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Prácticas Profesionalizantes en la Escuela Secundaria Técnica

Prácticas Profesionalizantes en la Escuela Secundaria Técnica

- Por Cecilia Pasman

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Directora del Área de Educación de la Asociación Empresaria Argentina (AEA)

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Históricamente, la Escuela Secundaria Técnica fue una de las modalidades educativas que más se vinculó con el mundo del trabajo. Sus diferentes especialidades y su fuerte formación práctica ha sido un sello de atracción para las empresas, especialmente cuando se trataba de las escuelas dependientes del Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET). Sin embargo, a partir de la transferencia de escuelas nacionales a las provincias, los vaivenes de las reformas educativas y las múltiples crisis económicas de nuestro país, se acentuó la brecha entre la formación que los y las estudiantes recibían y las necesidades de perfiles de las industrias.

1 La sanción de la Ley 26058/05 incorporó, entre otras cosas , las Prácticas Profesionalizantes, generando así un instrumento con mucho potencial para acercar la Educación y el Trabajo. A partir de esta norma, y de forma paulatina, las diferentes Jurisdicciones -las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires- fueron modificando sus planes de estudio para incorporar estas nuevas Prácticas. Siendo un país federal, y estando la educación en manos de las Jurisdicciones, cada una de éstas fue haciéndolo a su tiempo y forma. Hoy, casi la totalidad de las Jurisdicciones tienen las Prácticas implementadas en sus currículas, es decir, todos los estudiantes de las escuelas secundarias técnicas del país deben hacerlas. Si bien, las clases de taller/laboratorio ya existían en la Educación Técnico Profesional para que los estudiantes

pu-dieran aplicar de forma práctica los conocimientos teóricos, las Prácticas Profesionalizantes son un espacio curricular diferente, cumplen otro rol. Lo que se busca con esta materia es que los y las estudiantes experimenten situaciones vinculadas a su futura profesión, fortaleciendo también sus habilidades y capacidades. Su principal diferencia con una práctica de taller/laboratorio radica en el contexto de aplicación: en las Prácticas Profesionalizantes el foco está puesto en que los y las estudiantes participen en contextos reales de trabajo, por ejemplo, en empresas u otras organizaciones fuera de la 2institución escolar. ¿Qué suman, entonces, estas Prácticas a la formación de los estudiantes? Supongamos una escuela de química, ¿es lo mismo un ensayo hecho en la propia escuela que uno hecho en el Laboratorio de Calidad de una empresa, incluso con similar equipamiento? No, no es lo mismo. El contexto difiere y eso transforma la experiencia. La expande, agrega nuevos elementos que permiten un desarrollo más completo en las habilidades y capacidades de los y las estudiantes. Entregar un resultado de un ensayo de laboratorio a un profesor en la escuela no es igual que hacerlo al área de producción -para que pueda despachar un producto y que éste salga al mercado- en una empresa. No es igual interactuar con compañeros de aula que con personas de otra formación y otras edades, con diferentes roles y jerarquías. Claramente, no son lo mismo los 45 minutos de una hora cátedra que los tiempos de la realidad productiva. Las reglas del mundo laboral no son siempre las reglas escolares y aprehenderlas es parte de la dimensión “profesionalizante” de estas experiencias. Si bien para las empresas abrir las puertas a los estudiantes implica asignar tiempo y dedicación de su personal y eso muchas veces no es sencillo, una cantidad considerable están acompañando al sistema educativo en esta propuesta y, de esta forma, potenciándolo. En ocasiones se considera que la incorporación de practicantes por parte de las empresas beneficia sólo a los estudiantes. Por el contrario, sostenemos que el sistema de Prácticas Profesionalizantes resulta provechoso para todos los involucrados. Para las empresas, generan un “semillero” de profesionales, ya que pueden conocer jóvenes con potencial quienes muy pronto se incorporarán al mercado laboral. Además, es una gran oportunidad de ejercitar habilidades de liderazgo para quienes ofician de tutores de los estudiantes. Por su parte, para las escuelas, el hecho de que sus estudiantes vivencien el mundo productivo potencia notoriamente la experiencia del aula y actualiza el modo y los contenidos a enseñar. El año 2020 ha puesto al mundo frente al desafío de la pandemia del COVID-19. El aislamiento físico, como única solución disponible al momento, ha obligado a virtualizar prácticamente todas las actividades y el sistema educativo no es la excepción. Sin embargo, las características propias del proceso de enseñanza/aprendizaje hace que esta “virtualización” no sea tan sencilla, especialmente al haberse implementado masivamente de un día para otro, en un país tan heterogéneo como el nuestro en términos de recursos y conectividad. La virtualización de la Educación Técnico-Profesional agrega un desafío extra: Cómo llevar las prácticas de taller/laboratorio y las Prácticas Profesionalizantes a los hogares. Si ya en épocas normales la realización de las Prácticas requería cierto esfuerzo por parte de las escuelas y de las empresas, la situación actual es claramente un reto. Sin embargo, ¿es imposible? Desde la Asociación Empresaria Argentina (AEA), desde hace quince años acompañamos al sector privado en la articulación con la educación técnica a través del Programa Vinculación Empresa-Escuela. Nuestra experiencia tendiendo puentes durante todos estos años nos muestra que, cuando hay voluntad de cooperación todo es posible, y es lo que ha empezado a suceder: Empresas que llevaron al e-learning sus capacitaciones destinadas a estudiantes; visitas 360 para reemplazar las presenciales a planta; tutorías virtuales para proyectos; charlas técnicas de expertos de las compañías vía plataformas de comunicación o grabadas en video; apertura de licencias para compartir con los estudiantes programas informáticos a efectos de realizar simulaciones. Este tipo de acciones implementadas paulatinamente con el fin de sostener los vínculos construidos durante tantos años, priorizan la creatividad y voluntad de articulación. Atento a ello, desde la AEA queremos invitar a todas las empresas a sumarse y aportar su granito de arena para que la Educación Secundaria Técnica pueda cumplir cabalmente su rol al formalizar un puente hacia el mundo del trabajo.

[1] La Ley de Educación Técnico-Profesional le devolvió a la educación técnica su estructura de 6 años, avanzó con la homologación de títulos a lo largo del país y creó el Fondo de Financiamiento de la Educación Técnico Profesional.

[1] Existen diferentes modalidades que las instituciones educativas pueden ofrecer a sus estudiantes para cursar la materia Práctica Profesionalizante. Aunque esto puede variar en cada Jurisdicción, en general se pueden agrupar en dos: 1) las experiencias que los/as estudiantes realizan en empresas u otras organizaciones diferentes a la escuela (Prácticas Profesionalizantes Externas o Pasantías, según diferentes denominaciones de las Jurisdicciones), 2) Proyectos Productivos o de Investigación que, en general, se desarrollan en las propias instituciones educativas. Estos proyectos también pueden contar con acompañamiento de actores diferentes a la escuela. El caso de universidades, centros de investigación o empresas que ofrecen a los proyectos asesoramiento, colaboración o, incluso, plantean sus problemáticas para que sean abordadas por los estudiantes en los proyectos sería un ejemplo de ello. i

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