MaGAYzines

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MaGAYzines:

30 años de impresiones diversas

Escrito por: Alejandro Morales Título original de la investigación: ¿Cómo querían los homosexuales de Bogotá que los viera la sociedad a través de los medios de comunicación que crearon, durante los últimos treinta años del siglo XX? Producto para la materia Taller de Producción I Docente: Germán Humberto Rodríguez

Fotografía portada: Camilo Andrés Agudelo Fotografías internas: Archivo particular Manuel Antonio Velandia Impreso en Bogotá, Colombia ISBN: Pendiente Depósito Legal: Por registrar ©2009


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AÑOS

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DE

IMPRESIONES

DIVERSAS

¡¿Qué pasa aquí?! Detálleme el problema

El fin justifica a ‘los medios’

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Ese simple ¿por qué?

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Y sumercé... ¿qué quiere? “La meta la pones tú”

Evite confusiones

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Lea las instrucciones...

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Sobre qué estamos parados Que pasen... ¡los teóricos!

Entre la ‘A’ de antecedentes y la ‘C’ de cierre, está la ‘B’... de bibliografía.

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¡¿Qué pasa aquí?! “Cada vez que los homosexuales han querido hablar de sí mismos y por sí mismos, se les ha acusado, según los periodos y los humores, de corromper a la juventud, debilitar la patria o erosionar los fundamentos de la moral o de la sociedad”.

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Muchos medios de comunicación en Colombia han visto cómo el movimiento homosexual de este país ha ‘evolucionado’ desde su surgimiento hacia finales de 1970, cuando el joven antioqueño León Benhur Zuleta Ruiz y su compañero de andanzas en Bogotá, Manuel Antonio Velandia Mora , empezaron a hacer eco en algo llamado opinión pública. Su particular manera de visibilizar al grupo de hombres que no practicaban la tradicional forma de relacionarse sexualmente, los llevó a “manifestarse” más allá del análisis académico y teórico de una conducta que, al parecer, tenía a millones de personas en contra alrededor del mundo. Supuso Zuleta que, en aquellos tiempos en los que Amnistía Internacional ganaba el premio Nobel de paz, al plantear una estrategia comunicativa impresa podría combatir el estigma y la discriminación de los homosexuales. Dice Velandia en su auto-etnografía que, para Zuleta, “era una forma de luchar contra la persecución insiMuchos medios de comunicación en Colombia han visto cómo el movimiento homosexual de este país ha ‘evolucionado’ desde su surgimiento hacia finales de 1970, cuando el joven antioqueño León Benhur Zuleta Ruiz y su compañero de andanzas en Bogotá, Manuel Antonio Velandia Mora1, empezaron a hacer eco en algo llamado opinión pública. Su particular manera de visibilizar al grupo de hombres que no practicaban la tradicional forma de relacionarse sexualmente, los llevó a “manifestarse” más allá del análisis académico y teórico de una conducta que, al parecer, tenía a millones de personas en contra alrededor del mundo.

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Supuso Zuleta que, en aquellos tiempos en los que Amnistía Internacional ganaba el premio Nobel de paz, al plantear una estrategia comunicativa impresa podría combatir el estigma y la discriminación de los homosexuales. Dice Velandia en su auto-etnografía que, para Zuleta, “era una forma de luchar contra la persecución insidiosa de la moral, la religión y la medicina que se complementan con el Derecho y la Sicología (y Siquiatría) para considerar al homosexual como un delincuente y enfermo (…) Una forma de interpelar directamente el poder, la ley, el orden y la norma del macho; de luchar por superar toda sociedad que fundamenta su poder en la exclusión y la opresión. De ahí que esta acción no debería llegar hasta la simple liberación sexual, sino hasta la conmoción de toda sociedad clasista y falocrática” (Velandia Mora, 2007). Pero esto era lo que pensaba Zuleta de su propia obra (y gracia) académica. Propone Didier Eribon (2000) en su libro Identidades: reflexiones sobre la cuestión gay, que: “Cada vez que los homosexuales han querido hablar de sí mismos y por sí mismos, se les ha acusado, según los periodos y los humores, de corromper a la juventud, debilitar la patria o erosionar los fundamentos de la moral o de la sociedad” (Eribon, 2000). Frase que no sólo motiva a entender sobre qué querían hablar los homosexuales de finales del siglo XX, sino que plantea la búsqueda de aquellas estrategias mediáticas que acompañaron el surgimiento del movimiento homosexual colom-


biano y que marcaron la pauta para las actuales opciones mediáticas virtuales con las que cuenta la comunidad gay bogotana. Pero, para ser más precisos al leer y cuestionar a Eribon, su postulado es una percepción que no sólo se ve en España sino que puede ser aterrizado al contexto de Colombia. En este caso, valdría la pena preguntarse si ¿será verdad que los medios creados por los homosexuales cumplen con esas características de las cuales se les ha acusado?, ¿qué tipo de iniciativas comunicativas sobre homosexualidad aparecieron con la creación del movimiento gay?, ¿cómo se dieron estas publicaciones?, ¿de qué hablaban o qué temas trataban?, y no solo eso, la pregunta clave en el tópico de la comunicación plantea una mirada más cercana a lo cultural y a ¿cómo querían los homosexuales de Bogotá que los viera la sociedad a través de los medios de comunicación que crearon, durante los últimos treinta años del siglo XX? Afirma Florence Thomas durante una de sus conferencias (y un par de años antes del postulado de Eribon) que “en los últimos 40 años de este siglo que agoniza, todos y todas fuimos testigos de fantásticas mutaciones de la sociedad moderna. Entre ellas, una de mayor significación e impacto es, muy seguramente, expresada por los encuentros entre hombres y mujeres en la intimidad, desde el cuerpo, el deseo y la palabra” (Thomas, 1998). Esta última, expresada en medios e iniciativas que podrían ayudar a determinar si esas transformaciones realmente ayudaron o no a configurar lo que actualmente se conoce como Movimiento LGBT colombiano.

La ‘Ventana Gay’ fue una de las primeras publicaciones que se dio en Colombia después de “El Otro”. Esta revista ha sido la única en la historia de las revistas gays colombianas que ha durado más de 20 ediciones y sus temas abordaban, por lo general, política, sucesos internacionales, arte y cultura. El

único ejemplar que quedó de esta revista, está dispo-

Hemeroteca de la biblioteca Latinoamérica, la Luis Ángel Arango.

nible para los lectores en la más grande de

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El fin justifica a ‘los medios’ “Hoy en día nadie, quiero decir, ningún ciudadano o ciudadana del mundo moderno, puede estar alejado de los gays... Su misma visualización colectiva en la cultura urbana por medio de una estética, de un destape paulatino pero seguro en los espacios públicos, en los medios, en las calles y en los bares, nos obliga a reflexionar sobre la cuestión homosexual porque ahí están ”.

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El siglo XX, además de marcar el comienzo del movimiento de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgeneristas -LGBT- en Colombia, el llamado de atención en salud con respecto al sida y el cambio normativo del Código Penal y el de Policía hacia mediados de los ochentas debido a la discriminación que existía con los homosexuales, también trajo consigo una serie de publicaciones político-sociales y comerciales que buscaron ser una iniciativa de cambio en los imaginarios existentes sobre la homosexualidad por parte de unos pocos gay colombianos visibles.

“…mientras que en varias universidades de Europa y de Estados Unidos existen departamentos que se dedican al tema, en Argentina (y en Colombia), los investigadores de distintas áreas de las ciencias no parecen estar interesados en esta materia. Si bien han aparecido estudios culturales y de género, en especial sobre mujeres, no existen estudios de “teoría queer”. A lo sumo pueden encontrarse algunos temas sobre la homosexualidad en publicaciones de psicología y, en menor proporción, en revistas de algunas cátedras o facultades de humanidades” (Rodríguez Pereyra, 2001).

Según la antropóloga y docente, Gloria Rosero Acevedo, “si lo que para el hombre moderno es basura, para los antropólogos será el primordial elemento de estudio -y les dirá en qué condiciones se vivía después del 2000-“ (Rosero A., 2007), los medios de comunicación creados por los iniciadores del movimiento gay durante los últimos 30 años del siglo de la revolución creativa y tecnológica, son hoy la puerta de entrada para entender la acelerada visibilización sociopolítica que ha tenido este grupo poblacional en la capital colombiana.

De otro lado, cabe afirmar que es evidente que en la actualidad el mercado, la economía e incluso la cultura se ha abierto un poco más al tema homosexual. Publicidad que está enfocada en esta comunidad; estudios de mercado en los países desarrollados que determinan sus comportamientos (e incluso uno realizado en Latinoamérica por Omicrón Media); libros, películas, actividades públicas, series de televisión y, por supuesto, revistas dirigidas a este grupo poblacional que cada vez se hace más visible y determina la importancia de investigar el cómo se reflejaban las necesidades del homosexual de finales del siglo XX, cuando la revolución sexual se hacía más fuerte alrededor del planeta.

En especial, porque el tema mediático que relaciona lo cultural con la diversidad sexual no ha sido analizado por teórico o académico alguno, especialmente en lo que respecta con aquella sexualidad diferente a la heterosexual. Es aquí donde la originalidad del tema saldría a aire aunque sea difícil enfrentar la inexistencia de bibliografía y análisis sobre estas publicaciones. Al igual que a Ricardo Rodríguez Pereyra (2001), quien investigó sobre cine y literatura gay en Argentina, su afirmación puede tomarse literalmente para el caso de esta investigación que está enmarcada por el contexto bogotano. Asegura este autor que:

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Además, algo que menciona Thomas y que es pertinente para cualquier tema de relacionado con homosexualidad, es que: “Hoy en día nadie, quiero decir, ningún ciudadano o ciudadana del mundo moderno, puede estar alejado de los gays (…) Su misma visualización colectiva en la cultura urbana por medio de una estética, de un destape paulatino pero seguro en los espacios públi-


cos, en los medios, en las calles y en los bares, nos obliga a reflexionar sobre la cuestión homosexual porque ahí están (…) Alimentan temáticas de cine, de teatro, de novelas, y de cada uno de los campos de la estética. Ahí están, querámoslo o no, sin importar si podemos responder a la pregunta de si nacieron o se hicieron homosexuales. Están, y al igual que para los heterosexuales, el protagonista de su relación es el amor, el mismísimo amor con todos sus goces y estragos, su sexualidad, exactamente como la heterosexual, se ha construido subjetiva, histórica y culturalmente” (Thomas, 1998). Pero no sólo la intención de recopilar la historia mediática de los homosexuales en Bogotá hace importante recalcar en la importancia de la memoria histórica. Los medios, como bien dicen Jesús Martín-Barbero y Germán Rey (1999), “no se limitan a reflejar lo que sucede sino que intervienen activamente en la conformación del sentido que adquieren los conflictos, en las imágenes que se constituyen sus actores, en las actitudes frente a ellos se inducen y por lo tanto, en las modalidades pacíficas o violentas de afrontarlos” (Martín-Barbero & Rey, 1999). Tal vez es con esta investigación donde se refleje, desde una mirada mediática, cómo era el discurso de los homosexuales en la Bogotá de los años en los que sonaron con fuerza el disco, el rock alternativo y el dance, y por qué se aceleró tanto la visibilización de esta comunidad en la capital colombiana. Aunque el estudio podrían ser visto como de contexto histórico, más que un análisis de contenidos de las publicaciones realizadas por y para la comunidad homosexual bogotana de finales del siglo XX, la relación entre el campo de comunicación - cultura y la de medios alternativos como influencia social está apoyada en la

insistencia de Ómar Rincón (2003) sobre investigar los medios, pues “…son lugares donde memoria y olvido se inscriben como espejo, donde los poderosos documentan su poder y la democracia busca estabilidad (…) se nos olvida frecuentemente que son más de lo que cabe en nuestra recortada visión” (Rincón, 2003). Esta apreciación, además de reforzar la importancia de hacer esta investigación, toma más peso cuando Néstor García Canclini (1999) afirma que “cabe preguntarse qué significa el hecho de que casi no existan investigaciones sobre públicos, consumo y recepción de bienes culturales en Latinoamérica” (García-Canclini, 1999). Los medios y la cultura se están convirtiendo en una mezcla que, en la actualidad, toma cada vez más fuerza entre los comunicadores, especialmente en los comunicólogos investigadores latinoamericanos debido al interés de constituir este campo como parte de la recuperación de las sociedades latinas, las cuales están fuertemente influenciadas por una época de dictaduras y problemas que han determinado la acelerada inserción a la cultura global y la pérdida de la identidad propia de cada territorio. Varios teóricos de la comunicación tales como Jesús Martín-Barbero, Raúl Fuentes, José Miguel Pereira, Manuel Castells e incluso el mismo García-Canclini, se han dedicado de lleno a este tópico, pues, como plantea Martín-Barbero, “apenas estamos comenzando a sentir la necesidad del desplazamiento metodológico que nos dé acceso a la lectura que los diferentes grupos sociales llevan a cabo. Lectura en la que tratan de abrirse camino otras voces, una palabra que introduce ruido en los discursos del poder, y otra gramática en la producción de sentido” (Martín-Barbero, Recepción de medios y consumo cultural, 1999).

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Y sumercé... ¿Qué quiere? “Es aquí donde la originalidad del tema saldría al aire aunque sea difícil enfrentar la inexistencia de bibliografía y análisis sobre estas publicaciones”.

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Así

como

en

España se Zero

identifica a la revista

como la más importante y reconocid, esta investigación busca determinar cuáles fueron las publicaciones más relevantes tanto política

como

comercial-

mente, en el contexto de la capital colombiana.

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General:

Específicos:

Identificar, describir y analizar las representaciones sociopolíticas y culturales que generaban los homosexuales de Bogotá a través de los medios impresos que crearon durante los últimos treinta años del siglo XX.

1. Identificar las publicaciones realizadas por la comunidad homosexual bogotana durante los últimos 30 años del siglo XX. 2. Analizar los mensajes y concluir cuáles eran las representaciones sociopolíticas y culturales de la comunidad homosexual del tiempo contemplado en el estudio. 3. Elaborar un libro que recopile toda la información recogida y la presente de amablemente (textual y gráficamente) a la comunidad en general.

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Para esta investigación, para efectos de entregar una información clara, precisa y neutra sobre los medios de información creados por los hombres gay bogotanos de finales del siglo anterior, se tendrán en cuenta ambas técnicas investigativas: cuantitativa y cualitativa. Lo primero, con la idea de poder determinar el número de publicaciones, los años y los subtotales de ediciones publicadas. El otro punto, para determinar como tal las variables relacionadas a las representaciones político-sociales creadas alrededor de la homosexualidad por parte de quienes elaboraban estos medios alternativos.

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El estudio o diseño cuantitativo se llevaría a cabo de la siguiente manera: Actividad Identificación de publicaciones

Pasos metodológicos Se buscarán, a partir de las referencias mencionadas por M. Velandia, las diferentes publicaciones gay que se hayan editado entre 1969 y 1999. Esto incluirá no sólo bibliotecas, bibliografía en las universidades y hemerotecas, sino la indagación en centros de documentación distrital (como el del Centro Comunitario LGBT) y de los grupos representativos del sector gay que posibiliten la consecución de material de estudio.

Observaciones El número actual referenciado de publicaciones existentes es de 11, incluyendo el boletín que realizó Zuleta en Medellín y que posteriormente circuló en Bogotá (El Otro).

Una vez identificadas y recopiladas las revistas se procederá a documentar su número total de ediciones, fechas de publicación y otras características que faciliten su análisis comparativo, como, por ejemplo, la diferenciación de su objetivo: comercial, social o político. Se realizarán cuadros estadísticos que evidencien y expliquen las diferencias encontradas en los objetos de estudio.

Por su parte, el diseño cualitativo definirá, entre otros, los siguientes aspectos: Actividad

Pasos metodológicos

Clasificación y compendio de datos básicos sobre los objetos de estudio

Una vez obtenidos todos los datos cuantificables de las revistas gay, lo siguiente será describir técnicamente su producción: tipo de papel, tamaño, colores, número de páginas, editor, escritores, lugar de circulación. Así, se tendrá una referencia más clara sobre la presentación de cada una de las publicaciones.

Búsqueda de información adicional sobre las publicaciones

Con el listado de editores (o participantes de las revistas), se consolidará una base de datos que sirva de apoyo para procesos posteriores como la consecución de testimonios. Consolidados los datos de productores, escritores y demás participantes de las publicaciones se establecerá quién está con vida. A través de llamadas o correos electrónicos, se buscará a al menos una persona vinculada al proceso de creación de, mínimo, dos revistas de las analizadas. Posteriormente, se buscará la manera de establecer una entrevista con las personas encontradas con el fin de conseguir más información sobre la creación, edición, intención y demás temas relacionados con las revistas. Una vez realizadas las entrevistas se procederá a digitalizarlas.

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Observaciones

1. El indicador de selección de las revistas estará mediado por el número de participantes con vida. 2. El modelo de entrevista no está definido debido a que se elaborará una vez se determinen las cualidades básicas de las revistas.


Actividad Análisis inicial de los objetos de estudio

Pasos metodológicos

Observaciones

Se leerán las revistas encontradas y se clasificarán los contenidos que las caracterizan. Algunas de las variables que, probablemente, surgirán del análisis, podrían contemplar temas como: secciones, temas con mayor relevancia (o mayor aparición en la publicación), tipo de fotografías, entre otras que aparecerán con la mirada inicial de las revistas. Se hará un primer listado de conclusiones, las cuales, serán analizadas posteriormente con los aportes de las entrevistas.

Segundo momento de análisis de los objetos de estudio

En un segundo momento de análisis, se procederá a realizar un análisis de contenidos más elaborado, con el ánimo de determinar las posibles representaciones proyectadas con cada publicación. Las representaciones se catalogarán inicialmente en temas de la vida cotidiana: 1. Familia 2. Sexualidad 3. Religión 4. Política 5. Individualidad 6. Colectividad 7. Formas de entretenimiento

Descripción de resultados

De acuerdo a lo que reflejen las formas de representación sociopolíticas que evidencien los contenidos se realizará un listado de conclusiones y una descripción sobre cada una, para evitar en el lector final confusiones sobre los resultados de esta investigación.

Recopilación de material y compilación del texto final

Se recogerá todo el material analizado, las conclusiones, las imágenes y los textos resultantes de las entrevistas y el diario de campo y se procederá a articular un texto que permita al lector comprender tanto la investigación como lo obtenido.

Producción editorial

Una vez compilado todo el material, se llevará al proceso de producción editorial para la elaboración del libro ‘MaGAYzines’, en el que se presentará al público la investigación de manera amable y gráfica.

Entrega de producto final: libro editado

Elaborado el producto se hará la entrega a la Facultad de Comunicación y a los diferentes interesados en el material de investigación el libro editado.

En caso de aparecer o descartar variables de análisis, el proceso se describirá en un

diario de campo, que se llevará a cabo junto al proceso de análisis de contenidos, y estará mediado por las entrevistas conseguidas y los resultados previos obtenidos.

Las conclusiones estarán “atravesadas” por los marcos histórico y legal del tiempo en el que se enmarca la investigación.

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Evite confusiones “Para esta investigación es importante resaltar unos conceptos que podrían generar confusión entre el público, por sus diversas significaciones”.

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MAPA

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Como guía del trabajo, y para comprender algunos de los conceptos que se utilizarán en este trabajo, se presenta este mapa explicatorio del proceso, el se construye alrededor de lo que se desea alcanzar con los objetivos de la investigación.

su descripción en detalle está consignado en el aparte del marco conceptual, a continuación.

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Los términos a continuación son claves para poder entender el análisis de las revistas que se consideran de temática gay, especialmente en un entorno como el colombiano. Para empezar, hay que definir como tal los medios, esos que a diario golpean las puertas de la sociedad con miles de temas y múltiples versiones. Según Carlos García Sandoval y Anuar Al-Ghassani (1990): “Los medios son los instrumentos mediante los cuales se informa y se comunica de forma masiva; son la manera como las personas, los miembros de una sociedad o de una comunidad se enteran de lo que sucede a su alrededor a nivel económico, político, social, etc.” (García Sandoval & Al-ghassani, 1990). Definición que podría apoyarse en el concepto de Janowitz (1972), quien complementa esta afirmación de los autores costarricenses al decir que: “los medios de comunicación masiva comprenden las instituciones y técnicas mediante las cuales grupos especializados emplean recursos tecnológicos para difundir contenidos simbólicos en el seno de un público numeroso, heterogéneo y disperso”, lo que podría interpretarse como tal, que los medios masivos son un canal a través del cual la información se obtiene, procesa y, lógicamente, se comunica, pero como insisten ambos escritores, a un público que es de cierta manera desconocido. Ahora, al hablar de medios hay que determinar que éstos tienen múltiples formas de producción. Están los impresos (prensa, revistas, pasquines, boletines, etc.), los sonoros (radio y audio-libros), los audiovisuales (televisión, cine y video) y, dentro del avance tecnológico mundial, la Internet. No se profundizará en la definición de cada uno, debido a que esto desviaría el curso de

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este trabajo, pero lo que sí es importante mencionar es que, según su carácter, se dividen en: Informativos: como su nombre lo indica, su objetivo es informar sobre cualquier acontecimiento que esté sucediendo y que sea de interés general. Los medios informativos más sobresalientes son los noticieros, las emisoras que emiten noticias durante casi todo el día, las revistas de análisis e información y, por supuesto, los periódicos o diarios informativos. Todos estos medios, en su gran mayoría, son diarios o semanales. De entretenimiento: hacen parte de este grupo los medios de comunicación que buscan divertir, distensionar o recrear a las personas valiéndose de recursos como el humor, la información sobre farándula, cine o televisión, los concursos, la emisión de música, los dibujos, los deportes, etc. Son, actualmente, una de las formas más utilizadas y de mayor éxito en la comunicación, pues incluso en los medios informativos se le ha dado un espacio especial e importante al entretenimiento, cosa que, aunque en muchas ocasiones es muy criticada por desvirtuar la naturaleza esencialmente informativa de estos medios, lo cierto es que, si está bien manejada, puede lograr fines específicos e importantes. De análisis: son medios que fundamentan su acción en los acontecimientos y las noticias del momento, sin por ello dejar de lado los hechos históricos. Su finalidad esencial es examinar, investigar, explicar y entender lo que está pasando para darle mayor dimensión a una noticia, pero, sobre todo, para que el público entienda las causas y consecuencias de dicha noticia. El medio que más utiliza el análisis es, sin lugar a dudas, el impreso, ya que cuenta con el tiempo y el espacio para ello; sin embargo, esto no quiere decir que otros no lo

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hagan, pues los medios audiovisuales, a través de documentales y crónicas, buscan internarse en el análisis serio de lo que acontece. Generalmente los temas que más se analizan son los políticos, los económicos y los sociales, para lo que se recurre a expertos en estas materias que permitan que el análisis que se haga sea cuidadoso y logre dimensionar en sus justas proporciones los hechos que se pretende comunicar. Especializados: dentro de este tipo de medios entran lo cultural, lo científico y, en general, todos los temas que le interesan a un sector determinado del público. No son temas comunes ni muy conocidos en muchos casos, pero su trascendencia reside en que son ampliamente investigados y estrictamente tratados. Un ejemplo son los documentales audiovisuales y las revistas científicas, deportivas o musicales.

tiende a este medio como una publicación, con periodicidad más espaciada, no sometida a la urgencia de la información de actualidad, sino orientada a la divulgación cultural, o a una de sus facetas (arte, ciencia, literatura, etc.) y dirigida a un público de intereses más específicos. Agrega en su texto este autor, que por su parte, Ariel Garófalo cree que la revista está en el registro de la vida privada de los lectores. Asegura este editor español que “la revista busca guiños, códigos propios, juega con deseos y pensamientos. Lo que separa una revista de un diario es la misma línea que separa a lo público de lo privado. Esto es, una revista uno no la tira al día siguiente de leerla, la revista no pierde su condición de revista una vez leída. Un diario “es” solamente cuando se lee, una vez leído pasa a ser un montón de hojas impresas” (Icassati, 2006).

“La revista es un tipo de publicación que ha de atraerse al lector, no por el interés de la noticia inmediata sino por la utilización de otros elementos técnicos entre los que el grabado ocupa el primer lugar.” En el caso de esta investigación, el interés se centra exclusivamente en las revistas, específicamente clasificadas en esta última característica de los medios, debido al público en que se dirigen: los hombres homosexuales. Por ende, primero hay que determinar ¿cómo se definen las revistas? Según el portal Definción.de: “La revista es un tipo de publicación, por lo común semanal, que ha de atraerse al lector, no por el interés de la noticia inmediata (que de ello se ocupa cotidianamente el diario) si no por la utilización de otros elementos técnicos entre los que el grabado ocupa el primer lugar. A ello viene precisamente la denominación de la re-vista o impreso que se vuelve a ver (leer)” (Definición.de, 2008).

El diseñador gráfico L. Del Valle afirma que “hoy en día, el rol desempeñado por las revistas es dirigirse a un público especializado o segmentado, con el cual llegan a establecer niveles de lealtad inusitada. Véase el ejemplo de Cosmopolitan en el público femenino americano y el de Times y Newsweek en el público masculino americano” y, en cuanto a publicidad, que éstas se caracterizan por lo permanente del mensaje publicitario impreso frente a la fugacidad del mensaje sonoro y audiovisual (Valle, 2003) y que, al igual que los periódicos, “las revistas obtienen ingresos por la venta de ejemplares (es decir, lo que paga el lector para comprar la publicación), las suscripciones y las publicidades” (Definición.de, 2008).

Por su parte, el argentino Martín Icassati (2006), al citar a Celina Valero, de la revista española «Glosarios», en-

Actualmente, existen revistas para una gran “diversidad” de públicos. Hay magacines para hombres, muje-

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res, niños, adolescentes, jovencitas; y cuentan con diversas temáticas (cocina, arquitectura y diseño, autos, entre otros). Uno de esos enfoques deriva a un público muy particular, el cual, a través de los últimos años, ha venido consolidándose en la sociedad como un miembro más de la ciudadanía y parte de la vida pública sin los tapujos que existían alrededor de sus prácticas e intimidad: los homosexuales. Títulos como “The Advocate” de Estados Unidos, “OMH” de México, “Zero” de España, entre otras, han creado una categoría más en la clasificación de las revistas: las de temática gay (que también está abierta a la lectura por parte de otras identidades sexuales incluida la heterosexual). No existe como tal una definición teórica que enmarque estas publicaciones, como tampoco la hay para enmarcar una revista enfocada en mujeres o adolescentes. Lo máximo que se ha dicho es que éstas se pueden clasificar en el marco de las revistas especializadas y así se mantendrá para esta investigación. Ahora, para la creación de estas revistas hay algo importante que definir y es que el ánimo de su creación sustenta el discurso de la homosexualidad y las necesidades de este grupo como integrantes de una sociedad, o la consolidación de un proceso que es mediado por una de las más importantes características de la modernidad: el mercado. Los procesos comerciales y la venta de publicidad -como ya se mencionó- son “parte fundamental de la vida del hombre postmoderno y se convierten en un círculo vicioso que podría describirse: trabajar para entretenerse viendo la TV, para que te digan que eres una … y vayas de compras. Luego, repites el proceso cuantas veces te puedas imaginar” (Leonard, 2008).

The Advocate (ISSN 0001-8996) es una revista estadounidense sobre temas LGBT editada cada dos semanas. Es la revista gay más antigua que todavía se publica en ese país. El sitio 30% de

web de la revista contiene aproximadamente el la revista impresa y se actualiza a diario.

Los

archivos de la revista se pueden consultar en varias bases de datos como (Fuente: wikipedia.org)

EBSCO

e InfoTrac bajo suscripción.

Pero antes de entrar en un debate por lo que hace o no el mercado en las sociedades post-modernas, es sumamente importante definir dos conceptos, los cuales, sustentan la base general de este trabajo: el discurso y el homosexual.

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Así, se determinará la configuración del discurso creado alrededor del homosexual o los hechos del habla relacionados con este tema, con el claro objetivo de entender al gay como sujeto de consumo que, al generar su propio nicho de mercado, crea productos hechos ‘a la medida’ de sus necesidades, tales como medios alternativos de comunicación. Sobre el primero, el discurso, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) lo define como la “facultad racional con que se infieren unas cosas de otras, sacándolas por consecuencia de sus principios o conociéndolas por indicios y señales”. También puede entenderse como un “escrito o tratado de no mucha extensión, en que se discurre sobre una materia para enseñar o persuadir” (Real Academia Española, RAE, 2001). Por su parte, Miguel Ruiz, entiende este concepto como “una

bien un campo de regularidad para diversas posiciones de subjetividad. El discurso concebido así, no es la manifestación, majestuosamente desarrollada, de un sujeto que conoce, que lo piensa y que lo dice: es, por el contrario, un conjunto donde pueden determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo. Es un espacio de exterioridad donde se despliega una red de ámbitos distintos” (Foucault, 1969). En cuanto a esto, el escritor Lupicinio Iñiguez (2006), junto a otros sociólogos, agrega que “todo discurso tiene un contexto de producción”, y reafirma que el discurso es como tal una práctica social que se da en un contexto el cual -según Foucault- está enmarcado por la formación discursiva del sujeto, definida como: “Un conjunto de relaciones que articulan un discurso, cuya propiedad definitoria es la de actuar como regulaciones

Entiéndase homosexual -según la RAEcomo la “inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo y la práctica de esta relación” línea de razonamiento que ayuda a discernir o entender un asunto, así como para explicarlo a otros” (Ruiz Obiedo, 2009). Estas concepciones prácticas o sencillas de asimilar, no llevan al análisis requerido para esta investigación. Si bien ayudan a comprender qué pretende el discurso desde lo básico, es El enfoque discursivo de Michel Foucault, el que mejor define este término para efectos de investigación en las ciencias sociales, y lo lleva a lo más importante en cuanto a análisis según este autor: la problematización. Foucault define el discurso como una práctica social, que va más allá del habla o de un conjunto organizado de enunciados. Dice este investigador que: “Se renunciará, pues, a ver el discurso en un fenómeno de expresión, la traducción verbal de una síntesis efectuada por otra parte; se buscará en él más

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del orden del discurso mediante la organización de estrategias, facultando para la puesta en circulación de determinados enunciados en detrimento de otros, para definir o caracterizar a determinado objeto” (Iñiguez Rueda, 2006). Argumento que ayuda a comprender que el discurso no sale o se da del interior de los sujetos, sino que articula el conjunto de condiciones que permite desarrollar la cotidianidad y no debe ser asociado únicamente con el poder: “las prácticas discursivas ponen de manifiesto que hablar es algo más y que es algo diferente que exteriorizar un pensamiento o describir una realidad” (Iñiguez Rueda, 2006). Es en el proceso de esa configuración social de ciertas realidades donde el discurso en toda su aplicabilidad


replantea, en todas las perspectivas -moral, social, psicológica, etc.-, lo que para la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), desde 1973, y para la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1990, dejó de considerarse como una enfermedad: la homosexualidad. Entiéndase homosexual -según la RAE- como la “inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo y la práctica de esta relación” (Real Academia Española, RAE, 2001). En el caso del hombre, correspondiente a este trabajo, se le relaciona al término gay, con el ánimo de diferenciar la homosexualidad masculina de la femenina, esta última, definida como lesbianismo. Es en el discurso que se teje alrededor del hombre homosexual o gay donde se configuran las numerosas percepciones que la sociedad tiene por la homosexualidad y la manera en que se logran concebir derechos y marcos legales que beneficien a este grupo poblacional que se ve mediado por diversas matizaciones; una de ellas, la que se teje en torno a los medios de información masivos y propios de los gay. Según algunas acepciones históricas el hombre homosexual está relacionado unos prejuicios que, ciertamente, se han reafirmado o re-evaluado con el pasar de los años. Menciona Carlos Monsaváis que estos dispositivos clasifican al homosexual como un sujeto que debe ser afeminado; debe odiarse a sí mismo y detestar a los que son como él; debe ser y parecer frágil; debe aficionarse con todo lo no viril (empezando por las artes), y debe abstenerse de los deportes y los trabajos rudos. Además, así no sea obligación, un gay debe aportar el ingenio (arma defensiva), y la rapidez y la calidad al crear la moda. “No valen la posición, el talento, la honradez, la capacidad de trabajo, la generosidad” (Monsaváis, 2007). A partir de todas estas definiciones subjetivas que han creado desde los tiempos de la revolución sexual escritores tales como Tim F. LaHaye, J&S Conway y E. Young (que desde la experiencia propia de observación

“La palabra “homosexualidad” nació en 1869 en un panfleto destinado a elevar una carta pública al Ministro de Justicia alemán, cuando se estaba redactando el nuevo Código Penal para la Federación del Norte de Alemania y había debate sobre si mantener la tipificación prusiana de la sodomía como un delito. El panfleto había sido elaborado por Karl María Kertbeny, uno de los diversos escritores y juristas que para ese entonces comenzaron a desarrollar la idea de “orientación sexual”, en tanto aspecto separable de la personalidad. (…)Hoy en día, por “homosexualidad” (y consecuencialmente por “homosexuales”, “homosexualismo”, etc.), se entiende la condición y el marco de acción de las personas que buscan y encuentran satisfacción sexual, erótica, afectiva, intelectual y/o espiritual en personas de su mismo sexo. Para comprender la homosexualidad completamente, se deben comprender las influencias externas que reciben los individuos que tienen tal condición, tales como la estigmatización, la persecución o la tolerancia. La forma cómo la sociedad reacciona frente al individuo homosexual, derivada de la manera cómo se lo representa, determina en gran medida las formas de vida de los homosexuales en esa sociedad. De hecho, solo puede hablarse técnicamente de “homosexuales” en ciertas sociedades, que llenan las condiciones de aquellas en las que nació y se difundió esta categoría humana -las del mundo industrializado”. (Cifuentes Muñoz)

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y crítica religiosa, no desde lo científico, social y político han concebido sus postulados), se dado un debate no sólo en cuanto a la manera en que se debe abordar el tema de la homosexualidad, sino a la forma como se debe manejar la comunicación en el tema de género. Así, Olga Grau y su grupo chileno de analistas del discurso plantean que el discurso de género “toma en cuenta las relaciones que, dentro de un conjunto social específico, adquieren hombres y mujeres, según y cómo ese conjunto social significa a estos, atribuyéndoles capacidades, funciones y sentidos que se basan centralmente en sus corporalidades diversas, distintas (…) El discurso genérico existe en todo momento social” (Grau, Delsing, Brito, & Farías, 1997). Al parecer, el descubrimiento histórico de la existencia de “subculturas homosexuales activas” -como las llamaría Guillermo Núñez (2007)- en los tiempos modernos, incluso antes de la invención médica de la homosexualidad (y la presencia misma en la institución médica de intelectuales que pertenecían a esta ‘subcultura’), ha renovado en algunos autores la idea de una “subjetividad homosexual” a través de la historia, o por lo menos, de la “historia moderna de Occidente”, y un concomitante y duradero discurso homosexual o ‘parole homosexuelle’, para usar un término de Didier Eribon (1999). Eribon no niega la importancia de los estudios históricos que demuestran el origen reciente de la noción homosexual y que el concepto de homosexualidad es demasiado amplio, compacto y normativo para dar cuenta de estas experiencias múltiples, heterogéneas (Núñez N., 2007). Del estudio de Eribon emerge una narrativa generalizadora estable y homogénea de la experiencia homo-erótica que da vida a un “mundo o comunidad gay” estable y coherente. Pero, para entender a Eribon, también es necesario darle importancia la concepto de homofobia a su análisis. Para este escritor, la injuria cotidiana crea un discurso de resistencia (discours en retour) homosexual, así como muchas otras prácticas culturales de resistencia.

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Afirma Núñez, al citar a Eve Sedgwick que la concepción de homofobia, y su trascendencia como concepto, debe mucho a la crítica formulada por esta autora a los planteamientos de Michel Foucault. “Según Sedgwick, por más radicales que hayan sido las transformaciones de la identidad homosexual en los siglos XVIII y XIX, su evolución contrasta claramente con la estabilidad y permanencia de la homofobia”. Así, en contraposición de la noción de identidad homosexual misma, la homofobia es percibida como algo estable, homogéneo y coherente. Para Núñez, la homofobia es entendida como un fenómeno histórico cultural en tanto que: “fenómeno histórico, la homofobia cambia en relación con muchas otras dimensiones sociales; como fenómeno cultural es una parte integral de los sistemas sexuales y de género, sus ideologías, relaciones e identidades. Así, en lugar de asumir la necesidad de estudiar cómo un sistema sexual y de género particular propicia un estado de violencia contra quienes son defendidos por el sistema sexo-género como desviados o contra quienes expresan algún tipo de disidencia” (Núñez N., 2007). Los conceptos de subjetividad homosexual, mundo gay o discurso homosexual de resistencia no sirven para dar cuenta de todos lo sujetos o grupos de varones que tienen relaciones erótico-afectivas con personas del mismo sexo, de sus subjetividades, de sus posiciones en el régimen sexo-género o de sus prácticas culturales o estilos de vida. Además, los discursos de la hombría o la masculinidad (insiste Núñez), “son fuerzas históricas y sociales que cambian con el tiempo, son diversos, contradictorios y son objeto de disputa en la vida cotidiana”. En la realidad colombiana actual (la del 2009), el hombre gay se puede definir en dos instancias dentro del marco de la post-modernidad: desde el consumo y desde lo político. Como sujeto de consumo -al igual que todos los seres humanos pertenecientes o no a la masa que evalúan algunos teóricos o las minorías en


Aunque

parezca dificil de creer, en la acrualidad siguen

apareciendo medios impresos dirigidos al sector de hombres gay.

La

experiencia más reciente es

“revista g”

de

chile, la cual es la primera de este tipo en el país del sur americano.

las que divide a la sociedad el mercado y su arma más poderosa: la segmentación-, el gay va siendo ubicado en “modos divergentes de elaboración sensible según las brechas generacionales, las distancias económicas y las educativas” (García-Canclini, 1999). Esto quiere decir que, desde las lógicas del mercado, en la actual sociedad de consumo, “donde coexisten la abundancia y la información, el sujeto se mueve entre el exceso y la escasez por privación voluntaria (…) el sujeto busca en el consumo la cura contra la crisis existencial moderna (…) el individuo se enfrenta a discursos de poder que definen lo normal y lo anormal en la sociedad de consumo” (Castillo P., 2006). De otro lado está el sujeto político. El que participa activamente en las actividades que pretenden mejorar la calidad de vida, los derechos y la organización social adecuada para el desarrollo del individuo y el grupo relacionado a sus mismas necesidades. “Ese que sirve de referencia a las Constituciones democráticas contemporáneas es un sujeto individual y

autónomo, que toma decisiones por sí mismo y está en condiciones de ejecutarlas. Es a este sujeto individual a quien se refieren básicamente los principios generales de libertad, igualdad y justicia que dan sentido al ordenamiento jurídico en los países democráticos. Sin embargo, la dependencia es, por definición, una situación referencial en la que una persona precisa de otras. Hay al menos dos sujetos implicados en la relación; el que necesita y el que es necesitado” (Durán H., 2006). Estas dos perspectivas con las que se puede ver al hombre gay en la actualidad (pero que de ninguna manera son estrictamente esas), revelan la manera por la cual se posibilita un acercamiento a las posibles representaciones sociales que se construyen en torno a este sector poblacional, pero no sólo desde el punto de vista del nuevo decenio después del 2000, sino de las creaciones mediáticas que se dieron desde la organización del primer colectivo gay colombiano. Para entender más acerca de este último término, la siguiente parte de este marco referencial explicará este concepto que se constituye en la base teórica de esta investigación.

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Sobre qué estamos parados “Toda invesitgación debe tener una base teórica que sustente el objeto de su realización”.

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Como el mismo título de la investigación lo plantea, lo que se busca es identificar esas representaciones colectivas o sociales construidas por las revistas gay bogotanas de finales del siglo XX. Pero… ¿Qué son las representaciones sociales?

social y ciertos paradigmas que preestablecen lo que definimos como representaciones. Éstas, se pueden entender también como el intercambio de información que hay en torno a las realidades individuales hacia el marco de los social o lo civil.

Según el trabajador social, Cristian Cortés, quien se basó en los postulados de varios autores del tema, éstas “pueden ser consideradas, en sentido amplio, como un modo de organizar nuestro conocimiento de la realidad, que está construida socialmente. Este conocimiento se elabora a partir de nuestros propios códigos de interpretación, culturalmente marcados, y en este sentido constituye en sí un fenómeno social” (Cortés Pinto, 2002).

Moscovici, desde sus postulados, insiste en que las representaciones sociales tienen cuatro estancias claves para determinar las representaciones sociales: La primera es la información que generan las acciones individuales, las cuales, posteriormente configurarán lo colectivo; en segunda instancia están las imágenes, es decir, lo que el ser humano ve en su entorno; tercero están las opiniones o aquellas retroalimentaciones que se generan después de realizadas las acciones. Por último, se configuran las actividades que resultan de esos primeros (que a su paso determinan los sentimientos), y como resultado de este proceso se da el análisis de aquellos sentidos que se producen de la realidad percibida.

Pero para Serge Moscovici (1961), quien plantea este concepto, son “un sistema de valores, de nociones y de prácticas relativas a objetos, aspectos o dimensiones del medio social, que permite, no solamente la estabilización del marco de vida individuos y los grupos, sino que constituye también un instrumento de orientación de la percepción de situaciones y de la elaboración de respuestas”. Al mezclar ambas definiciones podría decirse que las representaciones sociales son los modos en los que el ser humano le da sentido a su realidad. Son la manera en que interpreta, explica y legitima sus acciones individuales, las cuales, tienen un impacto en lo social (ya sea en el lenguaje o en la simbología de las cosas), lo cual conlleva a la conformación de lo que, en la actualidad, conocemos como subculturas, aquellas que están inmersas en la cultura local, nacional o global, y que al momento de su legitimación propone ciertas normas (legales, éticas o morales) dentro del marco

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De otro lado está el concepto postulado por Jodelet (1984). Según esta autora: “EI concepto de representación social designa una forma de conocimiento especifica, el saber del sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente marcados. En sentido más amplio designa una forma de pensamiento social. Las representaciones sociales son modalidades de pensamiento práctico, orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En cuanto tales, presentan caracteres específicos en los planos de organización de contenidos, así como de las operaciones mentales y de la lógica. La marca social de los contenidos o de


los procesos de representación ha de referirse a las condiciones y a los contextos en los cuales surgen las representaciones, a las comunicaciones por las que circulan, a las funciones que sirven en la interacción con el mundo y con los demás” (Jodelet, 1984). Las representaciones sociales, entonces, podrían plantearse como una forma de conocimiento socialmente elaborada y compartida, las cuales, de cierta manera configuran: 1.) la organización social de las comunidades de sentido dentro de un mundo globalizado; 2.) identidades y expresiones particulares de cada individuo que se ven socializadas en el campo de lo social y se convierten en algo legítimo con el pasar de los años; 3.) el desarrollo de los individuos y de las colectividades sin importar qué grupo poblacional “representen” (llámese indígenas, comunidades afro, LGBT, juventudes, etc.). Según esto, no cabe duda que una vez se da este proceso de apropiación de la realidad próxima, el siguiente paso será la difusión o conformación de medios de comunicación (comunitarios, locales o masivos) que replanteen los imaginarios de la realidad exterior. Ahora, según Cortés, pueden distinguirse tres amplios campos de investigación en representaciones sociales. El primero caracteriza la perspectiva original de las representaciones como conocimiento vulgar, o conocimiento popular, de ideas científicas popularizadas. El segundo es el extenso campo de los objetos cultural-

mente construidos a través de una larga historia y sus equivalentes modernos (la imaginación cultural). El tercero es el campo de las condiciones y acontecimientos sociales y políticos, donde las representaciones que prevalecen tienen un corto plazo de significación para la vida social. Estos tres campos constituyen lo que podemos denominar la topografía de la mente moderna. Para este trabajo es claro que el soporte teórico será aplicado al segundo campo, sobre el cual, insiste el autor que: “Proporciona realidad a los objetos que habitan el mundo social. La investigación sobre representaciones sociales en este campo se refiere a objetos con una larga historia, como los roles sexuales, la mujer, las relaciones materno-filiales, el cuerpo humano, o las anomalías de la existencia humana, como la enfermedad, la locura y la discapacidad. Las representaciones de estos objetos hacen inteligible el mundo a los miembros de grupos sociales y culturales. Estas representaciones permiten unas interacciones sociales que no sólo recrean los objetos mismos, sino que definen también a los actores como partes complementarias de los objetos, y proporcionan a los sujetos sociales la impresión de pertenecer a culturas y comunidades especificas. Las representaciones sociales de objetos culturales representan ante todo conocimiento declarativo. Delimitan los objetos y entidades, estructuran sus características y fijan su significado en los contextos sociales” (Cortés Pinto, 2002). En este punto, podría decirse, cobra sentido tener en cuenta si aquello de lo que Eribon plantea se da en las publicaciones creadas por los gay bogotanos entre 1969 y 1999. Pero ¿de qué vale hablar de las representaciones sociales si no se argumenta más el por

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qué analizar los medios de comunicación hechos por homosexuales en la época de la revolución sexual, además de una razón clara y es que no hay otros trabajos que hablen de este tema en Colombia?. Todo esto toma sentido al ver estos productos “representativos” de este grupo de hombres desde la perspectiva de la memoria histórica. En mayo de 2008, el presidente del Instituto Audiovisual Francés, Emmanuel Hoog, escribió para el boletín de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano un pequeño artículo sobre la memoria histórica, en el cual dice: “Para ser científico, la historia necesita la diversidad de la memoria, los recuerdos diversos, abundantes, a veces opuestos. Allá donde la memoria es pobre, única, controlada, la historia no puede nacer. Así, la memoria —o quizás debería decirse las memorias— no puede llegar a su plenitud si no es en un ambiente democrático, que acepte la libertad de opinión, la diversidad de las fuentes y de discursos. En este sentido, la memoria no es solamente política, sino también democrática. Y para vivir, la democracia tiene necesidad de la memoria, de sus memorias (…) Para dejar a las personas la libertad, tras haber hecho este ejercicio de memoria, de construir la historia” (Hoog, 2008). Pero teóricamente, es el profesor José María Pedreño (2004), en su texto ¿Qué es la memoria histórica?, quien da un concepto más claro del por qué hablar de esto en el marco de esta investigación: “Hay una frase que, equivocadamente, pretende resumir todo el contenido y el concepto de Memoria Histórica. Nos referimos a “el pueblo que no conoce su

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historia está condenado a repetirla”. Para que evoque realmente lo que es la Memoria Histórica, deberíamos matizarla añadiendo que: “el pueblo que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo que son otros los que lo hacen por él”. Ese dominio se manifiesta en lo ideológico-cultural, en lo económico y en lo político. El desconocimiento provoca falta de comprensión sobre los procesos históricos que han dado como resultado nuestro presente, generando un profundo déficit democrático que se sustancia día a día en una sociedad despolitizada y poco participativa” (Pedreño, 2004). Desde este punto de vista, no sólo se justifica más el hecho de realizar un trabajo como este, sino que se sustenta el hecho de utilizar teóricamente las representaciones sociales como base para la determinación de aspectos claves sobre la vida del hombre gay de finales del siglo pasado en la capital de Colombia, tales como: el sexo, el VIH/sida, las ETS, la familia, la política, la inclusión social, el uso del condón, los lugares comunes de encuentro, su percepción de la homofobia, las formas o métodos de encuentro social, la configuración de lo que para ellos era público, las motivaciones para la propuesta y ejecución de la marcha gay de Bogotá, entre otros. Todos estos elementos construyen poco a poco lo que podría llamarse una comunidad de sentido, más que una tribu urbana. Los hombres homosexuales pudieron haberse catalogado con esta acepción hace un par de años por las dinámicas que describen algunos de los testigos de la época. Pero hay que reconocer que con los años lo que se consideraba algo “escondido”, “bajo fondo” u “underground”, consolidó todo un grupo poblacional que, hoy en día, cuenta con una política pública que protege sus derechos. Ante esto, hay que diferen-


ciar claramente lo que es una tribu urbana y lo que es una comunidad de sentido, para así darle validez a lo que es objeto de estudio en esta investigación. Según el profesor de la Universidad Distrital, Carlos Reina, la diferencia radica en que: “Una ‘tribu urbana’ mira la superficialidad de una sociedad y de unos sectores que pueden hacer uso de ellas pero que se esquematizan de manera apresurada por quienes intentan leer la sociedad de una manera sistemática. Al contrario, hablar de comunidades de sentido implica leer las formas como los sujetos dimensionan y construyen simbólicamente sus espacios y sus vidas, más allá de esas expresiones ligadas a las modas y a las copias de artistas mediatizados previamente. Una comunidad de sentido se mide a partir de lo que él sujeto sabe, conoce previamente acerca de un movimiento, es decir, se trata de lo que el sujeto reconoce, de la expresión libre de poder afirmar, que escogió determinada estética, gusto musical y demás, por el hecho de saber y asumir la responsabilidad que le atañe, ser parte de una red de códigos y de símbolos que no todos los que se encasillan dentro de una “tribu urbana” conocen ni les interesan” (Reina Rodríguez, 2009). Así, aunque no se considere como tal a los gay como una comunidad (y probablemente ese debate se extienda unos años más), este concepto complementa al de representaciones sociales, debido a que en el momento en que los hombres homosexuales le dan relevancia a los mensajes que compilan a través de sus medios, confluyen sus ideas en el sentido que le pudieron dar a los diversos mensajes que publicaron a través de sus revistas. Ahora, es necesario saber qué se ha hecho respecto a este tema y cómo han visto otros autores lo que, hasta el momento, se ha mencionado.

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Entre la ‘A’ de antecedentes y la ‘C’ de cierre, está la ‘B’... de bibliografía.

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Los setentas, ochentas y noventas representaron una etapa en la cual confluyeron demasiados puntos de vista. No se puede negar, de otro lado, que a su vez fue un tiempo crítico, no sólo en la construcción de sentido alrededor de las identidades sexuales en el mundo global occidental, sino en otros aspectos como la música, la política y los medios de comunicación. Es durante las últimas décadas que ha surgido una re-significación de símbolos (y dispositivos) para configurar nuevos “seres” sexuados, representaciones en torno a la estética, “estrellas” de la industria cultural, para la promoción de nuevos “estilos de vida”, principalmente entre la población juvenil (Mort, 1996). Sobre esto, reflexiona el antropólogo venezolano, Rodrigo José Navarrete (2006), y hace referencia a que es a través del surgimiento de una cultura homo-social, tanto en los ámbitos exclusivos de la comunidad homosexual como en la industria de masas, las representaciones de masculinidades y feminidades se hicieron más diversas, plurales, ambiguas y contradictorias, en relación dialéctica con los cambios económicos, políticos, culturales y estéticos de la época. A partir de esto se construyen investigaciones alrededor del mundo que relacionan los medios de comunicación y la homosexualidad, pero, hasta el momento, en Colombia, ninguna se ha elaborado con enfoque social. Se citarán inicialmente algunos casos de otros lugares del mundo y luego si se mencionarán las investigaciones del proceso colombiano, todo esto, sustentado por los antecedentes personales del investigador, con el fin de dar una mirada, desde lo global hasta lo individual, a lo que motiva este trabajo de investigación.

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Medios informativos por y para ‘maricas’ Desde el planteamiento de la Teoría Queer hasta el estudio de la conformación de los grupos de homosexuales en Ecuador, el tema de la homosexualidad se ha visto desde amplias perspectivas que incluyen desde lo médico y lo psicológico, pasa por lo sexual, y analiza también la configuración de la política y las leyes modernas. Sobre la homosexualidad, vinculada con los medios de comunicación, las investigaciones más recientes incluyen las que realizaron por su lado Félix Rodríguez y Jordi Petit en España, y Didier Eribon en Francia. Especialmente la de Rodríguez incluye un artículo del periodista Jesús Generelo, titulado Construyendo una voz: homosexualidad y medios de comunicación, en la cual, el miembro histórico de COGAM y coordinador de la Comisión de Educación de la FELGTB, hace un recuento sobre los diferentes productos mediáticos que se han dado en España desde la ‘transición’ del franquismo hasta el 2006. Petit, en su libro del 2003, Identidades, un pequeño aparte Los medios de comunicación: clave de la proyección del movimiento GL en el Estado español resume en tres páginas lo que han sido en este país los medios más importantes. Algunos medios de comunicación alternativos en Internet, dedicados exclusivamente a las personas LGBT también han hecho referencia a las revistas más conocidas para hombres gay en el mundo, pero nada que vaya más allá de explicarlas y decir de qué país es cada una. Es el caso particular de las páginas en Internet: Adonis.com (www.adonis.com) y Universo Gay (www.universogay.com).


Visto desde el mercado y el consumo, la directora de la revista Mujeres, en Cuba, Isabel Mora Richard, hace un análisis al ámbito del marketing de lo gay visto desde los medios de comunicación masivos y enfocado en el desconocimiento del respeto por la diversidad. Otros autores como Rodrigo Navarrete, Javier Sáez y Alfredo Quintana, también hablan de la relación entre homosexualidad, el mercado, los medios de información de masas y la configuración de una subcultura gay vinculada directamente con la publicidad, los imaginarios comerciales y las “batallas” que ha liderado este sector poblacional en el mundo. El caso colombiano Una de las investigaciones más recientes en Colombia sobre homosexualidad fue la Encuesta LGBT: Sexualidad y Derechos Participantes de la Marcha de la Ciudadanía LGBT Bogotá 2007 realizada por el Grupo de Estudios de Género, Sexualidad y Salud de América Latina de la Universidad Nacional de Colombia, GESSAM; el Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos, CLAM; y Profamilia, en la que se hace una serie de preguntas a los asistentes de la marcha

gay de Bogotá, y determinan ciertas cifras sobre salud sexual y reproductiva, entre otros temas. A nivel político, el análisis que hizo el magistrado de la Corte Constitucional, Eduardo Cifuentes, junto con un grupo de investigación de la Universidad Libre de Barranquilla incluye diversos aspectos sobre el tema, especialmente en lo que está relacionado con la parte legal que protege a los gay y a las lesbianas dentro del contexto colombiano. En cuanto a derechos sexuales y reproductivos, además de la perspectiva de derechos humanos, la escritora Mara Viveros Vigoya hace un llamado de atención respecto a la consecución de normas y leyes que regulen en todo el territorio la inclusión de las personas LGBT dentro de un marco global con base en los Derechos Humanos y la salud sexual. Las identidades de género, la feminidad, la masculinidad, el discurso del cuerpo, la sexualidad, la violencia, el derecho a la intimidad, la lucha contra el VIH/sida, el discurso homofóbico y hegemónico, los retos culturales, entre otros temas, que son abordados por diversos autores en el

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libro Saberes, culturas y derechos sexuales en Colombia, es otro de los grandes avances investigativos que se han dado en este país sudamericano. Sobre medios de comunicación, cabe aclarar, algunos medios como las revistas Semana y Cambio; y los diarios El Tiempo y El Espectador publicaron algunos textos sobre los gay en Colombia e influyeron de cierta manera en la configuración de los grupos LGBT y las políticas que existen en la actualidad, al evidenciar las acciones y los temas que visibilizaban a este grupo social. Sin embargo, es importante tener en cuenta que dentro de este trabajo no se incluirán estos medios, debido a que son masivos y generan otro aparte investigativo que está siendo analizado por los observatorios de medios y algunas entidades privadas como Colombia Diversa , a pesar de que el resultado discursivo es propio de los gay de la época o, en ciertos casos, fueron elaborados con su apoyo y testimonio de vida. Mediado por lo personal Hacia finales de 2008, nació el proyecto Urban Glance (UG). Un prototipo de revista en la que se buscaba reflejar la identidad del hombre gay y visibilizar periodísticamente lo que para los medios masivos es un tema de mostrar sólo cuando de cifras o problemas se trata. El proyecto fracasó en el intento (como algunas otras iniciativas sobre las cuales había rumores pero de las cuales no existe mucha documentación) y se dejó la posibilidad de poder retomarlo en cuanto se pudiera. Poco tiempo después y al leer el blog de Manuel Velandia , bajo el título “Por-no-grafiar”, aparece un texto que reafirma, de cierta manera, el planteamiento inicial que Eribon dio en su libro:

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“Durante muchos años, nuestra palabra (la de los homosexuales) se quedó en el discurso de la oralidad, expresado en voz baja y a puerta cerrada, en la sala de un apartamento o en la silla trasera de un transporte publico. En la medida que los homosexuales, posteriormente las lesbianas y más recientemente las trans, nos dimos cuenta que uno de nuestros derechos es la Libertad de expresión, y lo asumimos, fuimos tomado conciencia de la importancia de construir estrategias comunicativas”. Con esta proposición adicional, algo que no se había pensado al momento de proponer la revista UG apareció como mensaje subliminal: con el surgimiento del movimiento homosexual colombiano también debieron crearse publicaciones o intentos de “estrategias comunicativas” -como dice Velandia- que les ayudara a los gays de la época más conservadora de Colombia a visibilizarse o, al menos, decir que existían en un territorio que por aquellos tiempos sólo se dedicaba a lanzar mensajes de homofobia y anti-homosexualidad. Al menos así lo expresa quien inició el Grupo de Encuentro por la Liberación de los Gueis, GELG: “Yo decidí escribir porque generalmente otros lo hacían por mí, escribían lo que les provocaba a cerca de nuestras vidas, derechos, participación social como homosexuales, e ilustraban sus textos con las imágenes que deseaban, casi siempre, expresando contenidos homofóbicos”. Haber explorado antes lo que los primeros activistas realizaron en su momento, a lo mejor hubiera hecho un poco más brillante esa luz que apareció para crear el proyecto UG y haberlo consolidado con fuerza desde el principio.


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Sobre el autor Roberto Alejandro Morales Rubio nació en Bogotá, un día 29, del tercer mes del año 1984. Es comunicador social – periodista de la Fundación Universitaria INPAHU, y diseñador gráfico de la editorial española Codesis. En su papel de activista e investigador gay se desempeñó como director ejecutivo del proyecto social de diversidad sexual Grupo Arco Iris Alternativo, Gaia Internacional, durante los años 2006 y 2007; y como co-organizador de la Gala de la No Homofobia, en honor de León Zuleta, para octubre de 2007. Actualmente adelanta estudios de profundización teórica en comunicación.


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