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Cuando Jesús oró a su Padre, “no se haga mi voluntad, sino la tuya”, como dice en Lucas 22:42, expuso su angustia en tal situación. La vida espiritual, tanto en la época bíblica como en la actualidad, no está exenta de desafíos. Michell Medellín, miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Richardson, en Dallas, lo sabe muy bien.

Antes de que naciera, sus padres conocieron a Lillian González en Brownsville, Texas, una obrera bíblica Adventista del Séptimo Día, que asistía al programa de idiomas BIESDA para aprender inglés. Al oír hablar de una serie evangelística en español, los padres de Michell asistieron y comenzaron a estudiar la Biblia con Lillian. Al aceptar lo que Lillian compartía, decidieron visitar la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Brownsville.

Los miembros de la iglesia de Brownsville les dieron la bienvenida con los brazos abiertos y ofrecieron su apoyo cuando la mamá de Michell quedó embarazada. Con el tiempo, se bautizaron los padres, cinco hermanos y Michell.

Sin embargo, fue en la secundaria que los eventos escolares pusieron en jaque su observancia del sábado, que para los adventistas es de la noche del viernes hasta la noche del sábado. “Esto me trajo conflictos con mi mamá”, dijo Michell. “Yo realmente no entendía la importancia del sábado. Como yo asistía a la escuela pública, había muchas actividades y eventos deportivos durante las horas del sábado. Mi madre dejó de insistir y el sábado se convirtió en un día más para mí”.

Después de su graduación de la secundaria, decidió seguir a una amiga a Dallas buscando oportunidades de trabajo. Siendo de espíritu aventurero, estaba entusiasmada por probar algo nuevo. “Del 2003 al 2005, trabajé y viví mi vida sin dirección ni propósito”, dijo Michell. “Sobrevivía, pero no vivía. En ocasiones asistía a una iglesia metodista con una amiga, pero parecía que faltaba algo”. Cuando Michell comenzó a asistir a la universidad en enero de 2005, su vida cambió. Dios milagrosamente la posicionó para trabajar con un administrador de propiedades judío quien queriendo verla triunfar ,la ayudó a pagar sus estudios. Se produjo una conexión cuando ella le compartió que había crecido observando el sábado como Adventista del Séptimo Día. “Sabiendo del lugar oscuro donde me encontraba antes de esto, me pareció increíble ver a Dios guiándome todo el tiempo”, dijo Michell. Dios continuó guiando su vida cuando, dos años después, tuvo que cambiar de trabajo. Afortunadamente, encontró otra organización que ayudaba con la colegiatura.

Fue por esta época que Michell comenzó a buscar una iglesia a cual asistir de forma regular. “Me encontré necesitando a Dios y queriendo volver a mi fe”, dijo Michell. “Extrañaba formar parte de una iglesia y tener una relación con Dios. La Iglesia Adventista del Norte de Dallas, en Carrollton, la acogió. Volvió a dedicar su vida a Cristo, y año después fue bautizada. Pasaron dos años y Michell se encontró nuevamente en un valle espiritual. Lo que debió ser un tiempo maravilloso al acercarse su graduación de la universidad, resultó ser un desafío, tanto en lo personal como en lo espiritual.

Centrada en el trabajo, Michell llegó a ser la mejor vendedora de su organización. Trece meses después de conseguir empleo, superaba a muchos representantes de ventas/ admisiones con experiencia y era la mejor de 45. Eso, con el tempo, la llevó a trabajar un sábado de vez en cuando.

En 2012, comenzó a asistir con amigos a la Iglesia Adventista de Richardson cuando no trabajaba. Fue durante ese tiempo que Richardson involucró a todos los miembros en por lo menos un grupo con tres líderes (espiritual, relacional, evengelístico) y un mentor perteneciente a la junta directiva de la iglesia. Michell disfrutaba de los pequeños grupos y comenzó a sentirse convencida de que debía observar sus sábados para la adoración. Al ser la mejor vendedora, pensó que no sería un problema conseguir los sábados libres. Estaba equivocada. Su amiga le sugirió que hablara con el pastor de Richardson, Dan Serns, y preguntara sobre una carta que justifica la observancia del sábado por motivos de fe. “Michell estaba obviamente molesta por la situación cuando me llamó por teléfono”, dijo Dan. “Queriendo calmarla, le pregunté sobre su familia y su educación”. Ella procedió a contar de su experiencia en Brownsville. Sin que ella pudiera ver su sonrisa, Dan dijo: “Mi esposa y yo oramos por ti antes de que nacieras”. Dan le contó cómo comenzó el Programa de Idiomas BEISDA en Brownsville y el trabajo con Lillian como pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Brownsville en ese entonces. “¿No es asombroso cómo el Señor orquestó todo esto, para que pudiéramos tener esta conversación hoy?”, le dijo. Dan la puso en contacto con Ed Cook, director en ese momento de libertad religiosa y asuntos públicos de la Conferencia de Texas. “Siempre le estaré agradecida por su ayuda”, dijo Michell.

Como es el caso de cada uno de nosotros, el viaje espiritual de Michell no ha terminado. Las palabras que ella compartió después de esta experiencia son un buen recordatorio diario: “Dios no me había abandonado ni una sola vez, ni siquiera en mi peor momento cuando estaba lejos de la iglesia, así que, ¿por qué lo haría ahora?” No lo hará.

Dios desea caminar contigo en tu viaje si se lo permites. Invítalo a entrar en tu corazón hoy y verás cómo te lleva a lugares a donde nunca habías soñado.