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10/03/2008

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LOS OSCAR Miguel Díez Gallego And the Oscar goes to… No es país para viejos. La película de los hermanos Coen ha resultado vencedora de los Premios de la Academia de 2008, recibiendo los galardones de mejor película, dirección, guión adaptado (estos tres han ido a parar a manos de los polifacéticos hermanos) y el esperado y merecido premio al mejor actor de reparto para Javier Bardem. El número de galardones este año ha estado muy igualado, ninguna película se ha llevado más de cuatro premios, entre las que destacan: El ultimátum de Bourne con 3 galardones (Montaje, Efectos sonoros y Sonido Original), Javier Bardem resultó galardonado con un Pozos de ambiOscar en la categoría de mejor actor ción con dos secundario (Actor principal: Daniel Day-Lewis y Fotografía) y La vie en Rose con otros dos (Actriz principal: Marion Cotillard y Maquillaje). Las nominadas a la mejor película este año, eran Expiación, Juno, Michael Clayton, No es país para viejos y Pozos de ambición, cada una por sus razones. Expiación es el drama romántico de turno como los de antaño, Juno es la película independiente con diálogos innovadores (se llevó el premio de mejor guión original), Michael Clayton es el drama judicial que tanto suele gustar, y las otras dos son, simplemente, las mejores del año (quizá Pozos de ambición no guste tanto, ya que es un poco larga y lenta). La ganadora fue No es país para viejos, por innumerables razones: directores/guionistas perfectos, unos actores envidiables, basada en una muy buena novela de Cormac McCarthy, montaje, fotografía, sonido, ambientación… todo es magnífico. También cabe destacar una cosa: la película no esconde la violencia (es la ganadora que más sangre en pantalla tiene, por delante incluso de Braveheart, Gladiador o El retorno del Rey), la muestra tal cual la viven los personajes, algo que parece ser que le está empezando a gustar a la Academia porque el año pasado premió a “Infiltrados”, en la que sucedía algo parecido. Al fin, los Coen ganaron el ansiado premio de dirección, tras veinte años de una carrera envidiable donde destacan Muerte entre las flores, Barton Fink, El gran Lebowski, El hombre que nunca estuvo allí y sobre todo

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Fargo (la más parecida a No es país para viejos y que les supuso su única nominación como directores y su único oscar como guionistas hasta la fecha). Tres de los premios de actuación fueron a parar a las manos de quienes los merecían. El mejor actor principal fue claramente Daniel Day-Lewis por su caracterización de Daniel Plainview, un magnate petrolífero codicioso y tirano hasta la médula en Pozos de ambición. La mejor actriz fue una chica francesa, Marion Cotillard, por interpretar a la cantante Edith Piaf en La vie en Rose, en un papel hablado en un idioma que no es el inglés, cosa que pocas veces ha pasado. El premio más seguro de todos, el único que era indiscutible y que su dueño podía estar bien tranquilo, era el de mejor actor secundario: Javier Bardem. Él había arrasado llevándose todos los premios habidos y por haber en una categoría con una competencia tremenda. Él ha sido el primer español que se ha llevado un oscar de interpretación. Él ha hecho que vea las monedas de una forma muy distinta (si no has visto la película es imposible que lo entiendas). Y él ha sido quien muchos han dicho, ha realizado la mejor interpretación de un sanguinario asesino (Anton Chigurh) desde el mismísimo Hannibal Lecter de Anthony Hopkins (El silencio de los corderos). La primera sorpresa de la noche fue el primer premio, mejor vestuario, que fue a parar a Elizabeth, una chorrada sin comparación con un vestuario ultra-exagerado. Más adelante, vino la sorpresa que se cargó hasta la porra más perfecta: Transformers perdió el oscar de mejores efectos visuales, y, peor aún, lo perdió ante La brújula dorada y sus osos polares parlantes, una infantil mezcla barata entre El señor de los anillos y Las crónicas de Narnia. Y otra cosa que no me gustó nada fue la categoría de mejor actriz de reparto, donde la ganadora fue Tilda Swinton por Michael Clayton, que no es que actuara mal… ¡es que no actuaba!, era la cosa más sosa que te puedes echar a la cara, y resulta más incomprensible todavía saber que ganó por encima de Cate Blanchett (¡haciendo de Bob Dylan en I’m not there!), pero la Academia tiene una máxima: hay que repartir los premios entre las nominadas a la mejor película, y Michael Clayton no tenía ninguna otra opción. Sin embargo, también hubo varios premios cantados, como Ratatouille ganando la mejor película de animación, los fascinantes decorados de Sweeney Todd (mejor dirección artística), la canción Falling slowly de la película Once y la música de Expiación, no por ser muy buena, sino por ser la mejor de las nominadas (que no es decir mucho) y por la manía comentada antes de repartir los premios entre las nominadas. Es curioso que en una temporada en la que ha habido muy buenas películas, algunas de las nominadas no merecieran tal honor. No es país para viejos y Pozos

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