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Posterguémonos por Ángel Soto

por Ángel Soto.

Así, con el tiempo en fuga, a la luz que esperamos, sabremos si yo sigo tan disléxico y tú tan briosa incontenible.

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Beberemos la madurez de enfrentarnos cara a cara. Mirarás esa cicatriz tornada, ascos asimilados, hediondos recuerdos de aquellos tratos que, si el tiempo es vil,

brotará aquel souvenir alegre.

Sé que lo dulce te corta tanto como cicuta o gastrópodos al paladar. Que prefieres te diga las cosas de lado, mirando sin ver. Siendo que eres pellejo expuesto tanteando con las extremidades.

Lo sé.

Brujo soy, envidia de protervos

faustianos.

También consciente se trata de una constante, obnubilada por ti, de todo ser a llamarse humano.

Pero decido darle no a ti, querida, el gatilleo. Dejemos sea otro quien ejecute, cual juez adornado en años,

nos convoque ya vistos y experimentados ya lamidos y probados, saciados con cera calmante de rozaduras.

Quizás nuestra ansia de amarnos sea limitada por un simple: “no éramos para tanto”

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