Nuestro Tiempo 710

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Nuestro Tiempo

Número 710 NUESTRO TIEMPO Primavera 2021

Número 710 primavera 2021 11 euros

¿hasta cuándo?

Miles de vidas destrozadas y toneladas de escombros en el décimo aniversario de la Primavera Árabe



NUESTRO TIEMPO Primavera 2021 Fundada en 1954 Año LXVII. Número 710

Editor Jesús C. Díaz [Com 82] Gerente Carmen Muriel [Bio 92 PDG IESE 08] redacción Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe María González Zabal [Com 03] Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] Teo Peñarroja [Fia Com 19] Columnistas Enrique García-Máiquez [Der 92] Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] Críticos Libros: Joseluís González [Filg 82] Cine: Ana Sánchez de la Nieta Series: Alberto N. García [Com 00 PhD 05] Música: Ana Sánchez-Reig Pardo [LEC 21] y Daniel Dols [Com His 19] Escena: Felipe Santos [Com 93] Arte: Ana Eva Fraile [Com 99] Colaboradores en este número Judith Alegría, Paola Bernal, Nicole Braham, Roberto Calvo, Leire Escalada, Lucía Ferrer, Ana Gil, Mar Gimeno, Victoria De Julián, Carmen Franco, Nacho Laguía, Teresa Llamas, Marta Marcos, Santiago Navarro, M.a Dolores Nicolás, Irene Nuin, Marcos Ondarra, Pablo Pardo, José Antonio Pérez Caro, Lucía Pérez Forriol, Rocío del Prado, Blanca M.a de la Puente, Blanca Rodríguez, Antonio Rubio, José M.a Sánchez Galera, Leyre Santos, Gabriel Unzu Fotografía Manu Brabo (portada), Manuel Castells, Daniel Ibáñez, Javier Marrodán, José Juan Rico Barceló Ilustraciones Diego Fermín, Sr. García, Javier Muñoz, Carlos Rivaherrera Diseño Errea Comunicación Impresión MccGraphics Redacción y Publicidad Facultad de Comunicación Universidad de Navarra 31009 Pamplona, España Atención al suscriptor Palmira Velázquez T +34 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu Edita Universidad de Navarra Suscripción anual España 40 € Europa 50 € Internacional 60 € Web nuestrotiempo.unav.edu DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795 La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados 8 344 ejemplares/ número (2020)

Member of CASE Esta revista ha recibido una ayuda a la edición, del Ministerio de Cultura y Deporte

la primera Jesús C. Díaz

Un periodista nunca debería ser noticia El 27 de abril asesinaron en Burkina Faso a David Beriain [Com 99], periodista que preparaba un reportaje sobre la caza furtiva en aquel país. El cámara vasco Roberto Fraile, el irlandés Rory Yaoung, miembro de una ONG protectora de animales, un ciudadano burkinés y él se vieron envueltos en un triángulo mortal compuesto por cazadores, terroristas islámicos y policías. Como tantas otras veces, matar al mensajero se convirtió en la opción más a mano y, a la vez, más inhumana. David estudió en la Facultad de Comunicación, a la que volvía para transmitir experiencia sobre su labor como reportero de guerra y de investigación. Sentía el deber de contar qué ocurre en la frontera entre la razón y la barbarie. Creía, según la tradición del mejor periodismo, que contribuía a mejorar el mundo, empezando por él mismo. «Estoy seguro de que no se puede ser buen reportero siendo mala persona. […] No sé si soy buena persona o buen periodista, pero si me dan a elegir, prefiero ser mejor persona», comentó en 2015 en el campus. Tras su asesinato, un nutrido coro de voces aseguró que había conseguido ambas metas. El artajonés recordó siempre su primera clase de Redacción. En ella, el profesor explicó en qué consistía la escritura: saber mirar, saber escuchar, pensar sobre lo visto y escuchado, expresar esa reflexión y, de este modo, llegar a conocer un poco más la naturaleza humana. David repetía estos cinco puntos de memoria, probablemente porque llevaba años tratando de ponerlos en práctica. No es una mala hoja de ruta para el momento presente, después de más de un año de pandemia. Hemos aprendido, casi seguro, a mirar y a escuchar de otra manera a las personas, en especial a quienes sufren. Pero es probable que necesitemos ir más allá y reflexionar, expresar lo que llevamos dentro —quizá cansancio acumulado y cierta sensación de que todo está algo desangelado, como un estadio de fútbol o un auditorio vacío—. Y, por supuesto, nos preguntamos sobre nuestro aprendizaje acerca de la condición humana y lo que llamábamos «vida normal». En este número de la revista hay artículos que pienso que pueden aportar algo del aliento y la humanidad que necesitamos. Personas como la escritora Irene Vallejo, autora del magnífico libro El infinito en un junco, o la profesora María Calvo, experta en asuntos sobre familia y educación, son dos de los protagonistas de nuestras páginas. Por otra parte, una mirada atenta a focos informativos como Estados Unidos, tras los primeros meses de Joe Biden en la Casa Blanca, o a Oriente Medio, en el décimo aniversario de la Primavera Árabe, ayuda a dar contexto a un mundo al filo de una nueva época. Aquel profesor de David era Paco Sánchez. A él y a su vagón-bar les remito para seguir descifrando el apasionante tiempo que vivimos. jediaz@unav.es primavera 2021 Nuestro Tiempo —01



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Cada lunes una nueva historia para tomarle el pulso a la vida contemporánea.

GRANDES TEMAS dios y las patatas

entrevista maría calvo

[Página 44] En cues-

tiones de género, igualdad, maternidad o paternidad, María Calvo es una de las voces más sugerentes frente al mainstream español.

[Página 28] Por la calle reza con Pink Floyd, pero en la iglesia prefiere el gregoriano. Recién ordenado sacerdote, el violinista Andrej Matis ha ¿primavera? pensado mucho en lo sagrado y lo [Página 06] Hace diez años, las revueltas profano, el arte y democráticas en Túnez, Egipto, Libia, Siria y otros países árabes eran una gran la vida. promesa. Hoy la decepción predomina en esta región del planeta.

mr. president [Página 34] Joe

Biden ha tomado el relevo del presidente más atípico que ha tenido Estados Unidos en los últimos años. ¿Cumplirá el demócrata su programa electoral?

del cantar a amazon [Página 20] El Cid

tiene mil caras, una para cada siglo. Desde que entró en la historia a lomos de Babieca, se ha convertido en la imagen mutante de un mito viviente.

campus y alumni estrategia 2025

irene vallejo

[Página 58] Un perfil de una escritora fortísima de modos muy delicados. La autora de El infinito en un junco ha provocado una revolución editorial sobre el amor a los libros.

[Página 78] El rector, Alfonso SánchezTabernero, explica en esta entrevista el plan estratégico de la Universidad para los próximos cinco años. La sostenibilidad es la la ciudad de la ciencia piedra de toque. [Página 64] Francisco Errasti y Jesús Prieto protagonizan la sexta entrega Campus 54 de «Los de la maleta». Dos pioneros a Alumni 76 los que don Álvaro del Portillo y don Cultura 86 Javier Echevarría les hicieron soñar a Ensayo 106 lo grande.

COLABORAN Lucía Pérez [Página 82] El amor propio y a los demás no siempre se conjugan fácil, pero quererse a uno mismo es indispensable para darse a otros.

carta desde...

[Página 82] Irene Nuin Garciarena [Far 17 Nut 19] se mudó a Copenhague en medio de la pandemia.

firmas

Santiago Navarro Sanz [Página 42] Un balance del itinerario de Wikipedia a veinte años de su nacimiento.

Un periodista no debe ser noticia, Jesús C. Díaz 01 Dante a la última, Enrique García-Máiquez 24 Aniversario con retos, Santiago Navarro Sanz 42 Atreverse a dinamitar el sistema, Nicole Braham 70 Peligros de la cultura individualista, Lucía Pérez 84 Vida, Ignacio Uría 104 Memorias pequeñas, Paco Sánchez 112 primavera 2021 Nuestro Tiempo —03



cuéntanos

ilustración: pedro perles

Las voces de Nuestro Tiempo en las redes «Este número de @NTunav (que por fin no le “regalo” a mi antiguo vecino) es oro puro. Me han flipado la vespa servicial de @EGMaiquez y la reflexión sobre la libertad de @JoseMTorralba». @MJoseatienza «Enrique, yo sí añoro la Vespa, su olor y sus marchas: con ella me moví por Roma (cual Moretti) durante 6 años que viví allí. Subía y bajaba del Gemelli; subía al Giannicolo o a Villa Borghese a ver atardecer; hasta me di una piña. ¡Cómo no añorar una juventud romana en Vespa! ;-)» [Por la columna de Enrique García-Máiquez en el 709] @PostigoElena «Escribir es terapéutico. Porque ordena la mente, porque pone palabras a las emociones, porque desahoga, porque ayuda a coger perspectiva. Cuando tengas la mente hecha una maraña de ideas, escribe, verás cómo es un pequeño bálsamo. Escribir es terapéutico». @cuentaseloalucia «Una época que ridiculiza lo sagrado sacraliza lo ridículo». @jmontiellopez

«¡Buenos días por la mañana! ¿Sabéis qué es lo mejor de los lunes? Recibir la newsletter de @NTunav. Suscríbete si todavía no la recibes. Recuerda que es la revista para los antiguos alumnos de @unav». @alumni_unav «Recién salido del horno. Deseando que llegue el fin de semana para leerlo». @astabernero

«¿La política ha dejado de ser transformadora? ¿Puede ser transformadora una actividad egocéntrica? Estas cuatro mujeres-brújula sí que mejoran el mundo iluminando lo que tienen cerca, porque son influencers de humanidad». @asanleo «“Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad”. Miguel Delibes sobre Ángeles, su mujer. En @NTunav». @NewsReputation

«Gracias, @NTunav, por ser nuestra memoria viva y recordar, una vez más, “la huella del legado construido y humano” que fue la obra del arquitecto y profesor Carlos Sobrini». @etsaunav «“Necesitamos aprender a caminar por la vida como peregrinos que tienen un hogar y saben a dónde se dirigen, en vez de como errantes que se creen libres por carecer de ataduras”. Articulazo de @JoseMTorralba en @NTunav». @borjamfm «La espontaneidad no significa no pensar. No pensar, en un ser humano, solo delata estupidez. La espontaneidad que nos es propia consiste más bien en una naturalidad indirecta, mediada por la razón; una espontaneidad trabajada. Sin trabajo no hay humanidad». @anamartagg «No me encantó #SoulMovie, pero sí esta reseña de @NTunav. “[...] La infancia no está reñida con la inteligencia y la narrativa es una herramienta perfecta para abordar las grandes cuestiones que interpelan al ser humano”. Al mejor estilo de El Principito». @mareslu

«El viernes [14 de mayo] falleció Ricardo Estarriol. Siendo estudiante, su figura nos imponía respeto y admiración. Recuerdo a nuestros profesores hablando de él al estilo Kapuscinski: las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Y Estarriol fue buen periodista porque fue buena persona». @jmolas «La cultura de la cancelación consiste en negar cualquier valor intrínseco a las ideas y creaciones y, en su lugar, tener en cuenta solo lo que sus autores son o hacen. Así, nuestra civilización va quedando arrasada». @pacobelt «Según Sandel, pensar que los logros individuales son únicamente mérito de cada uno es algo tan simplista y tan falso como afirmar que una “mano invisible” ordena con justicia el mercado sin regular». @mmalgarra «“El agradecimiento es la memoria del corazón”. Cuánta miga tiene esta afirmación. Es de Ángel Benito, y nos la recuerda @elefcom en esta columna en @NTunav». @apzarieta

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la primavera que no llegó a fl Se cumplen diez años de la Primavera Árabe. El balance de aquellas revueltas ilusionantes en una docena de países que el mundo siguió en tiempo real a través de los medios y las redes sociales es muy desigual. Solo una democracia surgida entonces, Túnez, continúa como tal hoy. En Egipto y Libia, a pesar de la caída de sus viejos hombres fuertes (Hosni Mubarak y Muamar el Gadafi), no cabe hablar de mejoras de entidad. Entre los frutos más amargos, medio millón de muertos, unos doce millones de desplazados, toneladas de escombros, economías destrozadas, endurecimiento de algunos regímenes, varios conflictos activos y una guerra civil particularmente desgarradora en Siria. texto Roberto Calvo Macías [His Com 21] y Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] fotografía y portada Manu Brabo, premio Pulitzer en 2013 6—Nuestro Tiempo primavera 2021


orecer

Siria, octubre de 2012. Vista de los barrios de Saif al-Dawla e Izaa en Alepo durante duros combates entre milicianos del Ejército Libre Sirio y soldados de las Fuerzas Armadas sirias leales a Bashar al-Ásad. En portada. Irak, diciembre 2016. Civiles iraquíes huyen de los combates entre el Ejército iraquí y las milicias del Estado Islámico durante una ofensiva sobre el barrio de Gogjali, en las afueras de Mosul. primavera 2021 Nuestro Tiempo —7


Grandes temas Zona caliente del planeta

mohamed bouazizi yace tendido en el suelo, rodeado de decenas de personas en la localidad turística tunecina de Sidi Bouzid. Son las 11:40 h del 17 de diciembre de 2010. El 90 por ciento de su cuerpo sufre quemaduras graves. Desesperado y fuera de sí, se ha inmolado después de que la policía destruyera sus escasas pertenencias de vendedor ambulante diciendo que carecía de permiso. Casi irreconocible por las heridas, le trasladan consecutivamente a tres hospitales en Sidi Bouzid, Ben Arous y Sfax. Demasiado tarde. Tras diecinueve días de tratamientos muy deficientes, fallece en su cama mientras miles de tunecinos toman las calles exigiendo democracia. Sin buscarlo, Bouazizi ha pasado a la historia y no solo ha incendiado su propio cuerpo sino una de las zonas ya de por sí más inflamables del planeta. Es el comienzo de la Primavera Árabe. Su muerte actuó como catalizador de un descontento social acumulado durante décadas —motivado casi siempre por la corrupción, la represión policial, la falta de derechos fundamentales, el hambre y el desempleo— y precipitó la oleada revolucionaria de más envergadura desde la caída del bloque soviético entre 1989 y 1991. Ciertamente, el norte de África y Oriente Medio constituyen una zona caliente del planeta. Allí, cualquier acontecimiento —más en los países asiáticos— tiene una repercusión global. Las causas son múltiples: de un lado, su relevancia histórica y cultural como cuna de civilizaciones milenarias y sede de los lugares santos para las tres religiones monoteístas —islam, cristianismo y judaísmo—. Por otra parte, la geopolítica desde mediados del siglo xx, en especial tras la descolonización africana y el nacimiento del Estado de Israel en 1948, la ha convertido en escenario de tres conflictos que vertebran una larga espiral destructiva: el árabe-israelí, la división del islam en sus facciones suní y chií —que proviene del año 632 cuando, a la muerte de Mahoma, los primeros siguieron al suegro del profeta, Abu-Bakr, y los segundos a su yerno Alí—, y la tendencia de algunos actores externos (la OTAN y Rusia) a proyectar 08—Nuestro Tiempo primavera 2021

allí sus ambiciones económicas y políticas a través de injerencias agresivas o miradas hacia otro lado. A todo ello hay que añadir la proliferación de grupos terroristas de diversa entidad, sobre todo el ISIS (Islamic State of Iraq and Syria), nacido en 2014 a la sombra de Al Qaeda. Y tampoco conviene olvidar factores como la abundancia de petróleo y gas en la zona y el demencial volumen de venta de armas, con un flujo de material hacia Oriente Medio que —según un informe de Amnistía Internacional— creció un 87 por ciento entre 2009 y 2018, algo «lógico» teniendo en cuenta que Estados Unidos es el primer exportador mundial y Arabia Saudí el principal importador.

nas de transmisión de la chispa revolucionaria. Esta difusión mediática facilitó la convocatoria clandestina de eventos y la viralización del espíritu que había animado las protestas en Túnez: el deseo de más democracia y mayor bienestar. Toda la región sufría las consecuencias de la crisis económica mundial del momento, agravada por la carencia de derechos y las desigualdades sociales. En algo más de un año se sucedieron derrocamientos impensables pocos meses antes: el 14 de enero de 2011 en Túnez cayó la dictadura de corte nacionalista presidida desde 1988 por Zine El Abidine Ben Ali. El dictador huyó a Arabia Saudí y falle-

La oleada revolucionaria de más envergadura desde la caída del bloque soviético esperanza inicial. Tras la muerte de Bouazizi, en pocos meses, las protestas tunecinas se trasladaron, con distintas intensidades, a Argelia, Egipto, Libia, Siria, Yemen, Jordania, Baréin, Irak, Sudán, Omán, Mauritania, Yibuti, Somalia, Arabia Saudí, Líbano, Kuwait, Marruecos y Sáhara Occidental. El entusiasmo de aquellas revueltas se vio alentado por los éxitos iniciales en las calles y en las sedes políticas y por un rasgo muy característico de las movilizaciones: el protagonismo de las redes sociales. Internet se había generalizado en los hogares y negocios gracias a programas de la Unión Europea a comienzos de la década, y precisamente en 2010 se produjo la consagración de las redes: Facebook pasó de 350 a 600 millones de usuarios y Twitter de 75 a 175. En este contexto, se convirtieron en cade-

ció allí en 2019, tras ser juzgado y condenado por corrupción a treinta y cinco años de cárcel, más bien simbólicamente porque Ben Ali contemplaba todo desde el exilio. Egipto tomó el relevo de Túnez. El país del Nilo vivía bajo la presidencia firme de Hosni Mubarak desde 1981. El 25 de enero comenzaron las primeras protestas. A pesar de la restricción general de acceso a internet decretada por el Gobierno, grupos disidentes convocaron manifestaciones a través de Facebook en un lugar que se convirtió en un icono de la revolución: la plaza Tahrir de El Cairo. Mubarak, sin el apoyo de las Fuerzas Armadas —cuyos mandos se negaron a disparar sobre la población—, dimitió el 11 de febrero. Fue juzgado y encarcelado en Egipto hasta 2017. Después vivió en su casa de El Cairo, donde falleció en 2020.


Siria, octubre de 2012. Un hombre llora sobre el cadáver de su hijo, asesinado por un francotirador del régimen de Bashar al-Ásad a las puertas del Hospital Dar Al Shifa, uno de los pocos centros médicos que resistía en el lado rebelde. Pocos meses más tarde fue destruido.

Libia, octubre de 2011. Un rebelde libio avanza a cubierto tras un portón metálico durante la toma del complejo de comunicaciones Ouaga Dougou al sur de Sirte, la última ciudad en manos de los leales al dictador Gadafi, caído a finales de ese mismo mes.

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Grandes temas Pocos motivos de celebración

Libia, septiembre de 2016. Un tanque de las fuerzas libias apoyadas por Naciones Unidas dispara contra posiciones controladas por milicianos del Estado Islámico en Sirte.

Irak, diciembre de 2016. Un grupo de cristianos, desplazados por el avance del Estado Islámico, celebran Santa Bárbara en una Iglesia en Irbil, en el Kurdistán iraquí.

Paralelamente, Libia sufría su propia revolución. El estrafalario líder Muamar el Gadafi llevaba al frente del país 41 años. El 13 de enero de 2011 miles de manifestantes se echaron a la calle exigiendo el fin de la corrupción pero Gadafi se aferró al poder y comenzó uno de los enfrentamientos más crudos de la Primavera Árabe. Entre treinta mil y cincuenta mil personas fallecieron hasta que el 20 de octubre un grupo de detractores asesinó a Gadafi cuando trataba de huir. Aunque la euforia era el sentimiento predominante, el sabor agridulce dejado por la cantidad de muertos y 10—Nuestro Tiempo primavera 2021

Siria, marzo de 2013. Un miliciano del Ejército Libre Sirio celebra junto a un grupo de civiles el segundo aniversario de la revolución en Alepo.

la crueldad de la guerra en ciudades como Bengasi contribuyó a moderar las expectativas de transición hacia la democracia no solo en Libia sino en toda la zona. Otros gobernantes tomaron buena nota de lo sucedido en Túnez, Egipto y Libia y procuraron sofocar las revueltas. En Marruecos el rey Mohamed VI anunció una nueva constitución, que sustituyó a la de 1996, y que incluyó la disminución de las atribuciones del monarca, el aumento de derechos y libertades fundamentales y mayores cotas de representatividad democrática. Jordania, Omán y Kuwait re-

modelaron sus Gobiernos y, tras el escudo de una tímida renovación ministerial y prometiendo las reformas solicitadas, vieron pasar el fantasma de la revolución por delante de sus puertas. Otros países, como Arabia Saudí, Líbano, Mauritania, Sudán o Yibuti solo conocieron revueltas de baja intensidad, con manifestaciones aisladas. Ese estancamiento revolucionario tras la euforia inicial se percibió con particular claridad en Argelia. Este país, rico en petróleo y gas, estaba gobernado por el rocoso militar Abdelaziz Bouteflika desde 1999. En un alarde de generosidad según


La democracia ha retrocedido. La región es menos libre y más pobre que en 2010

sus estándares, anunció mayor participación democrática y derogó el estado de emergencia en vigor desde hacía diecinueve años. La oposición clamó por la democratización total del país y la mejora de las condiciones de vida. Las manifestaciones dejaron una decena de muertes y un Bouteflika tocado pero no hundido. Solo tras las elecciones de 2019 cedió el paso a un nuevo presidente, Abdelkader Bensalah. Los peor parados fueron, sin duda, Yemen y Siria. Para ellos, la Primavera Árabe marcó el comienzo de conflictos que se han prolongado hasta hoy. En el

primer caso, la corrupción política unida a la pésima gestión económica de Ali Abdullah Saleh, al frente de Yemen desde 1979, provocó su salida y el nombramieto del actual presidente, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi. Saleh se marchó a Estados Unidos, volvió en 2012 a su país y terminó asesinado por sus opositores en 2017. La revolución dejó una nación dividida entre suníes —partidarios de Al-Hadi apoyados por Arabia Saudí— y el Comité Revolucionario Yemení, secundado por la principal potencia chií: Irán. En Siria, las manifestaciones contra el presidente Bashar al-Ásad —en el poder desde el año 2000 y uno de los personajes clave de la zona— desencadenaron una represión extremadamente dura; ante la formación de grupos organizados, como el Ejército Libre de Siria, Al-Ásad ordenó bombardeos contra enclaves con presencia rebelde, en los que la población civil se llevó la peor parte. Según la ONU, en los dos años posteriores al levantamiento murieron en Siria cerca de cien mil personas. balance muy dispar. En pocos meses, tras las ilusionantes imágenes de la plaza Tahrir de El Cairo o los derrocamientos de Mubarak y Gadafi, la Primavera Árabe se estancó o, más bien, fue sofocada por los gobernantes. Algunos analistas llegaron a hablar de «Invierno Árabe», probablemente a raíz del artículo «Arab Spring or Arab Winter?» publicado en The New Yorker en 2014. Querían expresar que, en ese periodo, la democracia en el Magreb y Oriente Medio, lejos de abrirse camino,

había retrocedido. Pero, realmente, ¿qué valoración cabe hacer de la ola revolucionaria de aquellos meses de 2011? The Economist dejó clara su postura en un texto de diciembre de 2020: «La región es menos libre y más pobre que en 2010». A nivel político la revolución afectó de manera heterogénea a tres tipos de países: en los regímenes menos totalitarios y más cercanos a Occidente —Túnez, Marruecos o Argelia— fue donde las revueltas cosecharon un éxito mayor. Por su parte, las dictaduras más autoritarias —Siria, Libia, Egipto y Yemen— sufrieron primero un fuerte estallido social durante meses y, con excepción de Egipto, largas guerras civiles después. Por último, las monarquías del golfo Pérsico —Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos— reaccionaron con rapidez y moderación, combinando los ceses de altos cargos con el impulso de tímidas reformas sociales y un aumento de la inversión en servicios públicos. Para la economía, las consecuencias resultaron demoledoras. Por ejemplo, según un informe de 2013 del banco británico HSBC, Egipto, Túnez, Libia, Siria, Jordania, Líbano y Baréin sufrieron una caída de un 35 por cierto en su producto interior bruto. La desestabilización social generó una fuerte huida de capitales y la caída del turismo dejó sin una fuente de ingresos vital a Túnez, Egipto y Siria, los principales destinos turísticos del mundo islámico. El informe de HSBC cifra en 800 000 millones de dólares el total de pérdidas en la región. Por otra parte, la fragmentación social y política favoreció el surgimiento de primavera 2021 Nuestro Tiempo —11


Grandes temas Zona caliente del planeta

organizaciones terroristas. Poco después de la Primavera Árabe, en 2014, nació en la ciudad iraquí de Mosul el ISIS. Este grupo wahabita —desviación extremista suní que aspira a la instauración de la sharía como ley fundamental— se ha convertido en una voz de referencia en la zona, especialmente por sus ataques en Irak, Siria y Líbano y la proliferación de atentados en ciudades occidentales como París (2015), Bruselas (2016), Niza (2016) o Barcelona (2017). No obstante, y pese a la mayoritaria derrota política, la Primavera Árabe cosechó el éxito, a priori silencioso, de demostrar que los cambios eran posibles en una zona acostumbrada a una especie de anestesia general permanente. Esta es la opinión, entre otros, de José Levy, corresponsal en Jerusalén de CNN en Español: «La Primavera Árabe sembró una semilla de cambio y, sin duda, la democracia llegará. La incógnita es cuándo». Y también la impresión del historiador británico Eric Hobsbawn, que, en unas declaraciones para la BBC, comparó las revueltas árabes con las revoluciones europeas de 1848, que solo adquirieron relevancia a largo plazo y que compartieron, según él, dos elementos fundamentales: el descontento general de todo el mundo cultural y político que las precedía y el protagonismo de las clases medias. siria: una guerra mundial en miniatura. Los conflictos de Yemen y Siria constituyen las secuelas más dolorosas de la Primavera Árabe. Aunque estos países llevaban décadas de inestabilidad, desde 2015 y 2011 respectivamente están viviendo un proceso de autodestrucción que se ha llevado cientos de miles de vidas y, en muchos casos, la esperanza de alcanzar un final si no feliz al menos aceptable. En Yemen, en 2014, Al-Hadi, líder del país tras los sucesos de 2011, sufrió un golpe de Estado por parte de las hutíes —facción islámica mayoritariamente chií—, a raíz del cual estalló en 2015 una guerra civil con frecuencia olvidada en Occidente. A pesar del apoyo de Arabia Saudí y de Emi12—Nuestro Tiempo primavera 2021

ratos Árabes al presidente, los rebeldes, con el respaldo activo de Irán, tomaron y mantienen algunas de las ciudades más importantes, como Saná, la capital. En medio del caos, el ISIS inició su actividad terrorista en Yemen, sin alinearse con ninguno de los dos bloques principales. Según la ONU, la cifra de víctimas mortales supera hoy las 230 000, la mayoría de ellas «por causas indirectas» como la falta de alimentos, servicios sanitarios o infraestructuras. Naciones Unidas ya alertaba en 2015 de que podría ser la peor hambruna vivida en el mundo en los últimos cien años, pues el 80 por ciento de la población —24 de los 29 millones totales— necesita-

rante veintinueve años. Militar y oftalmólogo formado en Londres, perteneciente a la facción alauí del chiísmo, algo más moderada y respetuosa con otros credos como el cristianismo, Bashar al-Ásad divide tanto a la opinión interna como a la comunidad mundial. Estados Unidos, la ONU y la UE pidieron su dimisión en 2011 y siguen con él una política de sanciones económicas desde entonces. Ese mismo año la Liga Árabe expulsó a Siria por lo que consideró un ataque salvaje contra su propia población civil. En cambio, ha encontrado como aliados a la Rusia de Vladimir Putin —en particular a partir de 2015—, Irán y China.

Llevaban décadas de inestabilidad y ahora están viviendo un proceso de autodestrucción ba ayuda humanitaria para sobrevivir. La situación no ha mejorado y la inanición adquiere rango de pandemia; más de 7,4 millones de personas requieren asistencia nutricional, incluidos 2 millones de niños y 1,2 millones de mujeres embarazadas o lactantes que sufren desnutrición moderada o severa. En opinión de Joungah Ghedini-Williams, coordinadora de Emergencias de ACNUR, «Yemen es una de las mayores tragedias de nuestra generación». La guerra siria se ha convertido en el conflicto armado de más entidad desde la de Irak en 2003. Siria, tradicionalmente un país abierto, culto y emprendedor, es ahora mismo un puzle con demasiadas piezas. En primer lugar, está el régimen autoritario de Bashar al-Ásad, sucesor de su padre, Háfez al-Ásad, presidente du-

A nivel interno, la diversidad de los grupos rebeldes —el principal, el ISIS, aunque hay cerca de cuarenta organizaciones distintas—, así como la presencia de minorías cristianas y kurdas, ha llevado a una inestabilidad cada vez mayor y a una atroz crisis humanitaria. La guerra, que sigue asolando Siria, ha dejado aproximadamente 400 000 muertos y doce millones de desplazados. Además, el final no parece cercano pues, como informaba la revista 5W en marzo, «tras diez años de conflicto, al régimen sirio aún le queda por recuperar alrededor del 25 por ciento del territorio nacional», distribuido entre las milicias kurdas que controlan el noreste del país, y las facciones opositoras, que dominan parte de la provincia de Idlib, en el noroeste. La opinión generalizada es que todos son víctimas y verdugos al mismo tiempo,


Irak, noviembre de 2019. Un blindado estadounidense pasa junto a unas estudiantes iraquíes en su camino a Erbil. Después de la ofensiva turca sobre las Fuerzas Democráticas Sirias en Rojava, se retiran de sus posiciones en el Kurdistán sirio.

Siria, octubre de 2012. Un voluntario del Hospital Dar Al Shifa alumbra con una linterna el cadáver de un miliciano del Ejército Libre Sirio en un cementerio a las afueras de Alepo. Tras meses de bombardeos, también durante funerales, los entierros se realizaban de noche para evitar ser detectados por la fuerza aérea leal al régimen.

primavera 2021 Nuestro Tiempo —13


26.01.2011

Grandes temas Zona caliente del planeta

Primeras protestas. Represión del Gobierno de Bashar al-Ásad.

2010-2011. Conflictos de mayor intensidad

25.03.2011

20.10.2011

2011. Otras protestas

Comienza la guerra civil que hasta hoy ha causado más de 400 000 muertos.

Muerte de Muamar el Gadafi, presidente durante 41 años. En la guerra civil murieron entre 30 000 y 50 000 personas.

2014-2017 2019-2021

2015

Apoyo aéreo ruso a Siria. siria

túnez jordania

marruecos

Argelia sáhara occidental

libia

irak

egipto arabia saudí

mauritania

2019

El presidente, Abdelaziz Bouteflika, deja el poder.

17.12.2010

Inmolación del vendedor ambulante Mohamed Bouazizi. Comienzan las protestas.

11.02.2011

fechas clave

Diez meses, diez años

Principales hitos y protagonistas de los momentos iniciales de la Primavera Árabe y su evolución posterior. aunque probablemente en grados distintos. Así expresaba esa idea El País el 12 de marzo, aludiendo a un informe de Amnistía Internacional (AI): «Nadie se libra en la guerra siria del dedo acusador de AI. Ni las fuerzas del régimen de Damasco, que han arrojado barriles bomba durante una década contra sus ciudadanos [la ONU acreditó en 2017 que el Gobierno y el ISIS usaron armas químicas], ni las milicias de la oposición, que también han torturado y maltratado a civiles. Ni el despiadado Estado Islámico, ni los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham, ni los soldados turcos ocu14—Nuestro Tiempo primavera 2021

14.01. 2011

yemen

sudán

Hosni Mubarak abandona el poder tras 31 años.

Ben Ali dimite y huye del país.

pantes en el noroeste junto a milicianos locales, ni las Unidades de Protección del Pueblo kurdas que dominan el noreste con apoyo de Estados Unidos». «Tampoco —enfatizaba el mismo diario apuntando a las potencias occidentales— la aviación norteamericana, que arrasó Raqa, capital del ISIS; ni la rusa, que sembró de explosiones y metralla medio país». Como consecuencia de todo esto, según un trabajo de Médicos Sin Fronteras, «la mitad de la población siria —unos 12 millones de personas— está desplazada a la fuerza: 5,6 millones de refugiados se encuentran

yibuti

2015

Comienzo de la guerra civil. somalia

dispersos por el mundo, la gran mayoría en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, y 6,2 millones son desplazados internos, una gran parte en condiciones críticas». Ante cualquier conflicto de Oriente Medio una mirada excesivamente occidental puede conducir al peligro de la simplificación. «Buenos contra malos» o «David contra Goliat» son esquemas que allí resultan insuficientes. Un ejemplo es cómo en Siria las prioridades para una buena parte de la población se centran en la supervivencia y el final de la guerra, y no tanto una solución política concreta. Así lo


2020, noviembre

2014

Surge el ISIS, grupo terrorista global.

Joe Biden, elegido presidente de EE. UU. Continúa la política de Trump de retirada de tropas de la zona.

2021, marzo

Viaje del papa Francisco a Irak. Mantiene un encuentro histórico con el líder religioso chií del país.

AFGANISTáN

pakistán

omán

2.05.2011 Muerte de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda.

2017, junio

Mohamed bin Salmán, nombrado príncipe heredero.

ve Hanneh, farmacéutica de ese país residente en España desde 1970, cuando viajó con varios miembros de su familia «para estudiar, mejorar y volver», algo que no sucedió porque conoció a Javier, su marido, y ha permanecido aquí hasta hoy: «La mayoría no tiene problemas de inseguridad de vida o muerte, pero sí mucha hambre. Por ejemplo, la gente no lleva mascarilla; la pandemia allí no importa porque hay otras dificultades antes». En la actualidad reside y trabaja en Pamplona y está en contacto diario con sus cinco hermanas que viven en Siria. Sufre por las dificultades que le

cuentan y por la impotencia casi total para apoyarlas. De hecho, tras varios intentos de enviar medios y dinero a su país y comprobar que no llegaban, está contenta con la eficacia de Ayuda a la Iglesia Necesitada: «Mis parientes me dicen que una persona puede sobrevivir con treinta euros al mes. Por eso, desde aquí hago lo que puedo. Ahora mismo, o tienes alguien fuera que te eche una mano o mueres de hambre». La economía está quebrada. La libra siria ha perdido el 99 por ciento de su valor frente al dólar y el salario mínimo de un funcionario es de quince euros mensuales. Según la ONU, el 80 por ciento de la población siria vive bajo el umbral de la pobreza. «Yo me escribo con mis familiares a primera hora de la mañana porque sabemos que luego habrá restricciones de electricidad, aunque en momentos distintos cada día. La guerra —concluye— ha convertido un país que tenía recursos en tercermundista». Hanneh prefiere no hablar de política con sus parientes porque la vida en Siria es muy distinta. Los medios son oficiales y las manifestaciones obligatorias. Sin embargo, cree que, puestos a elegir entre seguridad y derechos democráticos, muchos compatriotas suyos optan por lo primero: «Votan a quienes piensan que les dan esa seguridad, o se la han dado, y mejoran algo su vida». Un ejemplo cercano para ella es el de un sobrino que durante una temporada está fuera del país por motivos de estudio pero que ha pasado en Siria todos estos años. Durante su bachillerato en un internado, a partir de 2011, tuvo que cambiar cuatro veces de ciudad y en dos ocasiones sufrió bombardeos de grupos opositores a Al-Ásad a escasos metros de donde se encontraba. Aún recuerda las explosiones y los cristales rotos. Después ha podido estudiar una carrera científica y se siente afortunado por ello, a la vez que muestra su escaso optimismo por el futuro. Por correo electrónico ha comentado: «Me encantaría decir que Siria va a superar esto y que volverá a ser lo que era, pero de lo que estoy seguro es de que no va a suceder a corto plazo».

todos deben sumar. En esa línea de esperanza contenida terminaba The Economist un artículo de finales de diciembre: «Es pronto para poder decir cómo será el futuro. La semilla de la democracia moderna se ha sembrado adecuadamente en el mundo árabe y la sed de elegir a sus propios gobernantes es la misma en todos los lugares. Lo que más necesitan son instituciones independientes: universidades, medios de comunicación, grupos cívicos, tribunales y mezquitas. Así se llega a una sociedad formada y comprometida». La solución al laberinto sirio y a los demás conflictos de Oriente Medio no vendrá solo desde Damasco, Beirut, Jerusalén, Riad o Teherán. Los problemas globales requieren respuestas globales y, en este caso, muchos países, también occidentales, han tenido miras muy cortas. Lo denunció con claridad Lynn Maalouf, directora adjunta de Amnistía Internacional, en marzo: «Los Estados involucrados han puesto sus intereses por encima de las vidas de millones de niños, mujeres y hombres al permitir que la historia de terror de Siria sea interminable. Sin justicia, ese sangriento ciclo proseguirá». Por su parte, el papa Francisco no deja de insistir en el «escándalo» que representan los numerosos enfrentamientos abiertos y en la necesidad de erradicar «la mentalidad de la guerra». Lo hace con discursos y con decisiones tan valientes como su viaje a Irak en marzo, en el que quiso confirmar en la fe a los cada vez más escasos católicos de esa tierra bíblica y encontrarse con el gran ayatolá del país, el chií Ali al-Sistani. La inmolación de aquel vendedor tunecino tuvo consecuencias totalmente inesperadas. Diez años después, el balance de lo sucedido no es muy halagüeño, pero la sensibilidad de todos parece más despierta. Cabe esperar que esa sensibilidad lleve a pasos concretos que libren de su tendencia autodestructiva a Oriente Medio, «una Tierra Santa en la que —como afirma en su último libro el corresponsal en Jerusalén Mikel Ayestaran— inevitablemente el pasado se come al futuro». Nt

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Grandes temas Zona caliente del planeta

testigo directo

José Levy «Hay que ser optimista, porque la alternativa es demasiado dolorosa» texto Roberto Calvo Macías [His Com 21] y Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16]

Sus más de treinta años como corresponsal de CNN en Español en Jerusalén convierten a José Levy en un curtido experto en Oriente Medio. En esta conversación con Nuestro Tiempo recuerda cómo vivió la Primavera Árabe, señala las raíces más profundas de la inestabilidad de la zona y muestra un optimismo moderado cara al futuro. José Levy (Melilla, 1958) se trasladó a Israel en 1978 para completar su doctorado en Biología en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Desde entonces vive en la única ciudad santa para las tres grandes religiones monoteístas, uno de los principales focos informativos del mundo. Tras orientar su actividad profesional hacia el periodismo en 1983, ha tenido la ocasión de cubrir eventos de primera magnitud, como la caída del Muro de Berlín, el final de la Unión Soviética, los ataques terroristas en Londres y Madrid, la muerte y beatificación de Juan Pablo II, la elección del papa Francisco, y diversas guerras y crisis humanitarias relacionadas con el conflicto árabe-israelí. Ha entrevistado a personajes históricos como Fidel Castro, Alberto Fujimori, Yasser Arafat, Isaac Rabin, Shimón Peres, Benjamin Netan16—Nuestro Tiempo primavera 2021

yahu o el fundador del grupo palestino Hamás, Ahmed Yasin. Su experiencia ha quedado reflejada en los libros Testigo directo: viviendo la noticia con CNN (2010) y Terror: alerta ISIS (2017). Un estilo expansivo y apasionado, a la vez que equilibrado en sus valoraciones, caracteriza sus frecuentes crónicas y su pódcast semanal Desafíos globales en CNN. ¿Cómo vivió la Primavera Árabe? ¿Pudo estar en la primera línea de los hechos? Nos pareció ver el despertar de la democracia. Fueron días apasionantes, con muchos sentimientos a flor de piel: deseos, esperanzas… También hubo peligros y situaciones extremas. Yo viajé a El Cairo. Estuve en la plaza Tahrir, entre los proMubarak y los opositores. ¡Es increíble estar en el lugar donde transcurre la historia! Durante horas se limitaron a conversar y debatir. Todo cambió cuando alguien lanzó la primera piedra. Se pudo ver en todo el mundo. Recuerdo que esos días nos evacuaron del hotel donde nos alojábamos porque los partidarios del Gobierno quisieron quemarlo. Algo que tampoco he olvidado ocurrió cuando estaba solo en medio de la calle, quebrantando el toque de queda: pude ver un tanque apuntándome directamente. Más allá de lo personal, la Primavera Árabe fue algo tan imprevisto, en su estallido y propagación, que es un proceso histórico único.

José Levy es uno de los periodistas más veteranos en Jerusalén, donde lleva más de cuarenta años. ©CNN ¿Cuál es su balance? ¿Mereció la pena? No me atrevo ni a hacer una valoración general, porque existe una gran fragmentación en la zona, ni a decir que «valió la pena» cuando en Siria ha habido medio millón de muertos. Incluso antes de las revueltas parecía atisbarse la cercanía de la democracia, pero ahora se aleja esa posibilidad. Eso sí: la esperanza es la misma, si cabe mayor, porque el deseo de libertad y el anhelo por los derechos humanos son sentimientos intrínsecos al hombre. No se pierden. Decía que el gran problema es la fragmentación. ¿Está ahí la clave para entender Oriente Medio? No se entiende Oriente Medio sin la división entre musulmanes chiíes y suníes. Es la base de la conflictividad religiosa, social y política de estos países. El resto de factores son secundarios. Los suníes son el 85 por ciento de los musulmanes, guiados por Arabia Saudí y Egipto, mientras que los chiíes suponen un 10 por ciento del total y encuentran en Irán su principal


Con frecuencia se acusa a Occidente de hipocresía en su relación con Oriente Medio: ¿cree que es acertado? La importancia que se les da a las guerras depende en gran medida de los medios. A mayor violencia, mayor difusión, mayor audiencia. A la hora de adjudicar su atención, el mundo es muy caprichoso. ¿Quién se acuerda hoy de Siria? Por triste que parezca, los criterios de la actualidad informativa no están regidos por intereses humanitarios y democráticos. Ahora los ojos están puestos en la pandemia y se ha reducido la capacidad de ayuda internacional.

bastión, aunque también tienen una importante presencia en Irak y son minorías muy influyentes en Yemen, Siria y Líbano. En el pasado, aparcaron sus rencillas para hacer frente al enemigo común: Israel. Hoy la realidad es otra: los países suníes, junto con Israel, forman un frente contra Irán, cuya influencia en la zona aspiran a detener, sobre todo en vista de que Irán pueda hacerse con su propio arsenal nuclear. Y dentro de Irán el líder supremo es el ayatolá Ali Jamenei, un hombre enigmático que controla el Estado, da instrucciones al Consejo de Sabios y dirige a la Guardia Revolucionaria, la fuerza militar principal del país. ¿Qué papel podrían tener países como Arabia Saudí o los Estados Unidos? Trump nunca se planteó romper relaciones con los saudíes. Con Biden, Arabia se encuentra en el filo de la navaja. Siendo candidato pidió el aislamiento internacional de la monarquía saudita, aunque aún no ha anunciado medidas. Personalmente, creo que los intereses norteamericanos en la zona pasan por la normalización de las

relaciones entre suníes e israelitas, con vistas a una coalición anti-Irán. Si Biden rompiera relaciones con los saudíes, toda la ecuación estratégica estadounidense se complicaría. Por ahora, centrará su atención en resolver los problemas internos de su país: la pandemia, la crisis económica y la polarización social. ¿Cómo ve el futuro de Siria? ¿Es AlÁsad parte del problema o de la solución? En 2015 hubiese dicho que Al-Ásad iba a desaparecer, bien porque lo asesinaban o bien porque huía. Pero no tuvimos en cuenta la fuerza con la que un nuevo actor iba a aparecer en escena: Vladímir Putin. Su interés es puramente geopolítico. A través de su base naval en Tartús, Siria es la auténtica salida de Rusia al Mediterráneo. El armamento y la intervención rusa permitieron a Al-Ásad retomar pueblo a pueblo y casa a casa el control del país. Mi impresión es que todavía tenemos AlÁsad para rato. También considero que, si quiere gozar de estabilidad, necesita dialogar con la oposición.

Ha cubierto eventos relacionados con los últimos papas. ¿Piensa que pueden aportar a la pacificación de la zona? El papa Francisco es el líder religioso más importante del mundo e intenta encauzar el acercamiento interreligioso, ser fuente de consensos. Si Juan Pablo II fue el «papa viajero», Francisco hará historia siendo el «papa valiente». ¡Es increíble que durante la visita del papa a Irak se detuviese la violencia y que con su partida se reanudase! Su encuentro con el gran ayatolá de Irak fue el momento más trascendental de su viaje porque decidió dar un paso inusual: reunirse con el líder de los musulmanes chiíes. Tiene un significado enorme, porque el acercamiento religioso pasa también por el diálogo con el chiismo. He tenido la suerte de conocer a los tres últimos papas y ver cómo para ellos Oriente Medio es una cuestión fundamental. ¡Estamos hablando de las tierras bíblicas! Se palpa, además, que solo quieren dar gloria al Dios del cielo y traer paz a los hombres de buena voluntad. Para mí, Francisco personifica, con su vida y su predicación, la búsqueda del denominador común de las grandes religiones: que todos somos hijos de Dios. Llevando tantos años en Jerusalén, ¿es optimista sobre el futuro? Yo siempre, por mi naturaleza, intento ser optimista. [Se ríe]. Luego, la realidad muestra que, en esta zona del mundo, el pesimista es el realista. Es terrible ver cómo millones de niños solo han conocido la pobreza, la destrucción, la guerra… Por eso hay que ser optimista: porque la alternativa es demasiado dolorosa. Nt

primavera primavera 2021 2021Nuestro Nuestro Tiempo Tiempo —17 —17


ahora bien Enrique García-Máiquez

Dante a la última

nuestro. […] ¿Quién podrá negar, en efecto, que nuestro Dante haya alimentado e intensificado la llama del ingenio y la virtud poética obteniendo inspiración de la fe católica, a tal punto que cantó en un poema casi divino los misterios sublimes de la religión?». El segundo aspecto que destacan es la máxima actualidad de su lección. Como eso lo dicen todos, hablamos de una máxima actualidad de setecientos años. Que incluso parece haberse acentuado en el último siglo. Benedicto XV escribió su encíclica como una respuesta a la lectura nacionalista que Benedetto Croce había propugnado en su libro La poesia di Dante, de 1920. Croce era ministro de Instrucción Pública y las relaciones Iglesia-Estado estaban más tirantes aún de lo acostumbrado. Parte del carisma dantesco estriba en un equilibrio muy tenso entre el poder espiritual y el poder político. Es lógico: él perteneció al partido de los güelfos blancos, que, siendo menos localistas y fanáticos del poder de la Iglesia que los güelfos negros, tampoco eran partidarios del Ya en la intención de Dante la Divina comedia poder imperial sin cortapisas, como los gibelinos. Nos ha dejado ese ejemplo. tenía varias lecturas superpuestas: poética, También el de la importancia de la poesía. A pesar de una vida histórica, política, moral y religiosa. El papa dura de exiliado, dependiendo del favor de los grandes señores, Francisco nos las recomienda todas, como el solitario Dante fue el hombre que cinceló el espíritu de su hicieron sus predecesores. siglo. El «sumo poeta», como le llama el sumo pontífice, ha marcado, además, un rumbo a los pensadores católicos. Haber ANTO INTERÉS DE de los sumos pontífices por la leído a Dante, constataba Luis Felipe Vivanco, te cambia la obra de Dante Alighieri debe impresionar al curiovida y la visión. Para que luego digan que la poesía no importa, so lector, si lo piensa. Pocos han criticado con más que la belleza es frívola o que la rima está de más. fiereza (y mejor altavoz) las acciones de algunos Del mismo modo que Benedicto XV se apoyó en Dante para papas y de muchos clérigos. A veces, incluso con canónica inresistir los embates del nacionalismo exacerbado de su tiempo, justicia, pues Dante pone a Celestino V en el infierno, y la Igle- el papa Francisco hace lo propio contra los males del nuestro. sia después lo elevó a los altares. Con ocasión del setecientos La Divina comedia es un poema construido sobre la fe firme en aniversario de la muerte del poeta florentino, el papa Francisla vida eterna, para empezar. Luego, asume una unidad de senco reincide en la paradoja, y le ha dedicado la encendida carta tido entre la gran literatura pagana, la ciencia más avanzada de apostólica Candor lucis aeternae. Donde detalla —con toda la su tiempo y la teología ortodoxa. Finalmente, es el gran poema intención— los numerosos elogios pontificios del último siglo antirrelativista de la historia de la literatura. Hay, como subraya al autor de la Comedia: Benedicto XV y su encíclica In praeclara Francisco, mucha misericordia; compatible (o, mejor dicho, summorum, Pablo VI en su carta Altissimi complementaria) con que Dante no hesita cantus y las numerosas referencias de Juan sobre la sana doctrina jamás. La pregunta del autor Pablo II y de Benedicto XVI. Candor lucis aeternae es un regalo para los La Iglesia católica acoge las críticas de sus que creemos en el poder transformador de ¿Cómo es posible que hijos porque sabe que su santidad mística no los grandes libros, en la cultura como comquienes tratan de estar a la se ve empañada por conductas particulares pañera indispensable (cual Virgilio) en el última no hayan aprendido reprobables y porque valora muchísimo la camino de la salvación, y en la integridad de de Dante que el mejor libertad de conciencia y el compromiso perla conciencia. Hay que dar muchas gracias al modo es estar atento a las sonal con la verdad. Pocas instituciones mospapa Francisco por su carta y, con él, a Danúltimas verdades y al más trarían una tolerancia tan entusiasta con sus te por «il poema sacro cui pose mano e cielo allá? hijos más respondones. El papa Francisco e terra». recuerda que las críticas de Dante coinciden con las de muchos santos de la época. Enrique García-Máiquez [Der 92] es poeta y ensayista. @NTunav @EGMaiquez Aunque todos los papas alaban su incuesOpine sobre este asunto en egmaiquez.blogspot.com.es tionable calidad poética, subrayan otros Twitter. Los mejores tuits se dos aspectos. El primero es que Dante es publicarán en el siguiente número. «un poeta nuestro». Véase a Benedicto XV remarcando «el hecho de que Alighieri es

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Grandes temas Las mil caras del Cid

El armario del cid campeador

El Cid ha recorrido desde su muerte la historia vistiéndose según los intereses del modista. El Cantar, semillero de la literatura española, presenta un modelo de caballero al que seguir; la Guerra Civil lo toma como símbolo de los vencedores y de los vencidos; Hollywood lo transforma en el portavoz de un discurso pacifista en plena Guerra Fría; Pérez-Reverte lo devuelve al realismo, ahondando en su humanidad; y Amazon lo convierte en protagonista del Juego de tronos patrio. Así, el Cid es una muñeca rusa a la que cada siglo le pintó su traje. texto Judith Alegría [LEC 22 Filg 23] y Antonio Rubio Martínez [LEC 22 His 23] ilustración Javier Muñoz

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El Cantar de Mio Çid. Jimena, su mujer, a los pocos años de muerto, posiblemente inició la conversión de su marido en un mito.

amd, 125, 95


Grandes temas Las mil caras del Cid

«¡ahora verás, bandido! ¡toma esa! no huyas, cobarde». Ruy lanzó una estocada al aire y la gallina salió volando. «La próxima vez te las haré pagar. Soy Ruy Díaz el de Vivar, hijo de don Diego y caballero del rey». Rodrigo se acordaba de aquellos combates cuando, con una espada de verdad al cinto y un caballo aún sin nombre, corría lanza en ristre hacia las filas enemigas. Confiaba su suerte al lazo de Jimena; todavía manchaba su espada la sangre del padre de ella. Quién le hubiese dicho al crujir su escudo bajo el arma rival que tiempo después habría de recoger todo lo que cupiera en el zurrón para abandonar su tierra por orden de su rey. Lo empujaron al destierro envidias que le negaban cualquier cobijo. Salían de Burgos Ruy Díaz y sus hombres cuando se acercó una niña: «Non vos osariemos abrir nin coger por nada; si non, perderiemos los avieres e las casas, e aun demás los ojos de las caras. ¡Çid, en el nuestro mal, vós non ganades nada!». Más allá del Duero, por tierra de nadie se adentró aquel al que los moros ya llamaban Sidi. De camino a Zaragoza recordaba los muros tristes de San Pedro de Cardeña, la alcoba en la que dejó a su mujer y a sus hijas, tan pequeñas. Allá seguían en Castilla, a la que el rey Alfonso no le dejaba entrar a pesar de sus hazañas. Para sí mismo y para ellas tomó Valencia, la ciudad asomada al Mediterráneo cuya inmensidad fue poca para su leyenda. Por sus mil caras, por las pocas que tuviera y las muchas que le dimos, lo vio Manuel Machado en: «[...] la terrible estepa castellana, / al destierro, con doce de los suyos / —polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga». Y la del poeta es otra versión más de un personaje que ha sabido adaptarse a cada siglo. Su misma mujer, a los pocos años de muerto, posiblemente inició la conversión de su marido en un mito para poder justificar sus derechos 22—Nuestro Tiempo primavera 2021

sobre la recién perdida Valencia. Poco más de cien años después apareció, anónimo como tantas cosas, el primer texto de la literatura española, en una plaza en torno a un juglar que con gestos y palabras dibujaba sus glorias y desventuras. El Cantar de Mio Çid nos presenta en sus tres cantos a un héroe que llora, come, pasa penurias, como cualquier otro mortal, pese a arrollar a cientos de moros o cristianos. Al personaje del Cantar se le fueron añadiendo matices que tuvieron su repercusión tanto en el Siglo de Oro español como en el teatro francés del xvii. Más adelante, en el Romanticismo, se consagró como el gran héroe medieval español y símbolo del país, al que acudirán luego tanto el franquismo como los exiliados republicanos. El cineasta Anthony Mann pasó en 1961 al guerrero castellano por los filtros hollywoodienses que ya habían sometido a Cleopatra, César o Judá Ben-Hur. En 1974, vinieron desde el Japón para contar lo que a los españoles no se nos ocurrió, esto es, su infancia en Vivar, donde el Campeador tiene madre por primera vez. Y lejos de aminorarse, esta profusión se ha avivado en el siglo xxi. No hay más que ver la novela Sidi (2019) de Arturo Pérez-Reverte o la serie de Amazon Prime (2020), la versión española de Juego de tronos, que en lugar de incidir en el personaje literario busca reconstruir al Cid histórico. Poco tienen que ver el austero decorado de Almenar de Soria y Jaime Lorente, el Denver retirado de La casa de papel, con la fastuosidad del León de Charlton Heston. Y así cabalgó, después de muerto, para cruzar las puertas de la historia y entrar en la leyenda. el comienzo del mito. «Dos de los grandes poderes de las mujeres de la época eran mantener la dinastía y preservar la memoria», sostiene David

El Cid histórico Nacido en Vivar (Burgos) entre 1040 y 1050, Rodrigo Díaz fue un «señor de la guerra», tal y como lo describe David Porrinas en El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra (2019). Era un caballero de orígenes no tan humildes como se le han atribuido. Comenzó sirviendo al rey de Castilla y León, sin embargo, lo desterraron por una administración fraudulenta de las parias que el rey moro de Sevilla pagaba a Alfonso vi. Se convirtió en una suerte de mercenario a expensas de los emires de Zaragoza. Como resumía Lorenzo Silva, prolífico escritor madrileño, el Cid «pasa de ser un proscrito a un conquistador, a un hombre poderoso» capaz de hacerse con un reino como el de Valencia, para el que no tuvo heredero, pues su hijo Diego, fruto de su matrimonio con Jimena, murió en batalla. Todo esto lo consiguió a través de su destreza militar en campo abierto, algo que evitaba la mayoría. Su prestigio también le permitió casar a sus hijas, María y Cristina, con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona, y el infante Ramiro Sánchez de Pamplona, respectivamente. Enfermo y tal vez deprimido por la muerte de su hijo, Rodrigo Díaz falleció, según la Historia Roderici, en julio de 1099.


Porrinas, profesor e investigador en la Universidad de Extremadura y autor de El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra. Por ello, es posible que Jimena, en los diez años que separaron su muerte de la de su esposo, comenzara a hilvanar lo que después sería la leyenda que a juicio de Porrinas ha «ensombrecido e incluso devorado» al personaje histórico. Caer en el olvido, en aquellos tiempos y en los nuestros, significa la segunda y definitiva muerte. Jimena guardaría e incluso engrandecería, junto con Jerónimo, obispo de Valencia, su memoria, sin la que no podrían aspirar a recuperar lo que perdieron en la ciudad del Turia. Hubo multitud de alianzas de retaguardia entre mujeres y eclesiásticos para regir los destinos de los Estados en ausencia de los reyes, como también hicieron Matilde de Flandes y el obispo de Bayon con el marido de ella, Guillermo el Conquistador, cuyos hechos mandaron plasmar en el lienzo que se considera el primer sidi, de pérez-reverte. El escritor cómic de la historia. cartagenero lo presenta más El Cantar inauguró las humano y, por tanto, con más letras hispánicas. Inés debilidades; en román paladino, Fernández-Ordóñez, «P» de la Real Academia pasa más hambre. y catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid, señala que «es el primer poe- que el Campeador es «un héroe épico ma épico que conservamos en su forma mesurado». Frente a Aquiles el colérico versificada, que no tiene una temática y Roldán el vanidoso, Ruy Díaz encarna francesa, que nos ha llegado comple- una perfecta unión entre valentía y pruto, y, además, la fuente principal para dencia —sapientia et fortitudo—, al que la Estoria de España, y esta para todas siempre le sonríe la suerte —audentes las crónicas posteriores». Pero no pue- fortuna iuvat—, según Montaner. de olvidarse que se trata de una obra de El Cid no necesita de un Olivier que propaganda castellana frente al viejo y modere su arrojo o de un Sancho Panza rígido reino de León. que le grite «¡Que no, que no son los De esta manera, el Cid cobró notorie- ejércitos de Pentapolín el del Arredad y pasó a formar parte del imaginario mangado Brazo ni de Alifanfarón de la común de los españoles. Afirma Alber- Trapobana!». Mientras Sancho y don to Montaner, especialista en filología Quijote son casi dos caras de una misma árabe y española, medieval y moderna, moneda, el Cid es un personaje comple-

to a cuya personalidad no le hace falta un contrapeso; Álvar Fáñez no es más que un nombre propio entre sus caballeros. El de Vivar no se enfrenta a sus enemigos sin haber convocado antes un consejo de guerra, ni siquiera se toma la justicia por su mano cuando los infantes de Carrión vejan y maltratan a sus hijas. Se presenta como un padre y marido ejemplar, incluso en la distancia, y un modelo de caballero cristiano cuyos triunfos son gracias a Dios, y sus desaciertos, por sí mismo. Al tratarse de una «épica de frontera», como la describe Montaner, se ven casos de cierta tolerancia inconprimavera 2021 Nuestro Tiempo —23


Grandes temas Las mil caras del Cid

cebibles en otros contextos; el alcáyaz Abengalbón, por ejemplo, compañero de armas del Cid, representa a los musulmanes que se adhirieron a su hueste. Aunque se mantiene leal a su rey, el Cid tampoco se quita de cruzar la teofrontera para ponerse al servicio del emir de Zaragoza. el paso de los pirineos y el atlántico. Con el tiempo se añadieron más historias a, como dice Porrinas, «la imagen mutante de un mito viviente». Así, vinieron elementos inventados como la jura de Santa Gadea, en la que el Cid hacía prometer al rey Alfonso que no tenía nada que ver en la muerte de su hermano Sancho, o la victoria después de muerto, atado a su caballo como estandarte de la cristiandad y de España. Y por la fama que ganó por estos añadidos pasó el umbral de la Edad Media y el de la península. En la obra dramática del valenciano Guillén de Castro Las mocedades del Cid (1605-1615), que a su vez recogía elementos de un cantar de gesta del siglo xiv, se basó Corneille para la que se considera la primera tragicomedia francesa. No solo eso, sino que Le Cid (1636) se entiende como uno de los grandes clásicos de la literatura francesa, hasta el punto de que hay quien El Cid de Charlton Heston recoge piensa en el país vecino todo lo que caracterizaba al que el Cid fue inventado héroe del Cantar, pero incide en por el dramaturgo. Es en su capacidad de reunión de moros este trajín de historias e y cristianos bajo un mismo estandarte. imitaciones en el que se adhiere, para enrevesarlo más todavía, el enfrentamiento y des- taciones del personaje en la literatura, el precito. / —Hermano, / ¡te ofrezco la pués asesinato del padre de Jimena a la música —es muy conocida la ópera desnuda limosna de mi mano! —», esmanos del héroe, ya que había deshonra- de Massenet Le Cid— y las artes plás- cribe Rubén Darío en «Cosas del Cid», ticas —la estadounidense Anna Hyatt dentro de Prosas profanas y otros poemas, do al del Cid. Esta cadena de influencias llegó hasta Huntington esculpió imágenes idén- basado en otros versos del francés Jules el siglo xix, que, como decía Montaner, ticas del héroe en diversas ciudades de Barbey d’Aurevilly. Es una escena en la implantó un renacimiento cidiano cen- España y América—. También se le de- que un leproso le pide agua y el Cid se la trado en su valor como símbolo nacional. dica papel y pluma al otro lado del Atlán- presta sabiendo que puede contagiarEsto explica la profusión de represen- tico. «—¡Oh, Cid, ¡una limosna! —dice se. Así llegamos a otra característica de 24—Nuestro Tiempo primavera 2021


este Cid, capaz de arriesgar su vida por socorrer y dignificar con sus actos a los desamparados, tan faltos de afecto. Esto podría haber facilitado su siempre buena acogida entre las clases populares, que dirían, como si también lo pensaran de sí mismos, «Dios, ¡qué buen vassallo, si oviesse buen señor!». Y más aún cuando el Campeador se atrevió a hacer jurar al rey en Santa Gadea. de la guerra civil a hollywood. Darío inspiró a los entonces jóvenes autores de la Generación del 98, entre ellos los hermanos Machado. En su poema «Castilla», Manuel recuperaba aquella escena, que ya estaba en el Cantar, en que una niña se ve obligada a no rendir hospitalidad al Cid: «Hay una niña / muy débil y muy blanca, / en el umbral. Es toda / ojos azules; y en los ojos, lágrimas». Desesperados por buscar la esencia de España, desgajada por el desastre de Cuba y Filipinas, creyeron encontrarla en Castilla y en sus símbolos, como Rodrigo Díaz. Sin embargo, no todos los escritores se centraron en esa faceta unificadora del Cid. Rafael Alberti, marinero de la Generación del 27 y exiliado en Francia, se identifica con el Cid en Entre el clavel y la espada como desterrado, aspecto en el que también se fijará su compañera, María Teresa León, en Jimena. La dictadura de Franco —quien, en 1955, llegó a insinuar que él mismo era una especie de reencarnación de don Rodrigo, si bien un poco menos imponente— recupera el sentimiento nacionalista que podía despertar el Cid, pues se trató de justificar la Guerra Civil como una segunda reconquista. Anthony Mann, para su película de 1961, también juega con la misma idea. Protagonizada por Charlton Heston y Sophia Loren, bajo la supervisión de don Ramón Menéndez Pidal, el Cid dice luchar «por España». «Aprenderé a

odiarte. Me he casado contigo porque era la única forma de vengar a mi padre. Nunca encontrarás amor en mí», dice Jimena o Sophia Loren, rompiendo, de esta forma, con el personaje original, tan difuminado por el mito como el propio Cid. La música de Miklós Rózsa, que bien podría recordar a la carrera de cuadrigas de Ben-Hur, los idus de marzo de Julio César y el Calvario en Rey de reyes, acompaña a un Cid sabio, a quien traiciona un cristiano y salva un moro, que se enfrenta a su rey para que jure sobre los Evangelios que nada tuvo que ver en la muerte de su hermano, y que, aunque sus enemigos fuesen trece veces trece, él no estaría solo. El Cid de Charlton Heston recoge todo lo que caracterizaba al héroe del Cantar, pero incide en su capacidad de reunir a moros y cristianos bajo un mismo estandarte. En un discurso pacifista en plena Guerra Fría, llega a preguntarse si están condenados a hacerse la guerra eternamente, y se diferencia de su rey, aparte de por su sentido de la justicia y su rectitud, en que sí que acepta aliados musulmanes. Como en el Cantar, hay un nombre propio entre los moros de la comitiva del Cid; en este caso es Al-Mutamán, rey de Zaragoza y aliado contra los almorávides, que se representan en la película como el mal encarnado. Pese a ser una producción estadounidense, se hacen ciertos guiños al imaginario español, como la procesión del Cid cargando con la cruz del pueblo arrasado, la misma música de Rózsa o la aparición de Rodrigo como si fuera Santiago Matamoros en Clavijo en la carga final. Siete millones invirtió Hollywood en la producción. ¿Cuántos, en cambio, en la adaptación de La Chanson de Roland?

Mio Cid. Juglaría para el siglo xxi Como un hombre-orquesta, José Luis Gómez, sillón Z de la Real Academia Española y director del Teatro de La Abadía, se convirtió en Cid, en Jimena, en niña, en el rey y, claro, en el juglar. En enero de 2021 llevó su representación del Cantar al Museo Universidad de Navarra. Allí, cabalgó a lomos de Babieca hacia el destierro, llevó a los espectadores de una escena a otra con un paseíllo por el escenario y les susurró al oído las tatarabuelas de nuestras palabras, pues toda su actuación, salvo los intermedios, fue en castellano medieval. Entre cantar y cantar confesó que también había sido un niño de los que desconchaban esquinas con espadas de madera, y que pese a sus canas el Cid seguía en él más vivo que nunca.

el cid niño. De la película avanzamos hasta 1976 para retroceder a su más tierna infancia, porque «¡Yo también fui primavera 2021 Nuestro Tiempo —25


Grandes temas Las mil caras del Cid

El Camino del Cid A partir de la vida del Cid histórico, se creó en el año 2002 el Camino del Cid, que recorre muchos de los lugares por los que pasaron el Campeador y su hueste —Zaragoza, Almenar, Tamarite— y que se añade a otros caminos como los de Santiago y de la Vera Cruz de Caravaca. La idea parte de lo que Ramón Menéndez Pidal y su esposa, la profesora María Goyri, se propusieron en su viaje de novios: la reconstrucción de los pasos de Rodrigo Díaz. El sabio polígrafo, director de la Real Academia Española durante casi cuatro decenios, sigue siendo una figura imprescindible en el estudio del personaje, sobre el que escribió obras de tantísima influencia como La España del Cid (1929) o Historia del Cid (1942). Fue tal su aportación que, cuando Hollywood quiso producir la película, recurrieron a su sapiencia.

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niño!», como se encarga de señalar la sintonía de entrada de la serie japonesa Ruy, el pequeño Cid. Nippon Animation lo sacó de la gloriosa Edad Media californiana para convertirlo en anime, como también hicieron con la suiza Heidi, el italiano Marco, el vikingo Vickie y los estadounidenses Jackie y Nuca. Así, descubrieron a los españoles que el Cid, por ejemplo, tuvo madre, y que sus primeros enemigos fueron las ocas, y sus primeras derrotas, contra las puertas. Diego Laínez, adelantando a Darth Vader, confiesa: «Yo soy tu padre». El pequeño Ruy muestra ya las virtudes que lo catapultarán a la gloria, como la defensa de los desvalidos, reflejada en el primer capítulo al atemorizar a un abusón que perseguía a un chiquillo. El vacío de su infancia hace que le añadan un primo de nombre Álvar Fáñez, dos hermanos y una madre enfermos que tienen que partir, y un padre ausente más entregado al reino que a la familia. Obras como Oliver Twist, Ana de las Tejas Verdes o Harry Potter no hubieran sido posibles sin el recurso del huérfano, tan extendido en la literatura infantil. En la serie puede verse a un Ruy enviado a San Pedro de Cardeña —allá donde dejará, mucho tiempo después, a su mujer e hijas— para instruirse en cuentas y latines, algo que tanto Porrinas como Montaner reconocen en el Cid histórico. También el Cid se ha adaptado a los niños sin reconstruir su infancia. Ungenio Tarconi, un inventor en la serie del Pato Donald, creó una máquina del tiempo que, cómo no, falla. En lugar de enviar al sobrino del Tío Gilito a Los Ángeles de los años veinte, lo manda a la Zamora del siglo xi. No es la única vez que Disney se inspira en una obra literaria clásica, como en Los tres mosqueteros o el propio El rey león, que recrea de una manera velada el Hamlet de Shakespeare. En España, José María Plaza escribió en 2006 Mi primer

Cid, que presenta una biografía novelada del personaje histórico como una adaptación del Cantar. Editado por Espasa y con ilustraciones de Ivlivs, acompaña a Mi primer Quijote y a toda la colección de Pequeña historia de… Antonio Hernández-Palacios, clásico de los cómics en España, publicó con Ikusager El Cid, una tetralogía que ilustraba la supuesta juventud del héroe castellano junto al infante don Sancho en hazañas inventadas o hechos históricos como en Las Cortes de León o La cruzada de Barbastro. del realismo al folletín. En los últimos tiempos, han surgido muchos y muy variados trabajos sobre el Campeador, porque, como dice Montaner, «está más vivo que nunca». Entre las novelas que lo han tenido como protagonista en estas décadas del siglo xxi, destaca Sidi, de Arturo Pérez-Reverte. Su título proviene del nombre con que los musulmanes distinguieron a Ruy Díaz y significa «señor». Y de sidi, cid. La novela recorre una pequeña parte de su destierro, en la que persigue a una tropa de almorávides o sirve al emir de Zaragoza en la guerra contra su hermano y sus aliados cristianos. El escritor cartagenero lo presenta más humano y, por tanto, con más debilidades; en román paladino, pasa más hambre. Sin embargo, mantiene muchos de los atributos que se le han añadido a la figura; por eso, pese a pelear por distintos señores, nunca rompe su juramento de fidelidad al rey Alfonso, aunque lo desterrara, y se niega a enfrentarse a él. Sigue estrictamente su código de justicia hasta llegar a ejecutar a un miembro de su hueste, paisano y pariente suyo, por haber matado en una trifulca a un aliado moro. Por su trato con los musulmanes, en concreto con Yakub, lugarteniente del emir con quien llega hasta a rezar mirando a La Meca, se le ha llamado «relato de frontera».


Casi al mismo tiempo que el Cid perezrevertiano, hermanastro de Diego Alatriste o Lorenzo Falcó, surge la serie El Cid, producida por Amazon Prime Video y estrenada a finales de 2020. La serie retoma la adolescencia que había comenzado a reconstruir HernándezPalacios en sus cómics, pero partiendo de un Ruy (Jaime Lorente) recién llegado a la corte y que va haciéndose hueco entre los escuderos. El Cid lorentino se presenta todavía más humano y, por tanto, con más debilidades, no ya en la batalla sino en los deseos carnales. Estando Jimena en León, y aunque ya había roto su compromiso con Orduño, Ruy Díaz sucumbe a los encantos de Amina, la hija del emir de Zaragoza, a pesar de que se le avisara de los peligros que podría conllevar. No obstante, mantiene algunas características tradicionales del Cid, como su rectitud para cumplir el juramento al rey, que se ve claro cuando lo salva de un atentado seguro, o su relación con los musulmanes. Por eso, y la serie de jaime lorente. las por no ser derrotado en campo distintas épocas han hecho con abierto, el astrólogo Abu Bakr el cid de la capa un sayo. cada cree que tiene barakah, o bensiglo ha creado de la figura el dición de Alá, lo que en español personaje que más le convenía. medieval se entendía como auze, fortuna. Se podría decir que las distintas épo- de su victoria, y otros, de su derrota, y cas han hecho con el Cid de la capa un en Hollywood insistieron en su trato sayo. Cada siglo ha creado de la figura con los musulmanes para articular un el personaje que más le convenía. Su discurso pacifista en medio de la Guerra mujer comenzó a hilar la leyenda para Fría; Pérez-Reverte quiso ahondar en justificar sus derechos sobre Valencia; la razón y en el realismo para explicar su el Cantar presentó al castellano común perfecta imperfección; y Amazon, por su el ideal de esposo, padre, cristiano y ca- parte, lo convirtió en un joven imberbe ballero al que acompañaban la suerte y que podría salir en Merlí. En definitiva, el la valentía tanto como la prudencia y el Cid es una muñeca rusa, en cuyo interior saber; los añadidos posteriores trataron se oculta el que existió, y en el exterior, de adornar con invenciones las haza- el que muchos hubiesen querido que ñas del héroe, así como su capacidad existiese. de pedir cuentas al poder civil; mucho tiempo después, ya en el siglo xx, en España lo tomaron unos como símbolo Nt

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Grandes temas Dios entre violines

Andrej Matis «El público y Dios quieren ver cómo tú interpretas a Vivaldi» 28—Nuestro Tiempo primavera 2021


Andrej Matis (Eslovaquia, 1988) dejó su trabajo de violinista profesional para ordenarse sacerdote. La música lo acercó a lo divino y ahora hace las delicias de Dios a través de cuerdas sublimes. Sus dos vocaciones remiten, en última instancia, a una misma: la del servicio a los demás. texto Marcos Ondarra [Fia Com 20] fotografía Daniel Ibáñez decía beethoven que la música es una revelación más alta que la ciencia o la filosofía. El arte es la mejor manera que tiene el hombre de expresar la verdad, pero también de conocerla, pues la belleza que alberga es el lenguaje más inteligible. El arte es perenne precisamente porque habla al corazón, y ya sabemos por Pascal que este tiene razones que la razón no entiende. Tanto es así que a Andrej Matis (Eslovaquia, 1988) la música le acercó a lo divino. Violinista de profesión, se ordenó sacerdote en Roma en septiembre de 2020. Desde entonces, compatibiliza sus dos vocaciones con un alegre desprendimiento. «Dios no nos quita nada y nos lo da todo», sostiene. La vida del joven eslovaco siempre ha ido acompañada de una melodía. Por su cabeza aún resuenan los tonos que emitía la trompeta de su abuelo. Su padre, según cuenta, llegó a formar una banda. «Algo tipo The Beatles, con todo lo que eso implica: pelo largo y cosas por el estilo», bromea. Por eso no sorprende que el sueño de Matis con quince años fuera dedicarse profesionalmente al violín. primavera 2021 Nuestro Tiempo —29


Andrej Matis ha realizado sus estudios de Teología en la Universidad de la Santa Cruz de Roma.

Grandes temas Dios entre violines

Antes de ponerse la sotana, trabajó durante varios años como violinista del cuarteto de cuerdas Mucha Quartet, con quienes ofreció conciertos en Suiza, Italia, Polonia, Austria o República Checa. Por suerte, dice, Dios tenía otros planes para él. El joven conoció el Opus Dei en Bratislava e inmediatamente quedó sorprendido por la «cercanía, elegancia y humanidad» de las personas de la Prelatura: «Vivían su sentimiento cristiano con intensidad, pero sin llamar la atención; me gustó que no se llenaban la boca con palabras pías, pero dejaban claro con hechos que se habían tomado a Dios en serio». No sintió, como imaginan algunos cineastas, una «llamada», ni se tropezó con un ángel rodeado de un coro de trompetas celestiales. «Veía en la oración y en la dirección espiritual que el sacerdocio es un camino que Dios quizá había preparado para mí; era una idea que me sorprendía y al mismo tiempo me alegraba», relata. Matis comprendió que la música, además de una hermosa profesión, puede ser una vía para conocer a Dios que santo Tomás ni siquiera sospechó. —¿Cómo compatibiliza usted su vocación musical con la religiosa? —Ya no dedico tanto tiempo a ensayar con el violín, mis deberes son distintos. Pero, cuando tengo oportunidad, sigo disfrutando muchísimo de tocar o escuchar música. Durante mis años de estudio, cantaba en un coro. Ahora suelo preparar alguna pieza para las celebraciones de cumpleaños de la casa en la que vivo. —¿Qué lecciones ha sacado de su experiencia en el mundo artístico que puedan ayudarle en el ministerio sacerdotal? —Pienso que me ha ayudado a entender a la gente que vive en medio de este mundo tan agitado. Me hago cargo más fácilmente de las preocupaciones de tantas personas que no saben si van a llegar a fin de 30—Nuestro Tiempo primavera 2021

mes, o de los esfuerzos y dificultades para conciliar. Matis no ve contradicción entre sus dos oficios, del mismo modo que no la hay entre ser dueño de su destino y siervo de lo que Dios disponga: «Mi reto diario es convertir esas dos aspiraciones en una sola; cuanto más sirvo a los demás, más disfruto de mi vida». Mientras se cumpla esa premisa, poco le importa a dónde le lleve su futuro. Vive en Roma mientras completa su doctorado en Filosofía. «Cuando acabe, me gustaría volver a Eslovaquia y trabajar como sacerdote en alguno de los centros del Opus Dei».«En mi país las personas viven su fe con mucho fervor. Y cuando se encuentran con el espíritu de san Josemaría, se sienten interpeladas», asegura. rezar a través de la música: lo sagrado en lo profano. En cuanto a la más noble de las ciencias humanas, Matis hace gala de un criterio exquisito. Y no hay mejor prueba de ello que su devoción por U2, Pink Floyd o Natalia Lafourcade, que el sacerdote escucha para rezar durante sus paseos por la città eterna. Su gran suerte ha sido encontrar en la música una manera de «redescubrir lo sagrado». Si santa Teresa veía a Dios entre pucheros, Andrej Matis lo percibe entre violines. Acaso porque la música inflama el alma hasta que vuela y se acerca al Creador en una transverberación musical. —¿Ha tenido experiencias cercanas a Dios a través de la música? —Sí, sobre todo gracias a mi descubrimiento del canto gregoriano. Primero tuve que aprender latín, eso sí. Tolkien dice que para el hombre es más natural cantar que tartamudear. Los elfos de El señor de los anillos hablan con tanta nobleza que casi parece que cantan. Con el gregoriano pasa algo similar: son palabras recitadas de un modo tan auténtico que llegan a convertirse en música, en oración.

Andrej Matis tiene esa rara vocación por lo añejo que le hace mezclar en una misma parla a Tolkien y U2 con Bach y el canto gregoriano. Y aunque parezcan elementos inconexos, todos componen la pieza armónica que es su vida. —¿Qué encuentra especial en el gregoriano? —El canto gregoriano es capaz de activar en el hombre la percepción de algo sagrado. Basta escuchar un poco, incluso sin entender la letra, y uno dice «Aquí hay algo que va más allá, que me trasciende». Además, es universal. No hay una cosa más común que el uso de latín en la liturgia. Une a la Iglesia en la tierra y une el presente con todos los siglos en los que ya se rezaba con este lenguaje. Sin miedo al anacronismo, la reivindicación del canto gregoriano forma parte de la concepción que Matis tiene del arte como perenne; huella indeleble que Dios ha dejado en el mundo. «Una cosa es anclarse en el pasado y otra recibir y hacer propio algo que tiene siglos de existencia y que sigue mereciendo la pena», asevera. Resulta que «siempre se puede crecer en la comprensión de esos tesoros que vienen de tan lejos». Lo mismo sucede con la fe o con la liturgia. Unos días antes de esta conversación con Nuestro Tiempo, Matis escuchó Nunc Dimittis de Paul Smith en la interpretación del ensamble inglés Voces8. Y pese a que la polifonía sería, según dice, demasiado «audaz» para el renacentista Palestrina o para Bach, puede acompañar bien a la oración: «Evoca desde el primer momento la sacralidad; ayuda a rezar». Si algo ha aprendido bien el violinista de san Josemaría es que se puede rezar con canciones profanas. «Uno va por la calle cantando “With or Without You” y la canción le sirve para hablar con la Virgen o con Jesús». Pero eso no significa que se deba desplazar la liturgia: «U2 te puede


servir para una oración privada, mientras que la liturgia es una oración pública que busca universalidad. No sé si mi abuela de 94 años, que iba a misa todos los días, habría conectado con U2…». —U2 es un claro ejemplo de cómo se puede expresar lo atávico y lo actual a la vez. —Sí, y eso que no es fácil. La clave es darse cuenta de que lo sagrado es distinto de lo profano. La jarra que utilizas para tomar cerveza con tus amigos no la puedes emplear para celebrar la misa, al menos si consideras que es un misterio, una actuación divina en favor de la humanidad. Por eso te sirves de un vaso distinto. Las diferencias tienen que ver con el material, con las formas, con los colores… Lo mismo ocurre con la música. —¿En qué consiste la dignidad formal de un elemento de culto? —A Dios lo podemos encontrar en medio del mundo. Pelando patatas, por ejemplo.

Pero, dicho de un modo un poco bruto, Dios no está en las patatas. Se puede rezar y estar en la presencia de Dios mientras uno come, pero es mejor no comer mientras uno reza. Jesucristo es Dios y hombre a la vez, es puente. Los antiguos romanos tenían al pontifex entre los cargos públicos de la ciudad, comprendían que el sacerdote era el que unía cielo y tierra. Y Jesucristo, siendo a la vez Dios y hombre, también tiene esa función. Pero eso no significa que la tierra sea el cielo, sino que se puede pasar de un lado al otro. Para evocar lo sagrado, la música debe «usar ritmos distintos, melodías diferentes, armonías y colores que contrasten con lo que suena en la radio». Si no, podría darse el caso de que la gente confundiera la iglesia con una discoteca: «A veces pensamos que para atraer a los jóvenes a la Iglesia hay que actualizarse. Y es cierto. Pero habría que ver en qué. Quizá solo estén buscando a Dios, y Él es siempre actual».

—Cuesta encontrar a Dios en el arte hoy. La mayoría de los artistas buscan transgredir, provocar… no la armonía, la paz y la belleza. —El arte es el reflejo de lo que se piensa y se vive. Tal vez por eso nos cuesta reconciliarnos con el arte contemporáneo. Somos inmaduros para reconciliarnos con nuestra verdadera imagen. El mundo es más rápido, caótico y ruidoso que antes. No sé si comparto la filosofía de John Cage, pero en su «4’33’’» hay algo profético: lo que la gente necesita escuchar hoy es el silencio para darse cuenta del ruido que nos rodea continuamente. —¿Llegará un momento en el que la sociedad se canse de tanto ruido? —Imagino que lo mismo se preguntaron hace un siglo al escuchar a Schönberg. Y después llegaron disonancias todavía más atrevidas que las suyas. Lo cierto es que en la actualidad hay muchos compositores que están volviendo a cierta simplicidad y armonización. Es algo que también primavera 2021 Nuestro Tiempo —31


Grandes temas Dios entre violines

del violín al sacerdocio

«El primero, pero ni el mejor, ni el último» Matis jamás ha ambicionado la fama ni los honores. Tras publicar el primer disco y el primer DVD, decidió compartir con sus compañeros su vocación sacerdotal. «Dije que me iba. Desde el punto de vista profesional no tenía mucho sentido, y mis colegas no eran practicantes». —¿Lo entendieron? —Al principio les costó. Para ellos mi decisión suponía mucho sacrificio. En cierto sentido debían empezar desde el principio, o casi, con un nuevo miembro, pero al final todo fue bien. Mucha Quartet da conciertos en sitios importantes, sigue ganando premios y tengo una buena relación con mis antiguos colegas. En septiembre, se ordenó en la basílica de San Eugenio de Roma. La celebración tuvo que ser sencilla, sin apenas invitados, por las restricciones derivadas de la pandemia. Pero Matis, optimista empedernido, siempre encuentra una lectura positiva de cuanto acaece: «La imposibilidad de un gran montaje suponía que no había tanto estrés por si salía bien el banquete, sino que te centrabas en lo esencial: en la ordenación». «Sucede lo mismo que con una boda; no es necesario una supermegafiesta, 250 invitados y luna de miel en Tailandia. Basta con decidirte, dos testigos y un cura», arguye el eslovaco, que es el primer sacerdote de la Prelatura de esa nacionalidad. El cardenal Parolin, en la ordenación, se acercó a Matis y le dijo: «Il primo, ma né il migliore, né l’último» («El primero, pero ni el mejor, ni el último»). Y así lo siente este treintañero: «Todos tenemos, más que la responsabilidad, la suerte de ser llamados a la santidad. Y da igual qué número tengamos en la camiseta». Tras la ceremonia, Matis ofició su primera misa en Bratislava. Allí estuvo Mucha Quartet acompañando la ceremonia con sus instrumentos. «Uno de los regalos más bonitos que he recibido por la ordenación», admite.

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interpela: el orden y la armonía dentro de un mundo caótico. Ese es, en opinión del violinista, el camino sobre el que debe discurrir la música litúrgica en los próximos años. Acaso porque la armonía y simplicidad remiten a lo sumamente armónico y simple, que es Dios. «cada persona es un misterio inagotable». Rezando y tocando, la vida del sacerdote eslovaco transcurre con el equilibrio de la melodía de Tchaikovsky. La música es un arte que se nutre de otros artes a los que vampiriza, como el de vivir y el de amar. Por eso, Andrej Matis tiene un proyecto vital y violinístico que es consciente de los enriquecimientos mutuos que se dan en quienes crean cuanto viven y viven cuanto crean. Matis es el ejemplo de que la banalidad no carcome a toda la juventud, de que esta sí se preocupa por los grandes temas sobre los que debe orbitar la existencia. —¿Siente un alejamiento de la juventud hacia el Creador? —Los jóvenes tienen que aprender a compaginar la dimensión virtual con lo que experimentan offline. Internet es seductor, se lo pone fácil al individualista que necesita satisfacer todos sus deseos aquí y ahora, pero las relaciones entre personas en el mundo no virtual son distintas. Las personas no funcionan como la tecnología, no responden siempre de un modo previsible e inmediato. En este sentido, el encuentro con el arte puede ser transformador. —¿No le parece que la juventud ya es suficientemente sentimental para insistir todavía más en la dimensión estética de la vida? ¿No es más bien la formación intelectual lo que se necesita hoy? —El arte no es una cuestión puramente sentimental. Esa es una visión muy del


En la vida de Andrej, lo sagrado y lo profano forman una unidad.

foto: javier marrodán

El violín ha dejado de ser su profesión, pero nunca lo ha abandonado del todo.

siglo xix, aunque el proceso ya había empezado probablemente en el Renacimiento. Es mucho más que los sentimientos, intenta transmitir un mensaje. —Pero este mensaje también se puede transmitir con otros medios menos elaborados. ¿Para qué sirve entonces el arte? —Sí y no. En realidad, el arte tiene otra dimensión que hoy está un poco ausente. No se puede guardar dentro de una caja, no se puede dominar del todo, nos trasciende. En este sentido, es como una persona: no está ahí para responder siempre a unas órdenes o exigencias, como sucede con el móvil. Nunca se sabe lo que puedes esperar de alguien, aunque creas que lo conoces bien. Eso es lo bonito: cada uno de nosotros es un misterio inagotable. Y como el ser más trascendente e inagotable es Dios, la experiencia artística nos puede ayudar a acercarnos a Él. —¿La Iglesia debe adaptarse para atraer a la juventud, o ser un faro inamovible por mucho que algunos pierdan el interés por ella?

—Todos buscamos en primer lugar la felicidad, pero no siempre sabemos dónde encontrarla. La Iglesia la ofrece, porque ofrece a Cristo. Y la renovación de la Iglesia consiste en esto: que cada cual vive su vida como si fuera la de Cristo. Es como ser un intérprete de música clásica. Tú no has compuesto la pieza que vas a tocar. La ha compuesto un tal Vivaldi. Y tú vas a tocar su pieza tal como está. Pero al mismo tiempo vas a tocar tú. Si sales al estrado e interpretas Las cuatro estaciones con un ordenador, no le va a interesar a absolutamente nadie. El público y Dios quieren ver cómo tú interpretas a Vivaldi. —Entonces, ¿se trata de tocar a Vivaldi o de ser tú mismo? —Las dos cosas. Haces de Vivaldi algo tuyo. Una vez me preguntó un amigo: «¿Qué sentido tiene que la gente siga sacando nuevas interpretaciones de Las cuatro estaciones?». En ese momento no supe responder, pero hoy le diría que es clarísimo: cada interpretación es distinta. Una nueva interpretación de la misma pieza. Y así es la vida cristiana, identificarse con Cristo. Cristo es uno para siempre. Pero noso-

tros nos queremos identificar totalmente con Él y, al mismo tiempo, conservar nuestra identidad. Y así, con mucha naturalidad, la Iglesia se va renovando. No solo desde arriba, sino sobre todo desde abajo. El mensaje, que es el mismo Cristo, es siempre igual. Y si alguna vez los jóvenes —o quien sea— no creen en el mensaje, quizá nos podemos preguntar si realmente vivimos el cristianismo como algo nuestro, con coherencia. Así entiende Matis la vida, la música y la juventud del ánima: como excelsos placeres que condimentan toda vida dichosa y que nos acercan a nuestro principio. Por eso, con su personal ora et labora, Matis hace las delicias de Dios a través de cuerdas sublimes. Pues lo sublime es huella de lo divino. Violinista con sotana o sacerdote con violín. Sea como sea, Matis es un melómano rompedor de tópicos. Y esto es porque su fe consiste en creer que la condición humana, con la banda sonora correcta, se puede ir domando y sublimando en una perfección paulatina. Una perfección de la que da cuenta su música, que es arte. Nt

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Grandes temas Las promesas y desafíos de la Casa Blanca

Cien días con Biden

El 20 de enero —como marca la tradición norteamericana desde los tiempos de Roosevelt— Joseph R. Biden juró como nuevo presidente de Estados Unidos. Su victoria electoral fue clara, pero también polémica. ¿Podía haber perdido? Sin duda, pero la aparición del coronavirus y las protestas antirracistas del Black Lives Matter, que derivaron en una revuelta muy violenta de grupúsculos de extrema izquierda, influyeron en un resultado que se pronosticaba ajustadísimo. Comenzó así un tiempo nuevo para la gran potencia democrática mundial, pero pasados cien días podemos preguntarnos cómo es su liderazgo y si ha roto de verdad con las políticas de Trump. texto Ignacio Uría [Der 95 PhD His o4], profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Alcalá ilustración Carlos Rivaherrera

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Grandes temas Las promesas y desafíos de la Casa Blanca

joe biden ya no es joe biden. no es que un doble dirija Estados Unidos, pero sí que este presidente se parece poco al candidato que conocíamos. Antes de llegar a la Casa Blanca, Biden era un tipo sonriente, torpe en muchas declaraciones y con tendencia al despiste, por decirlo educadamente. De entrada, no parecía la mejor carta de presentación, aunque si tu rival es soberbio y agresivo quizá la cosa cambie. El propio Biden lo asumía: «Soy una máquina de meter la pata», dijo en campaña. Nadie puede negarlo si recordamos cómo se refirió al senador de Misuri en 2008, Chuck Graham, en un mitin: «Levántate, Chuck. Que el público te vea», olvidando que Graham… era parapléjico. O al afirmar en su propio estado, Delaware: «Aquí el grupo de población que más crece es el de los indios americanos, los que vienen de la India. No bromeo». Las cosas iban mal, pero se pusieron peor cuando, intentando parafrasear un diálogo de cine, llamó jocosamente a una chica «yegua mentirosa con cara de perro». Según él, lo decía John Wayne en una película, pero nadie ha conseguido saber cuál. Esta tendencia a equivocarse ha desaparecido casi por completo en el Joe Biden presidente. En gran medida, porque se ha convertido en un mandatario sin apenas intervenciones públicas y muy controlado por su entorno. De hecho, tardó más de dos meses en dar su primera rueda de prensa y lo hizo razonablemente bien a pesar de que los periodistas le esperaban con los cuchillos afilados. Nada de afirmaciones confusas ni de titulares escandalosos. Biden está en modo presidencial y habla lo menos posible, lo que ya ha empezado a poner nerviosos a los periodistas. Fox News, por ejemplo, le ha criticado por su poca actividad («¿Le pesan los años o le tiene miedo a su propia lengua?») y The Washington Post, acostumbrado a sus pulsos con Trump, se queja de que no puede hablar directamente con él. La directora de prensa de la Casa Blanca, Jennifer Psaki, asegura que el presidente «está en lo que tiene que estar, gobernando, no vive en Twitter ni fanfarronea ni dedica largas horas a jugar al golf». Es decir, Biden no es Trump. Ni para lo bueno ni para lo malo, aunque…, ¿qué ha habido de bueno y de malo en estos cuatro meses de gobierno? las promesas de la campaña demócrata. El programa electoral demócrata se basaba en dos términos y se resumía en una idea. Las palabras eran reconstrucción y liderazgo mundial; la idea, acabar con las políticas de Trump. El nuevo discurso se dirigía 36—Nuestro Tiempo primavera 2021

al votante progresista, las mujeres, los jóvenes y las minorías (raciales, de sexo…), pero también al voto obrero y al de las zonas rurales, que en 2016 se habían inclinado a los republicanos. ¿En qué se concretaba ese programa? En economía, por ejemplo, subir el salario mínimo y elevar la presión fiscal a las empresas —hasta el 28 por ciento en el impuesto de sociedades— y las rentas altas (ingresos de más de 400 000 dólares anuales). Además, apostaba por la energía verde —con un gasto de dos mil millones de dólares— y el regreso al Acuerdo de París sobre el clima. Finalmente, un plan nacional de infraestructuras, verdadero talón de Aquiles de un país que invierte muy poco en este campo y que, además, carece de un sistema ferroviario a la altura de su desarrollo económico.

biden se ha convertido en un mandatario sin apenas intervenciones públicas y muy controlado por su entorno. COMO EL PRESIDENTE RECORDÓ EN ENERO, EE. UU. SOLO RECOBRARÁ SU INFLUENCIA MUNDIAL SI RECUPERA LA CONFIANZA DE SUS ALIADOS.

En otra de las cuestiones sensibles, la salud, Biden prometió recuperar la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama —el célebre Obamacare—, que Trump amenazó con derogar pero no pudo porque un sector del Partido Republicano se opuso. Este programa, muy necesario se mire por donde se mire, otorgaba deducciones fiscales a familias con ingresos bajos —unos treinta millones de personas— para poder contratar un seguro médico. Y, sobre todo, obligaba a las aseguradoras a dar cobertura sin importar el historial médico del cliente. Acerca del gran problema inmediato, el covid-19, Biden anunció análisis gratuitos de antígenos, cien mil empleos públicos sanitarios y destinar 25 000 millones de


dólares para comprar vacunas con las que inmunizar a doscientos millones de personas esta misma primavera. En cuanto a la reforma de la educación, Biden habló de la ampliación de fondos federales para las universidades públicas, el acceso universal y obligatorio a las escuelas infantiles —gratuito para las familias pobres— y una condonación de los préstamos estudiantiles para pagar las matrículas universitarias. En política exterior, Biden aseguró volver a los acuerdos con la ONU y la OMS, fortalecer la OTAN en un marco de colaboración con sus aliados y revisar la posición sobre China, nación a la que consideraba un problema grave, pero no un enemigo existencial, estrategia que también aplicaría a Rusia. En Latinoamérica y el Caribe, el mayor desafío se encontraba en la relación con Cuba —que prometía flexibilizar después de que Raúl Castro abandonó la presidencia del país en abril de este año— y Venezuela —creando un marco jurídico para la protección temporal de sus exiliados—. Por lo que respecta al problema migratorio, Joe Biden anunció una Ley de Ciudadanía que cortaría los fondos federales para la construcción y mantenimiento del muro con México y facilitaría el reagrupamiento de las familias que llegan de Centroamérica.

Pero, sobre todo, regularizaría a once millones de indocumentados que viven o han nacido en el país y que son clave en algunas áreas económicas (construcción, restauración…). Se trataría de la mayor normalización desde Ronald Reagan, que legalizó a tres millones de personas.

El presidente Biden sube al Air Force One en febrero con rumbo a Delaware. GM/Current Affairs/ Alamy Stock Photo

luces y sombras de un presidente (casi) invisible. Uno se queda sin resuello después de leer todas las promesas del candidato Biden, pero algunas las ha conseguido aunque solo hayan pasado cien días. Por ejemplo, el objetivo de las vacunaciones, o un plan de salud mental, en particular, contra el suicidio, drama por el que fallecen unas veinticinco mil personas cada año. Otras, sin embargo, como la relación con Rusia, se han torcido enormemente por culpa del presidente. Durante una entrevista del canal de noticias ABC, llamó asesino a Vladímir Putin —insulto en el que ni siquiera Trump cayó— y acusó al líder ruso de intentar matar al opositor Alexéi Navalni. En líneas generales, Biden considera que Estados Unidos solo recobrará su influencia mundial si recupera la confianza de sus aliados, vuelve al crecimiento económico y, por supuesto, derrota al covid-19. El primavera 2021 Nuestro Tiempo —37


Grandes temas Las promesas y desafíos de la Casa Blanca

presidente lo resumió en enero: «EE. UU. ha vuelto para liderar al mundo y no para retirarse de él […], se encuentra listo para hacer frente a nuestros adversarios, apoyar a nuestros aliados y defender nuestros valores». Por último, tenemos la primera crisis auténtica de la Administración Biden: miles de migrantes se agolpan en una frontera oficialmente cerrada, pero que sí tramita visados por motivos humanitarios. A esta posibilidad se aferran personas que huyen de la pobreza y de la violencia centroamericana, familias que no tienen nada que perder. Según el secretario de Seguridad Nacional, el cubanoamericano Alejandro Mayorkas, las cifras pueden convertirse en las peores en dos décadas, ya que los centros de acogida están saturados: solo en febrero de este año se arrestó a cien mil personas, un 33 por ciento más que Trump hace doce meses. Esta crisis humanitaria levantó fuertes críticas contra un Biden superado por un problema que no esperaba. La política interior, por tanto, va a centrar muchos esfuerzos. Para dirigirla, se ha nombrado a Susan Rice, una afroamericana con mucho poder en el Gobierno por ser la responsable de inmigración, salud y desigualdad racial. Rice, exembajadora ante la ONU, trabaja en una nueva ley de Policía, pero el inicial entusiasmo de Joe Biden con esa reforma se ha enfriado ante las presiones de los sindicatos y la radicalidad del grupo Black Lives Matter —que apoyó a Biden en las elecciones—, que reclama la disolución de la Policía en todo el país. Otros frentes igual de importantes para el electorado demócrata son la ampliación de los fondos federales para practicar abortos dentro y fuera de Estados Unidos —con durísimas críticas de un sector del episcopado católico—, la legalización de la marihuana y el control de armas, un problema gravísimo con más de cuarenta mil muertos solo en 2019, según la ONG Gun Violence Archive. ¿un reto al concierto mundial? Si de algo sabe Joe Biden es de política exterior. Se pasó cuatro décadas en el Senado dedicado a ese tema y ocho años de vicepresidente con Obama. Ha viajado por los cinco continentes —estuvo en Moscú en 1978, por ejemplo—, pero el mundo ha cambiado mucho en el último lustro: degradación de la democracia, hiperconectividad global, oligopolios tecnológicos, populismo… y el desafío histórico de la pandemia. Por tanto, su anuncio de un cambio profundo en las relaciones internacionales será menor de lo esperado. 38—Nuestro Tiempo primavera 2021

Las sanciones a Rusia o la guerra comercial con China no se revisarán, en su caso, hasta que pasen las elecciones legislativas de 2022. Con el mundo árabe tampoco se prevén grandes cambios, incluso en decisiones polémicas de Trump como el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara occidental —a cambio del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel— o el traslado de la embajada norteamericana de Tel-Aviv a Jerusalén, capital de Israel. Donde sí habrá modificaciones es en el abandono del aislacionismo de Trump en organismos internacionales, tales como la Organización Mundial de la Salud, la Unesco —algo que ya había hecho Ronald Reagan en 1984 y que se mantuvo dos décadas, in-

primera crisis: miles de migrantes se agolpan en una frontera cerrada, pero QUE sí tramita visados por motivos humanitarios. Ee. UU. ha vuelto a los organismos internacionales (Oms, ONu, Unesco) para ejercer su «liderazgo mundial».

cluso con el demócrata Bill Clinton— o el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al que pertenecen dictaduras como Venezuela, Cuba, Arabia Saudí o China. Estados Unidos, que aporta más fondos que nadie a esas organizaciones, pidió reformas que terminaran con su politización —por ejemplo, contra Israel—, aunque, al no conseguir nada, las abandonó. Ahora se ha reincorporado, si bien críticamente. En particular, se censura al Consejo de Derechos Humanos, que, según el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, es «un organismo lleno de defectos, necesitado de una renovación de su programa, composición y prioridades», pero al que Washington vuelve para «ejercer su liderazgo mundial y garantizar su correcto funcionamiento».


En las relaciones bilaterales habrá más ruido que nueces. Se trata de una esfera en la que Trump cosechó éxitos notables —como los acuerdos nucleares con Corea del Norte de 2018— y también graves enfrentamientos —China, Rusia—. Sin embargo, Trump se despidió de 2020 con un gran avance para la estabilidad en Oriente Próximo, donde varios países (Emiratos, Baréin…) normalizaron su relación con Israel —un «golpe mortal» para la solidaridad árabe, según el primer ministro palestino, Mohamed Shtayeh—, pero sin recibir ni una crítica de Arabia Saudí o de la Liga Árabe. ¿Qué hará Biden con Irán? Intentará revivir el acuerdo nuclear de 2016 impulsado por Obama consistente en la retirada de las sanciones a cambio de la renuncia iraní a la bomba atómica, como se ha visto en las recientes conversaciones de Viena en abril. Incluso es posible que Arabia Saudí e Irán retomen, después de un lustro, sus relaciones diplomáticas. Precisamente, la conexión de Siria con Irán empujó a Biden a ordenar el 25 de febrero un bombardeo «defensivo» contra la milicia siria proiraní para el que no contó con la autorización del Congreso. De inmediato, el ataque redujo su popularidad entre los

votantes más izquierdistas y levantó las críticas de algunos líderes demócratas, como el senador Bernie Sanders: «Me preocupa mucho el ataque en Siria y me temo que alargue la guerra. Llevamos casi dos décadas en este camino de violencia». El mismo camino de Obama, podríamos añadir, que envió cien mil soldados a Afganistán, mientras que Trump firmó un acuerdo con los talibanes para retirar los 2 500 militares estadounidenses el 1 de mayo de 2021. Es decir, paz a cambio de tropas. Biden quiere cumplir el acuerdo de Trump porque prometió terminar este conflicto: «Nos iremos [de Afganistán] definitivamente, no vamos a estar mucho tiempo, pero la cuestión es cuándo». El presidente quiere evitar que una retirada mal diseñada deje al país en manos de los talibanes y tener que intervenir de nuevo, comenzando de este modo su primera guerra. Vemos, por tanto, que Biden parece dispuesto a emplear la fuerza militar con más determinación que Trump, quien no inició ninguna guerra durante su mandato, algo que no sucedía desde 1980. ¿Acerca todo esto la paz en Oriente Medio? Ni mucho menos, pero permite a Washington ganar tiempo. Y en política, como escribió Talleyrand en sus memorias, ganar tiempo supone ganarlo casi todo.

Joe Biden conversa con la vicepresidenta Kamala Harris en marzo. American Photo Archive/ Alamy Stock Photo

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Grandes temas Las promesas y desafíos de la Casa Blanca

crisis y oportunidades

Aprovechar el covid para cambiar la economía (y ganar elecciones)

Obama y Biden durante un almuerzo en agosto de 2012. White House Photo/Alamy Stock Photo «Nunca dejes que una crisis se eche a perder». Rahm Emanuel, entonces jefe de gabinete de Barack Obama, lanzó a la fama esa frase en 2009 con un mensaje claro: Obama había llegado a la Casa Blanca durante la peor crisis económica en tiempo de paz desde la Gran Depresión y aprovechó esa circunstancia para diseñar una agenda de gobierno ambiciosa. Doce años más tarde, el vicepresidente con Obama, Joe Biden, que ocupa el despacho oval en medio de una crisis más profunda, ha decidido seguir la máxima de Emanuel —que en realidad no era suya, sino que tiene 40—Nuestro Tiempo primavera 2021

casi un siglo— y doblar la apuesta. Biden pretende hacer más cosas y mucho más rápido que Obama. En marzo consiguió la aprobación de un nuevo paquete de estímulo económico por valor de 1,9 billones de dólares (casi 1,6 billones de euros). Y planea invertir en infraestructuras, energías renovables y alta tecnología para mejorar a medio plazo la competitividad internacional del país. La propuesta ya se está negociando en el Congreso y parece probable que salga durante el verano, aunque en una versión más modesta. Mirando al futuro, Biden proyecta introducir en Es-

tados Unidos una serie de derechos que ya se aplican en todos los demás países industrializados, como las bajas por enfermedad, maternidad y paternidad, acompañados de ayudas para los hogares con hijos que incluyen con carácter permanente varias de las exenciones fiscales aprobadas para combatir la crisis causada por el covid-19, y hacer que el Estado asuma gran parte de los gastos de guarderías para las familias de ingresos medios y bajos. Este plan costaría unos 2,2 billones de dólares (más de 1,8 billones de euros) solo en su primera década de aplicación, pero sería fijo. Una de sus carac-

terísticas es que incluiría un pago directo del Estado a las familias de ingresos bajos con hijos que, según algunas estimaciones, podría llegar a los 4 520 dólares (3 725 euros) anuales. Es un programa dictado por el calendario electoral. En EE. UU., un presidente solo tiene entre doce y catorce meses para lanzar proyectos de ley. Eso se debe a que, en el segundo año de mandato —2022 en el caso de Biden— se celebran elecciones legislativas. Una vez que el nuevo Congreso toma posesión, la atención pivota a las presidenciales, y buscar acuerdos en ese contexto suele resultar imposible. Biden, además, cuenta con una mayoría mínima en la Cámara de Representantes y en el Senado, y, en ese último cuerpo legislativo, hay varios demócratas cuya línea política es más centrista que la de la Casa Blanca. Esto puede alejarle de su tercer objetivo —la expansión de las ayudas del Estado— pese a que es popular. Si sale adelante, lo hará en una versión considerablemente recortada respecto a cómo lo presentó al Congreso el 28 de abril, en su primer discurso como jefe de Estado. Después de 2022, la Casa Blanca mantendrá su política económica a través de acciones administrativas y regulatorias. Los proyectos de ley se habrán acabado hasta, probablemente, 2025. Pablo Pardo, corresponsal del diario El Mundo en Washington.


Además del Mediterráneo oriental, los otros dos grandes asuntos geoestratégicos son Rusia y China. Las relaciones con Moscú pasan por su peor momento desde el final de la Guerra Fría y, desgraciadamente, no se trata de diferencias coyunturales, sino que se derivan de una visión antagónica del mundo: Estados Unidos se considera el garante de la democracia, y Rusia se ve como el dique contra el globalismo. Joe Biden ha optado por presionar a Putin porque, al igual que Trump, lo considera una amenaza para su seguridad nacional y la de sus aliados, en particular, porque el líder ruso pretende ir recuperando la vieja área de influencia soviética. De modo que Estados Unidos mantiene las sanciones contra Rusia por la anexión de Crimea (Ucrania) en 2014, su respaldo al régimen sirio o los ataques cibernéticos contra instituciones gubernamentales norteamericanas, que desencadenaron expulsiones cruzadas de diplomáticos. La nueva gran medida ha sido prohibir a los bancos estadounidenses la compra de deuda pública rusa, lo que, unido a la caída del precio del petróleo, afecta a los ingresos de este país. La situación con la dictadura china es aún más compleja, propia de lo que podríamos llamar una «paz fría». Biden se enfrenta a una potencia cada vez más autoritaria y que ha penetrado con éxito en las instituciones mundiales (ONU, OMS…). Al mismo tiempo, Pekín despliega una influencia internacional muy agresiva a través de inversiones y propaganda asociada a las vacunas y material médico. Además, en el ámbito regional, el presidente Xi Jinping ha aprovechado el abandono estadounidense del acuerdo comercial de Asociación Transpacífico para crear la Asociación Económica Integral Regional asiática. A diferencia de Donald Trump —que ha dejado la relación con China en el punto más bajo en medio siglo—, Joe Biden no considera al gigante asiático como un enemigo, sino un desafío económico, por lo que combinará exigencia —en cuestiones como los derechos humanos, laborales, políticos— y cooperación —sobre el cambio climático, pandemia…—. Todo ello sin olvidar que el déficit comercial de EE. UU. con China no va a desaparecer, que tienen inversiones mutuas y que este país posee más deuda norteamericana que nadie. Los planteamientos ideológicos de Biden en política exterior responden, por tanto, al pragmatismo liberal clásico (mercados abiertos, promoción de la democracia, etcétera), pero evitando conflictos innecesarios. Mejor liderar con la fuerza del ejemplo, la diplomacia y las inversiones que entrar en guerras de

las que no se sabe cómo salir. Y esto a pesar de ciertos aspectos contradictorios de su política, como estar a favor de las intervenciones humanitarias forzosas, pero sin cambiar los regímenes políticos que provocan esas crisis. En resumen, Biden es un presidente globalista que apostará por el multilateralismo. Sin ninguna duda, recuperará la tradicional cercanía a Europa, pero tomando distancia con el Reino Unido —más necesitado que nunca del mercado norteamericano— y alejándose de los países del Grupo de Visegrado — Polonia y Hungría fundamentalmente, que rechazan la política migratoria y de asilo de la Unión Europea—. Sin embargo, ni podrá ni querrá romper radicalmente con la herencia de Trump. Su débil posición

biden es un presidente globalista que apostará por el multilateralismo. CHina es otro gran asunto geoestratégico. a diferencia de trump, biden no considera al gigante asiático como un enemigo, sino un desafío económico.

en el Congreso y el Senado, la crisis del coronavirus y la división de la sociedad estadounidense obligarán a Joe Biden a centrarse en los asuntos nacionales: subidas de impuestos, crecimiento del sector público y una política social omnipresente. En particular, si la vicepresidenta Kamala Harris se responsabiliza de esta área e, hipotéticamente, Biden acaba renunciando a su cargo. Una posibilidad verosímil si consideramos su edad —cumplirá 79 años en noviembre— y que él mismo ha calificado su mandato como un «gobierno de transición». El paso del tiempo perfilará la verdadera cara de Joe Biden, un presidente de grandes promesas pero que, en sus primeros cien días de gobierno, ha chocado con una realidad muy difícil de manejar. Nt

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FIRMA INVITADA Santiago Navarro Sanz

Un aniversario que plantea nuevos retos

Wikipedia debe sustentarse por las referencias y su verificabilidad y no por quién la aporta. Contrastar contenidos es siempre una buena práctica. Por eso, no debemos tomar la información de Wikipedia —ni la de ninguna otra procedencia mediática— como una verdad absoluta, sino como el inicio de lo que debe ser una apasionante investigación. Expresó acertadamente esta idea Dan Gilmor, padre del periodismo ciudadano, corriente según la cual todos podemos convertirnos en fuentes y gestores de noticias: «Wikipedia es el mejor lugar donde empezar pero el peor en el que detenerse». A pesar de que es posible editar Wikipedia de forma anónima, muchas personas velan por su solvencia; miles de voluntarios repasan continuamente las modificaciones y comprueban que los nuevos artículos cumplan con un mínimo de calidad en cuanto a redacción, relevancia y verificabilidad, que no contengan informaciones sesgadas o falsas, o que no violen los Wikipedia, un proyecto de conocimiento derechos de autor. Además, hay algunos artículos, denominacolaborativo que revolucionó la consulta de la dos «buenos» y «destacados», que han superado una rigurosa revisión de la comunidad y ocupan un escalón de fiabilidad información, acaba de cumplir veinte años. ¿Es superior. No es necesario que un artículo sea perfecto desde un la enciclopedia que necesitamos en la época inicio; de hecho, suele empezar como un pequeño esbozo que de las noticias falsas? ¿Ofrecen sus contenidos se amplía y mejora. Por ejemplo, el artículo de la Universidad calidad y fiabilidad suficientes? de Navarra ha sido editado por 250 editores en más de 600 ocasiones. de enero de 2001. Dos emprendedores estadouWikipedia supuso una revolución en su momento y ha llegado a los dos decenios de vida; todo un logro en el mundo virtual. nidenses, el empresario Jimmy Wales y el filósofo Pero ¿constituirá una herramienta útil en el futuro? En una Larry Sanger, fundan Wikipedia. Lo que en un época que adolece de sobreinformación y noticias falsas, que principio pudo parecer una iniciativa utópica —una enciclopeexista un lugar donde los contenidos se presenten ordenados, dia colaborativa— se ha convertido veinte años más tarde en el interconectados, en nuestro idioma, citando las fuentes y libre mayor compendio de conocimientos en nuestra era y la princide influencias externas, apunta a una respuesta positiva. A la pal fuente de consulta en la red. vez, continúa habiendo retos importantes, como lograr un proWikipedia contribuyó a democratizar el acceso a la inforyecto más diverso e inclusivo, reduciendo diferentes brechas mación y la generación de contenidos, ya que no hace falta ser persistentes, entre ellas la de género, puesto que solo un 10 un experto reconocido en una materia para crear o mejorar por ciento de quienes editan Wikipedia son mujeres. También artículos. Aquel embrión fue creciendo hasta alcanzar hoy unas cifras gigantescas: 56 millones de artículos en más de tres- aspira a llegar a personas de más países y a hablantes de más lenguas y a albergar artículos sobre temas cientos idiomas, con más de trescientos mil menos trabajados. editores y unos veinte mil millones de visitas La pregunta del Autor Las bases están puestas gracias a una cocada mes. Es el quinto sitio web más visitado munidad editora entusiasta. Sin embargo, del mundo y el único entre ellos sin ánimo de Cuando consulta que Wikipedia sea la enciclopedia que la lucro. Wikipedia, ¿emplea otras sociedad necesita y que perdure es una tarea En estos veinte años Wikipedia ha recibido fuentes o es un recurso que corresponde asumir a sus millones de numerosos premios, como el Princesa de Astotalmente fiable para usuarios, puesto que Wikipedia será el resulturias de Cooperación Internacional en 2015. usted? tado de este gran esfuerzo colaborativo en Su naturaleza colaborativa —se construye permanente búsqueda. con el trabajo de miles de voluntarios anónimos que no necesitan acreditar su formación o experiencia— ha sido el origen de su éxito, Santiago Navarro Sanz es administrador de Wikipedia @NTunav en español desde 2008 y ha presidido Wikimedia España pero también de sus críticas. Debido a su funOpine sobre este asunto en (entidad que fomenta el conocimiento libre y apoya a cionamiento, a priori sin control sobre quién Twitter. Los mejores tuits se Wikipedia y a otros proyectos) entre 2015 y 2021. edita, muchas personas siguen dudando de publicarán en el siguiente número. su veracidad y su calidad. La clave de esta importante cuestión es que la información en

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Grandes temas Crisis de identidad, crisis de civilización

María Calvo «Impera un concepto de igualdad deconstruido, absurdo y lleno de contradicciones» María Calvo (Madrid, 1967) compagina su trabajo de profesora titular de Derecho Administrativo en la Universidad Carlos III de Madrid con su pasión por los asuntos educativos y la defensa de la igualdad entre el hombre y la mujer. No rehúye ningún debate, y la claridad de sus intervenciones la ha convertido en una de las voces españolas más reconocibles en cuestiones como la masculinidad y la feminidad o las actuales dificultades para desarrollar una paternidad y una maternidad plenas. texto Blanca Rodríguez Gómez-Guillamón [Com His 15] fotografía José Juan Rico Barceló

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Grandes temas Crisis de identidad, crisis de civilización

C concepción arenal, gallega de familia ilustrada, tenía veintiún años cuando se cortó el pelo y se vistió con levita. Completó el atuendo con un sombrero de copa y así, en 1841, se sumó como oyente a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. No se prohibía el acceso de mujeres al aula, pero tampoco se concebía que quisieran hacerlo. Por aquel entonces, en España era natural que la mujer se ocupase de la casa y de la familia y que el hombre hiciera lo propio en los negocios, en la industria, en la guerra. Concepción Arenal revolucionó la universidad y el derecho y, por ello, María Calvo, profesora y jurista, la admira profundamente: «Me gusta mucho el grupo de mujeres valientes que a partir del siglo xviii exigieron la igualdad de derechos». Entre ellas también cita a Clara Campoamor y a Emilia Pardo Bazán. María Calvo asegura que en 2021 «las mujeres todavía seguimos un poco disfrazadas de hombre, porque hemos tomado sus atributos masculinos y hemos renunciado a nuestra identidad femenina, sobre todo a la maternidad». Sabe que su discurso es incómodo. En un programa universitario al que acudió en febrero como invitada, recibió un aviso para que lo moderase. Había dicho que «el aborto es una fractura irreversible en el corazón de la feminidad» y que «no es lo 46—Nuestro Tiempo primavera 2021

mismo que un niño sea criado por un padre y una madre, bebiendo de esa masculinidad y esa feminidad; no es lo mismo el olor, que te besen, que te levanten los brazos de un padre y una madre que los de dos papás o dos mamás». Cuando se negó a retractarse, la expulsaron del programa. Sabe que rema contracorriente pero continúa porque lo cree necesario, porque ve una carencia de formación en torno a la identidad femenina y masculina, a la maternidad y la paternidad, a la igualdad entre el hombre y la mujer, a la educación, campos que ve estrechamente relacionados. Con la legalización del matrimonio homosexual en 2005 y la aprobación de la ley de reproducción asistida en 2006, María Calvo se preguntó qué había detrás: si existía un correlato jurídico con la ciencia. De este modo, comenzó un nuevo camino de investigación. «Los juristas debemos tener conocimientos de antropología, filosofía, psicología o psiquiatría, para que las leyes no nazcan obsoletas —señala—. Hay que llevar la realidad científica a las leyes». En esa propuesta, le parece imprescindible que la universidad sea campo de reflexión y de diálogo. De hecho, fue en una universidad donde Concepción Arenal abrió un debate al ser descubierta; ante su insistencia y el bagaje que demostró en un examen, le permitieron continuar de oyente. Sin embargo, la reivindicación de los derechos de la mujer viró más de cien años después. Es en Mayo del 68 cuando María Calvo advierte la primera ruptura: «La maternidad cobró un nuevo sentido y se consideró una amenaza para la igualdad, como si tener hijos y dedicarse a ellos fuera frustrante o esclavizante». Se planteó la liberación de la mujer a través del aborto, la planificación y la anticoncepción. «A partir de entonces —explica— el hombre se convirtió en un enemigo al que había que eliminar y se empezó a rechazarle como padre por resultar inútil, perjudicial y prescindible». Siguiendo esta tesis, la mujer renunció a la maternidad como se

había entendido hasta entonces y también a la figura del padre. el padre, en peligro de extinción. Hubo un hecho que a María, como jurista, le llamó la atención especialmente. En el real decreto ley que en marzo de 2020 amplió el permiso de paternidad, «no se recoge la palabra padre». En su lugar, se puede leer «progenitor distinto de la madre biológica» u «otro progenitor». «Me asustó ver cómo las leyes son capaces de eliminar una figura que pertenece a la cultura occidental desde hace siglos y que está en su base. Si se desmorona el padre, se desmorona una columna de nuestra civilización». De esta preocupación, del intento de responder a por qué el padre está desapareciendo de la familia, surgió Paternidad robada (2021), una obra en la que María Calvo profundiza en el discurso hipermoderno —término acuñado por el sociólogo francés Gilles Lipovetsky—, que ve al hombre prescindible en la crianza y en la educación de los hijos. «La maternidad en soledad está creciendo muchísimo», señala María. Las estadísticas muestran un cambio de tendencia significativo. El 48,4 por ciento de los nacidos en 2019 —última cifra recogida por el Instituto Nacional de Estadística (INE)— son de madre no casada. La apreciación «no casada» no se corresponde con «soltera», pero ya en 2017 el INE subrayaba que la cifra de 44,5 por ciento era el «valor más alto de toda la serie histórica». Un dato que crece un uno por ciento todos los años. En 2007 se crearon organizaciones como la Asociación Madres Solteras por Elección, y un año después el Instituto de la Mujer corroboró el aumento de este modelo de familia monoparental. «Este tipo de maternidad convierte a los hijos en huérfanos de padre incluso antes de nacer y es duro para ellos porque el instinto maternal se transforma en un instinto de posesión —revela María Calvo —. La relación con la madre es esencial,


En su último libro la autora analiza las causas y las consecuencias de la «evaporación de la figura paterna» en la familia. sobre todo en los primeros siete años, pero no puede ser exclusiva y excluyente». Entre los riesgos que enuncian los psiquiatras, indica, se halla el incesto emocional, donde el hijo asume el papel de pareja al convertirse «en el confidente de la madre, en su paño de lágrimas». María también advierte que en la maternidad en soledad los hijos nacidos por técnicas de reproducción asistida se encuentran con frecuencia sometidos a una relación de dominación, «porque vienen a llenar el vacío existencial de la madre, pero la libertad del ser humano requiere un comienzo indisponible». iguales, diferentes. La pregunta que subyace al pensar en los roles familiares es si somos iguales; si, en el siglo xxi, los hombres y las mujeres tenemos o no los mismos derechos. María no duda: «Somos iguales en dignidad, en humanidad, en objetivos, pero no en el modo de alcanzarlos ni en la forma de ver la vida». Sin

embargo, lamenta que, «cuando por fin parece que se ha alcanzado esa igualdad, todo se viene abajo». «De repente se nos considera iguales, fungibles, intercambiables, no hay hombre ni mujer». Cree que la igualdad ha dejado de entenderse como un camino hacia la confluencia de oportunidades y se ha transformado en una negación de la identidad masculina y la femenina. La razón por la que María Calvo expresó en aquel curso universitario que no era lo mismo criarse con un padre y una madre que hacerlo con dos padres o dos madres aludía a la identidad, a la esencia. En la familia, el hombre y la mujer añaden aportaciones diferentes en la configuración de la personalidad de los hijos. —¿Qué aporta la madre y qué aporta el padre? —A las madres les preocupan sobre todo los sentimientos de los hijos y somos

puentes hacia sus mundos interiores. A los padres, que sean capaces de enfrentarse a este mundo exterior tan complejo. Nosotras regalamos la vida biológica y los padres regalan la vida social. —¿Y en el amor? —Las madres damos un amor muy físico, con caricias, besos, abrazos. En general, el amor del padre busca fortalecerles, hacerles capaces; no está exento de la exigencia, del límite. Es un amor difícil de entender por las mujeres y que ahora mismo está muy desprestigiado, pero eso no quiere decir que sea de menor calidad. —Por tanto, son diferentes el ejercicio de la maternidad y el de la paternidad. —Son distintas maneras de ver la vida, y esas diferencias nos enriquecen. Hoy las mujeres estamos muy empoderadas y estamos rechazando al hombre. Al considerarnos idénticos, es normal que surja primavera 2021 Nuestro Tiempo —47


Grandes temas Crisis de identidad, crisis de civilización

María Calvo reivindica que la gran liberación de la mujer como madre comienza por «dejar entrar al hombre en el hogar» aceptando las diferencias.

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el desencuentro, el conflicto y la ruptura. Cuando exigimos a la persona del sexo opuesto que vea el mundo desde nuestra perspectiva, cuando queremos que sientan idénticos afectos, que tengan la misma sexualidad, que críen a los hijos del mismo modo… pedimos imposibles. Tenemos que respetarnos. Lo grandioso de la identidad femenina y de la masculinidad es que se complementan de forma sinérgica y simbiótica. Solo si comprendemos que somos distintos dejaremos de ver las diferencias como defectos. derecho a la frustración. Cuando María Calvo tuvo a su primer hijo fue al mismo pediatra que la había atendido a ella de niña. Era un doctor con diferentes generaciones en consulta. El médico le explicó que debía darle el pecho al bebé cada cuatro horas. «¿Cuatro horas? ¿Y si llora?», preguntó María. «Llorará una semana, pero luego se le pasará», respondió el médico. Esa recomendación se repitió cuando acudió con su segunda hija en brazos. Sin embargo, con la tercera, su pediatra había fallecido y en su lugar había uno más joven. Le dijo que debía alimentar al bebé en cuanto se lo pidiera. Repitió la pauta tras su cuarto alumbramiento. «Pero dar todo a los niños, y además cuando ellos lo solicitan, los vuelve insaciables. Desde que nacen debemos educarles, porque no se puede tener todo en la vida; luego hay fracasos, cosas que salen mal», acentúa María, que reivindica la frustración casi como un derecho fundamental del niño: «Hay que amarle mucho para aguantar el llanto, las pataletas e incluso que nos odien cuando son adolescentes y decimos que no a sus demandas». La carencia, subraya, es motor del deseo: «Cuando no les falta nada, no tienen ilusión por nada ni luchan por nada. Entra miedo a frustrarles». Y aquí el padre vuelve a ser fundamental, porque encuentra más facilidad que la madre, por naturaleza, en establecer límites. «En la universidad

«Si se desmorona la figura del padre, se desmorona una columna de la civilización occidental» «Ahora mismo la igualdad es un igualitarismo masificador que neutraliza los sexos. Somos iguales en dignidad, en humanidad, en objetivos, pero no en el modo de alcanzarlos ni en la forma de ver la vida» «Lo grandioso de la identidad femenina y de la masculinidad es que se complementan de forma sinérgica y simbiótica. Solo si comprendemos que somos distintos dejaremos de ver las diferencias como defectos»

—recuerda— se me han acercado jóvenes que me han dicho: “Mira, María, a mí mis padres no me quieren, porque me dejan hacer de todo. No les importa a qué hora llego, qué hago, si bebo, si fumo, si me drogo, cómo me visto”. Ellos saben que los límites son una manifestación de amor y les dan mucha tranquilidad». «A los adolescentes les resulta muy humillante cumplir una norma si los padres no la siguen. La autoridad se gana siendo coherentes», expone María Calvo. El problema, recalca, es que ese padre o esa madre tiene miedo a caer mal, a que lo rechacen, a que no lo quieran. Pretende acceder al mundo interior de su hijo adoptando una primavera 2021 Nuestro Tiempo —49


Grandes temas Crisis de identidad, crisis de civilización

postura que cree que le aproxima. Trata de forjar la confianza como si en lugar de padre o madre fuesen amigos. Se olvida de los límites, no sabe cómo decir que no, que tendría que estar estudiando y que no puede fumar a los trece años, o a los catorce, o a los quince. «Los hijos necesitan esa verticalidad, esa ley simbólica de la familia, para no sentirse perdidos». La clave, insiste María, está en las diferencias complementarias del padre y la madre: «Hay que dejarse enriquecer. La gran revolución del hombre como padre es la liberación de la mujer como madre. Las mujeres nos hemos comido el mundo educativo y estamos reconocidas profesionalmente, pero también queremos seguir siendo las reinas del hogar: queremos que los hijos se eduquen como pensamos, que coman tal comida, que los muebles se pongan de determinado modo… y eso nos da mucho trabajo. Tenemos que dejar entrar al varón pero conscientes de que el hombre va a hacer las cosas de un modo muy diferente. Las mujeres debemos permitirles entrar, pero mordiéndonos la lengua, sin críticas y sin desprestigiarles delante de los niños. Esa conjunción proporciona una libertad increíble». Los hijos necesitan que los padres y madres sean ejemplo, pero no perfectos. «Quieren padres consecuentes y honestos pero imperfectos, como lo son ellos, porque solo así van a pensar: “En mi imperfección, me van a poder amar”». A María Calvo le brillan los ojos al decirlo. María observa a su alrededor, al salón que compartieron los seis miembros de la familia durante los tres meses de confinamiento total y donde aún hoy, con el teletrabajo, acostumbran a encontrarse. —Fíjate: ahora, con la pandemia, la frustración nos rodea como las paredes de una casa. Estamos sufriendo enfermedad, la muerte de los mayores, los hijos quieren salir por ahí y no pueden, quieren reunirse con sus amigos y tienen límites de aforo 50—Nuestro Tiempo primavera 2021

«En nuestra sociedad se cuestiona la alteridad sexual, la existencia de un hombre y de una mujer naturales, aunque es una realidad científica. Negarlo es negar un fundamento antropológico esencial del ser humano» «Pienso que a las mujeres no nos hace ningún favor el discurso de Simone de Beauvoir, porque es anacrónico y está obsoleto. Supone un proteccionismo hacia las mujeres que no necesitamos» «Nos encaminamos hacia una ruptura social. La revolución del 68 pretendía ser colectivista, pero resultó individualismo puro. Vivimos como seres atomizados, ajenos a las preocupaciones de los demás»

y de horario. Si no puedes gestionar esa frustración, te desesperas. Y eso es lo que les está ocurriendo a los niños a los que se les ha hecho adictos al placer, a quienes se les ha dado siempre lo que reclamaban. la atención a la diferencia. María Calvo asegura que «en nuestra sociedad se cuestiona la alteridad sexual, la existencia de un hombre y de una mujer naturales, aunque se trata de una realidad científica. Negarlo es negar un fundamento antropológico esencial del ser humano, equivale a rechazar las raíces de la civilización occidental». Y esta colisión es la que genera conflicto. —¿Cree que en la sociedad de hoy tenemos claro el concepto de igualdad? —No. Ahora mismo la igualdad es un igualitarismo masificador que neutraliza los sexos. A eso hay que sumarle la paradoja de que algunos digan que somos iguales pero las mujeres mejores y que, además, necesitamos más derechos. Impera un concepto de igualdad deconstruido, absurdo y lleno de contradicciones. El hombre hoy tiene menor valor social. Deberíamos volver la vista atrás y ser capaces de reconocer todo lo bueno que a lo largo de los siglos han hecho por las mujeres. —En 2008 se fundó en España el Ministerio de Igualdad, que en 2020 se recuperó como entidad propia. ¿Lo considera útil? —Haría falta para defender al varón y, en particular, a los jóvenes, porque desde la escuela están atravesando una crisis de identidad muy fuerte. Más del 80 por ciento del profesorado de Infantil y Primaria son mujeres [según datos del Ministerio de Educación de 2020, el profesorado femenino de Educación Infantil alcanza un 97,7 por ciento del total y en Primaria, un 81,7 por ciento], así que los varones crecen en un mundo femenino-maternal y, de manera involuntaria pero clara, se impo-


María Calvo defiende que la educación diferenciada busca el respeto entre los dos sexos y la igualdad de oportunidades. ne un ideal femenino en muchas aulas. Los cerebros masculinos y femeninos son diferentes y hay estudios que han demostrado que los ritmos madurativos también lo son. Si se ignoran las inclinaciones y tendencias innatas de los varones, se les puede tachar de vagos, torpes o hiperactivos. De hecho, hay informes de la OCDE con datos muy negativos: los chicos están treinta puntos por debajo de las niñas, tres de cada cuatro expedientes disciplinarios son de muchachos, repiten el doble… —¿Persiste el desconocimiento sobre la identidad masculina? —Desde la revolución del 68 se les ha pedido a los hombres que revisen la masculinidad. Ha habido ganancias, porque ahora hay varones más sensibles, emotivos, emocionales. Las generaciones del pasado eran muy analfabetas emocionalmente; con frecuencia los hombres no abrazaban a los hijos, no les decían «te quiero», no lloraban... En líneas generales, han desarro-

llado una mayor sensibilidad emocional, pero han descartado otros valores, como la competitividad, la fortaleza, la defensa del débil o el luchar por los principios; todo eso que ahora se identifica con el machismo. Pienso que eso les frustra, porque no pueden expresarse tal y como son. —Algunos eslóganes tachan al hombre de violento, de misógino. ¿Se defiende a la mujer desde una postura de ataque? —Desde luego. En los últimos años ha surgido una serie de políticas identitarias, relacionadas tanto con la raza como con el sexo, que tienden a defenderse atacando. Aunque hay muchos feminismos y cabría matizar, se está luchando contra el machismo con unos planteamientos feministas que beben de las mismas fuentes, que son agresivos, que desprecian al sexo opuesto y que han popularizado la degradación de la masculinidad. Hay estudios de series, de películas, de videojuegos, que

exponen cómo el torpe, el borracho y el agresivo es el padre, mientras que la mujer está empoderada, es oportuna y mantiene la razón. El mensaje que se proyecta es muy perjudicial para las niñas, porque no van a valorar la masculinidad, pero también para los varones, porque crecen con miedo a ejercer su masculinidad. El hombre tiende a mimetizarse desde muy pequeño con las mujeres, porque se les transmite que eso es lo óptimo, de modo que se identifican con una identidad que no es la propia. —En librerías, tertulias o universidades se recuperan manifiestos de mujeres que en los siglos anteriores reivindicaban sus derechos. Por ejemplo, la obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo señalaba que la mujer es un producto cultural, una construcción social. ¿Seguimos siendo el segundo sexo? —Actualmente el segundo sexo es el hombre, sin duda. Aunque hay mucho margen primavera 2021 Nuestro Tiempo —51


Grandes temas Crisis de identidad, crisis de civilización

de mejora, en la civilización occidental la mujer está más valorada que nunca, pero también se queja más. A estas alturas, pienso que a las mujeres no nos hace ningún favor el discurso de Simone de Beauvoir, porque es anacrónico y está obsoleto. Supone un proteccionismo hacia las mujeres que no necesitamos. Algunos feminismos están enviando un mensaje falso y derrotista, porque la realidad es que podemos conseguir lo que nos propongamos. La igualdad de oportunidades es cada vez más real y, además, la victimización nos perjudica porque las mujeres somos autónomas, independientes, libres, tomamos nuestras propias decisiones y podemos alcanzar las mismas metas que los hombres sin necesidad de que nos favorezcan. Victimizarnos e infantilizarnos es una de las mayores perversiones del feminismo.

—Defiende la educación diferenciada como una opción que favorece el desarrollo de los niños y de las niñas. ¿Por qué, si hay datos que corroboran su éxito y está reconocida en otros países, en España se pretende limitar el acceso a este modelo educativo? —Es contradictorio. En marzo de 2019 se publicó un reportaje en El País sobre las escuelas separadas por sexo en Islandia. El motivo era que se les había concedido un premio de innovación educativa. Decían que eran colegios que garantizaban la igualdad de oportunidades y que acababan con los estereotipos de género. Resulta paradójico que en España ese modelo se vea como segregador y se quieran quitar los conciertos y que en Islandia se valore como algo maravilloso. En España hay tanta oposición porque hay mucho desconocimiento voluntario.

—Sin embargo, en educación se ofrecen becas exclusivas para mujeres, especialmente como motivación para que se decidan por carreras científicas o tecnológicas. ¿Le parece un método acertado? —Es un discurso que va contra la libertad de elección de las mujeres. Habría que barajar que quizá no queremos hacer esos estudios. En los países nórdicos, donde las políticas de igualdad son las mejores de Occidente, hay menos ingenieras que nunca. Se debe garantizar que desde el colegio se eduque para la igualdad de oportunidades, pero también tenemos que dejar que las mujeres elijan libremente. Esto está relacionado con la negación de otro gran tema: la identidad femenina. Nosotras tenemos una huella psicológico-materna imborrable, provocada por las hormonas. Estamos preparadas para ser madres, acoger, nutrir, cooperar, comunicar… Las carreras de Enfermería, Medicina, Educación o Recursos Humanos están desbordadas de mujeres.

—¿Qué considera lo más positivo de la educación diferenciada? —Es un modelo que pretende la igualdad de oportunidades y en el que se enseña el respeto por el sexo opuesto. Curricularmente se exige lo mismo. Lo peculiar es que en esos colegios se reconoce que existe una identidad femenina y una identidad masculina. Hoy se está negando que existan unas características biológicas y unas habilidades innatas propias de cada sexo, y eso contribuye a generar desencanto y conflicto. La educación diferenciada no tiene que ver con la religión y la moral. Es más: sería de justicia que hubiese colegios laicos públicos diferenciados, como en Estados Unidos, por ejemplo.

52—Nuestro Tiempo primavera 2021

volver a las preguntas fundamentales. La conversación con María Calvo acompaña al atardecer. Afronta las cuestiones con decisión y sin rodeos. Lleva años investigando y reflexionando sobre la familia, la educación y la igualdad y ha publicado una decena de libros al respecto.

—Un concepto que se ha repetido en la entrevista es que la sociedad se encuentra perdida en la contradicción. —Son las paradojas de la hipermodernidad. Nos estamos dirigiendo hacia una crisis de civilización. Si se considera que no tenemos una identidad femenina y una identidad masculina, es imposible que la mujer y el hombre se conozcan a sí mismos y esto, como dice el psiquiatra Javier Schlatter, nos acerca al fracaso del proyecto vital. —¿Es un regreso al punto de partida de las preguntas raíz: quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos? —Desde luego. «¿Quién soy?» es el aullido emocional que resuena con más fuerza. Hay mujeres que tienen hijos con donantes de gametos masculinos o parejas homosexuales que recurren a vientres de alquiler, lo que provoca una falta de genealogía, de raíces, de historia. Antes, la persona podía tener al menos la certeza de ser hijo de Dios, lo que otorga una dignidad, pero ahora mismo no, porque también se ha rechazado su existencia. De modo que la sensación de estar perdidos es absoluta. Nos encaminamos hacia una ruptura social. La revolución del 68 pretendía ser colectivista, pero resultó individualismo puro y, desde entonces, con el relativismo posterior, el yo autorreferencial ha ido en aumento. Vivimos como seres atomizados, ajenos a las preocupaciones de los demás. —¿Tenemos suficiente información sobre estos temas: educación, matrimonio, maternidad, paternidad…? —Información tenemos, pero nos falta mucha formación. Necesitamos volver a la lectura de calidad y que los niños lean desde pequeños, porque serán esas lecturas las que los guíen, les enseñen a pensar y fomenten en ellos un espíritu crítico. También es importante que asistan a colegios donde se eduque en valores. Los jóvenes —lo digo con convicción y por experiencia— tienen hambre de verdad. Nt



Campus

6 000

empresas nacionales e internacionales han publicado ofertas de trabajo en el Portal de Empleo de la Universidad durante los últimos cinco años. A finales de 2020 se renovó esta plataforma para atender mejor a las necesidades de alumnos y alumni.

nos visitaron Margarita delgado

joan teixido

[25.03.21 Stop & Think] Más de 22 000 empleados de banca han salido de este mercado por culpa de un ERE desde 2019. Hace más de una década que el sector sufre una profunda reestructuración que la pandemia ha acelerado. En este contexto, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, charló sobre el asunto con el director del Máster de Banca y Regulación Financiera de la Universidad, Germán López, en el ciclo Stop & Think Now. Delgado habló sobre la digitalización de los bancos, que considera un proceso irreversible que «aumenta las oportunidades de los clientes de acceder a nuevos productos». Señaló también los riesgos que se derivan de esa digitalización, desde los ciberataques hasta la posibilidad de que los bancos se estanquen por no usar adecuadamente los datos de sus clientes. La charla se puede escuchar en YouTube.

[09.02.21 Tantaka] La

Subgobernadora del Banco de España

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Director creativo de la agencia de diseño La Casa de Carlota

Casa de Carlota es una agencia de diseño con despachos en España, Colombia, Perú y Brasil, que tiene en su equipo a creativos con síndrome de Down, autismo o esquizofrenia. Joan Teixido, director creativo de la compañía, visitó la Universidad dentro del ciclo «Capacitarse para entender la discapacidad» que organiza Tantaka, el banco de tiempo solidario. En la sesión explicó la valía particular de las personas con capacidades diferentes para empresas como la suya: «Hay gente que vive en el lateral, que siempre piensa de otra manera. Su ingenuidad y pureza en su creatividad es talento auténtico». También destacó que su modelo de negocio, con el que han trabajado para entidades como Nestlé, Nike, Avecrem, el Ayuntamiento de Barcelona o la Mobile Week, subraya más las capacidades de las personas que sus carencias.

sergio fuster

CEO de Raventós Codorníu

[28.04.21 Career Experience]

Sergio Fuster participó en un webinar convocado por Career Services en el que trató sobre el liderazgo como una manera de inspirar a las personas. El ejecutivo repasó su carrera profesional en Codorníu, la empresa de su familia, para ilustrar distintos aspectos de la gestión de equipos. Entre las ideas que subrayó como imprescindibles para el liderazgo destacan la amabilidad y la perseverancia. Respecto a ser un «activador de las conciencias de los demás», como dijo el moderador, Fuster explicó que, en primer lugar, debe haber unas buenas condiciones laborales, pero que por encima de eso «la cultura de la empresa es fundamental: necesitamos tener una aventura compartida con toda la organización. Los empleados precisan conocer cuál es el viaje que desarrolla una empresa y querer participar de él».

cristina garmendia

Exministra y presidenta de la Fundación Cotec

[18.05.21 Centro de Gobierno y Reputación de Universidades] «La

cooperación es uno de los aprendizajes que ha salido reforzado de esta crisis. El bien común no es potestad del sector público, es lo que tenemos que buscar todos», aseguró Cristina Garmendia en una charla con el rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, sobre las claves de la recuperación en una sociedad pospandemia. La exministra de Ciencia e Innovación, antigua alumna de la Universidad, destacó la necesidad de una colaboración entre lo público y lo privado para salir de la crisis. En particular abordó el papel de las universidades. Dijo que «la excelencia científica y académica no está reñida con ayudar a las empresas a que busquen el talento que necesitan para llevar a cabo su fin social». Así, convertirse en una universidad más abierta y participativa será el principal reto de la institución, según la presidenta de Cotec.


5 692

jóvenes habían solicitado a finales de abril estudiar en la Universidad el curso 2021-22. Supone un aumento de más del 20 por ciento respecto al año pasado en esta misma fecha. Las pruebas de admisión, como en otras ocasiones, se pudieron realizar online o de manera presencial.

alfombra roja

NOvedades

«Estamos en deuda con muchas personas que, sin conocernos, han apostado por nosotros» En abril, 73 alumnos de 21 países de la XVII promoción del Programa de Becas Alumni culminaron sus estudios en la Universidad. Lo celebraron en una graduación presidida por el vicerrector de Alumnos, Tomás Gómez-Acebo, quien les recordó que «lo realmente importante es ser una buena persona y, sobre todo, la formación humanística en la que en esta Universidad ponemos especial empeño». Las Becas Alumni respaldan desde hace diecisiete años las carreras de cientos de alumnos de la Universidad. Actualmente, son 363 los estudiantes becados por este programa, que se nutre de donaciones de más de siete mil antiguos alumnos y de varias instituciones. Una de las que colabora desde el inicio es la Fundación IEISA, que en mayo renovó su convenio con

la Universidad por valor de medio millón de euros. Además, por tercer año, la entidad mantiene su compromiso de incentivar nuevas donaciones a través de la iniciativa Matching Funds: por cada euro que reciba el programa, la fundación aportará otro, hasta un máximo de 300 000 euros. En el acto de graduación, la alumna representante de la promoción, María Vasilj [Nut 21], dio las gracias a los donantes con estas palabras: «Estamos en deuda con muchas personas e instituciones que, sin conocernos, han apostado por nosotros; que han participado en el cumplimiento de nuestros sueños. A todos los que habéis hecho realidad este deseo del fundador de la Universidad de que ninguna persona deje de estudiar aquí por falta de recursos económicos, gracias».

Una cátedra para construir el futuro La Universidad y la Fundación Saltoki —que se encarga de la función social de esta empresa de materiales de construcción— han creado una nueva cátedra de edificación sostenible. Con este proyecto persiguen encontrar nuevas formas de aprovechamiento energético en la construcción. La cátedra, dotada con un presupuesto de cien mil euros anuales durante cuatro años, está dirigida por el profesor César Martín-Gómez, de la Escuela de Arquitectura, y se incluye dentro de los objetivos de la Estrategia 2025. La Escuela consolida, con esta alianza entre la Universidad y la empresa, una investigación que realiza desde hace años.

Crear la movilidad de mañana «Los vehículos impulsados con hidrógeno son una opción clave como alternativa a los combustibles fósiles». Lo asegura Tomás Gómez-Acebo, responsable de la Cátedra de Transición Energética que acaban de crear la Universidad y Fundación Repsol. En la Escuela de Ingeniería-Tecnun se estudiarán, gracias a ella, las opciones técnicas y el valor estratégico del hidrógeno. El director general de la Fundación Repsol, António Calçada, señaló en la presentación de la cátedra que considera fundamental el debate riguroso en torno a este campo. primavera 2021 Nuestro Tiempo —55


Campus

publicaciones

reputación

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Número 1. El Ranking QS por materias ha situado a la Universidad la primera de España en Contabilidad y Finanzas, Enfermería y Comunicación. El segundo puesto nacional recayó en los grados de Filosofía, Medicina y Dirección y Administración de Empresas.

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Top 50. Times Higher Education ha destacado a la Universidad en su selección de las cincuenta mejores del mundo respecto a su contribución sostenible «al trabajo digno y al cuidado de la vida terrestre». El mismo ranking la valora como una de las cien que más impulsan la sostenibilidad de las ciudades, la lucha contra el hambre y la innovación. La más internacional. La Fundación Conocimiento y Desarrollo ha considerado que la Universidad es la más internacional de España. Esta clasificación también la ha situado la mejor del país en Medicina, Farmacia y Enfermería. 5 de 17. Times Higher Education Impact Ranking, que mide la aportación de los centros de educación superior a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, considera que la Universidad es una de las cien más solventes del mundo en cinco de los diecisiete ODS.

premios NT

La revista Nuestro Tiempo ha recibido dos premios en los últimos meses: el Anuaria de Oro al mejor diseño de una publicación periódica en 2020 y el European Publishing Award al mejor conjunto de portadas impresas de revistas corporativas europeas. Papel importante el de Errea Comunicación, fotógrafos e ilustradores. 56—Nuestro Tiempo primavera 2021

2

3

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1. El legado de José Ortiz Echagüe, que se conserva en el Museo Universidad de Navarra, es fundamental para la historia de la fotografía en España. El autor de José Ortiz Echagüe en el recuerdo de su hijo es César OrtizEchagüe. 2. En El fin del arte, Raquel Cascales, profesora de la Escuela de Arquitectura, analiza las transformaciones de la expresión artística y pone en diálogo a los filósofos Hegel y Danto, aportando también claves para entender mejor el arte actual. 3. La Universidad ha iniciado Mujeres, una colección que busca dar visibilidad a referentes femeninos. El primer título, Mujeres y derecho, de María Cruz Díaz de Terán, rescata a las pioneras de este campo en España y Estados Unidos. 4. El grupo ATLANTES, del Instituto Cultura y Sociedad, junto con varias asociaciones internacionales de cuidados paliativos, ha publicado el Atlas de cuidados paliativos en Latinoamérica 2020, que da cuenta de la situación de la especialidad médica en ese territorio. 5. El colaborador de Nuestro Tiempo José María Sánchez Galera [PhD Hum 19] presenta con la editorial Encuentro La edad de las nueces, un trabajo sobre la situación de la infancia en el Imperio romano.

Ya se puede escuchar la Biblia Ediciones Universidad de Navarra (EUNSA) ha publicado la Biblia en audiolibro. A lo largo de más de cien horas de grabación, tres profesionales dan voz a los cinco tomos de la edición de la Universidad del texto sagrado.


con nombre propio

El diario El Mundo reconoce la excelencia universitaria Amaya Vizmanos [ADE Der 25] e Innovation Factory recibieron dos galardones en la convocatoria Universidades Excelentes del periódico El Mundo. La cabecera premió a Vizmanos por su proyecto «Yo te ayudo con la sele», una cuenta de Instagram desde la que apoyó a estudiantes de segundo de bachillerato durante la pandemia. El Mundo también reconoció al centro de emprendimiento de la Universidad, la primera institución en promover un fondo de capital riesgo para trasladar los avances científicos al mercado.

La Universidad impulsa un encuentro iberoamericano de empleo juvenil El Iberoamerican Work Challenge Forum, organizado por la Universidad y secundado por otros once centros de ocho países, se celebró online en abril. Participaron más de 5 500 personas en diversos workshops y ponencias que abordaron temas desde la búsqueda de empleo o el éxito profesional hasta el liderazgo y la transformación digital. El rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, aseguró en su intervención que «aquella universidad que siga anclada en el pasado no va a desarrollar bien su tarea».

Iciar Astiasarán, vicerrectora de Investigación, es la nueva vicepresidenta de Jakiunde, la Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras de la Sociedad de Estudios Vascos. Astiasarán es académica de número de la Academia desde su fundación en 2007.

Miguel Ángel Martínez, catedrático de Medicina Preventiva y experto en la dieta mediterránea, ha sido reconocido con el premio Instituto Danone por su trayectoria. Además, el profesor Martínez ha recibido el Premio Nacional de Medicina Siglo xxi, otorgado por El Suplemento.

Alberto Andreu, director ejecutivo del Máster en Recursos Humanos y Digitalización de la Facultad de Económicas y Empresariales, ha sido nombrado presidente de la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social, la primera entidad de profesionales del sector en España.

pódcast

La Universidad ha lanzado HOPE! Pódcast para la esperanza, una serie en la que expertos de la Universidad abordan distintos aspectos de la vida después de la pandemia: cómo vivir el duelo o la necesidad de la belleza en la existencia humana, entre otros. Se puede escuchar en la web, en Spotify y en Google Podcast. primavera 2021 Nuestro Tiempo —57


Campus Tejedora de historias

Irene Vallejo escribe para sobrevivir a los naufragios Tras años insistiendo en distintos foros en la riqueza y la vigencia de los clásicos y las humanidades, Irene Vallejo va camino de protagonizar su propia odisea. Su exitoso ensayo El infinito en un junco es una defensa apasionada de los libros como transmisores de conocimiento y vida, un homenaje a las personas que han contribuido a preservar el saber. texto Paola Bernal [His Com 23] y Lucía Ferrer [His Com 23] fotografía Manuel Castells [Com 87]

grupos de estudiantes se apresuran hacia el Aula Magna del edificio Central para conseguir un sitio. Las ventanas a los lados, abiertas de par en par, dejan pasar una brisa que roza a los afortunados que han logrado entrar. El aforo está completo y hay expectación. Asomándose detrás de la mesa, Irene Vallejo se dispone a hablar como invitada al acto inaugural del Día del Patrón de la Facultad de Filosofía y Letras. Escritora y doctora en Filología, ha arrasado con la venta de más de doscientos mil ejemplares de su ensayo El infinito en un junco, un recorrido por la literatura en el mundo clásico. Con sus 450 páginas, se ha convertido en una rareza del mercado editorial español. Según cifras publicadas por Heraldo de Aragón, lleva 38 ediciones, más de 60 semanas 58—Nuestro Tiempo primavera 2021

en la lista de éxitos literarios y se va a traducir a 32 idiomas. En su intervención, la autora señala la importancia del sentido crítico tanto en la historia como en la literatura. Según dice, frente a la vida acelerada actual y a la primacía de la novedad, no se puede caer en la arrogancia de ignorar el pasado como fuente de conocimiento. Irene Vallejo defiende los clásicos como los mejores aliados para contar «lo que significa la vida humana a lo largo del tiempo con las palabras más precisas y preciosas». Una herencia de valor incalculable. También remarca la importancia del ensayo divulgativo como puerta a la curiosidad. Aunque su libro es extenso, bromea con que «algo dejó en el tintero» sobre las peripecias y catástrofes que sufrieron los

libros hasta la invención de la imprenta. Por el momento descarta una segunda parte, pero invita a los especialistas de los siguientes periodos de la historia a retomar las riendas. A la salida del Aula Magna, Vallejo avanza por el pasillo rodeada por profesores deseosos de intercambiar unas palabras mientras camina hacia la firma de libros. La filóloga lleva un vestido azul rey que se ensancha y se ondula en la falda, que recoge para sentarse a escribir. Traza cada dedicatoria en un párrafo con paciencia, cuidando la caligrafía. Abre y cierra los ejemplares como quien acaricia algo muy querido y devuelve a sus dueños un regalo. De las seis horas que permaneció en el campus de Pamplona, destinó una de ellas a estar con sus lectores. La sonrisa constante de Irene Vallejo le llega hasta los ojos, a través de la mascarilla. Llama la atención su cercanía con los demás, en persona y por escrito. En su libro, derriba la cuarta pared y dialoga con el público directamente. Ella lo atribuye a su manera de replantear el ensayo: «Me interesaba que abriera puertas a nuevos lectores que temen leerlos, que cambiase la imagen estereotipada de este género como algo frío y cerebral». Quería llegar a «los que siempre hemos amado la lectura, el saber, el conocimiento y hemos hecho esfuerzos para salvarlos de la destrucción». la hebra y el ovillo. Irene Vallejo se mueve entre la fragilidad y la fortaleza. Rompe el modelo del escritor famoso que da una charla mientras el resto calla. En una mesa redonda organizada para los alumnos de Filosofía y Letras, la filóloga invita a la conversación. Sabe por experiencia que ellos han recibido comentarios escépticos sobre su futuro laboral en el campo de las humanidades. Les alienta a no rendirse ante la adversidad: «Haced frente a esta presión social que nos dice que elijamos las carreras y las titulaciones presuntamente más pragmáticas y que dejemos de lado esta pasión que sentimos por nuestro pasado, por nuestras raíces,


primavera 2021 Nuestro Tiempo —59


Campus Tejedora de historias

por los caminos por los que hemos llegado a ser lo que somos». Quiere compartir el pasadizo secreto del laberinto de tinta y editoriales. Quien la lee sabe que tiene una pluma cautivadora; usa las palabras acertadas, el adjetivo adecuado; conecta aspectos de la época clásica con la nuestra para reflexionar sobre los porqués. Y cuando habla muestra la misma habilidad que con la pluma: se expresa con sencillez, elocuencia y humor. Uno de los estudiantes le pregunta cómo convencer a un no lector sobre la importancia de los clásicos en el presente. Irene responde que casi todos los libros los esconden en el sustrato de sus historias. «La hebra y el ovillo empiezan en Grecia y en Roma». Menciona el ejemplo de Harry Potter. Al igual que Irene Vallejo, J. K. Rowling es filóloga clásica y románica y lo demuestra con el uso de conjuros inspirados en palabras latinas, figuras mitológicas y nombres como Hermione, hija de Helena de Troya, o Sybil en referencia a las sibilas. Irene ha dedicado su vida a defender los clásicos y a llevarlos a todos los rincones. Publicaba en editoriales locales y durante muchos años recorrió bibliotecas de ciudades y pueblos donde organizaban grupos de lectura y, al acabar, «un banquete con tortilla de patata». Pese a las dudas de su entorno, siempre reivindicó que su profesión era un trabajo de verdad. Cuenta que eso que suele llamarse fama no le llegó de repente, sino que la ha construido con «pasos muy lentos y mucha paciencia». una familia entre murallas de libros. Irene bromea con que tiene tantos libros que están a punto de expulsar a su familia de casa. En una lucha permanente por el espacio, también anexionan territorios como el hogar de su madre. Su hijo Pedro está acostumbrado a hacer hueco en la mesa para dibujar o escribir, resguardado por una muralla de libros a su alrededor. Cuando era más pequeño, al visitar una librería decía «los libros de mamá» porque creía que todos los libros 60—Nuestro Tiempo primavera 2021

testimonio de dolor

«Leer un episodio de acoso escolar en primera persona puede animar a los jóvenes que sufren por atesorar inquietudes, por tener una sensibilidad especialmente desarrollada» mirar al pasado

«Hay que hacer frente a la presión social que nos dice que dejemos de lado esta pasión que sentimos por nuestras raíces, por los caminos por los que hemos llegado a ser lo que somos» lecciones magistrales

«Los clásicos son los mejores aliados para contar lo que significa la vida humana a lo largo del tiempo con las palabras más precisas y preciosas»

del mundo eran un rastro que su madre dejaba al pasar. Su marido, Enrique Mora, la acompaña en cada paso de la aventura. Es profesor e investigador de Historia del Arte y de Medios Audiovisuales en la Universidad de Zaragoza. La ayuda en todo lo que puede: como padre, como lector privilegiado de sus textos, como organizador de sus compromisos y casi como guardaespaldas. Se comunican con la mirada en un lenguaje tan indescifrable que recuerda a los jeroglíficos en los templos egipcios.

Cuando preguntan a Kike —así le llaman sus familiares y conocidos— cómo están llevando el ajetreo del éxito del libro contesta moviendo la cabeza sin terminar de creérselo: «Es una locura». Describe su frenético día a día, entre conferencias, charlas en Zoom o eventos. Su tono no es de queja, reproche o presunción; se puede atisbar cierto orgullo. Solamente suspira al imaginarse cómo será cuando se levanten las restricciones y sus vidas se aceleren aún más. Alterna la mirada entre el grupo a su alrededor e Irene, con los ojos iluminados por un faro a la lejanía. los guardianes de las palabras. «Los más de diez mil bibliotecarios que trabajan en España [...] alimentan nuestra adicción a las palabras. Son los guardianes de la droga», afirma Irene Vallejo en su ensayo. Estas palabras cobran un significado especial cuando entra en la biblioteca del campus. Una de las profesionales se emociona al verla, sonriendo con entusiasmo desde su ordenador. Cuando la autora vuelve a pasar, el resto de empleadas ya ha salido de sus puestos. Le piden una fotografía, no sin antes alabarla por el libro. La escritora posa con ellas tras esbozar un gesto de disculpa con las personas que la acompañan. Al despedirse, junta las manos y se inclina con una pequeña reverencia. Vallejo mira las estanterías con atención y asiente con interés a las explicaciones de Víctor Sanz, director de la Biblioteca. Camina como una delicada y poderosa embajadora de los clásicos seguida de su gran cortejo, entre ellos el profesor de Historia Antigua Javier Andreu, que la guía durante la jornada en Pamplona. La Universidad guarda un ejemplar firmado por cada autor que la visita, por lo que le entregan su obra para que se sume a esa colección tan preciada. Deja la siguiente dedicatoria: «Para la Biblioteca, acogedora, luminosa heredera de Alejandría, que en Navarra mantiene vivos los sabios mensajes —infinitos— de los clásicos. Con todo cariño, Irene Vallejo».


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los libros como salvavidas. —Ni siquiera recuerdo una época de mi vida sin libros —cuenta ya a solas a Nuestro Tiempo—. Mis padres eran grandísimos lectores y los libros tienen más antigüedad en mi casa que yo misma. Si no los hubiera tenido, los habría buscado. Vamos a suponer un mundo posapocalíptico sin ellos; yo habría necesitado que la gente me contara historias porque ya de niña a todos los adultos siempre les pedía «Cuéntame un cuento». Necesitaba historias, alimento intelectual. Ha sido así siempre. Sin embargo, su necesidad de la escritura nace también de una herida interior: del bullying que sufrió en el colegio entre los ocho y los doce años, como describe en su ensayo, de la enfermedad de sus familiares y de su «oscuridad». —Aparte de la experiencia del acoso, he tenido mucho contacto con la enfermedad. Primero la de mi padre y luego la de

mi hijo, que nació con problemas de salud y pasó meses en la uci neonatal. Se expresa con cuidado, como si pasara los dedos sobre una cicatriz. —He sentido la necesidad terapéutica de la escritura para sobrevivir a esos naufragios. Es el origen de mi pasión por la literatura y era importante contarlo dentro del libro. No solo recoger anécdotas ajenas, sino explicar qué relación especial tengo con ella. Contar un episodio de acoso escolar en primera persona en un ensayo era una intuición arriesgada. Recuerdo largas conversaciones con mi editor pensando si lo manteníamos o no.

k Irene Vallejo posa con las bibliotecarias Inmaculada Pérez y Jacinta Luna. l Víctor Sanz guía a Irene Vallejo por la Biblioteca Central. Detrás de la escritora, le acompaña su esposo, Enrique Mora. m Irene charla con una lectora durante la firma de libros, tras el acto del día del Patrón de Filosofía y Letras. n Dedicatoria de la autora a la Biblioteca de la Universidad de Navarra.

Según relata, escribió sobre ese asunto para «mandar un mensaje y ayudar a los profesores a saber cómo se vive y cómo se afronta este problema». Para ella, eso significaba animar a los jóvenes que sufren situaciones similares en el colegio, a los que se les molesta por atesorar «inquietudes, primavera 2021 Nuestro Tiempo —61


Campus Tejedora de historias

Irene Vallejo ha vendido más de doscientos mil ejemplares de su último libro, un hito en el mercado editorial español. curiosidad, porque les gusta el estudio, porque aman el saber, porque tienen una sensibilidad especialmente desarrollada». En su libro desvela que el decreto dictado por el entorno era permanecer callado cuando alguien causaba daño: «Querer ser escritora ha sido una tardía rebelión contra esa ley. Esas cosas que no se cuentan son precisamente las que es obligado contar. He decidido convertirme en esa chivata que tanto temí ser. La raíz de la escritura es muchas veces oscura». —Quería que el libro hablara a esas personas que poseen un vínculo profundo con el arte, que es un don por el que a veces hay que pagar un precio. Hubo una época en la que lo que yo amo de la literatura se volvió contra mí. Esa oscuridad también pertenece a mi historia, a la historia de los libros. Irene Vallejo opina que hay mucha información al respecto pero faltaba algo más cercano, un testimonio directo: «Yo 62—Nuestro Tiempo primavera 2021

lo sufrí y lo superé. Además, me reafirmó en mi amor por los libros y por la faceta creativa de mi personalidad». Se emociona y habla como si estuviera frente a alguien que lo está pasando mal, dándole palabras de consuelo y esperanza. —Recuerdo que lo más duro entonces era pensar «esto siempre va a ser así». Es un grandísimo error. Hay que intentar salir adelante teniendo muy claro que es una situación provisional, que vas a encontrar y construir núcleos de compañeros afines que te comprenden, que te ayudan. Los libros significaron eso para mí. Yo leía y pensaba que sus autores me comprenderían porque había algo que compartíamos: una forma de mirar el mundo y de vivir, una sensibilidad. Vallejo reivindica la sensibilidad como algo de lo que no hay que renegar o avergonzarse. «En ese momento —recuerda— crees que es un problema porque las

emociones están a flor de piel. Te gustaría ser más extrovertido, que te importase menos la opinión de los demás…». Defiende que de ella vienen momentos creativos, de entusiasmo, y una ocasión de «disfrutar de las cosas con otra profundidad». En contraste con aquellos episodios oscuros de su vida, la autora tiene una vida mucho más feliz: El infinito en un junco ha ganado numerosos premios y su hijo Pedro es ahora un niño de siete años que pasea por casa entre montañas de libros. tejedora de la actualidad. Sería reductivo encasillar a Irene Vallejo como «la autora de El infinito en un junco». Ha publicado siete libros más y colabora como columnista quincenal en El País y Heraldo de Aragón. Sus artículos buscan el nexo entre la cotidianidad, los clásicos y las historias que forman nuestra cultura. —El periodismo me ha ayudado a estar permanentemente atenta, con más in-


el junco pensante

Historia de un título tensidad en el mundo. Leo una noticia o tengo una conversación y rápidamente me pregunto si puede entrar en forma de artículo o columna. Hace poco una amiga me dijo cómo echaba de menos a sus sobrinos y empecé a pensar que la pandemia está separando a los niños de la familia que no es inmediata. Recordé el cuento del flautista de Hamelín. Empecé a investigar y fui trenzando. Me apunto la idea y la dejo allí, esperando en barbecho. Lo que más miedo me da es que llegue el momento de entregar y no se me ocurra nada. Los textos de Irene Vallejo enlazan con la definición que da de su libro como un dédalo: una composición complicada donde todo cuadra. Esto conlleva un proceso de escritura, una forma de trabajo, que en el ajetreo cotidiano puede ser difícil de encontrar. —Antes intentaba reservar varios días a la semana solo para escribir. Ahora no puedo porque la promoción lo invade todo y cada vez me falta más tiempo. Especialmente desde que nació mi hijo he aprendido a aprovechar cada instante. Tengo que compaginar la compra, las tareas domésticas, atender al niño y a los enfermos... Según explica, escribir se entrelaza con las diferentes dimensiones de su vida. —Todas esas facetas enriquecen la escritura. Estar pendiente de las personas que conozco, de lo que descubro a través de ellas… Para mí es importante huir del solipsismo: no estoy yo en el centro incluso cuando hablo de mí misma, más bien proyecto mi experiencia a lo compartido. Como escritora, persigo cuestiones que no se están contando pero afectan a muchos, son importantes y merecen un lugar. ¿Qué está pidiendo ahora que alguien lo escriba? Habla con voz suave. Escoge las palabras con cuidado, enhebrando sus ideas, corrigiendo puntadas. Teje con palabras,

como las tejedoras de historias que presenta en su libro. No pierde la oportunidad de reivindicar el papel de las mujeres en el mundo literario. En su ensayo ilustra cómo, a pesar de las intenciones de silenciarlas, «de forma casi milagrosa, algunas mujeres lanzan desde su rincón una mirada original y fulminan los muros que las aprisionan». Para ella, escribir es una necesidad vital. Desde los ocho años redacta pequeños textos; sabía que quería ser escritora. Agradecida con su paso por Heraldo de Aragón, con el éxito del libro y las sorpresas que venían de la mano, Irene menciona una carta que le mandó Mario Vargas Llosa. «El amor a los libros y a la lectura son la atmósfera en la que transcurren las páginas de esta obra maestra. Tengo la seguridad absoluta de que se seguirá leyendo cuando sus lectores de ahora estén ya en la otra vida», escribió el premio Nobel peruano. Consideró una osadía enviarle un ejemplar con un «espero que le guste», teniendo en cuenta la cantidad de autores y editoriales que le hacen llegar sus novedades. Y, sin esperarlo, recibió una respuesta digna de enmarcar. Guarda este recuerdo y este sentimiento con cariño «para devolverlo cuando se presente la oportunidad de ser generosa con los escritores que lleguen después». Irene debe marcharse y continuar su visita por la Universidad. Conocerla es como coincidir con la encargada de preservar el ambicioso proyecto de la biblioteca de Alejandría, alguien que protege el conocimiento para velar por las siguientes generaciones. Al mismo tiempo, procura compartirlo para que la llama del saber no se extinga y se reconozca su luz en todos los rincones: «Los clásicos nos mueven a actuar y por eso son tan imprescindibles; han impulsado la creatividad época tras época, despiertan los ecos que nos ponen en contacto con el imaginario esencial de nuestra cultura». Nt

Irene Vallejo nació en 1979 en Zaragoza, donde estudió Filología Clásica. Obtuvo el doctorado europeo por las universidades de Zaragoza y Florencia. Su obra más reciente, El infinito en un junco, ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ensayo 2020 y, junto a otros méritos personales y profesionales, la han hecho merecedora del premio Aragón 2021. Este último se lo entregaron en el palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde años antes concibió la idea de escribir la historia de los libros en la Antigüedad clásica. Cerca del «mar de Homero», Irene fue distinguida como lectora del Pregón de Sant Jordi en Barcelona el 22 de abril. A lo largo de sus más de cuatrocientas páginas refleja su pasión por las humanidades, los clásicos, las mujeres desconocidas y los nombres olvidados, uniendo erudición y divulgación. Los lectores se ven inmersos en relatos autobiográficos, viajes y desafíos, de los que cuesta separarse para volver a la realidad. Este texto, que ha marcado un hito en la literatura española reciente, no nació con ese título. La autora reveló en una entrevista para El País Semanal que la primera opción fue Una misteriosa lealtad, como homenaje a Borges, quien escribió: «Nos acercamos a los libros con un previo fervor y una misteriosa lealtad». Sin embargo, al final, la imagen del humano como «junco débil pero pensante» de Blaise Pascal terminó convenciendo a Irene Vallejo. Del tallo de esta planta se obtenía el material de los papiros, el antecedente del pergamino y el papel; todos ellos unidos por plasmar el mundo interior de la humanidad sobre su piel. A partir de ahí, muchos han asimilado la imagen del junco —planta en apariencia frágil pero resistente— a la propia autora. Ella es el junco en un universo de celulosa. primavera 2021 Nuestro Tiempo —63


Campus Los de la maleta

Soñar entre la locura Francisco Errasti y Jesús Prieto son Medalla de Oro de la Universidad. Han vivido juntos el crecimiento de la Clínica y el nacimiento y desarrollo del Cima. También sus momentos más difíciles. Aunque uno es economista y el otro médico, hacen suyo el lema de ese gran laboratorio de investigación que se asienta desde 2004 en el campus: «Instinto de curar, pasión por la vida». texto Josean Pérez Caro [Com 04] fotografía Archivo Fotográfico Universidad de Navarra y Manuel Castells [Com 87]

«mira qué textura». Francisco Errasti pasa la mano por el mural de cuatro por tres, acolchado y con la imagen en color del Cima Universidad de Navarra, que preside su despacho en la planta baja de las cuatro que elevan el edificio. Su mirada de ojos claros y rasgados reposa con tintes brillantes sobre una mascarilla negra. En el lado izquierdo se lee Betik. En euskera, siempre. Es la marca de la fábrica de palillos —«la única en activo en España», apostilla— que desde hace setenta años tiene su familia en Oñate (Gipuzkoa). Con un hermano médico y otro abogado, Francisco Errasti estudió Económicas en Bilbao y en Barcelona. Y emprendió una carrera ligada a la gestión. Dirigió el colegio Gaztelueta, cercano a la capital vizcaína, y asesoró a distintas entidades educativas. En 1984 le llamó don Florencio Sánchez Bella para plantearle que se pusiera al frente de la Clínica. Don Florencio, hermano de don Ismael, primer rector, era entonces el vicecanciller de la Universidad. 64—Nuestro Tiempo primavera 2021

«Los de la maleta»

La sexta entrega de esta serie sobre la historia de la Universidad la protagonizan Francisco Errasti, director general de la Clínica (19841997) y del Cima (2002-2013), y Jesús Prieto, director del departamento de Medicina Interna de la Clínica (19792006) y director del área de Hepatología y Terapia Génica del Cima (2004-2014). La llegada de Francisco Errasti a la Clínica coincidió con uno de los hitos que colecciona el centro desde que comenzó su andadura en 1962. Mientras vibraba la plaza del Ayuntamiento, arteria de la fiesta sanferminera, el gaditano Francisco Mateos recibía el 6 de julio de 1984 el primer trasplante de corazón de la historia de la Clínica con el doctor Ramón Arcas

al frente del equipo. Francisco Errasti tenía treinta y ocho años. Su incorporación llegó a la par que la decisión del Instituto Nacional de Salud de modificar el concierto que mantenía con el centro hospitalario. «Siempre quisimos llegar a acuerdos, porque el deseo de la Clínica no era únicamente tener como pacientes a los que podían abonar la atención sanitaria, sino también a aquellos derivados de la Seguridad Social», apunta Errasti. El convenio, que expiraba en diciembre de 1985, fue cambiado un año antes de forma unilateral e impuso un modelo «claramente lesivo» para la Clínica. «Las dificultades eran muy serias. Nos obligaron a firmar bajo la amenaza de que si no lo hacíamos, no nos enviarían a más enfermos. Pero gracias al trabajo y confianza de todos los profesionales pudimos salir adelante», señala. Aquello apresuró acuerdos con compañías de seguro privadas y la creación de ACUNSA, clave para la estabilidad y consolidación de la Clínica.


Desde que puso los pies en Pamplona, Francisco Errasti se apoyó en don Francisco Ponz, «un hombre muy prudente y muy riguroso en sus juicios». Aunque ya no era rector —Alfonso Nieto ostentaba el cargo—, Ponz permanecía al tanto de todas las cuestiones relacionadas con la Clínica por ser vicerrector de Investigación. Los años ochenta eran la época, entre otros muchos, de los doctores José Cañadell —su predecesor en la dirección—, Manuel Martínez-Lage, Jesús Prieto, Emilio Moncada, Andrés Purroy, Salvador Cervera, Diego Martínez Caro, Emilio Quintanilla… Los mismos que, además de cultivar el instinto por curar, se empeñaron en hacer de un patio lleno de plantas ubicado en el sótano de la Clínica un oratorio más grande para cerca de doscientas personas. «Adelante, háganlo, pero busquen el dinero», le dijeron a Errasti desde el Rectorado. Reunió a un grupo de quince médicos y redactó un escrito para enviar a una selección de pacientes que

pudieran financiarlo. El oratorio se inauguró el 14 de febrero de 1992. Francisco Errasti dirigió la Clínica durante trece años, hasta 1997. José María Bastero, rector entonces, le encargó una nueva misión: poner en marcha el Cima, un centro biomédico que asoma en el campus desde 2004. Lo guio hasta 2013. «En el Cima no se hacen cosas muy distintas a las que durante mucho tiempo se han llevado a cabo en la Facultad de Medicina o en la Clínica», apunta Errasti. Pero aporta un matiz importante: la intensidad. «No es lo mismo dedicarse cien por cien a la investigación que hacerlo únicamente cuando te lo permite tu actividad diaria. Investigar requiere dos cosas: mucho talento y mucho tiempo», dice. Por eso el reloj no se para en un Cima que está operativo los 365 días del año. Cuando Errasti echa la vista atrás tiene palabras para quienes cimentaron las bases de aquel edificio levantado por el arquitecto Carlos Docal. Destaca el papel de José Luis Pascual, antiguo adminis-

trador general de la Universidad, o del doctor Jesús Prieto. «Él fue realmente el gran impulsor. Todos los días nos daba la tabarra para que lo hiciéramos», ríe Errasti. Prieto distribuye méritos. Habla del ímpetu de don Javier Echevarría y de don Álvaro del Portillo, grandes cancilleres de la Universidad, de José Luis Pascual, del propio Francisco Errasti o de Pedro Gil-Sotres, decano de la Facultad de Medicina en aquellos años noventa. «A él se le debe el nombre. Le puso el apellido de aplicada», recuerda. aquellas cartas de don eduardo. Jesús Prieto Valtueña aparcó su Ford Fiesta verde cargado de libros en el verano de 1979, cinco años antes que Errasti, para atender enfermos e investigar. Lo dejó en la avenida Carlos III, en el centro de Pamplona, cercano al piso ubicado en la antigua plaza Conde de Rodezno donde se instaló. Aún no ha echado el freno. «Mi padre me animó a venir aquí para estudiar Medicina, pero me parecía una ciudad de primavera 2021 Nuestro Tiempo —65


En 1984 Francisco Errasti tomó posesión como director general de la Clínica. En la imagen, con Manuel Casado, que ese mismo día se convirtió en decano de la Facultad de Ciencias de la Información, y con Jaime Nubiola, entonces secretario general de la Universidad.

«Detrás de una gran obra siempre hay un grupo de personas cansadas», dijo en una ocasión Jesús Prieto. Se refería a don Eduardo Ortiz de Landázuri, al que admiraba. Él le trajo a Pamplona en 1979 y trabajaron juntos hasta 1983.

provincias pequeña. Yo quería un Madrid, Valladolid, Santiago de Compostela…», cuenta con una sonrisa. Desde su Oviedo natal se trasladó en 1961 a la capital del Pisuerga para iniciar una carrera meteórica. Obtuvo la licenciatura y el doctorado, fue profesor allí y en Oviedo, logró la cátedra de Patología General en la Universidad de Santiago y dirigió el departamento de Medicina Interna en el Hospital General de Galicia. Eso antes de recibir unas misivas a finales de los setenta en las que figuraba como remitente el nombre de quien inició y fue el alma de la Clínica y le abrió las puertas de la Universidad: don Eduardo Ortiz de Landázuri. «Cuando estaba en Santiago me enviaba cartas casi todas las semanas para que me uniera al departamento de Medicina Interna que dirigía en la Clínica. ¡Era como cuando un novio le escribe a una novia para que no le olvide! Él se encontraba cercano a la jubilación y quería preparar el relevo», relata. Jesús Prieto vibra al ha66—Nuestro Tiempo primavera 2021

blar de su figura, de su modo de tratar a los enfermos, su sobriedad, su generosidad, su dedicación, sus visitas a pacientes los fines de semana, sus viajes de día y noche en trenes cama para asistir a congresos o a defender los intereses de la Clínica en Madrid en los años más complicados de los 80. Trabajaron codo con codo. El 20 de mayo de 1985, don Eduardo falleció de un cáncer en la habitación 301 de la Clínica. La relación se fraguó una década antes. «Me presenté a una oposición, que por cierto no saqué, y él formaba parte del tribunal. Tenía mucho nombre en España. Había sido catedrático en Granada y primer discípulo de Carlos Jiménez Díaz, doctor honoris causa en 1967 a título póstumo por esta Universidad», rememora. Jesús Prieto había visitado el campus en 1971 para ver el laboratorio de proteínas de Eduardo Ortiz de Landázuri y Manuel Pérez Miranda, y en 1978 para impartir una conferencia a alumnos de Medicina.

Francisco Errasti, junto al doctor José Cañadell (derecha). Entre los dos suman veintiocho años al frente de la Clínica. Quince Cañadell y trece Errasti.

Tras dar el sí, mandó de avanzadilla a Jorge Quiroga, alumno interno suyo en Santiago de Compostela, para que hiciera la especialidad en la Clínica. De hecho, continúa en activo en ella. El doctor Prieto llegó después, en ese caluroso agosto de 1979, con la idea de desarrollar sus líneas de trabajo en hepatología. «Si el médico investiga, hace una medicina más profunda y aprende a bucear en lo que le pasa al enfermo. Esa simbiosis entre asistencia e investigación redunda en beneficio del paciente. Y aquí, en la Universidad, eso ya estaba presente cuando vine», remarca. un sótano, antesala del cima. Martes. Nueve de la mañana. Era el momento fijado por don Eduardo para que médicos, técnicos y doctorandos mostraran sus avances semanales. La reunión se celebraba en una cocina reconvertida en un modesto laboratorio ubicado en el sótano del edificio Los Castaños. Jesús Prieto pasaba allí las horas tratando de desci-


Jorge Quiroga, segundo por la izquierda, llegó unos meses antes que el doctor Prieto a la Clínica, siguiendo su consejo de hacer la especialidad en Pamplona. Hoy ocupa la dirección del departamento de Medicina Interna que dejó Prieto en 2006.

frar los mecanismos que desencadenan las enfermedades hepáticas. «La ciencia hay que generarla, no basta con aplicarla y transmitirla. Eso es la medicina académica», dice. Y defiende que un hospital no puede denominarse universitario sin investigación, ni una Facultad de Medicina alcanzaría la madurez sin ella. Prieto vio desde el principio que hacían falta más laboratorios y más medios. «¿De cuánto dinero dispongo para investigar?», le preguntó a Luis María Gonzalo a los pocos días de estacionar aquel Ford Fiesta. Gonzalo era catedrático de Anatomía, vicedecano y uno de los primeros profesores de la Facultad de Medicina, que arrancó en 1954. «Me dijo que me las apañara. ¡Venía de la universidad pública y eso era un desafío! No había pedido dinero en mi vida, pero me daban libertad. Aquello supuso un cambio de perspectiva», relata. Y recurrió a sus pacientes de la Clínica y a grandes empresarios. Cita a María Josefa Huarte, impulsora también del Museo

de Arte de la Universidad; a su marido, Javier Vidal; a Isidoro Álvarez, Florencio Lasaga y Carlos Martínez, de El Corte Inglés; a José Soriano, del Grupo Porcelanosa; al empresario Martín Echevarría; al abogado aragonés Fausto Jordana, padre de Rafael Jordana, catedrático emérito de Fisiología y Zoología de esta Universidad. Y los laboratorios comenzaron a crecer. Hasta llegar a cinco. Había investigadores de China, Argentina, Alemania, Polonia, Portugal… Aquel sótano del edificio de Los Castaños fue la antesala del Cima. Tuvieron mucho que ver María Pilar Civeira —actual directora general del Cima— y el hoy director del área de Chequeos Médicos de la Clínica, Óscar Beloqui. Año 1980. Los doctores Prieto y Quiroga —el que vino con él desde Santiago— toman un avión a Kioto para participar en un congreso que organiza el centro de investigación aplicada de la universidad nipona. «El recinto se parecía a una urbanización. Cada departamento tenía su pro-

pia sede con muchísima gente trabajando. Y nosotros éramos unos pocos en escasos laboratorios situados en una misma planta…», cuenta. Jesús Prieto mencionó a don Javier Echevarría y don Álvaro del Portillo aquellas instalaciones a 10 400 kilómetros de Pamplona: «Con don Javier empezamos a soñar desde entonces con una ciudad de la ciencia. Él siempre era magnánimo en el pensamiento, un hombre de muchísima fe. No hablábamos de cinco laboratorios, sino de cinco edificios». En 1986 se empezó a idear un centro potente, bien estructurado y competitivo. Prieto hace su propio elogio de la locura: «Si no hay locuras en una universidad, no tiene vuelo, no despega. Hay que lanzarse sin miedo y con confianza, aunque los proyectos sean arduos. O la universidad posee la característica de la magnanimidad o no es universidad. La palabra universidad significa eso: universal». Y el Cima era una gran locura en aquellos años. «¿Para qué os metéis en esta aventura? Ya están los primavera 2021 Nuestro Tiempo —67


En 2012, Francisco Errasti recibió la Medalla de Oro de la Universidad en la apertura del curso. El doctor Prieto, galardonado cuatro años después, pronunció ese día la lección inaugural La investigación médica traslacional en el ámbito universitario. americanos para esto», le dijo en una ocasión un empresario a Francisco Errasti. «Uno puede pensar así —argumenta él—, pero eso nos somete a un colonialismo intelectual y científico ante otros países». dinero. otra vez dinero. El Cima está situado enfrente de la Clínica y les conecta un paso de peatones: apenas ciento cuarenta pasos donde el trasiego de batas blancas es constante. El médico que diagnostica al paciente en la Clínica traslada muestras biológicas a los laboratorios del Cima, se estudian y, fruto de ese análisis, surgen productos terapéuticos para aplicar de nuevo al enfermo. Una investigación traslacional que fluye del paciente al laboratorio y del laboratorio al paciente. Cerca de cuatrocientos investigadores —entre genetistas, inmunólogos, virólogos, bioquímicos— trabajan para entender la base molecular y el origen de las enfermedades. Las áreas de este gran laboratorio de 15 000 metros cuadrados —lo equivalente a más de dos campos 68—Nuestro Tiempo primavera 2021

de fútbol— se agruparon en sus inicios en torno a cuatro ejes: oncología, neurociencias, ciencias cardiovasculares y terapia génica y hepatología, esta última con Jesús Prieto a los mandos. Y bajo el paraguas del Cima está hoy también el Instituto de Salud Tropical, que se centra en enfermedades con alta incidencia en países en vías de desarrollo como la malaria, la leishmaniasis o la brucelosis. «Nos harán falta veinte mil millones de pesetas», recuerda Prieto que le comentó don Javier Echevarría. Al final fueron veinticuatro mil. Una locura. Ciento cincuenta y dos millones de euros que se lograron gracias a una fórmula de financiación pionera en España: una Unión Temporal de Empresas (UTE) con quince entidades que aportaron entre todas quince millones al año durante diez ejercicios —el setenta por ciento del presupuesto—, de 2002 a 2012. El treinta por ciento restante se cubrió con los fondos conseguidos por los investigadores mediante becas y ayudas públicas. Anteriormente

a la UTE se había constituido en 1998 la Fundación para la Investigación Médica Aplicada (FIMA) para darle independencia de la Universidad en su funcionamiento económico. «Imagínate que sale mal», dice Errasti. Año 1999. Arteixo, La Coruña. Sede de Inditex. Una sala, diez personas y una pantalla imponente. Jesús Prieto explica la terapia génica y la importancia del Cima. Con la exposición iniciada, entra por la puerta Amancio Ortega, fundador del grupo empresarial, uno de aquel G15 que dijo sí a la Universidad y a su proyecto. «Puse las ganas y el entusiasmo que pude. Nos jugábamos el apoyo de Amancio y arrastrar a muchos», indica Prieto. Otras catorce empresas se convirtieron más tarde en socias del Cima con participación en los resultados durante diez años. Según Errasti, la buena situación económica de España en esos años y el grado de madurez de la Universidad y la Clínica facilitaron la llegada a buen puerto de aquellas gestiones de entre las «docenas


Don Javier Echevarría compartió con Prieto el sueño de una ciudad de la ciencia. En 2005 visitó el Cima acompañado de don Fernando Ocáriz, nombrado prelado del Opus Dei tras el fallecimiento de don Javier en 2016.

El 11 de abril de 2002 se puso la primera piedra del Cima, que se inauguró dos años más tarde. En la imagen, Francisco Errasti cubre el hueco donde se depositó. Asistió al acto el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar.

y docenas» que se hicieron. Y añade a la ecuación el componente suerte: «A veces, se le da poca importancia pero es determinante. De cada cien iniciativas solo diez siguen adelante. ¿Significa eso que los otros noventa lo han hecho mal? No. Hay factores incontrolables. En esta época, en que la gente vive en una situación de incertidumbre, no hubiéramos podido hacer algo así. Sería imposible». cuando ocho euros son un tesoro. Después de que expirara aquel contrato en 2012, el Cima tuvo «dos años malos», en palabras de Errasti, pero pudo seguir su recorrido a través de tres fuentes principales de ingresos: las convocatorias de ayudas nacionales y europeas, los contratos con las industrias derivados de las patentes y el fundraising. «Nunca renunciamos a pedir dinero», asegura. Aunque a veces no hace falta hacerlo y es el propio proyecto el que atrae donaciones. Como ocurrió con la señora de Bilbao que dejó una herencia de siete millones de euros, o con la alumna

recién graduada en Biología que destinó el veinte por ciento de su sueldo al Cima desde que comenzó a trabajar y un día llamó para pedir perdón porque no podía seguir haciéndolo, o como el señor que depositó ocho euros en favor del Cima en una entidad bancaria porque era todo lo que podía dar. «Los donantes son un gran tesoro que tiene la Universidad», indica Prieto. La ciudad de la ciencia que soñó con don Javier Echevarría en los noventa sigue en su cabeza: «En estos casi veinte años ha aumentado en cantidad y calidad la producción científica, se han desarrollado nuevos tratamientos, ha atraído inversores que han creado empresas para desarrollar productos que se han generado aquí… Pero veo que esto es el comienzo». El doctor Prieto, haciendo gala de ese pensamiento magnánimo, señala hacia la zona del aparcamiento superior del Cima, donde se ubicará el nuevo Museo de Ciencias: «Mira, en esta colina hay sitio para poner dos o tres edificios más. Aunque no es cuestión solo de edificios, sino de personas

El 4 de abril de 2014 Jesús Prieto impartió su última clase de Fisiopatología. Sus alumnos le entregaron una placa en agradecimiento «a su labor educativa y a su esfuerzo por dominar la medicina y por transmitirla de manera efusiva a sus discípulos».

competentes que puedan venir». Y hace una defensa vibrante de la investigación: «La ciencia resuelve los problemas de los enfermos, pero también los sociales. Debemos construir una sociedad que base su economía en el conocimiento». Y en eso está. Empujado por un puñado de empresarios como Antonio Catalán, Mario Losantos o Javier de la Rica, mañana y tarde se sigue enfundando la bata blanca. Ha creado la Fundación Navarra para la Asistencia Médica en África (NAMA) y, desde el laboratorio B.01 del Cima, Jesús Prieto, Premio Nacional de Investigación en Medicina 2014, trabaja a sus setenta y siete años en una metodología de terapia génica para la inmunoterapia del cáncer. «A ver si conseguimos algo», dice con una sonrisa que dibuja humildad. Francisco Errasti tiene setenta y cinco y entre tablas y cuadros con cifras pelea como miembro del patronato de la FIMA para seguir atrayendo financiación. Para que personas como el doctor Prieto no dejen nunca de seguir soñando. Nt

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mind the gap Nicole Braham

Atreverse a dinamitar el sistema

«La celeridad en la que vivimos nos ha llevado a la precipitación. Pero solo reflexionando identificaremos oportunidades nuevas donde nadie las ve»

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ser, ante todo, un pensador. No necesariamente un filósofo o un académico, sino alguien que pondere los diferentes asuntos con detenimiento. La celeridad en la que vivimos nos ha llevado a la precipitación. Al cuestionarnos los motivos que están detrás de algunas de nuestras decisiones, únicamente podríamos responder: «No lo pensé bien». Solo reflexionando identificaremos oportunidades nuevas donde nadie las ve. Sin embargo, quedarse en las ideas no basta. Se necesita iniciativa y coraje. Las instituciones con reglas, jerarquías y procedimientos ya establecidos suelen resistirse cuando se rompe el statu quo. El primero que lo hace obliga a los demás a plantearse los asuntos de manera diferente, y eso incomoda, incluso se puede ver como una amenaza. El Dr. Goodwin no teme meterse en líos. En un determinado momento un cirujano le dice: «Sabe que todo el sistema es así, ¿verdad? No le van a permitir venir aquí y solo ayudar a la gente». A lo que Max responde: «Pues ayudemos al máximo posible antes de que se den cuenta». Hay que estar dispuestos a ser valientes y, en ocasiones, impopulares. Por último, resulta imprescindible que el líder tenga principios claros e incorruptibles. Deresiewicz critica que la persona que desea un puesto de liderazgo se ve en muchas ocasiones abocada a «congeniar siguiendo la corriente», a «jamás sacar los pies del tiesto por una cuestión de principios», a «ser lo que otros quieren que sea». En otras palabras: cuando la gente habla de un buen líder, en realidad suele referirse a un fantástico seguidor del orden establecido. Esto ha llevado a desvirtuar el liderazgo. Por eso habría que recuperar las virtudes del buen líder que menciona Deresiewicz: honor, generosidad, servicio. A estas, yo añadiría un profundo sentido de la responsabilidad; y la responsabilidad de un líder es, en primer lugar, con las personas. En mi intercambio en la Universidad de Misuri, para llegar a la Facultad de Periodismo, pasaba todos los días por un arco que tenía grabado el lema «Wise Shall Be the Bearers of Light», «Los sabios serán portadores de luz». Un líder debería ser precisamente esto, un portador de luz en las tinieblas que dirige a las personas hacia nuevos horizontes, no hacia precipicios. Liderar es estar atento a las necesidades de los equipos y sus preocupaciones, es inspirar y no intimidar. Es preguntar constantemente «¿Cómo puedo ayudar?».

ÓMO PUEDO AYUDAR?» es la primera pregunta que Max Goodwin, tras ser nombrado director médico de uno de los hospitales públicos más antiguos de Estados Unidos, hace al personal en una reunión. Silencio. Todos, atónitos ante unas palabras que ningún jefe les había planteado antes. Max insiste: «Yo trabajo para vosotros, para que podáis trabajar para vuestros pacientes, así que ¿cómo puedo ayudar?». Dos manos se alzan. Demandan más camillas en urgencias y comida saludable. El protagonista de la serie New Amsterdam, basada en hechos reales, encarna las ideas que William Deresiewicz plantea en su libro El rebaño excelente (Rialp, 2019). Deresiewicz, profesor de la Universidad de Yale, argumenta que los líderes son personas con mentes resistentes «capaces de formular nuevas direcciones para una empresa o una industria o un país entero en vez de ponerse simplemente al frente del rebaño que se dirige La pregunta de la autora al precipicio». En otras palabras, hombres y mujeres que con creatividad, inteligencia y ¿A quién consideras voluntad se entregan a la búsqueda continua un gran líder? del bienestar de la sociedad. Y que, además, detectan oportunidades que culminan, por ejemplo, en la mejora sustancial de la atención a pacientes y sus familias, como es el caso de New Amsterdam, cuando Max decide quitar la sala de espera de urgencias y llevar a @NTunav los pacientes directamente a una camilla. Opine sobre este asunto en Una inteligencia prodigiosa o unos altos Twitter. Los mejores tuits se conocimientos técnicos pueden resultar útipublicarán en el siguiente número. les, pero ¿qué condiciones sine qua non se esperan de un líder? En primer lugar, tiene que 70—Nuestro Tiempo primavera 2021

Nicole Braham [Com 20 MEGEC 21] es estudiante y trabaja como consultora junior. Es de Guatemala y actualmente reside en España. También ha vivido en Costa Rica y Estados Unidos. @nikibraham



Campus Un debate abierto

Diego S. Garrocho

Miguel Ángel Quintana Paz

¿Dónde están los intelectuales cristianos? En los últimos meses se ha planteado en ámbitos académicos y periodísticos un debate sobre la ausencia de voces cristianas en la vida pública. El Instituto Core Curriculum de la Universidad organizó en febrero una mesa redonda en la que se analizó la conversación generada hasta entonces y se procuró aportar pistas sobre cómo los cristianos pueden estar presentes y hacer contribuciones relevantes a una sociedad para la que, con frecuencia, resultan incómodos. texto Redacción NT 72—Nuestro Tiempo primavera 2021


Fernando de Haro

José María Rodríguez Olaizola

el aula magna completa y los cientos de inscripciones online mostraron el interés despertado por la mesa redonda celebrada el 3 de febrero con el título «Un debate actual: intelectuales, cristianismo y universidad». La Universidad de Navarra, a través de esta iniciativa del Instituto Core Curriculum (ICC) en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras, se sumó así a la conversación mantenida en varios medios y redes sociales sobre la identidad y la visibilidad de los cristianos, en particular de los dedicados a tareas intelectuales. El diálogo tuvo un planteamiento multidisciplinar. Para ello contó con la presencia de Juan Arana, catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, experto en las relaciones entre ciencia,

razón y fe; el escritor y articulista Juan Manuel de Prada; y el profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra Miguel Brugarolas. Moderó el acto el catedrático de Filosofía y director del ICC José María Torralba. En su introducción, el profesor Torralba centró el debate y lanzó algunas preguntas que más tarde sus compañeros de mesa abordaron aportando ideas y experiencias. A modo de contexto, el moderador describió a los cristianos como «una nueva minoría» dentro de una sociedad secularizada marcada por guerras o batallas culturales en torno al comienzo y el final de la vida, las leyes educativas o los modelos familiares. José María Torralba mencionó los dos extremos que, en su opinión, deben evitar los cristianos ante estas cuestiones: «el buenismo» —la inhibición o la falta de valentía— y «la oposición destructiva», la actitud de quienes no buscan el diálogo con aquellos que piensan de maneras diferentes y solo ven enemigos. En referencia a los centros educativos de inspiración cristiana, señaló que lo más importante es que sean capaces de responder adecuadamente a la pregunta «¿Qué formación necesitan hoy los cristianos más jóvenes?». Más allá de iniciativas que una universidad pueda realizar institucionalmente en la sociedad, «lo decisivo —según el profesor Torralba— es pensar en las nuevas generaciones que se educan en sus aulas». La mesa redonda retomaba de este modo la discusión de los anteriores meses en que varios académicos y periodistas habían mantenido un intenso intercambio de opiniones. debate previo en los medios. La chispa de la que surgió el debate fue un artículo del profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid Diego S. Garrocho, que el 16 de noviembre de 2020 escribió en Twitter: «¿Dónde están hoy los intelectuales cristianos? En una guerra cultural donde to-

das las identidades están representadas, me pregunto por qué no tenemos hoy una intelectualidad cristiana visible y reconocible». Ese tuit remitía a un artículo de El Mundo en el que Diego S. Garrocho, con tono moderado y autocrítico, pues el autor se reconoce cristiano, echaba en falta la presencia de figuras de referencia en nuestro país: «Muchos pensadores cristianos se destacaron como interlocutores imprescindibles en su tiempo. El propio Joseph Ratzinger o filósofos como Gianni Vattimo o Rémi Brague supieron prolongar la influencia cristiana en el marco de la discusión pública. [...] En cambio, hoy nadie esgrime en público el rendimiento conceptual del perdón, la misericordia o la esperanza de las bienaventuranzas». El 19 de noviembre se publicó en The Objective el texto que aceleró e intensificó el diálogo. En él, Miguel Ángel Quintana Paz, profesor de Ética en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, fiel a su estilo polemista e incisivo, lamentaba que algunos lectores del artículo de Garrocho se hubiesen sentido «ofendiditos con el planteamiento de ese joven profesor». Según Quintana Paz, la pregunta sobre la ausencia de los católicos era muy oportuna y, dando un paso más, los culpaba por no aprovechar los instrumentos a su disposición: medios de comunicación propiedad de la Iglesia y, principalmente, dieciocho universidades de identidad cristiana. Según él, esos centros tienden a estar demasiado cerrados en sí mismos: «No proliferan conversaciones entre ateos y cristianos en las facultades católicas. O entre cientificistas y humanistas. No son frecuentes tampoco entre visiones contrapuestas de la fe. […] Todo se despacha a menudo con un par de jornadas en que unos cuantos amigos repiten entre sí ideas que ya todos ellos conocen; o algún homenaje simbólico a algún autor de renombre, que rara vez tiene más alumnos entre el público que ponentes invitados». primavera 2021 Nuestro Tiempo —73


Campus Un debate abierto

Al final de sus líneas, Quintana Paz pulsó el detonador de la cascada de artículos posteriores: «Un buen modo de mostrar que Diego S. Garrocho y yo estamos equivocados sería que radios, televisiones, colegios, universidades, editoriales, museos católicos recogieran este guante. No como lo recoge una damisela ofendida; sino como un reto de batirse en duelo intelectual». Pocos días después en distintos medios, pódcast, redes y otras plataformas, varios autores respondieron al desafío de Quintana Paz. Entre ellos, Fernando de Haro, director de La Tarde en la cadena COPE; José Francisco Serrano Oceja, periodista y profesor en la Universidad CEU San Pablo; Ricardo Calleja, profesor del IESE de la Universidad de Navarra y articulista, y José María Rodríguez Olaizola, secretario de Comunicación de la Compañía de Jesús en España. Tres de los participantes en la mesa redonda de la Universidad de Navarra —los profesores Arana, Torralba y Brugarolas— hicieron sus aportaciones a ese intercambio de ideas. A ellos se sumó en Pamplona Juan Manuel de Prada, quizá uno de los autores más reconocidos como católico en nuestro país. mejor sin etiquetas. Planteada la cuestión de cómo prepararse para las confrontaciones de ideas, Juan Arana y Juan Manuel de Prada coincidieron en su rechazo de la expresión «intelectual cristiano». Para el primero, resulta «problemática» porque, aunque parece útil para crear comunidad con otros profesionales que comparten su fe, corre el riesgo de convertir a la persona en una especie de portavoz oficial o confesional. «Prefiero —señaló el catedrático de la Universidad de Sevilla— definirme como un católico que, como profesor que soy, se dedica a tareas intelectuales. Además, creo que esto no es lo más importante; lo fundamental es que seamos buenos intelectuales y en eso reconozco que quizá no estamos a la 74—Nuestro Tiempo primavera 2021

diego s. garrocho

«Muchos pensadores cristianos se destacaron como interlocutores imprescindibles en su tiempo. En cambio, hoy nadie esgrime en público el rendimiento conceptual del perdón o la misericordia» juan manuel de prada

«A veces veo en algunos ambientes que los cristianos se esfuerzan por mimetizarse, por no decir algo que chirríe en la sociedad, y eso me parece un error» miguel brugarolas

«Podemos encontrarnos con centros educativos de inspiración cristiana que, preocupados por los rankings y la reputación, descuidan su alma»

altura de nuestra época». En un artículo anterior (Aceprensa, 3.12.2020), Arana había señalado como referencia para explicar esta postura al autor de El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien, «quien sostenía que ese libro era una novela católica, a pesar de que ni el nombre de Dios, ni mucho menos el de Jesucristo, aparecen en ella ni una sola vez». Por su parte, De Prada dijo que procura huir de la etiqueta de «escritor católico» porque es una denominación «que sirve al enemigo dialéctico para descalificar previamente a alguien y recluirle en un gueto dualista que considera que la fe queda en un reducto personal y la vida misma va por otro lado». En este punto, la cuestión de fondo es, según apuntó Miguel Brugarolas, la secularidad, un concepto teológico que explica que el cristiano concibe el mundo como «un lugar idóneo de encuentro con Dios», sin enfrentar las realidades naturales a las espirituales. «Por eso, ve el mundo desde dentro y no renuncia a nada auténticamente humano cuando vive con plenitud su fe. Así —concluyó—, si el hombre deja espacio a Dios, solo gana». Los tres ponentes subrayaron también la importancia de considerar de nuevo y mostrar con creatividad ejemplos de personas que, con su vida y con su uso de la inteligencia y el lenguaje, llegaron al corazón de sus coetáneos, impactaron en ellos y provocaron cambios en sus existencias; de manera más clara Jesucristo, y —como señalaron Juan Manuel de Prada y Miguel Brugarolas— los primeros cristianos. Un modelo mencionado por el ganador del Premio Planeta de 1997 fue san Pablo, un hombre totalmente comprometido con la fe que testimoniaba, y el caso de su predicación en Atenas: comenzó dirigiéndose a su auditorio empleando términos filosóficos que podían comprender y, después, no tuvo miedo para utilizar otros que estaban más allá de su entendimiento (la resurrección de Cristo), lo que le llevó al rechazo de la mayoría. «A veces


JUAN MANUEL DE PRADA

juan Arana

Miguel Brugarolas

veo en algunos ambientes un esfuerzo por mimetizarse, por no decir algo que chirríe en la sociedad, y me parece un error», concluyó De Prada. cristianos, guerra cultural y educación. Otro punto de coincidencia de los tres invitados fue afirmar que vivimos en un entorno crispado lleno de batallas de ideas e ideologías en el que el cristianismo está fuera de la corriente principal. Ante este panorama, Juan Manuel de Prada se mostró convencido de la fuerza del cristianismo para crear un discurso nuevo y estimulante, que deje atrás las ideologías actuales, que comparecen en la guerra cultural y «orientan el uso de la razón al poder y no a la verdad, que hoy está totalmente en crisis». Para eso, apuntó como fundamentales dos elementos: la presencia en los foros de discusión y la paciencia. «Es necesario estar en el campo de batalla y, al mismo tiempo, crear uno nuevo. Y, como en toda guerra, hacen falta inteligencia, dedicación, apuestas económicas, un ejército... y tiempo. Las

mentalidades no cambian de un día para otro y quizá nosotros no veamos la tierra prometida». La parte final de la mesa redonda se centró en la educación de los más jóvenes y su preparación para desenvolverse en una sociedad tan plural como la nuestra. Sobre este asunto, Miguel Brugarolas desarrolló ideas acerca de las que había publicado semanas antes en El Independiente (1.12.2020), principalmente la necesidad de combatir el utilitarismo en los centros de inspiración cristiana: «Podemos encontrarnos —había escrito— con instituciones educativas que, preocupadas por ocupar espacios en los rankings y por su presencia en las agendas de reputación, descuidan su alma. […] Programas de enseñanza de la fe y de la teología —a todos los niveles— que acaban reconvertidos en planes de estudios descafeinados, incapaces de poner en vibración la vida espiritual de estudiantes y profesores. Es el momento de repensar estas cosas». Juan Manuel de Prada completó esa intervención destacando la importancia

de que los jóvenes se sientan acogidos por una tradición cristiana milenaria, según el concepto chestertoniano de tradición: «Aquella que consiste en transmitir fuego y no en honrar las cenizas». «En un mundo envuelto en brumas —aseguró De Prada—, el ejemplo de los cristianos llamará la atención. Además, estoy convencido de que hay millones de personas de buena voluntad y muchos ámbitos donde cabe el diálogo sin transigir en lo esencialmente cristiano». En cualquier caso, esta mesa redonda celebrada en febrero y el debate mediático y académico que la precedió y continúa abierto ponen de manifiesto que quizá la única actitud no concebible en un cristiano de hoy es la pasividad, lo que el papa Francisco ha denominado «cristianismo de sofá». Se ve que tenía razón el filósofo y antiguo rector de la Universidad de Navarra Alejandro Llano cuando hace exactamente veinte años publicó un libro con un título algo provocativo: El diablo es conservador. Nt

primavera 2021 Nuestro Tiempo —75


Campus Un debate abierto

una formación religiosa sólida, que capacite a cada persona para dar razón de sus convicciones en la plaza pública. Por otro lado, la fe no es algo separado o yuxtapuesto a la razón, sino que hay una relación circular entre ambas. Serían «intelectuales cristianos» quienes hacen propuestas culturales basadas en verdades de origen religioso como, por ejemplo, que la vida es un don; quienes procuran mantener viva la sabiduría religiosa que ha ido fecundando nuestra cultura. Y, como ha explicado el profesor del IESE Ricardo Calleja, no es siquiera necesario practicar la fe para contribuir a esta tarea.

JOSÉ MARÍA TORRALBA

Punto y seguido

Una reflexión necesaria y desafiante Con la perspectiva de algunos meses, José María Torralba, director del Instituto Core Curriculum, hace balance de la mesa redonda y el debate sobre los intelectuales cristianos. ¿Por qué cree que este debate generó tanta expectación? Porque nos hemos dado cuenta de que el rey iba desnudo. Venimos de una sociedad donde el cristianismo era hegemónico y ahora comprobamos que los planteamientos religiosos están cada vez menos presentes. El revulsivo lo produjo Miguel Ángel Quintana Paz al sostener que la culpa de 76—Nuestro Tiempo primavera 2021

esta situación la tenemos principalmente los propios cristianos. No hemos estado a la altura en la educación, la cultura o la política. ¿Le gusta la expresión «intelectuales cristianos» o prefiere «cristianos intelectuales»? Me gustan las dos. Son complementarias. Como ha dicho José María Rodríguez Olaizola, secretario de Comunicación de la Compañía de Jesús en España, en nuestra sociedad faltan intelectuales y sobran polemistas. El debate ha mostrado la necesidad de que haya más «cristianos intelectuales». Para ello, debería ofrecerse

¿Ve oportuna la metáfora de las guerras o batallas culturales? La confrontación y el debate de ideas es propio de las sociedades democráticas, pero la guerra cultural es algo distinto. Armando Zerolo, profesor del CEU San Pablo, en Madrid, ha recordado que su origen está en el marxismo de Gramsci, aunque ahora se proponga también desde el conservadurismo. Consiste en introducir la lógica del poder y la dominación en el ámbito de la cultura, que debería ser un espacio de racionalidad y diálogo. Es cierto que, de hecho, vivimos en una situación de guerra cultural. Por eso, en este debate se ha llamado ingenuos o cobardes a quienes no quieren dar la batalla. En mi opinión, en cambio, plantear el debate social en términos

de amigo-enemigo es parte del problema. Lo primero que necesitamos es recuperar el nosotros social que se está perdiendo. Como bien explica Diego S. Garrocho, tender puentes con los otros es para todos una obligación cívica, aunque sea difícil. Pienso que los cristianos tenemos una posición privilegiada para ello, por la llamada a amar a quien piensa distinto y a intentar trabajar juntos por el bien común. ¿Cómo deben reaccionar las universidades de inspiración cristiana ante debates candentes, como por ejemplo la ley de eutanasia? Cuando están en crisis principios básicos sobre la vida o la familia, no pueden permanecer indiferentes. Su tarea propia, y la más valiosa, es ofrecer una educación que ayude a madurar en la fe a los jóvenes que la tengan y a mostrar su belleza a quienes carezcan de ella. Por supuesto, tienen que abordar, en la docencia y la investigación, esas cuestiones candentes. Deberían ser como un faro capaz de dar luz a todos. Y, cuando lo consideren oportuno, participar también de manera institucional en el debate público. En cualquier caso, me parece que lo decisivo es que despierten entre sus estudiantes y profesores un sentido de misión intelectual: contribuir al bien común por medio de un diálogo social orientado a la verdad. De este modo, no se volverá a echar en falta la voz de los cristianos. Nt



ALUMNI

Alfonso Sánchez-Tabernero «Las crisis las sacan adelante equipos comprometidos que se remangan» 590 botes de alcogel repartidos por los edificios de la Universidad. 35 000 PCR hechas. 113 profesionales de la limpieza y del área covid cuidando de todo. 165 000 horas lectivas en las aulas. Son datos de un curso que comenzó en septiembre de 2020 optando por la presencialidad, el «producto prémium» en la docencia, como defiende el rector. En medio de la navegación de los retos de esta apuesta, la Universidad ha presentado la Estrategia 2025, que define los ejes primordiales para los próximos cinco años con una palabra clave: sostenibilidad. texto Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] fotografía Manuel Castells [Com 87]

las togas y las mucetas han vuelto al campus. Hace un año, quienes terminaban la carrera en pleno confinamiento vieron su graduación aplazada. Ahora, la segunda promoción que recibe el título en medio de una pandemia ha podido celebrar su fin de etapa, con mascarillas, aforos limitados, geles… pero juntos. Al inicio de las restricciones, Alfonso SánchezTabernero, rector de la Universidad, dijo que el objetivo era que en estas circunstancias extraordinarias los estudiantes pusieran un diez al centro académico. Un 4,22 sobre 5 ha sido la puntuación que miles de alumnos de grado han dado a través de una encuesta de satisfacción. Más allá de la cifra, el rector cuenta cómo este curso, caminando por el campus, se le han acercado alumnos a decirle «Gracias» por el esfuerzo, por mantener abierto el campus. El lema del anterior plan estraté78—Nuestro Tiempo primavera 2021

gico de la Universidad fue «El mejor lugar para aprender» y, en el ranking de Times Higher Education en 2019, apareció como tercera de Europa en docencia. «Cuando todos nos ilusionamos con una meta, lo conseguimos. Y no es que lo diga yo: lo dice alguien externo. En Europa hay cuatro mil universidades y nos han ubicado en el puesto tres… Tres o trece…, eso no es lo esencial, lo importante es que desde fuera se reconozca el trabajo», asegura Sánchez-Tabernero. ¿De qué se siente más orgulloso al finalizar este curso? De los profesionales de la Universidad y de los alumnos. Comportarse de modo responsable un día es fácil y quizá una semana también, pero llevamos más de un año de covid y continuar con un ánimo sostenido durante tanto tiempo en con-

diciones tan complicadas tiene mérito. Esa constancia es de lo que estoy más orgulloso. La Universidad ha mantenido la presencialidad, casi una excepción en el panorama universitario español. ¿Por qué tanto interés en este punto? Nuestra prioridad estaba clara desde el principio: no era protegernos de las críticas sino intentar hacer compatible la salud de los profesionales y los estudiantes con la mejor formación universitaria posible, que es la presencial. Es la experiencia prémium para los alumnos, por eso agradecen que hayamos luchado por ellos. Eso en marzo del año pasado no era viable. Llegó la pandemia y fuimos de los primeros que cerramos los campus. En ese momento, lo vital era la salud y no titubeamos. Pero durante las crisis hay que


aprender con rapidez y, cuando acabó el curso, pensamos cómo afrontar septiembre. Así nació el plan Prepara2, que incluía la guía sanitaria, las PCR, las distancias, las mascarillas, el teléfono covid, los rastreos periódicos… En la vida hay que asumir riesgos razonables y creo que los resultados nos han dado la razón. Este curso el número de alumnos ha aumentado y, para el próximo, las solicitudes de admisión en abril eran 5 692, un 21,5 por ciento más que el año pasado en esas fechas. ¿Cómo se explican estos datos? Quienes van a estudiar a una universidad, a esta o a cualquiera de las 25 000 que hay en el mundo, no saben lo que va a suceder al milímetro; por tanto, la decisión sobre si matricularse en un lugar o en otro se toma sobre una expectativa. Al final, la

pregunta es: ¿me puedo fiar de esta universidad? Creo que durante la pandemia hemos generado confianza y por eso más personas quieren estudiar aquí. Esto garantiza nuestro objetivo económico, que es el equilibrio: no tenemos ánimo de lucro pero tampoco de perder dinero. ¿Qué ha aprendido la Universidad en estos quince meses de pandemia? Aquí hemos vivido crisis externas de tipo económico, político, terrorista… ¡Nos faltaba la pandemia para hacer el doctorado en crisis! Nos hemos reafirmado en tres lecciones aprendidas en otros momentos. En primer lugar, una institución ha de tener prioridades, que nacen del propósito: ¿cuál es mi misión? ¿Cuál es mi servicio? Si la institución posee una cultura fuerte, unos valores compartidos, es fácil acertar en las prioridades. Con las crisis llegan las

dudas, hay que tomar muchísimas decisiones y no podemos atinar en todo, pero al menos debemos intentar no fallar en lo fundamental. En segundo lugar: las crisis las sacan adelante equipos comprometidos que se remangan, que no buscan excusas, que no hacen listas de culpables, que no se quejan, que actúan, que dicen «Voy a darlo todo». Al comienzo de la pandemia migramos 1 400 asignaturas de presencial a online en un fin de semana gracias al esfuerzo de los profesionales de la Universidad. En tercer lugar: a la crisis hay que llegar con los amigos hechos. En esta pandemia, la Universidad ha descubierto que tiene muchos: una empresa nos ofreció un robot para multiplicar nuestra capacidad de realizar PCR; otra nos dijo que nos facilitaría la incorporación laboral de los graduados a su compañía; una persona, primavera 2021 Nuestro Tiempo —79


Alumni Entrevista

El rector espera que el curso que viene se acerque a un año normal. pensando en las familias con dificultades para pagar las matrículas de sus hijos, nos dio dinero para becas; un antiguo alumno que trabaja en un medio se hizo eco de nuestro plan Prepara2. Los amigos te alientan, llegan donde tú no llegas, con ellos caminas más lejos. En el webinar que compartió en mayo con Cristina Garmendia, presidenta de la Fundación Cotec, hablaron de cómo la sociedad se ha organizado con empatía para responder a un problema humanitario global. ¿De qué manera ha contribuido el campus a la «ola de solidaridad cooperativa»? El desafío ha sido grande para nosotros pero era aún mayor para otros. Hay que fijarse en quien peor lo pasa, en esas personas, familias y comunidades que tienen menos oportunidades. Entonces nos planteamos: con todos nuestros recursos, una clínica con dos sedes, una gran capacidad de investigación en el ámbito biomédico, ¿cómo podemos arrimar el hombro? Antes de que los hospitales privados fueran intervenidos por las consejerías de Sanidad, pusimos los nuestros al servicio de la red pública, ofrecimos PCR a las residencias y a quienes quisieran, fabricamos alcogeles y otros materiales de protección…

Un plan para no dejar a nadie atrás ¿Cómo puede ayudar la institución universitaria a reconstruir la sociedad pospandemia? La universidad es un lugar maravilloso y privilegiado para potenciar la recuperación porque es libre y abierto a todos. Está en una posición idónea para formar bien a sus estudiantes, producir ciencia de alta calidad y avanzar juntos con un propósito de servicio. La excelencia no está reñida con la cooperación entre la academia y la empresa, con las alianzas entre el sector 80—Nuestro Tiempo primavera 2021

público y el privado, con los compromisos que, alejados de la polarización política, buscan proteger el bien común. Precisamente, promover un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás es el leitmotiv de la Estrategia 2025 de la Universidad. El plan estaba incoado antes de la pandemia, y el covid nos ha confirmado en esta decisión. Partíamos de la inquietud de que el crecimiento, sobre todo en Occidente en este siglo, tiene daños colaterales: hay cierta falta de equilibrio en ese desarrollo económico, tecnológico y científico, y los damnificados son las personas menos preparadas, que se quedaban atrás, y el medioambiente. Hacer compatible el desarrollo con la sostenibilidad quizá sea el problema más crucial de nuestro mundo. Afortunadamente, muchas personas e instituciones comparten esta preocupación, así que no vamos a estar solos en este camino. Pero creo que nosotros, desde nuestra identidad propia, podemos realizar una aportación relevante. ¿Cuáles son los pilares de este nuevo plan estratégico? El desarrollo sostenible, el cuidado de las personas y el medioambiente son las piedras angulares de los doce proyectos que se van a seleccionar. En los próximos cinco años, la Universidad va a enfocar

su mirada en la triple comprensión de la sostenibilidad: ambiental, prestando atención a la biodiversidad y gestión de ecosistemas; social, centrándose en la comunicación en el entorno digital; y económica, pensando en el liderazgo y la ética en las instituciones. ¿Cómo va a orientar la Universidad su quehacer docente para cumplir estos objetivos? Además de los conocimientos profesionales y científicos, consideramos prioritario que los alumnos adquieran cualidades que hagan de ellos ciudadanos responsables, con espíritu crítico y perspectiva internacional, capaces de entender su trabajo como un servicio a los demás y a la sociedad. El objetivo fundamental es lograr que los estudiantes de grado y posgrado vivan en su etapa universitaria una experiencia transformadora, en la que el mentoring y el aprendizaje-servicio serán algunas de las piezas clave. Durante el último año, se ha acelerado la transformación digital de las empresas. El impulso a la formación continua, presente en la Estrategia 2025, ¿es una respuesta a esta situación? La idea del lifelong learning es previa a la pandemia, pero hemos descubierto su potencial y su viabilidad en estas circuns-


món»? Esto tiene que ver con el equilibrio: no dejar a nadie atrás.

Este curso se han impartido 165 000 horas lectivas en las aulas.

Los alumnos han puntuado con 4,22/5 su experiencia universitaria. tancias. Partía de la constatación de un hecho: la Universidad se ha preocupado de las personas entre 18 y 35 años, pero las que tienen entre 35 y 70 quieren seguir formándose, así que pensamos ¿qué podemos hacer? Y, de repente, llega el covid y comprobamos que todo el mundo se conecta a webinars y a reuniones por Zoom o Meet de manera cotidiana. Vemos la formación online como una gran oportunidad para la tarea de servicio de la Universidad: que el conocimiento llegue al máximo número de personas. Desde el punto de vista de la investigación biomédica, ¿cuáles son los focos de la producción científica? La Estrategia 2025 va a potenciar la investigación en medicina personalizada, especialmente en las áreas de oncología,

medicina paliativa y enfermedades raras. Estas últimas afectan a muchísimas personas pero hay poca investigación porque esas patentes tienen menos valor que las de enfermedades más comunes. Además, nosotros somos fuertes en este campo, con el Cima, la Clínica y las cuatro facultades biomédicas. Por tanto, si robustecemos esa línea, podremos ayudar a muchos pacientes que no reciben suficiente interés por parte de la ciencia en su enfermedad. Alguien con cáncer de pulmón sabe que desde hace décadas se destina muchísimo dinero a encontrar una terapia adecuada para su cura. Pero ¿y si lo que tiene es un poco más extraño? ¿La única respuesta que puede recibir es «Si yo investigo en esto, la patente no va a valer ni la centésima parte de lo que me generaría una patente de cáncer de pul-

En una entrevista en Diario de Navarra afirmó que el Museo de Ciencias, el gran proyecto del eje de interdisciplinariedad, «es la iniciativa más interesante de la próxima década en nuestro país en sostenibilidad medioambiental», ¿por qué? Porque nace dentro de una universidad, donde no hay propaganda ni fake news: hay ciencia poderosa, interdisciplinar, y, por tanto, propuestas basadas en evidencias. Y no solo investigación en el ámbito de las ciencias naturales sino también en el campo del derecho, la arquitectura, el hábitat, la tecnología, la ingeniería… Contaremos con la participación de la Facultad de Educación, porque la tarea educativa es fundamental, y también de la Facultad de Comunicación, porque es clave la divulgación de la ciencia. Por otra parte, el edificio, que se empezará a construir dentro de un año, no albergará solo el museo sino también aulas y laboratorios. Se trata de un proyecto con muchas facetas, muy integrador: todo eso lo hace único y creo que va a tener un impacto colosal en nuestro país en la próxima década. ¿Cuál será el tema de la Estrategia 2030? Sé que les corresponderá a otros decidirlo, y yo opinaré desde donde esté. Estoy convencido de que la Estrategia 2030 no supondrá un giro radical y dependerá, sobre todo, de lo que hayamos avanzado en estos próximos cinco años. En el anterior plan estratégico, por ejemplo, la responsabilidad social y ambiental y la investigación de impacto ya estaban entre los objetivos, y ahora en la Estrategia 2025 ha adquirido mayor protagonismo. Es lógico que la evolución de la estrategia no sea errática. Mientras vamos caminando conseguimos unos objetivos, adquirimos unas fortalezas, que nos permiten un nuevo salto. Nt

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Alumni Carta desde... Copenhague

Del parmigiano reggiano al smørrebrød Irene Nuin Garciarena [Far 17 Nut 19] se mudó a Copenhague en medio de la pandemia actual. Su experiencia previa en Parma (Italia) y encontrarse con antiguos compañeros fueron clave en su aterrizaje. texto Irene Nuin Garciarena

copenhague [dinamarca]. en junio de 2020 pensé que era el momento de comprobar si, como dicen las encuestas, Dinamarca era realmente el país más feliz del mundo. Yo estaba en Parma (Italia), trabajando con una beca de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria —conocida como EFSA por sus siglas en inglés— desde finales de enero de 2019. La EFSA ofrece el programa EU-FORA, una oportunidad que permite a jóvenes científicos elaborar un proyecto en otra institución con el objetivo de fomentar la cooperación entre las distintas organizaciones de seguridad alimentaria europeas. Por la pandemia, mis expectativas de que aquello saliera adelante eran nulas, pero fui una de las dos personas seleccionadas

para el Instituto Nacional de Alimentación de Dinamarca, en colaboración con la Technical University of Denmark. Para horror de mis padres, apenas tardé unas horas en responder un rotundo sí. En febrero aterricé en Copenhague, donde estaba mi amiga de la carrera Nerea Urruticoechea, que acababa de finalizar un máster en esa ciudad. El hecho de conocerla y de tener por allí amigos de amigos lo hizo todo mucho más fácil, además de convivir con italianos, porque ya los tenía calados. Los españoles compartimos con ellos el gusto por la gastronomía, el vino y la costumbre del aperitivo. Parma, de hecho, está en una región conocida como el food valley, la Emilia-Romagna, que presume de su parmigiano reggiano —nunca hay que llamarlo parmesano—, el vinagre de Módena o el apreciado prosciutto di Parma. En aquella ciudad de doscientos mil habitantes, la vida de nuestra pequeña comunidad de becarios giraba en torno a los aperitivos —spritz con pizza, pasta, salami y queso—, las cenas y los viajes. Éramos unos ochenta, casi un pueblito, de toda Europa y otros países como Egipto o Argentina. También allí me encontré con una chica de Quebec, Audry Forgues, que había cursado un año de sus estudios de Economía en el campus de Pamplona. Fue muy gracioso, porque estaba buscando piso en el grupo de Facebook de becarios de la EFSA y vi que también lo hacía una chica del departamento de Data Unit que, en la foto de contacto, llevaba puesto el pañuelico rojo de las Fiestas de San Fermín. Lo primero que pensé es que aquello tenía que funcionar. ¡Que me digan si el mundo no es un pañuelo! El caso es que, entre los italianos y los alumni, la llegada a Dinamarca se me hizo

más sencilla. ¿Que los bares están cerrados? Pues nuestro salón se convierte en el mejor rincón para desconectar del trabajo o el mejor restaurante donde disfrutar de un risotto, una tortilla, jamón o prosciutto. Siempre tenemos de los dos porque yo no estoy dispuesta a renunciar al serrano ni los italianos a comerlo. En cuanto a mi trabajo aquí, se basa en analizar el riesgo alimentario de las novel foods, es decir, todo aquel alimento que el ser humano no consumía antes del 15 de mayo de 1997, cuando se aprobó la primera regulación: insectos comestibles, leche tratada con rayos UV, aceite rico en omega 3 obtenido de kril [crustáceo similar a un camarón]... Uno de los dos proyectos consiste, por ejemplo, en el estudio de alergenicidad de una proteína vegetal como posible sustituto a la carne y pescado. Para eso hago digestiones in vitro con distintas enzimas, caracterizo las proteínas, y mido su concentración y realizo ensayos de alergenicidad como ELISA. Otro de los proyectos en los que colaboro es un caso de evaluación de riesgo-beneficio de otra novel food, que consiste en combinar los efectos beneficiosos y adversos que se le asocian. Incluye exámenes químicos, microbiológicos y nutricionales. Con eso luego podremos informar sobre estrategias de seguridad alimentaria y salud pública. Antes, cuando vivía en Parma, formaba parte del equipo de enzimas alimentarias de la EFSA, cuya función principal es la valoración de riesgos alimentarios. Las enzimas son proteínas que desencadenan y aceleran reacciones químicas como la digestión y que se usan a nivel tecnológico para, por ejemplo, producir leche sin lactosa o descomponer más rápido la piel de la fruta para obtener más zumo. —Una pequeña comunidad. Los ochenta becarios de EFSA en Parma formaban casi una familia. En sus viajes y sus pisos compartidos se forjaron grandes amistades.

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—Parma. Irene con sus amigas del grado en Farmacia en el duomo de Parma que lleva más de mil años presidiendo la ciudad.


—Canal Nyhavn. Es el más famoso de Copenhague y significa «puerto nuevo». Se construyó en el siglo xvii y ahora es una de las zonas de ocio de la ciudad. momentos acogedores. Podría comentar el frío de Copenhague, el viento, las nubes y la lluvia que cubren la ciudad, pero prefiero hablar del hygge. Es la filosofía de vida danesa de disfrutar de los pequeños momentos acogedores: ese café caliente, esa reunión con amigos, esa noche invernal de juegos de mesa, sentarte delante de la chimenea mientras ves nevar... Sin embargo, nunca voy a acostumbrarme a pagar ocho euros por una cerveza o cinco por un café. Ya que tratamos de gastronomía, lo más famoso aquí es el smørrebrød, un pan negro con mantequilla y diversos ingredientes, como salmón, carne, tomate, queso, pepino, huevo o cebolla.

Una de las primeras cosas que hay que agenciarse en estas tierras es una bici. No importa que nieve, llueva o que el viento supere los 35 km/h: los daneses siempre se mueven sobre dos ruedas. Y hay que reconocer que la infraestructura de los carriles especiales es algo de lo que muchas ciudades deberían tomar ejemplo. Yo me he subido al carro y también voy a todas partes pedaleando, salvo que llueva muchísimo. Cuando llegué, me chocó la gestión de la pandemia, en especial la ausencia de mascarillas en la calle; solo se requieren en interiores. Yo viví el inicio de la crisis en Italia, a principios de 2020, y vi agotarse las mascarillas y los geles. La Emilia-Romagna

se consideró enseguida «zona roja», y ante tanta incertidumbre decidí volver a Pamplona para teletrabajar. ¡Fuimos en coche por si nos cancelaban los vuelos, y luego no nos pidieron certificados en todo el trayecto! En Dinamarca, sin embargo, el planteamiento es completamente diferente, e incluye test gratuitos en diversos puntos de la ciudad —parques, o aparcamientos— o la existencia del coronapass: un certificado que se descarga de la aplicación del móvil mostrando que tienes una prueba negativa de 72 horas (antígenos o PCR), que has pasado el virus en las últimas semanas o que estás vacunado. Lo necesitas para entrar en bares, peluquerías o museos, y para ir al trabajo. En mayo, con el «buen» tiempo, la ciudad cambió completamente. Los parques se han llenado de grupos de amigos que juegan al fútbol, al frisbee, charlan y pasean… Reciben bien las temperaturas superiores a diez grados. Así que, tras un largo invierno, es el momento de disfrutar del relajado verano danés, aunque acostumbrarse a tener luz desde las tres y media de la mañana hasta las once de la noche tiene lo suyo. Recomiendo vivamente salir a trabajar al extranjero, no solo por el conocimiento, sino por la inmersión en otras culturas e idiomas, los verdaderos amigos que haces, el crecimiento personal… Yo, ahora, soy mucho más extrovertida y tengo más capacidad de adaptación. No sé cuál será la próxima parada, pero sí que en mi maleta siempre llevaré el pañuelo de Sanfermín. Hay dos cosas que tengo claras: que los adioses definitivos no existen y que Pamplona seguirá siendo, como dice el pasodoble, «la Perla del norte, ese rinconcito de España donde se vive feliz». Así que, por lo menos, el destino final está claro. Nt

—Sicilia. Un grupo de becarios de EFSA con el volcán Etna al fondo. Irene es la segunda por la izquierda abajo; su amiga Audrey es la tercera por la izquierda arriba. primavera 2021 Nuestro Tiempo —83


DE TEJAS ARRIBA Lucía Pérez Forriol

Contra los peligros de la cultura individualista

monopolizaba el sistema, desterrando, por ejemplo, la vida social de los progenitores. Quizá la religión mal entendida pudo generar una conciencia escrupulosa que asociaba el placer a la culpa, el autocuidado al egoísmo. Nada más lejos de la realidad. El mismo Jesucristo lo dejó muy claro: «Ama al prójimo como a ti mismo», no más, no menos: de la misma manera. Se anticipó al constructo psicológico de que no puede haber amor al otro sin amor a quien uno es. La cultura individualista reivindica esta necesidad de respeto personal, de tenernos en cuenta, de autoestima, del sentido positivo del placer. Pero parece que se ha pasado de frenada. El amor que se mantiene encerrado puede germinar una desmedida insatisfacción: la condena del individualismo es la soledad. No se trata de amarse menos, sino de generar un amor centrífugo, que empieza en uno mismo y se dirige al otro. La autoestima es uno de los pilares fundamentales en la salud mental. No hay más que ojear el manual de psicología de la Aso¿En qué momento dedicarse a uno ciación Americana de Psiquiatría DSM-V para descubrir que la mismo ha dejado de ser compatible con la mayoría de psicopatologías están relacionadas, entre otros factores, con problemas de autoestima. Ahondando en este térmidedicación a los demás? no, Abraham Maslow defendía la existencia de una necesidad de aprecio, compuesta por aprecio a uno mismo y por parte de ACE YA TIEMPO QUE LA cultura individualista otros. Otro famoso psicólogo, Carl Rogers, en su teoría fenoviene pisando fuerte. El suculento yocentrismo ha menológica, ya hablaba de la importancia de la autoestima para ido adquiriendo peso, respaldado por tendencias un desarrollo adecuado. En parte, es esa autoestima la que nos como el autocuidado, que encierran el peligro de permitirá relacionarnos satisfactoriamente con quienes viven a nuestro alrededor, porque nos hace conscientes de todo lo vaproducir un amor centrípeto, hacia dentro, un amor no comlioso que podemos ofrecer en los encuentros personales. partido. El amor hacia uno mismo nos lleva al amor al prójimo, forNo es de extrañar que esta manera de vivir logre seducir man un continuo. Responder a las necesidades afectivas del ser al personal. En su escaparate encontramos eslóganes como «Quiérete», «Eres tu mejor amigo», «Dedícate tiempo», «Aléja- humano también implica tratarse con respeto, dignidad y delite de quien no te aporta», «Pon límites». Mensajes en sí mismos cadeza, supone desterrar el autodesprecio y la dejadez. Esa conciencia de valía permite vivir con serenidad la entrega al otro, acertados, que más de uno necesitaría aplicarse para vivir mecon la satisfacción de dar lo mejor que tenemos simplemente jor. El problema no es ese contenido, sino que implícitamente por el hecho de amar, no por recibir un afecto de vuelta. El amor puede tener una connotación de desinterés o desprecio hacia el prójimo, la visión del otro como un estorbo o como un sujeto propio bien entendido se aleja de la esclavitud del hedonismo y del yugo del placer como necesidad. Una autoestima sólida sin nada de atractivo. permite poner a disposición de otros los proLa responsabilidad de esta fiebre indivipios dones, incluso las propias limitaciones, dualista podría residir en el famoso efecto LA PREGUNTA DE LA AUTORA y eso es lo realmente satisfactorio: conocer péndulo que cualquier sociedad experimenel poder de generar bienestar a los que nos ta. Venimos de tiempos en los que no se ha ¿Es el famoso autocuidado rodean. Ante la amenaza del individualismo, priorizado el propio bienestar, no ha habido la antesala del egoísmo? hay una psicología que propone un modo de cabida para la dedicación personal y no se vivir que tiene en cuenta la propia dignidad y conocía la importancia de cuidar al cuidador. la ajena. Básicamente, cuidarse y cuidar. Si miramos hacia atrás, veremos que nuestros ascendentes repetían un estilo familiar muy Lucía Pérez Forriol es psicóloga general sanitaria. diferente, en el que la mujer ha sido quizá la @cuentaseloalucia gran damnificada. De ella se esperaba una entrega absoluta a su hogar y familia, un com@NTunav portamiento abnegado donde no había espaOpine sobre este asunto en cio para una carrera laboral, ni para su propio Twitter. Los mejores tuits se cuidado y descanso: una mujer complaciente publicarán en el siguiente número. perennemente dispuesta a satisfacer las necesidades ajenas; familias donde la crianza

H

84—Nuestro Tiempo primavera 2021



Libros

números

22

euros gasta de media un español al año en libros. Un francés, 52.

Hopkins: la hondura, la poesía Con un estilo diferente al de sus contemporáneos victorianos, la obra del londinense Gerard Manley Hopkins (1844-1889) se publicó treinta años después de fallecer. Reconocido desde el primer tercio del xx, sus poemas aún se reservan las incógnitas del misterio. texto Joseluís González [Filg 82],

profesor y escritor @dosvecescuento

En el marzo inglés de 1879, a un hombre de treinta y pocos años, de no demasiada estatura, culto, hipersensible, le llenó de aflicción adivinar las consecuencias de un hecho que a otros no les hubiera dejado tan estremecido el interior. Habían talado inmisericordemente unas hileras de chopos que alargaban la perspectiva del Támesis, donde el curso del río se estrechaba. Era cerca de Oxford, en un pueblecito llamado Binsey, próximo a la universidad donde él se había formado. Habría recorrido, quién lo iba a dudar, multitud de tardes paseando desde su Balliol College, uno de los centros oxonienses más exigentes, aquel trayecto amable de unas dos millas. No era solo el espectáculo del deforme paisaje de esos troncos destronados, ni se trataba de añorar lo que ya no existe, la fúnebre pero clásica elegía de echar de menos lo que los ojos (cercenados) no van a volver a encontrar. La verdadera emoción de sentir aquello desamparado de 86—Nuestro Tiempo primavera 2021

378 119 palabras componen el Quijote completo. 22 826 son distintas.


José Julio Cabanillas

Gabriel Insausti

árboles llegaba de constatar que otros no podrían contemplar esa belleza esbelta de los álamos. Había disminuido de pronto la hermosura del mundo. Le producía dolor. Aquel hombre joven era sacerdote, de la Compañía de Jesús. Converso. Y además un poeta portentoso. Innovador y difícil en la forma. Majestuoso de música en sus versos. O haciendo que chirriaran. Penetrante en imágenes y en sugerencias. Es decir, el grado supremo de la exultación, de la alegría más ilimitada. O del desconsuelo. Pero que no podía escribir sin permiso. Despreocupado por publicar sus papeles, los enviaba a uno de sus mayores amigos y compañero de campus, Robert Bridges. Aquellas impresiones líricas descendían hasta las honduras —descienden aún hasta mayores honduras— pero devuelven la certeza del alma, el hermosor de la arboleda y de amar aunque derroquen un séquito de Populus alba, centinelas de todas las orillas. Escribió «Binsey Poplars». El primer poema —perdonen la confidencia— que conocí de Hopkins. Gerard Manley Hopkins (1844-1889). «My aspens dear, whose airy cages quelled, / Quelled or quenched in leaves the leaping sun, / All felled, felled, are all felled». Leí la traducción del doctor Abelardo Moralejo Álvarez, cirujano y devoto de este poeta inglés. Bastantes veces. Luego, me senté ante el ordenador para buscar a alguien que recitara «Binsey Poplars». Di con una voz grave que recuperaba la vida y la melodía o la aspereza de las dos estrofas. Después corrí a hacerme con un ejemplar de la edición bilingüe de Poemas completos preparada en 1988 por Manuel Linares Megías. La emoción debe ser el origen, el manantial, de la poesía auténtica. Nuestros clásicos decían venero y hoy podría decirse motor o propulsión. Da igual: suele notar-

Maggie O’Farrell

Ana Iris Simón Kazuo Ishiguro

se si un poema brota de verdad de ahí dentro. De la conmoción. Del trastorno en las entrañas. De las fragosidades de algún día del alma. «Inspiración» la llaman muchos otros. No lo sé. Un adolescente puede, una tarde desierta, reflejar los restos de su corazón resquebrajado por un desamor. Quizá transfiera en líneas frenéticas de escritura que no llegan hasta el margen derecho esa impresión de derribo de la vida. Pero el sentimiento necesita estar acompañado, la escolta, de la calidad literaria. Versos veraces pero que suenen nuevos. Aquel jesuita de espíritu vivaz, que sabía dónde podía descansar su corazón, que valoraba la belleza física de la realidad y la realidad bella de cada criatura o circunstancia, casi redimía la inclinación del ser humano a destruir la naturaleza y sus prodigios. La naturaleza es una plegaria. Quizá aquella madera de chopos se empleó para contribuir al progreso de una industria entonces en auge: el ferrocarril. Puede que para concretas y útiles zapatas de frenos. Los avances acostumbran a necesitar alguna desaparición. De todos modos, un poema lo hacen primordialmente las palabras. Y las imágenes y su melodía o su disonancia. Frágil y resistente a la vez. Las imágenes son muchas infrecuentes: las ramas de los álamos eran como jaulas del aire. Sus sombras y sus líneas cruzándose formaban sobre el agua una especie de correas de sandalias, mecían un moverse de pies semidescalzos. Y para expresar la intensidad del dolor, el poeta te pone delante un pinchazo de espina que se te hunde dentro del globo ocular. Duele. «Binsey Poplars» permaneció inédito hasta 1918. Es decir, casi cuatro décadas oculto. Que Hopkins no viviera en exclusiva para su poesía lo engrandece más.

apuntes

hopkins en español El jesuita Manuel Linares Megías reunió la edición bilingüe de Poemas completos (Mensajero-Deusto) con la advertencia de que traducir la poesía de Hopkins es una temeridad. Sobresaliente es la versión de José Julio Cabanillas de once Poemas (Renacimiento) y del célebre «The Wrech of the Deutschland», el naufragio en que fallecieron en diciembre de 1875 cinco monjas franciscanas. En su orientador prólogo Cabanillas apunta que Hopkins no ve la naturaleza anticipando su decaer sino «en trance anticipado de su más completa glorificación». También Carlos Pujol preparó una traducción (por desgracia, aún no he conseguido encontrar un ejemplar). En Verdad y belleza: la pasión de Gerald Manley Hopkins (2019) Gabriel Insausti enmarca la figura del escritor y ofrece sugerencias de comprensión. Hondo el soneto tras la canonización de Alfonso Rodríguez (1532-1617), portero del colegio de Palma de Mallorca.

Nt

primavera 2021 Nuestro Tiempo —87


Libros

Las cosas escondidas

Mi querida España

Los androides tienen corazoncito

Una Australia turbadora y salvaje

Hamnet Maggie O’Farrell Libros del Asteroide, 2021 350 páginas, 23,95 euros

Feria Ana Iris Simón Círculo de Tiza, 2020 240 páginas, 18,90 euros

Klara y el Sol Kazuo Ishiguro Anagrama, 2021 384 páginas, 20,9 euros

Pánico al amanecer Kenneth Cook Sajalín Editores, 2020 196 páginas, 19 euros

La muerte de Hamnet, uno de los hijos de Shakespeare, cuando el pequeño solo tenía once años, fue el motor que impulsó a Maggie O’Farrell (Irlanda del Norte, 1972) a investigar e imaginar el relato genealógico del célebre dramaturgo. Fruto de esta labor nace Hamnet, una novela en la que, a partir de mimbres históricos, ficciona la vida de esta familia en el pueblecito inglés de Stratford, especialmente de Agnes, esposa de Shakespeare. Ella es una joven misteriosa, cuestionada por sus orígenes y sus extraños dones: el poder de adivinar el porvenir y una comunión insólita con la naturaleza. Con gran sensibilidad y ritmo pausado, deteniéndose en los detalles, la autora explora cuestiones como la pérdida, el duelo, las preguntas que brotan en torno a la tragedia y el deseo imperioso de cuidar y proteger a quien se ama. Una historia sobre lo que esconden los corazones y las huellas que permanecen más allá de la muerte.

En su primera y valiente novela, la periodista manchega Ana Iris Simón (Campo de Criptana, Ciudad Real, 1991) relata, con honestidad y sin tapujos, momentos de su infancia, de su vida en el campo y la de sus abuelos feriantes. Una reflexión honda sobre la supuesta liberación de la mujer, la maternidad, el consumismo, el aparente progreso y la libertad que tan fácilmente enarbolamos. Un homenaje sincero y auténtico a la familia, a las tradiciones, al pueblo de toda la vida, a nuestra querida España tantas veces ninguneada, «una España que fue y ya no es». La autora nos invita a reflexionar sobre lo realmente importante. Y nos recuerda, de la mano de su tío Hilario, que «la única manera que tenemos de seguir vivos es la memoria. Seguimos vivos en las historias que nos contamos». ¡Y menuda historia!

Con la parsimonia de Ishiguro, Klara y el Sol —su primera novela tras el Nobel de 2017— profundiza en las raíces del ser humano. Una historia contada a través de Klara, una suerte de androide con forma de mujer cuya función esencial es el cuidado de niños. En este futuro competitivo y elitista, los robots tienen más habilidades sociales que los humanos. Josie, una adolescente de catorce años con una enfermedad degenerativa, elige a Klara para que la acompañe en los solitarios años antes de entrar en la universidad. A partir de ahí, seguimos a Klara en su aprendizaje sobre los sentimientos, las emociones, las pasiones y lo que hace únicas a las personas. Ishiguro nos muestra en este relato distópico —un género que el japonés eleva a arte por el profundo lirismo de su prosa— el deterioro de las relaciones humanas, el miedo a la soledad y la pérdida, el dolor y la culpa a través de un androide.

Australia vive una dualidad extraña: es un país de geografía exótica e inhóspita y una nación occidental próspera y democrática. Ese desfase alimenta esta demoledora novela, un clásico de las antípodas recién reeditado en España. Cuenta la historia de un descenso a los infiernos: el de un profesor que se queda varado —física y moralmente— en un pueblo minero del desierto australiano. Alrededor de Bundanyabba acecha el vértigo de la inmensidad ardiente. La nada. Con prosa visual, Cook describe un microcosmos adicto al juego, alcoholizado, donde la violencia acaba convertida en un simple divertimento para combatir el hastío. En ese ambiente cada vez más turbio, el protagonista deberá pelear para mantener la cordura. Porque, como sugiere la maldición medieval que da título al libro, cuando uno se acuesta con el diablo, el amanecer será desastroso. Y la batalla por la propia humanidad, implacable.

Leire Escalada 88—Nuestro Tiempo primavera 2021

Teresa Llamas

Mar Gimeno

Alberto N. García


Un niño y su abuela

Epílogos del presente

A nosotros, los que fuimos

Nuestro ébola

Lo que no se ve Jesús Montiel Pre-Textos, 2020 63 páginas, 10 euros

Noticias del Antropoceno José María Merino Alfaguara, 2021 304 páginas, 18,9 euros

La gente no existe Laura Ferrero Alfaguara, 2021 208 páginas, 17,9 euros

Cuando todo se derrumba Agus Morales Libros del K.O., 2021 264 páginas, 16,9 euros

En Sucederá la flor, Jesús Montiel susurró a su hijo que aun en el cáncer hay esperanza. En Casa de tinta, caminó hacia la página en blanco. Y en Lo que no se ve, escribió una carta a su abuela mientras estaba encerrado durante el confinamiento. El corazón de este libro son las manos recias de una mujer que dobla unas sábanas; la mirada de niño de Jesús Montiel adorando a su abuela en su fortín de piedra, mientras obra el milagro de hacer la cama. El libro es muy finito, tiene apenas sesenta páginas. Pero leerlo, meditarlo, rezarlo lleva meses. Te acaricia una frase y te tienes que quedar quieto para volver a mirar. Jesús Montiel nos obliga a andar despacio para mirar como él. Para mirar como su abuela. Se digiere a la velocidad a la que Montiel escribe. Dice que dibuja cada letra con la misma ternura con que ella aplana las sábanas.

Parece que tras el Holoceno —el periodo cálido que siguió a la última glaciación— a nuestra era le corresponde el Antropoceno: el ser humano transforma, altera, la faz del planeta y de la vida. En esta reunión de narrativa breve del fecundo talento de José María Merino (1941), las historias y sus personajes —sin demasiada fe en lo trascendente— entretejen asuntos de hoy y reflejos de cambios de mentalidad, ideas y concepciones. Un continente formado por acumulación de plásticos, interrogantes como quién toma el relevo si Dios dimite, la corrupción y la bajeza en chanchullos de energía eólica, la gestación subrogada, el especismo o las catástrofes climáticas forman un catálogo de historias maduras, bien relatadas, muy del estilo de su autor. Reconocido y estudiado, miembro de la Real Academia Española, Merino plantea una cuestión crucial: el intelectual crítico y comprometido con el presente.

Laura Ferrero dedica su último libro a los que fueron. Diecisiete relatos, interrogantes, sobre la existencia. Como una niña que se preocupa más de su madre que de sí misma; un padre que dice más con silencios que con palabras; una joven que, esforzándose por contar las historias de los demás, ha dejado de contarse la suya. Relatos de gente que no sabe en qué consiste lanzarse, desear, amar, hacer que «una vida sea una vida». No sabemos si ese nosotros nos incluye también a nosotros, sus lectores. Pero es posible: a través de una impresionante naturalidad, su escritura nos lleva de apasionantes ficciones a realidades tan verdaderas como la vida. Nos conduce a lo más hondo de cada uno. Nos acerca a personas que, por un momento, han dejado de existir. Al final, es aquello a lo que todo relato aspira: un medio para enfrentarnos a quienes fuimos y a quienes no pudimos ser.

Cuando todo se derrumba, los rostros se tiñen de violeta y quienes cuidan se convierten en supervivientes. Cuando todos se derrumba, Blanca y Gerard anulan sus vacaciones para ayudar en el hospital. El doctor Cuatrecasas, dueño de una clínica privada, se ofrece a ayudar en el sistema público y Ly limpia las habitaciones de un hotel convertido en clínica: «Si te quedas en casa, no comes. Si vienes, te infectas». Agus Morales no quería, no podía contar la historia del estado de alarma con el estilo de crónica habitual. Mientras España se confinaba, él y Anna Surinyach recorrieron los focos del desastre: hoteles, residencias, hospitales… Todo para revelar aquello que no vimos de marzo a mayo de 2020. En esta relato, ilustrado con fotografías de Surinyach, descubrimos cómo vivieron la pandemia quienes estaban en primera línea.

Victoria De Julián

Leyre Santos Vidal

Ana Gil

Gabriel Unzu Olaz primavera 2021 Nuestro Tiempo —89


Libros Novedades EUNSA

Coraje y esperanza

Un modelo universal

Reflexiones desde Bailar en el sofá del salón la cocina

Coaching con Juana de Arco Alexandre Havard 2021 104 páginas, 9,40 euros

Series contra cultura Alberto Nahum García 2021 296 páginas, 19,9 euros

Cocinar con sobras… después del sí quiero Mar Dorrio 2021. 192 páginas, 15,90 euros

Corazones valientes Raúl Alas Alas 2021 143 páginas, 10,90 euros

«La cara de Juana: una cara sonriente, casi traviesa, que me decía “Let´s go” (“Vamos allá”)». Así relata Alexandre Havard la experiencia mística que le llevó a dejar su profesión de abogado para dedicarse a la enseñanza del liderazgo virtuoso por todo el mundo. Es tal el asombro y la admiración que siente hacia la heroína de Orleans que no ha dudado en tomar prestada su voz con el fin de homenajearla y convertirla en coach o entrenadora para el desarrollo personal. El lector entra así en un diálogo íntimo y reflexivo con quien, en palabras del autor, «era una niña ante Dios, pero ante los hombres era un gigante». En los sucesos que marcaron su vida, Juana da testimonio del amor de Dios así como de la grandeza y la belleza del ser humano. Su personalidad, sus proezas y su sabiduría generan una fuerza espiritual capaz de transformar el corazón de millones de personas.

Las ficciones, afirma Alberto N. García, son apasionantes, pues permiten tomarle el pulso a una época. Series contra cultura es una reflexión humanista del fenómeno más consumido en nuestros días. En total, 58 producciones estrenadas en la última década. De la épica friki ochentera de Stranger Things a los polémicos Antidisturbios de Sorogoyen. El análisis crítico extrae las grandes cuestiones que aparecen en las piezas seleccionadas y las clasifica. El lector puede saltar de capítulo en capítulo en busca de la última ficción recomendada o seguir el orden temático propuesto, a lo largo de un desarrollo narrativo que pone el acento en diversos asuntos de esa actualidad siempre vigente. Sugerente y provocativo, el autor de la web Diamantes en serie ofrece consideraciones atractivas y originales sobre su materia de estudio y, sin duda, logra despertar interés por los títulos presentados.

Transformar unos restos de pescado en unas hamburguesas de salmón y miel, aprovechar unas espinacas sobrantes para unos creps de colores o convertir cualquier sobra en un pastel salado o una quiche. Los mejores chefs obtienen del plato de ayer otro nuevo que incluso lo superará. Según Mar Dorrio, los matrimonios también aprenden a cocinar un plato delicioso con lo que tienen en cada momento: las diferencias y la complementariedad, las crisis, la comunicación —o la falta de—, los hijos... No nacemos sabiendo y en esos valses en la cocina, al principio torpes, «donde uno va para un lado y otro para el otro», se alcanza poco a poco «un paso firme y acompasado, unísono, donde parece que solo hay dos pies». Porque lo mejor está siempre por venir y de las sobras del día anterior se pueden conseguir auténticas delicatessen.

Darnos cuenta de que la actual pandemia ha cambiado muchas cosas resulta muy fácil. Algo más complejo es aprovechar nuestras circunstancias y que se transformen en impulso para conquistar el mejor yo que estamos llamados a ser. Para lograrlo, se necesitan resortes que despierten el ánimo y generen una respuesta personal de esperanza ante las dificultades. Estas claves son las que Raúl Alas ofrece desde una perspectiva muy humana, no solo personal, sino también apoyándose en la sabiduría y la experiencia de grandes nombres como Ortega y Gasset o Tolstói. El momento histórico que vivimos requiere, como recoge Alas, grandes dosis de audacia, poner en práctica todas las virtudes y apoyarse los unos en los otros, para que el lienzo en blanco de nuestro tiempo, y también el futuro, se coloree de fraternidad y confianza: «Es la hora de los corazones valientes».

Lucía Martínez Alcalde

María Dolores Nicolás

Blanca M.a de la Puente

Nacho Laguía Cassany

90—Nuestro Tiempo primavera 2021


Clásicos: otra mirada

El hacedor Jorge Luis Borges Debolsillo, 2018 152 páginas, 9,95 euros

Hacedor, creador, sabedor

diego fermín

Libros

«De cuantos libros he entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal como esta colecticia y desordenada “silva de varia lección”», confesó un sexagenario Jorge Luis Borges (1899-1986) en la última y perfecta página de El hacedor. El raro adjetivo colecticia expresa que una reunión se compone «de gente nueva, sin disciplina y recogida de diferentes lugares». Y por silva de varia lección se entendían recopilaciones heterogéneas que entroncaban con un inmenso linaje literario. A petición de Carlos Frías, que dirigía la editorial Emecé, rebuscó, con la vista casi ciega, armarios y carpetas y juntó inéditos y prosas y poemas que habían ido apareciendo desde los años treinta en revistas y dominicales. Era 1960: Borges empezaba a notar la proyección internacional de la fama. El hacedor —es decir: el creador, el poeta— eslabonaba sucintas narraciones y concentrados ensayos y rimas. Algunos recreaban sus preferencias constantes: homenajes a obras y destinos de autores universales (Homero, Dante, Cervantes, Stevenson) o de la historia del género humano (y sus repeticiones) o de su patria. O de amistades suyas.

Varias perfecciones borgianas destellan en este conjunto. «Borges y yo», «Parábola del palacio», «Argumentum ornithologicum», «La trama», la versión acortada, interpolada en 1964, de «Límites» («Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar»), los cuartetos del «Poema de los dones» de un bibliotecario alcanzado por la ceguera, sonetos (inigualable «La lluvia», con dos tercetos íntimos ubicados en la Biblioteca Nacional, donde Borges ejercía de director, y en las parras de la quinta veraniega de Adrogué; los dos de «Ajedrez», rotundos), un canto a Buenos Aires en su sesquicentenario e incluso el prólogo y el epílogo. Uno de sus fieles estudiosos, Rafael Olea, se atreve a proponer que, «en sentido estricto, Jorge Luis Borges casi nunca escribió un libro, pues la mayoría de los volúmenes que durante décadas aparecieron bajo su nombre no respondieron a una concepción unitaria e integral, sino que más bien se formaron mediante un proceso acumulativo». Llevaba treinta años sin publicar un poemario. El hacedor quizá no sea un libro, quizá sea un álbum personal incorruptible. Joseluís González primavera 2021 Nuestro Tiempo —91


Cine

números

1,5

millones dejó en las taquillas el estreno de Godzilla vs. Kong considerado ya el primer gran estreno de la era poscovid.

10

años ha cumplido Crematorio, la serie española que cambió para siempre la manera de contar historias episódicas en la televisión nacional.

Las mil y una maneras de rodar un documental

El agente topo es la historia de un nonagenario que entra en una residencia para investigar si hay malos tratos.

El documental venía asociado a programas para frikis sobre flora y fauna. Pero eso era antes… La calidad de nuevas producciones y las horas que pasamos viéndolas confinados lo han convertido en estrella. texto y críticas

Ana Sánchez de la Nieta 92—Nuestro Tiempo primavera 2021

Si hablamos del documental como género menor, hablamos en pasado, porque en la actualidad son muchos los espectadores que se han enganchado a estas producciones que se mueven entre la ficción y la información y que toman prestados elementos del reportaje y del drama. Las causas de este auge son varias, pero la principal es, sin duda, el nivel que han alcanzado los documentales en los últimos años. Títulos como Amy, Searching for Sugar Man o Inside Job, por nombrar

solo algunos de la última década, podrían competir con cualquier largometraje por sus elaborados guiones, sus impecables montajes o la calidad del sonido y la imagen (aunque estas dos fuentes vengan muchas veces de archivos). También hay que destacar la variedad de temas, la originalidad en la narración y, por supuesto, un largo confinamiento que ha animado a las plataformas a incluirlos en sus catálogos. Además de entretener, tienen la capacidad de formar al espectador y acercarle


Chloé Zhao

Hugo Stuven

Carey Mulligan

Frances McDormand

a personajes, acontecimientos o lugares para él desconocidos. Pero, para no especular, ahí van algunos ejemplos. Todos ellos, títulos estrenados en los últimos meses que demuestran cómo el documental es algo más que una narración con voz en off o un puñado de entrevistas. Y cómo, con una buena historia y enfoque narrativo, se puede elaborar un documental que, al igual que un thriller en condiciones, pegue al espectador a la pantalla. Empezamos por uno de los más recientes y aplaudidos por el público. Cuenta la historia de un anciano nonagenario que entra en una residencia para investigar si hay malos tratos. Estrenado en el Festival de San Sebastián, El agente topo sorprendió por ganar el premio del público, un galardón reservado a las películas más entretenidas y positivas del certamen. Y se entienden todos los reconocimientos que quieran darle porque este proyecto de la chilena Maite Alberdi suma los elementos de un buen documental —investigación, labor de análisis, planteamiento del tema— con los de una buena película, con un guion y un casting magníficos. Algunos critican que El agente topo es ficción y no documental porque la cinta se mueve en las arenas movedizas de ambas cosas. Un modo de abordar el género, por otra parte, que no es original y que ha hecho que algunos bauticen estos productos como un subgénero: «documental de ficción» lo llaman. El disidente resulta más sobrio en recursos dramáticos: un documental que se adentra en el desenlace de la vida del periodista Jamal Khashoggi. El columnista del Washington Post, conocido por su férrea oposición al Gobierno saudí, desapareció sin dejar rastro después de acudir

al consulado árabe en Estambul en 2018. Se construye a través de provocativas entrevistas que suponen un auténtico ejercicio de periodismo de investigación. No es un thriller policiaco, es un documental, pero la tensión y el nervio de El disidente tienen en quien lo ve el mismo efecto, con el agravante de que lo que se está contando muy probablemente ocurrió. En La pintora y el ladrón la premisa de la historia sería inverosímil… si no fuera real. Alguien roba dos importantes obras en una galería de Oslo. Cuando lo descubren, la autora de los cuadros, una joven pintora naturalista, manifiesta su deseo de conocerle y entrevistarse con él. Este impulso y el indudable carisma de ambos son las bases de este extraño reportaje noruego que dialoga a varias bandas sobre la naturaleza del arte pero también del crimen, la seducción de traspasar los límites y el riesgo, y la necesidad de entender al otro para emprender un camino de redención o perdón. Mucho más convencional, pero no menos fuerte y contundente, es la serie documental El desafío: ETA, que ha dirigido Hugo Stuven y que cuenta, además de con valiosos y numerosos testimonios de primera mano (víctimas, colaboradores de la banda, policías, guardias civiles, periodistas, políticos, etcétera), con un archivo audiovisual que es auténtica historia de España. Se percibe un trabajo de análisis y selección titánico y el esfuerzo por ofrecer una mirada global a un fenómeno que todavía duele. El formato seriado, que es otra de las novedades que han incorporado últimamente algunos documentales, ayuda a digerir sin prisas —y con las necesarias pausas— un contenido durísimo.

Tom Hanks

telegramas

más que óscar Nomadland ha sido la película más premiada del año 2020. Solo por la dirección, Chloé Zhao ha conseguido 36 premios internacionales. el salto a los cines El aplazamiento de muchos estrenos —especialmente de grandes títulos americanos— ha abierto la puerta a que muchos documentales se estrenen en salas y no solo en plataformas. aprende del pulpo El mejor documental del año, según la Academia estadounidense, es My Octopus Teacher, y cuenta la relación entre un documentalista y un pulpo. Antes de su viaje a Los Ángeles fue premiado en el certamen de la Universidad de Navarra #LabMeCrazy!.

Nt

primavera 2021 Nuestro Tiempo —93


Cine

Lo que perdimos en la crisis

Yo tenía una granja en Arkansas

Quizás hablemos de Harvey Wenstein

Agradable sorpresa en Netflix

Nomadland

Minari. Historia de mi familia

The Assistant

Guion y dirección: Chloé Zhao EE. UU., 2020 Para amantes del cine independiente.

Guion y dirección: Lee Isaac Chung EE. UU., 2020 Para los que disfrutan con un cine que es casi poesía.

Guion y dirección: Kitty Green EE. UU., 2019 Para periodistas y abogados.

Palabras en las paredes del baño

Una viuda sexagenaria recorre con su vieja furgoneta los Estados Unidos, buscando sobrevivir después de la crisis de 2008. Chloé Zhao (Pekín, 1982) construye un relato a partir de las historias reales de los denominados workcampers, una especie de nómadas arrojados a la inseguridad por culpa de la crisis. En un año de tanta incertidumbre por la pandemia, la narración de Zhao ha calado entre los críticos y el público. Lo que cuenta la cineasta de origen chino no es sino una gran parábola de las cuestiones existenciales que interrogan a cualquier hombre, que no deja de ser un peregrino en busca de un lugar donde asentarse y ser feliz. Y ese lugar tiene mucho más que ver con las necesidades espirituales del hombre que con las materiales. La cinta hace gala de una magnífica interpretación de Frances McDormand y con un tratamiento de la naturaleza que recuerda al mejor cine de Terrence Malick.

A mediados de los años ochenta, una familia americano-coreana trata de sacar adelante una granja en Arkansas. Lee Isaac Chung reconstruye los recuerdos de su niñez y elabora una bella autobiografía sobre la mezcla de dos mundos y dos culturas. Desde una perspectiva intimista y con un tono dramático, Chung aborda cuestiones como el desarraigo, la nostalgia o la incomprensión en una película que consigue atravesar la imponente falla cultural entre Oriente y Occidente. Como corresponde a una narración de este tipo, el tempo es lento y el tono, poético. La naturaleza y la descripción del ambiente doméstico tienen la fuerza de un personaje. Los intérpretes derrochan naturalidad y los secundarios —especialmente la abuela, que se convierte en una pieza esencial en la familia— aportan un delicado sentido del humor que recorre toda la historia haciendo más liviano el drama.

Una joven asistente de producción intuye que detrás de los contratos, citas y castings de su todopoderoso jefe puede haber algo turbio. The Assistant no es propiamente una película sobre el escándalo de Harvey Weinstein y, al mismo tiempo, probablemente nunca se rodará nada tan cercano a este proceso. No hay nombres propios, ni siquiera el supuesto alter ego del productor aparece ni un solo segundo en la pantalla; pero sí se refleja bien ese clima viciado que rodea a un sistema corrupto, absolutamente materialista, que utiliza a las personas como objetos. Kitty Green ha querido alejarse del morbo y del sensacionalismo tanto en la escritura como en la realización. Al contrario, ha optado por un tono documental que se revela eficaz. La frialdad del relato transmite muy bien la atmósfera venenosa que se apoya en la malicia de unos y en el silencio culpable de los otros.

94—Nuestro Tiempo primavera 2021

Director: T. Freudenthal. Guion: N. Naveda, J. Walton. EE. UU., 2020 Para jóvenes adultos.

Adam es un tímido adolescente que sufre una grave esquizofrenia. Su vida es una continua lucha contra los personajes que anidan en su cabeza y que no le permiten llevar una existencia normal. Tras muchos fracasos, a Adam lo admiten en un colegio católico, donde se hace amigo de una inteligente chica latina. Se vuelve a confirmar que no todo lo que se estrena en plataformas —Netflix— es un producto menor. Tras su envoltorio de dramedia juvenil se percibe un serio retrato sobre la enfermedad mental y el modo de afrontarla. Basado en la novela de Julia Walton, el guion de Nick Naveda mezcla con acierto la comicidad y el drama y dibuja con hondura unos personajes que se muestran muy cercanos. Por su parte, Thor Freudenthal ha optado por una planificación fresca y un montaje arriesgado y con ritmo pero que no resulta estridente. Especialmente acertado es el modo de introducir a los personajes imaginarios en la narración.


Cuando Tom Hanks fue John Wayne

Arqueología como metáfora

El lenguaje del silencio

Amistad contra las balas

Noticias del gran mundo

La excavación

Sound of Metal

Guion: Luke Davies, Paul Greengrass Dirección: Paul Greengrass EE. UU., 2020 Para nostálgicos del wéstern.

Guion: Moira Buffini Dirección: Simon Stone Reino Unido, 2021 Para amantes del cine histórico.

Guion: Abraham y Darius Marder Dirección: Darius Marder EE. UU., 2019 Para dramáticos irredentos.

Antón, su amigo y la revolución rusa. Guion: D. Eisler, V. Yermolenko, Z. Urushadze. Dirección: Z. Urushadze. Ucrania, 2019. Un drama autobiográfico, duro pero esperanzado.

El capitán Kidd es un veterano de guerra que lleva una vida nómada por las ciudades perdidas de Estados Unidos. El encuentro con una niña de origen alemán secuestrada y abandonada por los indios cambiará su recorrido y su existencia. Paul Greengrass rueda un wéstern crepuscular con muchas similitudes con el gran título de John Ford Centauros del desierto (1956). El viaje del protagonista, ahora un siempre eficiente Tom Hanks, le sirve a Greengrass para hablar de los ideales perdidos y la fuerza de los lazos familiares, sean estos naturales o aceptados voluntariamente, como en el caso de la adopción o la acogida. La película sigue a pies juntillas las reglas del género cuidando especialmente la fotografía del paisaje, huyendo de efectismos y eligiendo un tempo lento para contar un viaje que es interior y exterior. Una cinta que, en definitiva, exige del espectador un paladar formado en el buen cine clásico.

En 1939, muy poco antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial, en los terrenos de una joven viuda adinerada en Sutton Hoo (Reino Unido) se encontraron los restos de un barco funerario del siglo vii, además de un conjunto de piezas de mucho valor arqueológico. Basil Brown, un explorador local, fue el protagonista de este hallazgo que hoy puede contemplarse en el Museo Británico. A partir de esta historia real, John Preston, crítico televisivo del Sunday Telegraph y nieto de una de las arqueólogas que participó en la excavación, publicó en 2007 la novela homónima en la que se basa esta cinta. Una película que puede presumir de dos actores soberbios —Ralph Fiennes y Carey Mulligan— y de contener una reflexión muy sugerente sobre el paso del tiempo y la importancia de la historia. El resultado final, sin embargo, queda lastrado por un guion algo torpe al conjugar las subtramas.

Un joven batería de heavy pierde repentinamente el oído. En compañía de su novia, solista de la banda, tendrá que afrontar este cambio radical en su vida, que hasta ahora ha girado alrededor de la música. Sorprendente y durísimo drama que retrata las consecuencias de un golpe que trastoca absolutamente la existencia y, al mismo tiempo, el instinto de sobrevivir y las herramientas que tiene el ser humano para desafiar el dolor, por amargo que sea. La interpretación de Riz Ahmed es proverbial pero, para hacer justicia, hay que reconocer que su trabajo viene facilitado por un libreto bien escrito, capaz de profundizar en el drama del protagonista a través de los diálogos del resto de los personajes. Además, el uso absolutamente narrativo del sonido hace que el espectador viva la tragedia del personaje sintiendo el mismo vacío que él, su misma sordera y aislamiento del mundo.

Ucrania, 1918. El final de la Gran Guerra ha dado paso a la Revolución bolchevique y Anton, un niño cristiano alemán emigrante disfruta de su amistad con Yasha, un niño judío ucraniano. Ambos viven desde su inocencia y sus juegos la traumática historia europea del siglo xx, que va complicándose a medida que avanzan las décadas y que terminará haciéndoles testigos de una batalla cruel. La película, con una importante base autobiográfica — relata algunos hechos que el guionista Dale Eisler vivió—, está contada en un gran flashback y, además de reflejar con lirismo y belleza una amistad capaz de atravesar dos guerras —una de ellas en bandos opuestos—, describe bien la opresión del régimen bolchevique. De hecho, la cinta se centra especialmente en la persecución comunista. Una persecución que, pese a sus diferentes orígenes, sufrirán las familias de los dos niños.

primavera 2021 Nuestro Tiempo —95


Series

números

7,13

euros cuesta de media una suscripción a una plataforma de streaming. Prime es la más barata y HBO y Disney+, las más caras.

400

horas de anuncios se ahorran al año los niños que solo ven Netflix frente a los que ven televisión convencional.

Cobra Kai: nostalgia, ironía y adolescencia

Uno de los renaceres más sorprendentes de la cultura popular contemporánea es Cobra Kai.

La tardía continuación de Karate Kid actualiza la pelea entre Larusso y Lawrence. texto Alberto N. García

[Com 00 PhD 05] es profesor titular de Comunicación Audiovisual y crítico cultural

96—Nuestro Tiempo primavera 2021

Cobra Kai no es Shakespeare. Ni pretende serlo. Pero es una serie que tiene muy claras sus aspiraciones: entretenimiento adolescente, nostalgia ochentera y un juego textual en el que los espejos andan invertidos. De ahí su imponente éxito, capaz de barrer espectadores desde los cuarentones que entonces echaron los dientes escuchando las enseñanzas del profesor Miyagi hasta chavales que se flipan con las torsiones del kárate y su mística.

Aunque se haya convertido en un fenómeno gracias a Netflix, Cobra Kai fue estrenada por YouTube Premium, un intento fallido de producir series propias para competir en la batalla del streaming. La cadena de vídeos de Google sabía del potencial —pero también de los riesgos— de rescatar, treinta años después, a los personajes de una película icónica. Le permitía insertar a la audiencia en un entorno bien conocido, cebo en teoría ideal para un usuario evanescente, siempre a un clic


Obi-Wan Kenobi

de huir. Al mismo tiempo, la novedad radicaba en haberle dado la vuelta al esquema de Karate Kid. El tiempo ha sido benévolo para el triunfante Daniel Larusso. Ahora es un empresario de éxito, con familia profidén y casoplón en la zona rica de California. ¡Un triunfador con raigambre nipona! Por contra, para el matón de Johnny Lawrence, aquel guapete rubio y cruel, la vida ha resultado un desastre desde que perdió el campeonato por culpa de una patada que califica de ilegal. Amargado, divorciado, habitando un antro ruinoso, gasta su existencia gris bebiendo cervezas baratas y saltando de un trabajo temporal a otro. Una caricatura de lo que fue… que encuentra una segunda oportunidad. Cobra Kai revive así, tras más de tres décadas, la rivalidad entre Larusso y Lawrence partiendo de una simpática subversión. Pero la complica aún más insertando un nuevo grupo de adolescentes que tienen que lidiar con las mismas espinillas de siempre: cómo enfrentarse al bullying, los primeros amores, el cobijo de la tribu o los desencuentros familiares y generacionales. En esta nueva dinámica es donde Cobra Kai se permite sus momentos más inspirados, en especial en la primera temporada, la más redonda. Porque resulta divertido —y refrescante en estos tiempos de corrección política— constatar la sorpresa del adulto Lawrence ante la fragilidad de los nuevos estudiantes o el pleito inacabado entre los protagonistas, aún púberes a sus cincuenta y tantos tacos. Ahí la serie sabe, además, exprimir con brillantez la memoria del Karate Kid original, amasando una curiosa mezcla de nostalgia visual (desde los disfraces de calavera hasta el viaje a Okinawa) con una constante relectura irónica. En es-

Peaky Blinders

Antidisturbios

to último radica el encanto que cautiva también a los espectadores talluditos: ver «grullas» vacilonas, trucos sanadores de Miyagi fuera de contexto o un «dar cera, pulir cera» convertido en meme desata una complicidad picante, gustosa. Esa distancia autoconsciente hace que la parte baja del elenco —muchachos malentendiendo la necesidad de defenderse cuando abusan físicamente de ti— no parezca tan latosa. Es la típica trama que hará las delicias de los espectadores de entre diez y quince años con ganas de marcha, pero no deja de ser el ángulo ciego de Cobra Kai. Porque lo que convierte este relato en adictivo es su mirada amable al pasado, un ayer que reaparece una y otra vez mediante imágenes recuperadas e incesantes alusiones narrativas directas. La idea de fondo es evidente: puede que la cáscara cambie, pero la pasta de la que estamos hechos siempre será la misma. Habrá rabia y estupidez adolescente, pero también idealismo y superación. Habrá abusones ante los que será necesario emplear la violencia para defenderse, pero también habrá puñetazos crueles e innecesarios. Habrá padres injustos y madres alocadas, padres comprensivos y madres coraje. Habrá amores perdidos y amores ganados. Habrá error y habrá redención. Porque entre risas, melodrama, entrenamientos y peleas, Cobra Kai rememora la enseñanza básica del señor Miyagi en su gramática macarrónica: «Primero aprender sostener, luego aprender volar. Regla naturaleza, Daniel-San, no mía». Vamos, lo que toda la vida de Dios ha sido aprender, madurar y aceptar las propias limitaciones. Caer y levantarse. Errar y redimirse. Conflictos tan viejos —y tan actuales— como el mundo.

apuntes

avalancha galáctica Disney+ sigue dando que hablar tras su desembarco en las guerras del streaming. Era conocida la apuesta de ObiWan Kenobi, pero en diciembre anunció que tiene diez series más en cartera. El éxito de The Mandalorian parece contagioso. la guerra civil en la tele Tras el aplauso de la crítica y el fervor del público, los creadores de la excelente Antidisturbios tienen nuevo proyecto. Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña abordarán la contienda española en una serie para Movistar+. del autor de ‘peaky blinders’ Steven Knight, el creador de la violenta epopeya de la familia Shelby, está preparando una serie para la BBC. La historia, centrada en las fuerzas aéreas británicas durante la Segunda Guerra Mundial, estará protagonizada por los televisivos Jack O’Connell y Dominic West.

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Música

distintos sombreros En el Registro Civil aparece como Antón Álvarez Alfaro, pero sus amigos le apodan Pucho. Empezó a rapear como Crema en 2006, con el grupo Agorazein, y un año después reapareció en solitario como C. Tangana. Ahora, El madrileño añade un nuevo sombrero a la colección.

El madrileño o el triunfo de la radio del taxi C. Tangana se ha pasado su carrera rechazando las etiquetas y pidiendo a los críticos que no le encasillaran en un único género musical. Ahora, con la publicación de El madrileño, ha conseguido lo que quería: que le dejen hacerlo a su manera. texto Ana Sánchez-Reig Pardo [LEC

El final de febrero nos regaló el lanzamiento del último álbum de C. Tangana. Un trabajo que ha conseguido el mejor debut de un artista nacional en la historia de Spotify España: con más de cinco millones de reproducciones en veinticuatro horas le arrebató el puesto a El mal querer de Rosalía, que cosechó dos millones de escuchas en un día. Fuera de nuestras fronteras ha sido el primer español en colarse en el top ten de álbumes más escuchados mundialmente en la plataforma. No se había visto una celebración así desde el gol de Iniesta. El treintañero ha dejado atrás el reguetón de discoteca para dedicarse a las fusiones urbanas con géneros populares hispanos. Le preguntó Pablo Motos en una entrevista: «Puchito, ¿cuál es la maña?». ¿Cómo un tío con fama de trapero revienta en un fin de semana las listas de éxitos? ¿Cómo alguien que se dirigía a adolescen98—Nuestro Tiempo primavera 2021

foto: javier ruiz - sony music

21] y Daniel Dols [Com His 19]


en vivo

foto: npr music

tes con chándal y riñonera falsa de Gucci llega también a sus abuelas, esas que madrugan para hacer croquetas con los rulos puestos? Es fácil achacarlo al mal gusto de la gente, pero pasar de rimar mami con Miami y ella con botella a hacer mezclas con coplas clásicas no es fruto de la improvisación. Este álbum destaca por muchas razones. La primera: comprender que solo Sabina canta sobre Madrid como Sabina pero que hay espacio para aportar una nueva mirada costumbrista de la ciudad, y que en esa visión tienen el mismo peso los videoclips que las letras: «Tú me dejaste de querer» supera los ciento diecisiete millones de visualizaciones en YouTube. El madrileño nos sorprende cantando a la España del gotelé y la vajilla ámbar de Duralex. Con la delicadeza con la que Velázquez pintó a su aguador, con la dignidad de rey con la que retrató al payaso acondroplásico, C. Tangana mira a los moradores de la capital. De la mano de la productora Little Spain, nos encontramos con la pareja de Salamanca y el niño que fantasea con la mirada perdida a través de la ventanilla en ese taxi de «CAMBIA!», con el portero bailongo que rellena sudokus para matar el aburrimiento en «Los tontos», con los adolescentes fogosos en los portales de «Cuando olvidaré». Su conocimiento de la calle madrileña se ve en letras, samples, carátulas y conciertos. No es casualidad que el actor que encarna a Pepe Blanco, uno de los hombres más ilustres de la copla del siglo xx, en este último videoclip sea Imanol Arias. Es un guiño a esa televisión de la cocina que nos ha acompañado, emitiendo capítulos refritos de Cuéntame. Tampoco se puede obviar el repertorio de artistas con los que Antón ha decidido rodearse: Niño de El-

El 20 de abril C. Tangana sorprendió con la primera interpretación en vivo de El madrileño. Lo hizo de la mano de la plataforma estadounidense NPR Music y su ciclo de acústicos «Tiny Desk Home Concert». Quince minutos en los que regala una canción inédita: «Me maten», junto a Antonio Carmona.

che, Eliades Ochoa, La Húngara o Kiko Veneno son iconos del panorama latinoamericano y español, titanes del género que forman el tapiz musical del álbum. Pero no todo son claveles para El madrileño. De Antón no se olvida la cancelación de un concierto en Bilbao en 2019 y por sus letras arrastra feroces críticas que lo tildan de machista. Durante este tiempo, parafraseándole, ha tenido que hacer un cursillo rápido de feminismo. Y se nota. Siempre ha escrito en masculino, pero El madrileño no es un machito de la calle mandando a las chatis a bailar; es un hombre emocionándose. Aquí canta a la añoranza. En su mirada no hay política alguna. ¿Supremacía?, ¿nacionalismo?, ¿cómo va a haber eso en una oda al populacho? Es mucho más simple: amor y respeto. Este disco parece tocar la fibra de la nostalgia de barrio. Morriña de tierra seca y pueblo, no aldea global. El álbum llega a un público preparado para disfrutar del flamenquito otra vez. Y en lugar de juzgarlo a él por hacer su versión, tocaría preguntarse por qué hasta que no ha triunfado lo español en ultramar no nos hemos dignado a escuchar la radio del taxista. Que parece que tiene que venir James Rhodes a decirnos que el bocata de calamares está bueno. El madrileño, con críticas o sin ellas, no dejará de ser lo que es: una cápsula emocionante del sentir madrileño. Un cruce melódico entre España y Latinoamérica que deja ver la situación de mestizaje intrínseca a la capital. Un viaje a la ciudad de todos a través de los ojos de Antón. Nt

apuntes

colaboraciones El madrileño presenta catorce canciones y el mismo número de colaboradores. C. Tangana ha explicado en distintas entrevistas su criterio para seleccionarlos: «Que fueran leyendas y que no pertenecieran al ámbito del mainstream, aunque hubieran llegado al público masivo. Que no le hablen a la gente por los canales habituales, sino que se hayan buscado su propio mundo». ¿mal querer? El mal querer posicionó a Rosalía como artista internacional de referencia. El título encierra una curiosidad: C. Tangana, su expareja, figura como compositor en los créditos de ocho de las once canciones. urbanitas folclóricos Antes que Álvarez, otros artistas han mezclado folclore y música urbana. Rodrigo Cuevas combina cantes asturianos y gallegos con dance, electrónica y cabaretismo. Todo con la delicadeza del que ama la tierra. Otros, como Niño de Elche, experimentan por el filón flamenco, con el jazz, rap y la performance. primavera 2021 Nuestro Tiempo —99


Escena El tiempo interior Medio siglo después, la Ópera de Baviera decide renovar uno de sus clásicos, Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa), de la mano del director australiano Barrie Kosky. texto Felipe Santos [Com 93]

@ultimoremolino

fotografía ©W. Hoesl / Bayerische

Staatsoper

En 1715 William Hogarth pintó una serie de seis cuadros que se titula Marriage à-lamode (Casamiento a la moda), una denuncia sobre las terribles consecuencias de los matrimonios acordados por dinero entre las clases altas inglesas del siglo xviii. El artista no tuvo mucha suerte con su recepción, pero al menos una de las obras fue decisiva para que el poeta Hugo von Hofmannsthal escribiera sobre este tema un libreto de la nueva ópera de Richard Strauss. Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa) se estrenó en Dresde el 26 de enero de 1911, con el director de orquesta Ernest von Schuch y la dirección artística de Alfred Roller. Aunque al comienzo Hofmannsthal quería centrarse más en Ochs, el noble vienés que persigue casarse por dinero, y en el enredo que termina con su desenmascaramiento, el personaje de la Mariscala, su prima, es el que asienta los principios de esta obra. 100—Nuestro Tiempo primavera 2021

la mariscala, en el acto i de ‘der rosenkavalier’

«Cuando veo lo frágiles que son las cosas tengo la impresión de que no seremos capaces de retener nada y de que nada podremos conseguir. Todo se nos escapa entre los dedos. Cualquier cosa se esfuma. Es como si todas las cosas no fueran sino una nube o un sueño»


el director Barrie Kosky (Melbourne, 1967), al frente de la dirección artística de la Komische Oper Berlin desde 2012, ha capitaneado una renovación de la escena en óperas clásicas y contemporáneas. En una entrevista a la cabecera inglesa Opera Now, se declaró un apasionado del género porque «pone de relieve una verdad que revela más sobre la condición humana a través de grandes compositores que cualquier documental». foto: Jan Windszus

La Ópera de Baviera, que lleva años haciendo equilibrios entre la tradición y la modernidad, ha sido más audaz en los últimos tiempos abrazando ideas nuevas para títulos sagrados. Para todos, menos para Der Rosenkavalier. La propuesta realizada en los setenta por Otto Schenk, de corte tradicional y fiel al pie de la letra al libreto, se mantenía intocable, y más después de que el director Carlos Kleiber tocara el cielo interpretativo en memorables noches de los años noventa. La obra estaba destinada a ser una comedia, al más puro estilo mozartiano en Le nozze di Figaro. Pero como ocurre a ambas, la profundidad de los personajes y la caracterización de la música les otorga un significado añadido, como un lienzo que oculta diversas capas. Una de ellas es, sin duda, la reflexión sobre el paso del tiempo. En una puesta en escena largamente esperada, Barrie Kosky nos brinda una certera consideración sobre los efectos que provoca su avance. Así, un reloj de carillón se sitúa, protagonista, delante del telón. Cuando las manecillas señalan la hora de comienzo de la ópera, el tiempo se retrasa de repente. Nos vamos al pasado. Toda la escena está revestida de ese color negruzco que se adhiere a la plata cuando envejece. Los contornos se difuminan en la estancia como si habitaran rincones oscuros y abandonados. Kosky nos hace contemplar una fotografía antigua, casi un daguerrotipo, con siluetas en color que evocan otras épocas. ¿Y si todas las figuras que vemos fueran tan solo fantasmas encerrados en esos lugares? La ópera se abre, como es conocido, con la nebulosa de una noche de amor entre el joven Octavian y la Mariscala. Quieren conjurar un tiempo que se

desvanece ante el empuje de la mañana. Cuando suena uno de los valses, aparece una suerte de cupido viejo, que detiene el instante y lo reanuda a voluntad. Comienza el día en que ambos tendrán que desempeñar sus papeles en sociedad. Lo que es y lo que ha de ser, frente a frente. Como el espejo en el que se mira la Mariscala cuando han acabado de prepararla. «El tiempo, en el fondo, no cambia las cosas», dirá mientras contempla cómo ha transformado su rostro de manera lenta e imperceptible. Ochs von Lerchenau, el primo de la Mariscala, espera casarse con la hija de un rico burgués mientras trata de apañar un contrato matrimonial excesivamente ventajoso. La trama se complica cuando Octavian, encargado de presentar la rosa a la novia en señal de compromiso, se encuentra con ella y se enamoran. El resto de la ópera consistirá en destapar al engañador, para quien los días discurren lentos y tediosos para la consecución de sus fines. Y del tiempo que se va, de la farsa descubierta, a la renuncia casi estoica de la Mariscala para que la nueva pareja viva su sueño de eternidad. El reloj del comienzo vuelve a escena con la hora que marcaba entonces, como si no hubiera transcurrido ni un solo minuto. Quizá ese sea el tiempo de los fantasmas, el que no corre y queda detenido en un rincón de la historia. En los últimos compases, la Mariscala nos recuerda a Delphine Seyrig en la película El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961) y contempla la escena como quien vio ese tren que ya pasó. Al final, el viejo cupido arranca la manecilla del carillón y sobre el escenario flota esta pregunta: ¿qué tiempo es realmente el que transcurre?

ficha artística

Der Rosenkavalier, de Richard Strauss. Nueva producción del Teatro de la Ópera de Baviera, estrenada el 21 de marzo de 2021. Director de escena: Barrie Kosky. Escenógrafo: Rufus Didwiszus. Figurinista: Victoria Behr. Iluminador: Alessandro Carletti. Intérpretes: Marlis Petersen, Christof Fischesser, Samantha Hankey, Johannes Martin Kränzle, Katharina Konradi. Orquesta de la Ópera de Baviera, bajo la dirección musical de Vladímir Jurowski. l

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primavera 2021 Nuestro Tiempo —101


Arte

cerebro artístico

Luis Gordillo (Sevilla, 1934) es el segundo de ocho hermanos. Tras estudiar Derecho «sin gran vocación», asistió durante dos años a la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. En 1958 rompió con el pasado y se trasladó a París, entonces la capital de la cultura, en busca de su yo artístico. foto: eduardo d’acosta (estudio de luis gordillo. septiembre 2019)

El mural iconográfico Autobiografía gordilliensis (2020) es una de las obras inéditas expuestas en el campus de Pamplona.

El memorándum de Luis Gordillo Como quien acude a un notario a decir la verdad para que conste, Luis Gordillo revela los entresijos de su proceso artístico en el Museo Universidad de Navarra. Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2007, entre otros galardones, el pintor es un referente cultural en el panorama contemporáneo español. texto Ana Eva Fraile [Com 99]

102—Nuestro Tiempo primavera 2021

Después de desayunar, Luis Gordillo baja al taller. No falla ni un solo día. Cada mañana, observa los lienzos inacabados, escucha cómo palpitan, vibra al ritmo de su respiración. Pocas veces se concentra en una única obra, prefiere tantear varias series a la vez. Cuando trabaja a pleno rendimiento, «prácticamente no se puede pisar y es difícil moverse, como en un bosque», dice el artista. El suelo está lleno de fotografías, dibujos, cartulinas de colores, imágenes de prensa recortadas, libros... Igual que las paredes o las mesas. Siempre atento a lo que le piden los bocetos mientras germinan, riega los brotes y desbroza las ramas. No tiene prisa en recolectar los frutos. En el ciclo vital de la

creatividad gordillense, las ideas maduran con las iluminaciones de la intuición. «Les doy mucho tiempo a las obras —explicó en noviembre durante un ciclo organizado por El Corte Inglés—; todo el tiempo necesario para que el cuadro vaya revelando sus misterios y yo sea capaz de verlos». Desde el otoño de 2018, en su estudio empezó a tomar forma «Memorándum», para el Museo Universidad de Navarra. La exposición —«muy libre, hecha a capricho», según ha confesado— presenta sus trabajos principales del siglo xxi en diálogo con piezas emblemáticas de su trayectoria anterior. En las salas conviven, por ejemplo, un cuaderno de dibujos expresionistas de 1959 y una instalación fechada en enero


Fragmento de la instalación ¡espEren! ¡peRmanezcan Atentos! (2021) foto: m. castells obra: luis gordillo - vegap - 2021

foto: luis gordillo - vegap - 2021

de este mismo año. Valentín Vallhonrat, uno de los directores artísticos del Museo, ha subrayado el compromiso «brutal» del artista, porque más del 50 por ciento de las obras se ven por primera vez. La pandemia sobrevino mientras Luis Gordillo y Sema D’Acosta, comisario de este proyecto expositivo, jugaban con la mirada puesta en Pamplona. Durante los meses de confinamiento, Gordillo pudo seguir trabajando en su estudio, ubicado en su propia casa, donde vive con su mujer, Pilar Linares. Es un lugar apartado, en una tranquila urbanización a las afueras de Madrid, con vistas a la sierra de Guadarrama. Allí, sin eventos ni viajes en agenda, se concentró de manera única en crear.

la otra cara del coronavirus

Las semanas de encierro durante la pandemia Gordillo las pasó casi como siempre. «Los artistas estamos confinados normalmente, solos en nuestros estudios», cuenta. Sin embargo, el covid-19 ha alterado uno de los elementos más reconocibles de su obra: los rostros. «Con las mascarillas no nos comunicamos igual. Los ojos dicen, pero no son suficiente, se quedan pobres», comentó a la revista M’Sur echando de menos esos pequeños gestos reveladoramente humanos capaces de indicar cercanía o desconfianza.

Luis Gordillo se sabe una excepción. Después de mucho esfuerzo, «de muchas privaciones y penurias», él ahora vive bien. Pero no siempre fue así. En París, trabajó de vigilante nocturno en un hotel. En Londres, fregaba platos en un restaurante. Y, de vuelta a Madrid, consiguió el título de francés para dar clases en colegios. Ocupaba una pequeña buhardilla, donde, en 1963, empezó a pintar su serie Cabezas. Todo cambió cuando Fernando Vijande (​​1930-1986) le contrató en exclusiva para la galería Vandrés. 1971 fue un hito en su periplo: «Podía vivir de la pintura, dedicarme solo a pintar». Y lleva en primera línea desde entonces. Como señala D’Acosta, se trata de un autor a caballo entre dos mundos: el paso de la «sociedad del logos, en la que el pensamiento estaba ligado a la palabra escrita, a la «sociedad del imago, que gira en torno a lo visual». Esta metamorfosis ha marcado la carrera de Gordillo, hasta el punto de que «la constante retroalimentación entre fotografía y pintura» se ha convertido en una de sus señas de identidad. Mientras que el lenguaje de otros creadores echó el ancla en la década de los setenta, Gordillo no ha dejado de explorar territorios ignotos. Partiendo de un cóctel de informalismo, arte pop y geometría, lo que realmente le define es, según aclara D’Acosta, «su modo de recelar de los lugares comunes, incluso de las cosas que él mismo ya ha contado». En agosto cumple 87 años y la obra de Luis Gordillo, medio siglo después, se mantiene muy viva. Siempre ha considerado que «en la vanguardia está la verdad del arte» y él no ha dejado de despejar nuevos caminos. A veces le carcome la duda sobre si lo que crea «pertenece al presente», pero, en realidad, su obra es un legado para la historia.

apuntes

gordillo, en el museo Más de un centenar de cuadros, además de otros «papelotes» que pueden verse en diferentes vitrinas, conforman «Memorándum», uno de los últimos proyectos expositivos de Luis Gordillo, considerado por el propio artista como el más ambicioso sobre su obra. El comisario de esta muestra, que puede visitarse hasta el 12 de septiembre en el Museo Universidad de Navarra, es el crítico sevillano Sema D’Acosta. gordillo, desde casa Para quienes no puedan acercarse al campus de Pamplona, el Museo Universidad de Navarra ofrece, desde junio, la posibilidad de visitar online las exposiciones. Dos veces al mes —el segundo y el cuarto martes— a las cinco de la tarde, se recorrerán las salas de la mano de un guía que comentará las claves artísticas de las piezas y responderá a las preguntas de las personas conectadas.

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primavera 2021 Nuestro Tiempo —103


historias mínimas Ignacio Uría

Vida

katiuskas. El calcetín se bajaba y me costaba descalzarme. Me preparo otro café. Cuando murió mi abuelo cambié de idea. «Se ha ido al Cielo». Creo que el novelista es bosnio. Stanisic. Lo escribo sin sus acentos. El teclado no los tiene. Seguro que sí, pero encontrarlos me llevaría tiempo. Prefiero escribir. Necesito escribir porque… no quiero explicar mis motivos. De ahí los puntos suspensivos. Detrás de ellos se esconden muchas cosas, pero las ignoro porque se esconden. Todo el mundo lo sabe, aunque no sepa que lo sabe. Son un burladero de primera. Puntos suspensivos. Etcétera. Suena el timbre. Me molesta. Me molestan los timbres. Todos los timbres. Siempre. Deberían prohibirlos. No, eso es poco: abolirlos. Exterminarlos. Un mundo sin timbres. Las campanas, sin embargo, son maravillosas. Hablan cuando tañen. Las campanas son dulces. En la puerta del Paraíso habrá campanas y abedules. «¿Quieres otra vida?». «No, gracias. Estoy bien». Gritos. Más gritos. ¿Juegan o estudian? No lo sé. Así es imposible trabajar: timbres, niños y preguntas. «¿Qué vamos a comer «El sol me ciega. Dejo la taza en el fregadero y hoy?». Levanto la cabeza y miro los libros que me rodean. ¿Qué miro por la ventana. Tejados, nieve, chimeneas… vamos a comer hoy?, les digo. Silencio. Ellos también me miran. Nieve. Cielo raso y azul. El mío era húmedo y gris. El café se ha quedado frío. ¿Por qué se enfría tan rápido? Esto De niño no quería irme al Cielo. “Seguro que allí es un fallo. El sol, sin embargo, calienta, y eso que estamos en invierno. «¿Puedes gritar un poco más bajo?». «Perdón, papá». también llueve”» «¿Por qué no lees?». Ojos indecisos y una excusa inesperada: UIERES QUE TE PREPARE un café?». Ella me «Porque me pongo triste». «¿Triste?». «Los libros siempre se mira y sonríe, pero no me ve. Piensa en otra cosa. acaban». Buen regate, pero no cuela. «A leer». «¿Quieres que «No, gracias. Estoy bien». ¿Y otra vida? ¿Quieres me ponga triste?». Y dale. «No». «¿Qué?». «A leer». otra vida? No me contesta, pero no me dirigía a Hace unos días que no me acuerdo de Dios y eso me produce ella. Pensaba en voz alta. Le había dado la espalda y caminaba cierta angustia. ¿Será un juez compasivo? Quizá su misericordia hacia la cocina, donde el sol estalla con tanta fuerza que tengo sea la verdadera justicia, pero eso me parece injusto. Principio que cerrar los ojos. de incertidumbre. Dios tiene que existir, es su obligación. Yo Estoy leyendo un libro inesperado, Los orígenes. Llegó como cumplo con las mías. Lo intento. Puedo y no puedo. María lo un rayo. Había cola, pero le dio igual. Lo ha escrito un yugoslavo sabe. Ella me colará. ¿Dónde estará enterrada doña Lola? algo más joven que yo. Vive en Hamburgo y tiene un hijo de tres Entra demasiado sol y me acuerdo del señor Mersault. Su años. Se llama Sasa, que es un nombre que me gusta. El niño indiferencia. El calor y la mar. Extraño en su propio mundo. no lo sé. El libro no lo dice. Por lo menos hasta ahora. En realiEl mar y la muerte. Mersault. Tengo que comprar una pala o dad, Sasa no es yugoslavo, aunque lo fue al nacer. Hoy nadie es no podré mover el coche. Nieve. Luz. Empiezo a cansarme de yugoslavo porque ese país no existe. Antes podía señalarlo en escribir. Me levanto. Arrastro los pies. Mis zapatillas son viejas. un mapa. Uno de aquellos mapas mudos que Camino dos metros. Me siento. ¿Soy joven tonos daba doña Lola. «Poned el nombre a las davía? Lo soy. ¿Lo soy? Todavía. Adverbio de La pregunta del autor provincias», ejercicio imposible de terminar. tiempo. Esto declina. «Esto». Mi vida. Yo. Había demasiadas. ¿Por qué tantas? Con las Tendría que estar trabajando y aquí me ¿De qué estamos regiones bastaba. «¿Por qué hay tantas protengo, haciendo con intensidad algo que no realmente seguros vincias, doña Lola?». Ella se enfadaba si la indebo. Termina la mañana. La luz ha cambiaen nuestra vida? terrumpían, pero hacía teatro. Lo sé. Sus gafas do. Nubes. Lluvia. Vuelvo a los ocho años. colgaban de una cadenilla dorada. No tuvo hi«Virgen Inmaculada, / luciente aurora, / Reina jos, pero sí nietos. «Vosotros sois mis nietos». y Señora, / de este colegio sois...». Apuro el Eso no evitaba que te diera una torta. O dos. café, pero no queda nada. Arrecia. «Me duele a mí más que a ti». Vaya. El dolor. «¿Quieres otra vida o te basta con esta?». @NTUnav El sol me ciega. Dejo la taza en el fregadero Opine sobre este asunto en y miro por la ventana. Tejados, nieve, chimeIgnacio Uría [Der 95 PhD His 04] es profesor Twitter. Los mejores tuits se de Historia en la Universidad de Alcalá. neas… Nieve. Cielo raso y azul. El mío era húpublicarán en el siguiente número. @Ignacio_Uria medo y gris. De niño no quería irme al Cielo. «Seguro que allí también llueve». Odiaba las

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Historias, datos y otros modos de convencer

Enseñar a argumentar. Gatos, cascabeles y grietas 106—Nuestro Tiempo primavera 2021


ILUSTRACIONES: SR. GARCÍA

¿Se nos enseña —en el colegio, en el instituto, en las facultades, en la vida— a organizar nuestro discurso y orientarlo a conseguir que el auditorio se adhiera a nuestras tesis y acabe compartiendo las opiniones que sostenemos? ¿Por qué existen todavía asuntos controvertidos? ¿Somos capaces de aceptar razones de los demás? ¿Detectamos quiebros de la lógica en el curso de la argumentación? ¿Buscar la verdad implica exigencias personales? ¿Es solo una vieja casualidad que verbos como debatir y rebatir tengan en su raíz batir, es decir, «golpear», por no hablar de impugnar o empuñar? ¿Puede enseñarse bien a argumentar bien? ¿Alguien ha vuelto a intentarlo? JOSELUÍS GONZÁLEZ [Filg 82], profesor y escritor

en el primer minuto del vídeo «un viaje por el arte y la música a través de las emociones», Ramón Gener, divulgador de ópera, cuenta una historia personal con esta conclusión: la tercera vez que la música llegó a su vida fue la definitiva. Tras una infancia de lecciones de piano en el conservatorio de Barcelona, y una segunda fase —unos cuantos años— siendo barítono (antes había trabajado en fiestas imitando a Julio Iglesias y a Bosé), acabó descubriendo que el verdadero valor de las partituras, y de la cultura en sí, se basa en compartirla con los demás. Contar… Pero ¿consiguen convencer las historias? El storytelling —narrar para sujetar la atención de la audiencia, hacerla pensar, incluso identificarse con quien las cuenta o con su protagonista, y dejar modelada en su retentiva una idea aleccionadora y útil o que guarda conexión con la idea medular— se convierte en un convincente recurso. La CEO de una multinacional o un ponente de TED pueden empezar su intervención relatando significativamente. Los tres episodios definitorios de Steve Jobs en su célebre discurso en el campus de Stanford en 2005 siguen con vida. Es, además, un recurso milenario, como lo sabrán personas medianamente leídas que conozcan la parábola

del hijo pródigo o cualquiera de las fábulas heredadas de Esopo, como una que acaba preguntando a todos los presentes, un corro de ratones, quién le pone el cascabel al gato. Es decir, la reunión termina sin haberse adoptado ningún acuerdo o, quizá aún peor, las soluciones planteadas parecen inviables. Escrito en 1335, trece años antes que el Decamerón de Boccaccio, El conde Lucanor es un venerable cofre de joyas. No solo por la cincuentena de sus cuentos —exempla— concebidos como un «espejo de príncipes», una especie de manual destinado a la alcurnia sobre cómo obrar con acierto (asesorado por otros). El libro compuesto por don Juan Manuel guarda dentro un tesoro más en las siguientes páginas: un repertorio de aforismos, de proverbios, no tan conocidos como las instructivas y nítidas narraciones que refiere Patronio a su señor, tras haberle pedido el noble su consejo para decidir ante una dificultad, un imprevisto, una complicación o una contingencia. Aquí va uno de esos proverbios que exigen de quien lo lea hacerlo con «sotil et buen entendimiento»: «El mejor pedaço que ha en el omne es el coraçón; esse mismo es el peor». O este otro, adelantado también unos cuantos siglos y que de paso enlaza con frecuentes accesos del conocer: «La dubda et la pregunta fazen llegar al omne a la verdat». Se trata de pensar, de recapacitar. De aspirar a captar lo que es. De ver y averiguar incluso las contradicciones con que la realidad crece (¿o se pudre?). O avisa sobre la rotundidad con que esa realidad suele dividirse en mitades sin fácil conciliación. Una penetrante intuición puede sondear el contenido de estas conclusiones. Explicarlas requiere esfuerzo y tiempo y espacio. Es lo que tiene abrir con la conclusión, con la tesis que se propugna: corresponde al receptor construir las demostraciones. En ese libro medieval el exemplum titulado «Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo» recalca que, al igual que les ocurre a ese padre y a ese muchacho que van a la feria en burro, montados los dos en el animal, o montado solo el joven, o montado únicamente el mayor, o sin montar ninguno, son determinaciones y posibilidades de actuar que no contentarán siempre a todo el mundo: continuamente les afeará alguien su decisión o verterá algún reproche o tachará con una crítica. En el cuento, como en la vida. Antes, como el presente. La ficción aclara algunas facetas de la poliédrica y heterogénea realidad: nunca se hace o se deja de hacer algo al gusto de todos. Patronio alarga sus explicaciones y juicios: conviene calibrar antes daños y provechos, tener la prudencia de dejarse aconsejar, no guiarse por los impulsos ni deseos y otras recomendaciones de carácter más bien moral, ético. E interesado, unilateralmente utilitario. Podría rescatarse del pragmatismo encerrado en este exemplum alguna línea: de primavera 2021 Nuestro Tiempo —107


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no encontrar quien aconseje, no debe uno precipitarse nunca en lo que se tiene que hacer, mejor «que pasen al menos un día y una noche, si son cosas que pueden posponerse». Las colecciones de autoayuda cultivan paradigmas parecidos. Hablamos de otro asunto. reencontrarse con el argumentar. Crece la seductora idea de que todo empleo lingüístico es en sí mismo argumentativo. Catalina Fuentes, catedrática de la Universidad de Sevilla, defiende que «la argumentación es una dimensión que puede afectar a cualquier tipo de textos: coloquial, jurídico, publicitario, administrativo, narrativo, etcétera». Quien habla, quien escribe, «puede construir su mensaje con el objetivo de guiar al oyente hacia determinadas conclusiones». Parece cierto que el universo que modela una novela o una serie, y sus convenciones, desde el tiempo o el espacio a otros elementos constitutivos, debe aceptarlos el lector o el espectador. Pero no todos los mensajes —necesario el libro del filósofo británico J. L. Austin Cómo hacer cosas con palabras— logran sus objetivos. Un cartel de «Prohibido echar pan a los patos» no impedirá que alguien tire al estanque mendrugos y acabe provocando la deshidratación de esas aves por dejar de ingerir flora y fauna de su hábitat. No obstante, para quienes se basan en fundamentos de filosofía, no está aún elaborada una teoría de la argumentación «en el sentido de teoría como cuerpo establecido y sistemático de conocimientos al respecto», como asevera uno de los mayores especialistas, el catedrático emérito de Lógica e Historia de la Lógica Luis Vega. Sin embargo, según apunta otra de las mentes capitales en esta materia, Humbert Marraud, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Luis Vega ha aportado sustanciales avances en ese sentido. Suya es «la definición ya canónica de argumentar como actividad de dar cuenta y razón de algo a alguien o ante alguien con el fin de lograr su comprensión y su asentimiento». Para Marraud, que a mediados del siglo xx «reemergiera» el interés por esos estudios se relaciona con la dialéctica entendida como disciplina que se ocupa de las argumentaciones y con los distintos sentidos que ha alcanzado esa palabra. No solo la reflexión sobre «los procedimientos que gobiernan —o deberían gobernar— los intercambios argumentativos» sino además «la parte de la teoría de los argumentos (o lógica, en sentido lato) que trata de las relaciones entre argumentos, y especialmente de 108—Nuestro Tiempo primavera 2021

las relaciones de oposición entre argumentos», y abre paso a la operación de contraargumentar. Empleando una clásica comparación de Vaz Ferreira, hoy se pide renovar los estudios de lógica y argumentación y de las falacias (es decir, los pseudoargumentos o argumentos fallidos o fraudulentos) con los modos de estudiar zoología: con animales vivos, no con objetos embalsamados o clavados con alfileres o hechos de plástico. Por eso se concibe ahora la teoría de la argumentación como un campo multidisciplinar, con la dificultad de integrar enfoques distintos y abarcar áreas diversas, algunas nuevas. ¿Requiere iguales métodos argumentar en una consulta pública, en una encuesta de intención de voto, negociar un convenio o un contrato o defender a un acusado de homicidio? ¿Difieren los procedimientos en la deliberación de un premio de novela, redactar una tribuna o un editorial, intervenir en un debate parlamentario, comprar un coche eléctrico o en cambio un modelo de gasolina, producir un spot de un operador de telefonía móvil, elegir un grado o una universidad o decidir ir de vacaciones a un sitio de playa o a una casa rural en los Pirineos? En realidad, pueden encuadrarse en cuatro modalidades cardinales que Marraud ilustra con sendas imágenes. Primera, un combate. Segunda, construir —ir levantando, digamos, una pared—. Tercera, presentar (ofrecer una intervención amparada en la lógica). Y cuarta, la balanza que logra mantener en su punto exacto la aguja del fiel de los dos platillos equilibrados. Como paradigmas, esas dos parejas de imágenes se refieren a la discusión crítica, a la demostración, al discurso convincente y a la deliberación o debate público. Las áreas que cubren no son tan solo la dialéctica y la lógica, sino que comprenden ámbitos de retórica e incluso de la pragmática o lingüística y teoría del discurso, donde también la terminología encuentra versiones. catálogos de argumentos. Pero quizá haya que extender o descender a los niveles básicos y empezar por el fin. Por la finalidad, por lo teleológico, con que se hace o se dice o se calla algo. Y practicar, ejercitarse. Y prevenir contra el espectro de la sofística que degeneró en embaucar. Y reconocer en qué se ampara quien defiende una idea o pretende desmoronarla. Al argumentar se busca en esencia convencer al receptor, inclinarle a que actúe de determinada manera en los múltiples aspectos de la vida —ponerse el casco para


ir en moto, hacer diariamente deporte…, por poner ejemplos medianos— o comparta lo que se afirma (la necesidad de contratar a una profesora más horas lectivas, es mejor la paz que la guerra, leer tiene más ventajas que no leer, hay que posicionarse contra la prisión permanente, o a favor, o en ninguna orilla). A través de la argumentación se expresan ideas u opiniones, se defienden las propias y se rechazan (racionalmente) cuantas se oponen a ellas. Y, por elemental que resulte, conviene también no olvidar que, si nos convencen, también acabamos aceptando los pensamientos ajenos, por supuesto, y modificando nuestra perspectiva. Las introducciones a adiestrarse en esa habilidad de convencer y de persuadir enumeran tipologías de argumentos o técnicas. Aunque los nombres pueden variar, los más habituales y elementales suelen ser estos: argumento de prestigio o de autoridad, de ejemplificación, los datos objetivos o estadísticos, el

testimonio personal, la comparación (no exactamente analogía), la posibilidad de recurrir al contraste, invocar la universalidad o las verdades o aseveraciones de alcance colectivo, recurrir a la no siempre evidente ni sencilla relación causa-efecto que establece una conexión producida entre dos hechos (no siempre son casos sencillos, con una sola causa definida, que debe ser necesaria y suficiente: puede intervenir una constelación de razones). Cabría añadir más, y abrir un filón inacabable: las razones —casi siempre síntesis o condensaciones o elipsis— afectivas o emocionales. Para conmover, se vierte hacia los sentimientos del auditorio: remueven sus dudas, deseos, temores, expectativas, convicciones... También de larga y razonable tradición: «Nos duele el dolor de un hijo». «Dos cabezas piensan más que una». Abunda en publicidad, que no vende zapatos sino pies bonitos, pies cómodos. Mejor no aplicar la rigidez taxonómica, la clasificación estática: conviene tener en cuenta que —como primavera 2021 Nuestro Tiempo —109


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las fichas del tres en raya— determinado argumento puede servir de ejemplificación y actuar a la vez como alusión al prestigio. Más que piezas plurifuncionales, los argumentos forman un sistema, una red de interrelaciones. Tomás Llorens abrió una tribuna en El País con una alusión testimonial seguida de un caso ejemplar mediante personajes de la novela del inglés Charles Dickens Historia de dos ciudades (1859), el médico Alexandre Manette, que ilustra —tesis del articulista— la ineficacia social de condenar a alguien a cadena perpetua. Desde luego, valerse del argumento de autoridad para reforzar la idea —la tesis— que el emisor sostiene o para adelantarse a posibles argumentos no se limita a citar a alguien con notoriedad o una institución reconocida. Para alcanzar fuerza, el argumento de autoridad debe reunir unos rasgos: ser fidedigno y concreto y competente, objetivo, correctamente interpretado y coherente con lo que afirman otras autoridades del mismo campo. Narrar un caso concreto y específico —y cierto— explica o ilustra la tesis que se pretende respaldar. Su poder visual y de concreción ayuda a convencer. Un tipo particular consiste en confiar la propia experiencia, compartir, más que airear, el testimonio personal. Declarar: «Yo misma, y algunos de mis amigos, lo hemos probado y funciona» podría servir. La credibi-

El storytelling es un recurso milenario, como lo sabrán personas leídas que conozcan la parábola del hijo pródigo o cualquiera de las fábulas heredadas de Esopo. ¿Requiere iguales métodos argumentar en una consulta pública, en una encuesta de intención de voto, negociar un convenio o un contrato o defender a un acusado de homicidio? 110—Nuestro Tiempo primavera 2021

lidad de quien habla es determinante, y su coherencia, su sinceridad... Aunque no suele ser un argumento plenamente riguroso, conecta emocionalmente con buena parte de receptores, que conceden verosimilitud al testimonio y se sienten comprendidos o solidarios. «Estuve tomando ese jarabe tres semanas y no mejoré». O este: «Hasta que no me hice un esguince de tobillo no comprendí el dolor que produce una luxación», puede decir un traumatólogo (que añade la dimensión de autoridad en este caso). Contar episodios no es el único procedimiento para intentar persuadir. Tenemos, asimismo, una fe inquebrantable en los números y en los hechos, que suelen hablar por sí solos. «Los hechos son sagrados y las opiniones libres», sentencia atribuida a quien fue director de The Guardian, Charles P. Scott. Aquí va un hecho convertido en estadística: según los responsables de la seguridad del tráfico en las carreteras españolas, el riesgo de fallecer o de resultar herido grave se duplica elocuentemente en los accidentes ocurridos con vehículos entre diez y quince años, en comparación con los de menos de cinco de antigüedad. Duplicarse, el doble, se cifra en el cien por cien más. Pero ¿se trata solo de que un vehículo viejo tenga en peor estado los neumáticos, el motor, los sistemas de frenado y de protección? ¿No influyen la edad de quien conduce, sus reflejos al volante y condiciones físicas, la hora en que sucedió el percance, el estado de la carretera, si es secundaria o una autopista, su trazado, la velocidad, las condiciones atmosféricas…? Cierto que para tomar decisiones hay que despejar datos y factores que no resultan del todo pertinentes. ¿Más cascabeles que gatos? Las aseveraciones de alcance universal apelan al parecer de la sociedad en conjunto —o incluso de un grupo social— o sus convicciones con la intención de defender o asentar determinada tesis y reforzar el convencimiento. El argumento invoca la cantidad y también la experiencia compartida por mayorías. La «sabiduría popular» —refraneros, máximas— suele entrar en esta modalidad de argumentación. «Después de la tempestad viene la calma». «¿Quién prefiere la tiranía a la libertad?». Lemas como «Cuanto peor, mejor» o «Menos es más» condensan extensos idearios. Fíjense con qué comparaciones nos hace entender un físico la cosmogonía: «Según los datos más aceptados hoy, el big bang aconteció hace 13 800 000 000


No solo el contenido encarna un decisivo papel en el argumentar. También la actitud. Dejo ese ancho hueco, esa grieta, donde resuena el ruido del cascabel: ¿quién está dispuesto a que nos enseñen a argumentar? ¿Dónde? años, un periodo increíblemente grande, mientras que la aparición del homo sapiens ocurrió hace solo 300 000. Si comprimiéramos la evolución completa del universo en un año natural, el big bang sucedería a las 00:00 h del día 1 de enero, y el homo sapiens se dejaría ver diez minutos antes de la medianoche del 31 de diciembre. El Sol se creó hace unos 4 600 millones de años, hacia el 1 de septiembre. Toda nuestra historia transcurre, por tanto, en los últimos segundos de ese lapso imaginario». volver a empezar. Una iniciación útil sigue siendo Las claves de la argumentación, A Rulebook for Arguments (1986), de Anthony Weston. Propone el orden de los pasos y condensa las nociones. «1. Distinga entre premisas y conclusión. 2. Presente sus ideas en un orden natural. 3. Parta de premisas fiables. 4. Use un lenguaje concreto, específico, definitivo. 5. Evite un lenguaje emotivo. 6. Use términos consistentes. 7. Use un único significado para cada término». Hace decenas de siglos, los juristas aprendían el proceso de elaboración de un discurso, bien conocido. En esquema, eslabonaba estos pasos: 1.º intellectio: seleccionar el asunto y el modo de discurso, el género y sus peculiaridades (la técnica, el estilo y el aire del editorial difieren de la intervención política para rechazar una moción parlamentaria); 2.º inventio: encontrar las ideas y los argumentos que lo sostienen. Los topoi, los asuntos frecuentes, ayudaban. Lo enseñaba un hexámetro latino que reunía las cuestiones claves: «Quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando», que tuvieron su parangón anglosajón en «Who, What, Where, Why, When», en especial en las redacciones de periódicos; 3.º dispositio: organizar, priorizar las ideas y el cuerpo argumentativo; 4.º elocutio: su verbalización; 5.º memoria: la recordación y la fijación; 6.º pronuntiatio: decir el discurso, articulación y actuación ante el auditorio. No solo el contenido encarna un decisivo papel en el argumentar. También la actitud. ¿Convencería mucho

un párroco que hablase de la existencia de Dios sin un hilo de entusiasmo? ¿Arregla la situación un médico que en el servicio de urgencias derrame nerviosismo, inseguridad, irresolución? El orden de la presentación influye poderosamente; una frase lo ilustra de modo algo tosco: «Decidí descansar un rato y terminar el trabajo» difiere de esta otra: «Decidí terminar el trabajo y descansar un rato». Somos tiempo. Sucesión. Es costumbre entre abogados repetir que para ganar un juicio deben darse tres condiciones: tener razón, saberla pedir y, finalmente, que te la den. Propongo revisar un estudio de primera madurez de don Álvaro d’Ors sobre la Defensa del poeta Arquías, nacido en Siria, a cargo de Cicerón, aún actual: reivindica que le corresponde el derecho a la ciudadanía romana y ese discurso es una brillante laudatio del oficio de las letras, un elogio a las humanidades. la suerte de las grietas. Dejo otra invitación para estudiar casos vivos y no embalsamados, presentes en la práctica, sobre un aspecto crucial, los errores en el proceso de argumentación, los argumentos fallidos o fraudulentos: un ensayo de nuevo de Luis Vega, La fauna de las falacias, ofrece una mirada histórica y no se limita a concatenar un catálogo (ad hominem o la descalificación, ad baculum, el falso dilema, la generalización apresurada, la afirmación del consecuente…). Y también dejo ese ancho hueco, esa grieta, donde resuena el ruido del cascabel: ¿quién está dispuesto a que nos enseñen a argumentar? ¿Dónde? ¿Conoce un país que levante estatuas al soldado desconocido? Por supuesto que sí. ¿Y alguno que erija monumentos a traidores? Desconsuela gritar «Que alguien haga algo». Acabo lanzando este mensaje no dentro de una botella sino al exterior del aire. Uno es consciente de que las cosas aún pueden empeorar. Sobre todo si las dejamos correr solas, a su soplo sin rumbo, arrastradas. Pero no todo está perdido, quiero creer, aunque lleve una reata de siglos aguardando y dando vaivenes y repitiendo zozobras. Siempre aparece una rendija para vivir esperanzados. Y más en educación. Recurro al argumento de prestigio del cantautor Leonard Cohen, cuya canción «Anthem» conozco por mediación de una alumna: «Ring the bells that still can ring / Forget your perfect offering / There is a crack in everything / That’s how the light gets in». Esta es la traducción de la estudiante, ya periodista y además graduada en Filosofía: «En todo hay una grieta: por ahí entra la luz». Gracias, Victoria. Nt

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vagón-bar Paco Sánchez

Memorias pequeñas

David Beriain [Com 99] murió asesinado el 27 de abril, en Burkina Faso. La Facultad de Comunicación, donde estudió, le ha concedido el Premio Luka Brajnovic. Paco Sánchez, que fue su profesor y asesor, le recuerda en esta columna.

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UANDO TERMINABA PRIMERO de Periodismo en la Universidad de Navarra, David Beriain y sus padres nos invitaron a Artajona. Me parece que fuimos Alejandro Navas, decano entonces, algunos compañeros de David y yo. Nos saludó muy sonriente antes de que bajáramos del coche delante de una casa de piedra que transmitía solidez, señorío, solera. Señalé el escudo sobre la puerta y le dije a David para bromear: «¡Así que rojo y con escudo, eh!». Me había dicho que militaba en Izquierda Unida o, al menos, que simpatizaba con la formación. Su respuesta fue otra sonrisa, ya me tenía muy sabido, y un autorretrato perfecto, por lo que dijo y por cómo lo dijo: «¿Qué pasa, chaval? ¡Rojo, pero noble!». No sé si mantuvo las simpatías comunistas —nunca le pregunté—; sí sé que jamás dejó de ser un hombre noble, en el sentido más amplio y profundo de la palabra. Por eso le queríamos tanto tantos. A los pocos días de empezar la carrera vino a verme porque le había sido asignado como asesor. En aquella primera entrevista me sentí examinado y suspendido. No recuerdo qué me dijo o qué me preguntó o qué le contesté. Cuando salió del despacho, tan serio como había entrado, me hice a la idea de que no volvería nunca. Al cabo de una hora estaba de regreso con dos amigos. Pidió que les repitiera lo que le había dicho a él. Supongo que repetí lo que fuera mientras David nos miraba, ahora sí, sonriendo. Era un líder natural y todos le obedecíamos. Dos meses después conocí a Angelines, su madre. Me confió que le parecían muy bien los consejos que le

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daba a su hijo. Me quedé espantado. No imaginaba que aquel chaval, tan independiente y tan líder, de carácter tan marcado, le contara nuestras conversaciones a su madre. Siete años más tarde seguía haciéndolo. Cuando David ya estaba en La Voz de Galicia, sus padres se acercaron a Coruña y fuimos los cuatro a cenar. En un momento en el que nos quedamos solos, su padre me dijo: «Ya sabemos que va a tu casa antes de marchar a la guerra». Debí de poner cara de susto, aunque simplemente no había entendido, y Javier añadió para tranquilizarme: «Nos parece bien. Nos alegra que vaya a ver al cura antes de salir». David había iniciado hacía unos meses su carrera de enviado especial a zonas de conflicto. Me parece que ya había estado unas cuantas veces en Irak. Antes de viajar, hablaba con don Carlos Elizalde, navarro como él —y también fallecido—. Casi nunca me enteraba de esas visitas. Iba cuando yo no estaba. Este era otro rasgo de su carácter, tan singular: seguía los consejos que veía razonables, pero le costaba reconocer que los seguía, como si hacerlo resultara cursi o vanidoso. A veces, si pensaba que me daría una alegría grande, me la comunicaba a su manera. «Voy a ser el padrino de confirmación de mi hermano», anunció un día muy contento. «Bien, pero para eso habría que hacer otras cosas antes», respondí sin alborozo. «¡Pues para que sepas: ya las he hecho!». En realidad, usó otras palabras. A David casi nunca se le puede citar literalmente… Hablaba con un desgarro que intentaba velar su desbordante ternura. Como si temiera no parecer suficientemente duro. Era muy duro, sin embargo. Hasta el punto de bordear la imprudencia. Apenas iniciados sus periplos guerreros, empezó a padecer unos cólicos nefríticos dolorosísimos, larguísimos y, sobre todo, imprevisibles, que a veces requerían días de hospitalización. Los llevaba con naturalidad. Ni se quejaba ni se escudó en ellos para evitar misiones en las que quedaría desamparado durante semanas, sin posibilidad de acudir a la unidad de Urgencias donde pasábamos horas hasta que el analgésico intravenoso le aliviaba. A la vuelta de una comida, se dejó el sobre de la renta en mi coche. Fui a la redacción para devolvérselo. Vino riéndose al cabo de un rato: «Los has dejado asombrados (tampoco dijo asombrados). ¿Sabes qué me han dicho? Que si el asesor también me hace la declaración. Es que tuve que explicarles qué es un asesor en Navarra y que ya te quedas con él de por vida y tal, y pensaron…». En un tuit muy celebrado, un descreído Ramón Lobo imaginaba a David riéndose en el cielo y le decía: «Habla bien de nosotros, por si acaso». Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] es periodista y profesor titular de la Universidade da Coruña. @pacosanchez



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Miles de vidas destrozadas y toneladas de escombros en el décimo aniversario de la Primavera Árabe


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