Viaje alrededor de 750 palabras, de J. Ricardo Bayarri

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Viaje alrededor de 750 palabras

J. Ricardo Bayarri

narrativas, 2


Primera edición mayo de 2014 © José Ricardo Bayarri García © Fotografía de cubierta Joan Fibla Vanyó © De esta edición Onada Edicions Edita Onada Edicions Plaça de l’Ajuntament, local 3 Ap. de correus 390 12580 Benicarló www.onadaedicions.com onada@onadaedicions.com Tel. 964 47 46 41 Diseño de la colección Ramon París Peñaranda Maquetación Òscar París Garcia Corrección lingüística Rosa Maria Camps Cardona

ISBN: 978-84-15896-30-2 Depósito legal: CS-170-2014 Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por cualquier medio sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. PEFC Certificado Este producto procede de bosques gestionados de manera sostenible y fuentes controladas. www.pefc.org


Viaje alrededor de 750 palabras

¿

Se puede reflejar una parte de la realidad en un folio? ¿Cabe un mundo personal alrededor de 750 palabras? ¿Son suficientes o necesitamos ocupar varias páginas para expresar una mirada, una sensación o un recuerdo? Pienso que la literatura se encuentra en minoría con relación a las demás artes: ante la sutileza y el colorido de la pintura; ante la belleza y la expresividad de la escultura; ante la fuerza y elegancia de la arquitectura; ante la ternura y turbación del cine; ante la ligereza y gracia de la danza; pero sobre todo ante la música, que quizá sea la forma de expresión más compleja y profunda que existe. Pero a veces, sólo contamos con palabras, con la única herramienta que nos queda. Quizá las palabras no puedan competir contra un crepúsculo, el aroma del jazmín o una melodía seductora, pero uno se entretiene tejiendo humildemente con palabras, para intentar atrapar la esencia de una emoción, o plasmar la belleza de un paisaje, aunque el resultado quede lejos de lo esperado. Es una tentativa, muchas veces vana, de reflejar el misterio de un gesto lánguido o de descubrir la inocencia en los ojos de un niño. Durante casi tres años, he tenido la manía de anotar meras divagaciones, de intentar apresar recuerdos o sensaciones que percibía, y también de fabular pequeñas historietas que imaginaba. ¿Ha valido la pena el esfuerzo? No lo sé. En mi caso, la ficción y la realidad se han entremezclado y se confunden; desgraciadamente no consigo distinguirlas. A veces parto de un recuerdo lejano, pero sin querer, empiezo a recubrirlo con matices, miradas y resonancias, y le otorgo 3


vida propia. A esa metamorfosis, que yo me he acercado con poca fortuna, quizá podríamos denominarla: literatura. Todo viaje es una aventura que empieza con cierta esperanza pues nunca sabes qué sorpresas nos puede deparar el siguiente escrito. Cada trayecto, como cada instante de nuestra vida, es único, diferente y también puede ser fascinante. Quizá he abusado de ciertos temas. Posiblemente. Ante algunos temas candentes o actuales no me siento cómodo, y si entrase, tal vez pisase terrenos un tanto resbaladizos para mí. Cuando uno escribe debe trazar su propio camino, independientemente de si tiene aceptación o no. Además, la vida es demasiado corta para perderla intentando agradar a los demás. Borges dijo que un libro es una cosa más entre la vastedad de cosas que pueblan el universo. Es cierto. Además, no hay que darle más importancia de la que tiene. He hecho una recopilación de escritos que ya se han publicado y de otros que todavía no. De ello, se edita este libro. ¿Qué pasa completamente desapercibido y sólo le interesa a escasas personas? No importa. Si nos hemos metido en esta aventura, no perdamos la compostura y fracasemos con el mejor ánimo posible, sin lamentos y aceptando nuestro destino. Y aun sabiendo que este libro pronto yacerá en el dulce foso del olvido, me gustaría que mi nieta cuando fuese mayor, se entretuviese en leer algunas de sus páginas. Espero que no sea hipócrita, sino tolerante y sepa perdonar mis torpezas, contradicciones y debilidades. También me gustaría que supiese estimar la vida plenamente, que no la viviese con miedo, que aprendiese que nunca es tarde para empezar de nuevo, que cada día encontrase momentos bonitos y agradables, que no se cogiese las cosas a la tremenda, y que no se arrugase antes las adversidades. Mientras pulía los textos, tenía la sensación de que en algunos han pasado más de mil años y no me reconozco. En fin. Cada escrito es fruto de unas circunstancias. Si vuelvo a


las andadas, me sacudiré de encima esa cansina melancolía que arrastro, y sacaré a relucir mi lado salvaje. Prometo ser mucho más mordaz, radical e irreverente. ¡Al carajo lo que piensen los demás! Creo que acabaré siendo un viejo gamberro. Quiero agradecer al editor del semanario “El Dissabte” Vicente Jovaní por permitirme publicar durante casi tres años mis escritos, así como a su redactora María José Sánchez que aguantó estoicamente mis continuas rectificaciones. Ha sido un viaje lleno de incertidumbres, de búsquedas y también de encuentros y de alegrías, pero como cualquier aventura, ésta toca a su fin. Es hora de arrinconar las ensoñaciones, de intentar desconectar esta convulsa y maldita mente que me devora cuando se revoluciona y se pone a mil por hora, de volver a la realidad y de regresar a casa. Benicarló, febrero de 2014.


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04. No crea que usted sea la única que le pasa. Ni él es un caso aislado. Por desgracia su marido no es una excepción a la regla: no tiene solución. Son todos iguales; no es defecto de fábrica. Firmado: Una mujer realista. 05. Si empiezo a buscarme a mí mismo igual no me gusta y me arrepiento de haberme encontrado. O también podría ocurrir, que no encontrase nada y entonces me llevaría tal disgusto, que acabaría deprimido. Firmado: Un conservador. 06. Hombre sin experiencia solicita una mujer aplicada en las artes amatorias para ver si es tan bonito como lo pintan. “Yo creo que todo es un camelo y se ha magnificado demasiado ese hecho. Creo que es un simple intercambio de secreciones y jadeos, acompañado con una especie de calambrazo que te da. Veremos si hay algo más” Firmado: Un hombre realista. 08. Francés, griego… en todas sus formas y maneras diversas. Completo a partir de 69 euros. “Estamos hablando de cursos de idiomas, malpensados. Que sois todos unos malpensados” Firmado: Profesora que domina de maravilla el francés y con profunda experiencia en el arte griego. 13. Hombre loco desea conocer mujer loca para enloquecer juntos realizando sin parar locuras de amor. “¿Es usted lo suficientemente insensata o ya es desgraciadamente una mujer demasiada juiciosa y responsable?” Firmado: Una persona cuerda.


15. Hombre raro desea relacionarse con alguna mujer rara para… no sé cómo explicarlo, a ver: ¿Se entretiene jugando con su sombra y le hace guiños? ¿Puede llegar a estar ensimismada media hora mirando únicamente un punto estando a gusto? ¿Tres ya le parecen una multitud? Por las noches ¿siente la compañía de la luna? Cuando está en medio de la gente ¿sabe desconectar fácilmente evadiéndose a una isla desierta y llega a percibir el aroma del mar? ¿Le suele hablar con dulzura a sus plantas? Entonces, estimada amiga, ¿se atreve o es usted muy rara? Firmado: Una persona lúcida. 16. Hombre solitario desea a una mujer solitaria para no encontrarse jamás y así poder continuar estando solo. Anónimo. 23. Hombre amable desea complacer a una mujer. “No importa que sea inexperta en la cocina ya que me presto a enseñarle a cocinar unos sabrosos platos; no pasa nada si no es muy ducha en el manejo y cuidado de la casa, porque sin problema me ofrezco en todo momento a mostrarle mis habilidades de la casa. El fin de semana le puedo sorprender sirviéndole en la cama un rico desayuno a base de tostadas con mantequilla y mermelada, zumos naturales y un tazón de café con leche, para que empiece bien el día. Cuando llegue del trabajo, tendrá preparada la bañera a la temperatura adecuada para que una vez se encuentre completamente relajada, esté dispuesta a degustar seguidamente, en un ambiente sugerente con velas encendidas, de una apetitosa y exquisita cena que le dispondré amorosamente. Si un día se encuentra alterada, le cogeré de las manos y le sonreiré suave y dulcemente hasta que se contagie. Y si sufre de frigidez, le arroparé entregándole toda mi ternura, pues intentaré con muchísima paciencia que entre en el fascinante y cálido mundo de los afectos y sensaciones que yo humilde7


mente le mostraré. Ya sabe: mi corazón está a su entera disposición” Firmado: Su fiel servidor. (Nota: esta promoción caduca al cabo de una semana) 32. Si en el fondo, lo único que pido a un hombre es que no sea falso y que tenga algo de ternura. Anda corazón, atrévete y dime cosas bonitas como: “Que tengas dulces sueños, pequeña princesa” o “No temas amor, estaré a tu lado si me necesitas” Ves, con esas simples frases me derrito y me conquistas totalmente; no me interesan otras declaraciones pomposas o demostraciones fatuas. ¿Es tan difícil de decirlo? ¿O todavía te avergüenzas? Firmado: Una mujer superior. 39. Cariño, si fue una tontería, normalmente sólo estoy en internet para cosas del trabajo y leer la prensa. Te juro que ha sido un virus troyano que manipuló la información del ordenador señalando que me pasaba más de una hora en páginas eróticas cada día. Si tú eres mi vida y mi sol. Como tú no hay nadie, y que se quiten esas guarras de youporn.com. Firmado: Un decente y abnegado esposo. 40. Cariño, después de la cena de empresa, mis amigos insistieron y ya sabes que si tomo algún chupito, no sé quién soy. Te juro que yo no quería y ellos me empujaron a casa de esa vecina soltera, y como iba borracho la confundí creyendo que eras tú. Que esa joven maciza, pechugona y viciosa, a mí me aburre mortalmente, y si ella chillaba era por los calambrazos que tenía, por la falta de potasio que sufre. No es lo que tú te imaginas cariño; no seas malpensada. Firmado: Un hombre verdadero. 48. Oferta: ofrezco suegra gratis. Disponibilidad inmediata y se entrega a domicilio sin gasto de envío. Posee todos los encantos posibles que puede encontrar en una típica suegra: tacaña, pesada, chismosa, cizañera... De regalo se 8


ofrece unos tranquilizantes para los nervios y si ve usted que no hay manera de que calle, también se acompaña unos tapones para los oídos. Eso sí, no se admite la devolución. Firmado: Un yerno que está a punto de estrangularla. 66. Se busca compañía femenina para pasar una noche agradable en un paraje encantador y solitario cerca de Peñíscola. Es una invitación en toda regla: sabrosos bocadillos, suave vino embriagador, exquisitos dulces árabes, y unas velas que iluminarán un ambiente cálido y sugestivo. Y todo ello acompañado por un cielo estrellado, una playa de ensueño y un mar sugerente que invita, ahora en verano, a bañarnos para atrapar los destellos de la luna. No hace falta que hablemos, arrojaremos las palabras al agua para degustar plenamente el silencio de la noche. ¿Se anima? No tema: únicamente la voy a devorar lenta, suave y muy dulcemente. Firmado: El devorador nocturno. 67. Chica megaguay desea conocer a chico superguay: “Que tenga el pelo largo o muy corto, barba de dos semanas o rasurada y esa mirada canalla que sea capaz de despertar mi furor uterino. Fundamental cuidar su cuerpo: debe marcar sus abdominales porque no soporto los que descuidan su físico y abandonan su figura con esos desagradables y horrorosos michelines, demostrando con esa dejadez, que carecen de voluntad. También debe cuidar su imagen, pues lo más profundo para mí es esa piel morena que combine con un estilo fashion: sugerente ropa de marca con multitud de complementos. Eso sí, mi chico debe tener un coche del cual no me tenga que avergonzar. Ni muerta entro en un coche sencillo o de segunda mano. Antes muerta que sencilla. Exacto, como aquella canción” Firmado: Una chica con estilo. 72. Cambio mente esquizoide por otra mucha más tranquila y sosegante. Está poblada por unas malditas ensoña9


ciones que le impiden a uno comportarte normalmente. No atiende a razones porque es caprichosa, va por libre no obedeciendo las órdenes que se le dan, y cuando se obsesiona, empiece a temblar porque puede acabar fácilmente desquiciado, sin saber cómo diablos frenarla. ¿Sería usted tan amable de intercambiármela? Firmado: El eterno soñador. 73. Le ofrezco a usted la nada. Es discreta, tímida, y silenciosa. ¿No desea hacerse amigo de ella? Firmado: Nadie.

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Ficciones

2. Dependencia Deseaba morirse. Que la tierra la tragase. Desaparecer. Su amor, ese chico en el que ella había confiado y depositado bastantes secretos y parte de su intimidad, aquel que ella había soñado y deseado en secreto desde hacía dos años, al cual le unía una amistad, pero que ella anhelaba en el fondo de su corazón que se convirtiera en una relación más íntima, ese amor, se fue con una pelandusca desde hacía dos semanas, donde lo único atrayente y mencionable de esa chica, era dos pechos siliconados adornado con una sonrisa postiza y atontada. “Pero será burro”, pensó ella. Mira que irse con esa insulsa, la cual conocía desde hacía tiempo y se caracterizaba por no tener ni dos dedos de frente: que la escritora Elvira Lindo pensase que era una compañera de tertulia de Belén Esteban, podía pasar, pero situar París en América era de ser mema. Pero por lo visto eso, a su adorado Mario no le importaba, ya que lo interesante era palpar esas pechugas rellenas de gel que le ponía como una moto. Lo mejor era olvidarle, y no caer en la tentación de odiarle, ni tenerle manía, ya que era concederle demasiada importancia a ese imbécil, que no lo merecía. “El olvido será su castigo” pensó. Cayó en la cuenta que él, nunca había hecho algo por ella: ¿Qué detalles había tenido? ¿Qué interés le había demostrado, durante esos dos años? Sabía perfectamente cómo se había comportado y aprovechado de su buena voluntad. Y desgraciadamente todos los datos apuntaban a que ese estúpido de Mario le gustaban las chicas pechugonas, simples y predispuestas. Ella vio que no tenía ninguna 11


oportunidad, por ser una chica corriente y de corte romántico, que no podía competir con esas chicas despampanantes y atrevidas que le fascinaban. Ni sobornándolo con sabrosos bocadillos que ella le preparaba amorosamente, ni con poemas que le recitaba, ni con amenas historias que le contaba, ni con invitaciones a pasear por la playa que él siempre declinaba, le daría esa oportunidad de poder estrecharlo entre sus brazos como ella soñaba. Había creado un ser ficticio, alimentado por sus sueños imaginarios. No quería albergar más ilusiones. Con frecuencia pensaba que había que evitar cualquier acercamiento. “Cuanto menos roces, mejor para la salud” pensó. No podía aguantar más esa situación, ya que Mario no sentía nada por ella. No valía la pena esperar algo de un ser insensible y borrego que iba con la lengua fuera por un par de tetas postizas. Se dio cuenta de que todo su esfuerzo fue en vano y había hecho el ridículo al entregar y ofrecer su cariño y su energía a un ser que no lo merecía, y eso era muy triste. “Está muerto, muerto, muerto” se repetía constantemente para exorcizarlo de su pensamiento. Acababa de enterrar para siempre a su amor. Flaubert dijo que llega un momento en que la persona amada ya no está con nosotros, y ese momento creyó que había llegado. Había que independizarse y desprenderse de esa pesadilla, pasar página y no estar todo el día pendientes de su carácter y anclada a una vana esperanza. “Es historia pasada. Que la alegría o la tristeza no dependa de ese merluzo” maduró. Había que darle una oportunidad a la vida, lejos de esa maldita dependencia: nuevas etapas, nuevas aventuras, nuevos encuentros que seguramente serían más placenteros y agradables. Encontrar alguna persona que supiera apreciar y estimar el mundo interior que ella tenía y no como el besugo de Mario que era un cegato total. Se culpaba a sí mima por haber sido tan idiota por dedicar una atención desmesurada a un ser tan frívolo y vulgar. A partir de ahora, ella regiría y llevaría 12


las riendas de su vida, recuperando esa alegría que antes de conocerlo poseía. Al rato sonó el teléfono y era la voz de Mario, que le dijo que quería hablar con ella por la tarde, para comentarle que se había cansado de esa tonta pechugona, y deseaba contárselo a su amiga del alma. Ella dudó un instante, pero entonces tuvo la corazonada de que esta vez sí que él empezaría a mirarla con nuevos ojos, con más deseo y quizá ahora, valorase la entrega y atención que le dedicaba. Su sonrisa volvió a florecer. —Claro Mario. Y te prepararé tu bocadillo preferido: tiras de pimiento y berenjena ya asada y limpia, con trozos de anchoas y aceitunas rellenas. ¿Qué te parece? 7. Lucas No me importa que para divertirse a veces, algunos niños se dediquen a tirarme piedras, o que incluso la gente me llame el tonto del pueblo, porque si lo dicen casi todos no creo que estén equivocados y debe ser cierto. A decir verdad, soy muy corto y bastante simple aunque mi madre, que en paz descanse, una vez me dijo: “Lucas, tú también eres hijo de Dios; no lo olvides” ¿No somos todos hijos de Dios? Pero la gente algunas veces no se acuerda, pero no me enfado. Ahora que lo pienso creo que nunca me he enfadado: de qué sirve estar malhumorado si no soy nada, un simple ignorante del que todo el mundo se puede reír. Y si uno se divierte burlándose de un idiota, qué le vamos a hacer. Mi madre me enseñó que no valía la pena enojarse por nada, ni por nadie, y yo siempre he sido un buen hijo que he intentado obedecerla en todo momento. Nunca tuvimos propiedades pero no me importa, ya que el monte es mi auténtica morada y tengo un trabajo privilegiado del que estoy orgulloso: ser el pastor del pueblo que 13


lleva el ganado de los demás a pacer por el monte. Siempre me ha gustado estar cerca de los animales. Cuando empieza a refrescar el ambiente, duermo en un corral abandonado que habilité un poco, para cocinar algo y poder dormir sin pasar frío, pero cuando hace buen tiempo, me gusta dormir al aire libre que es donde mejor se está. No conozco a mi padre y mi madre sólo me dijo que mi padre tiene una reputación que preservar. Pero gracias a ese fugaz encuentro nací yo, que según mi madre era su alegría y lo mejor que le había ocurrido. Algunos del pueblo se burlan diciendo que muchos podrían ser mi padre, pero yo no les hago mucho caso. A veces por las tardes, cuando tengo un rato libre, me llaman para que les limpie el corral o ayudo en diversas tareas que me dicen y nunca digo que no, porque luego me dan algo de comida y además, si veo que he ayudado en algo, me siento bien. No me gusta que me den monedas ya que ignoro su valor; prefiero que me den fruta, pan o algo de carne. Mi madre me indicó el lugar donde escondía unos papeles que decía eran valiosos y al fallecer de forma imprevista, fui a recogerlos y entré en la tienda de comestibles con esos papeles y cogí varias cosas: un pollo, huevos, aceite y un paquete de arroz. Y la tendera toda amable dijo que si le entregaba todos esos billetes, me daba esos alimentos, y yo le agradecí el intercambio. La gente es buena por naturaleza ¿no creen ustedes? Me he ofrecido a todas las solteras de este pequeño pueblo, pero todas me dicen que no me hago valer, que carezco de ambición, que no poseo absolutamente nada y que soy bobo. Si lo dicen, debe ser verdad, pero a veces, la noche es muy larga y me gustaría estar cerca de una mujer para poder abrazarla, pues aunque sea diferente, también tengo sentimientos. Una chica me dijo que la esperase al llegar la noche cerca del pozo ya que prometió que vendría. Estuve toda esa noche esperándola pero posiblemente se olvidó, o 14


no sé, ya que cuando la vi la otra vez, estaba hablando con unas amigas y se reían al mirarme. Quizá la próxima vez tenga más suerte. Yo lo único que tengo son mis manos, voluntad para trabajar, y un corazón que está dispuesto a entregárselo a una mujer. Pero se ve que no es suficiente. Qué le vamos a hacer. Así es la vida. Pero no pierdo la alegría pues mi madre una vez me dijo: “Lucas, la alegría es un don que Dios ofreció a los hombres y es un pecado no utilizarla, ya que si albergamos desprecio o rencor hacia los demás, se nos enturbia nuestro corazón y avergonzamos a nuestro Señor” y yo ya he dicho que siempre hago caso a mi madre e intento no perderla, a pesar de que ella lamentablemente ya no esté, porque el estar vivo, ¿no es todo un regalo, que hay que agradecer? Por eso doy gracias al cielo por ofrecerme unos ojos capaces de descubrir el paisaje de la montaña; un oído para escuchar los pájaros cuando camino con mis animales; unas manos para poder hacer estatuillas pequeñas de madera con la navaja cuando estoy aquí a solas en el monte, y este pobre y corto cerebro diciendo estas tonterías. Pero no me hagan ustedes mucho caso, porque ya he dicho que sólo soy Lucas: el tonto del pueblo.

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Momentos, sensaciones recuerdos…

18. ¿Cuál es su vocación? A veces la vida te brinda gratamente algún regalo que hay que aprovechar y disfrutar. Desde hace pocos meses en un simple recinto público de vapor de agua, tengo encuentros muy amenos con una persona mayor, pero de mente grande y fecunda que si coincidimos, tenemos charlas placenteras y desenfadadas sobre la vida y sus variaciones. Normalmente a esas horas solemos estar solos pero una vez se sumaron dos madrileños. Él, indiferente a que había entrado gente, continuó hablando como si nada y dijo delante de todos que le conmocionaba contemplar los almendros en flor, añadiendo que como se acuesta antes de las diez de la noche, le gusta recitar poesía a las cinco de la mañana y que con frecuencia, al atardecer, se recrea observando los matices que ofrece el crepúsculo de su pueblo. En fin. La risa prendió entre los recién llegados. Uno de ellos, que suele sentenciar cuando habla, pues lamentablemente la duda no le entra en su cerebro, le ridiculizó con un gesto infame que mi amigo por su colocación en el recinto no pudo verlo, agregando en tono burlesco que la edad no perdona, que el pobre hombre perdía aceite por todas partes porque derrapa cuando habla y que tenía que ir urgentemente a hacer una visita a la ITV, para ajustar ese motor que ya flaquea y no funciona correctamente. Y todo satisfecho de su comparación, para rematar su faena, se puso condescendiente, invitándole a que bajase de las nubes pues no podía ir por la vida así, haciendo un ridículo espantoso. El jolgorio entre ellos era grande y el regocijo se apoderó en sus rostros. Mi amigo con su sonrisa y con esa lenta voz queda que tiene, le dijo tranquilamente: 16


—Oiga señor, mi vocación es amar y no puedo evitar enamorarme de cosas bellas, cosa que no me avergüenzo en absoluto. Y usted caballero, ¿cuál es su vocación? ¿De qué se enamora usted? Al gallo del corral le cogió a contrapié las preguntas. Masculló algo e improvisó una respuesta que no fue satisfactoria, pues empezó a perder los papeles naufragando en un mar de contradicciones, que terminó la conversación marchándose enfadado del recinto. Mientras salía, despotricó contra ese viejo diciendo que un pelagatos no le daba ninguna lección y que no perdía más el tiempo con un chiflado que dice tonterías. Ni después de ducharse, su rostro se suavizó porque continuaba estando desencajado y malhumorado saliendo deprisa de los vestuarios. Como comentó una vez mi amigo en el baño turco, para vivir intensamente es necesario no albergar ni una pizca de odio ni de rencor hacia nadie. No merecen gozar de esa atención desmesurada. Y desprenderte de lo superfluo, es decir, despojarse de esos miedos que nos paralizan. Se empieza lanzando la reputación personal de uno por la ventana. Que digan o piensen lo que les plazca, no perdiendo el tiempo en justificaciones, e incluso en muchos temas, ser benevolente: si uno es del Barça, yo también; si otro insiste que es del Real Madrid, pues igualmente, no hay problema, de todos los equipos, de todos los colores, de todos los bandos. No hay ninguna contradicción en ser de todos, siempre ganas y siempre pierdes. Y si te es indiferente ganar que perder, descubres felizmente que tanto el éxito como el fracaso son dos impostores como muy bien dijo Kipling. Y es entonces, lejos de las murmuraciones y gobernando tu propia vida, cuando empiezas realmente a sentir plenamente, porque hay tanta belleza a nuestro alrededor que cuesta estar enfadado por nadie ni por nada. Como hace mi amigo, un hombre liberado, amable y muchas veces cachondo, ya que no se coge la vida a la tremenda y se ríe de sí 17


mismo. A sus 73 años está hecho un chaval, lleno de energía y vitalidad. Ya me gustaría llegar a esa edad con su lucidez, vigor y con su graciosa y desenfadada ridiculez. Ahora, a mediados de abril, en algunas partes de Benicarló empieza a florecer el azahar, dejando un perfume que en algunas personas ese aroma les trastorna el comportamiento de tal manera, que a medianoche van en busca de estrellas fugaces o intentan descifrar la cara oculta de la Luna. 18. Cristal He de admitir que no soy fan del cantante Raphael. Normalmente no suelo escuchar sus canciones, pero después de que saliese afortunadamente a salvo de un delicado trasplante de hígado, he observado que esta persona no tiene nada que ver con lo que era antes, convirtiéndose ahora en otro hombre completamente distinto. Se ve que también le arreglaron alguna fibra sensible suelta que tenía. Todavía recuerdo hace algunos años su actitud arrogante ante algunas personas, su pose de divo fuera del escenario que llegaba a cansar, acompañado de algunas declaraciones poco afortunadas contra algún partido político. Fue salir vivo de la operación y como un ave fénix, cambiar rotundamente su apreciación sobre el género humano. Ahora muestra una simpatía a prueba de bomba: es amable y generoso con todo el mundo sin excepción; solidario con los más débiles y dando gracias por esta segunda oportunidad que le ha ofrecido la vida para poder sacarle todavía algunas sonrisas. Cree que es un regalo del cielo que aún continúe vivo entre nosotros y ha aprendido que no vale la pena ahora que le quedan unos cuantos años, perderlos malhumorado. En ocasiones tengo charlas amenas con un amigo, el cual sostiene que el perfil interior de una persona jamás cam18


bia. Afirma que el carácter de una persona generalmente se mantiene inalterable durante toda su vida, que por diversas circunstancias puede haber ciertas variaciones, pero en el fondo, su forma de ser no varía. He aquí una prueba de que alguien sí que puede cambiar. Eso sí, para darnos cuenta de las cosas, como somos muy tercos, ha de ocurrir algo gordo para que cambiemos de actitud y nos cuestionemos si la relación con los demás es la más adecuada. De vez en cuando ¿no hay motivos para sonreír un poco? En ocasiones ¿la vida no se nos presenta de forma dulce y amable? ¿Es trasnochado, cursi y de una candidez supina soltar algo así? ¿O tenemos que estar todo el santo día clamando de lo mal que está todo: del precio de los carburantes o de nuestros gobernantes? Según el cristal en que se desee mirar, la vida puede ser en algunos momentos maravillosa o, el cielo puede seguir estando encapotado todos los días si uno se empeña en continuar con su pertinaz hosquedad, a pesar de que después de la tormenta, en ocasiones, ese mismo cielo se muestra generoso y nos ofrece el arco iris. Sé perfectamente que con sólo ver las noticias se cae fácilmente en la desolación, robándonos esa alegría y las ganas de realizar alguna cosa. Pero creo que si uno es curioso, también puede descubrir la otra cara de la realidad, observándola desde otro ángulo para percibir la otredad, cuando la mirada se cruza con alguna grata sorpresa inesperada, o incluso, uno puede asombrarse de llegar a una dulce paradoja. No estamos hablando de obviar la evidente crisis que penetra en todos los ámbitos, pero a pesar de los pesares, hay que dejar un espacio y un tiempo propio, para que esa brutal realidad no nos invada completamente paralizándonos como persona. Uno tiene todo el derecho del mundo a mostrar su faz más amarga que tiene, y en algunos casos, no hay que buscar la causa en la crisis porque esa aspereza la tienen desde hace ya demasiados años. También hay personas que siem19


pre encuentran un motivo para continuar con su perenne mal humor, a pesar de que materialmente no les falte de nada y no están impedidas. Pero si uno se esfuerza en observar detenidamente el entorno, también comprueba, y eso no se suele mencionar y pasa desapercibido, que hay gente con valor que no se arredran ante una dificultad. Personas generosas, anónimas y calladas que aprovechando favorablemente los dones que la vida nos ofrece, entregan lo mejor que llevan dentro y te brindan una razón para confiar todavía en el género humano. Y te lo demuestran con unos simples y sencillos detalles que las engrandecen: una te ofrece una mano; otra te sugiere un camino; otra te promete un destino; otra te descubre una flor; otra te regala una sonrisa; otra te aporta su sencillez; otra te dibuja la luna; otra te anima a reír; otra te enseña humildad; otra te invita a bailar; otra te obsequia un verso perdurable; otra te da su palabra; otra te canta una canción, y otra te entrega su hermoso corazón. Y a usted, ¿le parecen insuficientes estas ofrendas? 27. Plenitud Hay instantes únicos, sobrecogedores, mágicos que hace que uno se reconcilie con el entorno. Cada objeto adquiere por una extraña razón, un enorme valor. Si fuésemos panteístas creeríamos que cada cosa es sagrada y tendríamos que venerar a la Madre Naturaleza, pues cada parte posee un espíritu que está esperando de nosotros que lo descubramos: la rosa se abre y anuncia alegre su llegada a la vida para que la miremos o la tomemos, ya que al marchitarse, desgraciadamente, no florece de nuevo. Hay que estar atentos para captar ese instante y atrapar el aroma porque luego puede ser demasiado tarde. En una simple playa de la Serra d’Irta, la del Russo, que está al lado de la del Pebret, llegas en bici después del traba20


jo y puedes estar tranquilamente un par de horas. Ahora, a finales de Mayo, en un día entre semana, está habitada por un grupo variopinto de personas: en un rincón un grupo de franceses; en otra punta está una pareja de alemanes; luego aparece una persona solitaria que se coloca por el centro. Cada uno ocupa un trozo de playa y está con sus cosas: uno lee, otro toma el sol, otra se baña, otro busca caracolas, otra pasea y también tú participas de ese ambiente sugestivo y agradable. En los cuadros campestres de Renoir hay composiciones perfectas donde se percibe que cada personaje ocupa su sitio. También en algunos directores japoneses (Mizoguchi, Kurosawa…) se observa el respeto y devoción que tienen a las composiciones de la naturaleza, con el hombre como un elemento más. ¿Existen momentos de plenitud, de comunión con la Naturaleza, instantes únicos, mágicos que uno está exultante y gozoso de fundirse con todo lo que te rodea? No lo sé, pero algo aproximado se puede encontrar aquí, siempre y cuando se tenga el espíritu a punto para recibir una descarga de emociones y sensaciones placenteras. Pero creo que para saborearlo plenamente, uno ha de desintoxicarte previamente, purificando el alma de resentimiento, teniendo la mente limpia de parásitos como prejuicios e inhibiciones que bloquean el cerebro, y abriendo de par en par todos nuestros sentidos para percibir el sugestivo entorno: el sonido de las chicharras; el rumor de las olas que mueren en la arena de la playa; el aroma a romero y a tomillo que ofrece la montaña; agradecer la brisa que acaricia la cara; dar la bienvenida a la estrella del día que cada día nos visita para ofrecernos sus rayos de vida; observar una bandada de gaviotas que surcan el cielo azulado; sentir el contacto de los pies con la arena suave y limpia, y disfrutar viendo los matices del agua del mar, ahora verde esmeralda, ahora azul pálido, con la línea del horizonte delante de ti. ¿Qué sueño es superior a ésta sinfonía de sensaciones? ¿Qué más se puede 21


desear? ¿Qué es la vida si no un frenesí de emociones? ¿Por qué no morir mientras se contempla este paisaje? ¿Por qué cuando se nada y se adentra, no abandonarse a merced de las corrientes dejándose llevar? ¿Qué sentido tiene regresar al mundo ordinario? ¿Para qué? Cuando Dios expulsó del paraíso terrenal a Adán y Eva yo creo que los echó de nuestra querida Serra d’Irta. El pintor Gauguin estando en la Polinesia pintando sus coloridas y sugerentes mujeres nativas y estando ya enfermo, comentó a un amigo que el edén que estaba buscando, quizá se encontrase en esos pueblos costeros, tranquilos y encantadores del Levante español. O sea, estamos en el paraíso y nosotros seguimos sin enterarnos. A un tiro de casa, en nuestra Serra d’Irta, existen lugares que si uno tiene espíritu aventurero, encontrará sendas con misterio y encanto; parajes como cerca de Vistahermosa, que en los atardeceres de otoño cuando se percibe el cambio de tiempo y la entrada del Mistral, se contempla una puesta de sol simplemente arrebatadora; castillos que esperan que sean conquistados; barrancos que cuando llueve suavemente cobran vida ya que desprenden un olor cautivador; cumbres como Campanilles o la Bota que desde la cima eres el Señor de la Serra; ermitas sagradas que ya cumples penitencia subiendo en bici; tesoros escondidos en antiguas torres vigías; lugares mágicos que habitaron antiguos pobladores; sonidos y silencios sobrecogedores; aromas que se te clavan en la mente... Lugares y sensaciones, que no son menos fascinantes que otros rincones aparentemente exóticos. No hace falta desplazarse a zonas llamadas paradisiacas para gozar de bellos paisajes. Sí hombre sí, al lado de su casa. Sólo hay que abrir los ojos y dejarse llevar por los sentidos.

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36. Secretos Ayer tuve que ir a un entierro. Observas que es una tradición depositar coronas de flores alrededor del féretro como muestra de respeto y estima que se tiene por el fallecido, pero personalmente creo que sería más bonito y considerado que a uno le llevasen flores cuando pueda apreciarlas porque el finado, desgraciadamente, ya no puede disfrutarlas. Curiosamente a un hombre en nuestra sociedad, queda ridículo regalárselas en vida pero una vez muerto, se acepta como un detalle amable y generoso ofrecérselas. Recuerdo haber leído que una persona no quería flores en su sepelio porque llegaban demasiado tarde. (O quizá lo soñé. Realmente no sé si lo he leído o lo he imaginado. A estas alturas ya me confundo continuamente) Durante la misa, me preguntaba si esa persona fallecida vivió intensamente, si amó la vida que le tocó vivir, si tuvo suerte, si albergó alguna pasión, si fue valiente y vivió como deseaba, si evolucionó y cambió de ideas, si valió la pena el esfuerzo que realizó. No sé, esas cosas que a veces te pasan por la cabeza. Pero también me preguntaba si tuvo algún secreto, un lado íntimo desconocido que a lo mejor sus más allegados ignoraban, si realmente su vida privada fue un misterio. Quizá desconozcamos una vida interior que él quiso mantenerla oculta. La biografía siempre la escriben los otros, y ellos sólo saben de fechas, de ciertos acontecimientos destacados y nada más. Desgraciada o afortunadamente hay secretos que uno se lleva a su tumba. El escritor intimista Pessoa anotó: “Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía, no hay nada más sencillo. Tiene sólo dos fechas, la de mi nacimiento y la de mi muerte. Entre una y otra todos los días son míos” Posiblemente cualquier interpretación de algún hecho ocurrido en la vida de una persona introvertida sea pura especulación y plena confusión. Qué sabemos nosotros de sus dudas, de sus miedos, de 23


sus deseos, de sus sueños, de sus silencios, de todo aquello que sintió o sufrió. Hay personas que confiesan con orgullo que no tienen ningún secreto y afirman sin ambages que son transparentes. Pienso sinceramente que bastantes de ellas son francas, honestas y van de frente. En política o en cargos públicos evidentemente uno debe ser transparente y tener las cuentas claras y en regla. Pero en el ámbito privado es diferente. Personalmente me atraen las personas reservadas que no manifiestan todas sus vivencias u opiniones, que guardan algo íntimo en su interior y no lo comparten absolutamente con nadie. Hay silencios misteriosos, seductivos, maravillosos… Existe todo un mundo subterráneo que no aflora en la superficie. Tal vez posean grietas o incluso fosos desconocidos en su vida privada. Esa vida oculta, salvo que no hagan daño a nadie, le pertenece únicamente a esa persona. También hay algunos seres que son normalmente previsibles intuyendo generalmente sus opiniones o el comportamiento que puedan tener. En ocasiones encuentras alguna persona con una actitud positiva que denota una vida plena, intensa, que no se ha rendido ante los obstáculos o sinsabores que se le han presentado y encara con valor esas adversidades. Asimismo observas miradas desgastadas de tanto bregar; rostros apagados que sugieren falta de ganas, o cansados de llevar demasiado tiempo una vida gris. Igualmente hallas gestos alegres o ingenuos, y caras expectantes cargadas de ilusiones y entusiasmos a la espera de que sus deseos sean satisfechos. Y en medio de estos semblantes, también encuentras alguna persona reservada, discreta y callada que esconde sus sentimientos y debajo de esa apariencia silenciosa, alberga, en algunos casos, todo un mundo fascinante en sensaciones que desconcertaría a sus amistades, pero que por pudor más que por temor, se avergüenza de manifestarlas. Hay secretos que no se comparten, y no es conveniente explicitarlos, pues posiblemente sería vergonzoso y humi24


llante. No todo hay que decirlo porque también llegaríamos a ser insoportablemente aburridos. Esta sociedad nos enseña, si no quieres hacer un ridículo espantoso, que hay que contener ciertas emociones y no manifestar algunos sentimientos. El genial Proust escribió una frase reveladora: “A partir de cierta edad hacemos como que no nos importan las cosas que más deseamos” Uno ya ha aprendido a fingir. Por lo tanto hay que guardar las apariencias. Ya he revelado demasiadas cosas, demasiados secretos. Será mejor que calle. 43. Opinión La periodista Maruja Torres ha comentado que la han sacado de la sección de opinión del periódico “El País” y molesta por la decisión, se ha ido de la empresa en la que había trabajado durante los últimos 30 años. Considera que había sido capaz de crear opinión en una parte de sus lectores. Eso me ha hecho pensar. Evidentemente yo no tengo ni la categoría, ni el talento de esa escritora, ni claro está, este semanario es el altavoz que ella gozaba. Creo que nunca he tenido opiniones sólidas: son equívocas y tienen fecha de caducidad. Al no tener un criterio estable, podríamos decir que soy un inmaduro. Mi psiquiatra siempre me lo recordaba. Hace más de dos años me desahució porque consideró que no tenía arreglo posible, y al carecer de un interlocutor, entones me dio por escribir. Ahora vierto mis manías y obsesiones en un trozo de papel que carece de rostro, pero no me hace preguntas indiscretas. Bien mirado salgo ganando: me sale gratis y de momento, nadie me riñe, pero bueno, todo llegará. Crear opinión debe ser un engorro, pues le obliga a uno a ser coherente con sus argumentos, hilar fino en las ideas y no desbarrarse. Como estoy plagado de incertezas mi cabeza nunca está despejada, es como una leonera en la que 25


está todo revuelto y no consigo ordenarla debidamente. Si opino de una cosa tendría que sopesar los pros y los contra, y después debería hacer una valoración justa y objetiva y decidirme por una opción, justificando lo expuesto, y sinceramente, no tengo el espíritu suficientemente equilibrado para asumir tal compromiso. Además, las pocas ideas que tengo son confusas y resbaladizas, y seguramente acabaría metido en un berenjenal. Y luego mi mujer me diría: “Ves, eso te pasa por opinar. Pero, ¿en dónde te metes? Con lo guapo que estás cuando no opinas. Si no tienes ni idea.” Y tiene toda la razón. Ya en un curso de terapia de pareja que asistí hace años, la terapeuta me aconsejó que en las situaciones conflictivas, era conveniente dar la razón a la mujer porque afirmaba que la mujer es más intuitiva y posee más visión que el hombre. Y si lo dice una experta que además es mujer, pues lo más sensato es obedecer y no llevarle la contraria ¿verdad? Ya se sabe: cuando la mujer pone los brazos en jarras, frunce el ceño y luego te amenaza con el dedo índice, no es prudente contradecirla. Pensándolo bien hay tantas opiniones como personas. Cada uno tiene las suyas y considero que no está bien que venga alguien de afuera a perturbar el dulce hogar de las creencias que uno tiene bien asentadas en su cabeza. Ya está el mundo suficientemente revuelto, para que aparezca un iluminado que tras tener una revelación, se cree que está en posesión de la verdad y se empeñe obstinadamente en alterar los pensamientos ajenos poniéndolo todo patas arriba. Pero hombre, después de las desgracias que sufrimos, usted todavía quiere socavar la buena convivencia y turbar la paz de espíritu. Además, estaría preocupado si pensase que hubiese alguna persona que creyese que mis opiniones son respetables. Después de más dos años escribiendo creo que es evidente: no tengo credibilidad pues soy tremendamente contradictorio y variable. Por lo tanto no me considero un ejemplo 26


a seguir, ni pretendo ser un referente para alguien. Lo más sensato es dar la razón a aquellas personas que no están de acuerdo con lo que escribo, porque la mía desgraciadamente hace años la extravié, y desde entonces no la he encontrado. Y si esas personas tan sensatas andan sobradas de raciocinio, por favor, que me den un trocito, que la compartan, que demuestren un poco de humanidad y no sean tan acaparadoras y egoístas. Pero si encontrase a mi razón, ¡oh si la encontrase!, estaría más contento que unas castañuelas y más feliz que Manolo Escobar cuando encontró por fin su carro. Se imaginan: la cordura y la sensatez reinaría en mi pobre cabecita. Pero luego la reprendería: “¿Te parece bien lo que me has hecho? Eso, a una persona no se le hace, dejándola desamparada y mutilada. ¡Qué sea la última vez que desapareces sin avisar! ¿O es que no tienes corazón?” Pero ahora sin mi querido juicio, las bellas frases se evaporan de mi mente y no me encuentro capacitado para opinar decentemente, y claro, luego sale lo que sale: escritos infumables, desustanciados o anárquicos como éste. Y todo por no hallar mi maldita razón. Le juro que la he buscado en toda mi linda cabecita y mi cerebro me ha dicho que hace muchos años que no la ha visto, y que el pobre se encuentra huérfano de ideas. ¿Usted la ha visto por casualidad? Si la ve, por favor, dígale que la echo mucho de menos. En fin. Aquí estoy ante la inconmensurable realidad: incompleto y desquiciado.

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Meras divagaciones

53. Fragilidad Hay momentos en que uno desea estar solo, desmarcarse de los demás para percibir la realidad de otra forma. En ocasiones, en medio de la multitud y la dictadura de la actualidad, no encuentras tiempo ni espacio suficiente para asimilar las cosas y puedes confundirte fácilmente. La proximidad ante unos hechos cercanos, a veces, se nos atraganta sin poder digerirlo serenamente y no nos permite valorar lo esencial. La lejanía ayuda a clarificar ciertos acontecimientos, pero también, lamentablemente, puedes entrever un entorno más sombrío, complejo o diferente porque de vez en cuando, descubres la cara oscura de la realidad: la verdad también miente; casi nadie conoce a nadie y tú también participas en el juego de disfraces y mentiras que domina el circo de la vida, donde el intercambio de palabras es un mero comercio de naderías y poses a las que recurrimos para aparentar lo cuerdos que estamos. ¿Hay que seguir el camino trazado por los demás? La vida de uno, ¿la gobernamos realmente nosotros, o el entorno sutilmente nos la va moldeando e imponiendo? Si se sigue la senda de la muchedumbre, ¿no acaba uno no sabiendo muy bien dónde mete el pie cuando camina? ¿No hay momentos en que la vida social se percibe como una mascarada? ¿Hay que mostrar afectación y sonreír a destajo cuando estamos delante de la gente? En medio de la multitud ¿cuál es la postura natural ante los demás, si a veces te encuentras perdido y desorientado? Entonces, ¿cómo conectar con esa persona, si las palabras muchas veces no expresan lo que deseamos 28


decir, o están contaminadas de gestos desnaturalizados, dificultando un posible acercamiento? Y en la intimidad, sin miradas que nos evalúan, ni testigos a los que ofrecer una representación, tirados en un sofá o en una cama ¿qué postura es la correcta? Sin esa segunda piel que nos camufla, ¿cómo nos comportamos cuando estamos solos y desnudos en casa? ¿Sabemos cómo somos realmente nosotros mismos cuando estamos rodeados de nadie? El hombre es el único animal que se disfraza con ropajes para relacionarse. ¿No es en el aislamiento nuestro momento más sincero? ¿No se percibe que en la fragilidad de una persona está su belleza, porque es su parte más vulnerable, la más auténtica y reveladora? ¿Cómo desprenderse de poses y tics adquiridos? ¿Cómo capturar esa mirada y plasmarla en un lienzo? ¿Cómo reflejar ese desasosiego que a veces nos envuelve cuando estamos a solas? ¿Qué gesto nos delata? ¿Es indecente exponerse y mostrarse tal como es uno mismo? ¿Se puede entrever la soledad, la angustia, el tedio, el hastío de vivir y exponerlo en un cuadro? ¿Qué hay que reflejar: lo que es o lo que se ve? Un cuerpo desnudo es simplemente una masa de carne, y según el ángulo de visión, puede ofrecer inocencia, o ese mismo cuerpo sin brillo y ahí tirado puede dar incluso repulsión. Y paradójicamente, ese cuerpo desnudo y frío nos avergüenza y lo escondemos de la mirada de los demás. Esa parte sombría y frágil aunque no queremos reconocerlo nos pertenece, y sacarla a relucir es mostrar un trozo de nosotros mismos. Una cadera ancha y fofa; un cuerpo enjuto; una mueca vacía; una persona desnuda echada en una cama de cualquier manera al lado de un perro; un rostro perdido o apagado… también forman parte del paisaje de la persona, aunque se pretenda ocultar en la trastienda del escaparate. El mundo complaciente de tonos pasteles, con cuerpos bonitos y perfectos adornado con sonrisas eternas, existe únicamente en los anuncios que nos invaden. Quizá el mundo que nos cuentan sea total29


mente una impostura para aparentar un entorno idílico del que carecemos. Pintar los recovecos interiores del alma humana, captar esa mirada desoladora, mostrar el aislamiento de una persona en estado puro sin aditamentos, eso es una parte de la realidad. Lo otro son simples desfiles de caricaturas o máscaras. Si nos despojamos de ilusiones, de sueños, de ensoñaciones, de deseos ¿qué nos queda? ¿Cómo construir ahora nuestra precaria identidad? Entonces, uno está preparado para contemplar y degustar su obra. Hoy ha muerto una mirada reveladora y diferente; hoy nos encontramos más solos y desamparados; hoy 20 de julio ha muerto un maestro: el pintor Lucian Freud. 56. Escribir El oficio de escribir, ya se sabe, es un ejercicio solitario, requiere ganas de pasar un rato a solas en un rincón para cocinar con diversas palabras, algo que salga lo suficientemente digerible y que no termine en el cubo de la basura. Es como una especie de mecano que uno intenta construir, y te pasas el tiempo procurando expresar mediante una combinación de varios vocablos, aquello que en la cabeza tiene fuerza, sonoridad y ritmo, pero una vez vertido en el papel, te das cuenta de que el resultado no es el esperado o no termina de cuajar. Por eso hay personas que son pintores pues con ese lenguaje a base de formas y colores, se encuentran más libres y saben reflejar una realidad más sugestiva que utilizando unas descoloridas e inánimes palabras. De igual manera hay músicos que con un instrumento transmiten unas sensaciones que de otra forma no sabrían expresarlo tan maravillosamente. A veces pienso en una frase de Stendhal: “Escribo para apenas cien lectores, para seres infelices, amables, encantadores, nunca morales o hipócritas, a quienes me gustaría 30


complacer. Apenas si conozco a uno o dos”. En mi caso, escribir es continuar el incesante monólogo interior que arrastro desde la adolescencia y que ahora, materializándose en lenguaje escrito, aflora a la superficie. Ya sé que al publicar pierdes una parcela de tu intimidad, y exponerte delante de los demás, salir a la palestra y mostrar tus miserias, ocurrencias o tonterías, es un acto de exhibicionismo. Hay momentos en que me avergüenza pensar que tenga lectores; delante de ellos no sabría cómo comportarme, ni qué decirles, me sentiría terriblemente incómodo. Cuando le preguntaron a Faulkner qué pensaba de sus lectores, contestó que estaba demasiado ocupado con sus escritos como para preocuparse por sus opiniones. Esta declaración, a priori arrogante, yo no la interpreto como un acto de soberbia o de desprecio hacia el lector, sino más bien como un intento de encontrar un estilo propio: es aspirar a crear un mundo personal sin interferencias, porque no hay nada más triste que escribir para satisfacer a las masas. Un escrito debe ser independiente, tiene que hallar, lejos de la complacencia y los aplausos, esa voz que uno está buscando aunque al arriesgar te des un monumental tortazo y el resultado salga merengue o con tintes oscuros. No importa el resultado sino la búsqueda. Lo importante es transitar por esos sinuosos laberintos, las variadas sensaciones que nos otorga, el encuentro con la incertidumbre, el peligro que esconde una idea, el rumor de las palabras que nos acompaña y también, cómo no, la alegría ante los pequeños descubrimientos que nos espera cuando uno se sumerge en esta aventura creativa. Y no hay que pensar en un posible reconocimiento, ni crearse falsas expectativas por emborronar un papel; nadie prometió que al final del camino habría una recompensa esperándonos, ni siquiera un premio de consolación. Lo interesante es el recorrido, el suave perfume que dejan las líneas, esa resonancia que aún perdura interiormente. 31


Hace años leí unas declaraciones del escritor José Luis Panero que decía que a los veinte años se escribe para la novia, a los treinta para los críticos literarios y a partir de los cuarenta se escribe para intentar comprender cómo es realmente uno. A mi edad, con cincuenta y dos años, ni sé cómo soy, ni me considero lo suficiente importante como para que algún crítico pierda el tiempo con mis cuartillas, ni sé francamente a quién va dirigido este texto. Con, o sin ningún interlocutor, este escrito tan sólo es un juego de palabras hecho por un aficionado a las letras, y está condenado a ser efímero. Como todo, estas simples líneas también perecerán; es cuestión de tiempo. Pero he de reconocer que en ocasiones pienso que a alguna alma solitaria quizá le pueda gustar algo de lo que escribo, y así, mi vanidad se colma y mi espíritu se alegra al pensar que una lejana fragancia, cierto sabor melancólico o tal vez un venturoso matiz, arriba a buen puerto dando por bien pagado el trabajo realizado. Pensándolo bien, escribir es un pasatiempo, es una forma como otra de pasar el rato. Algunas personas en su tiempo libre construyen bellas maquetas; otras se sienten satisfechas con sus labores; otras elaboran deliciosos dulces; otras disfrutan caminando por las montañas; otras tienen duende cuando cantan, y otras personas tienen esa misteriosa inclinación, ese perverso vicio solitario, a veces grato y otras veces no tanto pero siempre apasionante, de colocar estratégicamente una palabra detrás otra para intentar crear algo irónico, algo sugerente, algo emotivo, algo evocador, algo… que valga la pena ser contado. En eso estamos. 59. Vide cor meum En ocasiones, las palabras se encuentran tan gastadas y deterioradas que desgraciadamente han abandonado su primigenio valor y han olvidado parte de su significado. Muchas 32


veces te encuentras impotente cuando descubres que es en vano el esfuerzo por intentar reflejar algo mediante unos vocablos que han perdido el brillo que tenían y no aportan nada sugerente. Puede que sea el momento entonces, de escoger algunas evocadoras palabras, transformarlas en voces, y acompañarlas con tonalidades, ritmos y una métrica adecuada para animarlas y que surja algo prodigioso: la expresión musical. Paradójicamente son nuestras propias palabras las que a veces nos impiden comunicarnos realmente. Para mí, algunas piezas musicales son el camino más directo para sentir y emocionarme. Así de simple. Al escucharlas, restañan nuestras heridas, derrotan nuestras defensas y dan sosiego a un espíritu que a veces se encuentra extraviado. Y es entonces cuando uno puede elevarse rozando el cielo o acariciar una sensación ya con el corazón limpio. Además, es un lenguaje universal que no necesita de traducciones y no entiende de fronteras, ni de espacios, ni de tiempo. John Dowland por ejemplo, murió hace casi 400 años y Bach hace más de 250 años y personalmente, sus obras me acompañan desde hace casi cuarenta años. En algunas personas esta música da sentido a su vida pues quizá sea el lenguaje más íntimo y poderoso que podemos saborear. En ocasiones, unas tonalidades bien armonizadas pueden llegar a ser la expresión más sugerente y bella que uno pueda sentir. Algunas composiciones van directas a nuestro interior y nos transforman de tal manera, que nos dejan mortalmente heridos ensanchando enormemente nuestros sentidos y logrando contaminar favorablemente las cosas que tenemos a nuestro alrededor. Hay melodías que nos moldean, emocionan y enamoran; hay canciones que fueron creadas para que se active algún resorte en nuestro corazón; hay armonías que nacieron para revelar un amor tierno y puro justificando el haber nacido; hay acordes que encierran un secreto y han sido capaces de absorber parte del universo; hay cánticos que recomponen 33


un desánimo y llegan a sosegar un alma atormentada; hay cadencias que son obra de los dioses y uno descubre maravillado que la belleza existe; hay arias que expresan anhelos, misterios, arrullando nuestro espíritu y haciendo que el oficio de vivir no sea en vano… Creo que hay que estar agradecidos y celebrar gozosos que tantas y tantas melodías nos acompañen. Si no hubiese escuchado durante años algunas piezas musicales, creo que desgraciadamente sería una persona completamente diferente. Aquel que lamentablemente no las siente, pienso que se pierde una parte apasionante de la vida y no sé cómo pueden sobrevivir sin esas bellas voces que nos cautivan, o esos maravillosos sonidos de algunos instrumentos. Me pregunto si tampoco creen en los milagros. Para mí se extendería emocionalmente un panorama desolador que empequeñecería mi existencia, sintiéndome incompleto. Creo que mediante notas musicales se puede expresar cualquier sensación: la alegría de un momento, una evocación melancólica que a veces le puede invadir a una persona, o un amor profundo y verdadero que también pueda sentir. Algunas melodías cobran vida y sentirlas creo que dignifica nuestra condición humana. Ahora sé que hay canciones para que uno se estremezca, voces sensuales que se apiadaron de nuestra existencia y gracias a ellas, pudimos percibir aromas o destellos fugaces que dejan huella. Como este descubrimiento: “Vide cor meum” (Mira tu corazón) un aria compuesta por Patrick Cassidy e interpretada por Danielle de Niese y Bruno Lazzaretti. La canción está inspirada en el capítulo III de la obra “La vida nueva” de Dante Alighieri, escrita después del fallecimiento de su amada Beatriz. Es un diálogo entre Dante y un interlocutor (Beatriz o el Amor) Hay personas que cuando interpretan se entregan totalmente. Y en algunos casos, ese acto íntimo y profundo, es capaz de despertar en nuestro ser lo mejor que tenemos 34


dentro. Posiblemente eso sea la música: cadencias para abrasarnos, melodías para estimar; en definitiva, armonías para sentirse intensamente vivo. ¿Cuánto tiempo hace que no miramos o escuchamos atentamente nuestro corazón? ¿O lo tenemos tan abandonado que ya no sentimos sus pulsaciones? Sólo sé que percibiendo esta música me siento mejor persona. ¿O tengo que avergonzarme por sentirlo e intentar expresarlo?

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Palabras

65. Balas perdidas Si apuestas para que la alegría sea una asignatura obligatoria que se debe intentar aprobar todos los días, ya que aquí en este mundo hemos venido a sonreír y a gozar, dejando a los murmuradores que digan lo que les plazca… Si has cometido casi todos los errores, y consideras una falta de educación insistir en tener razón, ya que cargar con la verdad cansa, y es más saludable dejar las certezas para los otros… Si la incertidumbre es tu única certeza, y el asombro y la perplejidad de la realidad tu única verdad... Si no encuentras ventajas ni méritos en el oficio de ser desdichado, y no cedes a la queja cansina y permanente, porque esas personas son unos pesados que carecen de valor y de ganas… Si no has nacido para ser prudente ni quedarte quieto cuando el destino te invita a embarcarte en una travesía de la que desconoces la ruta y el destino, pues consideras que lo importante es el viaje, lleno de sorpresas, aventuras y conocimientos… Si valoras la riqueza de una persona por su alegría, coraje y generosidad, pues esos atributos son su mejor patrimonio… Si intuyes que las palabras que expresa una persona no revelan su identidad, ya que tienden a confundirnos fácilmente, pues es en la mirada y en su rostro donde se percibe la realidad… Si no renuncias al derecho a equivocarte y al de dudar, ya que observas que llegar a ser una persona plenamente adaptada a la sociedad va en contra de tu libertad personal… 36


Si perdonas las debilidades humanas, pues las flaquezas y deslices de las personas llegan a ser la sal de la tierra, y sin ellas estaríamos condenados a ser serios y aburridos, y eso sí que sería imperdonable… Si aprecias la fina ironía, los placeres sencillos y el reírse de uno mismo como ejercicios básicos de supervivencia, pero en cambio te agotan los salvadores de almas, de patrias y de lenguas, que te fustigan diciéndote cómo tienes que amar, actuar, pensar o hablar, pues son, desgraciadamente, pobres de amor, espíritu y tolerancia… Si piensas que más vale arriesgar todo a una carta y aunque pierdas, no lamentarte y volver a empezar, que buscar la seguridad y el amparo de lo conocido, resignándote a una vida cobarde y mediocre… Si sientes debilidad ante la fragilidad o la soledad de una persona, y te atrae ese gesto torpe e inocente que tiene porque la dignifica; pero en cambio, te cansan esos presuntuosos que mirándote por encima del hombro e ignorando el vocablo humildad, se consideran importantes cuando hablan; o esos charlatanes inflamados de odio y rencor que carecen de empatía y de gracia… Si no soportas el chantaje emocional de esa persona celosa que enarbolando un simulacro de amor, lo único que ofrece son ataduras, sospechas y un egoísmo atroz, impidiendo a su pareja que se realice… Si la grandeza de una persona se mide por su capacidad de amar, y de sentir afecto por las cosas pequeñas de la vida… Si crees en un amor que no exija nada: ni recompensa, ni servidumbre, ni la presencia; libre de temores y de celos… Si uno de los grupos más libres y naturales que conoces son esas personas que han tenido la fuerza y valentía de salir de cualquier armario, y una vez liberados y desinhibidos, no se avergüenzan por tener todo un camión lleno de buenos sentimientos que compartir y ofrecer al mundo, sin perder el tiempo en justificaciones por ser como son… 37


Si descubres en un día lúcido que simplemente no eres nada, y ese abismo que se presenta te enmudece; ni el orgullo ni la vanidad pueden vencerla, pero reconocer y asumir la derrota es el principio de la grandeza de uno, y el renacer de la persona para llegar a ser, curiosamente, otra vez nada‌ Si al final del camino cuando la muerte venga a visitarte no retrocedes, levantas la cabeza y le ofreces y te tomas con ella la última copa de vino; y pide a Dios que te libre de soltar alguna pomposa frase grandilocuente que te rebaje.


Retazos

1. —El mundo real es insuficiente para mí. Necesito más. Necesito recrearlo. —Bueno, aquí me tienes. Empecemos cuando te plazca— le respondió su imaginación. 5. De tanto tiempo que pasaba en la luna de Valencia se fue a vivir a la ciudad de Valencia y comprobó que estaba muy a gusto estando cerca de su luna. Encontró un trabajo pero al ser tímido y retraído, no sabía relacionarse muy bien con los demás compañeros de trabajo, por eso se alegró cuando por fin, una compañera se le acercó y le invitó a tomar una copa por la noche. Él, emocionado, aceptó encantado y le dijo: “Si te apetece, sería interesante que también viniese mi luna, no me gusta por la noche dejarla sola y abandonada” La chica se extrañó. Lo miró de arriba abajo y contestó: “Déjalo, no me van los tipos raros” 6. Cuando se sentaba en un banco del parque le gustaba mirar a su fiel sombra. A veces podía permanecer completamente quieto durante largos minutos, observándola fijamente y comprobar cómo se desplazaba ligeramente. “No te escaparás” le decía él. Por la noche cuando su mujer le preguntó qué novedades le había ofrecido el día, le contó la apasionante aventura y su feliz descubrimiento: “Era un movimiento sutil e imperceptible, pero te juro que se movía” le expresaba todo dichoso. Ella moviendo la cabeza y con gestos de soportar otra vez las curiosas historias de su soñador marido, le respondió con una frase de profunda resignación: “Ya empezamos…” Él se levantó y todo


indignado le contestó “E pur si muove” (Y sin embargo se mueve) 11. …y con los únicos que se encontraba realmente a gusto era con los fracasados, los enanos, los desesperados, algunas personas mayores, los niños, los marginados, los solitarios, los raros, los inadaptados, los perdedores, los tartamudos, todos los tímidos, los extraterrestres y algún género más por el estilo. 16. En el inicio de la película “Dos cabalgan juntos” de John Ford, el sheriff (James Stewart) está sentado en la terraza de la cantina tomando una cerveza y viene el camarero a contarle indignado que la viuda de Gómez ha dado a luz a un niño. —Bien por la viuda— responde James Stewart tranquilamente —Pero señor, hace más de un año que el señor Antonio Gómez está enterrado. —Por lo visto, algunos hombres no están quietos ni muertos— concluye el sheriff. Ese inicio memorable, es una lección de saber estar en la vida y sobrellevar algunos acontecimientos que nos ocurren. Y viene a colación una frase de Kipling que a mí me fascina: “Siempre me he inclinado a pensar bien de todo el mundo; evita muchos problemas” Pueden llamarme cándido e incluso ingenuo, que no me enfado, pues prefiero confiar en la bondad de nuestros semejantes que ser suspicaz y empezar a sospechar. Confiar en la gente es garantía de tener un espíritu generoso, abierto y gozoso. Además, aprender a mirar de forma amable e inocente, es un proceso que requiere tiempo, pues lamentablemente se pierde al concluir la infancia, y cuesta heridas y haber padecido varios desencantos, poder volver a recuperar cierta candidez en los ojos, desprendiéndote de recelos que oscurecían el alma


y que a estas alturas, ya necesitamos algo que dulcifique y repare un corazón, que ya empieza a pasarnos factura por tantos quebrantos que ha sufrido. Recuerdo hace años cómo un periodista, estando en medio de un conflicto armado, contaba que las noticias que les llegaban las clasificaban en diferentes grados: Así una noticia catalogada como cinco, significaba nula credibilidad; la calificada como cuatro, algo de credibilidad; la numerada como tres, podía ser cierta; la apuntada como dos, era tomada bastante en serio y posiblemente fuese cierta a la espera de una confirmación, y la descrita como uno, era una información veraz y contrastada. Pues bien, yo, como el sheriff James Stewart, me creo a pies juntillas todo lo que me cuentan y a cualquier información que me ofrece una persona le doy una calificación de primera, es decir, indiscutible y absolutamente veraz. ¿Por qué? Primero, no me gusta que piense que soy desconfiado, ya mi madre me enseñó desde pequeño que es de mala educación sospechar de las personas; segundo, tiendo a pensar cada vez más que los demás llevan la razón; tercero, no me cuesta nada creérmelo; cuarto, no quiero llevarle la contraria si no me castiga con más cháchara, y quinto y definitivo, a fin de cuentas ¿quién sabe qué es y dónde está la verdad? ¿Conoce usted a alguien que esté en posesión de la verdad absoluta? Pues eso. ¿Y usted todavía anda con suspicacias, y no se cree lo que le cuento? Ay, que así no va por buen camino. 19. ¿Qué hacer cuando el mundo se cae a trozos, las ilusiones se van por el desagüe y los políticos habitan en otro planeta? No hace falta irse a Nepal para encontrarse con uno mismo recitando mecánicamente mantras; tampoco aterrizar en las Vegas disfrazándose de Elvis cantando “Always on my mind” y ponerse a lloriquear por un amor que al final se esfumó; nada de refugiarse en una torre de marfil y encerrarte con tus cosas despreciando todo lo que sea material. To41


dos los mundos están en éste, lo único que hay que hacer es no desesperarse en encontrar un lugar en este maldito caos. Renovar la cara, colocarse una gorra, coger una caña de pescar o una bicicleta y con esa pinta, dar una vuelta por los alrededores para conquistar una parcela e intentar construir un mundo en ese minúsculo espacio. Y todo eso aderezado con una suave y cándida sonrisa: que el mundo esté hecho unos zorros no implica que yo esté de mal humor y me ponga a despotricar contra todo. Simplemente ante este desconcierto, reivindicar nuestra propia autonomía e intentar erigir un paraíso. Un sendero desconocido, contemplar la mirada inocente de un niño cuando se maravilla observando el paso de unas simples hormigas, o descubrir formas suaves en las nubes que nos acompañan, pueden ser sensaciones suficientes para alimentar nuestra alma. Recuperar las ganas de vivir caminando o yendo en bici, como los personajes de Jacques Tati, o Charles Chaplin: el amable y anarquista Mr. Hulot, o el sonriente vagabundo Charlot con su bombín y bastón, han aprendido que el mundo es un caos pero no hace falta encolerizarse, pues ya que estamos aquí, aprovechemos y gocemos de lo que nos ofrece la vida. Dar la vuelta a nuestra existencia con una sonrisa ante unas absurdas y adustas convenciones que tenemos que soportar, pues pensándolo bien, es para ponerse a reír si un extraterrestre nos visitara y observara objetivamente. Con un sutil desenfado, cierta mirada virginal e intentando no arrugarse antes las inclemencias del destino, estos simpáticos supervivientes nos dan la clave para enfrentarse a una evidencia implacable: el mundo está loco, loco, muy loco. Y ante esa certeza, hay que reinventarlo, pero sin amarguras. 20. Ni una mirada cruzada, ni se atrevía a entablar alguna conversación trivial que se dan normalmente entre compañeros de oficina, para no caer en un terrible error y ofrecer 42


sin querer alguna señal que delatase su secreto, pues se moriría de vergüenza. Y cuando coincidía con él, era cuando más cautelosa estaba y más reservada se mostraba, no ofreciendo ni un pequeño detalle, ni el menor signo para que él no se percatase en ningún momento de que ella lo amaba loca y apasionadamente. 28. Rudolf Steiner nos ofreció una frase gloriosa y además reveladora: “Cuando algo concluye, debemos pensar que algo empieza” Cuando algo termina, no hay que lamentarse porque también se abre un mar lleno de posibilidades (qué palabra más bonita ¿verdad?) La vida es una sucesión de etapas y es ingenuo pretender que ese instante que gozamos y que fue maravilloso, se paralice, pues todo es un proceso de renovación, es ir mudándose continuamente para adaptarse a las nuevas circunstancias que se nos presentan y así, pasan algunas personas, etapas, ilusiones… Ya se sabe que el paso del tiempo es un proceso de liquidación, de pérdidas, de continuos fracasos pero también de algunos encuentros; no hay que lamentarse y hay que tomarlo de forma natural. Existe cierta expectativa ante el futuro al no saber qué acontecimientos nos puede deparar. ¿Hay que llevar puesto un velo negro por la pérdida de una ilusión? Tal vez algo desconocido e inesperado nos acecha a la vuelta de la esquina. ¿Por qué no? Quizá lo que nos espera sea más sugerente, sutil y enriquecedor que lo que concluyó o se perdió. 35. Querido Mario: Cuando recibas esta carta ya estaré lejos de ti. Después de convivir contigo durante dos semanas he de decirte varias cosas: No es cierto que tenga mal carácter, dime sinceramente si una persona que viva a tu lado puede soportar que te pases más de doce horas delante del ordenador, chateando con el twitter, facebook, o divirtiéndote con juegos online; pero bueno, para ti es normal, tan normal que tenga que ha43


cer la comida deprisa al llegar de trabajar ya que me cuentas que has estado buscando trabajo en el ordenador, cuando tranquilamente dejas la pantalla abierta con un juego de rol. Después de ducharte, la ropa sucia se echa en el cubo de lavar y no se deja tirada por el suelo ¿de acuerdo? Y aunque no tenga una carrera no te da derecho a menospreciarme diciéndome que no me entero cuando escucho las noticias. Y por último, no me llamo Ana; Ana era tu antigua novia y en el momento cumbre de la pasión, es terrible confundirte y no sienta nada bien a la persona que está a tu lado ¿vale? Recibe un cordial saludo de Mari Carmen. Soy Mari Carmen ¿te acuerdas de mí? 36. Paseando por el cementerio de un pueblo encontró una inscripción en una lápida que decía: “Jamás te olvidaré. Tu esposa M…” Estaba fechada en 1894. No se podía percibir el nombre completo de la autora de esa dedicatoria que el paso del tiempo también había borrado y olvidado. 41. A alguna persona cuando habla, le gusta sentirse importante y que la gente esté atenta a todo lo que dice pues tiende a creerse todo lo que expresa. Se le descubre por el tono solemne que muestra, el énfasis que utiliza y por la ausencia total de ironía que hace juego con el rostro circunspecto que ofrece. Sus gestos, vitales y aleccionadores, acompañan a unos ojos que escudriñan la faz del oyente para que no desfallezca en su exposición, ya que considera que está en posesión de una información sumamente valiosa que los demás no se la pueden perder, obligando al auditorio a estar en todo momento pendiente de ese sutil conocimiento, de ese maravilloso discurso repleto de sabias palabras pronunciadas en estado de gracia. Y con brillante retórica y una adecuada puesta en escena, exhibe con contundencia, muestra convicción en los detalles, sin ninguna contradicción en sus ideas, con aplomo, sin vacilaciones, manifestando en 44


todo momento seguridad en sus argumentos, no dejando algún fleco suelto, todo correcto, formal, ordenado, recto, impecable, intachable, respetable… 42. “Desgraciadamente se empiezan las cosas de joven”, dice Josep Pla. Efectivamente. Lo sensato sería que uno eligiese un trabajo o que empezase una carrera alrededor de los 40 años; casarse no antes de los 50, y comenzar a realizar alguna cosa útil alrededor de esa edad. Lo anterior es un simple prólogo, pinceladas de diletantes sin ton ni son, escaramuzas varias sin ningún sentido. La parte más sabrosa de la vida, la etapa más fértil y placentera y en la que uno está medianamente capacitado y no desvaría demasiado, empieza a partir de los 50. Los años anteriores son choques baldíos, experiencias inmaduras y tentativas funestas de cabezas huecas. 43. A veces le daba la locura y aprovechando que su mujer estaba en el fregadero y que tenía las manos ocupadas en limpiar los platos, le abrazaba por detrás y apoyaba su cabeza en su espalda susurrándole cosas tiernas. Así permanecía durante unos minutos. Lo llevaba haciendo desde que se casaron hacía más de 35 años. Ella no paraba de quejarse que así no podía avanzar, y al final le exclamaba que se largase de allí. Cuando su marido de repente falleció, curiosamente lo que más recordaba era esos momentos tontos, incómodos y pueriles en el fregadero. Y cada vez que enjabonaba los platos pensaba que su marido le cogía por detrás musitándole esas palabras que le hacían más placentera la existencia y que ahora tanto añoraba. Y tristemente recordaba: “Estate quieto y déjame trabajar. No me digas esas cosas que no respondo de mí. Mira que te doy con el limpiavajillas por pesado. Que te largues” 46. –Que no señora, le repito que no soy yo. Solo soy un hombre mediocre, sin apenas atributos, completamen45


te desajustado y desgraciadamente tímido, inseguro y sin desparpajo, pues delante de la gente me aturdo, empiezo a balbucear o enmudezco irreversiblemente. Es ese desgraciado que usurpa y suplanta mi personalidad y firma con mi nombre. Qué le vamos a hacer. Ese ser escurridizo y poliédrico, cuando se obstina en soltar burradas, no prevé los efectos que ocasiona y tengo que sufrir las consecuencias. Resignado, debo soportarlo y le puedo asegurar que ya estoy cansado de tanta impertinencia. Y cuando le da por sacar la vena sensiblera de garrafa es para avergonzarse de lo cursi que se pone. Con gusto le daría un par de bofetadas para que espabilase y que parase de escribir más tonterías. ¡Qué cruz, Dios mío, qué cruz hay que sobrellevar! 47. Supervivencia. Se habían conocido la noche anterior y por la mañana la pareja se encontraba acaramelada, jugando como niños y jurándose amor eterno mientras escuchaban canciones de los Beatles que a ambos les traía buenos recuerdos. —¿Cuántos hijos has dicho que tienes?– preguntó cariñosamente él —Sólo tres. Son encantadores: Carlos tiene 25 años y ha terminado un módulo de mecánica y está buscando trabajo; Vero tiene 22 años pero que ya es madre de un niño muy guapo que cuidamos entre todos, y la menor Andrea de 19 años, que a veces tontea con las drogas pero bueno, cuando quiere lo deja. Cuando les conozcas, verás lo majos que son. Y tú, ¿cuántos hijos tienes? —Uno: Alfredo de 25 años, que al no encontrar trabajo se ha ido al extranjero en busca de un porvenir. —No te preocupes cariño, que con amor todo se soluciona. Siento una corazonada que me dice que tú eres el amor de mi vida, el hombre que he estado buscando desesperadamente. Hay que dar una nueva oportunidad al amor, olvidando las relaciones anteriores y así seremos felices ¿verdad? 46


—Sí, pero, ¿a dónde metemos a tanta gente?– preguntó él inocentemente. —¿Este piso no es tuyo? Aquí he visto cuatro habitaciones y cabemos todos divinamente– dijo sorprendida. —Este piso me lo ha prestado un amigo para pasar la noche. Hace un mes que me desahuciaron de mi casa y yo pensaba que al decirme que tú tenías piso, creía que podría irme a vivir contigo. —Vamos a ver: ¿me estás vacilando? ¿He pasado la noche con un muerto de hambre y ahora resulta que no tienes nada? Tendrás trabajo por lo menos ¿no? —Antes cobraba 420 euros en concepto de ayuda, pero esa prestación no me la renovaron. Ahora estoy buscando trabajo. (La mujer da un respingo del sofá) Pero cariño, no pongas esa cara: tú has dicho que con amor todo se puede solucionar ¿no? —No quiero oír más. Es suficiente. Eres un impresentable. Eso me sucede por salir con el primer idiota que pasa sin pedir referencias. Si tengo la negra y sólo recojo la morralla que no quiere nadie. Dios mío, ¡y la semana que viene me desahucian del piso por no poder pagar el alquiler de los últimos seis meses! Mira, me voy, y si te he visto no me acuerdo ¿entendido? 49. El chico siempre la saludaba cortésmente y ella le devolvía el saludo con un gesto mecánico, no diríamos con sequedad, pero sí con cierta desgana, ajena a las turbaciones interiores que esa persona causaba en él. Durante un año, esa chica jamás imaginó que el compañero callado del negociado de la sala contigua, algunas noches soñaba con ella. La verdad es que ese chico retraído, no despertaba en ella ninguna simpatía ni tampoco hostilidad, simplemente al ser tan parado carecía de interés, le era completamente indiferente y no sentía ninguna curiosidad por conocerle pues lo consideraba prácticamente como un mueble más que habitaba en el despacho. 47


Hubo reajustes en la oficina en la que trabajaban y él, al ser de los últimos en llegar, la empresa le obligó a desplazarse a otra sucursal distante a treinta kilómetros del lugar de dónde se encontraba. Se fue despidiendo uno a uno de sus compañeros y todos lamentaron que les dejase. Y cuando le tocó el turno a ella, él tímidamente le dijo: —Y ahora ¿qué? —¿Qué de qué?— contestó extrañada. —Qué pena ¿verdad?— dijo tristemente él. Ella interpretó que se lamentaba de que tuviese que coger el coche y desplazarse a un pueblo distante perdiendo tiempo y dinero, pero desconocía que se refería a que se separaba de una persona con la que algunas noches imaginaba que vivían juntos magníficas aventuras, y que ahora sin su presencia, se encontraría desvalido, sin la materia prima que alimentaba sus sueños. Y mientras se desplazada en coche al nuevo lugar de trabajo pensaba en ella: “Cuántas y cuántas aventuras maravillosas compartimos: fuimos a la Tierra de Fuego donde viven los fueguinos que nos enseñaron el complejo y fascinante mundo de la pesca artesanal; vivimos en Samarcanda lugar mítico en la ruta de la seda y encrucijada de culturas, dónde Marco Polo quedó hechizado por su hermosura; paseamos por las montañas coloreadas de Zhangye, lugar cautivador donde curiosamente no habita la imaginación pues la realidad supera cualquier atisbo de ensoñación; recorrimos, antes de que fuesen destruidos por el rey Evemero, por los jardines colgantes de Babilonia que desprendían un aroma capaz de animar el corazón de cualquier aventurero que busca emociones… y usted, apreciada vecina, ni siquiera lo sospechó. Qué pena ¿verdad?” 59. Sé que todo es ilusorio, y no es una percepción vaga o imprecisa que pueda tener, sino una evidencia, una certeza absoluta. Y si para mí, lo imaginado ocurrió, no comprendo 48


por qué ella me ignora después de las maravillosas aventuras que tuvimos, de esas fascinantes historias que compartimos. ¿Por qué ahora me trata como si fuese un extraño, sin aquella complicidad repleta de miradas cálidas y amplias sonrisas que ella me otorgó? ¿Cómo pudo olvidar aquellos momentos inolvidables? No lo entiendo. Qué raro es todo ¿verdad? 60. –¿Te parece bien las cosas que sueltas?– le preguntó indignado. — … (silencio) —¡Venga, contesta, no te calles ahora!– le increpaba mientras le zarandeaba. —Yo no tengo la culpa de estas malditas ensoñaciones que sufro, es que mi mente es así– murmuró al final cabizbajo y encogiéndose de hombros. 61. Schopenhauer estaba desilusionado después de comprobar cómo al cabo de nueve años de publicar su gran obra “El mundo como voluntad y representación”, tuvo escasa difusión y nulo reconocimiento. Y tristemente escribió: “Mis lectores no son de esta época” (creo que dijo algo así ya que lo leí hace muchos años). Tampoco supo manejarse bien con las mujeres: su poca desenvoltura derivó en una pésima relación con ellas que acentuó su carácter misántropo. Incluso tiene un libro donde hay un pequeño capítulo titulado “Sobre las mujeres” que raya la misoginia. Creo que no soy misógino, pero sí un desconocido y aprendiz de letras. Uno anhela que estas palabras metidas en una botella arrojada al mar, lleguen a alguna persona agradecida. Pero también puede ocurrir que pereciesen en el inmenso océano y no arribasen a un posible lector complaciente. No importa, porque para mí, esta aventura creativa sí que fue fascinante y apasionante mientras la imaginé. Y en esos momentos únicos e íntimos, me he sentido un ser 49


libre, sin ataduras; esos instantes intensos y placenteros que soñé, me pertenecen y no me los arrebata nadie, absolutamente nadie. Y no los cambio por nada del mundo. Yo lo sé y es suficiente. Lo demás, no importa. 83. Posibilidad. No empezó a creer en las casualidades hasta que se encontró con ella en un paraje solitario, tomándolo como una señal del cielo. Fueron únicamente cinco minutos. La vida, a veces, está encerrada en cinco minutos, y ese recuerdo se clava y perdura gratamente en la memoria. Si el azar había sido generoso al ofrecerle ese encuentro ¿por qué no iba a darle nuevamente otra oportunidad de relacionarse con ella de manera natural? Empezó a albergar la esperanza de encontrársela de forma fortuita, pero lejos de las aglomeraciones o tumultos como podría ser un supermercado o una plaza, ya que esos lugares no le interesaban porque no daban pie a que ella se manifestase tal como era. Empezó a calcular la posibilidad de encuentro en lugares alejados o solitarios. Era casi remota, pero no imposible, ni nula. Esa minúscula y escasísima posibilidad existía, y esa infinitesimal esperanza alimentaba sus horas de poder cruzarse nuevamente con ella y conjeturaba si iría, por ejemplo, al solitario jardín de la antigua fuente, y a qué hora y cuánto tiempo permanecería allí. Nada sabía de los lugares solitarios que ella frecuentaba pero no desesperaba. Quizá en esa espera, aunque fuera absurda y peregrina, encontraba cierta dicha. Ahora camina por las montañas o se va a la playa al atardecer y la espera pacientemente. El tiempo no importa: hay horas para descubrir tantos espacios, tantos mundos… El mundo es el lugar donde pueden caber todas las posibilidades, por lo tanto sería lamentable excluir esa pequeñísima posibilidad de encuentro que le estimulaba. A veces el camino más cercano y atractivo entre dos personas no es una 50


línea recta, pues ese acercamiento, si se da, no es tan sencillo como parece, requiere su tiempo y en ocasiones necesita de la ayuda de un entorno sugestivo para poder crear una predisposición favorable a ese encuentro. Tenía que ser en un lugar prodigioso como fue en aquel remoto paraje cerca del río cuando a solas se encontraron. Y así pasa tranquilamente los días, esperando que el azar les una otra vez en un lugar mágico durante cinco minutos más. No aspira a más. “La vida es eterna en cinco minutos” cantaba Víctor Jara en la preciosa canción “Te recuerdo Amanda” Claro que también podría ser en el descanso de la empresa en que ambos trabajan desde hace dos años, y dirigirse a ella y entablar una breve conversación, pero ese chico es torpe en las relaciones humanas, y el camino fácil y directo tampoco le va. Además piensa que esa conversación sería fría, banal y poco espontánea. Y ese parloteo o especie de cháchara disfrazada de diálogo y que todo lo corrompe, no le atrae. 98. Teníamos unos catorce o quince años y en aquella época, a mitad de los años 70, nos confesábamos cada tres o cuatro meses para limpiar nuestras faltas, hacer propósito de enmienda y pedir perdón por nuestros pecados. Recuerdo a un cura que tenía obsesión por el sexo y después de escuchar la consabida y previsible retahíla de pecados veniales que declarábamos tales como que a veces no obedecíamos a nuestros padres o que se nos escapaba alguna que otra palabrota, el párroco nos hacía la pregunta estrella, ese pregunta humillante, indecorosa y ofensiva: “Y tú hijo mío, ¿te tocas mucho o lo normal?” Y el problema estaba en averiguar qué demonios significaba el concepto de “lo normal”: ¿Una vez al día, una vez a la semana, o como el bestia de M. que estaba tan encendido que lo hacía tres o cuatro veces al día? No sabiendo cómo salir del atolladero le respondí: “Yo, lo normal. Como usted, supongo” Cuando escuchó la respuesta se quedó estupefacto y luego empezó a maldecirme, saliendo 51


de su boca sapos y culebras: “Niño del diablo. Te voy a excomulgar y no entrarás en el reino de los cielos” “Entonces de penitencia ¿tres padrenuestros y dos avemarías?” le pregunté queriendo librarme de esa incómoda situación, pero el cura fuera de sí exclamaba: “¡Ni rezando el rosario entero y obligándote a ir a la novena te vas a librar del vil ultraje que has proferido!” En fin. Así pasábamos nuestra adolescencia con esos juegos tan inocentes. 101. Al final todo se evapora, todo pasa, todo se va, todo tiene su fin. Así es, como los sueños y la vida de cada uno de nosotros. En fin. 102. Las cosas maravillosas aparecen cuando uno cree que es posible que sucedan, porque si cerramos esa puerta, también impedimos la posibilidad de que la sorpresa nos visite, y empequeñecemos enormemente nuestra existencia. Todo es posible en esta vida: en las cosas ordinarias pueden suceder las cosas más extraordinarias que uno puede imaginar, siempre y cuando se tenga el espíritu predispuesto y un corazón abierto. Todo es una cuestión de fe. 106. Algunas personas maliciosas afirman subrepticiamente que soy buena persona. Por supuesto no me conocen; si me conociesen un poco no se atreverían a manifestar tal calumnia. Son unos malditos cobardes que se escudan en la sombra y que no se aventuran a decírmelo a la cara como haría una persona decente y valerosa. No hay derecho; hago todo lo posible para que me consideren un canalla, me esfuerzo con denuedo y escribo cada semana con ilusión para que me desprecien un poco y que me califiquen como persona ruin y viciosa, y al final resulta que algunos miserables insisten en considerarme buena persona. Lamentablemente hay gente que va a piño fijo y no cambia ni a tiros.

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109. Nadie percibió cuando paró de llover, cómo esa diminuta e insignificante piedra del jardín resplandecía alegre y risueña después de que la lluvia le hubiese limpiado la cara. 110. En el fondo, lo más valioso que posee una persona es aquello que ha compartido, sentido o estimado. Todo lo demás es secundario y prescindible: el poder, el talento e incluso alcanzar cierto prestigio, pues ese reconocimiento no deja de ser una apreciación subjetiva de algunas personas que poco aporta, y que generalmente suele confundir al autor. Todas esas cosas son baldías, no sirven para nada si uno no ha estimado en el amplio sentido de la palabra. 126. Dice Macedonio Fernández que suponer que podemos perder algo es una soberbia, ya que la mente humana es tan pobre que está condenada a encontrar, perder o redescubrir las mismas cosas. En fin. Hay que ser agradecidos cuando una idea vuelve y nos es revelada. Yo creo que si alguna no regresa o no se manifiesta, es porque es tan tímida, que se avergüenza de salir, aunque yo, de veras, quizá le tenga más afecto que a las otras. Es la manía mía de enternecerme por aquellas sensaciones pequeñas que muchos menosprecian o ignoran. No lo puedo evitar: tengo debilidad por las cosas más humildes o desfavorecidas. A veces, cuando aflora un pensamiento brillante, en el fondo me avergüenza de que destaque sobre los restantes. Me dirijo a él y le regaño por sobresalir demasiado, y le pregunto enfadado: “¿Qué pasa, que los demás pensamientos no tienen derecho también a existir, que tienes que llevarte todos los honores? ¿No sientes compasión hacia los más débiles?” Un día de estos, algunas de esas arrogantes ideas son capaces de subirse a la cabeza, instalarse en mi mente y desahuciarme completamente. Creo que esas engreídas ideas no tienen corazón y desgraciadamente desconocen el significado de la misericordia. 53


159. Cuando aprobó las oposiciones se buscó una novia guapa, se hipotecó con un adosado y empezó a vivir de acuerdo con los cánones predominantes: se agenció una teoría plácida de la vida, adquirió una religión que le garantizase protección y no le perturbase sus sueños, y todo ello aderezado con un toque de sociabilidad, como era una cena el fin de semana con los amigos, y ser hincha de un equipo de fútbol que de vez en cuando le ofrecía alguna alegría y bastantes sufrimientos. Tuvo cuatro coches, tres hijos, dos amantes, un infarto y ninguna duda existencial. Murió dando gracias al cielo por su placentera vida.

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