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24/05/2010
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¿Qué significa para usted ser el Residente de Honor del Alfonso VIII? Una gran alegría y satisfacción, porque me parece un gesto de simpatía y de reconocimiento hacia mi persona y hacia mi labor. Quiero creer que ha sido por mi labor artística y por mi constancia. Además tiene otro valor añadido y es que sois vosotros, los residentes, los que habéis tomado esta decisión y me habéis elegido. Me siento muy halagado de que gente joven penséis en mí y me concedáis ese premio. Cuéntenos un poco que está haciendo ahora y cuáles son sus planes de futuro.
¿Cuál ha sido su mayor apoyo durante su carrera? Tengo que decir claramente que he tenido excelentes colaboradores. Pero si tengo que destacar a alguien, tengo que elegir a la persona que de forma más constante y más importante ha colaborado conmigo, mi mujer, y digo ha sido porque ella ahora mismo se dedica a la pintura, ha dejado el teatro. Pero durante años dedicó su tiempo de trabajo personal a mí, a mis obras, haciendo los decorados y dándome así una unidad de estilo muy personal. Dado que ha trabajado tanto en televisión como en teatro, ¿podría decirnos cuál cree usted que son las ventajas de cada uno? Indudablemente el teatro es mi preferido, no solamente porque sea lo que más he hecho, sino porque es el arte más completo y exigente para el actor. Pero he de confesar que he disfrutado tanto en el teatro como en el cine y la televisión, sobre todo en la televisión, que está un poco a medio camino entre el teatro y el cine, que al practicarla más veces la conozco mejor. Pero en el fondo todo es interpretar, vivir tu personaje, las diferencias son una cuestión técnica, en el teatro hay que proyectar, tiene que verte y oírte igual el que está en la primera fila que el que está en la última. En la televisión y el cine es como si la cámara se metiera dentro de ti y te escudriñara de una forma mucho más intensa, pero tiene de bonito que aunque te exija mucho la cámara luego te devuelve por duplicado todo lo que tú le has dado.
Bueno, estoy haciendo una obra de Elvira Lindo que se titula Algo mas inesperado que la muerte en el teatro Lara de Madrid. Previamente hice La noche de la iguana de Tennesse Williams. También estoy haciendo un espectáculo de poesía, contiene dos escenas en verso de Calderón de la Barca y de Lope de Vega. Es un espectáculo que tiene mucho encanto y que lo estamos disfrutando mucho, y que espero hacerlo en Valladolid no tardando mucho.
Para terminar, ¿podría contarnos una anécdota graciosa o recuerdo al que tenga especial cariño? No soy coleccionista de anécdotas, será porque me tomo mi trabajo muy en serio y no permito que se hagan muchas bromas. Bueno, por contaros algo, una vez con el teatro Calderón abarrotado, representando Romeo y Julieta, el actor que hacía de Mercucio no aparecía y estuvimos a punto de suspender; podría haber sido una catástrofe. Otra anécdota puede ser una representación en Zaragoza que hicimos para tan solo seis personas de público, pero aún así actué como si estuviese la sala llena. Resultó que una de los presentes era la viuda de un importante pianista y al finalizar la obra, emocionada, me felicitó. En el teatro sales al escenario y nunca sabes quién te está viendo y por lo tanto hay que entregarse a tope y actuar como si se hubiese llenado, porque esas personas que han venido a verte lo merecen todo.
¿Podría darnos un consejo para los integrantes del grupo de teatro? En primer lugar, felicitaros por llevar a cabo esa labor, por haber decidido libremente hacer teatro, y en segundo lugar, animaros a que sigáis haciéndolo con constancia, sin cansaros, disfrutando. No cabe duda que es un tiempo muy rentable porque aparte de lo que podáis aprender, vuestra personalidad y las relaciones humanas se van a desarrollar mejor.
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