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Cinco horas con Mario y cincuenta con Delibes Loli Casaseca Delibes era ese genial escritor vallisoletano que ha forjado en cierta parte lo que ahora es nuestro castellano. Delibes es el que escribía obras basadas en la Castilla profunda y que ahora ya siempre recordaremos. Delibes es aquel con el que se meten y al que insultan algunos escritores de diarios sin nombre. Pero Delibes también es quien da nombre a la sala más culta y literata de la Residencia (incluyendo la biblioteca, sí). Esa sala que todos conocemos muy bien. Esta sala comenzó su andadura siendo el sitio de reunión de los residentes a la hora de comer, a media tarde. Era donde te ibas a charlar con cualquiera que estuviera por allí cuando estabas aburrido cuando todavía no había internet ni nada de eso (por si alguien lo duda, yo no he vivido nada de esto). Era donde se organizaban las partidas después de comer. Antes de que la sala Miguel Delibes existiera, en el hall había unos sillones y ahí era donde se reunía la gente en sus ratos de ocio (mucho más interesante para el cotilleo de ver quién entra y sale). Pero un día a alguien se le ocurrió que en lugar de tener a todos los residentes danzando de acá para allá por el hall y montando jaleo por donde otras personas trabajan era mejor “encerrarnos” en una salita donde se pondrían los sillones que se quitaron del hall, habría todos los días prensa, etc. Ahora esta sala es algo muy diferente. Ahora te-
nemos el futbolín que todas las generaciones de residentes pidieron pero nunca pudieron llegar a ver. Ahora tenemos una mesa de ping-pong (muy nueva debido a acontecimientos ocurridos el año pasado) y una diana. Ahora tenemos un montón de juegos de mesa desordenados. Ahora en esta sala hay muchas portadas de revistas, con ésta cuarenta y una. Ahora tenemos muchas fotos de promociones y residentes de honor. Ahora tenemos una sala para nuestro absoluto uso y disfrute. Es la sala en la que podemos celebrar Halloween o Carnaval o el cumpleaños del vecino de enfrente. Ahora tenemos esta sala que todos los residentes de años anteriores hubieran querido. Es la sala a la que nos gusta bajar todos los fines de semana para poder juntarnos de fiesta con quien haya. Esperemos que siga siendo así y los futuros residentes tengan muchas más cosas de las que tenemos allí ahora. Y para que así sea tendremos que empezar a cuidar las cosas que hay. Tendremos que empezar a cuidar el futbolín y la mesa de ping-pong. Tendremos que empezar a no robar ni desordenar los juegos. Tendremos que empezar a limpiar cada vez que ensuciamos (o a no ensuciar) y tendremos que empezar a aprender a no hacer locuras. Aunque sólo sea por respeto a quien la preside, Delibes.
Cruces por burkas Santiago Díez Existe una hipótesis que liga el origen de nuestra Universidad al traslado de la escuela que se fundó en torno a la Catedral de Palencia, reconocida como la primera universidad española. Otra relaciona su nacimiento con otra escuela residente en la Abadía de Santa María la Mayor. Y la última propone una creación bajo patrocinio real y municipal. Independientemente de su probable origen al amparo de la Iglesia, gozó desde un principio de la protección, apoyo e impulso del papado. Por lo tanto, no me parece criminal que puedan compartir algún símbolo en sus escudos. La polémica simplemente surge como un tentáculo más de esta nueva inquisición que quiere borrar del mapa todo vestigio cristiano, cambiando en el bastión religioso de occidente cruces por velos y burkas, qué ironía de la historia. Parece que a estos laicistas se les atravesó únicamente la religión más tolerante y ligada a nuestras raíces
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socioculturales. No podemos olvidar el origen de nuestra nación siempre bajo la sombra de la Cruz. Estamos atravesando una crisis de identidad, quieren quitarnos el deseo de conocer nuestra historia y el orgullo por nuestra herencia cultural. Nuevos Torquemadas adulteran la impronta del cristianismo en nuestra historia como un hecho intolerable y que el papel de la Hispanidad en el mundo sea algo de que avergonzarnos. Así que guardad bien en vuestras memorias el momento actual. Porque para evitar herir sensibilidades de minorías tendremos que reinventar nuestra historia, prohibir a los millones de cofrades de nuestro país salir en Semana Santa, quemar las imágenes de los miles de patrones y vírgenes de nuestros pueblos y ciudades, asaltar los museos para destruir cuadros y esculturas, tirar iglesias y catedrales... ¿Podemos permitirlo?
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