Octava Planta numero 46

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PUCELA, TÚ ANTES MOLABAS Rodrigo Núñez Desde que vine a estudiar aquí han cambiado muchas cosas, pero una de las que más se nota es cómo, una a una, se han ido perdiendo todas las fiestas. Mi primer año significó el principio del fin, tras la caída por unas escaleras de una persona en la fiesta de Arquitectura, que por aquel entonces se celebraba dentro de la misma escuela, se dejó de celebrar esta fiesta. Para la de primavera ya ni siquiera dejaron hacer el botellón en los exteriores de la escuela como se venía haciendo. Con los años, poco a poco se nos fue echando de los diferentes sitios, primero hacia industriales y más tarde hacia teleco, hasta que finalmente el año pasado se terminaron por erradicar. La verdad, ya no eran lo que eran, las actividades complementarias como futbolines humanos o música en directo habían desaparecido. Y el no celebrarse cada una junto a su facultad (teníais que ver cómo se ponía el parking de ciencias en San Alberto y el murmullo que podías escuchar desde tu habitación) les restó encanto, convirtiéndolas en lo que más en cara se las echaba, botellones porque sí. Pero no sólo se han eliminado las fiestas universitarias, no se han vivido unas jornadas de integración como Dios manda desde que la policía comenzó a echarnos de la Antigua. Teníais que ver el ambiente con todas las residencias y colegios mayores. Siempre recordaré mi año de novato entrando en la plaza cantando “Alfonso VIII” y tirando globos de agua a la plaza llena de gente. Pero bueno, esto también lo han erradicado, ya nadie se follará a la cruz. Y más reciente aún, la clausura de la barrilada en Paraíso por parte de la policía el jueves. Por no hablar de cómo cada vez cierran más pronto los bares o directamente cierran, como ocurrió con nuestra querida Campus (#noeresdelalfonso si no has

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dado todo cantando “Loco” de Melendi en Campus a altas horas de la madrugada), el Testarossa, y quizás ocurra con Mambo. Y la culpa de esto es un poco de todos: la falta de civismo por parte de muchos de nosotros no hacía más que dar argumentos a favor de los que las querían prohibir. Pero también diré que muchos de ellos fueron pura demagogia. ¡Asisten menores! A nadie le preocupan los que todos los viernes y sábados hacen botellón bajo nuestra rampa, y las fiestas eran una minoría. ¡Solo se va a emborracharse hasta perder el sentido! Lo bueno que tenían esas fiestas es que te juntabas con gente de distintas carreras y conocías a muchísimas personas distintas,

ampliando tu mundo y enriqueciéndote como persona. En más de una, tras llevar allí más de dos horas hablando con uno o con otro me daba cuenta de que mi botella estaba casi intacta, esas eran las mejores. Y no nos olvidemos que estas fiestas servían para que la gente de las diferentes carreras sacara dinero para sus respectivos viajes de fin de curso, me gustaría saber cuántas entradas para la fiesta de Bagur consiguieron vender este año los de arquitectura, seguro que fueron pocas. Pero bueno, yo aunque las eche de menos, he tenido el gusto de haberlas conocido, otros no han tenido esa suerte.

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