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acto de las becas < EVENTOS |
los supertutores, Isma, Villalba y Willy, los encargados de tan esperado momento. He de decir que, personalmente, me gustó mucho la forma que tuvieron de llevarlo a cabo. Primero uno, luego el otro, después el tercero, y de nuevo el primero. Se fueron turnando para hacernos llegar un discurso muy ameno y divertido que hizo que el salón se llenara de risas e incansables aplausos. Y tras el discurso llegó el vídeo. Un vídeo lleno de situaciones inolvidables transcurridas durante el año. Fotos que reflejaban lo realmente importante, los buenos momentos, lo que al final recordaremos todos. Un vídeo muy emotivo tanto para los que se van como para los que se quedan, porque cada año es especial y diferente, siempre hay alguien que ya no estará, aunque vuelva para hacernos una visita. La sorpresa llegó cuando, tras el tradicional vídeo, uno no tan esperado apareció ante nosotros. “PROMOCIÓN 2009-2012”, se titulaba. En él fuimos viendo fotos de cuando los que este año hemos sido becados, éramos novatos. Caras pintadas, mucho más jovenzuelos, momentos entrañables… A algunos ya se nos pusieron los pelos de punta y la palabra “nostalgia” empezó a inundar las butacas. Tras el vídeo habló la vicerrectora, la nostalgia desapareció y aterrizamos de nuevo en la realidad de la falta de dinero, el intento por hacer las cosas bien y la lucha porque nuestra Residencia funcione.
Octava l a n t a
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Como colofón, tras una primera interpretación magnífica que nos sorprendió muy positivamente a todos, aparecieron de nuevo en el escenario nuestros compañeros Carmen y Jorge. Con una guitarra, una viola y muchas ganas, nos demostraron que no hace falta acudir a gente de fuera cuando los artistas los tenemos en casa. Ya no quedaba nada, todos esperábamos para levantarnos -cuando el director nos avisó de que nos esperaba una sorpresa. De nuevo, las protagonistas eran unas guitarras, pero sus dueños habían cambiado, Leyre y Ochoa subieron al escenario, nos dedicaron a todos una emotiva versión de “No dejes de soñar”. Mientras las primeras notas sonaban, hubo gente que ya no pudo aguantar más y las lágrimas hicieron su aparición. Tres años llevo en esta residencia, el Alfonso VIII es ahora mi casa. Sé que una etapa de mi vida está a punto de acabarse, que otras nuevas vendrán, diferentes, ni mejores ni peores. Aprovecho el final de este artículo, como ellos aprovecharon el final de aquel acto, para despedirme. Gracias a todos los que conmigo habéis compartido estos tres años tan especiales. Aquí he crecido y madurado como persona, mientras vosotros hacíais el doble papel de mi familia y de mis amigos. Prometo, como en el vídeo de las becas, quedarme con lo bueno y desechar todo lo malo, pero sobre todo prometo no dejar nunca de soñar, porque vosotros me habéis demostrado que, a veces, los sueños se cumplen.
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