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Vivir en familia

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO

Cuando tienes 16 años, que te digan que te tienes que quedar en casa “15 días” por una pandemia mundial es lo último que te esperas, y eso era sólo el principio de lo que acabaron siendo 51 días, cuando nos dejaron salir a dar un paseo a la calle. 51 días sin tus amigos, encerrados en casa con tu familia, única vida social, aplaudiendo y cantando todos los días a las 20 h. en el balcón o que te despertasen de la siesta, jugando al Veo veo a pleno pulmón de ventana a ventana; en fin, todo un cuadro.

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Los días de confinamiento estuvieron llenos de convivencia familiar, con esas personas que te cruzabas por el pasillo cuando salías de tu habitación; con numerosas bromas, risas, cocinando y comiendo más de lo debido… Hicieron que quedarse en casa fuese, a ratos, hasta divertido. Antes, al tener cada uno sus horarios, no podíamos compartir tantos momentos y, de estar uno o dos en el sofá, pasamos a estar todos juntos, pasando tardes y noches de películas, juegos y marujeo.

Echábamos de menos a los amigos. Adoptamos la costumbre de hacer muchísimas videollamadas e innumerables noches tanto de Skype, como de House Party . A ellos, sólo los veíamos ahí, aunque también por miles de vídeos y mensajes que nos hacían sentirnos menos solos.

Sin duda, echábamos en falta el Centro Juvenil, que despejaba nuestra cabeza cada viernes, pero los monitores no tardaron en solucionar nuestro problema y empezamos los telegrupos, por WhatsApp y Meet. Entre esas llamadas, también tuvimos un acompañamiento personal e incluso acabamos haciendo un vídeo entre todos para matar el aburrimiento.

Hemos vivido la semana de exámenes más rara de nuestra vida, para la que nos habían preparado los deberes en Classroom. Aplicación que todos nos queríamos desinstalar; pero ahí la teníamos para avisarnos de las tareas, porque la agenda acababa siendo un caos.

Antes de este confinamiento, había asignaturas a las que no dábamos la importancia que merecían. A raíz de estar encerrados, nos hemos dado cuenta de lo importante que es la educación física para la salud; la religión, para no tener tanto miedo del futuro, rezando por los que peor lo estaban pasando; y la música y la plástica, es decir, las relacionadas con el arte, tanto para seguir unidos a la cultura como para seguir cuerdos, ya que, en muchas ocasiones, era gracias a lo que nos relajábamos y lográbamos desconectar de la extraña realidad que estábamos viviendo.

Algo que nos ha cambiado

Este confinamiento ha dado mucho tiempo para la reflexión, para pensar acerca de nosotros mismos, que antes, muchas veces, se nos olvidaba. Pensar en qué aspectos nos gustaría mejorar, en cómo podríamos hacer más felices a quienes nos rodean. También en cómo estamos realmente y no en cómo aparentamos estar .

Ha hecho falta una pandemia mundial para que aprendamos a mejorar la convivencia en familia, a cuidar las relaciones a pesar de todo, a aprovechar más los pequeños momentos e incluso a apreciar más el día a día. Ya ha terminado el confinamiento y aho ra es el momento de poner en práctica todo lo aprendido, y no sólo las recetas de cocina.

María Gómez

Estudiante

Para reflexionar

EDUCAR EN SABIDURÍA Dinámicas y propuestas para trabajar en Secundaria

Iván Suárez Paredes

(2018), EDITORIAL CCS, Madrid, 116 p.