Programa Concierto - Novena Sinfonía

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Ciclo de las 9 sinfonĂ­as de Beethoven

CONCIERTO 1

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Teatro Municipal de Santiago | 1


DIRECTORIO Presidente del Directorio Felipe Alessandri Alcalde de Santiago Vicepresidente Mauricio Larraín Directores Jorge Errázuriz María Cecilia Guzmán Jorge González Granic Pablo Rivadeneira Juan Manuel Santa Cruz Consejeros Heather Atkinson Enrique Barros Hernán Granier Máximo Pacheco Gonzalo Parot Carlos Peña

Directora General Carmen Gloria Larenas Gerente General Leonardo Pozo Directora de Coordinación Artística y Producción Marianne Lescornez Director Técnico Alberto Browne Directora Comercial y Marketing Angélica Maturana Subdirectora de Comunicaciones Evelyn Aravena Coordinadora Extensión Cultural Paulina Fuentes Asesoría Legal Mujica & Bertolotto

2 | Teatro Municipal de Santiago

CUERPOS ESTABLES Director Titular Orquesta Filarmónica de Santiago Roberto Rizzi Brignoli Directora Artística Ballet de Santiago Marcia Haydée Subdirectora Ballet de Santiago Luz Lorca Director Residente Orquesta Filarmónica de Santiago Pedro-Pablo Prudencio Director Coro del Municipal de Santiago Jorge Klastornick

Director Emérito Orquesta Filarmónica de Santiago Juan Pablo Izquierdo Director Invitado Principal Orquesta Filarmónica de Santiago Paolo Bortolameolli


AUSPICIADORES

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BIENVENIDOS

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PROGRAMA

Las 9 sinfonías de Beethoven CONCIERTO 1 Ludwig van Beethoven Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125, “Coral” Soprano: Melba Ramos Mezzosoprano: Andrea Orjuela Tenor: Gustavo López Manzitti Barítono: Günter Haumer

ORQUESTA WIENER AKADEMIE CORO FILARMÓNICO JUVENIL DE LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE BOGOTÁ SOCIEDAD CORAL SANTA CECILIA

Director: Martin Haselböck

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COMENTARIO

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y más...

Descubre al compositor que cambió la historia de la música...

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PINTURA: Portrait der dreizehnjährige Beethoven, Öl auf Leinwand, Bonner Meister, ca. 1783.


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DE ARTESANO A ARTISTA Por Sebastián Ferrada

1800 y 1824. La primera y la última. La Temporada de Conciertos 2014 abre el ciclo sinfónico de Beethoven presentando la sinfonía inaugural del genio de Bonn –heredera del clasicismo en que se formó– y luego la popular Novena Sinfonía, “Coral”, que condensa las innovaciones formales y simbólicas de la música del compositor. No son pocas las opiniones negativas que las sinfonías de Ludwig van Beethoven (1770 - 1827) cosecharon durante el período entre sus respectivos estrenos hasta su proclamación como obras maestras del repertorio sinfónico y absolutos non plus ultra de la forma musical a la que pertenecen. Absurdas, raras, incoherentes, llenas de modulaciones desordenadas, faltas de desarrollo melódico, demasiado ruidosas o casi imposibles de ejecutar; tales fueron las descripciones que merecieron durante los años en que se asomaron tímidamente en los escenarios europeos. En Francia, nos cuenta Hector Berlioz en su famosísimo Estudio crítico de las nueve sinfonías de Beethoven (1870), éstas se introdujeron muy a

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nos resultan extrañamente ligados, distaban en esa época de kilómetros de distancia. Si asumimos que ruido es todo aquel material sonoro que no es música y nos referimos a la música con la clásica definición de la época –acuñada por Jean-Jacques Rousseau en L'Encyclopédie (1751 – 1772)– como “el arte de combinar los sonidos para que suenen agradables al oído”, llegamos a la conclusión de que Beethoven, con sus extrañas armonías y extrema sonoridad, fue un perfecto sinónimo de ruido para sus primeros auditores. Sin embargo, con el correr de los años este ejercicio de llevar el oído humano hasta su extremo logró desarrollarse de tal forma que hizo comprender al público que aquello que una vez fue ruido ahora era música (y hoy es arte universal). Es eso lo que hace un verdadero revolucionario, inducir a la evolución, sea en el aspecto que sea de la vida humana.

demás de un compositor revolucionario, Beethoven era un fiel representante de la vanguardia intelectual y política de su época (…) Sentía, por tanto, un gran compromiso con el término ‘Libertad’.” Pero Beethoven no nació Beethoven... se hizo. Y así cuentagotas. En los conciertos que organizaba la Opèra, por ejemplo, se ejecutaban los movimientos de sus sinfonías desordenadamente entre las otras obras interpretadas durante la función. La recepción, en general, no era buena –salvo de algunos trozos específicos, como el Allegretto de la Séptima Sinfonía. Sin embargo, quienes adhirieron a la causa del de Bonn fueron contagiando a otros de este nuevo “virus”y lograron su consagración definitiva en no más de quince o veinte años. Debemos imaginarnos el momento de la primera presentación de estas extrañas composiciones para comprender el proceso que debieron recorrer con el fin de imponerse en el oído de su público. Música y ruido, dos conceptos que a inicios del siglo XXI

como el artista conceptual y anti-figurativista debe formarse técnicamente mediante los tradicionales ejercicios del boceto del jarrón y del cuerpo humano para luego, y paulatinamente, expresarse verdaderamente, el compositor debió partir de los modelos clásicos para desarrollar su identidad. El artesano aprendió su técnica de Wolfgang Amadeus Mozart y Joseph Haydn; el artista dejó su herencia hasta nuestros días. Desde muy temprana edad el músico supo que la historia le tenía reservado un sitial de excepción. Tras descubrir el talento de su hijo, Johann van Beethoven intentó convertirlo en un nuevo Mozart sometiéndolo desde muy pequeño a estrictas jornadas de formación, práctica y presentaciones. Estudios Teatro Municipal de Santiago | 7


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psicológicos póstumos1 a su personalidad plantean que el carácter revolucionario que Beethoven adopta en sus composiciones es un al rechazo al autoritarismo de su padre, situándose siempre en constante revuelta frente a todo tipo de forma preestablecida e impuesta. La obra de Beethoven es una bisagra –innovadora y única– entre el clasicismo y el romanticismo. La primera de sus tres etapas creativas es cercana al clasicismo, aunque incluso en sus composiciones más tempranas ya desafía las leyes establecidas de la creación musical, llevando lo clásico a una frontera de la que sería difícil volver. De esta época son sus dos primeros conciertos para piano (op. 15 y op. 19), sus sonatas más tempranas (varias de ellas dedicadas a uno de sus maestros, Joseph Haydn) y las dos primeras sinfonías. A partir de la Tercera Sinfonía, más que pequeños experimentos en medio de su compleja música, Beethoven va incluyendo nuevos recursos armónicos y formales. En esta segunda etapa el compositor va liberándose de la estructura formal de la sinfonía y de muchos de los convencionalismos del concepto “armonía”, para dar rienda suelta a su creatividad. El término “armonía” no se refiere a una cualidad intrínseca de la música sino a una serie de leyes desarrolladas por y a partir de Johann Sebastian Bach. Beethoven se permite libertades sin precedentes respecto de estas reglas que, aunque a ojos actuales podrían no parecer tan revolucionarias, abrieron la puerta a una serie de reformas ulteriores que marcaron significativamente la música. Más que melódico, Beethoven es un compositor que ama el despliegue armónico de sus obras, fijando 1. Entre otros, el estudio de Raymond B. Cattella & David R. Saundersa publicado en The Journal of Social Psychology en 1954 y el de Martin Scheerer, Eva Rothmann, Kurt Goldstein publicado en el Journal Psychological Monographs: General and Applied en 1945. 8 | Teatro Municipal de Santiago

FOTO: El estreno de la Primera Sinfonía fue en el Teatro Nacional de Frankenstein (antes de 1880).

su atención en los momentos en que sus partituras le permiten centrarse en ello. Por eso, sus sinfonías se concentran especialmente en el desarrollo de la forma sonata –estructura establecida por Haydn que ordena la música en exposición-desarrolloreexposición– en el primer movimiento, que pasa a tener una extensión similar a una sinfonía de cualquiera de sus antecesores. La Tercera Sinfonía, por ejemplo, tiene 246 compases, una medida absurda para la época. Además, se permite despreciar el segundo tema de la exposición e incluir un tercero, hecho que para muchos de sus contemporáneos se consideraba un delito. También la inclusión de un tercer corno en la orquestación, el permanente cambio y superposición de motivos rítmicos y desarrollos armónicos, la inclusión de acordes asonantes de tonalidades en medio de la nada, entre otros tantos elementos, nos hablan de un compositor que se siente suficientemente seguro como para romper los cánones establecidos e incluir lo que a él le gusta, sobre todo, aquello que sirve a su discurso.


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Austria (Burgtheater). Autor: Michael

FOTO: Beethoven estrenó su Novena Sinfonía en el Teatro de la Corte Imperial y Real de Viena (Kärntnertortheater). Fue dirigida por Michael Umlauf, aunque el compositor compartió escena con él. Autor: Carl Wenzel Zajicek (1830).

En su tercer período creativo, Beethoven reemplaza lo formal por lo simbólico. Colosales obras como la Missa Solemnis, la Novena Sinfonía y sus últimas piezas de cámara, fueron compuestas durante estos años. El camino que toma el compositor es el de la construcción de un argumento –compuesto de conceptos que se encadenan– en la base de su escritura musical. A partir de la Tercera Sinfonía se advierte su intención de transmitir ideas específicas a través de la música. Éstas no constituyen un “programa literal”, como el de sus antecesores clásicos o barrocos –la descripción de un pájaro que canta, un río que pasa o el copioso murmullo de la lluvia, por ejemplo– sino la inducción a sentimientos o estados de ánimo. La música de la Novena Sinfonía y de sus contemporáneas parte de ese concepto para desarrollar un verdadero discurso psicológico, reflejo del mundo interior del compositor. Nada como lo compuesto por este último Beethoven se volvió a escribir nunca. Es, por lo tanto, de gran interés poder apreciar uno tras otro los dos extremos de esta evolución, es decir, la Sinfonía n.° 1 en do mayor, op. 21 y la Sinfonía n.° 9 en re menor, op. 125, “Coral” en un único concierto.

El dominio de la técnica hace al artesano

Aunque no hay documentos precisos al respecto, existe cierto acuerdo en considerar que la Primera Sinfonía fue escrita durante los últimos meses de 1799 y los primeros de 1800. El compositor en persona dirigió la première en el Burgtheater de Viena, que acompañó con música de Haydn y Mozart, el primero aún vivo y en edad productiva y el segundo muerto pocos años antes. Como todo artesano que inicia su carrera hacia el desarrollo artístico, Beethoven inició su ciclo de sinfonías tratando de acercarse al máximo posible a sus maestros. La Primera Sinfonía responde plenamente al estilo de Mozart y Haydn. Desde el punto de vista formal, por ejemplo, se plantea en cuatro movimientos que alternan tiempos rápidos y lentos –un esquema que rápidamente dejaría de utilizar– donde el primero, como es característico desde Haydn, se configura como una larga forma sonata. Al ser Beethoven el compositor que revolucionó la forma, podría pensarse que en esta obra se encuentran pistas que señalan el camino de su evolución, sin embargo, el músico de Bonn fue un Teatro Municipal de Santiago | 9


ILUSTRACIÓN: Artigas

COMENTARIO

El genio musical que dejó de oir

Ni la causa ni la fecha exacta de los primeros síntomas de sordera de Beethoven se conocen a ciencia cierta. En un principio, la enfermedad lo visitaba intermitentemente en forma de tinnitus severa, que hacía zumbar sus oídos de manera constante. En 1801 –a un año de estrenar su Primera Sinfonía– el compositor escribía a su amigo Franz Gerhard Wegeler: “¿Cómo puedo yo, un músico, decirle a la gente: ‘¡estoy sordo!’? Si es que puedo, desafiaré este destino (...) vivo sólo a través de la música”. En adelante, Beethoven se sometió por completo al combate: se retiró de la sociedad, abandonó su lucrativa carrera de solista para dedicarse exclusivamente a la composición, sufrió y derrotó las más amargas depresiones y en el camino cambió la historia de la música. La sordera lo dejó solo frente a su arte. Sus contemporáneos juzgaban sus innovaciones –a menudo llamadas excentricidades– como lamentables síntomas de la debilidad de su oído. Hoy son atesoradas como el mayor testimonio de su genio. Comparándolo con Tiresias, el vidente ciego de la mitología griega, Wagner lo caracterizó como “el músico sordo que, ya no perturbado por el tumulto de la vida, escucha sus harmonías internas; desde sus profundidades le habla al mundo –porque éste no tiene nada más que decirle. Así es el genio liberado de todo lo externo, en calma para siempre con y en sí mismo”. Sumido en la más absoluta sordera Beethoven alcanzó su esplendor creativo. Cuando estrenó la Novena Sinfonía no sólo fue incapaz de dirigir a la orquesta –aunque estuvo en el podio, marcando el tempo–, sino que no pudo oír la ovación del público.

alumno muy obediente: si existen elementos poco tradicionales en esta sinfonía, éstos no lo son más que los de cualquiera de las sinfonías relevantes de sus predecesores.

Música para la libertad

Sólo dos elementos llaman la atención. Primero, la secuencia de acordes en cadencia que conducen al establecimiento de la tonalidad definitiva, do mayor, en el inicio del primer movimiento: es como si la sinfonía comenzara por el final. El segundo de ellos es la estructura del tercer movimiento que, a pesar de la marcación “Menuetto” que utiliza el compositor para obedecer la tradición, es claramente un scherzo musical, denominación que usó a partir de entonces para esta sección en sus sinfonías.

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La Primera Sinfonía es, seguramente, la obra más conservadora del menos conservador de los compositores. Es el final de la etapa formativa, la tesis del aprendiz que ya sabe todo lo que el maestro podía enseñarle y que está pronto a recorrer nuevos caminos de manera independiente. 10 | Teatro Municipal de Santiago

Circulaba desde hacía muchos años por la mente de Beethoven la idea de escribir una obra sinfónica coronada por un coro. Casi la concreta en 1808 con la Sexta Sinfonía, “Pastoral” –terminaría con un coro religioso– pero finalmente la desechó.

a Primera Sinfonía es, seguramente, la obra más conservadora del menos conservador de los compositores.”

Los ensayos para la concreción de esa idea cobran nueva vida ese mismo año con su Fantasía para piano, orquesta y coro, op. 80, que incluye algunas figuraciones melódicas que serán utilizadas en la Novena. Finalmente en 1822, luego de madurar por un decenio sus conceptos musicales, el compositor escribe la popular sinfonía que sucede a la Octava (1812) y la estrena en mayo de 1824 en Viena.


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En términos formales, la Novena Sinfonía de Beethoven se presenta, como es habitual, en cuatro movimientos: Allegro ma non troppo, un poco maestoso / Scherzo: Molto vivace / Adagio molto e cantabile / Presto. La gran innovación está en el cuarto movimiento, que incluye una versión vocal de la Oda a la alegría (1786) de Friedrich von Schiller. Dos son las características que distinguen a esta página de cualquier otro cuarto movimiento sinfónico compuesto hasta entonces. La primera pertenece al ámbito de la orquestación, pues es la primera vez que se incluye la voz humana. La segunda hace referencia a la forma: los movimientos finales de las sinfonías solían ser una combinación entre la forma sonata y el rondó o las variaciones. En la Novena, en cambio, éste responde a una perfecta forma de cantata, organizada en dos partes, una introductoria y otra donde es central el famosísimo tema compuesto para la oda de Schiller.

recuadro). A pesar de la censura, otros fragmentos del poema igualmente objetables para la época lograron sobrevivir, por ejemplo, la frase “alle menschen werden brüder” (todos los hombres son hermanos). “¡El genio inagotable [de Beethoven] nos mostró un nuevo mundo, revelando los mágicos secretos de un arte sagrado que nunca antes habíamos oído o imaginado!”, publicó Allgemeine Musikalische Zeitung tras el estreno de la Novena Sinfonía.

La sección introductoria instrumental incluye ideas musicales citadas en los anteriores. Luego sobreviene una creciente influencia del tema de la “Alegría”, que domina la segunda sección. Éste se desarrolla en diversas variaciones que se coronan con la introducción del texto por parte del barítono solista, quien anticipa la oda, a la que responden los otros solistas y el coro en un permanente crescendo hacia el magnífico final. Además de un compositor revolucionario, Beethoven era un fiel representante de la vanguardia intelectual y política de su época, contraria a las formas de gobierno opresivas predominantes en toda Europa. Sentía, por tanto, un gran compromiso con el término “Libertad”. Fue por este ideal que el compositor dedicó originalmente su Tercera Sinfonía a Napoleón y fue también por la libertad que cambió la dedicatoria cuando el corso se coronó emperador. Como establece Uwe Martin en un estudio acerca del poema de Schiller (1990), esta obra escrita durante los primeros y turbulentos años de la Revolución Francesa no es una exaltación a la alegría (freude) sino a la libertad (freiheit), término que hubo de excluir por el férreo control del censor de turno. Beethoven, fiel adherente a la causa revolucionaria, habría sabido perfectamente de este pequeño juego de palabras cuando compuso su Novena Sinfonía (ver

LA ODA A LA LIBERTAD DE BERNSTEIN Para festejar la caída del Muro de Berlín en 1989, el famoso compositor y director Leonard Bernstein dirigió una versión de la Novena Sinfonía de Beethoven donde el coro canta “Freiheit” en lugar de “Freude”, es decir, haciendo una oda a la libertad. Más de seis mil presenciaron, mientras llovía, la presentación del Coro y Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera y otros músicos en la Puerta de Brandemburgo. “Estoy seguro de que Beethoven hubiera dado su bendición”, afirmó Bernstein en la ocasión. Deutsche Grammophon lanzó en enero de 1990 un disco con el concierto completo. Teatro Municipal de Santiago | 11


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GRABACIONES

GUÍA AUDIO-VISUAL DESCUBRIENDO A BEETHOVEN DVD / BLU-RAY Las nueve sinfonías de Beethoven interpretadas por la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Viena –bajo la batuta de Christian Thielemann– en la Sala Dorada de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena; imágenes en alta definición y sonido sorround; documentales acerca de cada sinfonía –el pensamiento musical detrás de ellas, sus fuentes de inspiración, referencias históricas y comparación de interpretaciones– presentados a través de una conversación entre Thielemann y Joachim Kaiser –célebre crítico de música alemán– y de imágenes de ensayos y presentaciones de otros directores como Karajan y Bernstein. Todo eso incluye este completo pack de nueve discos editado por C-Major Entertainment. Asociación de Cantantes Vieneses y Orquesta Filarmónica de Viena / Annette Dasch (soprano), Mihoko Fujimura (mezzosoprano), Piotr Beczala (tenor), Georg Zeppenfeld (bajo) / Christian Thielemann / C-Major Entertainment, 2010.

Disponibles en Todoclásico: TMS Foyer de San Antonio y Pueblo del Inglés, L-114, Vitacura. ABBADO: SU ÚLTIMO CICLO SINFÓNICO CD Dijo el diario británico The Guardian en el obituario dedicado Claudio Abbado tras su muerte, el 20 de enero de 2014: “Su regreso a Beethoven al final de una carrera tan rica musicalmente fue propio de la forma en que él pudo combinar su visión personal y renovada de música conocida con un cuidadoso examen de los textos (en este caso la edición de las sinfonías de Jonathan del Mar)”. En esto radica el atractivo de este set del repertorio sinfónico beethoveniano: Abbado se basó en la revisión de las partituras de Del Mar, que reveló nuevos elementos y corrigió errores de larga data. El resultado, a juicio de BBC Music Magazine (2008), “hace sentir estas obras como algo fresco”. Orquesta Filarmónica de Berlín, Coro de cámara Eric Ericson y Coro de la Radio Sueca / Karita Mattila (soprano), Violeta Urmana (mezzosoprano), Thomas Moser (tenor), Thomas Quasthoff (bajo-barítono) / Claudio Abbado / Deutsche Grammophon, 2000-2001

LA PRIMERA Y LA NOVENA TAMBIÉN SE VENDEN POR SEPARADO Riccardo Chailly dirige a la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, de la que es su director principal desde 2005, en esta interpretación de la Sinfonía n.° 1 de Beethoven. La grabación del recientemente nombrado sucesor de Daniel Barenboim como director musical de la Scala de Milán (a partir de 2015) también incluye la Segunda Sinfonía del compositor alemán. Orquesta Gewandhaus de Leipzig / Riccardo Chailly / DECCA, 2012. Herbert von Karajan ganó el Grammy a la mejor interpretación clásica de orquesta en 1978 por su grabación de las nueve sinfonías de Beethoven junto a la Filarmónica de Berlín. Este disco de la Novena Sinfonía es uno de ellos. “... La erupción final exhibe una excitación animal rara vez oída de este director altamente controlado”, dice Penguin Guide acerca del disco. Orquesta Filarmónica de Berlín, y Asociación de Cantantes Vieneses / Anna Tomowa-Sintow (soprano), Agnes Baltsa (mezzosoprano), Peter Schreier (tenor), José van Dam (bajo) / Herbert von Karajan / Deutsche Grammophon, 1977.

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