Octava Planta

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| EVENTOS > fiesta de las becas

Pablo Delgado

Otro año más el final del curso académico se acerca a nuestra amada Residencia y siguiendo la tradición, hemos celebrado el acto de entrega de Becas a los residentes de tercer año, pero para hablar de ese acto ya hay un artículo aburrido por ahí, aquí vamos a pasar directamente a lo interesante, la última (y no por ello menos interesante) fiesta del año: la fiesta de primavera. Como bien dice el refrán, “la primavera la sangre altera”. Cuán acertados son los refraneros populares, los días previos a la fiesta la Residencia era un auténtico hervidero de cotilleos sobre posibles vestidos de…, que negra se esta poniendo… o con qué corbata nos sorprenderían esta vez los peculiares hermanos Ochoa. Algunos de nuestros residentes apuraron al límite para conseguir ese complemento que hacía perfecto su vestido comprándolo incluso el mismo día de las Becas por la mañana. Tras la entrega de Becas y pins, volvimos a la Residencia para disfrutar de un BANQUETE (las mayúsculas son para recalcar la abundancia) en la sala Miguel Delibes, muchos de nosotros procurando guardar la línea decidimos no comer más que un par de cachos de tortilla y olisquear el lugar donde habían estado los pasteles, quedando así plenamente saciados. Sobre las once menos cuarto, la gente empezó a llamar al ejército de taxis que nos llevaría a nuestro bar, ya podemos llamar a ese bar “nuestro” porque repetir una fiesta en el mismo emplazamiento es todo un logro para nuestra Residencia. Era gracioso poder decir al taxista la frase de “¡siga a ese coche!” cuando te preguntaba a donde querías ir, ya que todos íbamos al mismo sitio. En la puerta del Full House, se repartían los vasos para los participantes en esta “maratón del refresco” vaso pequeño para los que querían un 100% de refresco y vaso grande para los que querían 50% natural 50% dopaje; los camareros fuimos ocupando nuestro sitio en la barra esperando el asalto, vuelvo a destacar como hice en la fiesta de noviembre la aparición y apoyo incondicional (en la barra) de Galán, no haciendo falta esta vez un retrato suyo para animarnos. El tiempo corría rápido y los residentes se iban animando aún mas rápido, algunos en su ansia de velocidad derrapaban por el bar, teniendo la oportunidad de ver alguna salida de pista, ya que el estado del suelo no era el más adecuado y que el agarre de los tacones no es el mas idóneo para ese tipo de superficies. Quiero destacar dos cosas importantes del lugar: la primera de ellas, era el volumen de la música, mucho mas bajo que de costumbre, sobre este tema la gente tiene diferentes opiniones, a algunos les pareció muy bien para poder hablar (esta postura es la defendida por apoya-barras y metefichas) y otros dijeron que así no parecía que estuviésemos en una fiesta (opinión secundada por gogós amateur y por amantes de Daddy Yankee); la segunda cosa a destacar es nuestra nula capacidad para organizar nuestros abrigos sin la ayuda de un ropero, chavales, el tetris no es lo nuestro. Tras estas pequeñas anecdotillas ya destacadas, la fiesta discurría con fluidez, las chicas abarrotaban y se pegaban por conseguir entrar al baño, incluso algunas sacaban pase VIP y se quedaban abrazadas al váter como si lo conocieran de toda la vida, las parejitas volvían a usar el billar como punto de reunión y la zona colindante a la puerta se volvía un lugar concurrido por fumadores y gente con calor que buscaban brisa fresca. Tranquilos, no me he olvidado de trasmitir a la Residencia el informe de bajas producido por el “Almirante” y el resto de su ejercito; como “alérgico al refresco” que soy tengo el recuerdo de multitud de gente tocada, algunos incluso hundidos, pero bueno, como en fiestas anteriores se improvisó una zona de caídos en la parte de los sofás mientras esperábamos el transporte para volver a la base, aunque hubo gente que abandonó el bar antes de tiempo, la mayoría esperó el cierre de la barra; siendo las tres y media una gran parte de los asistentes decidió retirarse a la Residencia, haciendo el camino de vuelta en tiempo récord, entre dos y tres horas. Los mas valientes y “dopados” optaron por seguir la fiesta en Bagur y alrededores llegando a casa a vaya usted a saber qué horas. Como siempre, la fiesta de primavera no defrauda, aunque sí que deja huella, tanto en nuestra ropa como en nosotros por el cierre de otro año juntos.

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