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La imágen de la mujer mexicana a la luz de la crítica feminista francesa: Un análisis de arráncame la vida por Maritza Alexandra Rodríguez Acevedo

por Maritza Alexandra Rodríguez Acevedo.

No, no es la solución tirarse bajo el tren como la Ana de Tolstoy ni apurar el arsénico de Madame Bovary (…) Debe haber otro modo que no se llame Safo ni Mesalina ni María Egipciaca (...) Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser.

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Rosario Castellanos, Meditación en el Umbral.

Desde el inicio de la historia, la mujer ha permanecido relegada a un segundo plano dentro de la sociedad. El hombre se ha establecido como el modelo de supremacía, dejando al género femenino en el lugar del sexo débil que debe permanecer en la sumisión. Su espacio se confinó al hogar, dedicándose al cuidado de los hijos y asegurar el bienestar de su marido, del hombre. La mujer fue calificada como “el otro”, como si fuera un ser aparte del género humano sin las mismas capacidades que los hombres para desempeñarse en ciertas actividades. Tuvieron que suceder muchos cambios en la sociedad a lo largo del tiempo para que la mujer despertara del letargo en el que se encontraba y comenzara a organizarse en conjunto para luchar por el reconocimiento de sus derechos dentro de la sociedad.

El feminismo surge como una reacción a la Ilustración, una crítica de la marginación de las mujeres en los principios que este establecía1. La segunda ola comienza en el siglo XIX con el movimiento de las sufragistas y la demanda del reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres, exigiendo su derecho al voto. En esta época toma gran relevancia el movimiento de las mujeres norteamericanas, más fuerte y radical a comparación del europeo2 hasta lograr el derecho al voto en 1920. Durante este periodo, las ideas de Simone de Beauvoir y Virginia Woolf establecerán las

1 Samara de las Heras Aguilera, “Una aproximación a las teorías feministas”, Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, enero 2009, 9.

2 René Wellek y Austin Warren, “Crítica literaria feminista” en Teoría Literaria, (España: Gredos, 2002), 407-421.

bases de un proceso que terminará de consolidarse en 1960. Estas autoras establecen la necesidad de desmontar la cultura patriarcal a la que debían enfrentarse las mujeres que buscan desempeñarse en la escritura3. En este contexto, surge la crítica literaria feminista en 1970, producto de los movimientos feministas de décadas anteriores y derivaciones críticas del post-estructuralismo.

Los escritos de Virginia Woolf y Simone de Beauvoir fungen como base para esta corriente que, no solo busca la reestructuración de los modelos ideológicos de la mujer en la sociedad, sino que también crea una crítica literaria basada en un nuevo método para leer los textos. La crítica literaria feminista se dividirá a su vez en dos vertientes, la crítica angloamericana y la crítica francesa. Sin embargo, los objetivos comunes de estas vertientes serán proponer un nuevo método de lectura en el que se cuestionan los modelos de la mujer dentro de la literatura; establecer la ginocrítica, consolidar el término escritura femenina y analizar los aspectos del texto y su marginalidad.4

La crítica feminista francesa se basa primordialmente en las ideas de Hélène de Cixous. Ella define un modelo de escritura femenino en contraposición a otro masculino; este segundo modelo está regido por imprimir en sus ideas un carácter binario, positivo/negativo, masculino/femenino.5 En este binarismo, lo femenino será siempre asociado a aquello negativo. La mujer, por lo tanto, debe ser despojada de sus características humanas, se establece una relación amo/esclavo entre ella y el hombre; en este tipo de escritura, las historias, según Cixous, están creadas para dar a la mujer una lección de cómo debe comportarse.6 En base a estas ideas, establece que es necesario que la mujer desmonte el discurso del poder masculino imitándolo, asumiendo sus valores usados para después poder deconstruirlos.7 ¿Qué mejor manera de explicar el tipo de escritura que propone Cixous que trasladarse al México postrevolucionario de los años treinta?

El libro Arráncame la Vida, de la escritora mexicana Ángeles Mastretta fue publicado por primera vez en 1985. En él, narra la historia de Catalina, una niña de quince años de una familia no muy acomodada económicamente que, a esta tierna edad, se casa con el general Andrés Ascencio. A partir de aquí comenzará su desgracia, al ser inexperta en todos los aspectos de la vida, el general la moldea y le enseña cómo debe de:

3 René Wellek y Austin Warren, “Crítica literaria feminista” en Teoría Literaria, (España: Gredos, 2002), 407-421.

4 Idem

5 Idem

6 Hélène Cixous, “La risa de Medusa” en Ensayos sobre la escritura, (España: Anthropos, 1995), 1-107.

7 René Wellek y Austin Warren, “Crítica literaria feminista” en Teoría Literaria, (España: Gredos, 2002), 407-421.

comportarse, cómo ser su mujer. Catalina asume este rol por un tiempo sometiéndose a los deseos de su esposo, pero poco a poco comienza a darse cuenta de las injusticias que Andrés comete en la política, de sus múltiples amantes y decide que no quiere seguir asumiendo ese rol social que le han impuesto. Deja de lado su papel de madre y esposa amorosa, revelándose ante los arquetipos del comportamiento de la buena mujer mexicana.

Siguiendo la corriente de la crítica feminista francesa, el libro podría dividirse en dos partes. El primer momento gira entorno a la protagonista siendo modelo de mujer sumisa.

Se casa con Andrés ingenuamente, sin saber realmente nada de la vida. Al momento en que él va a pedir su mano, simplemente lo negocia con su padre, la voz de Catalina no cuenta, es Andrés quien ha tomado la decisión y quien seguirá tomando todas las decisiones, impone su dominio firme desde el momento que celebran su matrimonio: «Ni creas que vas a tener siempre todo lo que quieras. La vida con un militar no es fácil. De una vez velo sabiendo… en esta mesa, mando yo»8; con estas líneas su esposo deja en claro que él tendrá siempre el control absoluto de su vida.

En sus primeros años de matrimonio, su marido la moldea a su gusto, le enseña las cosas que debe de hacer para serle útil. Catalina acepta esto como verdad absoluta y se conforma con ser buena esposa, fiel a su papel de mujer, pese a que la mayor parte del tiempo su marido no la trate ni siquiera como a una compañera, sino como algo de su propiedad, de lo que él puede disponer de la manera que sea: «Andrés pasó cuatro años entrando y saliendo sin ningún rigor, viéndome a veces como una carga, a veces como algo que se compra y se guarda en un cajón y a veces como el amor de su vida. Nunca sabía yo en qué iba a amanecer»9.

Es en esta primera parte donde se observa aquella característica de binarismo propia del modo de escritura masculino. La autora asume los valores establecidos de lo que debería hacer una mujer dentro del matrimonio, sin opinión ante las decisiones de su marido, activa en las tareas del hogar, madre amorosa, fiel. Estos aspectos se asimilan, de manera que el lector sea consciente de ellos, la misma protagonista en una de sus cavilaciones piensa que todo es mejor así: «Yo preferí no saber qué hacía Andrés. Era la mamá de sus hijos, la dueña de su casa, su señora, su criada, su costumbre, su burla. Quién sabe qué era yo, pero lo que fuera lo tenía que seguir siendo por más que a veces me quisiera ir a un país donde él no existiera»10. 8 Ángeles Mastretta, Arráncame la Vida (México: Editorial Plantea, 2002), 20.

9 Ídem, 31.

10 Ídem, 66.

A su vez, se observa un concepto del amor que a lo largo del tiempo los hombres han creado específicamente para la mujer. Según Cixous, para los hombres el amor es sólo un asunto de umbral, algo que alimenta su ego pero cuya realización completa es peligrosa, el amor es una especie de muerte11. Para las mujeres, por el contrario, el hombre ha introducido esta idea de verlo como una necesidad, busca ser amada, el amor es su destino, pero este no tiene cabida en el mundo masculino12.

En la obra la visión del amor de ambos personajes se ve más de una manera sutil, reflejado en la actitud de ambos esposos frente a la boda, Catalina sueña con una boda a lo grande, su día especial: «A veces todavía tengo nostalgia de una boda en la iglesia. Me hubiera gustado desfilar por un pasillo rojo del brazo de mi padre hasta el altar, con el órgano tocando la marcha nupcial y todos mirándome»13. Por el contrario, Andrés ve todo esto como un desperdicio: «Andrés me convenció de que todo eso eran puras pendejadas y de que no podía arruinar su carrera política… ni de chiste se iba a casar por la iglesia»14.

La segunda parte del libro comienza cuando Catalina se cuestiona la posición que ocupa dentro de la vida de su marido. Deja de lado sus labores maternales, que las niñeras se ocupen de sus hijos: «resolví cerrar el capítulo de amor maternal. Se los dejé a Lucina. Que ella los bañara, los vistiera, oyera sus preguntas, los enseñara a rezar… De un día para otro dejé de pasar las tardes con ellos, dejé de pensar en qué merendarían y cómo entretenerlos… Se fueron acostumbrando, y yo también»15; en cambio, prefiere indagar en todos los negocios ilícitos que Andrés maneja, tomando poco a poco el espacio público. El eje de su vida cambia, ya no se centrará en complacer a su esposo y ser una buena mujer, comienza a pensar por sí misma y a colocarse en primer lugar de importancia.

Esta liberación la lleva incluso a permitirse caer en el adulterio, teniendo ella un par de amantes sin importarle la fidelidad al matrimonio, pues sabe que Andrés tiene muchas mujeres. Es en este punto cuando conocerá a Carlos, que funcionará como su vía de escape y de desenfreno de pasiones, un sinónimo de buscar reconquistar su libertad. Estar con él la hace querer ser dueña de su propia vida: «Tengo treinta, quiero mandarme, quiero vivir contigo, quiero que la bola de viejas que se vienen mientras te miran dirigir sepan que la que se viene de veras soy yo. Quiero 11 Hélène Cixous, “La risa de Medusa” en Ensayos sobre la escritura, (España: Anthropos, 1995), 1-107.

12 Ídem

13 Ángeles Mastretta, Arráncame la Vida (México: Editorial Plantea, 2002), 15.

14 Ídem, 16.

15 Ídem, 80.

que me lleves a Nueva York y que me presentes a tus amigos. Quiero que me saques del ropero y decirle todo al general Asencio»16. El pensamiento binario planteado en la primera parte del libro se rompe en esta segunda parte, acercándose más a un tipo de escritura femenina. Los arquetipos establecidos se derrumban, la idea de la mujer comportándose de manera sumisa para beneficio del hombre cambia.

Lo femenino ya no se encuentra clasificado como lo negativo, sino que hombre y mujer se establecen en un mismo plano. Lo bueno y lo malo no están completamente definidos, los diferentes valores se mezclan. Catalina obliga a Andrés a verla como igual al actuar como él; todo lleva a cambiar la imagen que su esposo y ella misma tienen de su persona. La muerte de Carlos parece un evento que mermará esta transformación, sin embargo, funciona como el catalizador final de este cambio; una vez superado, sigue adelante. Catalina se siente cada vez más libre, sale por fin de aquellas sombras en las que la mujer ha permanecido desde hace mucho tiempo, lo único que sigue obstaculizando esa felicidad es Andrés. Esto se ilustra perfectamente en aquel momento en el que Andrés está demasiado enfermo, sin embargo, Catalina sigue viviendo la vida, entre fiestas, placeres y hasta mostrando a su nuevo amante en público: «No me apenó verlo perder la fuerza. Salía con Alonso como si fuéramos novios… Volvía a mi casa de madrugada y durante semanas, no abrí la puerta de mi cuarto. Sólo a veces, como quien visita a su abuelo, tomaba té con Andrés en las mañanas»17.

El final mostrado, contrario a muchos textos propios de la escritura masculina, no termina mal para la protagonista. Usualmente al hablar de la mujer, el método de escritura masculino da un mal final a estas mujeres que se atreven a desafiar el modelo establecido por los valores de la época. Quienes no se apegan al rol social no alcanzan la felicidad, «…ella aprende los caminos que la llevan a la pérdida…»18, mediante estas lecciones de comportamiento se reafirma el papel dominante del hombre, la domesticación utilizada contra la mujer. En este libro, sin embargo, el final es bueno para Catalina; su comportamiento transgresor no la lleva de ningún modo a la condena, sino que pese a todas las vicisitudes por las que tuvo que pasar, logra sentirse feliz y totalmente libre una vez que Andrés muere, sin arrepentirse de lo que ha hecho: «Quise sentir la 16 Ídem, 180.

17 Ángeles Mastretta, Arráncame la Vida (México: Editorial Plantea, 2002), 248. 18 Hélène Cixous, “La risa de Medusa” en Ensayos sobre la escritura, (España: Anthropos, 1995), 1-107.pena de no ir a verlo nunca más. No pude. Me sentí libre…Cuántas cosas ya no tendría que hacer. Estaba sola, nadie me mandaba. Cuántas cosas haría… Divertida de mi futuro, casi feliz»19.

La literatura es siempre un producto de la sociedad y, por lo tanto, de las ideas que rigen la misma en una época determinada. Siguiendo esta definición podemos concluir que la escritura feminista, de la mano de las críticas feministas literarias, surgen como una necesidad de la reivindicación de la mujer dentro de la sociedad. Ángeles Mastretta en su libro, refleja cierta influencia de estas ideas feministas, específicamente del modelo de escritura propuesto por Cixous, asumiendo primero los arquetipos de la mujer mexicana durante la época postrevolucionaria para después deshacerse de ellos, como una crítica de estos. Mastretta se establece entonces como una escritora femenina que busca cambiar el espacio en el que se desarrolla la mujer, haciéndola dueña de sí misma.

BIBLIOGRAFÍA

De las Heras Aguilera, Samara. 2009. Una aproximación a las teorías feministas. Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, enero. Wellek, René y Austin Warren. 2002. Crítica literaria feminista en Teoría Literaria, 407-421. España: Gredos.

Cixous, Hélène. 1995. La risa de Medusa en Ensayos sobre la escritura, 1-107. España: Anthropos. Mastretta, Ángeles. 2002. Arráncame la Vida. México: Editorial Planeta. Martínez, Adelaida. Feminismo y Literatura en Latinoamérica. Conferencia presentada en la Universidad de Nebraska en 2010.

Salvador, Álvaro. 1999. Novelas como boleros, boleros como novelas: una lectura de Arráncame la vida.

Anales de Literatura Hispanoamericana, marzo. 19 Ángeles Mastretta, Arráncame la Vida (México: Editorial Plantea, 2002), 270.

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