Octava Planta número 40

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En el último estante Andrea Chamorro

Las ilusiones perdidas, de Honoré de Balzac “Las ilusiones perdidas” narra la historia de Lucien de Rubempré, un joven poeta de provincias que sueña con triunfar en París. En un segundo plano, como historia complementaria, se nos cuentan los periplos de su amigo, el inventor David Séchard, propietario de una imprenta e inmerso en unas investigaciones que concluyen en un maravilloso descubrimiento. Gracias a los esfuerzos de éste, el joven Lucien marchará a París a probar fortuna con su talento, donde una vida de placeres fáciles acabará por arruinarle y obligarle a regresar a su Angulema natal (recuerdo del autor de los sueños perdidos de juventud). Mientras tanto, Séchard sucumbirá por las deudas que la vida desenfrenada de su amigo arroja sobre él. Este libro constituye la síntesis de “La comedia humana”, un ciclo de novelas que Balzac escribió con la intención de retratar la sociedad francesa del siglo XIX. De este modo, aparece retratado fielmente el mundo editorial de la época, que Balzac conocía de primera mano, así como el mundo del periodismo, apenas recién nacido pero con un poder casi ilimitado. Y, como no, la situación política de Francia tras la Revolución. En fin, un magnífico libro. Quizás lo más criticable sean las interminables aunque entretenidas descripciones (de éstas que cuando acabas de leerlas han pasado varias páginas y no te acuerdas de qué iba el asunto) que comparte con otros de su quinta como Flaubert (que presenta descripciones ya de difícil digestión, para mi gusto). No es un libro muy ligero, así que reservad sus 711 páginas de letra microscópica y margen casi inexistente para largos periodos ociosos como el verano. Aún así, muy recomendado.

Las flores del mal, de Charles Baudelaire Bueno, ante todo hay que decir que se trata de poesía del XIX (he de reconocerlo, me van los franceses de este siglo), y nos viene de la mano de Baudelaire, poeta maldito conocido por su vida bohemia llena de excesos (básicamente darle al opio y a las prostitutas), siendo uno de los grandes del movimiento simbolista. Además, tradujo por primera vez a Edgar Allan Poe, así que es mi p… héroe. “Las flores del mal”, obra clave de Baudelaire, inicia la concepción del poeta maldito, es decir, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. Y aunque se entrega al vicio, el poeta sólo alcanza el tedio o aburrimiento (el llamado Spleen, en el original). Lo que nos vamos a encontrar son poemas, podría decirse, de oscuro romanticismo (por favor, no confundir con las ñoñadas de Forúnculo… digo, Crepúsculo), que pasan por lo grosero, lo ideal y la angustia del hombre ante lo caótico de sus pensamientos (no os emocionéis, no es poesía erótica). La publicación de este libro en 1857 llevó a una violenta polémica que le llevó a juicio, ya que sus poemas fueron considerados «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres». Bueno, ante estas acusaciones creo oportuno mencionar la respuesta del propio Baudelaire: “Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre, donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.” Sólo por esta declaración queda doblemente recomendado.

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