas soledades”. Así que, preparado un sillón lo mejor posible y a hombros de gentes quechuas del lugar, emprendió el primer tramo de viaje de sesenta y cinco kilómetros de andadura, cruzando riachuelos, malos puentes, y peligrosos y estrechos senderos al borde de precipicios... Dos días duró este primer recorrido hasta que llegaron a la localidad de Chaullay, donde un coche recogería al enfermo para llevarlo hasta Quillabamba. El P. Sarasola recordando lo que tuvo que pasar en ese via-crucis caminante, se limita a decir: “Verdaderamente causa horror solo el pensarlo; quien conoce estos lugares sabe que no exagero nada” . Al fin pudo llegar a Quillabamba donde el médico constató la gravedad extrema de la salud del P. Campo, a causa de una fuerte angina de pecho y las secuelas que en su cuerpo había dejado el paludismo desde sus expediciones al Pongo de Mainique. Rodeado del cariño y emoción de sus hermanas y hermanos dominicos, el día quince de Octubre de 1935 el P. Guillermo del Campo emprendió su última y definitiva peregrinación al encuentro


del Padre. V.- El P. Campo: Un Hombre Bueno Poco más, o nada menos, sabemos de la vida del P. Campo. Una entrega anónima y llena de generosidad al servicio de la misión. Su bondad y sencillez, le hizo ser querido y apreciado especialmente por sus propios compañeros y hermanos. El P. Pío Aza, gran misionero, y compañero también del P. Campo en el primer grupo de misioneros que llegó al Vicariato, curtido en innumerables dificultades y sufrimientos en sus tareas misioneras, al ver el estado de sufrimiento en que regresó el P. Campo de Vilcabamba, quedó sobrecogido y no acertó a decir una palabra. Algo parecido le sucedió al P. Wenceslao que se sintió invadido por una gran tristeza al recibir la noticia de la muerte del P. Campo. Terminamos este fraternal recuerdo del P. Campo con unas líneas que escribió el P. Sarasola, coparticipe y testigo de sus últimos sufrimientos en Vicalbamba: “Nunca rehusó el trabajo por duro que pareciera, estando siempre listo para ir donde la obediencia le destinase, aun siendo perjudicial para salud. Humilde y obediente no tuvo otro anhelo que el ser útil a los demás, dando con generosidad, sin buscar interés alguno en las cosas. En el trascurso de los años padeció varias enfermedades, y es digna de mención una que le obligó a trasladarse a Lima, donde sin cloroformo, soportó una grave operación quirúrgica, con una resignación y fortaleza que causó admiración a los médicos y personal del hospital, que aun lo recuerdan con cariño”

IMPORTANCIA DE LOS SEMINARIOS PARA LAS VOCACIONES SACERDOTALES P. Linder Rozas Canal – PBRO. ALGO DE HISTORIA Si bien la idea del "Colegio clerical" no es original del Concilio de Trento pues ya se halla presente en S. Agustín y en los primeros concilios toledanos y encontró antecedentes en los Colegios Capránica y Germánico de S. Ignacio, ambos en Roma, y sobre todo en los Seminarios del Cardenal Pole en sus decretos de la reforma en Inglaterra, lo cierto es que hay que reconocerle a Trento su difusión y establecimiento con su célebre decreto XVIII de la sección XXIII (15-07-1563) en el que declara la obligatoriedad de los mismos para que todos los obispos los establezcan en sus diócesis y en donde se formarán los sacerdotes dedicados a la cura de almas («el Santo Sínodo ordena que todas las catedrales, metropolitanas e iglesia mayores, según sus posibilidades y la extensión de la diócesis, estén obligadas a mantener, educar religiosamente e instruir en las disciplinas eclesiásticas a un cierto número de niños de la misma ciudad o diócesis...y aprenderán gramática, canto, cómputos eclesiásticos y demás materias de letras humanas. Asimismo se instruirán en la Sagrada Escritura, libros eclesiásticos, homilías de los santos y en la manera de administrar los sacramentos, sobre todo respecto de oír confesiones...»). Fue un hecho que el factor económico, que también era considerado por Trento al establecer un tributo -el «seminaristicum»-, va a constituir un óbice para llegar a establecer seminarios en todas las diócesis debido a que afectaba los ingresos establecidos para algunas canonjías y cabildos. De otra parte es necesario reconocer que el así llamado "alto clero" contaba con excelentes Universidades y Colegios, desde la edad media, para su formación. El establecimiento por tanto de los seminarios en las diversas diócesis se acogió con entusiasmo por unos ya en el mismo siglo XVI, pero tendremos que esperar hasta el siglo XIX y XX para ver establecida esta iniciativa del concilio por toda la Iglesia. En el contexto italiano conviene recordar a S. Carlos Borromeo que al año siguiente de la clausura de Trento (1564) establecerá hasta cuatro seminarios en sus diócesis dictando sus Institutiones ad universum Seminarii regimen pertinente que en opinión de alguno no han sido superadas en algunos de sus aspectos. Como contenidos de los cursos indicaba los de Gramática, Retórica, Filosofía y Teología y entre los cargos del seminario colocaba los de rector,


mayordomo, prefecto de estudios, profesores, prefectos de disciplina y director espiritual, aspectos que se introdujeron en el Código de 1917 en el canon 1358 y que en el actual Código de 1983 están recogidos por el canon 237 § 1 del título III De los ministros sagrados o clérigos de la primera parte del Libro II referente "Del Pueblo de Dios". Siempre dentro de este contexto italiano sobresaldrá posteriormente la figura de S. Alfonso María de Ligorio. En el contexto español conviene recordar a S. Juan de Ávila que junto con el Arzobispo Guerrero propendieron por la aplicación de las normas conciliares sobre los seminarios y en su misiva al sínodo provincial de Toledo recomendaba que "el medio para hacer sacerdotes, tales cuales se desea, es poner en debida ejecución el Seminario, y porque en esto ha de haber dificultad grande, es bien se haga por los medios que más se puedan facilitar esta formación, y por los cuales se vea el fruto más de presto y muy a poca costa." Recomienda el maestro de Andalucía que quienes regenten el seminario han de ser tales en santidad que su presencia será la mejor orientación en la formación: "...y por esto es necesario tengan el cargo de regirlos una persona tal cuya prudencia, autoridad y santidad sea suficiente para con su ejemplo y su doctrina criarlos, de manera que salgan maestros verdaderos de las almas redimidas con la sangre del Señor. Y dése a entender a los obispos que si en esto hay alguna falta, todo lo demás será de poco fruto, y si en esto se pone la debida diligencia, en todo lo demás saldremos suficientemente." Será Inocencio XIII quien dará un impulso fundamental a los Seminarios en España con su constitución apostólica «Apostolici ministerii» del 23 de mayo de 1723 llegando a fundarse hasta 30 en esta nación en dicho siglo. En el contexto francés la figura de S. Vicente de Paúl y Olier serán señeras pues el Parlamento mostró su oposición a la aplicación del tridentino. En Alemania fue Bartolomé Holtzhauser quien consiguió de Inocencio XI las letras apostólicas «Sacrosancti Apostolatus» aprobando así las Constituciones de los Seminarios que rigen los Barnabitas. Será a partir del siglo XVIII que el asunto de los Seminarios encontrará una particular resonancia en los pontificados de Benedicto XIII con su «Creditae nobis» (9-5-1725), que sería una nueva promulgación del decreto XVIII de Trento, del sabio canonista Benedicto XIV con su «Ubi primum» (3-12-1740) y de Pío VI con «Inscrutabile» (25-12-1775). La confiscación de los bienes eclesiásticos y de algunas comunidades religiosas a partir de la revolución francesa y su repercusión en el proceso de emancipación de América Latina (siglos XVIII y XIX) fue un factor que influyó para que el interés económico no fuera un obstáculo para el establecimiento de los Seminarios sino por el contrario un estímulo para el establecimiento de un clero autóctono. Preocupados por la formación del clero para los territorios misionales los Papas León XIII, S. Pío X, Benedicto XV y sobre todo Pío XI recurrirán a la solución de los seminarios provinciales bien montados y constituidos con suficientes profesores y medios que unos de baja calidad multiplicados por los vicariatos misionales. El código actual estipula que para el establecimiento de estos seminarios regionales se hace necesaria la aprobación de la Conferencia Episcopal, si es para toda una nación, o los obispos interesados, si es regional, han de obtener la aprobación de la Sede Apostólica. (Cfr. Canon 237 § 2) Se debe a Benedicto XV la fundación de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades por el motu propio de 4 de noviembre de 1915. Esta Congregación estableció en 1924 un decreto, «Quo uberiore», por el cual todos los seminarios han de enviar una relación trienal de las situación de los mismos dando respuesta a un detallado cuestionario siempre con la intención de mejorar su calidad. Todo este breve recuento histórico nos hace ver la preocupación constante que la Iglesia ha mantenido en la formación del clero mediante los llamados Seminarios Mayores. LA FORMACIÓN EN LOS SEMINARIOS MAYORES DESDE EL CONCILIO VATICANO II Recientemente se ve reflejada la preocupación de la Iglesia en la multitud de documentos que se han promulgado después de los decretos conciliares del Vaticano II «Presbyterorum Ordinis» y más particularmente sobre la formación sacerdotal «Optatam totius». Con la


«Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis» de la Congregación para la Educación Católica, presentada a los Padres del Sínodo Episcopal en octubre de 1967 por el entonces Prefecto, Cardenal Gabriel María Garrone, se daba una normatividad orgánica a la formación en los seminarios. Se vuelve a confirmar la necesidad de los seminarios para la formación de los futuros presbíteros, pero indicando cómo la realidad del mundo ha cambiado y los horizontes culturales en donde se han de formar los futuros ministros es cambiante. Prácticamente no ha habido elemento de la formación seminarística que no haya sido profundizado por un documento posterior abarcando tanto los aspectos espirituales (Carta Circular del 6-1-1980), destacando la presencia mariana en dicha formación así como la formación de la afectividad y el celibato sacerdotal (11-4-1974 y Cfr. Documento Orientaciones educativas sobre el amor humano 1-11-1983), como los estudios filosóficos y teológicos (La Enseñanza de la filosofía en los seminarios: 20-01-1972; La formación teológica de los futuros sacerdotes: 22-02-1976; Const. Apos. «Sapientia Christiana» del 29-04-1979), el ecumenismo (16-04-1970); el elemento jurídico-canónico (2-04-1975), la liturgia (3-061979), el estudio de los Padres de la Iglesia (30-12-1989), la Doctrina Social de la Iglesia (30-11-1988); la utilización de los medios de comunicación social (19-03-1986); la pastoral de la movilidad humana (25-01-1986); la formación en los seminarios en territorio de misión y para la misión (25-04-1987). Podemos llegar afirmar así que no hay estado de vida en la Iglesia que haya sido provisto de un cuerpo doctrinal más abundante que el del futuro ministro, además recordemos que las diversas Conferencias Episcopales han realizado las correspondientes adaptaciones de dicha normatividad a sus propios territorios. Por tanto lo que presentaré a continuación puede correr el riesgo de parecer superficial ante tal abundancia de doctrina pero mi intención es destacar y presentar a manera de síntesis un recordatorio sobre la direccionalidad de tal formación en los Seminarios que se cae de su peso es radicalmente importante. Sin duda que a la base de toda esta formación está el concepto de ministro que se quiera formar. Su identidad debería marcar el derrotero hacia donde ha de apuntar toda formación del futuro presbítero. El referente fundamental, afortunadamente, está puesto por la misma revelación en Jesucristo único mediador entre Dios y los hombres, único sacerdote, pero el misterio de la sacramentalidad hace que el mismo Señor por el poder de su Espíritu prolongue en la historia su ministerialidad, de aquí también que la «Optatam totius» en su número 4 nos recuerde la necesidad de los Seminarios pues "en ellos, toda la educación de los alumno deben tender a la formación de verdaderos pastores de almas, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro ,Sacerdote y Pastor". Para lograr un proceso de formación integral será necesario tener en cuenta los aspectos humano-afectivos, espirituales, intelectuales, comunitarios y pastorales del candidato. Es necesario observar con Juan Pablo II que "sin una adecuada formación humana toda la formación sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario" (Pastores Dabo Vobis 43) pues el sacerdote representa a Jesucristo quien se encarnó y ofrece a sus hermanos los hombres "la más genuina y perfecta expresión de humanidad" (Pastores Dabo Vobis 72). Por tanto se ha de promover el desarrollo de la personalidad y la conciencia de su propia identidad junto con la madurez afectiva y un sentido de pertenencia a una diócesis como real compromiso. Es necesario por tanto establecer criterios de maduración que incluyen la capacidad de interactuar con los otros seres humanos, dialogando, asumiendo posiciones críticas y decisiones propias, por tanto responsables, que indican un buen criterio y que van configurándole precisamente en la personalidad que el mismo forjará con la colaboración de sus formadores. Atendiendo él mismo a su formación intelectual, volitiva, y de conocimiento de sus tendencias, sentimientos, debilidades de todo orden: físicas, psicológicas y morales pues ha de asumir también esta importante formación, su responsabilidad moral ya que ha de acompañar el crecimiento humano y espiritual de sus hermanos y hermanas. El sacerdote es ante todo el hombre de Dios que como cristiano ha escuchado el llamado para seguir a Jesús como el Hijo que tiene como alimento la voluntad del Padre y se deja conducir por el Espíritu y ha recibido las virtudes teologales las que ha de desarrollar


permanentemente. Consciente que su vivir es Cristo ha de buscar estar con El para que configurándose con El pueda prolongarle en medio de los hombres. Por tanto ha de encontrar espacios reales para vivir su encuentro personal con el Señor en la liturgia eclesial, la piedad mariana, el discernimiento acompañado, la «Lectio Divina», la vida de ascesis principalmente en lo que respecta a la caridad con el prójimo. Ha de aceptar que los consejos evangélicos también son para él y esto supone una permanente conversión al Evangelio. Con Juan Pablo II indicamos que "la formación intelectual de los candidatos al sacerdocio encuentra su justificación específica en la naturaleza misma del ministerio ordenado y manifiesta su urgencia actual ante el reto de la Nueva Evangelización a la que el Señor llama a su Iglesia a las puertas del nuevo milenio" (Pastores Dabo Vobis 51; Cfr. Optatam Totius 14). Por tanto la formación Intelectual ha de ser profunda, integral, interdisciplinaria y para crear hábitos de investigación. Ha de evitar la superficialidad la conducción al activismo, la poca reflexión y una instrucción que margine de la realidad en la cual se inserta el seminarista. Estará orientada para capacitar a los futuros ministros en un pensamiento crítico, analítico y sistemático en forma tal que pueda dar razón de su fe, comprender los grandes interrogantes del hombre de hoy, con sentido histórico y en proyección evangelizadora. Esta experiencia intelectual ha de ser tal que en vez de enfriar su espíritu le lleve por el contrario a enriquecerle pues la luz de la fe y del intelecto no se oponen sino que le llevan a hacerle sabio. La Formación Pastoral será el lugar donde confluirán todos los empeños formativos pues el objetivo de tal formación es precisamente la de constituir un pastor que ha de moverse en un mundo pluralista, global y que como líder espiritual de comunidades eclesiales orgánicas, vivas y misioneras él mismo ha de presentarse como un hombre de comunión eclesial en donde se muestre que su interés será siempre el de congregar a la porción del Pueblo de Dios que le fue confiada alrededor del único Pastor, Cristo Jesús, representado en su diócesis por su Obispo y a los demás hombres invitarles en una convocación atrayente que con respeto ofrece respuesta a opciones religiosas o ideológicas de este mundo plural y global. Ha de subrayarse su peculiar predilección por los marginados y su empeño por apoyar todo lo que defienda la dignidad de los hombres colocándose del lado de los que el mundo contemporáneo margina, obrando así hará creíble la Buena Noticia que proclama. Que este pequeño perfil presentado sirva también para que nuestro Seminario San Juan María Vianney, continúe con buena base formativa en los 4 aspectos fundamentales que nos recuerda la exhortación Pastores Dabo Vobis; que en realidad es todo un reto a seguir. La Formación Pastoral, Formación Intelectual, Formación Espiritual y la Formación Humana.

LA HOMILÍA DOMINICAL Fr. Lino Dolan, OP

En la Constitución “Sacrosanctum Concilium” del Concilio Vaticano II, sobre la Sagrada Liturgia, leemos: “Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana. Más aún, en las Misas que se celebran los domingos y fiestas de precepto con asistencia del pueblo, nunca se omita, si no es por causa grave.” Nº 52 Y, el Papa Pablo VI, en la Constitución Apostólica “Missale Romanum” hizo la exhortación de restaurar a “la tradición … elementos que sufrieron injuria por accidentes históricos …


por ejemplo, la homilía”. Stephen Vincent de Leers, en su libro: El Texto Escrito Se Convierta En Palabra Viva (texto en inglés) ha examinado los “elementos que sufrieron accidentes históricos” que distrajeron la predicación en la Iglesia Católica de una base fundamentado en la Sagrada Escritura y los cambios radicales en ella desde el Concilio Vaticano II. Antes del Concilio, fue común escuchar que la Biblia fue de los Protestantes y los Sacramentos fueron de la Iglesia Católica. Los “sermones” pre conciliares se basaron en el Credo, los 10 Mandamientos y los sacramentos. Desde un poco antes del Concilio, se comenzó a recuperar la fuente auténtica y base de predicación, la Palabra de Dios. Nosotros, que somos de la Orden de Predicadores, debemos, continuamente, revisar nuestra predicación para que sea la Palabra Viva, la Espada de doble filo que penetra no solamente la mente sino, sobre todo, el corazón. En el último Capítulo General de Cracovia, hace 2 años, los padres capitulares dedicaron el capítulo II a lo referente a nuestra predicación para que tenga vigencia en el mundo actual. ¿Lo hemos leído, estudiado y tomado en cuenta para renovar nuestra predicación? ¿Qué estamos “predicando”? y ¿Cómo estamos “predicando”? y “Por qué estamos predicando”? ¿Qué mensaje, para sus vidas, llevan los que escuchan nuestras homilías? Aquí, en el Perú, la mayoría de nosotros predicamos a personas que son creyentes y participan en la liturgia para encontrase con Dios. Una homilía presupone la fe del que la escucha. Si no fueran creyentes, en diversos grados, quizás, no estarían presentes en nuestras celebraciones. Así creo que es importante, al preparar nuestras homilías, a recordar lo que NO ES una homilía: NO es un ejercicio en elocuencia o retórica para impresionar al público con nuestra capacidad como oradores; NO es una clase académica o exégesis científico de los textos; NO presenta a Jesús como personaje simplemente histórico sino como una persona actualmente presente; NO es moralizante aunque ciertamente presenta principios de vida cristiana NO está identificado con una ideología o partido político particular; No es un simple parafrasear del evangelio; presupone una verdadera proclamación de la Palabra y no simplemente una lectura rápida. Los lectores deben preparar bien las lecturas, pronunciando cada palabra de tal forma que el pueblo la pueda captar e interiorizar. El predicador de una homilía NO es ni actor de cine o TV, ni profesor universitario, ni político en campaña sino el intérprete de la Palabra para animar y profundizar la fe de un pueblo. Entonces, ¿Qué ES una homilía? Según Stephen de Leers, “la Homilía es un acto verbal por lo cual, después de la proclamación de la Palabra de Dios, un ministro habla en sus propias palabras a una asamblea. El o ella que habla, desde su propia fe y después de un encuentro personal con esa palabra, intenta comunicar su experiencia de la palabra para que los oyentes puedan tener una experiencia análoga o semejante. Lo que se busca es un encuentro con Cristo en un mensaje que está experimentado como “BUENA NOTICIA”. El Papa Pablo VI describió la predicación como “el arte genuino de proclamar la Palabra de Dios” con simplicidad, claridad, eficacia y autoridad. No es fácil predicar bien pero no es imposible; como todo “arte” requiere aplicación y práctica. Y, como uno aprende a nadar, nadando, también se aprende a predicar, predicando. Pero predicar una homilía no es cualquier predicación u oratoria en público. Es, más bien, aquella predicación cristiana que tiene lugar en el ámbito de una celebración litúrgica. Es, en otras palabras, parte esencial de la liturgia misma. Fundamental, entonces, es una proclamación clara de las lecturas bíblicas del día. Como la homilía reflejará el encuentro del predicador con esa misma palabra, debe ser proclamada claramente y con la convicción de que es la Palabra de Dios que se está pregonando. La homilía, entonces es una palabra litúrgica cuyo fin es fortificar la fe de los oyentes en la persona de Jesús. Si es cierto que el contexto del texto es de suma importancia para su comprensión, la


homilía no tiene por fin simplemente hacer un exégesis del contenido. La homilía parte del texto no solamente para recordar cosas pasadas sino para hacer presente a Cristo, hoy, en la vida de cada uno. Es una palabra actualizada, es decir, una palabra viva y eficaz. Con el paso de tiempo, parece que se ha perdido algo de la urgencia expresado en la Palabra de Dios a los primeros cristianos. La tentación de “instalarnos”, satisfechos con nuestra rutina de devociones personales o de simplemente cumplir con nuestros “deberes” de escuchar misa requiere que la Palabra de Dios nos cuestiona y nos interpela con toda la urgencia expresado por los evangelistas y autores sagrados. Es una palabra para nuestros tiempos y punto de partida para el fortalecimiento del Reino de Dios – Hoy. Aunque la homilía no sea igual como una clase en teología bíblica o una ponencia desde una cátedra, debe ser una palabra que clarifica las enseñanzas de nuestra fe y vida cristiana. En cualquier curso de homilética o en cualquier texto sobre el tema, se insiste sobre un punto en que todos están de acuerdo – cada homilía debe tener un solo punto central. Para lograr este, el predicador tiene que preparar bien su materia teológica y pastoralmente. Utilizar responsablemente los comentarios teológicos y bíblicos enriquece y permite al predicador clarificar, con sencillez, el punto central de su homilía. Hay que preguntarse, después de asimilar los textos de la liturgia, ¿Cuál es el punto que quiero comunicar? ¿Qué es lo que quiero que la gente recuerde al salir del templo? Y, con disciplina, limitarse a desarrollar este punto único, sea con ejemplos de la vida o argumentos de las escrituras u otras ilustraciones. Las verdades que se anuncia en nuestras homilías son verdades eternas pero la forma de anunciarlas tiene que estar conforme a los tiempos en que vivimos, las necesidades e intereses del pueblo, las circunstancias coyunturales y las condiciones sociales y culturales del público que asiste a nuestras celebraciones. En otras palabras, la homilía tiene que ser una palabra inculturada. Me viene a la memoria una experiencia anecdótica de un momento importante en mi vida, el día que recibí el hábito dominicano. Estuvieron presentes los padres de nosotros, los novicios, gente del pueblo en su mayoría. El predicador fue un profesor de metafísica y en su homilía habló, con precisión filosófica de los 9 coros de los ángeles en Santo Tomás. Nadie, pero nadie, sabía de qué hablaba y no hubo mensaje de vida alguna. No fue una palabra inculturada sino una palabra académica. La palabra inculturada es una palabra entendible y adecuada a las posibilidades de los oyentes. El lenguaje de una homilía debe ser sencillo y hasta conversacional. Se quiere establecer comunicación con la gente en su propio lenguaje. Como Jesús, los ejemplos e ilustraciones deben estar tomados de cosas reconocibles y comunes en la vida del pueblo, cosas relevantes en sus vidas. También, la palabra inculturada debe encontrar su significado de la escritura en los signos de los tiempos y en la vida diaria de los oyentes. Fr. Vicente de Couesnongle, ex Maestro de la Orden, decía: “para predicar, debemos poseer una doble contemplación: la contemplación de la calle --- y la contemplación de Jesús.” Y preguntó: “¿Cuántos entre nosotros saben ‘rezar el periódico’?” En otras palabras, predicar con la Biblia en una mano y el periódico en la otra. La palabra inculturada comunica el significado de ser cristiano insertado en el mundo globalizado y secularizado como reflejo de Cristo presente en nuestra historia actual y personal. Principalmente, la mayor parte de la gente que participan en nuestras liturgias está buscando a Dios en sus vidas. Vienen quizás cansados, con problemas personales o familiares, distraídos por múltiples razones – económicos, salud, los hijos, etc. Esperan encontrar una palabra de Buena Nueva, buenas noticias anunciadas por Jesús. Sin embargo, con frecuencia, durante la homilía, se quedan dormidos o rezando su rosario y, en algunas Iglesias, aprovechan la homilía para salir afuera a fumar. En un cuadro, pintado con carbón por un joven chimbotano, se ve la escena de una Iglesia en el momento de la homilía, El sacerdote en el púlpito y, en la primera banca, unos fieles. Uno de ellos es evidentemente Jesús – profundamente dormido!! ¿Qué pasa con las homilías? Si el predicador no es, de verdad, un hombre de fe en la palabra, si no se siente responsable para comunicar a Jesús y su propia experiencia de él, si no ama al pueblo sinceramente, es muy probable que sus homilías producen rechazo en los oyentes y que ellos buscarán a Jesús por otro camino. Por eso, es de suma importancia que la homilía, además de ser litúrgica, actualizada, clarificadora e inculturada que sea también una palabra personal.


Este no quiere decir que el predicador predique a si mismo sino que busque compartir su propia fe y convicción con otros y que los oyentes puedan identificarse con el predicador.. Un elemento indispensable, que correa a través de todo relacionado con la homilía es la confianza en el Espíritu Santo, fuente de la palabra de Dios en nosotros. Si el predicador es sincero, genuino y no superficial y ama la palabra, respete a su gente y realmente quiere comunicar una buena noticia, el Espíritu es la fuente que nunca falla. Nuestra predicación es un reflejo de nuestras vidas en unión con Jesús y el Espíritu que nos envía cuando hablamos en su nombre. Referencias: La Homilía – Luis Maldonado – Ediciones Paulinas Written Text Becomes Living Word – Stephen De Leers- Liturgical Press (Texto Escrito se convierte en Palabra Viva)

LA POBREZA NO ES UN HECHO NATURAL P. Gustavo Gutiérrez, OP [Diario “La República”, Lima, Perú, sábado 22 de abril de 2006] AMOR Y SABIDURÍA • El sacerdote peruano ofreció conferencia en la PUCP y defendió una vez más que el Evangelio está al servicio de los pobres. Por Pedro Escribano. Juan Gonzalo Rose ya lo dijo con certeza poética: necesitamos/ menos belleza, Padre,/ y más sabiduría. La luz de estos versos iluminan mucho la obra pastoral y social de su entrañable amigo, el padre Gustavo Gutiérrez, quien en la semana que pasó ofreció la conferencia magistral “La pobreza y la Teología de la Liberación”, en la Universidad Católica del Perú. Sin duda, el sacerdote peruano es una de las conciencias más lúcidas y solidarias de nuestro país, porque siempre su voz y sus reflexiones han sido en defensa de los pobres y excluidos de nuestra sociedad. Verdad pastoral Su pensamiento cristiano y obra social han sido reconocidos en el Perú y en el extranjero y han merecido, entre otras distinciones, el Premio Príncipe de Asturias 2003. Catalogado como uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, el religioso una vez más insistió en que el Evangelio de Cristo estaba de lado de los más necesitados y que, por supuesto, “la pobreza no es un hecho natural”. Una verdad que desmiente a aquellos que piensan, en pleno siglo XXI, que la pobreza es un derecho de los pobres. Pero no, “porque las causas de la pobreza –según enrostra el padre Gustavo Gutiérrez– residen en cómo hemos construido la sociedad”. Amigo de destacados intelectuales peruanos como los desaparecidos José María Arguedas y Juan Gonzalo Rose, entre otros, el padre Gustavo Gutiérrez ha cultivado un cristianismo de servicio a los pobres. Esa filosofía, que sin dejar de ser cristiana, o por eso mismo, la ha dispuesto en su prédica de justicia social. Su presencia en la Universidad Católica, el pasado miércoles, una vez marcó la guías para una conducta verdaderamente cristiana. El autor de La Teología de la Liberación invitó al auditorio a reflexionar a través de dos episodios bíblicos, que siempre son reeditados durante la Semana Santa, para establecer la


diferencia de qué es la nostalgia y qué la memoria. Estableció una diferencia clara: mientras que la primera es una suerte de fijación al pasado, pero que entraña dolor, la segunda es un testimonio de vida, de enseñanza, de muerte, “pero también de resurrección y de fe”. Para ser más didáctico, citó la frase de Cristo: “Hagan esto en memoria mía”. Recordó que Jesús pronunció estás palabras durante la Última Cena, un acto que refleja el testimonio de su vida. El mismo que, por otro lado, es la Eucaristía, el Sacramento de la Iglesia, según el cual, mediante las palabras pronunciadas por el sacerdote, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Es decir, la acción de gracias, de compartir con los hermanos, con el “otro”. Asimismo, recordó otro acto de Cristo para dejar su memoria, como fue el lavado de los pies. “Yo he hecho esto para que ustedes lo sigan haciendo unos a otros”. La lección es clarísima. El gesto de Cristo como memoria del servicio. El poder y los pobres Las palabras del religioso no se quedaron en la prédica según los textos bíblicos, pues para un sacerdote como el padre Gustavo Gutiérrez la realidad es más inmediata y presente como el pan nuestro de cada día. En este sentido, no silenció su visión sobre la realidad dramática de nuestro país. Y lo dramático en nuestro país es la condición humana de los pobres. “En el Perú –opinó– no hay conciencia de que los pobres son unos insignificantes, que no cuentan para nada y que cuando gritan recién nos extrañamos”. No caben dudas. Su expresión constituye un llamado de atención a las conciencias, a las clases políticas, sobre todo a aquellas que ostentan el poder. Y para no estar solo en sus conclusiones, preguntó al público que lo escuchaba: “¿Somos conscientes de que hay una marginación tan grande en este país que cuesta enormemente darnos cuenta de la hondura de la insignificancia de las personas?”. Fue el momento que blandió el argumento lúcido y justiciero de que “no se debe considerar a la pobreza como un hecho natural, porque las causas de la pobreza residen en cómo hemos construido una sociedad”. Y, sin más, arguyó que la miseria tiene razones sociales, raciales y hasta culturales. “La pobreza –señaló el padre– tiene causas en las categorías mentales, en sentirse superiores por pertenecer a una cultura, a una raza. Pues bien, esas tradiciones son las creadoras de la marginación”. Y dado este diagnóstico, agregó sabiamente: “Si nosotros los seres humanos hemos producido la pobreza, podemos acabar con ella”. Luego pasó a explicar que, así como la “opción preferencial por el pobre” fue credo y consigna de la Teología de la Liberación, hoy en día los ciudadanos tienen el desafío de cambiar esta sociedad haciendo “concreta” la esperanza. “La esperanza –comentó– es una gracia del Señor, pero las gracias no funcionan solas si no hay personas que la acojan, no hay esperanza sino construimos motivos de esperanza y para ello los cristianos debemos construirlas con nuestras obras”. Hermano padre En su conferencia, Gustavo Gutiérrez no dejó de rendir homenaje a otro sacerdote que ofreció su vida por los excluidos, el arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, quien fuera asesinado por el odio a quienes se ponen de lado de los necesitados. El padre Romero fue víctima de un comando ultraderechista el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba una misa. Recordó que el sacerdote salvadoreño era un comprometido con las minorías de sus país,


estaba pendiente del “hambriento, el desnudo, el desaparecido, el preso”. Como Gustavo Gutiérrez, él creía que el reino del pobre no solo está en el Cielo, sino también en la Tierra. “Reconocer la dignidad de las personas” En otro pasaje de su conferencia, el sacerdote recordó el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la misma que se estableció para investigar la violación de los derechos humanos durante la guerra subversiva. Como se sabe, la Comisión concluyó que el 75 por ciento de las víctimas fueron “los más pobres entre los pobres” que hablaban idiomas nativos, como el quechua, el aimara o algunas lenguas amazónicas. Por eso, sostuvo que “la opción preferencial por el pobre” de la sociedad debe ir acompañada de la ayuda asistencial a los desamparados. Es decir, tener suficiente conciencia y sensibilidad solidaria para “la construcción de una sociedad en la que la dignidad de cada persona sea enteramente reconocida”. Y para enfatizar los objetivos de la Teología de la Liberación, que busca entender y reivindicar al pobre, recordó que es así porque el mensaje que deja Jesús a lo largo de su vida “es de servicio y de reconciliación con el prójimo”. Perfil del P. Gustavo Gutiérrez: Nacimiento. En Lima, 1928. Trayectoria. Teólogo peruano. Continuó sus estudios en Lovaina y en Lyon. Ha sido galardonado, entre otras distinciones, con el Premio Príncipe de Asturias 2003. LIBROS. La Teología de la Liberación (1971), Teología desde el reverso de la historia (1977), La fuerza histórica de los pobres (1982), Dios y oro de las Indias, etc.

EFEMÉRIDES

17 mayo

Bodas de plata Ordenación Sacerdotal del P. Amando Herrán Angulo, OP (17/05/81).

23 mayo

Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Miguel Arcángel Piovesán, PBRO (23/05/75). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Manuel Cordero Moreno, OP (26/05/53). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Manuel Jesús Romero Blanco, OP (01/06/96) Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Humberto Bolis Pagnoni, SDB (15/06/75). Aniv. Consagración Episcopal de Mons. Juan José Larrañeta Olleta, OP (20/06/76). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Xavier Arbex De-Morsier, PBRO (21/06/68). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Santos López Miguel, OP (24/06/72). Aniv. Primera Profesión de Fr. Domingo Sapaa Gechije, OP (25/06/64). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Juan Bastos Noreña, OP (03/07/49). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Francisco Arias González, OP (06/07/52). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Juan José Ungidos Merino, OP (06/07/52). Aniv. Consagración Episcopal de Mons. Francisco González Hernández, OP (08/07/01). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Nemesio Martínez Gómez, OP (09/07/50). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Miguel Ángel Melgar Villa, PBRO

26 mayo 01 junio 15 junio 20 junio 21 junio 24 25 03 06 06

junio junio julio julio julio

08 julio 09 julio 12 julio


(12/07/59). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Guillermo Santomé Urbano, OP (14/07/57). Aniv. Ordenación Sacerdotal del P. Vicente Guerrero Carbonell, OP (20/07/41).

14 julio 20 julio

¡A todos nuestras felicitaciones más efusivas! Que Dios les bendiga y les ayude a seguir siendo fieles a su vocación.

CUMPLEAÑOS

08 mayo 13 mayo 18 mayo 29 mayo 01 junio 10 junio 11 junio 16 junio 16 junio 18 junio 20 junio 28 junio 29 junio 29 junio 08 julio 11 julio 13 julio 18 julio 20 julio 23 julio 27 julio 29 julio 29 julio 29 julio 31 julio 31 julio

P. Lidio Huamán Barrientos, PBRO (08/05/76). P. Roberto Quecaño Alarcón, PBRO (13/05/66). P. Humberto Bolis Pagnoni, SDB (18/05/46). P. Alejandro Quispicusi Huamán, PBRO (29/05/62). Fr. Juan Jordán Chauca, OP (01/06/29. P. Vicente Guerrero Carbonell, OP (10/06/17). Fr. Jesús Bedoya Cereceda, OP (11/06/81). P. Juan Becerra Aite, PBRO (16/06/60). P. Jesús Huamán Conislla, PBRO (16/06/71). Fr. Robinson Torre Solís, OP (18/06/84). Fr. Willmar Mantilla Troncoso, OP (20/06/82). Fr. Luis Pulido Gonzalo, OP (28/06/32). P. César Luis Llana Secades, OP (29/06/41). Fr. Domingo Sapaa Gechije, OP (29/06/35). P. Moisés Mohecer Mondaca Chura, PBRO (08/07/76). P. Javier Ignacio Iráizoz Goldáraz, OP (11/07/46). P. Carlos Mariaca Guevara, PBRO (13/07/74). P. Nemesio Martínez Gómez, OP (18/07/23). Mons. Francisco González Hernández, OP (20/07/52). P. Girolamo Lino Faccin Pesavento, PBRO (23/07/64). Fr. Julio César Alache Vargas, OP (27/07/82). P. Santiago Echeverría Echarri, OP (29/07/37). P. Macario López Diego, OP (29/07/39). P. Carlos Mariño Ventura, PBRO (29/07/71). P. Linder Rozas Canal, PBRO (31/07/78). P. Andrés Hernández Herrero, OP (31/07/24).

NOTICIAS Marzo 2006 * 06/03/06: En Cuzco, en el Convento de Santo Domingo tiene lugar la Primera Profesión de nuestros Novicios. A las seis y media de la tarde, se celebró la Misa, presidida por el Provincial del Perú, Fr. Benigno Gamarra, acompañado por nuestro Prior Regional, Fr. Miguel Zabalza, y concelebraba el P. Manuel Cordero. Cuatro novicios de la Provincia hicieron su profesión en manos del P. Benigno, y los cinco de nuestro Vicariato en las manos del P. Miguel: fueron Fr. Wilfredo Serafín Severino Misajel, Fr, Jesús Bedoya Cerecedo, Fr. Edwin Silva Quispe, Fr. Hilario Yucra Arnado y Fr. Luis Ricardo Villegas Ancajima. Felicitamos de corazón a nuestros hermanos menores y nos alegramos profundamente por el aporte que suponen para la Misión. Al día siguiente los neoprofesos viajan a Lima para incorporarse a su nuevo destino en el Convento de San Alberto. Fr. Wilfredo viajó a Ica a pasar unos días con su familia, ya que él va destinado a la Misión de Timpía.


* 07/03/06: Con la profesión celebrada ayer, termina su oficio de Maestro de Novicios Fr. Amando Herrán, con el agradecimiento de la Provincia y de nuestro Vicariato. El P. Amando viajó a Lima en este día para continuar viaje a España el día 11, a su nuevo destino en el Convento de Pamplona. * 08/03/06: A las 7 de la mañana, en la Iglesia del Monasterio Nuestra Señora del Rosario se celebró una misa solemne en conmemoración de los 25 años de profesión religiosa de Sor Marlene Inés Carvajal Alcedo. Sor Marlene, procedente de este monasterio quillabambino, fue destinada a fortalecer el monasterio de Monjas dominicas en Casalarreina-España. La misa fue presidida por Monseñor Francisco González y concelebraron los sacerdotes de Quillabamba. * 12/03/06: Viaja Mons. Larrañeta a Bogotá, Colombia, para participar en una reunión de los Secretarios Generales de las Conferencias Episcopales de América Latina, para preparar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Regresa a Lima el día 16. * 21/03/06: Fr. Joao Xerry, Socio del Maestro de la Orden para América Latina, que desde hace unos días está en Lima en visita a la Provincia del Perú, vino en el día de hoy al Santuario y almorzó y compartió con la comunidad. Coordinó con el P. Prior Regional y con el P. Manuel Álvarez sobre la celebración de la Asamblea del CIDALC 2007, que tendrá lugar en la Casa de Espiritualidad Santa Rosa. * 25/03/06: En Maldonado celebra sus Bodas de Oro Sacerdotales el P. Jesús Erviti. Tiene lugar una solemne concelebración en la Catedral presidida por Mons. Francisco González, Obispo Coadjutor, y concelebrada por varios frailes y sacerdotes diocesanos de la zona. La iglesia estaba colmada de fieles que quisieron manifestar con su presencia el cariño que sienten hacia el P. Jesús. El P. Miguel Zabalza estuvo presente en las celebraciones. * 26/03/06: Concluye en Maldonado en el Centro Pastoral Apaktone, la Asamblea de Programación Pastoral 2007, que se había iniciado el día anterior, presidida por Mons. Francisco González, con la presencia de los párrocos de Quincemil, Mazuco, Iberia, Santa Cruz, San Vicente y Nuestra Señora del Rosario. Asistieron representantes de dichas parroquias, religiosos dominicos, sacerdotes diocesanos, religiosas dominicas, religiosas Hijas de la Purísima Virgen María, misioneros seglares , Hermanos Maristas, Hermanas Catequistas Franciscanas y laicos comprometidos. En este día tiene lugar un almuerzo en el que participan todos los asambleístas para homenajear al P. Jesús Erviti. * 27/03/06: En horas de la mañana fallece en el Hospital Rebagliati, de Lima, el Sr. Ricardo Noriega, Director de Radio Madre de Dios. Es enterrado en Maldonado el día 29. * 29/03/06: El Padre Maestro de la Orden, Fray Carlos Azpíroz, confirma al P. Francisco Panera como Prior del Convento de Quillabamba para un tercer período. Abril 2006 * 01/04/06: Llega a Lima la carta del P. Provincial convocando al próximo Capítulo Provincial, a celebrarse en Caleruega, Burgos, España a partir del día 4 de julio. El P. Miguel Zabalza comunica inmediatamente el acontecimiento a todo el Vicariato y manda realizar las elecciones de delegados. Resultan elegidos Fr. Ignacio Iráizoz, Fr. Santiago Echeverría y Fr. José Ramón. * 05/04/06: El P. Miguel Zabalza, acompañado de Fr. Wilfredo Severino, viaja a Satipo para entrar al Bajo Urubamba. El viaje por carretera resultó sumamente accidentado a causa de los derrumbes y las malas condiciones meteorológicas, de modo que llegaron a Satipo el día 7 en la noche. * 06/04/06: En el cine Madre de Dios de Maldonado se tiene un Panel sobre las elecciones


generales, organizado por Radio Madre de Dios y la parroquia del Rosario. Dirige el: P. Daniel Wankún y participan, entre otros, Mons. Larrañeta, Mons. Paco y el P. Jorge Puma. * 09/04/06: Tras esperar un día en Satipo, el P. Miguel con Fr. Wilfredo viajan en Alas de Esperanza a Timpía. Después de almorzar en la Misión, el P. Miguel regresa a Kirigueti * 23/04/06: En Sepahua dedicandejando en Timpía a Fr. Wilfredo. El P. Miguel una plaza con losa depor-va a celebrar la Semana Santa en tiva y jardines al P. IgnacioKirigueti, ya que el P. David se encuentra en Iráizoz. Con tal motivo visi-España. En los días siguientes el P. Miguel taron la misión de Sepa-realiza la visita canónica a los puestos de misión hua el párroco de Maldo-del Bajo Urubamba. En nadillo, P. Carlos Mariño,este día Elecciones generales y Pbro. y el seminarista Ju-presidenciales en todo el Perú. venal Quispe.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.