Flavia Bernar hace arte en Madrid. Uno de sus trabajos se llama “Una calle. Mil miradas.” Ella invita a participar con su “mirada” a los artistas que lo deseen. Cuando supe que una de las calles con la que está trabajando es el Paseo de la Dirección, decidí aceptar su invitación y aportar mi visión particular al proyecto. Después de haber realizado este trabajo en las calles madrileñas de Bravo Murillo y Alcalá, no podía por menos que fotografiar, uno a uno, todos los portales numerados del Paseo de la Dirección. Inmediatamente hay que decir que este paseo es una calle atípica y anárquica. Paseo de la Dirección: ¿de qué dirección? ¿geográfica?, ¿jerárquica?, ¿institucional? Un paseo que cambia de dirección constantemente. Con sentido general Norte, se retuerce y vira al Este o al Oeste cada poco. A veces hasta duplica la calzada con una isleta edificada en medio. Para colmo, más de la mitad de la calle tiene un sólo lado, mientras el otro se abre al paisaje de la sierra y a la vaguada (que dio nombre a “La Vaguada”) por donde discurren las conducciones de agua del Canal de Isabel IIª y que, en gran parte, ha sido convertida en parque. A esa zona del paseo que se abre al horizonte, los vecinos, desde siempre y con buen criterio, le han llamado la “Cornisa del Paseo”.
Este Paseo de la Dirección es el reflejo fiel del crecimiento errático y falto de ordenación urbana que padece el “poblachón manchego” madrileño desde su fundación felipesca. Y de esa carencia de criterio urbanístico se quejan amargamente los vecinos que han visto como les expropiaban las vistas de la Cornisa y acusan de ello a un conocido especulador inmobiliario. Otros, en cambio, aprovechan la apertura del espacio para usar los tendederos de ropa que existen desde hace muchos, muchos años.
Consecuencia inevitable de la ausencia de uno de los lados de la calle es que la numeración de los impares salta bruscamente del 121 al 283 para terminar en el 285, en tanto que la numeración de los pares, con saltos menores, sin embargo acaba en el 380. La calle en sí misma tiene un final brusco. Marcado por unas vallas que delimitan el terreno privado de una compañía eléctrica y el final del pavimento. Un final con arbolado que “okupan” un grupo de indigentes con sus pobres tiendas de campaña.
Entrando ya de lleno en el contenido de esta publicación, hay que decir que las fotografías que lo componen han sido hechas con ese concepto antiguo y falso de la fotografía como “verdad”; como fiel reflejo de la realidad. Es por eso que no han sido tratadas posteriormente ni se ha modificado su contenido para lograr un resultado estético más favorable. Son, simplemente, el documento de la acción de recorrer, en toda su longitud, el Paseo de la Dirección de Madrid. Hilario Alvarez Mayo 2015
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