Descenso al infierno ruso (Tamara Djermanovic, Cultura/s)

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ESCRITURAS

Novela Un relato monumental sobre los avatares de un clan burgués moscovita retrata la convulsa travesía soviética por buena parte del siglo XX

“El mundo se desmoronaba. Era la aniquilación total (...) La constelación de las estrellas no es favorable para los poetas, hermanos míos”, se cita en Una saga moscovita. En realidad no es ningún favor etiquetar a una novela como “Guerra y paz del siglo XX”, tal y como se ha hecho con la espléndida Una saga moscovita de Vasili Aksiónov. O tal vez sí lo es para la venta, pero no para la lectura, porque la condiciona, le pone parámetro de comparación, le exige unas características determinadas que no posee y asimismo le dificulta emerger con las suyas propias, aquellas que la hacen grande y única en la constelación de las letras universales. Una saga moscovita se desvela lentamente; pero una vez consigue hacerse creíble, emerge como un texto imprescindible, un testimonio que en 1185 páginas relata 28 años de historia, en las que Aksiónov afirma con creces el gran atributo que Aristóteles otorga a la literatura: enseña de manera más profunda sobre la historia, incluso más que la propia historiografía. En este contexto, la novela es una radiografía de la sociedad rusa cuando el comunismo llega al poder, retratando todas las capas sociales, políticas y humanas. Intelectuales, proletariado, campesinos; dirigentes, traidores, delatores, torturadores; pero sobre todo hombres y mujeres, padres, hijos, hermanos, amantes, amigos, enemigos, que en una situación como la que se vivió en la Unión Soviética a partir de la llegada de Stalin al poder están sometidos a unas reglas de juego que condicionan por completo la vida. “Miedo e impotencia roen a todos”. En el centro del relato está Boris Nikitovich Gradov, uno de los mejores cirujanos de Moscú y su familia: la esposa Mary Vajtángovna, graduada en el conservatorio de música, sus hijos Nikita y Kiril, “productos de la revolución” y la romántica y soñadora Nina Gradova; y luego sus matrimonios, hijos, amigos, etcétera. Su casa del Bosque de la Plata será el escenario en el que el escritor siempre vuelve para apuntar el balance de grandes acontecimientos históricos: se reúnen alrededor de la misma mesa, pero todo va cambiando y, además, “las sillas se vacían”.

¿Cómo uno podía convertirse en protagonista o víctima sin haber hecho nada para conseguirlo o merecerlo?, es la pregunta que Aksiónov ilustra a través de sus largas páginas de manera fatalista. Sus propios padres fueron llevados al gulag cuando él apenas contaba cinco años y él, ese mismo agosto de 1937, fue arrebatado de las manos de su abuela para ir a un internado “para los hijos de los enemigos de la patria”. Asimismo, si en los primeros capítulos algunos protagonistas todavía se preguntan si han perdido la libertad espiritual, hacia el final sólo puede plantearse si, llegados a este punto, todavía queda capacidad para seguir viviendo, a pesar de todo.

Cultura|s La Vanguardia

LA OTRA ORILLA 1185 PÁGINAS 34,50 EUROS

TAMARA DJERMANOVIC

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Vasili Aksiónov Una saga moscovita Traducción de Marta Rebón

Miércoles, 2 marzo 2011

Descenso al infierno ruso

Desfile de personalidades rusas

Estructurada en tres partes (La generación del invierno, Guerra y prisión y Prisión y paz) con una veintena de capítulos cada uno, Una saga moscovita también tiene una serie de entreactos, donde, entre otros, Aksiónov recopila noticias de la prensa soviética e internacional de aquellos tiempos. Un gran número de personajes históricos desfilan por la novela: Lenin, Stalin, Trotski, Wrangel, Beria, Bondarchuk; luego Bulgakov, Meyerhold, Yashvili, Mandelstam y otros intelectuales represaliados o liquidados, etcétera. Esto añade al libro un gran valor documental, sobre todo gracias a detalladas notas a pie de

Aksiónov coloca a sus personajes a merced del destino como si se tratara de una tragedia griega página de la traductora Marta Rebón. Asimismo, se puede seguir la topografía de Moscú con toda la progresiva transformación de sus monumentos simbólicos en los tiempos comunistas: los palacios del Kremlin “ocupados por los líderes del proletariado mundial”, la Torre Salvador, de la que ahora se entona la Internacional, los estudios de Mosfilm, en las antiguas colinas de los gorriones, que producen películas que glorifican la revolución. Pero sobre todo impactan todos aquellos edificios anónimos, viviendas, lugares de trabajo o de

Aksiónov aterriza en Orly antes de ir hacia su exilio americano en 1980 EUROPA PRESS

Un autor incómodo y determinante Vasili Aksiónov (Kazán, URSS, 1932-Moscú, Rusia, 2009) fue un escritor ruso y disidente soviético, Aksiónov estudió medicina y empezó a publicar cuando tenía 27 años. Ya sus primeras obras (Colegas y Billete a las estrellas) le consagraron como el pionero de la nueva prosa rusa. Hijo de Evguénia Ginsburg, quien relata sus 18 años en los campos de Gulag en El vértigo (publicado en castellano por Galaxia Gutenberg), Vasili reclusión, con su “olor a a suciedad y a tabaco fuerte” porque los podemos imaginar con más facilidad como nuestros. Moscú es el núcleo que abre y cierra el círculo, pero la narración nos traslada de Moscú al Tiflis sureño, para luego saltar a un archipiélago próximo al Círculo Polar, a Solovki, el primer campo penitenciario soviético en el lugar del antiguo monasterio. A bordo del tren que transcurre por la ruta transiberiana, junto con el sonido de raíles oímos el del crujido de huevos duros, “el único alimento que aguanta un viaje tan largo”. Aksiónov ha-

Aksiónov vivió en primera persona gran parte de las experiencias terroríficas que supuso la URSS estalinista. Pero tampoco en la época del deshielo el poder dejó a Aksiónov en paz. Su atrevida prosa fue censurada y él enviado al exilio y desprovisto de la nacionalidad rusa. En Washington, donde ejerció de profesor universitario, publicó en 1994 Una saga moscovita, libro cuya aportación a la literatura rusa se define hoy como determinante.T.J. ce depender sus personajes del destino como si se tratara de una tragedia griega. Con la diferencia que lo inevitable aquí viene dado sobre todo por el contexto histórico-político. Sin prescindir que es la verosimilitud y no la realidad lo que baraja la ficción literaria, con Una saga... el lector tiene la posibilidad de vivir junto con los Gradov lo que fue el siglo XX en Rusia. Y la edición en lengua española, con este libro y con el Doctor Zhivago de Pasternak –los dos en la impecable traducción de Marta Rebón– acaba de saldar algo la deuda con las letras rusas del siglo XX. |


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