Nuestro Tiempo 709

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NUESTRO TIEMPO NÚMERO 709 INVIERNO 2021 11 euros

Número 709 NUESTRO TIEMPO Invierno 2021

Miguel Delibes Su historia de amor entre líneas Libertad La diferencia entre caminar con rumbo fijo o vivir a la deriva Arqueólogo musical Albert Recasens rescata el sonido del Siglo de Oro español

TU CÁMARA SECRETA

¿Dominaremos el cerebro en el siglo xxi?



NUESTRO TIEMPO Invierno 2021 Fundada en 1954 Año LXVII. Número 709

Editor Jesús C. Díaz [Com 82] Gerente Carmen Muriel [Bio 92 PDG IESE 08] redacción Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe María González Zabal [Com 03] Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] Teo Peñarroja [Fia Com 19] José Antonio Pérez Caro [Com 04] Columnistas Enrique García-Máiquez [Der 92] Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] Críticos Libros: Joseluís González [Filg 82] Cine: Ana Sánchez de la Nieta Series: Alberto N. García [Com 00 PhD 05] Música: Marcos Blanco Escena: Felipe Santos [Com 93] Arte: Victoria Combalía Colaboradores en este número María Acebal, Andoni Amadoz, Ángel Arrese, Jerónimo Ayesta, Jesús Beades, Juan Pablo Dabdoub, Manuel de La-Chica, Rafael Domingo, Edurne Garde, Ana Gil, Álvaro González Villarreal, Rafael Hurtado, José Luis Lanciego, Esteban López-Escobar, Diego L. García, , Teresa Llamas, Leopoldo Roux, Álvaro Sánchez León, María Isabel Solana, Ana Terreros, José María Torralba, Ana Villarroya Fotografía Manuel Castells, Elena Moreno, Ingrid Ribas, José Juan Rico Barceló, Fundación Miguel Delibes, Instituto Cajal (CSIC) Ilustraciones Diego Fermín, Santi López Piuma, Pedro Perles Diseño Errea Comunicación Impresión MccGraphics Redacción y Publicidad Facultad de Comunicación Universidad de Navarra 31009 Pamplona, España Atención al suscriptor Palmira Velázquez T +34 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu Edita Universidad de Navarra Suscripción anual España 40 € Europa 50 € Internacional 60 € Web nuestrotiempo.unav.edu DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795 La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados 9 609 ejemplares/ número (2019)

Member of CASE Esta revista ha recibido una ayuda a la edición, del Ministerio de Cultura y Deporte

LA PRIMERA Jesús C. Díaz

Miradas que iluminan el mundo Pensamos en la mirada como una operación pasiva por la que el mundo exterior entra en nosotros, nos impacta y provoca reacciones que van del miedo a la conmoción estética. Sin embargo, probablemente conocemos a personas que poseen el don de transformar aquello que miran. A través de sus ojos transmiten la humanidad y la vitalidad que bullen dentro de ellas y que hacen que quienes tienen cerca se sientan más seguros o se vean llamados a acometer grandes retos. Suele hablarse de figuras carismáticas, magnéticas o que brillan con luz propia. En este número hay ejemplos de esta peculiar cualidad. En In memoriam recordamos a nuestro tercer rector, Francisco Ponz, un hombre discreto y ejemplar que, tras una vida identificada con el encargo que recibió de san Josemaría —ayudar a sacar adelante la Universidad de Navarra—, falleció el 21 de diciembre a los 101 años al sufrir un desvanecimiento en el edificio Central. Luis de Moya, antiguo capellán, enfermo tetrapléjico en silla de ruedas durante casi tres décadas, se convirtió por su actividad pastoral y de divulgación en una referencia de la defensa de la vida. Su mirada, siempre agradecida, mejoraba su alrededor. Y lo mismo puede decirse de la de otros profesores que han muerto en los últimos meses, como Carlos Sobrini, Antonio Monge y Esteban Santiago, que engrosan la lista de biografías pendientes de publicar. El periodista Álvaro Sánchez León recoge la trayectoria de cuatro mujeres que han apostado por un mundo más humano, con una perspectiva amplia e inconformista. En Italia, China, Congo y Chile, Tiziana Bernardi, Pilar Tan, Celine Tendobi y María José López se han convertido sin haberlo buscado en verdaderos faros por saber impulsar proyectos sociales que han salvado numerosas vidas y han dignificado muchas otras. También la mirada de los científicos y los artistas vivifica. Como muestra el experto en neurociencias José Luis Lanciego, los investigadores deben fomentar una actitud tan iluminadora como humilde cuando se aproximan a realidades complejas, como el cerebro. Y, por supuesto, necesitamos el arte y su visión rescatadora de viejos tesoros y constructora de obras imperecederas. En estas páginas recogemos dos ejemplos: la aportación del musicólogo Albert Recasens, que recupera piezas del Renacimiento y Barroco español, y un homenaje a Miguel Delibes y Ángeles de Castro, esa señora de rojo sobre fondo gris sin la que el admirable escritor vallisoletano decía perder el equilibrio. Una alusión final a una persona muy apreciada en Nuestro Tiempo: Ángel Benito, director entre 1966 y 1974, fallecido en diciembre. A él dedica una tribuna su heredero al frente de la revista, Esteban López-Escobar. Dos ejemplos más de mirada profunda, llena de curiosidad para entender nuestra historia y explicarla a través del buen periodismo. jediaz@unav.es invierno 2021  Nuestro Tiempo —01



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Cada lunes una nueva historia para tomarle el pulso a la vida contemporánea.

GRANDES TEMAS DE NORTE A SUR: MUJERES [Página 34]

Algunas mujeres son brújulas, como estas cuatro que, en distintos continentes, han afrontado con valentía los problemas de su entorno profesional y social.

CON SU SOLA PRESENCIA [Página 16] Una

de las hijas de Delibes cuenta la historia de amor de sus padres, que dejaron al mundo siete retoños y diez libros inolvidables.

EL CEREBRO... ¿DEL FUTURO? [Página 06] Los descubrimientos de

Ramón y Cajal hace más de cien años podrían llevar en este siglo a curar enfermedades neurodegenerativas o a aumentar nuestra capacidad mental.

CAMPUS

CAMINANTE, HAY CAMINO MÚSICA INCUNABLE

[Página 44] Mientras unos arqueólogos excavan la tierra, otros perforan el tiempo. Es el caso de Albert Recasens, que, con el ensemble La Grande Chapelle, rescata el sonido del Siglo de Oro español.

[Página 104] El

profesor José María Torralba firma el ensayo, en el que explora la libertad como peregrinación o como pérdida del rumbo.

ALUMNI ETERNO PONZ

CON LOS ZAPATOS EMBARRADOS

[Página 70] La serie «Los de la maleta» se detiene esta vez en los colegios mayores de los sesenta, cuando el campus lo configuraban Goimendi, Belagua y el barro. Mucho barro.

[Página 58] En diciembre, el corazón del tercer rector de la Universidad dejó de latir junto a la primera piedra del edificio Central. En estas páginas despedimos a don DIAMANTES LIMPIOS Francisco Ponz. [Página 76] La pandemia hizo reflexionar a Marta Peñalver [ISEM 20] sobre Campus 54 nuestra forma de consumir. Con la Alumni 76 ayuda de Inn Common, ha convertido Cultura 84 su idea —joyería responsable— en Ensayo 104 realidad.

COLABORAN Esteban LópezEscobar [Página 82] El exdirector de Nuestro Tiempo dice adiós a su predecesor, Ángel Benito, fallecido recientemente.

CARTA DESDE... [Página 80]

Beirut, desde donde Miguel Medarde narra la reconstrucción de una ciudad que explotó en agosto.

FIRMAS

Edurne Garde [Página 68] En el Mind the gap hablamos sobre hablar. Qué es, para qué sirve y cómo hacerlo bien.

Miradas que iluminan el mundo, Jesús C. Díaz 01 El espíritu de la Vespa, Enrique García-Máiquez 24 Doctora naturaleza, Ana Villarroya 42 Lo que las palabras dicen de ti, Edurne Garde 68 La memoria del corazón, Esteban López-Escobar 82 Los días, Ignacio Uría 102 Libertad para progresar, Paco Sánchez 112 invierno 2021  Nuestro Tiempo —03



CUÉNTANOS

Las voces de Nuestro Tiempo en las redes «Cuando alguien se equivoca, el primer paso es reconocerlo, el segundo asumirlo y el tercero intentar subsanarlo. Las equivocaciones no se arreglan negándolas, se superan afrontándolas y aprendiendo de ellas». @mjalavareyes «Qué suerte tener un hermano como tú (y suerte la tuya de tenerle a él por hermano). Formidable Paco, como siempre». [Por la columna de Paco Sánchez «La frontera (y 2)», del número 708] @SpainToday01 «Esto me hace especial ilusión. Me lleva de vuelta a ese momento en que, estudiante de 1.° de Periodismo en fcom, tomé por primera vez un ejemplar de NT en mis manos y soñé con, algún día, llegar a publicar ahí. Y no, en ese sueño mi artículo no era portada...». [Por el reportaje «El algoritmo emocional», publicado por Javier García-Manglano en el número 708] @jgmanglano «Nos asomamos a un nuevo tipo de #liderazgo, bastante más compasivo y empático, basado en la humildad. Es un cambio claramente a mejor». @PerezLatre

«“La tolerancia se mide con las opiniones que no nos gustan. Debatámoslas en vez de silenciarlas; diferenciemos las ideas de las personas, la esfera privada de la profesional”. Vale la pena leer esto de @AlbertoNahum sobre la cultura de la cancelación». @JoseMTorralba «No se trata de crear una neolengua orwelliana neutra e indiferenciada, sino de decir la verdad cuando cada lengua se expresa a través de las personas que las usan. Interesante». [Por el ensayo de Jaime Nubiola «La importancia de las palabras», del número 708] @samuelmier «Hoy un post sin nada que tengáis que leer o mirar… un descanso que nos deje espacio para sentir. Porque si estamos leyendo —o escribiendo— esta línea es que somos afortunados y vale la pena pararse a no pensar, a disfrutar conscientemente y a agradecer esa suerte». @apalaciosrubio «El Alumninews se convierte en Perspectivas para ofrecer contenido especializado que os ayude a impulsar vuestro crecimiento profesional, así como ampliar vuestra red de contactos». @alumniunav

«Paradójicamente, llamamos síndrome de Diógenes al afán convulsivo de acaparar despojos y objetos inutilizables. En realidad, el filósofo griego era ejemplo de todo lo contrario: afirmaba que solo merece la pena acumular sabiduría». @irenevalmore «Puedo estar confundido, no sería la primera vez, pero solo veo una salida: coordinación (el virus no conoce fronteras), evitar contactos (confinamientos), test, test, test (y más test), y vacunar, vacunar, vacunar (y vacunar)». @microBIOblog «Doy las gracias a Nuestro Tiempo y a @unav por la suscripción gratuita. Cuando alguien tiene claro cuál es la misión y la cultura de su empresa, hace que el envío de una sudadera sea así. La importancia de cada detalle...». [Mercedes Suárez, ganadora del sorteo realizado en noviembre en Twitter] @mercedesuarezga

HILADOS

«Certero este artículo sobre los universitarios actuales, de Miguel Ángel Iriarte. Habla “contra la hiperprotección de las familias y de algunos sistemas educativos, que no dejan suficiente margen para el desarrollo de la libertad de los jóvenes”». @JoseMTorralba [Por «Universitarios pandemials. Una radiografía», del número 708] «El ensayo me ha parecido muy bueno, y muy atinadas y valiosas sus aportaciones. Solo algo en lo que disiento: no es emoción frente a razones, sino corazones para ineducados. Y falta de razones; no es que sobren emociones, es que faltan sentimientos morales». @davidcerdag «Eso es, lo que falta es educar el deseo, que requiere tanto cultivar las emociones como la razón. Se puede hablar de sentimientos morales o de tener una inteligencia deseosa y un deseo inteligente, como hace Aristóteles. Integrar razón y sentimiento». @JoseMTorralba

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Grandes temas Mecánicos del cerebro

LA ÚLTIMA FRONTERA DEL CONOCIMIENTO Somos capaces de enviar a Marte drones para explorar el suelo y la atmósfera del planeta rojo, pero sabemos mucho menos de lo que tenemos más cerca: nosotros mismos. El cerebro es todavía un gran misterio para la ciencia, aunque se ha progresado notablemente en su estudio en las últimas décadas. Desentrañar sus billones de conexiones neuronales hasta trazar un mapa de carreteras completo, cuya longitud equivale a cuatro vueltas al mundo, nos permitirá modificarlo para frenar enfermedades neurodegenerativas y mejorar nuestras capacidades mentales. texto Dr. José Luis Lanciego, investigador del Programa de Neurociencias del Cima Universidad de Navarra imágenes Cortesía del Instituto Cajal, Legado Cajal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid

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La teoría neuronal de Ramón y Cajal, de 1891, chocaba con la teoría reticularista defendida por Golgi ocho años antes. Respecto a la concesión del Nobel, que recibieron conjuntamente en 1906, el español calificó de «cruel ironía del destino» haber emparejado

«a adversarios científicos de tan antitético carácter». Este grabado muestra una neurona de Purkinje. Localizadas en la corteza del cerebelo, se caracterizan por una arborización dendrítica muy compleja, profusa y bella. En la imagen se observa también la salida de su axón (a) y una de sus ramas colaterales (b). invierno 2021  Nuestro Tiempo —07


Grandes temas Mecánicos del cerebro

en total recall —desafío total—, Douglas Quaid es un trabajador de la construcción que vive obsesionado con pasar sus vacaciones en Marte. A su esposa Lori le horroriza el plan y contrata los servicios de Memory Call, una empresa especializada en insertar falsos recuerdos en el cerebro. La trama de esta película, dirigida en 1990 por el neerlandés Paul Verhoeven, está ambientada en 2084. Aunque falta camino por recorrer, no habrá que esperar tanto para que la idea de Lori sea una realidad. ¿Estamos cerca de borrar las imágenes traumáticas de los combatientes en una guerra?, ¿podremos crear réplicas de nuestro disco duro y cargarlas en un ordenador?, ¿nos implantaremos una aplicación para convertirnos, por ejemplo, en virtuosos del piano o hablar un inglés perfecto sin esfuerzo? En el terreno médico, ¿seremos capaces de detener el terrible avance de las enfermedades neurodegenerativas y abrir nuevos horizontes para las personas que sufren alzhéimer o párkinson? El siglo xxi está llamado a ser el siglo del cerebro. La neurociencia progresa con paso firme no solo para terminar de comprender cómo funciona, sino también para identificar qué zonas se encuentran dañadas cuando enferma y dar los primeros pasos hacia su curación. Desentrañar los mecanismos de este órgano, que, ocupando tan solo el 2 por ciento del peso corporal consume más del 20 por ciento de nuestra energía, supone uno de los mayores retos científicos del momento. Trazar su red de conexiones con detalle nos permitirá dominarlo y actuar sobre él como quien repara un corazón lesionado o implanta una prótesis de cadera. la historia comienza aquí. En un documento redactado en el año 1600 a. C., que hoy se conserva en la Academia de Medicina de Nueva York, aparecen las primeras referencias anatómicas. Los médicos del antiguo Egipto detallaron entonces, 08—Nuestro Tiempo  invierno 2021

basándose en la observación de heridos de guerra, medio centenar de tratamientos. En el conocido como «papiro de Edwin Smith» también se usan por primera vez en la historia las palabras cerebro, meninges o suturas craneanas, entre otras. El interés por este ámbito de investigación despegó cuando en la Grecia clásica se comenzó a sospechar que en el cerebro se asentaban las facultades de la mente y que contenía aquello que nos define como individuos: nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestro carácter, y también nuestros recuerdos. Hoy podemos enviar un batiscafo para fotografiar las profundidades de la fosa de las Marianas en el Pacífico o una sonda espacial que explore el cinturón de Kuiper más allá de la órbita de Neptuno, en los confines del sistema solar. No obstante, el conocimiento del cerebro es todavía escaso. Cómo consigue generar nuestra mente es la gran incógnita. La parte más evolucionada de este órgano, la que nos distingue del resto de especies animales, es la corteza. En esa superficie típicamente arrugada del tamaño de una pizza mediana la información recibida se hace consciente, se compara con nuestras experiencias adquiridas y se elabora una respuesta en milisegundos. Puesto que el cerebro es capaz de aprender, puede reforzar recuerdos y reaccionar de modo más eficaz. Aunque oímos con los oídos, vemos con los ojos y saboreamos con la lengua, escuchar, mirar y degustar son acciones que únicamente realizamos con él. Toda nuestra percepción del entorno es una elaborada interpretación del cerebro. Sabemos que contiene hasta cien mil millones de neuronas —término que acuñó el neuropatólogo alemán Wilhem Valdeyer en 1891— que establecen entre sí varios cientos de billones de conexiones. Y se calcula que, colocados en fila, los axones —prolongaciones neuronales por las que se desplazan las señales eléctricas—, alcanzarían unos 150 000 kilómetros, casi

la mitad de la distancia entre la Tierra y la Luna, equivalente a cuatro vueltas al mundo. Cuando se conoció la existencia de esta circuitería cerebral nació la necesidad de trazar la ruta de las vías nerviosas y sus conexiones. Y a este intrincado mapa de carreteras se le denominó conectoma. Llegar a describirlo con precisión constituye el proyecto de investigación más ambicioso de la humanidad. del genoma, al conectoma. Como el cerebro es electricidad en movimiento, el conectoma no constituye la imagen estática de un plano callejero, sino que varía a lo largo de la vida: se refuerza y destruye con las experiencias y el aprendizaje, con el uso y desuso. Cartografiar su forma y funcionamiento supondrá contar con una especie de GPS que proporcionará información detallada de sus circuitos y de su tráfico en tiempo real. Se dará así un paso de gigante para entender los principios operativos cerebrales que sustentan rasgos como la memoria, la cognición, la conciencia, el lenguaje, la identidad y la personalidad, las sensaciones, los impulsos o la capacidad intelectual. Esta tarea es comparable al salto de conocimiento existente entre los primeros mapas del Nuevo Mundo dibujados por Juan de la Cosa en el año 1500 y aplicaciones como Google Maps. Si, como una parte de la comunidad científica, asumimos que nuestra identidad descansa en nuestro cerebro, y que lo determinante son sus conexiones, llegamos a la conclusión, en palabras del neurocientífico sudafricano Sydney Brenner, de que «somos nuestro conectoma». En cierto modo, cada uno de nosotros es una compleja representación creada por las relaciones que las neuronas del cerebro establecen entre sí. Brenner, uno de los pioneros de la disciplina, tardó una década en descifrar el cerebro del Caenorhabditis elegans, un


Como entonces no existían otros procedimientos para fotografiar las imágenes microscópicas, con la finalidad de documentar sus observaciones Ramón y Cajal las reproducía sobre el papel. Dibujadas con lápiz de grafito y pintadas posteriormente con tinta china,

gusano transparente de un milímetro de longitud cuyo sistema nervioso consta únicamente de 302 neuronas con siete mil contactos entre ellas. Reconstruyó miles de cortes histológicos en un ordenador de 64 K que ocupaba toda una habitación y en 1986 publicó un trabajo de 450 páginas titulado «La mente de un gusano». En él llegó a la conclusión de que «la identidad no reside en nuestros genes, sino en las conexiones entre nuestras células cerebrales». La historia del conectoma es reciente. Solo dos años después de que se completara el Proyecto Genoma Humano, el investigador de la Universidad de Indiana Olaf Sporns y su colega del Hospital Uni-

estas joyas representan estructuras tridimensionales que ayudan a comprender la complejidad del cerebro. La imagen muestra las neuronas del hipocampo, una de las zonas evolutivamente más antiguas de la corteza cerebral, donde se asientan los procesos de la memoria.

versitario de Lausana Patric Hagmann acuñaron en 2005 de manera independiente el término conectoma para definir el conjunto de conexiones neuronales del cerebro. Para llegar a este nivel de comprensión de la actividad cerebral, la ciencia ha recorrido un largo camino. Algunos pensadores griegos atribuyeron a áreas específicas del cerebro funciones como la razón y la memoria. Posteriormente, Luigi Galvani (1737-1798) descifró la naturaleza eléctrica del impulso nervioso. Y bien entrado el siglo xix, el neurólogo francés Paul Pierre Broca demostró que la lesión en la parte frontal provocaba un trastorno del lenguaje denominado afasia. En la ac-

tualidad, gracias a avanzados sistemas de neuroimagen, se ha conseguido distinguir más de quinientas zonas en el cerebro, cada una con misiones específicas y que trabajan de forma coordinada según sus conexiones. En los inicios del siglo xx desempeñó un papel decisivo la figura de Santiago Ramón y Cajal, junto con sus discípulos de la Escuela Española de Neurohistología. Para este médico y científico resultó determinante la reazione nera, descrita por el italiano Camilo Golgi en 1873. El método de Golgi consiguió teñir neuronas individuales en color negro sobre un fondo amarillento. Para ello, empleaba nitrato de plata como colorante en muestras tratadas invierno 2021  Nuestro Tiempo —09


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Ramón y Cajal estudió las neuronas de Purkinje e ilustró su estructura arbórea con gran detalle. Más de 30 millones de células de este tipo habitan en el cerebro, aunque también se hallan en el corazón. Este grabado muestra las lesiones en el axón de las células de Purkinje humanas. Conforman la única salida para toda la coordinación motriz en la corteza del cerebelo.

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Grandes temas Mecánicos del cerebro

previamente con dicromato potásico. En 1887, el neurólogo español Luis Simarro mostró la técnica a Ramón y Cajal, que la perfeccionó y obtuvo sus principales descubrimientos: la teoría neuronal, la ley de polarización dinámica neuronal y los estudios sobre degeneración y regeneración del sistema nervioso. Estos tres postulados suponen para las neurociencias lo mismo que las leyes del movimiento de Newton para la física. Tanto Golgi como Ramón y Cajal se sentaron frente al microscopio para dibujar con papel y lápiz imágenes prácticamente idénticas pero las interpretaron de manera diferente. La teoría neuronal del español iba en contra de la entonces vigente teoría reticularista de Golgi, que propugnaba que en el sistema nervioso no había células individuales como en otros tejidos, sino que las neuronas estaban conectadas entre sí a través de sus prolongaciones. Ramón y Cajal defendía lo contrario: las neuronas eran células individuales interconectadas pero independientes unas de otras. Curiosamente, los dos histólogos, a pesar de sus ideas antagónicas, aparecen juntos en los libros de historia tras recibir, ex aequo por primera vez, el Premio Nobel en Medicina y Fisiología en 1906. Aunque la mayoría de neurocientíficos fueron aceptando de modo progresivo la teoría neuronal, hubo que esperar al microscopio electrónico para corroborar las observaciones cajalianas. También a principios del siglo xx, Ramón y Cajal consiguió inferir, fruto del estudio de sus dibujos, que el impulso nervioso llegaba a las neuronas por sus dendritas o ramificaciones, se transmitía hasta el soma —parte central de la neurona— y desde ahí se propagaba por el axón o fibra nerviosa. Era la llamada ley de polarización dinámica neuronal. Estas técnicas pioneras las secundaron investigaciones que han sentado las bases de nuestro conocimiento del cerebro. Así, 12—Nuestro Tiempo  invierno 2021

las realizadas en el axón gigante del calamar por los estadounidenses Kenneth Cole y Howard Curtis en los años treinta y posteriormente por los ingleses Alan Hodgkin y Andrew Huxley permitieron comprender los mecanismos moleculares empleados por las neuronas para producir y transmitir corriente eléctrica. Más tarde, entre las décadas de los sesenta y los noventa, se introdujeron los denominados «trazadores neuronales», unas sustancias orgánicas que se acumulan en el soma o en la terminal sináptica. Gracias a ellos, por ejemplo, hoy conocemos de manera precisa unos sesenta mil circuitos del cerebro de roedores y unos veinte mil en macacos. Actualmente, existen dos proyectos en marcha en EE. UU. que integran todos estos datos para obtener una topografía de esas conexiones cerebrales: el Allen Mouse Brain Connectivity Atlas y el Mouse Connectome Project. Por su significado en el estudio del conectoma, merece una mención especial la resonancia magnética. En la década de los setenta, el químico estadounidense Paul Lauterbur y el físico británico Peter Mansfield —que compartieron el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2003— exploraron las posibilidades de emplear un imán muy potente para obtener imágenes no invasivas del cuerpo humano. Esta práctica muestra un contraste nítido entre la sustancia gris del cerebro (neuronas) y la sustancia blanca (axones), y detecta con mucha precisión estructuras de tamaño inferior a un milímetro. Para superar las limitaciones de esta foto fija del cerebro que no aporta datos sobre su actividad, en los noventa se introdujo la resonancia magnética funcional, que mide el movimiento asociado a una zona concreta de este órgano. Hoy, la técnica que está revolucionando el estudio de los circuitos cerebrales es la tractografía por tensores de difusión, que consiste en la cuantificación de las moléculas de agua en el cerebro y que permite ver sus prin-

cipales conexiones con un detalle sin precedentes. refinar el conocimiento del cerebro para curar. Aunque el conectoma humano es todavía una obra en construcción, no será necesario esperar a que esté concluido para beneficiarnos de sus aportaciones. El camino para corregirlo o refinarlo ya se está recorriendo de la mano de novedosas técnicas ópticas, genéticas y electrónicas. Por el momento, su cartografía está restringida al estudio de las grandes rutas cerebrales. La principal iniciativa es el Human Connectome Project, financiado en 2010 por los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. y dotado con cuarenta millones de dólares, que pretende mapear las conexiones del cerebro humano en alta resolución. Estudiará el conectoma de mil doscientas personas —incluyendo pares de gemelos idénticos y sus hermanos, pertenecientes a un total de trescientas familias—, para comprender el peso de las contribuciones de los genes y del entorno a la hora de esculpir la organización de los circuitos cerebrales. En el Reino Unido, el Developing Human Connectome Project se propone analizarlo en fases tempranas de la vida, entre veinte y cuarenta y cuatro semanas después del nacimiento del bebé, aunando información genética, conductual, clínica y de neuroimagen, para observar si van variando esas conexiones. Otro enfoque diferente ha surgido de la colaboración entre matemáticos, científicos computacionales y expertos en inteligencia artificial y robótica. Buscan aplicar teorías de redes que permitan modelizar la arquitectura del cerebro y simularla mediante algoritmos en plataformas de hardware y software. Es el caso de Human Brain Project, lanzado en 2013 por la Unión Europea, y de la iniciativa BRAIN, impulsada en ese mismo año por el expresidente Obama bajo la coordinación del


Uno de los primeros científicos en interpretar la capacidad de las neuronas para adaptar su plasticidad a las necesidades funcionales fue Santiago Ramón y Cajal. Suya es la frase de que «el hombre puede convertirse en el escultor de su propio cerebro». Los resultados sobre la regeneración y degeneración del sistema nervioso fueron trazados con precisión en sus dibujos. Esta figura, elaborada en torno a 1899, representa una semiligadura del nervio ciático en un conejo.

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Grandes temas Mecánicos del cerebro

neurobiólogo español de la Universidad de Columbia Rafael Yuste. The Australian Brain Alliance, The China Brain Project, The Brain/MINDS Project en Japón o el Brain Canada Joint Funding son otras acciones similares. El avance en el conocimiento del conectoma favorecerá el desarrollo de nuevas técnicas para modificarlo y restaurar las funciones que se hayan visto afectadas como consecuencia de traumatismos, infecciones o enfermedades neurodegenerativas. Conociendo la localización precisa de estos daños y las alteraciones inducidas en el conectoma, será posible ofrecer mejores tratamientos a los pacientes que sufren alzhéimer, párkinson, depresión o autismo. Actualmente, se han catalogado más de doscientas patologías degenerativas, que destruyen el tejido en el que reside nuestro raciocinio, nuestra memoria y el control del resto del organismo. El progresivo envejecimiento de la población ha incidido en el aumento de estas enfermedades, y se calcula que uno de cada dos niños nacidos a principios del siglo xxi desarrollará demencia antes de alcanzar los ochenta años. Encontrar las causas primarias del proceso acelerado de muerte neuronal y hallar tratamientos eficaces para cronificarlo es quizá el reto científico más importante que afronta la medicina. Variar el movimiento eléctrico que circula por determinadas zonas del cerebro supone, sobre el papel, la aproximación más sencilla para reparar los daños neuronales. En 1985, el británico Anthony Barker consiguió manipular la actividad cerebral mediante la estimulación magnética. A través de esta técnica se pueden excitar o inhibir neuronas y, desde hace varios años, se aplica al tratamiento de la depresión y las migrañas, y se investiga su uso en alzhéimer, párkinson, trastornos bipolares, dolor crónico, epilepsia o adicciones a drogas, aunque su efecto clínico a largo plazo genera controversia. 14—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Otro procedimiento basado en el empleo de la electricidad, en este caso invasivo, es la estimulación cerebral profunda, que consiste en implantar un electrodo como si fuera un marcapasos. Desde su desarrollo en 1985 por los franceses Alim Louis Benabid y Pierre Pollak, su uso se ha generalizado y varias decenas de miles de pacientes con párkinson han experimentado una mejoría de su sintomatología motora. Más recientemente, también se está empleando una técnica no invasiva denominada «ultrasonidos focalizados de alta intensidad», que produce una lesión térmica en la zona cerebral de interés. Además, se están generando nuevas aproximaciones terapéuticas. En 1979 el británico Francis Crick —codescubridor de la estructura de doble hélice del ADN y Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1962— publicó un artículo en la revista Scientific American donde argumentaba que el progreso de la neurociencia necesitaba el desarrollo de herramientas que permitieran controlar la actividad de unas neuronas determinadas sin afectar a las demás. Veinte años después, Crick propuso estimular estas células con luz. A principios de los setenta se habían descubierto unas moléculas bacterianas de la familia de las opsinas que se activaban por la luminosidad y cuya función era la de transportar iones desde el interior al exterior de la célula. Los experimentos de Boris Zemelman, Edward Boyden, Gero Miesenböck y Karl Deisseroth, realizados entre 2002 y 2005, consiguieron llevar a la práctica la visionaria idea de Crick. Los primeros logros de la manipulación de circuitos mediante esta técnica optogenética en animales de laboratorio —se eliminó la adicción a cocaína y se borró de la memoria recuerdos traumáticos en ratones—, dieron paso en 2016 al primer ensayo clínico para restaurar la visión en pacientes con retinitis pigmentosa.

el «pendrive» de los recuerdos. Muchos científicos tienen ya su mirada puesta en un futuro que nos permitirá aumentar nuestras capacidades mentales. Una vez dispongamos del mapa personal de nuestro conectoma, ¿sería posible hacer una copia de seguridad de nuestros recuerdos en una red informática para volcarlos de nuevo posteriormente si nos vemos afectados por la enfermedad de alzhéimer? Estas especulaciones y otras muchas no son fantasías, sino que pueden leerse en artículos especializados y libros de divulgación. El neurocientífico británico Timothy Bliss vaticina que podremos acudir al cirujano de sinapsis para colocarnos un determinado implante que, por ejemplo, mitigue la depresión o frene la adicción al tabaco o que nos dote del recuerdo artificial que deseemos. ¿Tendrá la cirugía sináptica la clave para librarnos de los trastornos mentales, del párkinson o del alzhéimer? En las próximas décadas el estudio del conectoma humano revolucionará las neurociencias. También lo harán las nuevas tecnologías, como la terapia génica aplicada a enfermedades del sistema nervioso central. Hay investigaciones en macacos que demuestran que es posible desconectar selectivamente un determinado circuito cerebral, así como restaurar uno dañado. Aunque la velocidad del progreso técnico resulta a menudo superior a la prevista, el rumbo es incuestionable, por ejemplo en todo lo referente a la medicina personalizada basada en la genómica. Pronto cada individuo dispondrá de su propio mapa cerebral, aunque aún no podamos aventurar en qué formato se almacenará y cómo lo consultará. Probablemente tenga el aspecto de una imagen de resonancia magnética obtenida mediante tractografía en alta resolución y quizá incluya los datos genómicos de cada conexión, los circuitos que sustentan la personalidad,


la memoria, además de todas nuestras experiencias adquiridas. Si bien puede parecer algo visionario, el físico y neurobiólogo holandés Randal Koene se ha propuesto descargar el contenido de su cerebro en un ordenador, tarea para la que cuenta con el apoyo financiero del magnate de origen sudafricano Elon Musk, fundador de la compañía Neuralink. El objetivo de esta empresa es potenciar nuestras capacidades cerebrales mediante el implante de electrodos. No es exagerado afirmar que los únicos límites a las posibilidades de estas nuevas tecnologías serán los de nuestra propia imaginación. Obviamente, qué hacer con toda esta información es un aspecto más relacionado con la ética que con las neurociencias. El neurobiólogo Rafael Yuste abandera la defensa de los neuroderechos, un catálogo de consideraciones éticas que podrían incluirse en la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el fin de preservar el buen uso de este nuevo conocimiento que se está generando. Nt

Santiago Ramón y Cajal (18521934) está considerado como uno de los padres de las neurociencias. Pionero en mostrar con precisión el sistema nervioso, descubrió la existencia de las neuronas y la conexión entre ellas. El Premio Nobel en Medicina y Fisiología en 1906 se rodeó de un equipo de investi-

gadores en torno a la denominada Escuela Española de Neurohistología, que ha tenido gran influjo en la neurociencia moderna. El Instituto Cajal, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), alberga su legado y recientemente se ha anunciado la creación de un museo dedicado a su figura y obra.

Para saber más El neurocientífico José Luis Lanciego ha publicado en National Geographic los libros El conectoma (2018) y Los trastornos cerebrales: la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas (2019).

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El equilibrio de Delibes texto Manuel de La-Chica [Fia Com 19] fotografía Fundación Miguel Delibes

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El escritor vallisoletano Miguel Delibes, cuyo centenario se conmemoró en 2020, fue un hombre de una sola mujer, Ángeles de Castro. Su muerte prematura a los 52 años provocó en Miguel la pérdida del equilibrio. Nunca llegó a recuperarse y, de tanto recordarla, nació uno de sus mejores libros: Señora de rojo sobre fondo gris.

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Grandes temas Vivir entre líneas Miguel Delibes Setién en su despacho en Sedano (Burgos).

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cuando se apagan las luces, en el escenario solo queda una habitación vacía. Hay polvo en todas partes: sobre el escritorio, sobre la tela del cuadro que preside el habitáculo, en la estantería, encima de la mesa que acompaña al sofá, en las dos sillas enfrentadas en una de las esquinas. Justo ahí aparece un hombre desgastado. Se pasa la mano por la frente. Viste un jersey de cuello vuelto rojo, una chaqueta beis y pantalones azul oscuro. Se sienta en una de las sillas. Dice: «No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?». El hombre que habla es el actor José Sacristán, aunque también podemos decir que es un pintor. O un escritor que se llama Miguel Delibes (Valladolid, 19202010). En cualquier caso, esas palabras marcan el inicio de Señora de rojo sobre fondo gris, su obra más autobiográfica. Cuando se publicó en 1991, la crítica aseguró que era una de sus mejores novelas. Enseguida se supo que la protagonista de la historia, Ana, en realidad tenía otro nombre: Ángeles de Castro (Valladolid, 18—Nuestro Tiempo  invierno 2021

1922-Madrid, 1974), la mujer de Delibes. «Él defendía que era una novela porque cambió cosas, y es verdad», explica Elisa Delibes de Castro, cuarta hija del matrimonio y presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre. «Pero me chirría un poco que, siendo tan autobiográfica, haya hecho alteraciones. Creo que debería haber puesto su nombre, que el protagonista tendría que haber sido escritor y no pintor… Yo todo lo hubiera puesto de verdad». Elisa cuenta que, a pesar de los esfuerzos de Delibes por camuflar a sus personajes, los protagonistas de la novela se han ido reconociendo al leerla. Ella, por ejemplo, aparece con el nombre de Alicia. Evelio Estefanía es, en realidad, Julián Marías, amigo de la familia. Los médicos que operaron a Ángeles también se descubrieron en el relato. Hay otras obras, como El príncipe destronado —«el príncipe es mi hermano Adolfo», comenta Elisa—, en las que Delibes retrata la realidad, pero en esta fue tajante: no quería verla representada ni en el cine ni en el teatro. Era demasiado suya. Por eso, cuan-

do Sacristán le propuso a Elisa llevarla a los escenarios, ella tuvo que pensárselo dos veces. Al principio le dejó, luego se dio cuenta de que tenía que preguntarles a sus hermanos. Al final, accedieron. «No puedes decir que el libro es bueno y el teatro es malo, porque era lo mismo pero un poco reducido —defiende Elisa—. Ahí mi padre cuenta alguna anécdota de Ángeles, como que regaba los hoteles con sus camisones porque se olvidaba todo. Ella era una mujer sencilla. Lo único que le importaba era que mi padre estuviera contento. Mucho más que los hijos y mucho más que todo». un noviazgo en bicicleta. Miguel Delibes y Ángeles de Castro se conocieron cuando él tenía diecinueve y ella, «quince o dieciséis». Ella procedía de una familia humilde, de Sedano (Burgos), que se trasladó a Valladolid a poner una panadería. Eran tres hermanos. Al nacer Ángeles, su madre se puso muy enferma, así que la mayor parte del tiempo la criaron dos tías solteras, Elisa y Angelita. «Mi madre decía que la adoraban, le daban


todos los caprichos —cuenta Elisa Delibes—. Que no fue una educación muy buena; pero sin intención de ir contra nada ni contra nadie. Lo decía porque se creía que los vestidos se planchaban solos y no la reñían nunca». La familia del escritor, en cambio, ya tenía un cierto prestigio en el Valladolid de los años treinta. Su padre, Alfonso Delibes, dirigía la Escuela de Comercio y tuvo ocho hijos, todos con los ojos muy claros. Miguel, siguiendo sus pasos, estudió Comercio y Derecho, trabajaba en el Banco de España, hacía caricaturas para El Norte de Castilla —el periódico regional—, pescaba, cantaba, montaba en bici… «Mi madre no se podía creer que mi padre se hubiera fijado en ella —recuerda Elisa—. Le parecía una suerte que se hubiese enamorado de ella». Pero llegó la guerra y Miguel y Ángeles no se hicieron novios hasta que terminó. Para Miguel era su primera novia. También fue la última. Durante la contienda, él estuvo enrolado en el crucero Canarias año y medio. «Y en cuanto acabó el conflicto, al día siguiente —contaba el escritor en

una entrevista de Radio Nacional de España (RNE) de 2008—, le dije al almirante que quería prepararme para ser alférez o capitán de navío. Si la guerra terminó el 1 de abril, el 2 ya estábamos en Madrid. Engañé al almirante. Ya no volví al barco». A Delibes le cautivaron la alegría y la sencillez de Ángeles. «Siempre fue bella —contaba en El País en 2007—, pero cuando la conocí, era tan bonita, inteligente y atractiva que tenía alrededor un centenar de moscones». A sus hijos les decía: «Es que vosotros no conocisteis a vuestra madre cuando yo la conocí. Era muchísimo más guapa todavía». Durante los años de noviazgo, Ángeles veraneaba en Sedano y Miguel en Molledo-Portolín (Cantabria), a cien kilómetros de distancia. «Dos seres enamorados, separados y sin dinero, lo tenían en realidad muy difícil en 1941», confiesa Delibes en Mi querida bicicleta. Si Miguel quería ir a ver a Ángeles, tenía que coger billetes para el ferrocarril y el autocar y, además, sus ahorros, aunque le bastaban para pagar el viaje, no alcanzaban para el alojamiento en Sedano. Y, claro, hasta que Miguel no

FUNDACIÓN DELIBES

La hija que cuida el legado de su padre «Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así». Elisa Delibes de Castro (Valladolid, 1950) nació el mismo año en el que su padre escribió El camino y ese fue el primer libro que leyó de él. Lo hizo a los doce o trece años, no recuerda muy bien la fecha o el motivo, pero sí que se acercó a leerlo sin la presión de su padre. La cuarta hija de Miguel y Ángeles fue la primera que decidió dedicarse a las letras. En 1972 se matriculó en Filología Francesa siguiendo así el legado de su abuelo paterno, el novelista Federico Delibes Roux. Se casó en 1974, un mes antes del fallecimiento de su madre, pero nunca se mudó a otra casa. Vivió allí hasta 2010. Desde 2011 es patrona y presidenta de la Fundación Miguel Delibes, desde donde difunde la obra de su padre.

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Grandes temas Vivir entre líneas Delibes en su despacho de Sedano en la década de los setenta.

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ganase sus dineros, «allí no había boda, ni acercamiento y mucho menos vivir en un piso sin que nos echaran las bendiciones», como contaba en RNE en 2008. «Así que pensé en la bicicleta como transporte adecuado que no ocasionaba otro gasto que el de mis músculos», escribe Miguel en el mismo libro. La primera vez que hizo ese viaje le escribió un telegrama a su futura mujer, antes de salir: «Llegaré miércoles tarde en bicicleta; búscame alojamiento; te quiere, Miguel». «Creo que la declaración amorosa sobraba en esa circunstancia puesto que el cariño estaba suficientemente demostrado pero la generosidad de la juventud nunca tuvo límites», comentaría unos años después en su libro sobre la bicicleta. Ese miércoles, Miguel se despertó temprano, cogió dos calzoncillos, dos camisas y un cepillo de dientes y comenzó a pedalear antes de que amaneciera. «Recuerdo aquel primer viaje de los que hice a Sedano como un día feliz —contó en su libro sobre esos trayectos en bicicleta—. Sol amable, bruma ligera, brisa tibia, la bicicleta rodando sola, sin manos, varga 20—Nuestro Tiempo  invierno 2021

abajo, un grato aroma a heno y boñiga seca estimulándome. Me parece recordar que cantaba a voz en cuello, con mi oído proverbial, fragmentos de zarzuela sin temor a ser escuchado por nadie, sintiéndome dueño del mundo». Y sí, eso era lo que cantaba: «Soy el hombre más afortunado del mundo». Cinco años después, el 23 de abril de 1946, Miguel y Ángeles se casaron. Y ahí también les acompañaron las bicis. «Intenté incorporar a mi mujer a mis veleidades ciclistas y en la petición de mano, además de la inevitable pulsera, le regalé una bicicleta francesa de nombre Velox». Y con esa y la de Miguel, se fueron los dos a pasar la luna de miel en Molledo-Portolín. El segundo día Miguel le propuso hacer una excursión hasta Corrales de Buelma y ella, «con entusiasmo de recién casada» y desconociendo la ruta, aceptó. La Velox iba rapidísima y Ángeles no podía frenar. No llegaba a la palanca con la mano. Miguel, preocupado porque a la altura del pueblecito de Madernia había un paso a nivel con una valla con la que su mujer podía estrellarse, tomó «una decisión dispa-

ratada»: pegarse a la Velox y frenar las dos bicicletas a la vez sujetando el sillín. Pero no pudo. Y, con el primer tirón, Ángeles se desequilibró y, sin perder velocidad, se fue de cuneta a cuneta en un zigzag «peligrosísimo». En el segundo intento chocaron y estuvieron a punto de caer a tierra. Solo quedaba una opción: confiar. «Ante lo inevitable, alcé los ojos al cielo y pedí con unción que el paso a nivel estuviese abierto». Así fue. lo importante era el otro. A Ángeles no le hacía ninguna gracia montar en bicicleta. Al menos eso es lo que cuenta su hija Elisa. «Ni andar en bici, ni cazar, ni pescar», dice. Ni tampoco los animales o el campo. «Pero mi padre no iba a ir a ningún sitio sin mi madre. Era así. Y ella se buscaba la vida para poderse ir con él a donde fuera porque también le apetecía mucho». Por eso le dijo que sí a la excursión en bici o aceptaba hacer una parada en el Najerilla para pescar cada vez que viajaban a Barcelona. Aunque ella solo pescó una vez. Miguel le compró la caña, los aparejos y le explicó: «Mira, tienes que


lanzar así». Y la dejó sola cinco minutos para que lo intentara. Cuando volvió se la encontró sentada en un silletín haciendo punto. Y le preguntó: «¿Pero no pescas?». Y ella contestó: «Ya he pescado». Y le enseñó una trucha enorme. «Miguel pensaba que, si tenía la suerte de pescar algo, estaba asegurada la afición, pero no», recuerda Elisa. «Ángeles ya había pescado para el resto de su vida. Ahora bien, que mi padre quería que le acompañara, pues ella iba y se quedaba en el coche o se daba un paseíto. Él siempre quiso que ella fuese a todo lo que hacía, pero no lo logró y a mí me parece bueno. Cada uno siguió fiel a su estilo, y ninguno cambió al otro. Se querían mucho y ya está». A Ángeles le gustaba la moda, diseñar vestidos, salir de compras, leer. De hecho, Miguel confesó en una entrevista en Cadena SER en 1999 que ella le pegó la «furia lectora». Ángeles «amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido —cuenta Delibes en Señora de rojo sobre fondo gris—. Entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primero. […] Sentía avidez por la letra impresa. Y me la con-

tagió. Fue ella la que me aproximó a los libros, a ciertos libros y a ciertos autores. En realidad, me abrió las puertas de este mundo». De novios, tuvieron una colección —la Universal— con ejemplares de Homero, de Teresa de Jesús, de Cervantes, de Quevedo, que se iban dedicando mutuamente. Y, cuando él empezó a escribir, su mujer leía sus borradores y los comentaba. hijos de tinta y de carne. Delibes decidió presentarse al Premio Nadal de 1947 con La sombra del ciprés es alargada. Solo lo sabían su mujer—«Se la debía de saber de memoria», dice Elisa— y sus padres. En la redacción del periódico no eran conscientes de que podían tener al ganador allí mismo. Se enteraron al leer el teletipo de la noticia: Miguel Delibes, premio Nadal 1947 por su primera novela. Y se pusieron a celebrarlo y a felicitarle y Miguel solo pensaba: «Vamos a terminar de brindar pronto para que pueda coger la bici e ir a ver a mi mujer». «Era el comienzo de todo», sentencia Elisa.

A raíz del premio, Delibes firmó con la editorial Destino y engendró sin descanso libros e hijos: en 1947 nació Miguel y luego Ángeles (1948); en 1949 publicó Aún es de día y vino Germán. Luego, en 1950, vieron la luz Elisa y El camino. Después, Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955), su cuarto vástago, Juan (1956), Diario de un emigrante (1958), La hoja roja (1959) y el último varón, Adolfo (1960). En 1962 publicó Las ratas y tuvo a Camino, la pequeña. Después no llegaron más niños, pero aún faltaban Cinco horas con Mario (1966), Parábola del náufrago (1969), El príncipe destronado (1973) y Las guerras de nuestros antepasados (1975). Era una familia normal, muy normal, en la que las prioridades estaban claras. Según Elisa, Miguel se dedicaba a trabajar y ganar dinero y Ángeles le acompañaba en lo que podía. Miguel era la prioridad en todo. Elisa recuerda que, cuando sus hermanos y ella salían del colegio a las siete de la tarde, siempre hacían la misma pregunta tonta al llegar a casa: «¿Está mamá?». A esa hora su madre nunca estaba en casa: salía

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Grandes temas Vivir entre líneas

a buscar a su marido al periódico. Luego paseaban, iban al cine —una afición que compartieron desde el noviazgo, cuando a Miguel le pagaban su sueldo de caricaturista con entradas para ver películas— y en esos paseos le contaba las noticias del periódico, los temas de sus libros, sus preocupaciones. Y ella sus cosas. Era su momento diario, en el que lo importante era el otro». «Ni mi padre ni mi madre fueron nunca a buscarme al colegio», recuerda Elisa. Un día, ya mayor, le comentó esto a su madre. «Pues haberme dicho que te gustaba tanto y hubiera ido más», le contestó ella. «Eso era mi madre: una persona fácil, una mujer fácil para la vida —explica—. Y mi padre era difícil, porque un artista nunca es un hombre fácil. Él iba apoyado en ella totalmente para todo, pero no concretamente para la literatura. El talento de mi padre era propio, aunque sin esa serenidad espiritual, amorosa, material incluso, de que le resolvieran los problemas diarios, él no se hubiera podido dedicar a escribir y hacerlo tan bien». Eso dijo en su discurso Julián Marías cuando Delibes fue aceptado en la Real Academia Española en 1975: «No se puede entender la vida de Miguel Delibes sin la presencia constante de esa alegría serena a la que solíamos llamar Ángeles. Esa mujer, maternal y niña a la vez, que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir». Aunque Miguel cazase solo, pescase solo y escribiese solo; aunque fuese a la Escuela de Comercio o al periódico solo, la referencia en todo era Ángeles. «Eso le mató realmente —concluye Elisa—. En todo lo que hacía, pensaba: “A ver qué piensa Ángeles de esto, a ver qué opina”. Y llegó un día en que Ángeles no podía opinar nada». la presencia de la ausencia. A mediados de 1974, Ángeles empezó a enfermar. Al principio, los síntomas no hablaban de un tumor; simplemente le dolía mucho un hombro. Ella hacía vida normal, fue a un médico, que le mandó unas tablas de ejercicios. Ángeles los hacía corriendo, para que no le quitaran mucho tiempo, hasta que un día se mareó. 22—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Miguel y Ángeles, de novios, en Valladolid.

Miguel y Ángeles en su boda en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes de Valladolid (1946).

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«Yo me asusté muchísimo —cuenta Elisa—. Vi la muerte; que eso era posible. En ese momento supe que estábamos asistiendo a una tragedia a cámara lenta. A mi padre le desesperaba. Me da mucha pena decirlo, pero él no admitía que mi madre estuviera enferma. De una forma un tanto egoísta, no entendía su vida sin ella». Si Elisa vio la muerte, fue porque antes había visto otras cosas. Por ejemplo: cómo su madre, en otra consulta, se tocó la oreja en vez de la nariz, como le había ordenado el doctor. O cómo una mañana se levantó con la cara asimétrica. O porque los médicos le habían dicho que su madre tenía un tumor cerebral benigno. «No era un tumor fácil de extirpar, aunque los especialistas tenían esperanzas», aclara. Durante la intervención, lo más probable es que los cirujanos tuvieran que sacrificar el nervio facial, que da equilibrio al rostro. «Cualquiera que fuera la solución del problema, tu madre estaba abocada a transfigurarse, a dejar de ser la mujer que habíamos conocido», escribe Delibes

en Señora de rojo sobre fondo gris. Fue su marido quien le contó la posibilidad de perder el nervio: «Ella no se alteró. Dijo serenamente: “Tal vez sea preferible eso a no vivir. En todo caso, siempre será mejor que engordar quince kilos”». Sin embargo, su hija Elisa asegura que su madre, «que era una persona muy mona y a la que le gustaba mucho arreglarse, no hubiera podido ir con una cara deforme». Por petición de Ángeles, los cinco hijos mayores fueron a despedirse antes de la operación. Ella les pidió que, si le pasaba algo, no dejaran a su padre solo. «No quería hacer un drama, pero ninguno nos atrevimos a mirarnos ni a mirarla —relata Elisa—. Esa sensación de que lo importante era mi padre estuvo hasta el final. Él tenía 54 años, era un hombre famoso, con dinero, podía haber rehecho su vida, pero no la rehízo. Mi madre estaba en lo cierto. Sabía que iba a ser así». Después de la operación, los siete hermanos entraron en la habitación y Ángeles les reconoció. Todos se tranquilizaron. Un poco más tarde se marcharon a comer


Miguel y Ángeles junto a sus siete hijos, Luis Silió y Pepi Caballero, en el despacho de su casa de Valladolid.

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Ya casados, Miguel y Ángeles en un columpio en Sedano.

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y Elisa siguió cuidándola en el hospital. Media hora después apareció su padre. «Vete tú a comer», le dijo. Entonces Miguel se quedó a solas con su mujer. Pasaron cinco minutos. Todo se complicó. Volvieron a intervenirla de urgencia. Miguel esperaba fuera. Sus hijos se acurrucaron junto a él. Fue la única vez que le vieron llorar. Miguel siguió hablando de Ángeles el resto de su vida. «Muchas de las cosas que cuenta en Señora de rojo son porque las revivíamos continuamente o porque se las conté yo», sostiene Elisa. Tras la muerte de Ángeles, se mudó a casa de su padre para cuidarle, donde convivió con él hasta su fallecimiento el 12 de marzo de 2010. Durante esos años, gracias a las conversaciones con sus hijos, Miguel conoció anécdotas de su mujer que no había escuchado antes. Por ejemplo, la del autobús, que acabó escribiendo en Señora de rojo sobre fondo gris. En más de una ocasión, Ángeles, acompañada por Elisa, salió de casa sin dinero y no se daba cuenta hasta montarse en el autobús. Entonces ella apelaba

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a la solidaridad de los viajeros: «¿Habrá alguien tan amable —decía— que pueda prestarme dos reales? Y, súbitamente, se producía la fascinación colectiva, aquel movimiento de adhesión que despertaba su presencia. Veinte manos, con veinte monedas, se alargaban hacia ella diligentes, desprendidas. Y ella tomaba una, daba las gracias y la entregaba al cobrador, quien, un tanto achicado por asimiento tan unánime, balbuceaba: “Discúlpeme, señora, pero las normas de la Compañía son las normas de la Compañía. Yo no puedo hacer otra cosa”». Fruto de esas conversaciones con sus hijos y de sus recuerdos —como el detalle que tenía Ángeles de marcar sus enfados atándose un hilo blanco al dedo meñique y olvidándolos cuando se caía—, Delibes publicó ese retrato de su señora de rojo en 1991. Pero nunca se recuperó de la ausencia de su presencia. «Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad».

Ángeles de Castro con sus hijas Ángeles y Elisa en su casa de Sedano.

BIBLIOTECA NACIONAL

La exposición de una vida La pandemia, el confinamiento y las restricciones en la movilidad o el aforo no han impedido que se celebre de diversas formas el centenario de uno de los mejores escritores castellanos del último siglo. Además de charlas y mesas redondas para divulgar los libros del escritor, la Biblioteca Nacional de España organizó una exposición, llamada «Delibes», en la que pudieron contemplarse más de doscientos objetos personales del autor, entre los que se encontraban libros impresos, manuscritos, fotografías, dibujos, lienzos… Puede visitarse hasta el 3 de mayo en Valladolid. Borrador de «Señora de rojo sobre fondo gris». (amd, 54, 1)

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AHORA BIEN Enrique García-Máiquez

El espíritu de la Vespa

via la cabeza en el encuadre, ay, para sacar centrada la moto. No le vio la gracia. Pero me perdonó; y hasta ahora. Para no estar nostálgico —apuntará el perspicaz lector— te has marcado tres párrafos, tres, de remembranzas vesperas. Sí, pero son vespertinas, y hacían falta para lo importante, que viene a continuación. No estoy nostálgico porque sigo teniendo aquella Vespa, la misma. Y ahora, con la Vespa ya arrancada, arranca de verdad este artículo. Tanto me gusta montar en moto que no me importa hacer gestiones, si es en ella. Por eso, dulce, mi mujer acompaña sus constantes peticiones y encargos con un «Es un momento, anda, ve en Vespa…». Y no es una venganza por la olvidada decapitación, ojo, sino que ella me conoce. Salgo corriendo y contento hasta a por el pitorro de una olla exprés. Buscándolo me he cruzado el Puerto de punta a punta, de tienda en tienda, y disfrutándolo. Si puedo ir al trabajo (en otro pueblo) en moto, porque me lo permite el tiempo (que hace) y el tiempo (que Cualquier tontería que nos hace disfrutar de lo tengo) ya es una aventura y voy con otro ánimo. He ido, incluso, a pagar las tasas municipales con una sonrisa y cuando me vi relindo no es una tontería, porque esa pequeña flejado en un escaparate sonriendo a solas, entre mi Vespa y yo, alegría se contagia al universo entero. me di cuenta de que tenía que escribir este artículo. Porque ese espíritu encierra una enseñanza que merece ser O TEMAN. No vengo a escribir un artículo nostál- propuesta. La afición por algo —rayana en el amor— hace que gico, añorando a la Vespa que me trajo y llevó en nada relacionado —fíjense ustedes, nada— te parezca tedioso o los dorados años —oh, juventud, divino tesoro— impertinente o intrascendente o idiota. ¡Ni las tasas municipade la Universidad de Navarra. Casi ninguno de los les! Si puedo ir en Vespa, ya me compensa y voy tumbándome de mi tiempo la recordará, salvo los que se montaron conmigo en las curvas, quemando caucho, acelerando por el placer del alguna vez, que esos sí, por el frío indescriptible que entonces rugido del motor, aceptando como una caricia y un abrazo la pasábamos los tres: mi acompañante, yo y la pobre Vespa, brisa en la cara e hinchándome la camisa; y frenando con ganas ideada para entornos más mediterráneos. Algún amigo la consi- en los pasos de cebra. deraba una prueba de fuego —¿de fuego?, ¡de hielo!— para mis Que esto me pase con la Vespa no dice nada en contra de la pretendidas. Casi ninguna repetía en la Vespa, y me consolaba lección, aunque lo diga de mi frivolidad. Pero pongamos que pensando que era por la nieve, el agua, el viento y el relente; y no sentimos lo mismo por el amor a Dios y que, en cualquier cosa porque yo las dejase frías. que hacemos, lo llevamos al lado dando sustancia a lo más triA cambio de eso, la Vespa no me soltó jamás de su mano. Me vial o a lo más trabajoso. O por el amor a tu mujer. O por el amor veo acelerando por la carretera del campus, rozando los árboa tus hijos. O por el sentido de tu vocación profesional. O, todos les, surfeando los charcos, en paralelo al río juntos, de la Vespa para arriba, simultáneos Sadar, sabiendo que llegaría a clase por los y coordinados. Te cambia la vida. Lo sé por LA PREGUNTA DEL AUTOR pelos y empapado, pero bien fresco. Si salía experiencia (motera). Las molestias y los por las noches, lo mejor, en el fondo, era ir y contratiempos se convierten de golpe en en¿Qué cosas, proyectos, volver por esa avenida estupenda de Pío XII cantadoras excusas, en pretextos pródigos, ideas o personas son y sortear sus semáforos —o meter puño o en coartadas exactas y en maravillosos moticapaces de transformar punto muerto o freno y equilibrio— cogiénvos para disfrutar lo que sea como quien no nuestro día corriente en dolos siempre en verde. Caigo en que nunca quiere la cosa. Lo recomiendo vivamente. algo divertido y delicioso? me caí en Pamplona: no besé el suelo, como se dice. ¡Con lo que yo aprecio el solar de mi Enrique García-Máiquez [Der 92] es poeta y ensayista. @EGMaiquez alma mater! egmaiquez.blogspot.com.es Se vino conmigo de vuelta a Cádiz. Una @NTunav vez hice una foto a mi entonces novia en la Opine sobre este asunto en Vespa con mi perra encaramada a la bandeja Twitter. Los mejores tuits se de los pies, donde le encantaba ir. Dije, pompublicarán en el siguiente número. posamente: «Mis tres amores: la del reino inanimado, la del reino animal y la humana». Cuando revelé la foto, había cortado a mi no-

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Grandes temas Ciudadanos en las aulas

Para devolver a la educación su sentido originario Los retos más importantes de una sociedad solo pueden asumirlos ciudadanos virtuosos, que sepan desentrañar el bien común y luchen por alcanzarlo aun cuando su propio bienestar se vea en riesgo. Formar personas comprometidas es la finalidad que persigue el movimiento de la educación del carácter. Desde los años noventa, Estados Unidos, Reino Unido, Indonesia o Singapur han incorporado este enfoque en sus programas de enseñanza públicos para recuperar el sentido más noble de la educación. texto Juan P. Dabdoub [PhD 19], codirector del proyecto «Programa de liderazgo en educación del carácter» de la Universidad de Navarra, la Universidad Panamericana y la Universidad de Missouri-St. Louis ilustración Diego Fermín

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Grandes temas Ciudadanos en las aulas

«La educación del carácter promueve el desarrollo de virtudes morales y cívicas en las instituciones educativas, ya que sin ellas pierden sentido los conocimientos y las competencias de los planes de enseñanza»

«las escuelas están perfectamente diseñadas para los resultados que obtenemos. Si no nos gustan los resultados, necesitamos rediseñarlas». Esta frase de Paul Houston, exdirector ejecutivo de la Asociación Americana de Administradores Escolares, ha hecho reflexionar sobre cuáles son los frutos que se espera recoger en las escuelas. Muchos docentes opinan que su finalidad se limita a surtir a los estudiantes de un nivel de cultura general y a desarrollar técnicas, competencias y habilidades que les permitan realizar un trabajo profesional. Sin embargo, numerosas voces se han alzado en las últimas décadas para decir que esta perspectiva de la educación no contempla su fundamento esencial. Además, sostienen que esta visión se muestra insuficiente para asumir las dificultades y retos de nuestra sociedad. En los años setenta, el psicólogo Louis Raths identificó los siguientes comportamientos en las personas que carecen de valores o convicciones morales: son individuos apáticos, sin entusiasmo, que permanecen pasivos ante lo que les rodea; que se interesan por muchas cosas pero durante poco tiempo, incapaces de perseverar; que no saben qué es lo que quieren y les cuesta tomar decisiones; que van a la deriva sin ningún plan o meta; que son conformistas y se dejan llevar por la opinión dominante; otros, los disidentes por defecto, encuentran su razón de ser en quejarse y llevar la contraria. Más recientemente, en 2004, el director del Stanford Center on Adolescense, William Damon, detectó en la ciudadanía unas carencias similares a las descritas por Raths: una actitud cínica ante los valores morales y las metas magnánimas, una visión derrotista del futuro, un coraje «disuelto», desconfianza —en uno mismo y en los demás— y, sobre 28—Nuestro Tiempo  invierno 2021

todo, la ausencia de propósito, compromiso y dedicación, algo que denomina «fracaso del espíritu». Ese vacío interior que ambos destacan, esa desesperanza y búsqueda de satisfacciones superficiales e inmediatas puede parecer una crítica contemporánea. Sin embargo, tiene muchos puntos en común con aquello que Aristóteles menciona sobre los jóvenes en la Retórica: «Propensos a los deseos pasionales y de la condición de hacer cuanto desean. [...] Pero también son volubles y prontos en hartarse de sus deseos [...], pues sus afanes son agudos, mas no grandes, igual que la sed y el hambre de los enfermos». Entonces como ahora, sigue siendo un reto que las personas lleguen a desarrollar lo necesario para hacer suyos los afanes grandes y nobles que llenan de significado la vida humana. Estos autores, y muchos otros, coinciden en que gran parte de los problemas a los que se enfrenta la sociedad en la actualidad tiene su origen en la educación moral de los ciudadanos y podrían evitarse prestándole más atención. Desde los años noventa, profesores, psicólogos, filósofos y líderes sociales luchan por recuperar la que consideran la auténtica finalidad de la educación. Tanto a nivel escolar como universitario, el movimiento conocido como «educación del carácter» promueve el desarrollo de virtudes morales y cívicas en las instituciones educativas, ya que sin ellas pierden sentido los conocimientos y las competencias de los planes educativos. Después de un siglo, continúa vigente la frase de Theodore Roosevelt: «Educar a una persona en la mente y no en la moral es educar una amenaza para la sociedad». un nuevo modo de ser. En la Ética a Nicómaco y en la Política, Aristóteles aborda la importancia de la formación de los ciudadanos, resaltando «la necesi-


«Muchos docentes fracasan al intentar desarrollar la virtud en sus estudiantes porque se centran en lo que hay que hacer, en lugar de comenzar cultivando en sí mismos el fruto que esperan cosechar»

dad de haber sido educados de cierto modo ya desde jóvenes, como dice Platón, para poder alegrarnos y entristecernos como es debido; en esto consiste, en efecto, la buena educación». Según el Estagirita, aquello que hace falta educar para desarrollarnos plenamente es un «buen carácter». Resulta difícil definir qué es el carácter o cómo se cultiva. Desde Character.org, una de las organizaciones con mayor influencia en este ámbito, expresan el concepto con las tres haches: «Head, Heart and Hands». Según su propuesta, ampliamente extendida, el buen carácter se apuntala en comprender (head), preocuparse o querer (heart) y actuar (hands) conforme a los valores éticos fundamentales. Otras corrientes, como el aprendizaje socioemocional, la psicología positiva o la ética del cuidado, comparten aspectos teóricos y prácticos con la educación del carácter. Sin embargo, esta se distingue por su énfasis moral: tiene la firme convicción de que existe un bagaje moral universal para las acciones humanas, entre las que se puede llegar a distinguir buenas y malas, mejores y peores, convenientes e inconvenientes, considerando elementos universales —lo que nunca cambia— y particulares —lo que depende de cada caso—. Aunque se suele identificar la educación del carácter con la transmisión de unas ideas éticas, esta no es su esencia ni su método principal. La educación del carácter trata de generar una cultura, un clima en el que el discurso es vida, vida que se contempla y experimenta en las relaciones y en el ambiente de la comunidad escolar. Pero ¿cómo se concreta la educación del carácter?, ¿cuál es el programa que sigue? Estas pertinentes preguntas surgen con frecuencia en cursos para directivos y profesores. No obstante, hay una cuestión

previa y angular en cualquier iniciativa que pretenda formar el carácter de los jóvenes: quiénes son las personas que educan. Muchos docentes fracasan al intentar desarrollar la virtud en sus estudiantes porque se centran en lo que hay que hacer, en lugar de comenzar cultivando en sí mismos el fruto que esperan cosechar. ¿Puede un educador con mal carácter contribuir a desarrollar un buen carácter en sus alumnos? Como sostiene el psicólogo estadounidense Thomas Lickona, la herramienta más poderosa que tenemos para mejorar el carácter de un niño es nuestro propio carácter. Los estudiantes no solo aprenden de lo que dicen sus profesores, sino sobre todo de lo que son. Citando al autor de El coraje de enseñar, Parker Palmer, «no podemos evitar enseñar quiénes somos». Así lo refleja también el profesor de la Universidad de Missouri-St. Louis Marvin Berkowitz al referirse a la educación del carácter como «un modo de ser y, especialmente, un modo de ser con los demás». Este nuevo modo de ser, en definitiva, no trata tanto de hacer unas cosas u otras, sino de quiénes somos y de cómo hacemos las cosas. Abundantes estudios e investigaciones muestran cuáles son las mejores metodologías para generar una nueva cultura en las escuelas. En esta línea, el modelo PRIMED, ideado por Berkowitz, profundiza en prácticas efectivas para promover el desarrollo del carácter. Su planteamiento ha recibido acogida en países con culturas muy diversas como Estados Unidos, Singapur, Taiwán, Kenia, Colombia, España o México. PRIMED es el acrónimo de seis principios para transformar las instituciones educativas en comunidades que cultivan virtudes morales y cívicas. El primero pone de relieve que el carácter debe ser una auténtica prioridad (P) en las escuelas, una meta invierno 2021  Nuestro Tiempo —29


Grandes temas Ciudadanos en las aulas

que solo puede alcanzarse si los líderes le conceden protagonismo. De modo particular, deben promover relaciones (R) de cuidado en toda la comunidad. «A los niños no les importa cuánto sabes hasta que saben cuánto les importas», afirma John C. Maxwell, escritor y experto en liderazgo. El objetivo es que los alumnos desarrollen aquello que hace falta para que sus acciones sean motivadas intrínsecamente (I) por razones auténticamente morales, en vez de depender de premios, castigos o alabanzas públicas. Todos en la escuela, y más los adultos, deben procurar ser modelos (M) de virtud, de los que los estudiantes puedan aprender. Siguiendo a Gandhi, se trata de «ser el cambio que queremos ver en el mundo». En quinto lugar, el empoderamiento (E). Para crecer en una comunidad y generar contextos donde se desarrollen las virtudes, resulta imprescindible que todos sus miembros —profesores, administradores, personal de apoyo, estudiantes, padres— tengan voz. «El carácter se desarrolla en parte a través del sentido de la propia autonomía», apunta Berkowitz. Por último, el éxito escolar en el modelo PRIMED depende también de la pedagogía del desarrollo (D). Puesto que los resultados no son inmediatos ni se consiguen repitiendo siempre lo mismo, hace falta impulsar estrategias en función del proceso de maduración de las personas. La mayoría de las prácticas de educación del carácter puede clasificarse en uno o varios de estos principios. Incluso iniciativas de otros enfoques similares, como la educación cívica o la educación emocional, pueden distribuirse en estas seis categorías. El artículo What Works in Character Education, escrito por Marvin Berkowitz y Melinda Bier en 2007

Dirigir el cambio El programa Leadership Academy in Character Education, impulsado por Marvin Berkowitz y Melinda Bier en la Universidad de Missouri-St. Louis, cuenta con una versión denominada vLACE. Se trata de una adaptación en formato blended learning, en el que se conjugan vídeos de líderes 30—Nuestro Tiempo  invierno 2021

de educación del carácter con actividades y dinámicas organizadas por un facilitador capacitado. De este modo, el curso puede impartirse en diversos países y ciudades. La edición en castellano de vLACE la han organizado la Universidad de Navarra en España y la Universidad Panamericana en México.

y financiado por la John Templeton Foundation, recoge las conclusiones de un centenar de estudios que evalúan el impacto de la educación del carácter. Los autores catalogan treinta y tres programas efectivos en las dimensiones «Head, Heart and Hands» para desarrollar la «bondad humana» y correlacionan indicadores como conductas de riesgo, competencias prosociales, resultados académicos y funcionamiento socioemocional. los mitos de la educación del carácter. A pesar de la resonancia tan positiva de la educación del carácter en las últimas tres décadas, se escuchan voces discordantes. Por ejemplo, hay quien piensa que carece de sentido plantearse la virtud como objetivo o resultado de la educación ante la imposibilidad de demostrar empíricamente si se desarrolla o no. Cuando Isabel II del Reino Unido recibió en 2018 al profesor James Arthur, director del Jubilee Centre for Character and Virtues de la Universidad de Birmingham, para condecorarle por sus iniciativas en favor de la educación del carácter, la monarca le preguntó si la virtud podía medirse. Y Arthur contestó: «La virtud no se mide, su majestad, se reconoce». Efectivamente, los rasgos de la persona virtuosa —conocimientos, motivaciones, emociones, conductas, etcétera— sí se pueden calibrar. Su análisis permite entender la efectividad de estas estrategias y, por lo tanto, justificar su integración en el sistema pedagógico. Frente a quienes creen que no se puede incluir una lista de valores en el plan educativo porque nuestra sociedad es incapaz de llegar a un acuerdo en principios éticos, Thomas Lickona defiende en el libro Educating for Character que existe un terreno ético común, incluso en el océano de diversidad vigente. Asuntos como el aborto, la identidad sexual y de género, la eutanasia o la pena capital suscitan controversia. Sin embargo, hay muchos valores compartidos que posibilitan una educación moral pública en una sociedad plural. De hecho, el pluralismo en sí no es factible sin un consenso en valores como la justicia, la honestidad, el civismo, el proceso democrático y el respeto por la verdad. No conviene abandonar toda la educación moral por no encontrar un acuerdo en determinados asuntos conflictivos. En buena parte, su resolución reside en que los ciudadanos integren en sus vidas los valores morales



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«La educación del carácter trata de generar una cultura, un clima en el que el discurso es vida, vida que se contempla y experimenta en las relaciones y en el ambiente de la comunidad escolar»

fundamentales, aquellos imprescindibles para dialogar y buscar el bien común. También se suele afirmar que la educación del carácter no es una competencia de las escuelas sino de las familias. Ahora bien, como señala Marvin Berkowitz, «no se puede no educar el carácter». La mera presencia de un adulto repercute en el carácter de los niños, más aún si tienen una relación cercana como la de un profesor con sus alumnos. No hay un interruptor de apagado para educar. Mientras algunos centros delegan esta tarea en la intuición de cada docente, otros fomentan estratégicamente esta dimensión en su plan educativo y marcan el rumbo que quieren seguir, en lugar de ir a la deriva. El mito de que las necesidades académicas acaparan todos los recursos e impiden «poner algo más en el plato» de los centros educativos es otra de las ideas disonantes. Los partidarios de la educación del carácter subrayan que no es un ingrediente extra: la educación del carácter es el plato. No se trata de hacer más cosas, sino de cambiar el modo en que hacemos todo. En este sentido, las directoras de escuelas públicas estadounidenses Amy Johnston, de Francis Howell Middle School (Weldon Spring, Missouri), y Kristen Pelster, de Ridgewood Middle School (Arnold, Missouri), aseguran que el esfuerzo dedicado a transformar la cultura de sus comunidades incidiendo en la educación del carácter ha traído consigo una sorprendente mejora en los resultados académicos de sus estudiantes y en las relaciones entre todos los miembros de sus centros. a liderar también se aprende. Ser buena persona no es suficiente para ser buen profesor, ni para generar una cultura en las escuelas que fomenten el cultivo de las virtudes. Saber hacer esto profesio32—Nuestro Tiempo  invierno 2021

nalmente requiere formarse. Diversas instituciones ofrecen programas sobre educación del carácter. Entre ellos, el Master in Character Education organizado por el Jubilee Centre for Character and Virtues de la Universidad de Birmingham, o el Máster en Educación del Carácter y Educación Emocional de la Universidad Internacional de La Rioja, ambos online. También se imparten cursos con un alto componente socioemocional, como los diseñados por el Social-Emotional and Character Development Lab de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey), e iniciativas dirigidas a incidir en el carácter de los participantes, como el Oxford Character Project de la Universidad de Oxford. Uno de los programas que ha alcanzado más prestigio internacional es Leadership Academy in Character Education (LACE), puesto en marcha en 1998 por el Center for Character and Citizenship, que dirigen Marvin Berkowitz y Melinda Bier en la Universidad de Missouri-St. Louis. La finalidad de este plan formativo anual consiste en desarrollar en los directivos de instituciones académicas los conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para convertir sus escuelas en verdaderas comunidades de aprendizaje. En ellas, la educación del carácter es una parte vital del plan de estudios y de la cultura del centro educativo. LACE se centra en el director como la pieza clave para liderar el cambio en la escuela. Al final del curso, una vez que el director ha cultivado su propio carácter y ha profundizado en la ciencia de la educación del carácter, conforma un plan a cinco años —el tiempo necesario para que cristalice un auténtico cambio— y decide qué recursos conviene invertir para transformar la cultura de su centro.


«Hay muchos valores compartidos que posibilitan una educación moral pública en una sociedad plural. De hecho, el pluralismo en sí se basa en un consenso en valores como la honestidad, la justicia o la verdad»

En estas dos décadas, más de ochocientos directores se han preparado con LACE y 82 de sus escuelas han recibido el reconocimiento de «National School of Character» que otorga la asociación Character.org. cuando los valores son una apuesta pública. Ante los buenos resultados de estas estrategias, algunos países han decidido incluir la educación del carácter en sus programas públicos. Un caso especial es Estados Unidos, que desde los años noventa ha experimentado un resurgir de esta educación. En 1992 un movimiento liderado por educadores y psicólogos se reunió en Aspen para potenciar el trabajo conjunto. Los participantes afirmaban la existencia de una lista de valores centrales —core values— comunes a toda la sociedad y que, por tanto, podían ser la base de la educación moral del país. Por nombrar una de las consecuencias de la Aspen Declaration on Character Education, entre 1993 y 2009, cerca de cuarenta estados americanos aprobaron leyes que establecían o recomendaban algún aspecto de educación del carácter en sus escuelas. En esta reunión también surgió la Character Education Partnership —hoy denominada Character. org—, que en estos años ha dado origen a más de treinta organizaciones que velan por la educación del carácter a nivel estatal. En 2019, el informe de los departamentos de Educación y Seguridad de Estados Unidos presentó el modelo PRIMED como una de las cinco recomendaciones nacionales para promover la seguridad en las escuelas. En Reino Unido, la influencia del Jubilee Centre for Character and Virtues durante la última década ha conseguido incluir la perspectiva de la educación del carácter en las políticas educativas nacionales.

Volviendo la vista a Oriente, el ministro de Educación de Indonesia, Muhammad Nuh, apuesta por la educación del carácter desde 2010. Considera que este enfoque constituye la base para crear una sociedad moral, ética, civilizada y rica culturalmente. En el caso de Singapur, está presente en el currículo académico nacional desde 2014. Su ministro de Educación, Heng Swee Keat, afirma que el sistema educativo debe «nutrir a los ciudadanos de buen carácter, de modo que tengan la resolución moral de afrontar un futuro incierto, y un fuerte sentido de responsabilidad para contribuir al éxito de Singapur y al bienestar de sus compatriotas». Por último, los Emiratos Árabes Unidos han exigido a todas las escuelas —públicas y privadas— que sigan un programa de educación moral centralizado, explícitamente secular, y con un enfoque humanista. Es difícil hablar de movimientos nacionales en Hispanoamérica a favor de la educación del carácter. Sin embargo, existen algunas iniciativas prometedoras. La Secundaria TEC de Monterrey de Ciudad Juárez (México) y el Colegio Nueva Granada de Colombia han sido reconocidos como «National Schools of Character», gracias a los programas que han puesto en práctica en los últimos años. Cada vez son más los países y las organizaciones que avalan la necesidad de incluir el desarrollo de las virtudes en los sistemas educativos, que se preguntan qué porvenir le espera a la humanidad sin ciudadanos que sepan, quieran y puedan —«Head, Heart and Hands»— velar por el bien común, incluso cuando se vea comprometido su bienestar individual. Este es el cometido de los que apuestan por el movimiento de la educación del carácter, intentando devolver a la educación su más noble y original sentido. Nt

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CUATRO «MUJERES BRÚJULA» CON NORTE HUMANO Tiziana es una ejecutiva italiana que convirtió su empresa en un volcán de dignidad profesional y personal donde, por ejemplo, tener hijos es una fiesta. Pilar vive en Shanghái y ha puesto en marcha un orfanato que ofrece calor y horizontes a niños abandonados. Celine es ginecóloga en Kinsasa y atiende a mujeres que dan a luz en un entorno sociosanitario con muchas sombras. Y María José dirige una asociación que lucha para que jóvenes chilenos con discapacidad intelectual disfruten de condiciones laborales justas. Entre las cuatro han ayudado a miles de personas. Son mujeres con un norte claro, influencers de humanidad en un mundo herido. texto Álvaro Sánchez León fotografía Cedidas

@asanleo

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mujeres brújula en un bosque de retos es un híbrido de ensayo e historias personales escrito por Isabel Sánchez, secretaria central del Opus Dei, según la editorial Planeta «una de las mujeres más influyentes de España». En el libro aborda con mirada trascendente y enfoque cristiano algunos de los grandes desafíos que, en su opinión, afronta nuestro mundo: educación, paz, trabajo, cuidado mutuo, liderazgo, solidaridad y sostenibilidad. Lo hace mostrando el potencial de la mujer en cada uno de esos campos a través de vidas y proyectos concretos, lo que convierte el libro en un vademécum de catarsis pacífica mundial que empieza en el interior de las personas. Esos parecidos y diferencias quedan de manifiesto en los retratos de Tiziana, Pilar, Celine y María José. De norte a sur y de este a oeste —en Milán, Shanghái, Kinsasa y Santiago de Chile— andan alicatando sus entornos de humanidad.

Tiziana se crio en Nomadelfia, una comunidad cristiana muy centrada en la fraternidad. Allí aprendió a convertir su empresa en una familia.

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Tiziana Bernardi La banquera milanesa que apuesta por el capital humano

T

iziana Bernardi es una alta ejecutiva en la banca italiana. Nació en 1956 en Nomadelfia, una comunidad fundada en 1947 en la Toscana donde unas sesenta familias ponen todo en común: no tienen sueldos, ni apellidos, ni horarios, pero son una piña, intentando imitar el espíritu de los primeros cristianos. De hecho, el papa Francisco les visitó en 2018 y les animó a seguir adelante con ese modelo de vida donde rige «la ley de la fraternidad». Sus padres, huérfanos, se criaron allí. Crecieron y formaron una familia con cinco hijos en un contexto de pobreza crónica. Cuando Tiziana cumplió tres años dejaron la comunidad, pero esa denominación de origen quedó en ella para siempre. Desde pequeña arrimó el hombro para ayudar a sus padres, empleados en una empresa metalúrgica. Vaciaba las papeleras de los despachos y soñaba con ser secretaria. Durante los veranos volvía a Nomadelfia a respirar «la riqueza y la raíz de aquellos valores». A los quince años trabajaba por las mañanas y estudiaba por las tardes un diploma superior en Finanzas. Lo hacía contra la voluntad de su padre, «que pensaba que una mujer entre libros estaba perdiendo el tiempo».


Desde 2015 Tiziana es el alma de la ONG Onlus Golfini Rossi, un proyecto social en torno al monasterio benedictino de Mvimwa (Tanzania).

Milán

Cuando cumplió dieciocho, empezó una intensa trayectoria en la banca, una mezcla de prueba de obstáculos y salto de altura. La secuencia puede dar vértigo: comenzó de asistente en el Banco de América en Italia y terminó, varios años y miles de horas de trabajo después, siendo vicepresidenta de Unicredit, uno de los grupos más importantes de Europa. En medio, su boda con Carlo, un inspector bancario «que viajaba entre semana y paraba en casa los sábados y domingos», dos embarazos que le impidieron ocupar puestos directivos en principio previstos para ella, y traslados a Luxemburgo, Verona y Roma. Y una conclusión: el sector necesitaba un nuevo liderazgo. En 1996, con cuarenta años, Tiziana llegó a la cúspide de un mundo empresarial donde reinan la eficiencia, la agresividad —«tenéis que cortar cabezas», «si hace falta, se maltrata a quien sea para que se vaya»— y los beneficios, «aunque también hay hueco para los valores». Bernardi se puso manos a la obra con un lema claro como punto de partida: «Competencia, competencia, competencia»: trabajo de calidad. Para eso, la jefa no se encierra en su despacho: escucha, come en la cafetería con los empleados y se toma en serio «invertir en el personal». Las ideas que proponen las desarrolla con rapidez y los trabajadores dejan de mirarla de reojo y le ofrecen su confianza. Por ejemplo, una mujer le planteó: «¿Por qué no ponemos una guardería de la empresa? Me gustaría tener familia, pero vivo muy lejos y no sé cómo cuidar de los hijos que vengan». Tiziana respondió: «A partir de ahora trabajarás para poner en funcionamiento una guardería. Eres la persona perfecta para resolver este problema de muchos padres». Unos meses después se inauguró la primera guardería de Unicredit. Iba de frente «buscando relaciones transparentes y auténticas» con los profesionales, «que, para mí —asegura— eran más importantes que los clientes». Evaluaba los ascensos con el jefe de Recursos Humanos con criterios claros. «Una vez rechazó a una candidata para un cargo por ser una joven guapa que, según él, se casaría y se quedaría embarazada. Aquello me recordó lo

que yo había vivido, así que le pedí que pensara inmediatamente en un sistema para celebrar por todo lo alto el nacimiento de los hijos de cualquier empleado». Se produjo una revolución: por cada recién nacido se plantaría un árbol en un parque cercano. Fueron cientos y se bautizaron con los nombres de los bebés. Se instituyó el Día del Niño y, por supuesto, estar embarazada dejó de ser discriminatorio para lograr un ascenso. Otro ejemplo. Hace unos años sufrió un cáncer de mama y comprobó que la cobertura del seguro de la empresa no era suficiente. «Expuse mi caso y las pólizas se cambiaron a favor de todas las mujeres». A partir de entonces, estableció una estrategia de apoyo a la salud de los empleados con exámenes médicos anuales, ayudas para dejar de fumar, respaldo psicológico gratuito en horario laboral o un servicio de osteopatía. Además, partido a partido, logró que el consejo de administración afianzara buenas prácticas como dinamitar las brechas salariales entre hombres y mujeres o facilitar el teletrabajo. Después de más de diez años como directora general de Unicredit Process and Administration y vicepresidenta del grupo Unicredit, puede decirse que Bernardi consiguió el oro en reputación interna y externa, demostrando «que el salario no es la palanca más importante para motivar a las personas». Pero en 2013 la vida de Tiziana cambió de registro. Su marido enfermó de cáncer. Aunque «el primer diagnóstico fue invierno 2021  Nuestro Tiempo —37


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terrible», salió adelante pronto. Sin embargo, aquella nueva experiencia cercana del dolor supuso un shock para la familia. Pararon. Pensaron. «Sentimos una necesidad enorme de felicidad, porque lo que teníamos no nos parecía suficiente». En busca de esa alegría honda, su hijo Pietro decidió hacer un voluntariado en Tanzania y Tiziana le acompañó. Un giro de guion radical. Tras cuatro décadas en la banca, negoció su salida en 2015 por una corazonada con fundamento: «Expliqué las razones al director general del grupo. Le hablé de África y me dijo que tenía mucha suerte de ser tan libre para tomar decisiones valientes». Tanzania la fascinó. Decidió involucrarse a fondo, hasta el punto de utilizar la indemnización del banco para fundar la ONG Onlus Golfini Rossi y de pagar con su actual pensión a los que se encargan de profesionalizar sus proyectos en esta reserva educativa y asistencial en torno al monasterio benedictino de Mvimwa. De ella se benefician los veinte mil vecinos de la localidad, los usuarios de cuarenta y seis dispensarios médicos que dependen de la abadía y, de algún modo, toda Tanzania, porque hacen promoción de la salud, higiene y nutrición de la mano del Ministerio de Sanidad. Desde hace más de cinco años Tiziana vuelca en las personas pobres de las aldeas rurales el mismo compromiso y la misma pasión de siempre porque las considera familia. Puro ADN de Nomadelfia. Sigue viviendo en Milán, pero allí tiene solo un pie. La cabeza, el corazón, las manos y el otro pie están en Mvimwa. En 2021 comenzarán la construcción de un centro de salud maternal y pediátrico y abrirán la primera residencia para niños y jóvenes con discapacidad. Entre Italia y Tanzania trabaja «con la certeza de haber encontrado la nueva felicidad que buscaba». Pero nadie regala nada. Entre julio y agosto de 2020 tuvo una crisis; a su marido le diagnosticaron otro tumor maligno; ella se cayó en la calle y su recuperación fue algo complicada; su madre sufrió dos accidentes cerebrovasculares y un hermano, un infarto. «Además, ¡el coronavirus! No entendía nada. Le pedí a Dios que me hiciera ver si debía abandonar África. La Providencia intervino con sencillez y eficacia. Comprendí que debía tener más fe y quedarme». A sus 64 años, y con la perspectiva de su rica trayectoria profesional, Tiziana sueña con la aportación de la mujer al mundo de hoy: «Contamos con una capacidad natural y estructural para proteger la vida. La maternidad es muy poderosa, también la no biológica. ¡Mira cómo santa Teresa de Calcuta cambió el destino de millones de personas! Aunque todavía queda un largo recorrido en muchas partes para que liberemos todas nuestras posibilidades, las mujeres deberían ocupar más puestos estratégicos en la sociedad civil, porque pueden y deben llenar de humanidad el planeta. Tenemos un potencial increíble». 38—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Pilar Tan Al rescate de niños huérfanos chinos Pilar lleva quince años al volante de la fundación WILL cuidando a niños abandonados en Shanghái.

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ilar Tan nació en Taiwán hace cincuenta y seis años. Se crio en España y vivió más de veinticinco en la costa oeste de Estados Unidos; de ahí su grado en Economía en UCLA. Además, estudió un máster en Comunicación en Madrid. En 2005 su familia se trasladó a Shanghái. Su empresa destinó allí a su marido, Jason, y ella pensaba que disfrutaría de unos años tranquilos. «Pero, hijo, me cansé pronto de ese estilo de vida, que no terminaba de llenarme. Empecé a hacer voluntariado y me conquistaron los niños huérfanos, que muchas veces son invisibles».


En 2006 su familia atendió a un niño de un orfanato que necesitaba una operación para corregir su labio leporino bilateral. Después de tres cirugías, decidieron ser la familia de acogida de J. J. Encontrar un colegio adaptado a sus circunstancias resultó imposible y, en ese camino, Pilar se hizo preguntas: ¿cómo podía ayudar a estudiantes que necesitan más tiempo, que aprenden más despacio pero que están capacitados para avanzar y abrirse camino en la vida? De aquella cuestión salió una respuesta: fundó en 2011 WILL —acrónimo de Walk Into Life and Learn—, que, desde entonces, acoge a niños abandonados, generalmente por haber nacido con una discapacidad intelectual. Según las autoridades chinas, en 2017 había 410 000 huérfanos en el país, cifra bastante menor que la que ofrecen Unicef y el Instituto de Investigaciones Filantrópicas de China. Además, la adopción de estos niños resulta muy complicada, porque más del 95 por ciento padece algún tipo de discapacidad, como publicó El País (1-72019). Para ese altísimo porcentaje Pilar impulsó WILL. Allí dan oportunidades a muchos niños en un clima de esperanza, y tratan de que cuenten con «las mismas

posibilidades que todos, haciendo que este mundo sea más sensato». WILL cuida, protege, educa, anima, desarrolla y da alas a chicos y chicas que estaban destinados al ostracismo social. Pilar, madre de dos niños, cree que «la única diferencia entre nuestros hijos y los huérfanos es que los primeros tuvieron suerte. ¿Suerte? ¡Sí! Porque, el día en que nacieron, sus padres no los dejaron a la orilla del río, ni en el pasillo de un hospital, ni los arrojaron a un cubo de basura». Aquellas imágenes en primer plano fueron para ella una bofetada, una sobredosis de realidad. Antes, Tan era una mujer china en medio de Occidente. Y afortunada. Admite que vivía, como muchos otros, «en una burbuja irreal que ni nos nutre, ni nos ayuda a ser más fuertes, ni nos ofrece retos apasionantes, ni estimula lo mejor de nosotros. La burbuja es solo la coraza de nuestro entorno cómodo». Aterrizar en Shanghái y convertirse en una mujer occidental en medio de Oriente le abrió los ojos y el corazón. Aunque su objetivo era adaptarse y llevar una vida sin aristas, «Dios tenía otro plan para mí —afirma—. Noto que estira constantemente mi potencial para que sea capaz de más, más y más. Y así soy muy feliz. De hecho, aunque estoy un poco cansada por el esfuerzo de estos años, sé que nunca me jubilaré, porque tengo una especie de adicción a seguir mejorando la vida de nuestros hijos».

Pilar contribuye a visibilizar la situación de más de 400 000 niños huérfanos que, según las autoridades chinas, viven en el país.

Shanghái

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Grandes temas Revoluciones silenciosas En su departamento nacen cada año Kinsasa entre 900 y 1 250 niños. Unos 1 200 han visto la luz gracias a su pericia desde que viste bata verde. Entre ellos, unas veinte criaturas que hoy sonríen por Kinsasa por culpa de Celine porque eran carne de aborto pero ella medió para tender una mano a sus madres y animarlas a que siguieran adelante con el embarazo. «Bastantes mujeres que han decidido abortar se quedan perplejas cuando ven y oyen cómo late la vida de sus hijos en una ecografía», asegura. En estos últimos años le toca instruir a los jóvenes que han optado por su misma especialidad. A ella le reservan las cesáreas: unas cuatro cada semana en esa ala de Monkole. Cuando nacer se complica, ahí está la mano de Celine. Ejerce en una zona donde cualquier formación es de primera necesidad, a vida o muerte, sobre todo entre la población femenina: «Todavía hay muchas chicas sin escolarizar y parece como si el futuro de las mujeres no interesara». Cierto; aunque la situación va mejorando, todavía el 35 por ciento de las mujeres del país son analfabetas, según la Unesco. Por eso, además de su absorbente labor diaria en el hospital, Tendobi está involucrada en diferentes iniciativas que unen mujer y salud: maternidad sin riesgos, cribado del cáncer de cuello de útero, información sobre VIH-sida… Lleva catorce años sacando del pozo a chicas «sin un porvenir sus cuarenta y siete años, Celine Tendobi es la jefa de claro pero con muchas capacidades para Ginecología del Centro Hospitalario Monkole, funda- aprender». Sí. A veces le ha podido el cansancio do en 1991: un torbellino de salud y dignidad ubicado en su ciudad natal, Kinsasa, una capital con más de catorce millones físico «aunque, al ver las necesidades cada vez más numerosas —reconoce—, me de habitantes y muchas necesidades propias del tercer mundo. Ante la falta de medios, el exceso de enfermedades y los pro- olvido de mis cosas y vuelvo al trabajo con blemas de higiene y nutrición a su alrededor, desde niña supo alegría y convicción». Yendo al fondo de su tarea y de su paque quería estudiar Medicina «para ayudar a los más desfavorecidos». Se licenció en su país y completó su preparación entre la sión por todo lo que hace, Celine está Clínica Universidad de Navarra y el Hospital Sant Joan de Déu de convencida de que Dios, «al crear a la Barcelona. «Mi objetivo era formarme y volver para que los con- mujer, puso en su corazón algo que nadie goleños pudieran aprovecharse de mis conocimientos. Quería más en la tierra puede sustituir. Solo hay que mirar a nuestras madres, hermanas, servirles con mi trabajo bien hecho». Eligió obstetricia porque «las personas más necesitadas son amigas, abuelas... Es algo que nos toca las madres y los niños». Me parecía la mejor manera, la más profundamente y nos cambia, animándocompleta, la más bonita y la más satisfactoria de ofrecerme a los nos a hacer bien las cosas para los demás y promover que las personas sean felices». pacientes y sus familias».

Celine Tendobi Tender la mano para dar a luz en medio del caos

Celine quería mejorar la vida de mujeres y niños, y se hizo ginecóloga. Ha ayudado a nacer a 1 200 criaturas a pesar del entorno hostil.

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María José López La igualdad de la discapacidad

María José es el motor de la fundación ConTrabajo. En cinco años ha logrado un empleo digno para 90 jóvenes con discapacidad intelectual.

Santiago de Chile

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aría José López es un acelerador social que palpita en Santiago de Chile. Tiene 49 años y una juventud que tintinea al otro lado del charco. Estudió Teología. ¿Por qué? Porque nació en una familia «donde Dios estaba aparcado» y ella tenía una inquietud especial que satisfacer. Además, siempre ha sentido otro fuerte runrún interior: servir como salvavidas para mucha gente. Está casada y tiene tres hijos. Es una mujer reflexiva, humanista y activa. Tanto que en 2015 inició ConTrabajo y, desde entonces, está al frente como directora ejecutiva. La fundación ayuda a personas con discapacidad intelectual y se centra en «generar contextos» que hagan la vida más llevadera y más plena a hombres y mujeres acostumbrados a encerrarse en una burbuja, a veces de cuidados, a veces de indiferencia. El trabajo de María José es dirigir, pero sin perder la conexión con la gente. ¿Y qué hace desde su fundación? Estimular a jóvenes con discapacidad para que puedan encontrar empleo y seguir su progresión para no dejarlos cuando llegan a la meta. Además de prepararles para el reto laboral, les ofrecen formación para tomar las riendas de sus vidas: aprenden a utilizar el transporte público, a «ma-

nejar la plata», a relacionarse con los demás, a ir al mercado… «Hace tiempo percibí que lo relacionado con las personas con discapacidad se podía hacer de otra manera porque, al menos en lo que yo conozco, actuábamos con parámetros muy anticuados y pocos recursos. Yo quería hacer algo que estuviera acorde a su dignidad». Y se van dando pasos. En estos cinco años, más de noventa jóvenes con algún tipo de discapacidad intelectual han descubierto un nuevo mediterráneo gracias a ConTrabajo. «La cercanía con las personas que necesitan ayuda es lo que me motiva para despertarme todos los días», asegura María José, que ha conseguido «algo que busca todo el mundo y no siempre es posible: unir vocación y dedicación profesional. No me imagino trabajando en algo que no esté relacionado con compartir el destino de personas menos privilegiadas que yo. Ahí es donde he encontrado la humanidad más honda, más amor y más gozo». En el camino, ha sido madre de un hijo con síndrome de Down. Aquello no fue el detonante, sino una sorpresa en el itinerario. Ahora tiene una doble motivación, «pero mi intención cuando empecé a trabajar en ese ámbito —recalca— no era personal. Yo solo buscaba profesionalizar al máximo la atención a los jóvenes con discapacidad». El abordaje integral de ConTrabajo, explica, se dirige a tres esferas: en primer lugar, las familias, «porque muchas quieren que sus hijos trabajen y se adapten, pero después tienen miedo a que hagan vida normal, incluso a que se enamoren»; y, también, a la salud mental y al desarrollo personal. «A pocos les han preguntado “¿Tú qué quieres ser de mayor?”. Tratamos de orientarlos para que sepan qué hacer con lo que ganan, que cocinen, que tengan amigos. Les hablamos de afectividad y sexualidad, de lo que necesiten para ser ellos mismos». La iniciativa de María José trasciende esta fundación. Su propuesta transversal es «romper el paradigma» para «dejar de pensar que nosotros somos los normales y los que sabemos. No. Mi idea es ayudar a construir una comunidad en la que convivimos personas diferentes aprendiendo unas de otras». Pone el ejemplo de Purita que, a sus 36 años, consiguió empleo como auxiliar de limpieza en varias empresas de la ciudad gracias a ConTrabajo en julio de 2018. Cuando empezó su vida laboral, su primer objetivo era tener una habitación independiente porque, hasta entonces, siempre había compartido espacio con su madre. Logró ampliar su casa, tener su zona, adquirir una lavadora y una nevera e incluso instalar una ducha con agua caliente. «Ella refleja la situación media de la población con discapacidad de Chile, habitual entre los más pobres del país». Además de la mejora de la calidad de vida, el caso de Purita muestra hasta qué punto se crece con una aproximación que abarque lo personal y lo profesional. Era una mujer tímida y ahora se desenvuelve con independencia. Ha enseñado a su madre a moverse en metro. Desde junio de 2019 tiene una cuenta donde reserva sus ahorros para abrir su futura vivienda en el sur de Chile, junto a su madre. Este proyecto ha cambiado, en primer lugar, a la propia María José: «Cualquier relación humana enseña. Si vives sin problemas especiales, puedes perder la noción de lo que pasa alrededor. He intentado siempre superar esas fronteras e ir más allá. Estoy crónicamente expuesta a la conversación. Me interesa estar con gente distinta, hablar desde múltiples puntos de vista y desde realidades diversas. Ahí está mi aprendizaje». Nt

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FIRMA INVITADA Ana Villarroya

Doctora naturaleza

inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza». El confinamiento ha mostrado que se hace difícil soportar la falta de conexión con el medio que nos rodea. En este contexto, la oferta de experiencias en entornos naturales está en auge. Un número creciente de estudios revela que, independientemente de que alguien sea más o menos aficionado a salir al monte o a practicar deporte al aire libre, la naturaleza tiene efectos beneficiosos para nuestra salud física y mental. Los datos indican que este tipo de paseos reducen los niveles de estrés, moderan la tensión y refuerzan el sistema inmunitario. Países como Japón ya han incorporado esta receta a su sistema sanitario. Allí, los médicos prescriben sesiones de shinrin-yoku —baños de bosque— para prevenir ciertas afecciones o reforzar tratamientos. Esta corriente se está extendiendo ya a otros lugares, que ven nuevas posibilidades en sus paisajes. En Navarra, por ejemplo, «Frente a las prisas del día a día y la el proyecto BiBos 6.0 llevará a cabo un programa piloto en hiperconectividad, la naturaleza invita a la personas con discapacidad intelectual. La iniciativa tiene una doble finalidad: evaluar la mejora en el bienestar de quienes pausa y a la desconexión. En unos tiempos en practican esta terapia y proponer un modelo de negocio viable que la ansiedad y el estrés están proliferando, que revalorice nuestro entorno y ofrezca una alternativa ecosalir a disfrutar del paisaje se convierte en algo nómica para el mundo rural. más que un hobby» En un plano menos físico, fortalecer nuestra conexión con lo natural restaura nuestro sentido de la belleza, el asombro y la N 1845, EL ESCRITOR Y FILÓSOFO estadounicuriosidad, capacidades profundamente humanas que a menudo han quedado relegadas a un segundo plano en un contexto dense Henry David Thoreau decidió dejar Concultural regido por criterios de eficiencia y productividad. En cord, la ciudad en la que residía, para vivir durante una «sociedad del cansancio», como la denomina el filósofo dos años en una cabaña que él mismo construyó en el bosque junto al lago Walden. «Quería vivir deliberadamente; surcoreano Byung-Chul Han, es necesario buscar vías reparadoras. enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo Frente a las prisas del día a día, la naturaleza invita a la pausa. que ella tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, Ante la hiperconectividad que nos han traído las tecnologías dique no había vivido», dijo argumentando su decisión. Su libro gitales, en ella encontramos desconexión. En unos tiempos en Walden, o la vida en los bosques relata que, más allá de los recurque la ansiedad y el estrés están proliferando, salir a disfrutar sos materiales, la naturaleza tiene dimensiones que conectan del paisaje se convierte en algo más que un hobby. Pocas teracon el alma humana. pias son tan asequibles. No se necesita viajar a lugares exóticos; ¿Quién no se ha sentido bien, en paz, dando un paseo por el nuestra propia ciudad nos brinda rincones monte o pasando una tarde en la playa? Podenaturales donde encontrar cura. Vamos a remos decir que, aunque de distintas maneras, LA PREGUNTA DE LA AUTORA galarnos ese tiempo. alguna vez todos hemos experimentado bienestar al entrar en contacto con el entorno. No ¿Necesitamos el contacto es extraño si repasamos la historia de nuestra Ana Villarroya es profesora del departamento de con el entorno natural Biología Ambiental de la Facultad de Ciencias de la Uniespecie. Evolucionamos en hábitats naturao es una cuestión de versidad de Navarra. Forma parte de BiBos 6.0 (www. les, y hemos estado en estrecha relación con preferencias? bienestarybosques.com), un proyecto patrocinado por ellos la mayor parte de nuestra existencia. la Obra Social la Caixa y Fundación Caja Navarra. Pero la actual forma de vida urbana se está expandiendo rápidamente: Naciones Unidas estima que, en la actualidad, el 55 por ciento de la población mundial reside en ciudades, @NTunav y se prevé que pueda llegar a un 68 por ciento Opine sobre este asunto en en 2050. Twitter. Los mejores tuits se Sin embargo, como dice el papa Francisco publicarán en el siguiente número. en su encíclica Laudato si’, «no es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más

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Grandes temas Arqueología musical

Así sonaba el esplendor del Siglo de Oro

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Calderón de la Barca, Diego Velázquez y Juan de Herrera fueron algunos de los protagonistas más insignes del Siglo de Oro. Pero esta etapa de la cultura hispánica no solo brilló por la literatura, las artes pictóricas y escultóricas o la arquitectura: también lo hizo por la música. A través de su investigación en el Instituto Cultura y Sociedad, Albert Recasens recupera y redescubre composiciones del Renacimiento y el Barroco para difundirlas entre el gran público al frente de su discográfica Lauda y del conjunto internacional La Grande Chapelle. texto María Isabel Solana [Com 04 MIC 15] fotografía Elena Moreno [Com 89]

Albert Recasens acude a las fuentes para investigar. En noviembre de 2020 estuvo en el Archivo de la Colegiata de Roncesvalles (Navarra). invierno 2021  Nuestro Tiempo —45


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años noventa, universidad católica de Lovaina. Albert Recasens Barberá se sienta en las aulas de este campus belga como alumno veinteañero de Musicología para continuar con la formación iniciada en los conservatorios de Tarragona, Barcelona, Brujas y Gante. Avanza el curso y llega la lección del Barroco. Un capítulo para Johann Pachelbel y los creadores del norte de Alemania, otro para Jean-Baptiste Lully y la corte francesa, otro para los genios italianos. Al final, un escueto párrafo sobre la música española. «Aquello confrontó mi identidad. ¿Cómo se podía tener esa imagen en el centro del Viejo Continente, más aún cuando la cultura siempre fue una red en Europa?», rememora. A partir de entonces, decidió «colmar lagunas» sobre los grandes compositores del Siglo de Oro, un periodo alabado internacionalmente por su literatura, artes plásticas, escultura y arquitectura. Cualquiera puede recordar obras maestras como La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca; el Monasterio de El Escorial, de Juan de Herrera; o Las meninas, de Diego Velázquez, pero no tantos sabrían explicar qué música escribían sus contemporáneos. Albert no concibe el puzle de la edad más excelsa de la cultura hispánica sin esta pieza. Por eso, desde hace casi dos décadas recupera y difunde algunas de las composiciones más extraordinarias del Renacimiento y el Barroco en el territorio que abarcaba España y más allá: Reino de Nápoles, Países Bajos, Latinoamérica… Cada una de las aventuras en las que se embarca para sacar a la luz joyas del patrimonio sonoro comienza de distinta forma: a veces le hacen un encargo desde alguna institución pública o privada; en otros casos, un concierto incluye una obra de un autor poco conocido que en los ensayos se le revela «como alguien excep46—Nuestro Tiempo  invierno 2021

—Carlos Patiño. Es el único retrato de época de un músico español del siglo xvii. © madrid, biblioteca nacional de españa cional». En ocasiones, parte de un comentario que ha escuchado a un colega, o bien lee algún trabajo de un musicólogo que le ofrece pistas interesantes. Cada hilo del que tira anticipa una madeja. Por ejemplo, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con el que su discográfica, Lauda, mantiene un convenio, le animó en septiembre de 2020 a presentar una propuesta para 2021. Justo acababa de grabar en la capital portuguesa un nuevo CD con piezas de Carlos Patiño (1600-1675) en latín, de carácter solemne, y eso le llevó a plantearse el siguiente: mostrar otra cara del maestro conquense, con un repertorio más ligero, en castellano. El primer paso en estos proyectos es una rigurosa investigación en archivos y fondos de todo el mundo, tarea que desarrolla desde que se doctoró en Lovaina en 2001 y que, a partir de 2019, realiza en el marco del proyecto «Creatividad y herencia cultural» del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad. Lo siguiente es —a través de las grabaciones de Lauda— llegar a los hogares, escenarios, radios y plataformas al frente del conjunto internacional La Grande Chapelle, que cofundó su padre, Àngel Recasens (1938-2007).


—Trompetistas en el funeral de Carlos V (grabado de 1559). En el Renacimiento, el instrumento carecía de pistones. Las notas se emitían con los labios. © christophe plantin «Con mi modesta labor —apunta— busco convencer sobre Juan Hidalgo y Cristóbal Galán del mismo modo que algunos defienden a Marc-Antoine Charpentier o Francesco Cavalli; sobre Antonio Rodríguez de Hita y Antonio Soler como otros exaltan a Joseph Haydn o Carl Philipp Emanuel Bach; y, por supuesto, sobre Antonio Lobo o Tomás Luis de Victoria, que igualan —o superan— a Nicolas Gombert u Orlando di Lasso». No se trata de contraponer banderas, sino de compartir un patrimonio común y de conocer la propia identidad. «Los retazos de cultura nos conforman como personas, nos ayudan a saber qué somos y a sentirnos plenos. La música es un cromosoma más de nuestro ser», sostiene Albert. Confiesa que se reconoce a sí mismo cuando observa el cielo madrileño en los cuadros de Velázquez, muy diferente de aquel «brumoso, horizontal, sin relieves» que retratan los artistas del norte de Europa. Le ocurre algo similar cuando escucha a Juan Hidalgo (1614-1685), maestro de la Real Cámara al servicio de Felipe IV y Carlos II y conocido por ser el creador de la zarzuela y la ópera española en colaboración con

Calderón de la Barca. Estas expresiones del arte le evocan la efusividad del carácter propia de tierras hispánicas. ¿Qué ha marcado profundamente las manifestaciones culturales del territorio peninsular? Javier Marín López, profesor titular de Musicología de la Universidad de Jaén y director del Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, pone el foco en algo distintivo. Ha sido la apertura de la piel de toro al mar Mediterráneo por un lado y al océano Atlántico por el otro, con todas sus implicaciones en cuanto a las relaciones e intercambios con numerosos pueblos y las influencias mutuas. Alude, asimismo, a que la realidad de este país ha sido muy cambiante a lo largo de la historia, ya que entre los siglos xvi y xviii tenía bajo su jurisdicción administrativa territorios diseminados. Destaca, en concreto, las conexiones con Hispanoamérica. el olvido, síntoma de empobrecimiento cultural. La portuguesa Marta Vicente colabora asiduamente con Albert Recasens como intérprete de contrabajo y violón en La Grande Chapelle y comparte el propósito de honrar la memoria de maestros invierno 2021  Nuestro Tiempo —47


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de la música antigua. Cita que, aunque estas páginas resulten tan poco conocidas hoy, se escribieron en un contexto de auge del mundo hispánico, con una gran influencia en lugares remotos. «Creo que el hecho de que el público del siglo xxi tenga menos contacto con estas composiciones es síntoma de cierto empobrecimiento cultural», sentencia. Por eso considera imprescindible esta labor de recuperación y difusión «de un repertorio que forma parte del patrimonio de toda Europa». La pregunta es por qué se ha conseguido mantener viva la memoria de Johann Sebastian Bach (16851750) o de Henry Purcell (1659-1695), por citar dos nombres, mientras que la tradición hispánica aún espera la mano de nieve que puede arrancarlas, citando libremente a Bécquer. Javier Marín López asegura que no hay una respuesta unívoca, pero apunta a un aspecto crucial: la tardía incorporación de la Musicología como disciplina universitaria en los planes de estudios españoles. Comenta que surgieron de manera experimental a partir de 1980, mientras que en países centroeuropeos como Alemania o Austria datan del siglo xix. «Estamos hablando de casi un siglo de retraso en la formación de profesionales dedicados al estudio, análisis y transcripción del repertorio», subraya. Además expone que hasta las últimas décadas del siglo xx nuestros conservatorios superiores no ofrecían especialización en música antigua. El aprendizaje de los instrumentos de cualquier orquesta sinfónica se basaba en grandes compositores de etapas siguientes, todos extranjeros. Albert Recasens añade otro elemento que le parece determinante: la falta de tradición en España de imprenta especializada en esta disciplina artística, que proporcionaba visibilidad a los trabajos. Recuerda que en el xvi tenían renombre Lyon, Roma, Venecia, Gardano, Amberes…, pero ninguna en este país, con modestas excepciones: Madrid, Sevilla y Salamanca. No quiere decir que se haya conservado poco material. Celebra que España sea uno de los países de Europa con un mayor volumen de obras de la Edad Moderna. A lo largo de los siglos la producción se fue multiplicando porque se trataba de un repertorio efímero: las piezas se concebían para un uso concreto. Los maestros en las capillas palaciegas o de catedrales creaban para la ocasión. Durante el tiempo que estaban en el puesto, escribían decenas de obras. De ese modo, explica que en cada centuria hay una serie de nombres «entre los que podía haber figuras muy relevantes de su momento». 48—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Es cierto que con la desamortización de Mendizábal en el siglo xix, por la que se expropiaron bienes eclesiásticos, numerosos archivos de colegiatas, monasterios y parroquias se destruyeron o terminaron en manos de coleccionistas. Asimismo, Recasens señala otros «desastres históricos», entre ellos la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, como responsables de la merma del patrimonio. Buena parte de lo que ha quedado, detalla, está vinculado a la Iglesia, que lo custodió a lo largo de los siglos. «Fue una institución generadora —no hay que olvidar que tenía en nómina a los mejores músicos— y, por tanto, la primera que fue consciente del valor de lo que conservaba», enfatiza. «Se necesitaría un buen acuerdo entre la Iglesia y el Estado para catalogar debidamente fondos eclesiásticos y ponerlos a disposición de los investigadores» con el fin de facilitar que se estudien y divulguen. viajar a los archivos en un mundo casi digital. Cuando pone el foco en un autor, lo primero para Albert es, precisamente, tener una visión lo más completa posible del repertorio que queda. Así, hace una extensa búsqueda para localizarlo; puede llegar a ver centenares de piezas en cada proyecto. Resulta primordial acudir a las fuentes: los archivos de todo el mundo. En plena era de internet, pasa horas recorriendo con sus dedos páginas amarillentas porque buena parte del patrimonio no está digitalizado. Como no se puede localizar un tesoro si uno no sabe dónde ir a buscarlo, la mejor pista es conocer bien las circunstancias de producción artística en el Renacimiento y el Barroco y la consideración social de los compositores. Un rasgo común a todos ellos, aduce Albert, es que «fueron hombres de oficio al servicio de una institución». Recuerda que, en la Edad Moderna, los músicos de su majestad o el maestro de capilla eran vistos como sirvientes con un salario. Eso no significa —resalta— que no fueran conscientes de la valía de su herencia. Menciona, por ejemplo, un documento en el que Carlos Patiño pide a la Corte que conserve una parte importante de sus partituras en El Escorial y que solo se permita sacar copias de aquellas. O el caso de Tomás Luis de Victoria (1548-1611), que hace un gran esfuerzo por publicar en las grandes casas editoriales de la época de Roma, Venecia, Ratisbona…

JAVIER MARÍN LÓPEZ

Es licenciado y doctor en Musicología y Máster en Dirección y Gestión de Industrias Culturales. Compagina la academia con la programación musical.

GERARDO LÓPEZ GÁMEZ

Se formó en el Conservatorio Superior de Música de Málaga y en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Es intérprete lírico y de música antigua y barroca.

MARTA VICENTE

Se licenció en contrabajo y violón en el Conservatorio de La Haya. Colabora en proyectos para difundir el repertorio de su país, Portugal.


—El conjunto se reinventa. En cada nueva producción, Albert Recasens cuenta con diferentes colaboradores, según las características de las obras. © david blázquez Albert apostilla que el factor que ha hecho que en España se haya conservado muchísima música es que las instituciones que encargaban las partituras —palacios, catedrales…— solían quedarse con las partichelas, que no contienen las voces e instrumentos integrados, sino cada uno de ellos por separado. Servían para el uso continuado y se guardaban en la biblioteca. Esto le complica mucho determinar la calidad de una composición cuando acude a un archivo, pues tiene que reconstruirla en su cabeza. «Analizo la época a la que pertenecen y el tipo de grafía, ya que puede haber añadidos de siglos posteriores», puntualiza. También compara las diferentes partichelas de una obra que se guardan en lugares distintos, que no son necesariamente la misma versión. Así se hace cargo del interés que puede tener una pieza. Una vez que recopila el listado de composiciones, lo añade en las fichas de su base de datos, que también incluyen biografía del artista, fuentes, artículos, textos históricos, comentarios y valoraciones, publicaciones de partituras de ese autor… Considera que esta selección de lo que a su juicio puede tener más valor es toda una «responsabilidad histórica», pues corre el riesgo de «subestimar una obra que puede ser importante». Por eso, como indi-

can los estándares de la investigación científica, revisa sus decisiones por pares con colegas de confianza. investigación histórica y autenticidad. Bajo cada proyecto subyace un diálogo profundo con el autor y su legado. Albert trata de leer todo lo que puede y de conocer al máximo el repertorio para respetar el espíritu del compositor y de la época. Esta inquietud por la autenticidad es muy reciente. Según él, tiene su origen a mediados del siglo xx, con el movimiento Historically Informed Performance, la práctica interpretativa basada en la investigación histórica. «Sus impulsores fueron los primeros en plantear la necesidad de tener en cuenta el contexto en el que se creó», anota. Lo que Albert pretende es «recuperar la sonoridad original y eso supone acercarse a una obra sin falsearla, transmitir su espíritu con honestidad». Aspira a reconstruirla para que se escuche como lo hicieron los propios Velázquez o Calderón cuando asistían a la Capilla Real o al Salón de Comedias de Madrid, o Felipe III en la Capitanía de Valladolid. Y lo considera todo un desafío, ya que no se ha editado en la mayoría de los casos y, en otros, el original ha pasado por el «prisma actual» y se ha recubierto de añadidos modernos. invierno 2021  Nuestro Tiempo —49


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Cuando cierra la selección de doce o catorce obras que componen un disco o concierto, Albert encarga la transcripción a partitura moderna con las distintas voces a sus colaboradores, entre los que destaca el musicólogo Mariano Lambea, del CSIC. Después, estudia la retórica con profundidad para que las piezas se ejecuten de la forma más fiel posible. Como intérprete de música antigua, Marta Vicente tiene muy interiorizada esa reflexión sobre la autenticidad. Incluso siendo consciente de que es imposible «una supuesta fidelidad absoluta», algo que no cree que exista, piensa que es responsable «de comprender lo mejor posible» la obra que va a tocar. A veces, el propio autor dejó plasmadas algunas pistas. Es el caso de Francesc Valls (1671-1747), que describió en su tratado Mapa armónico (1742) sus ideas musicales. «Cuando estrenamos la Misa Scala Aretina tuvimos en cuenta su deseo de guardar la solemnidad en el templo», menciona Albert. Si no hay vestigios del artista, se recurre a fuentes de sus contemporáneos. Así contextualizaron el Officium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria, último disco publicado por Lauda. Supone la primera grabación completa del oficio y, para realizarla, Albert contó con el experto Juan Carlos Asensio, director de Schola Antiqua, agrupación especializada en canto gregoriano. Otras aportaciones para descifrar aquello que las partichelas y las partituras no cuentan son testimonios de viajeros, en los que describen un evento al que asistieron; los contratos que revelan qué músicos había en plantilla, los libros de contabilidad —para ver los pagos— y los grabados de la época. Junto con esto, para recuperar con fidelidad una obra considera imprescindible abrir la mente todo lo posible en el ensayo, grabación o concierto. «Aunar la faceta investigadora con la práctica es mágico. Llegas mucho más lejos». Siempre insiste a su equipo de La Grande Chapelle en la importancia de «entender el funcionamiento y el gusto de ese compositor, la música ficta», es decir, aquellas notas alteradas y los matices que no están en el original. Lo explica con un paralelismo gastronómico: «Para cocinar un plato como en tiempos de Lope de Vega no basta con saber los ingredientes: ¿lo preferían más macerado, más seco…? Es cuestión de matices subjetivos». Relata que, mientras grababan el disco de Carlos Patiño en septiembre de 2020 en la iglesia de Santo Quintino (Portugal), surgió un debate con su equipo sobre posibles formas de adornar una melodía. «Sin la investigación es difícil saber qué pretendía el com50—Nuestro Tiempo  invierno 2021

—Fotos de época. Este grabado del Monasterio de la Encarnación (1665) ayudó a contextualizar una obra de Tomás Luis de Victoria. © madrid, biblioteca nacional de españa

positor. Necesitas conocer su centenar de obras para deducir que era muy creativo y que, si hay tres maneras posibles, cada vez elige una diferente». «orquesta teléfono»: un equipo internacional. Ya son quince años al frente de La Grande Chapelle, que en este tiempo se ha convertido en una referencia nacional e internacional. Con ella Albert ha llevado numerosas piezas recuperadas a prestigiosos escenarios de Europa y América y ha participado en los festivales más destacados en ciudades de Países Bajos, Francia, Austria o México, entre otros lugares. Asimismo, los discos editados con el sello discográfico Lauda, muchos de ellos primeras grabaciones mundiales, le han valido numerosos premios, como el Choc, Diapason y Orphée d’Or franceses, el Gramophone británico o el PdSK alemán. El modelo que sigue el conjunto, habitual en Europa, es todo lo contrario al de una orquesta, que tiene un número estable de miembros y un repertorio relati-


—La Alhambra. Muchos festivales y ciclos de música antigua han nacido al amparo de espacios con gran valor histórico. © festival internacional de música y danza de granada-josé albornoz

vamente limitado. En cada proyecto, explica Albert, La Grande Chapelle se reinventa, cuenta con un equipo diferente en función de las características de las obras. Guarda relación, dice, con el espíritu de los pioneros del movimiento Historically Informed Performance (HIP): «Se propusieron romper las dinámicas del circuito de la música clásica, donde los directores imponían férreamente sus criterios, había negociaciones muy duras con los sindicatos de las orquestas y el público escuchaba una y otra vez las mismas piezas». Estos rebeldes eran singulares porque aprendieron —muchos de manera autodidacta— a tocar los instrumentos de época e incluso a construirlos. «Una trompeta del Renacimiento no tenía pistones, como la actual, y por eso las notas se emitían con los labios. Y sabemos que el violín se apoyaba entonces en la clavícula, las cuerdas estaban hechas de tripa de cerdo, no de metal, y que el puente era más bajo», detalla. A partir del HIP, esta información empezó a tenerse en cuenta para reconstruir el sonido, por lo que se empezaron a recuperar los tratados que describían las técnicas de entonces.

Aunque comenzó como algo minoritario, esta corriente fue propagándose y en la actualidad hay departamentos de Música Antigua en importantes ciudades de toda Europa: Basilea, Londres, Barcelona… El Real Conservatorio de La Haya, donde se licenció Marta Vicente, es uno de los centros que ofrecen esos estudios. De acuerdo con su experiencia, se han difuminado los límites entre la enseñanza de la música antigua y la clásica porque «muchos profesores están a favor de una comprensión profundamente contextualizada de las obras». Con todo, opina que las circunstancias no eximen a los concertistas de hacer juicios y decidir, pues «las investigaciones no deberían sustituir nuestra imaginación, sino estimularla», declara. Albert celebra que el caso de Marta no sea algo aislado y que se haya avanzado tanto en las últimas décadas: «Cada vez contamos con más músicos —y mejor formados— dispuestos a sumarse a esta aventura». Uno de sus cometidos al frente de La Grande Chapelle es, precisamente, buscar colaboradores para sus nuevas producciones. El conjunto se nutre de la filosofía del HIP: lo que se llamaba —con sorna— orquestas invierno 2021  Nuestro Tiempo —51


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teléfono, que requerían localizar en puntos alejados de la geografía a estas personas tan especializadas. «Hablamos de música antigua en general, pero hay un salto entre unos siglos y otros. Cantar una pieza de 1550 requiere un volumen de voz y una técnica diferentes que otra de 1650», apostilla Albert. Mientras que el Renacimiento es la época del contrapunto, de la polifonía, en el Barroco manda el claroscuro: «La luz es un solista o un grupo que dialoga con una masa mayor». Por eso cada ocasión demanda un experto ad hoc. Para el disco Música para el Rey Planeta, editado en 2014, Albert llamó a Gerardo López Gámez, un tenor malagueño que «es rara avis en la escena española», explica. «Se trata de un cantante de ópera y oratorio, con gran dominio técnico y, al mismo tiempo, fue niño cantor en la catedral de Málaga, por lo que está familiarizado con la polifonía y el contrapunto». Por eso lo eligió para este proyecto: «Defiende como nadie su parte de solista y es respetuoso con el repertorio anterior a 1800». más creatividad y osadía en la programación. Albert es tan meticuloso con sus elecciones porque sabe que se la juega con cada apuesta, ya sea un CD o un concierto. Especialmente, si se tiene en cuenta que en muchos casos se enfrenta a una primera grabación o un estreno. «Es todo un reto dar, después de tantos siglos, ese testimonio de un autor que fue elogiado por sus contemporáneos pero que hoy es desconocido», dice. Para ello, otros tienen que creer también en él. Albert manifiesta que, afortunadamente, el interés despertado por el HIP derivó en que cada vez más ayuntamientos y entidades culturales creasen festivales para revalorizar su patrimonio histórico. Enumera algunos en los que ha colaborado: los de la abadía de Melk, en Austria; Ribeauvillé, en la región francesa de Alsacia; la abadía de Saintes, cerca de Burdeos; Ratisbona, en Alemania; el Cervantino de Guanajuato, en México… «Los organismos entienden que estas iniciativas fomentan un turismo de calidad», asevera. Añade que, en los últimos años, los organizadores de otros festivales no especializados también han comenzado a introducir series o ciclos paralelos para captar a esa audiencia que no quiere escuchar a Schubert, Beethoven o Mozart por enésima vez. «Con La Grande Chapelle se encuentra algo distinto. Hay un repertorio tan grande que nos podríamos permitir el lujo de estrenar durante cincuenta años», agrega.

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Esta osadía, dice, requiere creatividad y ganas de arriesgar por parte de los programadores, valentía para alternar en su quiniela los nombres de compositores célebres e intérpretes de moda con novedades que merece la pena descubrir. Albert lamenta que, si aquellos «no confían en nuestra tradición», lo que llega a las salas es una parte muy sesgada del rico repertorio que atesora la cultura hispánica. «Se invita a grandes formaciones cuando se toca a Monteverdi o Charpentier», pero a los conjuntos españoles casi nunca les dejan dirigir algo que requiera más de una decena de músicos para reducir costes. «Si ocurriera eso con Bruckner, solo se conocerían sus piezas para órgano o cantantes solistas, y de Schubert únicamente los cuartetos y tríos», puntualiza. Así, nos perderíamos sus sinfonías. Cree que esto debería cuidarse aún más en espectáculos o ciclos que se financian con presupuestos públicos: «Parten de una vocación de entretener, por supuesto, pero debe subyacer una visión ambiciosa del papel de la cultura como herramienta para formar a los ciudadanos, mantener vivo el vínculo con la identidad y con el pasado». Uno de esos ejemplos es el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, fundado en 1997 y dirigido desde hace más de una década por Javier Marín López. Nació para sumar aún más valor a los espacios históricos de ambas ciudades, declaradas conjuntamente Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. «Nuestro acervo es riquísimo y hay que darle una oportunidad», remarca el experto jienense. Para romper los esquemas de la mitomanía —hacia autores o piezas— propone una «labor pedagógica que llevará años».

—Círculo virtuoso. Albert Recasens considera que la investigación y la práctica musical —a través de grabaciones y conciertos— se enriquecen mutuamente.


SELECCIÓN

Escuchar una joya por primera vez Albert confía en que en un futuro próximo las administraciones españolas se animen a dar más impulso a este legado. La experiencia le ha demostrado que, si esa sensibilidad no se plasma en leyes que favorezcan las industrias culturales y financiación, competir en el mercado global «se convierte en una hazaña». El tenor Gerardo López Gámez coincide con él: «Si este patrimonio no se da a conocer porque no se graba o no se programa, el público nunca llegará a apreciarlo. No se valora lo que no se conoce». Recuerda que La Grande Chapelle tuvo la oportunidad de estrenar en enero de 2020 en el prestigioso Konzerthaus de Viena la primera ópera española conservada, con texto de Calderón de la Barca y partitura atribuida a Juan Hidalgo. «Resulta extraño que se interprete por vez primera en tiempos modernos en la capital austriaca y no en su país de origen. Algo falla», sentencia. Por eso, en cada ocasión que tiene de presentar composiciones, Albert aspira a convencer a la audiencia de su calidad artística: «En función de cómo lo hagamos, la gente se animará a ir a otros conciertos o comprar discos, algunos se decidirán a estudiar este capítulo de la historia y, en definitiva, más personas contribuirán a expandir este movimiento de recuperación». Asegura que, por lo general, los oyentes se sorprenden mucho y disfrutan, tanto los entrenados como aquellos menos entendidos. Cada vez encuentra más curiosos que se acercan a descubrir algo nuevo. «Cuando estrenamos obras vocales de Antonio Soler en los Jerónimos de Madrid, la cola llegaba hasta el Hotel Ritz», ríe. Y hace unos meses, en septiembre de 2020, en el Ziortzako Kontzertuak, el ciclo de música antigua celebrado en Zenarruza (País Vasco), alguien le confesó que había recorrido quinientos kilómetros —a pesar de las dificultades de la pandemia— para escuchar a La Grande Chapelle. Según Javier Marín López, el público es de media más joven que el de la clásica. «Anhela nuevas experiencias, como eventos vinculados a espacios patrimoniales o la cercanía física con el conjunto musical», apunta. Son los que están propiciando que este movimiento de la música antigua crezca: atestigua que han surgido grupos con grandes estándares de formación europea y festivales. Albert se alegra de ver relevo generacional en las butacas, en busca de la innovación que trae con sus propuestas. Para él es lo más gratificante del mundo: «Significa que vamos por buen camino con la transferencia del conocimiento a la sociedad». Nt

Albert Recasens recomienda estas tres obras desconocidas: «Pequeños tesoros cuyos autores apenas le sonarán a nadie». La interpretación corre a cargo de La Grande Chapelle. Esperanza tardía (1614) Del disco Pedro Ruimonte en Bruselas: música en la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia. Duración: 13 min. Siempre se ha afirmado que el madrigal es un género italiano que apenas se cultivó en España. El Parnaso español del zaragozano Pedro Ruimonte ofrece, sin embargo, una de las muestras más expresivas y sorprendentes del panorama europeo hacia 1600. En Esperanza tardía, describe magistralmente el paso del tiempo, en un continuo imitar de las voces (la polifonía) en el que se encadenan imágenes y emociones con episodios líricos, serenos o apasionados hasta la desgarradora descripción de la ausencia de futuro. Misa Scala Aretina (Gloria) (1702) Del disco Francesc Valls: Misa «Scala Aretina» Duración: 9 min. A la búsqueda de la armonía y el equilibrio del Renacimiento sucede el grandilocuente estilo barroco, repleto de claroscuros y virtuosismo. Esta misa supone la integración de las complejas técnicas contrapuntísticas del pasado con la nueva sonoridad barroca, en la que varios coros dialogan entre sí o se contraponen. La misa forma un mosaico de texturas, afectos y «colores» donde prima la vistosidad gracias a los violines y los clarines «concertantes», que entran en el templo en el siglo xvii. Salve Regina (siglo xviii) Del disco Antonio Rodríguez de Hita: Misa «O Gloriosa Virginium» Duración: 8 min. Su autor fue uno de los principales compositores de la Ilustración española, iniciador de la zarzuela cómica y prolífico maestro de capilla en Palencia y Madrid. Su Salve Regina a ocho voces con violines y trompas constituye un delicioso ejemplo de Clasicismo musical que rehúye de la complejidad y el artificio barrocos. La pieza es un alarde de elegancia y nobleza, donde priman las melodías simétricas, los ritmos galantes y las ornamentaciones gráciles. invierno 2021  Nuestro Tiempo —53


CAMPUS

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mentores acompañan a 12 356 alumnos a través de Tu&Co, un programa de desarrollo de competencias transversales basado en el asesoramiento. Ayudarles a ser más sabios, más libres y mejores personas son algunos de los fines de este proyecto que se nutre de casi setenta años de experiencia de la Universidad en estas áreas.

NOS VISITARON JUAN MANUEL DE PRADA

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ-ALMEIDA

LUIS GORDILLO

ANTONIO CAÑO

[03.02.21 Foro Universidad de Navarra] «La educación es el acto

[09.12.20 Diálogos MERC] El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, participó en una sesión organizada por el Máster Ejecutivo en Reputación Corporativa (MERC) de la Facultad de Comunicación. Junto con María Eizaguirre [Com 00], periodista de TVE y autora del libro 100 días en estado de alarma. La democracia confinada, conversó sobre la división de poderes y el impacto institucional de la batalla por el relato en tiempos de covid-19. Preguntado sobre si la separación de poderes es una utopía, Martínez-Almeida señaló que «es esencial para que exista una verdadera democracia». Además, el alcalde de Madrid criticó en su intervención la batalla por el relato, abogó por proteger la labor de los medios de comunicación e incidió en la cohesión social como receta para salir de la crisis actual.

[03.02.21 Museo Universidad de Navarra] El pintor Luis Gordi-

[21.01.21 Stop&Think] «Un mundo post-Trump. Revisión de la geopolítica mundial» se título el encuentro que mantuvieron Antonio Caño, corresponsal jefe de El País en Washington, y Teresa Sádaba [Com 97], experta en comunicación política y directora de ISEM Fashion Business School. Trataron, entre otros temas, la situación postelectoral de Estados Unidos, la relación con China, la fragilidad de los sistemas democráticos, el papel de los medios de comunicación o los límites de la libertad de expresión. Antonio Caño afirmó que hoy la mayor parte de los medios han dejado de ser ecuánimes y han participado en la contienda política: «El activismo ha anidado en el periodismo tradicional no solo en Estados Unidos; también en otras partes del mundo. Y eso es un riesgo para la democracia».

Escritor, crítico literario y articulista

constitutivo de la civilización, lo que caracteriza una vida plena y la justifica ante el pasado». Así lo afirmó Juan Manuel de Prada en la conferencia inaugural del Foro Universidad de Navarra (FORUN), un congreso de alumnos para alumnos que reflexiona sobre valores relacionados con la persona y la cultura. El ganador del Premio Planeta (1997) comparó la educación sólida con una casa que se levanta a lo largo de generaciones, «en la que cada uno aporta su grano de arena sin modificar la estructura». Animó a los alumnos, posibles inquilinos, a dejar su huella y explorar el mundo con criterio sin olvidar la importancia del pasado. Juan Manuel de Prada, que también mantuvo un encuentro con estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, reivindicó el papel de las humanidades en la sociedad. 54—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Alcalde de Madrid

Pintor destacado del arte abstracto en España

llo inauguró en el Museo Memorándum. Comisariada por Sema D’Acosta y producida por el propio centro, la muestra reúne las principales obras del artista sevillano realizadas en el siglo xxi —más del 70 por ciento inéditas—, en diálogo con piezas y series emblemáticas de su trayectoria. Según Sema D’Acosta, la exposición permite profundizar en las líneas de investigación más destacadas de la carrera de Gordillo, «dando especial importancia a la constante retroalimentación entre fotografía y pintura, un territorio característico del autor» . Para Valentín Vallhorant, director artístico del Museo junto con Rafael Levenfeld, «el proyecto ofrece una perspectiva nueva sobre el trabajo de uno de los pintores en activo más importantes de España».

Corresponsal jefe de «El País» en Washington


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producciones participaron en #LabMeCrazy!, el festival de cine científico de la Universidad. My Octopus Teacher, historia que refleja la conexión entre el ser humano y la naturaleza, fue reconocido como el mejor documental en esta segunda edición, celebrada online, a la que concurrieron trabajos de 92 países.

ALFOMBRA ROJA

NOVEDADES

La respuesta jurídica a los interrogantes legales de la irrupción digital Formar profesionales que aporten asesoramiento integral a empresas en proceso de digitalización es la finalidad del Máster en Derecho Digital que estrenará la Facultad de Derecho el próximo curso en el campus de Madrid. El posgrado ahondará en cuestiones de ciberseguridad, protección de datos y propiedad intelectual, contratación tecnológica, fiscalidad y operaciones de fusiones y adquisiciones con activos digitales. Se dirige a recién graduados en Derecho —que lo podrán cursar junto con el Máster de Acceso a la Abogacía— y a jóvenes abogados con algunos años de experiencia.

El antiguo alumno como protagonista del desarrollo social y universitario Un espacio de venta online de productos diseñados para los antiguos alumnos donde todo el dinero recaudado se destina a proyectos con impacto social. Así es la nueva Tienda Solidaria Alumni de la Universidad. En concreto, los beneficios contribuirán a impulsar la investigación de covid-19 que se realiza en el Cima Universidad de Navarra y al Programa de Becas Alumni. Para tratar de frenar y combatir el coronavirus, el Cima trabaja desde el inicio de la pandemia en tres direcciones: investigaciones de carácter preventivo que puedan evitar el contagio de la enfermedad; ensayos clínicos basados en combinaciones de fármacos ya existentes que aporten soluciones a las necesidades actuales de los pacientes; y la puesta en marcha

de un novedoso sistema de diagnóstico para multiplicar la capacidad de efectuar test PCR. La nueva tienda solidaria apoyará también las becas Alumni, un programa dirigido a personas que quieren estudiar en el campus y tienen un expediente académico brillante pero no los recursos económicos suficientes para financiar sus estudios. Con las compras en la tienda solidaria los antiguos alumnos se convierten en protagonistas del desarrollo de los proyectos de la Universidad.

Tienda solidaria: tienda.unav.edu

Profesionalizar el sector inmobiliario con un nuevo máster en Madrid España es el segundo mercado a nivel internacional con mayor inversión inmobiliaria, solo por detrás de Reino Unido, con una inversión extranjera en los últimos cuatro años de más de 29 000 millones de euros. Con el objetivo de ayudar a la profesionalización del sector, la Escuela de Arquitectura ofrecerá, a partir del curso 2021-22 en el campus de Madrid, un nuevo Máster Universitario en Estrategia y Negocio Inmobiliario (Master in Real Estate). El programa, dirigido por Mayka García Hípola, contará con la colaboración de profesores del IESE Business School de la Universidad. invierno 2021  Nuestro Tiempo —55


CAMPUS

PUBLICACIONES

REPUTACIÓN

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El campus recibe el Green Flag Award por tercer año consecutivo. Entre los espacios verdes distinguidos por la excelencia en su gestión, el campus ha obtenido además el premio People’s Choice, que lo reconoce como uno de los diez parques mejor valorados del mundo.

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Siete áreas docentes, entre las mejores del mundo según el ranking Times Higher Education. La lista reconoce los ámbitos de Artes y Humanidades, Negocios y Económicas, Clínica y Salud, Ingeniería, Derecho, Ciencias de la Vida y Ciencias Sociales. En el área de Derecho, el centro académico es el primero de España y 44 del mundo. En el top 50 de la empleabilidad a nivel mundial según el Global University Employability Ranking. En el informe, que evalúa a 250 instituciones de educación superior, la Universidad de Navarra aparece segunda de España y 45 del mundo.

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1. Expansión es el título del último libro del historiador Onésimo Díaz, subdirector del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá. La obra analiza el desarrollo del Opus Dei entre 1940 y 1945. 2. Pablo Pérez López, catedrático de Historia Contemporánea, ha editado Charles De Gaulle. El estadista rebelde. Es el primer autor español que publica la biografía de quien está considerado como una de las figuras más influyentes en el proceso de construcción de la Unión Europea. 3. ¿Qué pueden hacer los profesores para conseguir que sus alumnos desarrollen su potencial? Tu&Co, mentoring universitario, coeditado por Álvaro Lleó, responde a esta y otras preguntas a través de experiencias de más de cincuenta docentes y cerca de ciento cincuenta alumnos. 4. Curriculum. Aprendizaje y experiencia en España de la nueva arquitectura americana recoge en 352 páginas el trabajo de más de treinta arquitectos que han pasado por el Máster en Diseño Arquitectónico. 5. Una historia sobre la reconciliación y el perdón. Análogo al silencio es una de las novelas del catálogo de Graviola, la editorial promovida por Daniel Franco [Fia 21] —autor de la obra—, Abraham Valera [Com 20] y Virgilio González [Com 20].

Javier Marrodán, Premio Fernando Delgado

El MBA del IESE se consolida como uno de los mejores programas máster del mundo. The Economist sitúa a la escuela de negocios de la Universidad en el número uno. Asimismo, en el ranking de Financial Times aparece en el número cuatro del mundo y tercero de Europa. foto: casa de s. m. el rey

Javier Marrodán [Com 89 PhD 00], exdirector de Nuestro Tiempo, recibió de manos del rey Felipe VI el Premio de Periodismo Fernando Delgado por su labor informativa y el valor de su obra literaria para la memoria y dignidad de las víctimas del terrorismo.

CAMPUS MADRID

José Manuel Moreno y Mayte Ahugetas han sido nombrados director médico y directora de Recursos Humanos de la Clínica en Madrid, respectivamente. Por otra parte, Guillermo María Herranz ocupa la gerencia de la sede de Posgrado de la Universidad en esa capital.


CON NOMBRE PROPIO

Becas, deporte y solidaridad, ejes del acuerdo con Caja Rural de Navarra La Universidad ha renovado el convenio de colaboración con Caja Rural de Navarra. A través de este acuerdo, la entidad financiera impulsará becas para estudiantes universitarias que quieran cursar grados de los ámbitos biosanitarios y técnicos, fomentará la actividad deportiva de manera saludable y mantendrá su compromiso social con la puesta en marcha de proyectos de Tantaka, el banco de tiempo solidario de la Universidad.

Premiado a nivel nacional un proyecto centrado en los cuidados del paciente El proyecto de educación interprofesional de las facultades de Farmacia y Nutrición, Medicina y Enfermería de la Universidad ha recibido el premio a la mejor práctica docente que entrega la Fundación Lilly-Universidad Complutense. El programa —basado en el trabajo en equipo, conocimiento y respeto de roles, resolución de conflictos y comunicación interprofesional­— pretende garantizar el aprendizaje integrado de los alumnos que ejerzan una labor centrada en el cuidado de la persona.

CAMPUS SAN SEBASTIÁN

Al comité de dirección de Ceit, encabezado por José María Rodríguez Ibabe, presidente ejecutivo, se han incorporado José María Vázquez Eguskiza (presidente corporativo), Javier Mata (director financiero) y Antonio González Prada (gerente).

Xavier Vives, profesor de IESE Business School, ha recibido el Premio Nacional de Investigación 2020 Pascual Madoz en el ámbito de la economía. Concedido por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, es el reconocimiento más importante de España en la investigación científica.

Rafael Domingo ha sido nombrado coeditor del Journal of Law and Religion, revista editada por Cambridge University Press. El profesor Domingo dirige la Cátedra Álvaro d’Ors del Instituto Cultura y Sociedad y es profesor en la Universidad de Emory, en Atlanta. Isabel Rubio, directora del área de Patología Mamaria de la Clínica Universidad de Navarra, ha sido nombrada presidenta electa de la Sociedad Europea de Cirugía Oncológica. Es la primera mujer que preside esta institución creada en 1981. Javier Sánchez Cañizares, director del Grupo Ciencia, Razón y Fe (CRYF) e investigador del Instituto Cultura y Sociedad, es nuevo miembro de la International Society for Science and Religion, que reúne a más de doscientos investigadores.

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Campus In memoriam

Una pena envuelta en serenidad y agradecimiento A los 101 años, el 21 de diciembre falleció Francisco Ponz, rector entre 1966 y 1979, un periodo clave para la consolidación de la Universidad. texto Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] ilustración Santiago López Piuma [Com 21]

«se muere como se vive. con la misma sencillez con la que gastó su vida impulsando la Universidad de Navarra, nos ha dejado don Francisco». Así resumió el profesor Rafael Domingo la impresión general tras el fallecimiento de don Francisco Ponz, nuestro tercer rector. En total sintonía con su carácter y con su pasión por la Universidad, nos dejó lleno de serenidad, tras sufrir un desvanecimiento en la entrada del edificio Central mientras esperaba a una persona. Pese a sus 101 años, su salud y su lucidez resultaban llamativas. Eso, y el gran aprecio que todos sentíamos por él, causó una profunda conmoción inicial. Habíamos celebrado con alegría su centenario en 2019 y verle con su mirada sonriente y su autoridad amable siempre edificaba. Sin embargo, superando la pena, enseguida pasamos a agradecer su vida larga y fecunda. El gran canciller de la Universidad, monseñor Fernando Ocáriz, se fijó en un detalle significativo en una carta que envió al rector, Alfonso Sánchez-Tabernero: «Me ha impresionado saber que ha fallecido 58—Nuestro Tiempo  invierno 2021

a pocos metros de donde se encuentra la primera piedra de la Universidad. También don Francisco representa un pilar, un cimiento de la Universidad de Navarra, a la que ha servido con dedicación y espíritu de servicio, hasta el último día. […] Los que vengan detrás podrán mirar siempre el ejemplo de un profesor preocupado de sus alumnos, un investigador riguroso, un gobernante prudente y delicado, un cristiano cabal». Cientos de personas se despidieron de don Francisco en el velatorio preparado en el salón de grados y el día 23 se celebró un funeral en la parroquia de San Miguel, presidido por el vicario del Opus Dei en España y vicecanciller de la Universidad, Ignacio Barrera. Se sucedieron las noticias y obituarios en distintos medios de comunicación. Hace unas semanas pasaron por la redacción de Nuestro Tiempo las que quizá sean las últimas páginas que escribió don Francisco: unos recuerdos personales firmados en noviembre que resumen momentos destacados de su vida y de la celebración de su


centenario. A ese documento, que probablemente se publique pronto, pertenecen algunas citas que aparecen en este artículo. 1966: una propuesta inesperada. Francisco Ponz nació en Huesca en 1919. Allí conoció a una persona que luego resultó fundamental para él: José María Albareda, entonces catedrático de instituto y, más adelante, secretario general del CSIC (19391966) y segundo rector de la Universidad de Navarra (1960-1966). Tras el bachillerato se trasladó a Madrid, donde estudió Ciencias Naturales. En 1939 conoció, precisamente a través de Albareda, a Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, una persona y una institución sin las cuales no se entendería la vida de don Francisco: «Pedí la admisión el 10 de febrero de 1940. Fue una luz que ha iluminado el sentido de mi vida, la razón de mi existencia. Entonces no habría más de dos docenas de personas en la Obra, pero la fe y el amor a Dios del Padre [san Josemaría] nos fortalecían en la seguridad de que se habría de

extender por todo el mundo en servicio de la Iglesia y de las almas». Se doctoró en 1942 y amplió estudios en Zúrich y Friburgo (Suiza). En 1944 obtuvo la cátedra de Fisiología Animal en la Universidad de Barcelona. Tras veintidós años de trabajo científico intenso y con una posición académica asentada, en 1966 san Josemaría le preguntó si tenía inconveniente en ser rector de la Universidad de Navarra. Esta petición muestra la confianza total del gran canciller en él; José María Albareda había fallecido en marzo y la Universidad se encontraba en pleno crecimiento. «No pude evitar un sincero gesto de incompetencia para esa función, pero él me alentó diciéndome que contaría con el apoyo de valiosos colaboradores. Dejé Barcelona y desde entonces —resume escuetamente— he residido hasta hoy en Pamplona como rector (1966-1979), vicerrector (1979-1992), catedrático en activo (19661997) y emérito desde 1997, compaginando las tareas de gobierno en la Universidad de Navarra con las propias de profesor». invierno 2021

Nuestro Tiempo —59


Campus In memoriam

En su primer discurso como rector, en junio en 1966, alabó el legado recibido de sus predecesores: «Indudablemente el trabajo más difícil ha sido realizado ya. A mí solo me corresponde proseguirlo. Las líneas generales están trazadas, el tono universitario está logrado, el ritmo de crecimiento también está marcado ya». Sin embargo, durante los años de don Francisco en el Rectorado, en palabras del profesor Manolo Blasco, «la Universidad de Navarra se hizo mayor»; no solo por los edificios construidos y los nuevos estudios, que fueron muchos, sino por su mayor arraigo en Navarra y su proyección internacional. De hecho, al “doctor Ponz” —una denominación muy empleada en el campus— siempre le asombró que figuras reconocidas de las ciencias y las artes recibieran con gusto la distinción como doctores honoris causa en una institución con apenas veinte años de trayectoria. En ese desarrollo, don Francisco demostró ser un maestro en el arte de gobernar. Escuchaba mucho, también a personas más jóvenes que él. Y luego, pese a su cierta reserva ante todo protagonismo, actuaba con determinación. Todavía se recuerda cómo solventó la sentada de estudiantes en Rectorado en el contexto de Mayo del 68. El rector salió de su despacho y oyó las reivindicaciones de los manifestantes. Comprobó que se trataba de cuestiones políticas relativas al régimen del momento. Sin entrar en su contenido y sin levantar la voz, explicó a los presentes que según los estatutos de la Universidad, por tratarse de un centro académico, no tenían cabida en ella los actos políticos de ningún signo. Les animó a irse porque, en caso contrario, debería ordenar su desalojo y abrirles expedientes disciplinarios. Ante un planteamiento tan neto, los estudiantes se levantaron, limpiaron la zona que habían ocupado y se marcharon pacíficamente. visión amplia y legado rico. Durante sus años como rector y vicerrector (1966-1992), don Francisco mantuvo contacto con su materia de estudio, la fisiología animal: tomaron forma entonces los tres volúmenes de Francisco Ponz Piedrafita: obra científica: 1943-1991. Además, dedicó tiempo a la reflexión sobre la institución universitaria. Sus discursos e intervenciones, siempre precisos y con una prosa que mezclaba la sobriedad oscense con una visión amplia e ilusionante, dieron lugar a libros como Escritos sobre el 60—Nuestro Tiempo  invierno 2021

quehacer universitario (1988) y artículos como «Principios fundamentales de la Universidad de Navarra» (2001), textos de referencia para quienes deseen conocer la historia del centro y su carácter propio. «Don Francisco estaba siempre pensando en los demás o trabajando para los demás», comentó un profesor tras su fallecimiento. Ciertamente, impresiona cómo, una vez jubilado, dedicó «muchas horas —son palabras suyas— a consultar libros y papeles en bibliotecas y archivos, estrujando mi memoria y la de otros, por su posible interés para la historia de la Universidad». De ahí salieron varios miles de folios que preparó «como base de datos, no para su publicación» y que entregó hace dos años en Rectorado. Otra tarea reseñable, relacionada con la anterior, fue el asesoramiento y transmisión de experiencia a varias universidades de América —Argentina, Colombia, etcétera— inspiradas, como la de Navarra, en las enseñanzas de san Josemaría. A pesar de los premios y reconocimientos recibidos —entre ellos la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio o la Medalla de Oro de la Universidad—, la modestia de don Francisco realzaba su grandeza. Así lo muestran las líneas finales de sus recuerdos, en que resume los meses más recientes, que resultaron ser los últimos para él: «Luego vino esta pandemia del covid-19 que, al menos por ahora, me respeta, no se mete conmigo. He podido celebrar los 101. Sin duda tengo ahora más presente el montón de errores y omisiones de mi vida por los que pido perdón al Señor, y los muchos motivos para dar gracias a Dios, a la Santísima Virgen y a infinidad de personas, del Opus Dei y de fuera de él, por su paciencia aguantando a este torpe borriquillo», un animal del cual san Josemaría aconsejaba imitar la capacidad de trabajo y la nobleza. Don Francisco estuvo en su sitio hasta el final. Como escribió el vicerrector de Comunicación y Desarrollo, Gonzalo Robles, «su muerte, una tarde cualquiera de un lunes como cualquier otro, en la misma entrada del Central que cruzó tantas veces, no deja de ser una epifanía de su ars vivendi». Los que trabajaban en ese momento en el edificio se acercaron para ofrecer su ayuda. «Para quienes estábamos allí — continuaba Robles—, rezando por una improbable recuperación y dándole las gracias, su cuerpo gastado sobre aquellas losas era la imagen de su vida: el corazón en el suelo para que los demás pisen blando». Nt


TAMBIÉN NOS HAN DEJADO

El regalo de cuidar a don Luis Despedimos a don Luis de Moya (1953-2020) un día radiante de noviembre. Además de los residentes del Colegio Mayor Aralar, donde vivió desde que sufrió un accidente de tráfico en 1991, se encontraban allí sus siete hermanos, Jesús Terrero, su amigo y enfermero, y otros seres queridos. La pregunta que todos llevábamos dentro era: ¿cómo don Luis, tetrapléjico durante casi tres décadas, conservó siempre tantas ganas de vivir? Nuestra conclusión es que, después de 355 meses de lucha, realizando tareas pastorales con la mayor normalidad posible, alcanzó un grado notable en las virtudes cristianas y una aceptación cada vez mayor de lo que Dios quisiera, algo que no dejaba indiferente a nadie que le tratara. El antiguo capellán de la Universidad era de pocas palabras. Pero hay una que pronunció más que nadie: «Gracias». Después de cada pequeño servicio, como llevarle el zumo de la merienda, nos daba las gracias, acompañadas de una sonrisa. Hoy, junto con la tristeza, sentimos un caudal de gratitud. Dedicó su libro Sobre la marcha «a tantos que saben aprovechar las deficiencias de los demás para ser grandes en la vida». Don Luis, gracias por enseñarnos tanto, gracias por habernos ayudado a crecer. Juan Ignacio Izquierdo y José María Mora, del equipo que le atendió en el curso 2020-21.

La huella de un legado construido y humano

En los orígenes del campus y la bioquímica

Entregado a la profesión y a su familia

Carlos Sobrini (1925-2020) se incorporó a la Escuela de Arquitectura en sus inicios. Viajaba desde Madrid, donde gozó de prestigio y un férreo anclaje social. Pragmático y responsable, desgracias familiares jalonaron una vida recia, autoexigente y austera, pero con un humor que adornaba una cordialidad expansiva y cálida. Como presidente del tribunal del Proyecto Fin de Carrera, al entregar las notas decía a sus alumnos que lo trataran de tú, ahora que ya eran colegas. Su dedicación docente tuvo un ingrediente humano de irrepetible densidad. Marcado a fuego por su pasión familiar, fue uno de los arquitectos navarros más notables de su época. Su trabajo serio y elegante, sensato y juicioso, ilusionado y creativo, ha dejado una importante huella. En el campus llevan su sello el edificio de Ciencias —el Hexágono— y el de la Escuela de Arquitectura. Su recuerdo evoca —para los que aprendimos y disfrutamos de su legado, construido y humano— la autoridad de quien constituye un modelo de empeño y honestidad intelectual, de pasión por su trabajo, humanismo y magnanimidad.

Por sus clases han pasado casi todas las promociones de médicos de la Universidad y algunas de Ciencias y Farmacia. Esteban Santiago (19312021) aterrizó en Pamplona en 1962, conquistado por el entonces rector José María Albareda. Se incorporaba —procedente de la Universidad de Wisconsin— a una aventura de solo diez años de vida. La limitación de medios se suplía con la calidad científica y el entusiasmo de profesores como Jiménez Vargas, Ortiz de Landázuri o Ponz. Su llegada derivó en la puesta en marcha del departamento de Bioquímica. Pionero en su disciplina, siempre buscó mejorar la docencia. Con aires innovadores, disfrutaba tratando de esclarecer con sus alumnos —tenía a gala conocer a todos— los complicados mecanismos moleculares o el entramado de reacciones del metabolismo. Afectuoso, cordial, cercano, deportista y políglota —cultivó entre otros idiomas el ruso por su gran amor a aquel país—, en 2003 recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en reconocimiento a su trayectoria.

De mentalidad empresarial, Antonio Monge (1942-2020) tenía madera de líder: creó el departamento de Química Orgánica y Farmacéutica en 1972; en 1988 puso en marcha el Centro de Investigación en Farmacobiología Aplicada; y, simultáneamente, inició el Máster en Investigación y Desarrollo de Medicamentos, único de su naturaleza en España y Europa. Le movía su vocación y pasión por el medicamento. Como le escuché decir muchas veces, «el mayor invento del siglo xx». Para el profesor Monge, el progreso de la ciencia exigía la revisión por pares y la protección de la propiedad intelectual a través de la publicación de los resultados de investigación. Académico de número de la Real Academia de Farmacia y de la Academia Iberoamericana, gozó de gran prestigio en el mundo de la química médica. Ya en su última etapa, se enfocó hacia las enfermedades olvidadas: malaria, enfermedad de Chagas, leishmaniasis. Cercano, discreto y afectuoso, nunca ocultó su amor y admiración por Aurora, su esposa, con la que creó una familia de siete hijos.

Natalia López Moratalla, catedrática emérita de Bioquímica.

Adela López de Cerain, antigua decana de la Facultad de Farmacia y Nutrición.

Juan M. Otxotorena, profesor de la Escuela de Arquitectura.

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Nuestro Tiempo —61


Cadena Capriles, Caracas: una de las primeras redacciones multimedia de Latinoamérica diseñadas por Innovation.

En la trastienda de los grandes medios Tres emblemáticos profesores de la Facultad de Comunicación fundaron en 1982 una consultora de medios, Innovation, que se ha llegado a considerar «el McKinsey de las empresas periodísticas». Casi cuarenta años después, Carlos Soria y Juan Antonio Giner comparten la sabiduría recogida asesorando a medios de 74 países. texto Ángel Arrese [Com 90 PhD 94], Teo Peñarroja [Com Fia 19] y Josean Pérez Caro [Com 04] fotografía Innovation Media Group

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todo empezó por el miedo a los sombreros. Alrededor del año 2005, Juan Antonio Giner y otros miembros de la consultora de medios Innovation se sentaron en el centro de la planta de mando del periódico francés Libération con Serge July, su director, y Evence-Charles Coppée, su CEO. Entonces, los consultores proyectaron una foto de 1950 que mostraba a un grupo de trabajadores que esperaban un tren a Manhattan. «Eran todo hombres con sombrero y un periódico —recuerda Coppée—. Juan Antonio preguntó: “¿Qué ha cambiado?”. Ya no se llevan los sombreros. “¿Qué cambiará?”. Era difícil de creer: ¿ya no habrá periódicos?». En realidad, la imagen la mostraban cada vez que hacían una consultoría de ese tipo. «A partir de 1995 [con la llegada de internet] esta foto era imposible de olvidar —escriben Carlos Soria y Juan Antonio Giner en su libro Historias de Innovation—. Para nuestros clientes fue siempre


Los tres fundadores de Innovation, en la Universidad de Navarra: Juan Antonio Giner, Carlos Soria y Paco Gómez Antón. una foto inquietante, y para Innovation muy incitadora, porque nos dio mucho trabajo de empresas que no querían acabar como los fabricantes de sombreros». Innovation es la consultora fundada por Carlos Soria, Juan Antonio Giner —director de esta revista entre 1979 y 1989— y Paco Gómez Antón en 1982. Se gestó en 1958 en el humus del entonces Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, donde se convirtió en una entidad reconocida entre los medios de los cinco continentes. En 1996 inició el vuelo empresarial, y desde 2017 Innovation Media Consulting Group sigue su andadura en manos de nuevos directivos. Las semillas de Innovation se sembraron en un momento y en un país en el que no se daban las circunstancias más apropiadas para alentar un proyecto de tal calibre. Cuando los promotores coincidieron en la entonces Facultad de Ciencias de la Información, España estaba en plena

transición política y no tenía precisamente un mercado periodístico avanzado. Sin embargo, en el campus se vivía el sueño de un Periodismo con mayúsculas: libre, excelente y abierto al mundo. Paco, Carlos y Juan Antonio alentaron ese sueño que ya había traído a Pamplona, en plena dictadura, al padre de Le Monde, Hubert Beuve-Méry, y que les permitiría tratar, como profesores universitarios, con personalidades como Lord Thompson, Indro Montanelli, Katherine Graham o Ben Bradlee. Desde la Facultad, en el marco del departamento de Proyectos, Diseño e Innovación Periodística creado por Juan Antonio y en torno a Nuestro Tiempo, se empezaron a desarrollar sesiones formativas, seminarios, reuniones con propietarios de medios y las primeras acciones de consultoría. Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, conocía a

Innovation ha trabajado con diarios de todo tipo, dentro y fuera de España: desde tabloides populares de calidad como Prensa Libre en Guatemala, a sábanas tradicionales como Le Monde en París o Expresso, el semanario más influyente de Portugal.

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Campus Periodismo de innovación

ADAGIO PARA CONSULTORES

1 LO QUE NO SE VE NO EXISTE

Giner desde que asistió a un curso de verano de Periodismo que organizó la Universidad cuando todavía estaba en la Cámara de Comptos, y a Soria de su época en Europa Press. «Cuando llegué a un cargo de responsabilidad en el grupo Hachette Filipacchi —cuenta—, que publicaba revistas en todo el mundo y que prácticamente acababa de entrar en España, me acordé de Innovation y les pedí que me ayudaran a mejorar los mecanismos de trabajo de las primeras redacciones». Una de las cosas que tenía Innovation eran grandes puestas en escena. Por ejemplo: una vez —recuerda Caño— organizaron un seminario en el parador de Sigüenza, en Guadalajara, en el que participaban todos los directores de revistas del grupo Filipacchi y Roger Thérond, mítico director de Paris Match, que vino a entrevistar a Felipe González. «Juan Antonio subió al estrado —explica— con una docena de ejemplares de diferentes revistas. Casi sin saludar, comenzó su intervención arrojando estrepitosamente al suelo una por una las revistas definiendo el “pecado” cometido por cada una de ellas». El caso es que la consultora, desde el principio, estuvo claramente enfocada hacia América. Paco era el alma del Programa de Graduados Latinoamericanos (PGLA) y acabó enamorándose de aquella región, y Juan Antonio tenía verdadera devoción por Estados Unidos. En los años noventa, Innovation organizó unos seminarios con Editora Abril, el mayor grupo editor de revistas en Latinoamérica, al que llevaron a los principales expertos en prácticas periodísticas y diseño gráfico de Europa y Estados Unidos. «No eran académicos que hacían teoría: eran consultores con respuestas claras sobre cómo enfrentar los problemas de cada revista», recuerda de aquella ocasión Thomas Souto, exvicepresidente ejecutivo de Editora Abril. Su espíritu aventurero y un tanto visionario los convirtió en «trotamundos del periodismo» con un ritmo frenético 64—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Hay que conseguir desde el momento cero de la consultoría que las cosas empiecen a cambiar. Así se prepara la organización para cambios mayores y se incrementa en todos la moral de victoria.


Juan Señor, Jayme Sirotsky y Claude Erbsen, presentando en Estambul (Turquía) tres ediciones del informe Innovaciones en Periódicos.

3 NO CAER EN LA PARÁLISIS POR EL ANÁLISIS

Evitar dar tantas vueltas a las cosas que se oscurezca, por un exceso de análisis, lo que hay que hacer. Escapar del mar de los sargazos de las revueltas, espirales, matices, miedos, inseguridades y dudas.

2 PASAR DE LAS MUSAS AL TEATRO

El adagio se atribuye a Lope de Vega. En consultoría es una invitación a fundir teoría y práctica. Dosificar la estrategia para dar paso oportuno a la táctica. Entender que el tiempo es siempre limitado, y hasta breve, para cambiar las cosas.

5 Algunas publicaciones de países en los que trabajaron consultores de Innovation: Portugal, Estados Unidos, Sudáfrica, Madeira, Costa Rica, Colombia, Croacia, Kenia, Guatemala, Grecia, Venezuela, Brasil y España.

MÁS SABE EL LOCO EN SU CASA QUE EL CUERDO EN LA AJENA

El adagio se lee casi literalmente en el Quijote. Los consultores han de ser especialmente prudentes al juzgar la realidad que tienen delante. Lo primero es observar y escuchar. Lo siguiente, conseguir que locos y sensatos vayan de acuerdo.

4 LO MEJOR ES ENEMIGO DE LO BUENO

El pensamiento se atribuye a Voltaire y lo citaba con alguna frecuencia Freud. En Innovation se repetía ante la tentación de un perfeccionismo mal entendido o ante la pretensión de seguir buscando sin límites otras soluciones.

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Campus Periodismo de innovación

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k Thomaz Souto Corrêa, número dos de Editora Abril en Sao Paulo (Brasil), con Juan Antonio Giner. l El consultor de diseño gráfico Antonio MartínHervás [Com 95], con periodistas del diario The Star en Nairobi (Kenia). m Monserrat Ortiz y Carlos Pérez Díaz en el lanzamiento del nuevo diseño del diario El Caribe en República Dominicana. n Carlos Soria, en Madrid, con el editor de El Economista, Alfonso de Salas, y Carlos Salas, su primer director.

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que compatibilizaban con su dedicación docente. Siguiendo el consejo de Joe Belden, uno de los pioneros de los estudios de opinión pública mediante encuestas y sondeos, en 1982 decidieron canalizar todas esas actividades a través de una consultora ligada a la Facultad. Y así nació Innovation Media Consulting Group, cuyo primer encargo —el diario mexicano Novedades— «no duró ni un mariachi», apunta el profesor Soria: «Eran tiempos en los que los medios eran más una industria de manufactura que de mentefactura y los diarios todavía eran en blanco y negro». Desde el principio, los fundadores de Innovation cultivaron con maestría las relaciones humanas y empezaron a tejer su red de apoyos en la Facultad —Aires Vaz, Miguel Urabayen, Esteban Morán—, Latinoamérica —Fernando Leñero, Rodrigo Mesquita, Agustín Edwards— y España —Javier Godó, Alfonso de Salas, Guillermo Luca de Tena o Jesús Polanco—. Pronto se rodearon de un equipo de profesionales y expertos, veteranos y jóvenes,

que les acompañaron en sus proyectos durante décadas. Nombres de talla internacional como Peter Sullivan, Deborah Withey o Roger Fidler forman parte de una larga lista. Y también españoles como José Mario Armero, Antonio Franco o Mario Tascón. Sus colaboradores sintonizaron bien con las ideas frescas y novedosas de Innovation que, con el tiempo, fueron configurando conceptos y principios: «periodismo total», «Show, don’t tell» o «El buen periodismo es siempre un buen negocio». Estas perlas de sabiduría sobre su modo de entender el futuro de la profesión y la empresa quedaron recogidas en documentos de muy diverso tipo: desde las primeras «Cartas confidenciales para directivos de empresas informativas» (1984) hasta los informes de «Innovation in Newspapers/Magazines» presentados regularmente en los congresos anuales de la World Association of Newspapers (WAN) y la International Federation of Periodical Publications (IFPP).


EL LIBRO

Innovation o la pasión por la excelencia periodística El trabajo de la consultora llegó a ser muy valorado en todo el mundo. El diario La Nación de Argentina estaba perdiendo buena parte de su mercado en 1995. La empresa llamó a Innovation para pedirles consejo sobre los problemas estructurales del conglomerado. «En mi opinión —explica Guillermo Schmitt, entonces director ejecutivo del diario—, la mayor aportación de Innovation fue elaborar un diagnóstico crítico y constructivo tanto del diario como de la redacción. Uno de los conceptos que presentaron con más fuerza era que los periódicos debían parecerse a las revistas y orientarse a interpretar la noticia. Este concepto lo tomó La Nación y lo diseminó diariamente en notas de todo tipo». Innovation tuvo un alma genuinamente universitaria. Por su deseo de extender el mejor saber y saber hacer periodístico, además de la consultoría, su cartera de productos ha incluido las newsletters, los informes, los contenidos online o los seminarios en medios de comunicación, asociaciones profesionales y universidades como Oxford y Harvard. Una buena muestra de ese deseo de dar a conocer lo mejor de la innovación periodística fue también su implicación en el campo del diseño y la infografía, no solo porque la renovación visual siempre se incluía en sus proyectos, sino por su papel central en el impulso en España y en Europa de la Society of Newspaper Design (SND) o en la creación y desarrollo de los Premios Malofiej, los Óscar del diseño y la infografía en habla hispana. Innovation, a menudo con fuerte resistencia por parte de algunos clientes, ha tratado de convertir ese conocimiento acumulado e interdisciplinar —periodismo, gestión, diseño, tecnología— en propuestas transformadoras en medios de 74 países. Y dejando claro que el buen periodismo es siempre un buen negocio, no solo para las empresas sino también para la sociedad. Nt

Historias de Innovation Carlos Soria y Juan Antonio Giner, edición de Manuel Vieira da Cruz, diseño de Antonio Martín Hervás 814 páginas, 27 euros 2020. Disponible en Amazon

El periodismo no vive sus mejores momentos, y cualquier esfuerzo por recuperar la pasión por él es bienvenido. Eso es lo que consigue Historias de Innovation, aunque seguramente sus autores, Carlos Soria, Juan Antonio Giner y Paco Gómez Antón —presente en toda la obra, aunque ausente en la escritura y la firma por su fallecimiento en 2015—, no la idearon solamente con ese objetivo. Es un libro de crónicas que desgrana la biografía empresarial y humana de una de las consultoras de medios de comunicación que más ha hecho por promover la excelencia en la prensa durante las últimas cuatro décadas en casi ochenta países. En sus más de ochocientas páginas, sus fundadores utilizan deliciosas anécdotas profesionales, recuerdos personales y perfiles de centenares de colegas, clientes y amigos para ilustrar cómo tres profesores universitarios convirtieron una idea —la necesidad de in-

novación en los medios— en una consultora descrita por el Financial Times como «el McKinsey de las empresas periodísticas». Se cuenta, con buena pluma y tono ameno, cómo Innovation ha tratado de convertir su conocimiento —proveniente del alma universitaria de la que siempre hizo gala— en propuestas transformadoras, siempre siguiendo el adagio de David Ogilvy: «Clientes de primera con proyectos de primera». Sin embargo, no es una historia al uso; casi cada una de las crónicas que la componen se puede leer de forma independiente. Es un libro de recuerdos, pero también de tributo y agradecimiento en el que los autores han dado el protagonismo a los consultores, expertos y profesionales que han vivido las andanzas de Innovation, y en especial a las personas que siempre «han estado ahí», como Marta Botero, Marta Torres y Juan Señor, el delfín, que en la actualidad preside la consultora. Llegados a este punto, uno se puede preguntar: ¿a quién va dirigido este libro? Una respuesta obvia es que es una obra para insiders, que, además, casi seguro aparecen citados en él. Sin embargo, es mucho más: habla sobre la pasión por el periodismo, por la innovación, por la excelencia. No conozco muchos trabajos que la reflejen y expliciten con la fuerza que lo hace este. Ángel Arrese invierno 2021  Nuestro Tiempo —67


MIND THE GAP Edurne Garde

Lo que las palabras dicen de ti

entrevista de trabajo. Probablemente, sus padres pensarán que la criatura les ha salido algo pedante. También están los que se enfrentan a un proceso de selección como en el salón de su casa jugando a la PlayStation con sus hermanos. Pero las consecuencias de esta manera de actuar pueden ser más trascendentales que ser considerado redicho por aquellos que te trajeron al mundo. Algunos creerán que no eres lo suficientemente serio; otros considerarán que adoptas una actitud de familiaridad inapropiada; e, incluso, habrá quienes piensen que no tienes los conocimientos necesarios para hablar de un tema concreto, por lo que te refugias en expresiones coloquiales características de entornos de confianza. En cualquier caso, el veredicto será el mismo: no contratado. Las causas de este mal son importantes, porque no tener los recursos para desenvolverse en un contexto formal es grave. Muy grave. Este problema no supone solo utilizar los sustantivos cosa o cacharro para nombrar todos los objetos visibles en un radio de tres metros, sino que ser pobre lingüísticamente El lenguaje es nuestra carta de presentación al implica ser menos libre. Si no tenemos las herramientas para mundo. De qué palabras empleemos y de cómo comunicarnos, no somos capaces de argumentar, de expresar las utilicemos va a depender en gran medida la nuestros sentimientos o, simplemente, de dar una explicación primera imagen que otros se formen de nosotros. de manera eficaz. Es lo que pasa cuando empezamos a aprender una segunda lengua: queremos decir a y acabamos diciendo z. S VENGO A HABLAR DE ALGO un poco heavy. Pero, dejando a un lado las situaciones divertidas que todos Puede que también un tanto random. No pensahemos podido vivir —o sufrir—, cuando este fenómeno se gemos en ello 24/7, pero es una cuestión que a los neraliza en la sociedad es preocupante: la libertad y la igualdad jóvenes nos afecta. A veces se relaciona con el abdican frente al silencio y la imposición. postureo, otras con la educación que hemos recibido o con el Si te sientes identificado, no sufras. En la vida hay remedios lugar y el tiempo en el que vivimos. Seguro que ya habéis adipara casi todo. Aquí, la solución pasa por la lectura. Por leer vinado el tema de esta tribuna. Pero esto no va a ser un tostón mucho y bien, con un papel y un bolígrafo al lado anotando palingüístico: estas líneas tratan del lenguaje que utilizamos y de labras y expresiones que no conocemos. También pasa por essu poder para causar una buena impresión. cuchar atentamente a quienes se manejan con soltura en cualLa lengua es nuestra carta de presentación al mundo. De qué quier tipo de situaciones. Además de ampliar nuestro horizonte palabras empleamos y de cómo las usemos léxico, aprenderemos qué términos resultan va a depender en gran medida la imagen que idóneos en ciertos contextos. LA PREGUNTA DE LA AUTORA otros se formen de nosotros. Por eso, no Así, con el tiempo, seremos capaces de dehablamos igual en nuestra casa, en la de los mostrar competencia y, también, despertar ¿Qué es para ti hablar padres de nuestra pareja o en el despacho del simpatía. No se puede negar que quien se con corrección? que podría ser nuestro futuro jefe. En familia, dirige a su interlocutor utilizando la fórmula nos expresamos de manera coloquial, desde tratamiento apropiada y las expresiones enfadada, incluso algún que otro improperio adecuadas genera buenas vibras, o sensaciosalpica las conversaciones. Pero con los suenes, si queremos ser ajustados a la situación gros —sobre todo en las primeras visitas— incomunicativa. Porque las palabras no solo tentamos cuidar más nuestro estilo, y delante importan por lo que significan, sino por lo @NTunav de quien va a tomar la decisión de contratarque dicen de ti. Opine sobre este asunto en nos el vocabulario es más técnico y preciso, Twitter. Los mejores tuits se por lo menos en teoría. Edurne Garde Eransus [Filología Hispánica y Periodispublicarán en el siguiente número. mo 21] es estudiante y alumna colaboradora del departaEn la práctica, encontramos personas que mento de Filología Hispánica. @EdurneGarde10. hablan en su casa como si estuvieran en una

O

«Mind the gap» es una sección de opinión en la que Nuestro Tiempo abre sus páginas a los estudiantes que deseen participar. Constituye una oportunidad para mostrar una voz joven sobre los grandes temas que laten en el mundo contemporáneo. Puedes enviar tus colaboraciones a nuestrot@unav.es para que la redacción las valore. 68—Nuestro Tiempo  invierno 2021



Campus Los de la maleta

Islas de libertad en un océano de barro En la Universidad de Navarra los colegios mayores estuvieron presentes casi desde el principio. Los primeros fueron Aralar (1955) y Goroabe (1961), en el centro de Pamplona, y Belagua (1962) y Goimendi (1963) en el campus, junto al Sadar. Después, vinieron muchos otros; el último, Jaizkibel, abierto en San Sebastián en 2016. Algunos alumnos y responsables de aquellos colegios recuerdan la huella que dejó en ellos el tiempo pasado en estos focos de cultura y convivencia, prolongación y motor de la vida universitaria. texto Jerónimo Ayesta López [Fia Com 20] colabora María Acebal [Com 19] fotografía Archivo Fotográfico Universidad de Navarra

en 1963, el campus es Belagua, Goimendi y algunas piedras del Central. Y barro. Mucho barro. Los colegios mayores aparecen como islas en un inmenso océano sin asfaltar de consistencia terrosa. Esta apuesta formativa de la Universidad de Navarra constituyó mucho más que una solución al problema coyuntural de la residencia de los estudiantes. Suele decirse que el roce hace el cariño y, ciertamente, la convivencia colegial durante esa época en un campus todavía embrionario fue especialmente intensa. Años de amigos, trabajo, ideales y libertad. Tiene sentido que en el campus se construyeran primero los colegios mayores. Esta institución universitaria conecta con cinco siglos de tradición promoviendo la convivencia culta de estudiantes y profesores. Su clima de apertura contrastaba con los límites a la libre expresión que 70—Nuestro Tiempo  invierno 2021

«LOS DE LA MALETA»

La quinta entrega de esta serie sobre la historia de la Universidad la protagonizan siete pioneros que residieron en los primeros edificios construidos en el campus, a comienzos de los años sesenta: los colegios mayores Belagua y Goimendi. Todos llegaron en busca de una experiencia universitaria plena y se fueron con la maleta muy cargada. se respiraba en las calles. De ahí que los colegios no fueran solo islas, sino oasis; lugares sin pensamiento único, llenos de ideas claras y, en ocasiones, de un cierto activismo político.

todos los libros de marx. La voz de Lourdes Álvarez de Mon suena decidida al otro lado del teléfono. Soriana, idealista, lectora de Karl Marx. Vino en octubre de 1968 a la Universidad de Navarra a estudiar Filosofía y vivió en Goimendi y en Goroabe. Al principio le asombró ver tantas personas extranjeras: «En Goimendi había unas quince chicas de Suiza, Japón, China, América Latina. Yo, que venía de una ciudad pequeña, me llevaba muy bien con ellas. Me llamó la atención ver gente que sabía dar razón de sus pensamientos y el ambiente de libertad que noté allí». Se ve que su talante impresionó a quienes tenía cerca. María Jesús Renedo, entonces directora de Goimendi, recuerda a Lourdes como «una idealista nata, que se metía en todos los líos y revolucionaba el colegio mayor exigiendo justicia». Aquellos eran, sin duda, los primeros albores


Música y ambiente familiar en la sala de estar de Goimendi (1970).

de su carrera educativa y política: con los años, Lourdes fue catedrática de instituto durante veintiún años y concejal del Ayuntamiento de Palencia. Esos cursos en el colegio mayor avanzaron, sí, entre conciertos, tertulias, recitales de poesía organizados por Ángel d’Ors y obras de teatro. Lourdes evoca cómo algunos de los momentos más divertidos en Goimendi sucedieron representando unas versiones cómicas de los diálogos de Platón que había preparado. Se reían. Y mucho. Pero Lourdes pasó ese tiempo, sobre todo, imbuida en el contexto de Mayo del 68, que, para ella, convirtió la vida universitaria en vida política. En Goimendi, eso se traducía en conversaciones acaloradas, pero serenas, civilizadas: «Como éramos tan diferentes, se respetaba que cada una pudiera pensar lo que quisiera. Había total libertad de expresión. Lo que

sí procurábamos era ver en qué momento decíamos algo para evitar molestar a las demás o crear tensiones. Yo me traje de Soria libros antifranquistas y todas las obras de Marx. Una de las responsables estuvo en mi habitación y, aunque me explicó que semejante bibliografía podía sorprender a algunas, ni mencionó que no podía tenerlos». La inquieta Lourdes no se limitaba a dialogar en Goimendi. Participaba en todas las manifestaciones que se convocaban en Pamplona en las que se reivindicaba la liberación cultural que buscaba. Sin embargo, lo hacía siendo consciente de que la lucha por la libertad no tenía por qué pasar por el rechazo a la religión: «En el campus se respiraba un ambiente tenso: había gente que quería enfrentar alumnos y profesores y criticar a la Universidad. A veces, iba a manifestaciones y me daba

cuenta de que gritaban un eslogan que no tenía nada que ver con lo que se había dicho. Entonces, me marchaba porque, aunque me gustaba mucho el espíritu de la revolución, tenía sentido común». Lourdes cree que este maridaje de cultura, convicciones y sensatez lo logró, en gran medida, gracias a su paso por Goimendi: «Esa es la mejor herencia que me han dejado mis padres. El colegio mayor daba formación sin decir nada; nos proporcionaba un conocimiento de la realidad abierto, crítico y basado en la vida misma y en los comportamientos de las personas tan variadas que teníamos alrededor». el mundo en una radio. Juan José Laborda llegó en octubre de 1964 proveniente de un Bilbao que para él había sido «un campo de concentración ideológico en el que el único sentimiento religioso invierno 2021  Nuestro Tiempo —71


La sala de estudio era uno de los núcleos de actividad en Belagua.

era el miedo». Y lo que vio en Belagua y en la Universidad de Navarra fue una apertura desconocida. Por eso, afirma con rotundidad que el hecho de que el Opus Dei promoviera Belagua no limitaba la libertad, sino todo lo contrario: «Esta vinculación no era unidimensional, no había un pensamiento único. Yo tuve más oportunidad de formarme en distintos puntos de vista en Pamplona de lo que hubiera encontrado en la Escuela Oficial de Periodismo en Madrid. En Belagua había muchísima pluralidad». Un interesante botón de muestra es lo que sucedió durante la huelga de estudiantes de 1965: «En el salón de actos de Belagua sintonizábamos radios extranjeras para enterarnos de lo que no se sabía en España, porque la información estaba censurada. No sufrimos ninguna represión en el colegio mayor: es más, favorecieron que siguiéramos con detalle lo que contaban Radio París y Radio Londres. Y esto no fue una acción clandestina: lo autorizaron los directores del colegio». Pero Juan José Laborda —senador socialista, presidente del Senado entre 1989 y 1996 y actualmente miembro del 72—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Consejo de Estado— no vivió sus años de colegio mayor enfrascado en el politiqueo. Sacó adelante sus estudios en Periodismo y, además, tuvo tiempo para participar en celebraciones musicales, practicar su afición al dibujo y, por supuesto, gastar bromas con gran profesionalidad. La payasada más llamativa que recuerda fue la de lanzarse a nadar vestidos por el río Sadar en plena crecida un día de enero en que diluviaba. Laborda y sus amigos llegaron a casa empapados, ateridos y con una sonrisa en los labios. Ante las preguntas de varios residentes atónitos respondieron, simplemente, que llovía mucho. un carrito con café caliente. Madrileña, enérgica, de ideas claras. María Jesús Renedo vino a Pamplona en 1966 a trabajar en la industria farmacéutica, pero la insistencia del profesor Félix Álvarez de la Vega, entonces decano de la Facultad de Farmacia, logró que se dedicara totalmente a la educación universitaria. Una noche de octubre de 1968 entró por las puertas de Goimendi para ser subdirectora. Pero, de golpe y porrazo, fue nombrada directora. Aun-

que era una novata ante cien residentes, se fue haciendo. Como Lourdes Álvarez de Mon, Renedo piensa que Mayo de 1968 se notó mucho en Pamplona. Goimendi era un hervidero de vida política: «Cada dos por tres, las colegiales llegaban tarde al comedor y se disculpaban al grito de “Perdona, venimos de la manifestación”». Este clima se llevaba con plena naturalidad: «Teníamos mucho lío. Nos quedábamos esperando por la noche a que vinieran. Las residentes iban a manifestarse y, si las pescaban, las metían en el calabozo dos o tres días. Entonces, la decana del colegio mayor y algunas más les acercaban comida porque allí pasaban hambre. Cuando volvían, las recibíamos en el comedor con aplausos». María Jesús cree a pies juntillas que un colegio mayor no es solo una opción residencial más o menos agradable: educa. Marije —como la llamaban familiarmente— procuraba formar con cariño, escuchando las confidencias de muchas colegialas, teniendo detalles con ellas. Uno muy sencillo: dejando un carrito con unos termos de café caliente y algo de co-


«Cada dos por tres, algunas colegialas de Goimendi llegaban tarde al comedor y se disculpaban al grito de “Perdona, venimos de la manifestación”»

Desde el principio los colegios mayores potenciaron las actividades deportivas (Goimendi, 1970).

MARÍA JESÚS RENEDO

mer para las largas noches de estudio previas a los exámenes. Renedo perteneció entre 1968 y 1972 a la junta de gobierno de la Universidad como representante de los colegios. «Rectorado se apoyaba mucho en nosotros y nos dejaba hacer porque los directores éramos sensatos y las cosas importantes iban bien». Entonces no había aún vicerrectorado de Alumnos. Tiempo después, en 1986, Renedo lo estrenó y estuvo al frente hasta 1996. su alteza real, el príncipe. Jovial, apasionado del fútbol y muy de Bilbao. Luis Arechederra —conocido con aire cariñoso como Fifo— llegó a la habitación H6 de Belagua Fase 1 en octubre de 1963. Ya jubilado de su cátedra de Derecho Civil y con muchos años en la academia a sus espaldas, Arechederra está convencido de la fuerza formativa de los colegios mayores: «La Universidad de Navarra los comprende como parte de su proyecto educativo. Belagua se entendía como un sitio en el cual se completaba el aprendizaje académico de los residentes». «Conocí a juristas de altísimo nivel: a los abogados del Estado Fernando Castromil y Tomás

Santoro y al notario y vicepresidente de la Fundación Bancaria La Caixa Juan José López Burniol. El ambiente cultural y de estudio me llevó a potenciar mis horizontes profesionales. Aquel entorno ayudaba mucho». Su memoria oceánica recuerda también a José Luis Palma, cardiólogo miembro del equipo que trató a Franco en sus últimos días, y al recientemente fallecido Javier Cremades, antiguo rector del santuario de Torreciudad. Además, Fifo tiene grabada una Javierada que hizo con dos novatos «absolutamente extraordinarios»: el catedrático de Historia Contemporánea Ignacio Olábarri y el premio Príncipe de Asturias Pedro Miguel Echenique. Pero esa vida cultural estimulante que él conoció en Belagua no consistía solo en horas de estudio: aquellos jóvenes vibraban con el nivel de los ponentes que acogía su sala de estar. Fifo recuerda que se fomentaba que por el mayor pasara todo tipo de personas. Sorprende que se denominara familiarmente tertulia a un hecho extraordinario: una multitud de jóvenes escuchando a un profesor en un contexto distendido, en una sobremesa de

sopor, cafés y cigarros después de comer. Así se comprende que, en cierta ocasión, el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, contemplando a las cien personas reunidas en Fase 2, dijese con admiración que aquello no podía llamarse tertulia. En efecto, era mucho más. Este estilo de cultivo del espíritu tan genuinamente universitario se daba en una convivencia grata, divertida, entre carcajadas. Esta mezcla se saborea en un recuerdo muy cómico de Fifo: «Se corrió la voz de que, después de Navidad, iba a venir un príncipe de la familia real de los Braganza. Malévolamente, algunos vieron la oportunidad de gastar una broma poderosa. Como, justo antes, se incorporaba un colegial de primero para estudiar Medicina, le propusieron que hiciera el papel de noble y lo presentaron como tal». El nuevo se movió con gran desenvoltura y la ocurrencia resultó creíble. «Todos le rindieron pleitesía y acudieron a una tertulia en la que los más monárquicos le preguntaron por sus sentimientos y le declararon su lealtad. Como se empezaba a comentar el asunto por el edificio Central, el director tuvo que cortar la broma porque estaba invierno 2021  Nuestro Tiempo —73


Las tertulias son momentos de cambio de impresiones con un invitado o entre los colegiales (Goimendi, 1967).

llegando demasiado lejos. Sin embargo, eso facilitó que la recepción del verdadero príncipe fuera absolutamente normal». Junto a este clima de cultura y buen humor, Fifo destaca la absoluta libertad en materia política y religiosa. En Belagua se impartía formación cristiana, pero todos eran conscientes de que se fundamentaba en el ambiente de alegría de la casa: «Para quien vive en un colegio mayor, ni lo universitario, ni lo cultural, ni lo religioso será nunca extraño. Se siente tocado por esas ideas. Se trata de un estilo global de corte universitario. La convivencia de Belagua —concluye Arechederra— nos civilizó políticamente». café en la venta de andrés. El medio fundamental a través del que los colegios mayores transmiten su ideal formativo y universitario es el día a día. José Antonio Riestra, sacerdote, especialista en cristología, que vivió en Belagua entre 1962 y 1964, guarda recuerdos de la más bella cotidianidad de aquellos años. Solo había un lugar cerca del campus donde podían tomar algo: la venta de Andrés. En aquel mesón rústico, solían disfrutar de un café 74—Nuestro Tiempo  invierno 2021

después de comer y, sobre todo, de unas copas de coñac al caer la noche. Pero realmente no era el único bar frecuentado por los colegiales. Las clases en el centro de la ciudad constituían una gran oportunidad para inspeccionar a conciencia la hostelería pamplonesa: «Por la mañana, todo el mundo cogía el autobús: unos, a la Cámara de Comptos; otros, al Museo de Navarra. Esto tenía un aliciente, que era la vuelta. Para ir a Belagua, había que atravesar el paseo Sarasate, y esa zona estaba llena de bares. Así, la ausencia de lugares de esparcimiento junto al campus se suplía con el llamado vía crucis Las Siete Estaciones». El proyecto educativo de Belagua se realizaba entre autobuses, bares y copas de coñac. Pero en esta enumeración falta un protagonista que definió el espacio de aquella época: el barro. Cualquier expedición a pie que pretendiera salir del campus suponía casi una excursión: «Al no haber camino asfaltado como el que sube ahora a la ermita, y como llovía con bastante frecuencia, a los colegiales nos reconocían por los zapatos embarrados». Cuando se le pregunta por alguna impresión general de esa época, Riestra se

refiere a sus compañeros: «De Belagua, mi mayor recuerdo son las amistades. Muchas han perdurado a pesar de los años sin vernos. Quizá es porque el primer curso fue peculiar. Estábamos solos en medio del campo: ¡no había nada! Cuando se puso en marcha el Central, se empezó a notar un poco de afluencia de gente. Ese aislamiento inicial contribuyó a que hiciéramos muy buenos amigos». en casa en zapatillas. La Universidad de Navarra no nació como una institución española para españoles. Desde el principio, tuvo incrustada la internacionalidad en su ADN. Y los colegios mayores no fueron ajenos a esta realidad. En 1963, llegó a Goimendi la primera mujer india que estudió en el campus. Tras licenciarse en Medicina, se especializó en Ginecología y luego defendió su tesis doctoral. Permaneció allí hasta 1967. Con un español oxidado por el tiempo pero afincado en el corazón, Josephine Kunnacherry rememora sus años en Goimendi: «Tengo muy buenos recuerdos. Como yo era de fuera, todas me ayudaban, y las de Pamplona me invitaban a sus casas.


«Tuve más oportunidad de formarme en distintos puntos de vista en Pamplona de lo que hubiera encontrado en la Escuela Oficial de Periodismo en Madrid. En Belagua había muchísima pluralidad»

Residentes de Belagua atentos a la actividad nacional e internacional.

JUAN JOSÉ LABORDA

Los profesores eran muy cariñosos. Durante el primer curso don Eduardo Ortiz de Landázuri me invitó a comer con su familia; conocí a sus hijas Laura, María Luisa y Lupe. Todos eran muy acogedores conmigo y muy pronto me sentí en casa. Con frecuencia, los estudiantes extranjeros tomábamos café en Faustino con don Ismael». En Goimendi, a Josephine le mostraron la importancia de ayudar a los necesitados. A través de visitas a personas pobres, dar clases a niños y colaborar en proyectos sociales en los pueblos, tocó el sufrimiento. Ese es, seguramente, el fruto más sabroso de su paso por Goimendi: «Pensar en los demás». Y la semilla puesta durante su periodo universitario germinó. Ahora, Josephine trabaja en Delhi con diferentes ONG y con ella colaboran más de cien voluntarios jóvenes, provenientes de diversos niveles sociales, algo muy complicado en ese país. cien jóvenes explosivos. Rafael Navarro-Valls es catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado. Murciano, con esa elegancia en el hablar y en el escribir tan

propia de algunos juristas. Llegó a Belagua Fase 1 en 1963 como subdirector y, posteriormente, sustituyó como director en funciones al latinista Agustín López Kindler. Lalo, como era conocido en Belagua, entiende que la Universidad de Navarra optó por un modelo residencial, en el que haber pasado por un colegio mayor o un piso tutelado por estos constituía un elemento esencial en la formación de los estudiantes: «Los colegios mayores hacían de motor de aspectos que no se podían lograr totalmente en las facultades y escuelas: culturales, deportivos, convivenciales, espirituales». Aunque Navarro-Valls admite que la vitalidad y los estados anímicos de más de cien residentes pueden agotar a quien tiene que dirigir el mayor, está convencido de que vale la pena trabajar para ensanchar los horizontes de los jóvenes: «No sin razón decía el científico del siglo xvii Niels Steensen: “Bellas son las cosas que se ven, más bellas las que se saben, pero las más bellas de todas son las que se ignoran”. Descubrir a los residentes la bondad y belleza de todo lo que ignoran requiere capacidad de transmitir, cercanía; en una palabra:

esfuerzo». La razón de las dificultades de esta labor educativa estriba, para NavarroValls, en que «administrar la libertad de sujetos jóvenes, audaces y algo explosivos no suele ser fácil porque un chico de 19-23 años no suele mirar los acontecimientos desde el mismo punto de vista de quienes ejercen la autoridad. Por eso, el buen humor es necesario para lograrlo». Pese a que fueron momentos exigentes, Navarro-Valls cree que su paso por Belagua le aportó un bagaje fundamental: «Me enseñó que muchas veces el bienestar de una comunidad es producto de pequeños detalles que juegan un papel notable en los acontecimientos diarios. Para mi posterior destino profesional —la cátedra— me ayudó a entender la vida universitaria y la misión del profesor hacia el alumno: despertar, primero, su atención, luego su confianza y finalmente su fervor». Vida universitaria, asombro, afán por saber. Durante aquellos años, los colegios mayores lograron una atmósfera única fraguada entre libros de Karl Marx, radios internacionales, carritos con café caliente y alguna copa de coñac. Y barro. Muchísimo barro. Nt

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ALUMNI

La sostenibilidad hecha joya Marta Peñalver [ISEM 20] y Daniela Nastas tienen un propósito: ofrecer a los consumidores de joyería una opción respetuosa con las personas y el entorno. Lo vieron claro durante el confinamiento, cuando se hizo evidente que podemos parar para tomar impulso. Luego, con la ayuda de Inn Common, la nueva plataforma para antiguos alumnos emprendedores de la Universidad, han conseguido convertir su idea en una empresa que se llama RÊVER. texto María Acebal [Com 19]

y Teo Peñarroja [Fia Com 19]

fotografía Ingrid Ribas [Com 12]

y José Juan Rico Barceló

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en todo el planeta hay una única piedra capaz de reflejar el 99 por ciento de la luz que recibe: el diamante. Cuando compras un diamante, compras luz. Quizá por eso la reina de las piedras preciosas ha ejercido siempre una fascinación tan grande en los seres humanos; tan grande que han corrido ríos de sangre por su causa. Hace quince años que la comunidad internacional empezó a tomarse en serio las cuestiones éticas de su comercio. A través del Sistema de Certificación del Proceso de Kimberley, pretende evitar la compraventa de diamantes de sangre, los obtenidos con la explotación humana para financiar guerras, principalmente en territorios africanos. Pero eso fue solo el prólogo y la primera demostración de que ya no nos vale comprar lo que sea: queremos que nuestra forma de consumir, al menos, no empeore el mundo. Las industrias subalternas de la joyería —la extracción de diamante, la minería de oro— provocan graves alteraciones en sus comunidades y entornos. Para conseguir un solo quilate hay que sacar más de una tonelada métrica de roca. En la mina de Catoca (Angola), por ejemplo, una de las más grandes del mundo a cielo abierto, los socavones derivados de la producción han generado tales formaciones de agua estancada que se han multiplicado a su alrededor unos mosquitos que les provocan enfermedades a los trabajadores y a los habitantes de la zona; además destruyen el ecosistema y degradan la tierra hasta el punto de que no se puede ya practicar la agricultura. En la mina de Jweng (Botsuana), la explotación minera ha creado los mayores cráteres artificiales del planeta y ha eliminado los nutrientes de la tierra. En Koidu (Sierra Leona), las nubes de polvo causadas por las voladuras de la mina son tan salvajes que la población está huyendo. A miles de kilómetros de allí, en Madrid, Marta Peñalver cursaba en marzo de 2020 el Máster en Dirección de Empresas de Moda de ISEM Fashion Business School. Venía de una década de carrera pro-


RÊVER ofrece al consumidor una nueva opción de compra de joyas sostenibles. fesional en el mundo de la moda y el lujo (vestidos de novia, joyería, alta costura...) y hacía tiempo que tenía la mosca detrás de la oreja. «Cuanto más conoces el sector —confiesa—, te das cuenta de que hay tareas que se podrían afrontar de otra manera». Ella piensa, por ejemplo, en las toneladas de ropa que se queman cada año porque no se venden, o en los márgenes desorbitados que se adjudican algunas marcas con fábricas en China y en países del sudeste asiático donde la mano de obra es muy barata. «Vi claro que quería seguir otro camino en la moda —pensó—. Hacer algo de lo que sentirme orgullosa y con lo que pueda irme a dormir tranquila». El planeta se detuvo ese fatídico mes de marzo y Marta, junto con su amiga Daniela Nastas, reflexionó sobre su manera de trabajar y de consumir. Era el momento de recomenzar. Sus perfiles se complementaban bien: Marta había estado siempre más enfocada al marketing, mientras que Daniela se había centrado en el producto y las ventas. Decenas de llamadas de Facetime durante el confinamiento sirvieron para ir perfilando su proyecto.

«Trabajar de forma sostenible, ética y local ya no es el futuro: es el ahora —dice—. El consumidor lo demanda y está dispuesto a pagar por ello. Las marcas que no se orienten en esta dirección desaparecerán». Cuando esta idea ya les hervía en la cabeza, la primera persona a la que se la contaron fue a David Luquin. Él dirigía el trabajo fin de máster de Marta, que realizaba con otros tres compañeros. «Él era como mi mentor, pero entonces —cuenta ella— no tenía muy claro qué papel desempeñaba en la Universidad. Cuando supe quién era David necesité compartir con él mi idea de negocio. Al emprender pasa eso: surgen dudas, de repente todo parece una locura. Él nos animó a investigar, nos hizo seguimiento y nos guio por el buen camino. En esa etapa de emprendimiento pasas días en los que estás muy arriba y crees mucho en tu idea, y otros en los que estás muy abajo y lo ves todo negro. Es genial tener a alguien a tu lado que te diga que puedes». David Luquin es director de Desarrollo de Innovation Factory —el centro de innovación y emprendimiento de la Uni-

versidad de Navarra— y estaba gestando Inn Common, un espacio creado a finales de 2020 donde los antiguos alumnos de la Universidad pueden compartir su experiencia con otros emprendedores, continuar formándose y recibir asesoramiento. Desde unav.edu/inncommon, los alumni pueden solicitar cualquier miércoles un encuentro online con uno de los profesionales de la comunidad, aunque acompañar, realmente, no entienda de calendarios ni límites. El asesoramiento que estaban recibiendo de David terminó por formalizarse dentro de los cauces de esta plataforma. Inn Common ha significado para Marta, según reconoce ella misma, «la seguridad de saber que puedes contar con alguien que te asesore aunque no estés en el campus». De aquella primera conversación con David les quedó claro que su idea tenía potencial, y les ayudó a apuntalar la parte financiera del negocio. Con su empresa, RÊVER, pretenden «enseñarle al consumidor otra opción de compra de joyas sostenibles; ayudarle a tomar decisiones conscientes», explica invierno 2021  Nuestro Tiempo —77


Alumni Inn Common

Marta. En la práctica, utilizan para sus diseños oro reciclado de dieciocho quilates y diamantes de laboratorio, dos alternativas menos dañinas para el medioambiente, y además sus piezas toman forma localmente, en un taller de Barcelona. Para las gemas, se reproduce en un laboratorio su proceso de crecimiento natural a través de dos métodos: el de alta presión, alta temperatura —a partir de material de carbono en espacios que imitan las condiciones en la Tierra— y la deposición química de vapor —en una cámara con gas que contiene carbono que se cristaliza en una semilla de diamante—. Estas piedras creadas por el hombre tienen la misma composición química, estructura cristalina, propiedades ópticas y físicas que las extraídas de las minas. «Hace seis meses no tenía ni idea de todo este proceso — dice Marta— y ahora soy una experta. En España no es popular, pero en otros países funciona, y eso nos da credibilidad, aunque tengamos que explicar mucho el producto». Cuando Marta y Daniela comenzaron a desarrollar su emprendimiento anali-

EN COMÚN

Cuarenta veces más RÊVER, la empresa de joyería responsable de Marta Peñalver y Daniela Nastas, no es el único proyecto emprendedor que ha salido adelante gracias a Inn Common. Desde su lanzamiento a comienzos del curso 2020-21, David Luquin y los profesionales de la comunidad ya han colaborado con cuarenta proyectos distintos. «La mayoría de las veces no tenemos las respuestas, pero les ayudamos a hacerse las preguntas adecuadas», dice Luquin. «Con Inn Common se completa lo que la Universidad ofrece en Innovation 78—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Marta y Daniela diseñan las piezas que toman forma en el taller de joyería de Alfonso Martí, en Barcelona. zaron con profundidad el mercado hasta dar con el proveedor que necesitaban: un fabricante de diamantes que usa prácticamente un cien por cien de energía eólica y solar. Sus centros están en Nueva York, Bombay y Hong Kong. Allí tardan entre dos y cuatro meses en cultivarse, se cortan, se pulen y se tallan, y después viajan a Barcelona. En paralelo, contactaron con un proveedor que tiene una fundición en Barcelona, donde compra joyas antiguas y recicla su oro. Esa es la otra materia prima principal

Factory: un proyecto transversal que impulsa el emprendimiento. Acompañamos a los alumni en un proceso de formación que no acaba al recibir el título». Los proyectos a los que han asesorado son de todo tipo. Quizá uno de los más curiosos es «El camino del anillo» de Ignacio Saavedra [Com 89 MERC 20]. Se trata de un viaje de 122 kilómetros a pie en siete días y siete noches por la Sierra de Madrid que simula el viaje de Sam y Frodo en El señor de los anillos. «En el viaje, exterior e interior, se recrean los lugares clave de la narración —empieza en El Berrueco, que emula La Comarca, y termina en Torrelaguna, que hace de Gondor—, a la vez que se descubre una natura-

de RÊVER. Marta y Daniela diseñan las piezas y, en la última fase del proceso, un joyero barcelonés, hijo de joyero, las pule, engasta las piedras y repasa las piezas. «Él hace posible que exista la joya que nosotras hemos creado y nos ayuda también en los aspectos técnicos». El resultado es el mismo que ofrecen otras empresas de lujo, pero el camino que recorren las piezas es muy distinto. «Nuestro objetivo principal es crear joyas de lujo consciente para consumidoras que quieren comprar productos de moda responsables y tener una trazabilidad completa —señala Marta—. Para nosotras, un buen negocio es aquel que hace las cosas de manera consciente y sostenible. Queremos beneficios, claro, pero tenemos un propósito, un motivo». A mediados de abril de 2021 verá la luz RÊVER, que para estas dos emprendedoras es el punto final de una etapa de ideación y el comienzo de una empresa de la que quieren sentirse orgullosas. El próximo miércoles David Luquin y el resto del equipo de Inn Common volverán a recibir la llamada de un antiguo alumno con una idea a la que quiere ponerle patas.

Ignacio Saavedra, en una visita al campus de Madrid. leza fascinante y se desarrolla el sentido del asombro, de la belleza y del cuidado de la naturaleza», comenta Ignacio. La idea pululaba por la mente de Ignacio y seis amigos suyos desde hacía veinte años, pero empezó a cobrar fuerza en 2015, cuando

Nt

empezaron a trazar la senda. Terminaron en 2020 y la abrieron al público sin mucho éxito, y entonces pidieron asesoramiento a Inn Common. En una primera reunión con David Luquin concluyeron que, para que el proyecto diese resultado económico, no bastaba con los ratos libres de unos cuantos amigos, y decidieron que había que profesionalizarlo, contratar a alguien a jornada completa, gestionarlo como una empresa, distribuir con claridad las funciones de cada uno y crear una buena página web. «El asesoramiento de Inn Common convertirá un proyecto de aficionados en un proyecto profesional con muchas más posibilidades de triunfar», explica Ignacio.



Alumni Carta desde... Beirut

Una cultura milenaria a prueba de explosiones Miguel Medarde [Der 98] lleva ocho años en Beirut. A pesar de las guerras y los conflictos, es optimista con un país que sabe ver retos en los problemas, como el estallido sufrido el verano pasado en el puerto, que dejó su casa muy deteriorada. texto Miguel Medarde

—En familia. Miguel y sus padres, que viajaron al Líbano con ocasión de su cuarenta cumpleaños.

—Fractura social. Descontento en las calles por la crisis económica y la corrupción política. 80—Nuestro Tiempo  invierno 2021

beirut [líbano]. «Hi, kifak, ça va?». Así te suelen saludar en el país de los cedros. Estas tres expresiones —el inglés Hi, el árabe kifak y el francés ça va— equivalen más o menos al hola castellano. Como muchas personas de mi generación, conocía el Líbano porque pasé la infancia escuchando noticias sobre las guerras que se libraban allí. Lo que no sabía era que, al cabo de unos años, acabaría instalándome en este país después de dar algunas vueltas. Terminé Derecho en la Universidad en 1998 y, tras vivir en Logroño, Pamplona y Sevilla, me trasladé a Roma en 2010. Dos años después, ya con la decisión de irme al Líbano tomada, pasé en París tres meses para hacer un intensivo de francés y llegué a Beirut en septiembre de 2012. Quizá recordéis uno de los sucesos más duros que padecimos el año pasado. El 4 de agosto, mientras callejeaba por Biblos, una ciudad antigua de gran interés histórico, a unos cuarenta kilómetros de la capital, escuché dos explosiones. Acompañado de José Antonio, un amigo español, buscaba una tienda para arreglar mi móvil. Segundos después del estruendo, nos miramos pensando: «¿Qué habrá sido esta vez?». Para entender el porqué de nuestra pregunta basta mirar por el retrovisor. Entre 1975 y 1990, el Líbano sufrió una guerra civil y regional; civil porque lucharon libaneses contra libaneses y regional porque participaron, además, Siria, Israel y Palestina. Desde entonces, se alternan periodos de relativa calma con momentos de combate abierto, principalmente entre Hezbolá —grupo islámico político y paramilitar libanés— e Israel. Otro foco de tensión más reciente brotó el 17 de octubre de 2019, cuando miles de ciudadanos salieron a la calle para protestar por las medidas que el Gobierno estaba tomando para afrontar la crisis que atraviesa el país. Además, durante las últimas semanas de julio de 2020 cazas israelíes habían violado el espacio aéreo libanés. En Biblos nos enteramos de que los ruidos se debían a un estallido con epicentro en el puerto de Beirut. Lo primero en lo que pensé fue en mi casa. Vivo tan solo

a un kilómetro y medio de la zona cero de aquel accidente, en una residencia del Opus Dei en el barrio de Achrafieh, y tras algunas llamadas supe que, alhamdulillah —gracias a Dios—, todos estaban bien. Eso sí, los cristales de nuestro edificio, que tiene tres plantas, quedaron hechos añicos, y las paredes y los muebles parecían un queso gruyer. Los falsos techos se vinieron abajo y algunas puertas se volatilizaron. En cambio, la estructura del bloque no sufrió daños ni tampoco la instalación eléctrica ni las tuberías. Realmente, las tareas de rehabilitación de la ciudad darían para otro artículo, aunque el balance podría haber sido todavía peor. Justo la semana de la explosión, debido al confinamiento, la mayoría de las tiendas estaban cerradas, muchas personas trabajaban desde casa o terminaban antes su jornada y el tráfico era escaso. Esto redujo el número de víctimas a alrededor de doscientas, y el de heridos a unos cinco mil. Sin la situación creada por el coronavirus, habrían muerto muchas más personas, seguro. un país encrucijada. Cuando llegué al Líbano hace ocho años descubrí una tierra maravillosa: sin los desiertos y camellos que la gente imagina; con mar y pistas de esquí; con ruinas romanas, fenicias, bizantinas y de tiempos de las Cruzadas; con una gastronomía increíble; un país abierto donde las religiones —dato que aparece en el documento de identidad— son respetadas y conviven varias lenguas. El idioma oficial es el árabe, pero tengo alumnos de doce años que, además, se comunican en inglés, francés, español y muchos también en armenio. Yo me manejo con el inglés y el francés. Durante los primeros seis meses aquí invertí mucho tiempo en estudiar esta segunda lengua, muy hablada en el Líbano porque fue un protectorado galo de 1923 a 1943, año de su independencia. Antes de llegar a mi casa actual en septiembre de 2019, pasé siete años en la sede del club juvenil Alanir, en Baabda, al sureste de Beirut. Me dediqué a dar clases de español en colegios de la zona y a organizar actividades culturales y de tiempo


—Castellano en las aulas libanesas. Miguel es profesor de Español en el Sagesse High School de Beirut. libre: torneos de fútbol, campamentos, excursiones e incluso concursos de MasterChef, aunque mi favorita es un campo de trabajo humanitario. Por cierto, en el último, en julio de 2019 —en 2020 se suspendió por la pandemia—, participó un grupo de ocho estudiantes de la Universidad de Navarra, junto a otros franceses y libaneses. Me apasiona porque hemos conocido a refugiados cristianos y musulmanes de Irak, Siria y Palestina. Básicamente intentamos que olviden miedos y penas a través de juegos, repartiendo comida, ropa o medicinas y escuchándoles. Desde marzo de 2020 la pandemia ha roto nuestras rutinas. Como en tantos sitios, teletrabajamos. Si no, seguiría haciendo mi recorrido diario de veinte minutos en moto entre mi casa y el Sagesse High School, donde soy profesor de Español de unos cien alumnos entre 10 y 16 años. Considero el Líbano como mi país, una tierra acogedora, de comerciantes y de contrastes: en Beirut, puedes ver vehículos de lujo al lado de coches desastrosos, rascacielos y edificios bien construidos junto a barrios casi abandonados. Algu-

nas limitaciones resultan evidentes: no tenemos alumbrado público ni agua potable corriente, y el transporte público casi no existe, por lo que el tráfico es infernal —hay hogares que tienen hasta cinco utilitarios—; y la autopista, si es que merece este nombre por la mala calidad de su asfalto, está rodeada a ambos lados por tiendas, cafés y vendedores ambulantes. Sin embargo, en general, es un país seguro. Me siento más tranquilo aquí que en grandes ciudades de Europa, incluso caminando de noche. Este comentario me lo hicieron también mis padres cuando me visitaron en 2015 por mi cuarenta cumpleaños. Da pena que todo esto —las protestas, el covid, la explosión y la crisis económica— se haya juntado, ya que ha provocado una emigración enorme de jóvenes y familias enteras. Es cierto que el libanés, dados sus orígenes fenicios, siempre se ha caracterizado por ser un pueblo de emigrantes —por ejemplo, Wikipedia calcula que en el mundo hay unos veinte millones de libaneses, de los cuales solo cuatro viven aquí—, pero la fuga de jóvenes que ha generado la situación no tiene precedentes

salvo la guerra de 1975-1990. Pero, a la vez, son personas que miran a sus raíces y, con el tiempo, volverán. Hablando con mis amigos, los más optimistas aseguran que dentro de cinco o diez años nos habremos recuperado. Como dicen en árabe, imchalah, ojalá. Yo pienso que tenemos una oportunidad para lograr que esta zona de Tierra Santa sea más próspera. La solidaridad que se vivió en las semanas posteriores a la explosión da fe de ello: jóvenes limpiando las casas de los afectados, familias acogiendo a los que se habían quedado sin techo, voluntarios repartiendo gratuitamente comida, ropa, medicinas y muebles, cirujanos realizando intervenciones sin cobrar, empresarios que han aumentado el sueldo a sus empleados o incluso pagado la reconstrucción de sus casas... Pero los edificios no son lo único que hay que reconstruir. En este país de equilibrio inestable, es el momento de cerrar heridas políticas y sociales, de que algunos vecinos nos dejen tranquilos y de recuperar una unidad perdida durante décadas de conflictos. Nt

invierno 2021  Nuestro Tiempo —81


DE TEJAS ARRIBA Esteban López-Escobar

La memoria del corazón

Madrid. Tras una etapa en la que Nuestro Tiempo tuvo un comité de dirección integrado por el propio Fontán y los catedráticos Manuel Ferrer y Patricio Peñalver, y otro periodo de dirección vacante, Ángel se hizo cargo del timón hasta septiembre del 73. Mantuvo la tradicional estructura de ensayos, notas, crónicas y libros, pero también recurrió a una sección de últimas páginas, promovió números monográficos, logró innovaciones de diseño e impulsó la publicidad, que fue abundante y diversa. Al despedirse como director de la revista, escribió: «No puedo dejar de mirar atrás, de recordar para agradecer —el agradecimiento es la memoria del corazón— las colaboraciones de tantos que me hicieron posible —que me facilitaron— dirigir Nuestro Tiempo durante ocho años, ricos e intensos, durante los que hicimos pasar por estas páginas la vida de España y del mundo». Le sucedí cuatro meses después, en enero de 1974, tras un año como secretario. Ángel llegó a Pamplona para poner en marcha con Antonio Fontán un proyecto impulsado por el fundador de la UniversiEl antiguo director de Nuestro Tiempo Esteban dad: un Instituto de Periodismo en un momento en el que solo López-Escobar recuerda en esta columna de había una Escuela Oficial de esos estudios en Madrid —con sucursal en Barcelona— dependiente del Ministerio de Infordespedida a su predecesor al frente de la revista, mación. Ángel Benito, fallecido en diciembre de 2020. Le conocí en 1958, cuando asistí al «Primer curso de verano de periodismo y cuestiones de actualidad», durante el que se anunció la creación del Instituto. Recuerdo las atractivas reuNGEL BENITO JAÉN, tercer director de Nuesniones y los coloquios informales que los participantes mantro Tiempo, murió el pasado 11 de diciembre en el teníamos con Antonio Fontán y con él en la sede de la revista, Hospital San Rafael de Madrid, cuando le faltaban entonces situada en la calle Paulino Caballero, 23 bis. pocos días para cumplir los 92 años. Su colaboraÁngel sucedió a Fontán en la dirección del Instituto de Peción con la revista —promovida y dirigida por el catedrático riodismo desde enero de 1962 hasta enero de 1968. De un modo de Latín y periodista Antonio Fontán como una publicación lógico, su interés se desplazó de las artes a las materias informensual de cuestiones actuales que se inició en julio de 1954— mativas, y sus textos fueron reflejando progresivamente sus se remonta a los primeros números. Le interesaban las artes, y ideas sobre la Teoría General de la Información y la Teoría de especialmente la pintura; y muchos de sus artículos y reseñas la Opinión Pública. Su contribución intelectual en este campo se centraron en este campo. Su tesis doctoral en Filosofía y ha sido merecidamente destacada por quienes hemos sido sus Letras, que presentó en 1970 en la Universidad Complutense colegas y sus discípulos. de Madrid, donde luego ejerció de catedrático y decano, fue un Ángel era elegante, acogedor y afable; se interesaba por la estudio sobre el pintor onubense Daniel Vázquez Díaz, que la gente, y en la redacción de Nuestro Tiempo, con un humor sutil, Dirección General de Bellas Artes editó pulcramente en 1971. casi travieso, creaba un clima de intercambio En 1962, Ángel había escrito ya en esta revista amable que complementaba lo que se aprenuna nota con ocasión de los ochenta años del LA PREGUNTA DEL AUTOR día en el Instituto de Periodismo. pintor. Descanse en paz con Dios. Al incorporarse como profesor al Estudio ¿Recuerda con General de Navarra, Antonio Fontán, su funagradecimiento dador, trasladó Nuestro Tiempo a Pamplona; Esteban López-Escobar Fernández es catedrático de particular a algún antiguo Opinión Pública y profesor emérito de la Facultad de y cuando, en 1957, se integró en la incipiente compañero de trabajo? Comunicación. universidad, siguió como director, con un comité de dirección, una redacción y un secretario de redacción. Ángel Benito, por orden alfabético, era el primero del consejo y en él se mantuvo hasta que asumió la dirección en @NTunav mayo de 1966, en el número 143. Opine sobre este asunto en El primer sucesor de Fontán al frente de la Twitter. Los mejores tuits se revista había sido José Luis Martínez Alberpublicarán en el siguiente número. tos, también catedrático de Redacción Periodística en la Universidad Complutense de

Á

82—Nuestro Tiempo  invierno 2021



Libros

NÚMEROS

9

de los doce libros más prestados en 2019 por las bibliotecas públicas españolas los escribieron mujeres.

38

millones de contactos reciben qué título le ha gustado al mandamás de Facebook, Mark Zuckerberg.

Domingo Villar, artesanía y maestría

La eclosión editorial de novelas policiacas ha traído novedades. Destaca el gallego Domingo Villar con su inspector Leo Caldas. Con solo tres novelas, fluidas —y ásperas—, sabe destejer la historia de un crimen y contar el mundo desde los aledaños del Atlántico texto Joseluís González [Filg 82],

profesor y escritor @dosvecescuento

84—Nuestro Tiempo  invierno 2021

En la primera novela que leí de Agatha Christie descubrí el asesino. En la segunda no. En la tercera tampoco. Pero, aunque yo era aún adolescente, sí me di cuenta del truco: la narradora escamoteaba datos. No le daba todo al lector. Con el tiempo y los libros fui aprendiendo que no hace falta siempre contar la historia entera. Hemingway, por ejemplo, en sus cuentos de hace ya también casi un siglo, tapa cosas, atenúa actos, desvía fichas o las retira del tablero, pero no engaña. Ofrece al lector encarnar un papel: completar huecos. Ver algo más entre las paralelas de las líneas del libro.

Por ejemplo, si a las dos solitarias maletas de una pareja apenas les caben más pegatinas y marbetes de hoteles, significa que no suelen pasar más de una noche en el mismo sitio y viajan sin adentrar raíces, casi dando tumbos. Que no comparten de lleno un proyecto común. Que esa relación se agrieta. Eso sí: aquella escritora británica sabía contar. Contar y calcular. Marcaba el compás de la expectación. Ponía una cosa y a continuación otra, no embarullaba los episodios, resumía a sus personajes, que alineaba en la primera página par de cada novela, hacía avanzar con ingenio la


Manuel Vázquez Montalbán

Georges Simenon

intriga y revoleteaba con una acrobacia al final. Pero no desbrozaba el interior de nadie, no se internaba en la épica del alma. Pero no retrataba los altibajos de la sociedad en que se encontraban los cadáveres. Pero no sajaba la podredumbre ni lo más frágil de nosotros. Pero no te quedabas pensando en la vida ni en esa certeza de que, cuando la luz avanza, retrocede la oscuridad. Narraba bien pero no construía grandes novelas. Sí construye novelas de verdad y artísticas Domingo Villar (Vigo, 1971). Y sin descartar lo escabroso de la condición humana, lo que echa para atrás a la conciencia. Aunque es desde 1989 madrileiro —gallego que reside en Madrid—, se nota su afecto y admiración por la tierra y la ría en que creció. Escribió guiones, trabajó en radio. De momento lleva publicadas tres novelas: Ojos de agua (2006), La playa de los ahogados (2010) y la que, tras quinientos folios tecleados con el título Cruces de piedra, los cruceiros, comprendió que debía rehacer y acabó con doscientas muchas páginas más, y distinta, convertida en El último barco (2019). Su éxito de lectores, de premios, de traducciones —una veintena de idiomas—, de ventas… es innegable. De reconocimientos internacionales, aun estando ubicadas en su lugar natal, Vigo. O quizá por estar ambientadas allí. Vigo es una populosa ciudad portuaria, limita con una frontera hecha Miño y océano y tiene pasado milenario y pasado reciente, más un paisaje de hermosura difícil de repetir, más sus propios errores urbanísticos: un autor de novelas policiacas debe aprovechar tan buen escenario. Domingo Villar perfila las descripciones —líricas, contenidas—, en gallego, y los diálogos —irreprochables técnicamen-

Ernest Hemingway

Agatha Christie

Titania McGrath

te— en español. El resto también lo hace muy bien. Porque concreta y construye. Porque encarna. Ha modelado buenos personajes buenos. Y malvados con el alma enmohecida y turbia. La verosimilitud preside los breves capítulos. Cenan y recogen la mesa. Como hace Cervantes. Fuman, se confunden, pasan calor. Aprecian y comparten el vino y el buen yantar. El joven comisario Leo Caldas, vigués, es el mejor de esas páginas. Colabora desganado en un programa de radio, es inteligente, quiere a su padre, bodeguero sutil de albariño, tiene inclinación al jazz, lee, puede pasarse horas mirando una chimenea encendida, no habla de más, escuchar no le importa, siente compasión... y ama a Alba. No hay descripción física suya completa en las novelas. Su ayudante, en cambio, un zaragozano grandullón, expeditivo, volcánico, Rafael Estévez, no entiende el temperamento galaico. Pero tiene maño —magno— el corazón. Forman el contrapunto de esos dúos peculiares de las novelas policiacas, y Villar lo aprovecha para crear la distensión del humor. No quiero pisotear las tramas. Cadáveres desnudos y tumefactos. Ahogados con las manos atadas con bridas. Hijas de médicos desaparecidas. Alguno de ustedes tal vez deje de leer a las no muchas páginas, abrumado por la podredumbre. Se perderá la hondura de los temas. Tras amores homoeróticos o el miedo mudo resalta la ceguera a la que arrastra el pecado de la codicia. Ni Villar ni Caldas ni el narrador prejuzgan ni sentencian. Cada capítulo se abre con una palabra y sus multiformes acepciones de diccionario. Como la vida: significados parecidos o no tanto multiplican la realidad. Nt

APUNTES

colegio y otras novelas Los profesores del Colegio Montecastelo de Vigo en que se formó Domingo Villar no se extrañan de que haya acabado novelista. Le vislumbraron en el bachillerato el talento. En esas monsergas de listas que los periódicos solicitan declara qué títulos de narrativa noir admira. Sobre todo, El perro canelo (1931), símbolo del miedo, novela que Simenon escribió en menos de un mes y que resuelve el intuitivo comisario Jules Maigret. Le sigue esa estatuilla negra de El halcón maltés (1930), que noveló Dashiell Hammett. Venera a un escritor que empezó septuagenario en la narrativa de policías: el siciliano Andrea Camilleri, cuya novela, El perro de terracota (1996), destrenza el segundo caso del comisario Montalbano, apellido en homenaje al escritor Manuel Vázquez Montalbán, cuya novela de 1983 protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho Los pájaros de Bangkok recobra también Villar. Para nota son otros títulos que admira. Uno es La promesa (1958) que un policía le hace a la madre de una niña de encontrar a su verdadero asesino, novela del suizo Friedrich Dürrenmat. Otra se titula Black Cherry Blues (1989), de James Lee Burke, protagonizada por la compleja y admirable personalidad de Dave Robicheaux, serie que alguien debería traducir al español. Y la novela histórica de detectives Cualquier otro día (2008) de Dennis Lehane. Raro que no incluya trabajos de Ferdinand von Schirach. invierno 2021  Nuestro Tiempo —85


Libros

Escribir, un gesto de supervivencia

Chanquete y el fin Tres veces, tres del mundo

Aquí estuvo Miki Naranja

El olor del bosque Hélène Gestern Errata Naturae & Periférica, 2020 784 páginas, 26,90 euros

Diario de un viejo cabezota (Reus, 2066) Pablo Martín Sánchez Acantilado, 2020 384 páginas, 22 euros

Tres Dror Mishani Anagrama, 2021 264 páginas, 20,9 euros

Aquí estuvo Kilroy Miguel Ángel Herranz Renacimiento, 2020 148 páginas, 15 euros

Uno. Dror Mishani arriesga en la forma y en el fondo, quizá porque no venga del thriller más típico, sino de Oriente. Y sin la parafernalia habitual, suelta una perla. Quieto. Otra perla. Y otra. Para cuando te das cuenta, ya tienes un collar magnífico que, sin apenas tiempo para reaccionar, te envuelve el cuello y te deja sin respiración. Y hasta aquí puedo leer. Dos. A la primera, te dejas sorprender. Orna, primera protagonista. ¿O primera víctima? Lo mismo pasa con Emilia. Engañada. Ya no notas esa tensión de la primera vez, pero la sientes cerca. Ya conoces a Guil, quizá único protagonista verdadero, pese a todo. Ya sabes la dinámica. Pero, ay, las perlas no cesan. A más páginas, mayores son las que te seducen. Tres. Hay también perlas falsas. Que llaman la atención, pero porque no deberían estar ahí, naturalmente.

Este libro es la golosina que todos querríamos que nos publicaran: mezcla de prosa y verso, reflexiones y reseña de lecturas, colección de opiniones, dietario y desahogo… Los textos van formidablemente acompañados con las ilustraciones sugerentes, conceptuales, a veces misteriosas de Luis Ruiz del Árbol (@thefromthetree). El tono del libro es sencillo, pese a tanta cita; diríamos que naif en el mejor de los sentidos: sin un gramo de pedantería ni pose, puro corazón que, en medio de la mucha literatura que respira, lo que bombea siempre es amor. Gustos, manías, lecturas, su mujer y sus hijos... Miguel Ángel Herranz (Miki Naranja en redes) falleció pocos meses después de la publicación del libro, a los cuarenta y dos años. Estas páginas son un regalo que nos quiso dejar durante su enfermedad, un canto de amor por la vida y por la cultura. Leámoslo, pues, como quien hace un brindis.

Cien años después de la Gran Guerra, la historiadora Élisabeth Bathori trata de reconstruir la vida en las trincheras a partir de las cartas y fotografías enviadas por Alban de Willecot, amante de la astronomía, a su amigo del alma: el famoso poeta Anatole Massis. Unas cartas que al principio son esperanzadoras pero que, conforme pasan los días, se van transformando en desánimo, tristeza e incluso culpabilidad y rebeldía. Poco a poco Bathori va descubriendo que detrás de ese legado hay algo más que un diario de guerra. La extensa y minuciosa obra de Hélène Gestern, publicada por primera vez en castellano, mezcla de novela histórica y thriller, nos va desvelando un pasado que todos quieren olvidar. Un pasado que, por doloroso, prefieren no ver pero que en palabras de Willecot «tienen que saberlo». Un alegato epistolar en favor de la memoria y la búsqueda de la verdad. Teresa Llamas

Ya lo cantaba Silvio: «Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un niño o de sí». En esta novela distópica, Pablo Martín trata esos tres asuntos en un paisaje preapocalíptico. El 1 de octubre de 2066 terminará la moratoria concedida a los últimos habitantes de la Península para que la abandonen antes de que la conviertan en un gigantesco complejo militar estadounidense. El texto es el diario íntimo de un anciano testarudo que ha decidido quedarse hasta el final por aferrarse a su tierra. Las memorias del carcamal encerrado en la clínica abandonada Pere Mata completan una trilogía sin relación de trama en la que el autor explora los conceptos de la narración: el protagonista (El anarquista que se llamaba como yo), el tiempo (Tuyo es el mañana) y finalmente, en este libro, el lugar. Es una novela sobre la extraña sensación del arraigo, los lazos de la tierra y los de la sangre. Leopoldo Roux

86—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Andoni Amadoz

Jesús Beades


Ascienden hacia el misterio

Lo mejor de la obra de Eugenio d’Ors

Cuando fueron los mejores

Una sátira contra los identitarismos posmodernos

Andréi Rubliov Diego Roel Rialp, 2020 62 páginas, 9,50 euros

Álvaro d’Ors: sinfonía de una vida Gabriel Pérez Gómez Rialp, 2020 697 páginas, 28 euros

No digas nada Patrick Radden Keefe Reservoir Books, 2020 544 páginas, 22,9 euros

Woke Titania McGrath Alianza Editorial, 2020 160 páginas, 16 euros

El Rubliov de Diego Roel (Buenos Aires, 1980), ganador del Premio Alegría, es un eslabón que debe leerse en la cadena de un proyecto poético, asentado ya en varios ejercicios. Los poemas de esta colección recrean escenas de la vida del conocido pintor de iconos que da título a la obra. Desde una escritura trascendentalista, los elementos del lenguaje suben en jerarquías verticales hacia el misterio. La película homónima de Andréi Tarkovski (1966) es materia central para un libro en el que las escenas actúan de manera circular, repitiendo tomas en busca de una variación que permita al poema fugarse hacia una zona de prueba. De pronto, el imperativo «abre los brazos» se transforma en «abre los ojos» y Roel alcanza la sencillez de una escritura pulida en extremo: «Volando va desnuda/ una sola palabra en el paisaje./ Dormida va./ ¿La ves?».

El periodista Gabriel Pérez ha llevado a cabo una labor casi detectivesca para reconstruir la vida de Álvaro d’Ors, catedrático y patriarca del derecho romano, a través de varios miles de cartas y una serie de cuadernos personales, muchas veces casi indescifrables, que redactó durante lustros y suman más de ocho mil páginas. La información se completa con entrevistas a familiares, amigos, colegas y discípulos, como Amadeo de Fuenmayor, Javier Nagore, José Orlandis, Emilio Valiño o el doctor José Cañadell. La biografía sirve para conocer de primera mano la historia intelectual del siglo xx español. Basta mencionar al padre del biografiado, Eugenio d’Ors, a Federico García Lorca, Gregorio Marañón, Manuel Machado o José Ortega y Gasset, quien, en cierta ocasión, afirmó, posiblemente no por halago, que «lo mejor de la obra de don Eugenio va a ser su hijo Álvaro».

Como una novela de misterio. Así se lee esta crónica del periodista del New Yorker Patrick Radden. En un impresionante ejercicio narrativo, Radden despliega decenas de personajes que de un modo u otro se vieron relacionados con el secuestro de Jean McConville, una viuda madre de diez hijos, en el West Belfast de los Troubles de los setenta y ochenta del siglo pasado. A través de una sesuda investigación —más de cien páginas de notas sobre citas y fuentes en la edición castellana— el autor no solo esclarece uno de los episodios más oscuros de la historia del IRA, sino que aporta vida y volumen; sitúa al lector frente a la causa republicana hasta el punto de que uno casi simpatiza con el terrorismo, para luego mostrarle sus contradicciones. No digas nada es lo que toda crónica aspira a ser: una apasionante novela en la que nada es ficción.

La autora de Woke es una famosa cuenta de Twitter que parodia los excesos de quienes hablan en nombre de esponjosas identidades colectivas. ¡Una activista que quiere cambiar el mundo desde el sillón de casa! Detrás se esconde Andrew Doyle, un cómico cansado de la corrección política y los achicamientos de la libertad en los últimos años. Woke es un libro de batalla: divertido, agudo, ligero y polémico. Haciéndose pasar por una persona extremadamente sensibilizada con las cuestiones de clase, dieta, raza, feminismo, colonialismo, orientación sexual e identidad de género, McGrath/Doyle hace desfilar por el texto muchas de las cuestiones candentes de las guerras culturales empleando las herramientas tradicionales de la sátira. El resultado es un opúsculo que, bajo su corteza ingeniosa y burlesca, esconde una crítica decidida a las políticas de identidad, el postureo moral y la ingeniería social.

Diego L. García

Teo Peñarroja

Alberto N. García

Rafael Domingo

invierno 2021  Nuestro Tiempo —87


Libros Novedades EUNSA

Para aprender a querer

Ya no más «la señora de»

Otra forma de trabajar

Periodismo por y para las mujeres modernas

Amor puro. Descubriendo el verdadero sentido de la sexualidad Jason Evert 2020. 82 páginas, 8,90 euros

Dolores Franco de Marías: una vida desde la razón vital femenina Nieves Gómez Álvarez 2021, 134 páginas, 14,90 euros

Valor humano y cristiano del trabajo. Enseñanzas de san Juan Pablo II Domènec Melé 2020. 384 páginas, 21,90 euros

La democratización de la moda en España. Telva 1963-1975 Mónica Codina y Roberta Bueso 2020. 224 páginas, 18,90 euros

Llevan dando conferencias sobre amor y sexualidad desde 1999, pero Jason y Crystalina Evert se hicieron famosos en 2003 por su sesión «Amor sin remordimientos», impartida dos semanas antes de casarse. Dieciocho años después, el matrimonio ha hablado a más de un millón de personas en todo el mundo. Que Jason sabe qué preocupa a chicos y chicas, cuáles son sus preguntas más frecuentes, sus miedos y sus dudas, lo deja ver en Amor puro, donde recopila las respuestas a muchas de esas inquietudes: «¿Dónde puedo encontrar a un chico valioso?», «¿No arruinará la castidad la emoción de salir juntos?» o «¿Cómo digo “no”?». Con una visión positiva de la sexualidad y del lenguaje del cuerpo, el autor propone una manera de vivir en la que el amor sale ganando por encima del egoísmo, del miedo y de los mensajes que venden sexo con apariencia de libertad pero lleno de tristeza y frustración.

Nieves Gómez Álvarez señala en este libro el valor intelectual de Dolores Franco de Marías (1912-1977) y en qué medida se la puede considerar una discípula de Ortega y de Salinas, y no solo la esposa de un destacado pensador del siglo xx. El texto va desde sus tiempos de estudiante en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central de Madrid hasta el presente, en que su vida y su obra siguen vivificando la existencia de otras personas. Escritora, traductora y docente, Franco de Marías es un perfecto ejemplo de «razón vital femenina»: un uso de la inteligencia de la mujer que colabora con el varón para crear una cultura completa, de tal manera que ambos sean «igualmente personas, pero no personas iguales». Hoy más que nunca son necesarios referentes de vida lúcidos, con trayectorias vitales auténticas y llenas de saber humano. La de Dolores Franco de Marías es, sin duda, una de ellas.

Este texto de Domènec Melé exalta de modo brillante el valioso legado de san Juan Pablo II sobre el trabajo, recogido desde el ámbito antropológico, ético y espiritual en sus homilías y, sobre todo, en encíclicas como la Laborem Exercens. La obra revisa el tema de modo sistemático, exponiendo fehacientemente cómo el papa polaco procura mantener estrecha continuidad con sus antecesores. También se muestran claros avances en lo relativo al genuino valor del trabajo en su dimensión humana y cristiana. No se trata solo de su relevancia económica y social, sino de buscar la realización en la familia, en la comunidad y en Dios. Desde este ángulo, la ayuda de la gracia pone al trabajador en medio del amor trinitario. Esta idea, que se opone a las ideologías que confunden el trabajo con sus resultados, es un matiz del papa santo de incuestionable vigencia y relevancia.

Los sesenta fueron una época de cambios que rompieron con los esquemas establecidos para las mujeres y transformaron su rol. En este contexto, y con el fin de ayudarlas a encontrar un buen lugar, nace Telva. La publicación, consciente del momento que se vivía en España, surgió con un fuerte afán de servicio, como una iniciativa para el empoderamiento y con el objetivo de convertir a sus lectoras en mujeres Telva, modernas y elegantes. En esta monografía, Roberta Bueso, investigadora de la moda, y la profesora de la Facultad de Comunicación Mónica Codina recorren cronológicamente los números de la cabecera desde su nacimiento en 1963 hasta 1975, cuando ya era la «gran revista femenina española por excelencia», como se señala en el libro. Mediante esta revisión de los primeros años de Telva, el lector aprecia cómo la revista fue introduciendo las nuevas tendencias en España y contribuyó a democratizar la moda en el país.

Lucía Martínez Alcalde

Ana Gil

88—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Rafael Hurtado

Ana Terreros


Clásicos: otra mirada

Inteligencia emocional Daniel Goleman Kairós, 1996 520 páginas, 17,31 euros

Gente bastante más que sagaz y preparada

DIEGO FERMÍN

Libros

Solemos distinguir entre personas rápidas, sagaces, astutas, que logran leer los hechos y efectos de la vida y se manejan a la perfección por sus complicaciones, y, enfrente, personas que atesoran conocimientos técnicos en una o más materias. Incluso se tiende a premiar a unas y arrinconar a otras. Sorprende, por ejemplo, que alguien con una capacidad intelectual fuera de lo común no consiga alcanzar lo que la sociedad entiende por éxito. O, dicho de forma simple, por qué un expediente deslumbrante no es garantía de alcanzar determinado estatus profesional. El verdadero triunfo exige comprender los propios sentimientos y los de los demás, habilidades para desenvolverse en las relaciones con los otros en todo ámbito, encontrar motivación, rehacerse de las decepciones, manejar la impulsividad, evitar que los contratiempos disminuyan la capacidad de pensar... Esa parte del talento se denomina inteligencia emocional, y quien se adentre en este campo llegará al manual de 1995 con medalla de clásico del californiano Daniel Goleman (1945). Emotional Intelligence fue un rápido superventas y no solo

convirtió a este psicólogo y periodista en un gurú de la materia, sino que cambió la percepción de la inteligencia hasta conseguir que las emociones fueran la columna vertebral de la gestión de personas e, incluso, de la formación académica. Aunque el término no lo acuñó él —Peter Salovey, de Harvard, y John Mayer, de la New Hampshire, lo habían utilizado en 1990—, Goleman explica en su ensayo las conexiones entre inteligencia emocional —la mente de las emociones, la que instantáneamente actúa— y coeficiente intelectual —la mente racional, más lenta— y cómo esta relación permite modular la emotividad. Probablemente, la mayor aportación de Goleman sea que la inteligencia emocional puede entrenarse. En esta habilidad que considera «esencial para la felicidad» se crece en varios tramos: tomar conciencia de uno mismo —saber qué sentimos y por qué—, ser positivo y no perder la calma ante los contratiempos, y desarrollar la empatía para entender las emociones de quienes tenemos cerca. Es cuestión de ponerlo en práctica. De ayudarnos. De aprender a ayudarnos. Álvaro González Villarreal invierno 2021  Nuestro Tiempo —89


Cine

NÚMEROS

446 90 millones de euros ha perdido la taquilla española en 2020 por culpa de la crisis del covid-19.

millones de usuarios consigue Disney+ en su primer año de lanzamiento.

El crítico, un guía en la selva de las plataformas Los cambios en la distribución de las películas han influido en los críticos. Juzgan ahora una materia mucho mayor y su papel como «descubridores» de buen cine quizás resulta más necesario. texto y críticas

Ana Sánchez de la Nieta Voy a hacer una defensa a ultranza de la labor con la que me gano la vida: la crítica cinematográfica. Es una reflexión un tanto interesada, pero también muy actual. Se ha escrito mucho —y es poco— sobre las secuelas del covid-19 en la industria cultural, especialmente en el cine, pero no tanto sobre el impacto de estos cambios en los que nos dedicamos a la crítica cinematográfica. Como decíamos hace unos meses, durante 2020 gran parte de la cultura se desplazó de los escenarios, las salas de cine o los museos a las pantallas. Este movimiento hacia las plataformas ha salvado a muchas películas, que han podido estrenarse, pero también ha rematado a algunas pequeñas distribuidoras porque el nuevo margen de ganancia no les permitía salir adelante. Y si el cine se iba al streaming, el crítico también. Para quienes no estén familiarizados con su labor, diremos que es un profesional envidiado en todo menos en el salario que, hasta ahora, vivía de analizar los aproximadamente siete o diez estrenos de los viernes, que había visto 90—Nuestro Tiempo  invierno 2021

FOTO: CHARLES DELUVIO EN UNSPLASH.


Indiana Jones

Sean Connery

con anterioridad en festivales o en pases de prensa organizados por la veintena de distribuidoras que operan en España. Todo esto estalló en el confinamiento. Las plataformas, ajenas a nuestra tarea hasta hace poco, estrenan de una manera absolutamente distinta a los mecanismos habituales del cine. De hecho, más que estrenar vuelcan sus contenidos o actualizan sus catálogos de una forma diferente. A Netflix, HBO o Amazon Prime les da igual colgar un título un viernes o un domingo: no tienen empacho en dar acceso a sus asociados a cinco películas el mismo día. E incluso —en una práctica que cuando comenzó la pandemia me parecía marciana y ahora empiezo a entender— no tienen ningún problema en estrenar una cinta rodada ¡hace quince años! Para los que llevamos años en la profesión, este cambio resultaba al principio inquietante. ¿Cómo voy a hablar de un largometraje vietnamita del 2008 estrenado en Filmin? ¿Cómo voy a publicar un lanzamiento de HBO un lunes? Y, sobre todo, ¿cómo voy a cubrir una veintena de títulos cada semana? Sin embargo, para quienes entendemos —y creo que somos todos— la crítica como un servicio al espectador, es oportuno hablar de la película vietnamita o de los veinte contenidos semanales porque al otro lado hay una persona dudando un lunes qué verá después de cenar. Para seguir siendo útiles, tenemos que cambiar nuestros mecanismos de trabajo porque, en medio de esa proliferación de títulos donde se mezcla el talento con la morralla, es más necesaria que nunca la labor del crítico, de un profesional con muchas horas de cine que sea capaz de señalar al espectador dónde está lo mejor de cada plataforma.

Dea Kulumbegashvili

Eddie Redmayne David Fincher

Sus infinitos catálogos requieren un cribado. Y es una selección que, hasta ahora, no se ha hecho, porque son muchos los títulos que se han incluido sin ninguna referencia crítica, la mayoría de las veces porque no se han estrenado antes en salas. En estos últimos meses he visto cómo muchas productoras, para paliar la crisis, lanzaban en plataformas contenidos que nunca hubieran sido capaces de estrenar por su escasa calidad. Pero también nos hemos deleitado con algunos títulos memorables de Netflix —decidida a hacerse un hueco en la industria del cine—, como El juicio de los siete de Chicago, o de Disney+ —que está ensayando modelos de negocio—, como Soul, junto con otros productos distintos pero muy notables que tienen más difícil encaje en salas de cine, como documentales, cortometrajes o miniseries. Al crítico le toca precisamente explorar en esas plataformas para separar el grano de la paja, cambiar su modo de visionar los productos, modificar sus tiempos de publicación e incluso, probablemente —ya lo estamos experimentando algunos— cambiar nuestros interlocutores. Eso sin dejar de cubrir el cine en pantalla grande, que siempre será el origen de la mayoría de los mejores títulos de las plataformas. El trabajo es ingente porque se multiplican los contenidos y, también por culpa de los confinamientos y las restricciones a la movilidad, ha aumentado mucho el consumo audiovisual. Pero es un reto que conlleva una gran satisfacción: ser útiles a un espectador que quiere ser gourmet y no alimentarse de comida rápida, por más abundante y barata que sea.

Pau Donés

TELEGRAMAS

muere el padre de indiana jones Sean Connery falleció el 30 de octubre de 2020 con 90 años. El actor escocés interpretó a personajes míticos como James Bond o el padre de Indiana Jones. pasos hacia la igualdad Según un estudio de la Universidad del Estado de San Diego, dieciséis de las cien películas más taquilleras de 2020 las dirigieron mujeres. Es todavía un porcentaje pequeño pero significa un incremento en relación con otros años. #yovoyalcine Desde que las salas reabrieron el pasado mes de junio, la Federación de Cines de España y la Federación de Distribuidores de Cine promueven la vuelta a las butacas con la etiqueta #YoVoyAlCine. Sin palomitas y con mascarilla, pero la experiencia de la gran pantalla todavía es posible.

Nt

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Cine

Un absorbente thriller jurídico

Cine y literatura

Otro recital de Pixar

El juicio de los 7 de Chicago

Martin Eden

Soul

Dirección y guion: Aaron Sorkin EE. UU., 2020 Para los aficionados al cine de Aaron Sorkin.

Dirección: Pietro Marcello. Guion: M. Braucci, P. Marcello. Italia., 2019 Para los amantes de las buenas historias.

Dirección: P. Docter, K. Powers. Guion: Docter, Jones, Power. EE. UU., 2020 Para adultos inquietos y niños inteligentes.

Aaron Sorkin dirige un thriller jurídico que se ha convertido en una de las grandes apuestas de Netflix para demostrar que una plataforma televisiva puede ser también una gran productora de cine. Sorkin recrea el interesante proceso que en 1968 sentó en el banquillo a una amalgama de individuos sin ninguna conexión acusados de lo mismo: provocar incidentes violentos en una manifestación contra la intervención en Vietnam. Como suele ser habitual en el cine de Sorkin, y prescindiendo de sus apegos ideológicos, el guion, apoyado en unos diálogos absorbentes, es magnífico. Sabe abordar cuestiones filosóficas y políticas sin aburrir; al contrario, haciendo al espectador partícipe de la historia. El casting, arriesgado en algunas decisiones, resulta al final perfecto y destacan las interpretaciones de Sacha Baron Cohen y Eddie Redmayne. Es cierto que el personaje del juez roza lo caricaturesco, pero es un fallo menor en una cinta notable.

Esta adaptación libre de la novela autobiográfica de Jack London cuenta la historia de un marinero que busca en la literatura su tabla de salvación y el modo de progresar en la vida. Pietro Marcello acierta absolutamente al adaptar y dirigir la obra de London con un tono clásico y una narrativa hipnótica que se centra especialmente en la fuerza del relato y de los personajes, magníficamente escritos e interpretados. Ese aire clásico sabe alternarse con recursos de montaje y puesta en escena originales y arriesgados que dotan a la cinta de una indudable contemporaneidad. La película se convierte así en una interesante radiografía del arranque del siglo xx contado con el estilo y los medios del siglo xxi. El resultado es sublime. Una bellísima conjunción de cine y literatura donde las dos artes se enriquecen.

Cada año Pixar entrega a su rendida audiencia —rendida con razón, pues motivos de admiración nos ha dado la compañía del flexo— una cinta que suele convertirse en la película familiar del año. No pocas veces hacen coincidir ese estreno con las fiestas navideñas. En el año del covid-19, el 2020, Pixar no estrenó en cines, pero aprovechó el día 25 de diciembre para ofrecer a los suscriptores de su plataforma (Disney+) su atávico título anual: Soul, la historia de un músico de jazz que tiene que afrontar la separación de alma y cuerpo antes de tiempo. Soul es, hasta ahora, el film más adulto de Pixar. Y lo es por su temática, que aborda cuestiones antropológicas e incluso metafísicas que requieren un segundo visionado; por su banda sonora, la música de jazz está a años luz de las tradicionales canciones de Disney; y por su diseño visual, mucho más minimalista, original y expresionista. Dicho esto, el talento de Pixar es tal que el público in-

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fantil, entendiendo menos, disfrutará del mundo imaginario donde transcurre la historia y de esos maravillosos personajes redondos, inquietos, activos y todavía por formar en los que, sin duda, se verá reflejado. En resumen, otra obra de arte, en este caso capitaneada por Pete Docter (Up), que vuelve a demostrar que la infancia no está reñida con la inteligencia y que la narrativa es una herramienta perfecta para abordar las grandes cuestiones que interpelan al ser humano.


Un canto al Hollywood de los años cuarenta

Concha de Oro en San Sebastián 2020

La emocionante despedida de un grande

Mank

Beginning

Eso que tú me das

Dirección: David Fincher Guion: Jack Fincher EE. UU., 2020 Para cinéfilos.

Dirección: Dea Kulumbegashvili Guion: Kulumbegashvili, Rati Oneli Georgia, 2020. Para los que les gusta el cine festivalero.

Dirección y guion: Jordi Évole España, 2020 Para todos, porque es una lección de vida.

Una mujer madura trata de superar la insatisfacción que le produce una vida que considera monótona junto a su marido y su hijo en una aldea tranquila. El ataque de un grupo extremista desequilibrará la aparente calma. Esta película georgiana fue la ganadora del último Festival de San Sebastián (2020) entre el enfado de una parte considerable de la crítica, que no terminó de entender el galardón a una obra que trabaja muy bien la atmósfera narrativa pero que carece precisamente de argumento. El arranque presagia un conflicto psicológico que, aunque muchas veces explorado en la ficción, no por eso deja de interesar. El problema es que ese conflicto nunca llega a desarrollarse y la película se limita a dejar al espectador con todo tipo de preguntas mientras contempla planos infinitos del rostro apenas expresivo de la protagonista. Al final, la insatisfacción y el silencio de esta mujer madura se trasladan a quien mira… Una manera algo extraña de entender la catarsis.

Quince días antes de morir, Pau Donés, líder de Jarabe de Palo, llamó a su amigo Jordi Évole para que le hiciera una última entrevista. Le recibió con una sonda nasogástrica, muy deteriorado y con dificultades para hablar. Era consciente de que le quedaban pocos días de vida pero, como confiesa en los primeros minutos, después de haber hecho tantas entrevistas algo frívolas y superficiales, dirigidas a la promoción de su música, quería tener una conversación a fondo y hablar de lo verdaderamente importante. Son sesenta minutos cargados de emoción en los que se habla del valor de la vida y de las pequeñas cosas, de lo efímero de la fama, de la realidad de la muerte, del papel esencial de la familia, de la importancia de pedir perdón y de amar a quienes nos rodean, de no dejar que nunca anide el odio en el corazón y, sobre todo, de la radical diferencia que supone vivir agradeciendo lo que se nos da cada día. Una actitud que Pau Donés plasmó en su última canción, «Eso que tú me das».

Si tuviéramos que resumir la historia del cine en un título —cosa imposible, por otra parte— probablemente ganaría Ciudadano Kane. Bien por calidad —que la tiene— o por tradición —que también—, la cinta de Orson Welles suele liderar casi todos los listados. Por eso, cualquier película que aborde alguno de los elementos de Ciudadano Kane (el director, el personaje, la época o el mítico rosebud) homenajea implícita o explícitamente a la filmografía universal. La última obra de David Fincher es un canto al cine en toda regla. Cuenta el complejo proceso de escritura del guion de Ciudadano Kane y hace una disección interesantísima del Hollywood de los años cuarenta. Una disección que requiere un espectador cinéfilo, culto y conocedor de ese mundo, pues las referencias literarias, cinematográficas y políticas son continuas. Por esa demanda intelectual, Fincher se toma su tiempo para ir desgranando una historia que puede resultar de

tanto en tanto excesivamente lenta y reiterativa. Quizás porque el guion es simple y el contexto complicado y la película va y viene de continuo de la trama al entorno. Con todo, por el tema, la ambientación, las interpretaciones y, en especial, por su atmósfera, que recrea unos años dorados de la industria del cine, es uno de los grandes títulos que nos dejó el 2020.

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Series

NÚMEROS

200

millones de personas estaban suscritas a Netflix al cierre de 2020. Un crecimiento de 33 millones con respecto a 2019.

493

series produjo la industria estadounidense en el año del covid-19, lo que supone un 7 por ciento menos que el ejercicio anterior.

Evil: fe, razón y viceversa

Los creadores de The Good Wife exploran el origen del mal. texto Alberto N. García

[Com 00 PhD 05] es profesor titular de Comunicación Audiovisual y crítico cultural

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La tentación es radicalmente humana. Hasta Jesucristo fue probado en el desierto y sufrió momentos de duda en el huerto. Porque la debilidad acecha y el Mal existe. Ambas premisas espolean Evil, una vuelta de tuerca a lo policíaco: es un drama sobrenatural, una serie de misterio… ¡y un diálogo entre fe y razón! Esto último no solo le aporta su más innovadora característica a Evil, sino que choca al espectador, dada la alergia del mainstream cultural y artístico hacia las confesiones cristianas. Porque el tema de Evil es el origen del mal, y sus protagonistas, un seminarista

católico y una psicóloga forense. Por un lado, comparece David Acosta (el Mike Colter de Luke Cage), un experiodista que se está preparando para ordenarse sacerdote. La diócesis le ha encomendado investigar tanto posibles milagros como apariciones satánicas, puesto que al agua bendita siempre le ha de preceder la posibilidad del vademécum. A David le atormenta algo de su pasado y en ocasiones le cuesta ver a Dios, pero sigue la doctrina de Roma al pie de la letra. Precisamente por eso contrata para su equipo a Kristen Bouchard (la emergente Katja Herbers), una agnóstica mamá de cuatro y marido


Sky Rojo Cobra Kai

Curb Your Enthusiasm

ausente. Su misión es clara: emplear sus conocimientos para ayudar a discernir cuándo la ciencia puede dar respuesta a los misterios que investigan. Con esa premisa, por la serie irán pululando psicópatas asesinos, cadáveres que respiran durante una autopsia, tenebrosos niños vestidos de Halloween o exorcismos donde no funcionan el latín ni el crucifijo. Su brillantez radica en su apertura epistemológica: rara vez los casos de la semana se resuelven de manera diáfana; lo habitual es que los personajes se cuestionen sus presupuestos y el relato abrace lo inexplicable. Nunca hay goleadas: unas noches será la ciencia la que acabe con la boca abierta y, otras, será la religión la que admita que «y sin embargo, se mueve». Este dejar respirar a la duda es marca de la casa. Los creadores de Evil son el matrimonio King, responsables de The Good Wife, un programa esencial para entender la década que se nos ha escurrido. Durante siete temporadas, aquel drama familiar disfrazado de serie legal —o viceversa— supo ficcionalizar todos los temas candentes de las guerras culturales. Y lo hizo sorteando el dogmatismo, reivindicando —como en cualquier buen juicio— los pros y los contras de cada argumento. Un fair play idéntico inspira Evil desde su concepción: «Dado que creamos dos personajes que tienen ideas muy diferentes —explica Michelle King—, es importante que se escuchen con respeto y que se sientan cómodos expresando esos puntos de vista opuestos», que se reflejan siempre con cariño intelectual y matices: «Lo último que alguien quiere es encender la tele y que le den un sermón. Es mucho mejor que tengas a la gente cuestionándose cosas», explica Robert King. Así, David, a pesar de ser un religioso muy sólido inte-

lectualmente, lucha contra los límites de la fe y recuerda la facilidad, tan humana, de la caída. Kristen, por su parte, rebaja su proverbial escepticismo al constatar que lo imposible ocurre. Entre ellos se establece una simpática relación profesional, de afecto y cortesía, que permite que el diálogo entre fe y razón avance sin estridencias en Evil. Pero también crece entre Kristen y David una relación de amistad, que nos habilita a los espectadores para inmiscuirnos en las esferas íntimas de los personajes y en los rasguños que sus posturas vitales conllevan: las dificultades del compromiso (matrimonio y celibato), la responsabilidad de la familia o la soledad de la vocación. Ahí es donde el relato va ganando poso conforme avanzan los episodios, en las relaciones humanas que ensanchan el drama: en el marido ateo que regresa y se pone a rezar por una hija enferma o en ese doloroso pasado que David no termina de limpiar. Son elementos de continuidad narrativa que se complementan con el gran villano: el Dr. Leland Townsend, un siempre inquietante Michael Emerson. Durante los trece capítulos de la primera temporada, el Dr. Townsend aporta una presencia mefistofélica que, aunque pueda sonar paradójico, rebaja la intensidad de la trama, incluso insuflando ciertos ramalazos de comedia. A pesar de explorar la geografía del terror y de que haya misterios de la semana realmente espeluznantes, Evil se consume con gusto. Por la inteligencia de los enigmas que plantea, por lo refrescante de su mirada al género y, sobre todo, por encarar aquel texto del papa Benedicto XVI: «Si, contemplando el misterio, la razón ve oscuridad, no es porque en el misterio no haya luz, sino porque hay demasiada».

APUNTES

kárate de moda Uno de los renaceres más sorprendentes de la cultura popular contemporánea es Cobra Kai. La serie —producida inicialmente por YouTube y globalizada por Netflix— retoma, décadas después, a los personajes de Karate Kid. Drama adolescente, nostalgia y una relectura dramática del original. Exitazo. Inesperado. la misantropía de larry david El coguionista de la mítica Seinfeld debutó con su propia serie, en HBO, en el año 2000. Y ahí sigue Curb Your Enthusiasm, haciendo risa de las relaciones sociales, la cotidianidad y el gruñón que todos llevamos dentro. Su undécima temporada está en el horno. Humor inteligente que también se carcajea de los límites. Incombustible. momento dulce de las series españolas El otoño de 2020 la ficción española dio que hablar más que nunca: Patria, Antidisturbios, Veneno… Pero quedan muchos proyectos prometedores: Sky Rojo, Espabilados o La fortuna, de Amenábar, entre otras. Ascendente.

Nt

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Música

al modo de delia

Más allá del reciente Delia Derbyshire: The Myths & The Legendary Tapes (2020), hace once años que el documental The Delian Mode (2009) plasmó los métodos y conceptos empleados por esta compositora y arreglista. Imprescindibles para entender la verdadera relevancia de su labor.

Delia Derbyshire: la matemática de las ondas Detrás de la sintonía de Dr. Who (1963) se esconde el nombre de Delia Derbyshire. Pionera olvidada de la música electrónica según The Guardian, en Radiophonic Workshop —el taller experimental de la BBC—, creó sonidos que han impactado en grupos como Pink Floyd o Aphex Twin. texto Marcos Blanco

Segunda Guerra Mundial. 1940. Inglaterra. El aullido de las sirenas antiaéreas y el aviso del «todo despejado» tras los bombardeos quedaron fijados en su memoria emocional. Delia Derbyshire (19372001) apenas tenía tres años y Coventry, su ciudad natal, había quedado devastada. De allí le vino —contaba a la revista Boazine en 1999—, «el amor por los sonidos abstractos». Fue la primera aproximación a la música electrónica de esta gran exploradora de los límites sonoros. Delia era una niña prodigio. Con poco más de cuatro años enseñaba a leer a sus compañeros de clase, y a los ocho tocaba el piano. También el violín, aunque nunca le gustó. «¡Odiaba el maldito violín!», confesaba en aquella entrevista. Estudió Matemáticas en el Girton College de Cambridge y, al curso siguiente, dio el giro a la música en la Coventry Grammar School. 96—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Derbyshire se incorporó a Radiophonic Workshop en 1962. Desde el laboratorio de la cadena británica BBC revolucionó la música moderna. © BBC Se licenció finalmente en las dos disciplinas. Para Delia, las matemáticas formaban parte de su proceso de creación. Terminados los estudios, en 1959, a los veintidós, envió el currículum a Decca Records —entonces sello de The Beatles—, pero no la admitieron. En esta discográfica londinense no contrataban a mujeres.

No tardó mucho en regresar a Londres tras pasar unos meses en Ginebra, en la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Se incorporó seis meses a la compañía editora de música Bossey & Hawkes y en noviembre de 1960 fichó por la BBC. En 1962 se enroló en Radiophonic Workshop, el laboratorio de la cadena británica


SELECCIÓN

BSO Doctor Who The Sun Makers [1963]

que había nacido en 1958 de la mano de Daphne Oram, precursora en la genereación de sonidos a partir de imágenes mediante sus famosos oramics. Este departamento nutría de música y efectos a series de radio y televisión producidas por la propia BBC. El nivel de experimentación era tan extremo que, como revelaba Delia en 1999 a la revista Surface, «al personal no se le permitía trabajar más de tres meses seguidos. Pensaban que los trabajadores acabarían volviéndose locos». Delia, que permaneció hasta 1973 en esta «hermosa manera de estar loco», y otras mujeres cambiaron la norma. Su imaginación ilimitada y sus innovaciones influyeron en grupos como Pink Floyd o Aphex Twin. Pero, sobre todo, Delia se adelantó una década a la banda alemana Kraftwerk, los padrinos de la música electrónica. En el prolífico recorrido de esta «pensadora independiente», como ella misma se definía, resalta una fecha: el 23 de noviembre de 1963. Aquel día emitieron la serie de ciencia ficción Dr. Who. El productor buscaba una pieza con base en Les Structures Sonores, grupo francés que armaba música a partir de estructuras metálicas y de cristal. Delia tomó la melodía de Ron Grainer y elaboró sonidos electrónicos que nunca antes se habían escuchado. Utilizando equipos de grabación rudimentarios consiguió transformar la partitura, que encerraba ideas tan abstractas como «nubes de viento», en una arcadia de bajos remotamente siderales y agudos psicodélicos que, desde una dimensión lejana, se clavaban en el cerebro como una navaja albaceteña. «¿De verdad escribí esto yo?», le llegó a preguntar Grainer. Pocos sabían que la culpable de la revolucionaria intro era Delia Derbyshire. Pero en el Radiophonic Workshop también había talentos como Maddalena Fa-

Electrosonic [1972]

BBC Radiophonic Music [2002]

gandini, que llegó a compartir single con George Martin, productor de The Beatles. Entre Fagandini, Delia y Oram abrieron en canal las posibilidades del sonido. Sus experimentos describieron una época plagada de jingles para la radio o entradillas para series de ciencia ficción como Quatermass and the Pit (1958), que formaban parte de la vida cotidiana de los hogares británicos. La música electrónica estaba creciendo en torno a una gama hasta hacía poco impensable de tonos agudos y bajos lisérgicos. Estos efectos colindaban con la puerta abierta por el díscolo productor Joe Meek en el premonitorio I Hear a New World (1960), una alucinada sinfonía de sonidos extraterrestres y de cualquier otra chifladura genial que despertase recovecos dormidos del aparato auditivo. En la estela de la generación Radiophonic Workshop, otra pionera, Wendy Carlos, se adelantó unos cuantos años a Isao Tomita, tótem de la música electrónica nipona, a la hora de recopilar piezas de música clásica y rehacerlas a través de sintetizadores. De su trabajo nació la banda sonora de El resplandor (1980), de Stanley Kubrick. Un tema impensable sin el camino abierto por Delia. En el obituario que firmó en The Guardian en julio de 2001, su colega Brian Hodgson recordaba unas palabras de la compositora: «Lo que estamos haciendo ahora no es importante en sí mismo, pero algún día alguien podría levantar algo maravilloso sobre estos cimientos». En la Universidad de Manchester se custodia su archivo: más de doscientas cintas con las que Delia Derbyshire revolucionó la música moderna. Desde los suburbios de la composición, como la pequeña pantalla y la radio, el clan de mujeres del Radiophonic Workshop dejó una pista que hoy continúa resonando. Nt

Lista de Spotify de Delia Derbyshire

APUNTES

experimentar con sonidos Delia Derbyshire generaba cada sonido desde cero. En aquella época, sin sintetizadores, samplers o grabadoras multipista, se dotó únicamente de micrófonos, cinta magnetofónica cortada y enlazada en bucle, haciendo uso de efectos primitivos. «De un solo objeto —Delia experimentaba con una pantalla de lámpara, verde y metálica que había en la BBC— obtenía muchos sonidos. Los filtraba, los trataba y los volvía a unir para crear una música abstracta y hermosa», llegó a decir el compositor y colega suyo Brian Hodgson. su música, en manchester Desde 2007 la producción de Delia Derbyshire se encuentra en la Universidad de Manchester. El material incluye 267 cintas, que se relacionan con el trabajo de Delia durante las décadas de los sesenta y setenta, así como correspondencia y partituras que documentan sus procesos creativos y sus proyectos. La admiración por esta artista ha instaurado el 23 de noviembre como el «Delia Derbyshire Day». invierno 2021  Nuestro Tiempo —97


Escena

william christie

«Estamos ante un drama muy humano: el amor, los celos, el odio... Eso hace que esta pequeña obra pastoral sea a la vez heroica y monumental»

La maldición de Mondonville

La diosa Pales, protectora de la tierra y del ganado doméstico, en una de las escenas de la ópera. © STEFAN BRION

William Christie rescata una ópera francesa que llevaba sin subir a un escenario más de dos siglos. La pandemia impidió finalmente que se representara con público. texto Felipe Santos [Com 93]

@ultimoremolino

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La lista de recuperaciones históricas de William Christie es larga, quizá no tan prolífica y ecléctica como la de Jordi Savall pero al menos igual de relevante para la música barroca gala. En el recuerdo, por ejemplo, sobresale el Atys de Jean-Baptiste Lully que dirigió en 1987 al frente de su ensemble, el formidable Les Arts Florissants. Para este año había programado el rescate de una obra que permanecía en el olvido desde los albores de la Revolución

Francesa, escrita por un contemporáneo de Jean-Philippe Rameau. Jean-Joseph Cassanéa de Mondonville, violinista de la corte, compuso Titón et l’Aurore, una ópera-ballet que dio en llamar pastoral heroica y que se convirtió en una de las muestras más simbólicas del teatro musical francés de la época prerrevolucionaria. Se estrenó en 1753, justo en los años en que se libró una pugna intelectual, la querelle des bouffons, entre los partidarios de la tradición de su país y los defensores


marionetas en los genes Hijo y nieto de titiritero, Basil Twist es el único graduado estadounidense de la École Supérieure Nationale des Arts de la Marionette de Charleville-Mézières. Se dio a conocer en el Festival Internacional de Títeres Jim Henson de Nueva York, que le otorgó el primer premio por su espectáculo The Araneide Show, en 1993. Ha creado más de veinte obras y en Broadway diseñó los títeres para Charlie and The Chocolate Factory o The Addams Family. Titon et l’Aurore es su primera colaboración con la Ópera-Comique.

de una apertura a nuevas formas como la ópera bufa italiana, que contaba en sus filas con Jean-Jacques Rousseau. Una maldición que ha querido conjurar William Christie con uno de sus compositores predilectos. Tan solo existía una grabación dirigida por Marc Minkowski en 1992. No oculta el músico americano afincado desde hace años en París que le atrae este estilo ligero y virtuoso a la vez, forjado en la tradición del teatro dieciochesco. La Opéra-Comique tenía previsto ofrecer cinco funciones a lo largo del mes de enero pero, debido a la pandemia y al cierre de los teatros franceses, las redujo a una, que al menos pudo retransmitirse por streaming y que puede verse en el canal medici.tv. Titón et l’Aurore se abre con un prólogo custodiado por dos preludios orquestales llenos de fuerza y vigor que servirán de guía al resto de la obra. En él escuchamos de Prometeo la afrenta de haber proporcionado el fuego a los hombres. «¿Qué somos, oh, cielos?», canta el refinado coro de Les Arts Florissants, «esperanzas y deseos hay en nuestras almas», todo como una forma de avanzar en la historia de Titono, el pastor, y la Aurora, que se despliega todos los días para iluminar el mundo. Ese primer encuentro está contado con mucha finura y gusto por Basil Twist, el director de escena estadounidense, que también se ha hecho cargo de la escenografía y el vestuario. Destacan el uso de la luz y las marionetas de tamaño natural que son manejadas por figuras vestidas de negro, al estilo japonés, y por hilos, según la tradición europea. El conjunto demanda del espectador dejarse llevar al territorio de la imaginación, de lo mítico.

Quien haya presenciado un amanecer entenderá aún mejor el fugaz ofuscamiento en el encuentro, cada mañana, entre el pastor y su amada. Cuánto hay de ese fulgor en una vida que se escapa entre los dedos, un fenómeno de la naturaleza que ocurre inusualmente deprisa. Hay un crescendo musical en esa iluminación súbita de la esfera celeste: primero una mitad, luego la otra, mientras las estrellas van perdiendo su brillantez. Al fondo, el azul que se deshace en tonos rojizos y luego amarillos, como si emergieran de un dulce volcán. De los dos amantes recelan Eolo, el dios de la tormenta, y Pales, la diosa protectora del ganado, que envidian esa felicidad y conspiran para que el deseo de Aurora por citarse con Titono se convierta en una maldición: el pastor seguirá viviendo pero al cumplir años irá mermando en sus sentidos hasta casi no poder ver cada mañana a la razón de su vida. La intervención de Amor, el otro dios que con Prometeo se presenta como aliado de los hombres, solventa el conjuro y reencuentra a los amantes en un final feliz avant la lettre. Merece mucho la pena escuchar esta obra y sumergirse en ese ambiente grácil que dibujan las melodías de Mondonville, y más en estos tiempos de pandemia. Ayudan a relativizar bastante la situación que vivimos unas notas compuestas en un mundo aún más terrible, ausente de derechos y acosado por enfermedades hoy consideradas leves. Ojalá pudiéramos rescatar gran parte de esa levedad existencial que nos revela como pocas esta música galante. Como nos dice Amor en el prólogo de esta obra: «Preservad vuestros mejores días para él».

FICHA ARTÍSTICA

Titon et l’Aurore, pastoral heroica estrenada en enero de 1753. OpéraComique (París), enero de 2021. Director: William Christie Director de escena, escenógrafo y figurinista: Basil Twist Iluminador: Jean Kalman Intérpretes: Reinoud Van Mechelen, Gwendoline Blondeel, Emmanuelle de Negri, Marc Mauillon, Julie Roset, Renato Dolcini, Virginie Thomas, Maud Gnidzaz y Juliette Perret. Orquesta y coro: Les Arts Florissants l l

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Arte

batiendo récords

La primera gran exposición individual dedicada a Hilma af Klint en Estados Unidos se convirtió en la más concurrida en la historia del Guggenheim. De octubre de 2018 a abril de 2019, más de 600 000 personas conocieron su obra. El catálogo de la muestra también registró un hito: con más de 30 000 ejemplares vendidos, desbancó al que más interés había despertado hasta el momento, el de Kandinsky. foto: fundación hilma af klint

Hilma af Klint pintó para el futuro El mundo redescubrió la extraordinaria obra de Hilma af Klint en 1986, ochenta años después de que la artista sueca pincelara en secreto los que ahora se consideran los primeros cuadros abstractos. Sus pinturas de lo invisible, previas a Kandinsky, han cambiado la historia del arte para siempre. texto Victoria Combalía, historiadora,

crítica y comisaria ¿Quién inventó la abstracción? Todo profesor de Historia del Arte del Siglo xx ha pronunciado esta pregunta en clase. Se suelen dar los nombres de Frantisek Kupka y Vassily Kandinsky, creadores de formas abstractas entre 1911 y 1913. Por la misma época, lo hicieron Robert Delaunay, Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharova. Pero en 1986, cuando el Museo del Condado de Los Ángeles mostró en la exposición «The Spiritual in Art: Abstract Paintings» varios cuadros de Hilma af Klint, realizados a partir de 1906, la historia comenzó a reescribirse lentamente. Veintisiete años después, en 2013, el Moderna Museet de Estocolmo la reconoció abiertamente co100—Nuestro Tiempo  invierno 2021

Infancia (1907) forma parte de una serie que ilustra las cuatro edades del ser humano. © fundación hilma af klint.


tras la pista de af klint

foto: museo picasso málaga, 2013

mo precursora de la abstracción y hoy nadie pone en duda su papel en los orígenes de esta corriente artística. Hilma af Klint nació en Estocolmo, en 1862, en una familia de navieros. Estudió en la Real Academia Sueca de las Artes y, de hecho, pintó y vendió numerosos retratos, paisajes y bodegones. En 1896 fundó con otras cuatro mujeres el grupo «Las Cinco», que realizaban dibujos automáticos —sin control de la mente— en reuniones espiritistas en las que Af Klint llegó a actuar de médium. En un época marcada por el descubrimiento de los rayos X, las ondas electromagnéticas y la teoría de la relatividad, se interesó por los fenómenos que ocurren más allá de la realidad visible y conectó con las ideas de Madame Blavatsky, que también influyó en otros artistas del momento. Para la fundadora de la teosofía, tres espíritus habitan en el interior de cada persona: el de los elementos, radicado en el cuerpo; el astral, ubicado en el alma; y el divino, un infinitésimo rayo que procede de la Causa superior, que no es otra que la luz o conciencia espiritual del mundo. Ya en 1906 Af Klint ejecutó obras abstractas con elementos biomórficos y, un año después, comenzó a elaborar unas enormes composiciones con arabescos, espirales y sugerencias de flores y pétalos, situados en espacios infinitos. «Los cuadros se pintaron directamente a través de mí, sin ningún dibujo preliminar y con gran fuerza. No tenía idea de lo que se suponía que representaban; sin embargo, trabajé rápida y segura, sin cambiar una sola pincelada», dejó escrito la artista. Esta serie, titulada «Los diez más grandes», sorprende por la belleza de sus colores y de su composición. En 1908 conoció a Rudolf Steiner, seguidor de Blavatsky. El fundador de la llamada

Además de la colección permanente del Moderna Museet de Estocolmo, hoy pueden verse piezas de Hilma af Klint en el Museo d’Orsay de París y en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York. En 2021 el legado de la artista tiene dos citas importantes: el 5 de mayo, diecisiete de sus cuadros participarán en la muestra colectiva «Women in Abstraction» en el parisino Centro Pompidou, y un mes más tarde, el 12 de junio, se inaugurará en Sídney la exposición individual «The Secret Paintings», que abarca 128 obras la pintora sueca.

antroposofía hablaba de la posibilidad de generar imágenes incluso cuando la realidad no despierte «nuestros sentidos», y aludía a formas no objetivas y al uso del color, pero también advertía del peligro de creer que se puede pintar el mundo espiritual directamente. Steiner vio sus producciones y este encuentro desencadenó una crisis en ella. Entre 1908 y 1915, Hilma af Klint concibió sus Pinturas para el templo, 193 cuadros destinados a transmitir la idea de la «unidad del Todo». Son obras que impresionan por sus grandes dimensiones, su maravilloso cromatismo y sus formas puras, muy frecuentemente círculos concéntricos, espirales, cubos, triángulos con gradaciones de color y siluetas de diamante. A veces incluyen letras o palabras. La artista volvió a cruzarse con Steiner en 1920 en Dornach, Suiza. Allí había levantado el llamado Goetheanum, para albergar los eventos teatrales de la Sociedad Antroposófica. ​A partir de entonces, creó pinturas con colores suaves y difusos y numerosos dibujos de plantas. Hilma af Klint murió en 1944, el mismo año que Munch, Mondrian y Kandinsky. Pero su legado —más de mil trescientos cuadros y unos ciento veinticinco cuadernos— permaneció oculto durante décadas. Esta fue su última voluntad: sus obras debían mostrarse al cabo de dos decenios porque solo entonces el público podría entenderlas. Gracias a la labor de la fundación que lleva su nombre, su trabajo ha conquistado las salas de Europa y América. Como subrayó la comisaria Iris MüllerWestermann cuando la muestra «Pionera de la abstracción» llegó al Museo Picasso Málaga, «se podría decir que más de cien años atrás Hilma af Klint pintó para el futuro. Y el futuro es ahora».

APUNTES

la dialéctica mueve el universo Uno de los temas fundamentales de la pintura de Hilma af Klint es la dualidad como motor del mundo. Con un particular lenguaje simbólico, expresa la conexión entre lo espiritual y lo material, el microcosmos y el macrocosmos, la luz y la oscuridad, lo femenino y lo masculino. Klint intenta producir, en sus propias palabras, una «imagen primigenia», que concilia a los opuestos y refleja la «unidad del Todo». reivindicar la figura de af klint Halina Dyrscka, historiadora del arte, dirigió en 2019 el primer documental sobre la biografía y la trayectoria artística de Hilma af Klint. La película destaca su búsqueda de significado en la vida, examina el papel de la mujer en la historia de la evolución de la expresión plástica y se pregunta por qué pasaron tantas décadas antes de que la autora sueca conquistara un lugar en el arte moderno.

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HISTORIAS MÍNIMAS Ignacio Uría

Los días

mo la muerte de una madre, hora despiadada que, sin embargo, anuncia la eternidad y nos empuja a suplicar más tiempo. Tal vez el que otros abandonaron porque les pesaba o no sabían en qué gastarlo. Nos bastarían entonces unas pocas horas regaladas para abrazarnos, para perdonarnos, para despedirnos hasta que la muerte nos reúna. Tiempo para pensar qué bien que ya es invierno y que siento el frío en la cara y vamos juntos hacia el Veleta y sus vertiginosos tajos, o que caminamos por la orilla de una mar ancha y desmemoriada como la misericordia, esperando avistar el rayo verde. Tiempo para mirar el faro de Candás por última vez y contar la oscuridad —uno, dos, tres…— hasta que brille de nuevo. Tiempo para estar al día y a la noche. Tiempo sin reloj que marque el tiempo. Cuanto más vivimos, más días necesitamos para, cargados ya de experiencia, acertar donde no acertamos. Conmovido al recordar el instante en que, por fin, la descubriste. Caminaba delante de ti después de salir de clase. Llevaba el pelo recogido «El tiempo, ese traidor. Los días, esos cobardes. y los libros en la mano, vestida con una gabardina azul que la Huyen como un ejército en retirada, sin orden ni hacía más alta, canturreando algo que no pudiste entender. Te concierto. Saltan del calendario de siete en siete, quedaste largos años con la duda. «No cantaba —dijo mucho de lunes a domingo, mes tras mes. Sin descanso después con ojos traviesos—, solo pedía que te decidieras porque se te acababa el tiempo». ni piedad» El tiempo, ese traidor. Los días, esos cobardes. Huyen como un ejército en retirada, sin orden ni concierto. Saltan del calenOS DÍAS PASAN Y DEJAN UNA MARCA, quizá una dario de siete en siete, de lunes a domingo, mes tras mes. Sin herida, quizá un rasguño. El tiempo fluye y se escadescanso ni piedad. Veloces como gotas de mercurio. Invencipa, quién sabe dónde y por qué caminos. Por eso, a bles como la tortuga a la que Aquiles jamás alcanzaba. veces, lo perdemos; por eso, a veces, lo matamos. El paso de nuestro tiempo —¿médico que todo lo cura?— es Extraña expresión —matar el tiempo— cuando es él quien nos una partícula invisible ante la eternidad de lo perpetuo. Apenas desgasta a nosotros, puliéndonos. Como el aire a los guijarros. una gota del río de Heráclito, πάντα ρεῖ, «en el que entramos Años y años y más años de rodar, rendidos al viento que los y no entramos, pues somos y no somos los mismos». ¿La difearrastra hasta dejarlos lisos. Convertidos en arena, acaso de un rencia? El tiempo. reloj donde los trabajos —y los días— se sucedan unos a otros Con sabiduría oriental, el salomónico Eclesiastés afirma y nos permitan explicarnos. Casi hasta comprender lo vivido y que todo tiene su momento. Que hay un tiempo para llorar y lo no vivido, todo aquello que moldeó nuestra existencia —paun tiempo para reír; uno para llevar luto y otro para saltar de dres y hermanos, amores, fracasos, amigos…—, a la espera de alegría. Esto no consuela a mi corazón de lagartija, que busca y que llegue el último prodigio. se agota en la búsqueda, extraviado cada vez que renuncia a la Los hitos de nuestra vida tienen una fecha belleza, esa chispa de Dios. concreta, como el día en que empezamos a La belleza antigua y nueva que se esconde LA PREGUNTA DEL AUTOR salir o en el que nacieron los niños, prolongaen el alma y que, como intuyó Rilke, brilla en ción de nuestra existencia, sangre que viaja a lo perenne: la sombra y la claridad, la escritu¿Cuánto tiempo dedicas través del tiempo. Ellos dan cuerda al mecara y la flor, las noches… y los días. a ti mismo y a los tuyos nismo —tic, tac, tic, tac— que marca nuestro sin dejarte absorber por paso efímero por este mundo y resulta extraIgnacio Uría [Der 95 PhD His 04] es profesor el trajín del día a día? de Historia en la Universidad de Alcalá. ño descubrir nuestra risa en su risa, nuestros @Ignacio_Uria gestos en los suyos. Su mirada anuncia que la vida declina, pero también invita a apurarla antes de partir, susurrándonos con un cla@NTUnav mor eterno. Opine sobre este asunto en El tiempo, los días. Perezosos o apresuTwitter. Los mejores tuits se rados, plenos o vacíos. Los días, el tiempo. publicarán en el siguiente número. Persistente en la memoria, tallado en piedra, cuajado de felicidad o preñado de dolor. Co-

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El itinerario hacia el precipicio o hacia la meta

Peregrinos y errantes. Sobre libertad y compromiso en el mundo actual

JOSÉ MARÍA TORRALBA [Fía 02 PhD 07] es profesor titular de Filosofía y director del Instituto Core Curriculum

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«morir es como ir a casa». esto es lo que el pastor John Ames respondía a sus feligreses cuando le preguntaban por el final de la vida. Lo cuenta Marilynne Robinson en su novela Gilead, ganadora del Pulitzer en 2005. El narrador es el propio John, que escribe una larga carta a su joven hijo. Al pastor le sorprende descubrir que, en el ocaso de su existencia, se siente como en casa en este mundo. Con esta paradoja arranca la bella historia del libro. He elegido esta imagen no porque vaya a hablar de la muerte, sino porque me propongo argumentar que, en su significado más genuino, ser libre es «sentirse en casa» en el mundo, en las circunstancias de la propia vida. reivindicar la libertad. El sentido común nos dice que somos libres porque, aunque estemos condicionados por la cultura o la educación, podemos considerarnos autores de nuestras acciones. Actualmente, la libertad se concibe como un fin en sí misma, hasta el punto de que puede parecer que somos libres para ser libres. Es cierto que libertad significa —en primer lugar— capacidad de autodeterminarse; sin embargo, más allá de poder elegir, lo decisivo es para qué tenemos libertad. Por eso, al pensar en ella, siempre surge la pregunta «¿Hacia dónde me dirijo en la vida?». El mismo sentido común enseña que a

ILUSTRACIONES: PEDRO PERLES

Cada generación necesita pensar de nuevo la libertad. Hoy, esa capacidad que permite a cada uno dirigir su vida produce también una cierta sensación de malestar. No es fácil orientarse entre tantas opciones y, sobre todo, nos cuesta sentirnos libres al adquirir compromisos como la amistad, la familia o el servicio a los demás. La solución pasa por descubrir que la libertad no se reduce a la autonomía. Ese es solo el primer paso de un itinerario que termina en el amor. Necesitamos aprender a caminar por la vida como peregrinos que tienen un hogar y saben a dónde se dirigen, en vez de como errantes que se creen libres por carecer de ataduras.


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En su significado más genuino, ser libre es «sentirse en casa» en el mundo, en las circunstancias de la propia vida. La libertad nos hace capaces de lo más bajo, pero también —y sobre todo— de lo más alto y noble. Sin libertad no habría amor. nadie le gusta equivocarse, y nos recuerda que no son igualmente buenos todos los itinerarios vitales que podemos recorrer. El desconcierto que provoca la posibilidad de errar no debería llevarnos a desconfiar de la libertad. En los últimos años han surgido formas de pensamiento en las que —como reacción a la cultura contemporánea— ser libre se considera ante todo un problema, porque dificultaría acertar con el bien. No les faltan motivos a quienes así piensan. Por ejemplo, es frecuente asociar el relativismo dominante con la libertad, hasta el punto de que esta se identificaría con poder elegir lo que se desee, de modo arbitrario. Sin embargo, instalarse en la desconfianza supone olvidar que la libertad es limitada e imperfecta, precisamente porque se trata de una cualidad de seres humanos. Ciertamente, nos hace capaces de lo más bajo, pero también —y sobre todo— de lo más alto y noble. Sin libertad no habría amor. En su dimensión más profunda amar consiste en entregar y compartir

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la vida con otra persona. El amor es lo más valioso que tenemos y constituye la respuesta definitiva al para qué de la libertad: somos libres para poder amar. Una vida sin libertad sería la de un esclavo, en sentido jurídico, psicológico o cultural. Por todo ello, hoy más que nunca es necesario reivindicar la libertad tanto ante quienes desconfían de ella como ante quienes la reducen a mera elección arbitraria. la tensión entre autonomía y compromiso. En la actualidad, la libertad se entiende principalmente como autodeterminación o autonomía, cuyo único límite sería la libertad de los otros. A la vez, si preguntamos a alguien qué hay de valioso en su vida, seguramente mencionará compromisos con otras personas: relaciones de amistad y de amor, vínculos familiares, proyectos profesionales, causas sociales o pertenencia a una comunidad religiosa. Autonomía y compromiso no se contradicen, pero a veces resulta difícil hacerlos compatibles: sin libertad no habría compromisos, pues se convertirían en meras costumbres sociales; sin compromisos, la vida perdería lo que tiene de valioso. En realidad, son dos caras de una misma moneda: tenemos libertad para comprometernos. Sin embargo, en ocasiones los compromisos acaban experimentándose como ataduras que ahogan y se toma la decisión de deshacerse de ellos, incluso pagando el alto precio del dolor de la ruptura de una amistad o de una crisis familiar. ¿Acaso la libertad es más una carga que un don? La respuesta depende de si hay algún modo mejor de entenderla que únicamente como autonomía. La vida de cada persona es un camino que se recorre empleando la libertad. Puede decirse —con una imagen del papa Francisco— que hay dos maneras de hacerlo: como peregrinos o como errantes. El


peregrino ha partido de su hogar, tiene un destino y cuenta con vínculos personales en los que apoyarse. En cambio, el errante sigue itinerarios marcados por las necesidades inmediatas, está desvinculado de los demás y en ningún lugar se siente en casa. La tensión entre autonomía y compromiso es una de las principales causas de malestar en la sociedad. Se trata del mismo fenómeno que describió Charles Taylor en La ética de autenticidad hace ya casi treinta años. Nuestra época es la del «malestar de la modernidad», porque los grandes logros sociales —como los derechos individuales o el principio de eficiencia que lleva al progreso económico— son, a la vez, causas de desasosiego en la vida de las personas —como el individualismo o la mentalidad utilitarista—. Esa libertad que acertadamente defendemos produce también sinsabores. La paradoja es que en este mundo tan libre resulta difícil acertar con el modo de emplearla. El problema está en buscar soluciones externas —en la organización social, económica o política— para algo que solo puede resolverse en nuestro interior. Lo que necesitamos es responder a la pregunta «¿Para qué tenemos libertad?». libertad-de y libertad-para. La libertad tiene diversos sentidos o dimensiones. En la época de la Revolución Francesa, Benjamin Constant distinguió entre la libertad de los antiguos —característica de la polis griega— y la de los modernos —que explica el contrato social—. Alejandro Llano recoge esta distinción en Humanismo cívico con la terminología de libertad-para y libertad-de. En el primer caso se subraya la visión clásica: el ser humano es social por naturaleza, necesita de los demás para alcanzar la felicidad, y se fomenta la participación social. En el segundo, la libertad se entiende en su sentido moder-

no: derechos del individuo ante los demás y el Estado, separación entre esfera pública y privada, y el interés propio como motor de la interacción social. Si se trasladan esas categorías del pensamiento político al ámbito individual, se comprueba que no se trata de dos sentidos contrapuestos o excluyentes, sino complementarios. Son como dos escalones, donde la libertad-de es la base sobre la que se asienta la libertad-para. La libertad-de consiste fundamentalmente en la capacidad de elegir. La experiencia principal es que el futuro no está escrito. Sin esto, desaparecería el concepto de responsabilidad y nos encontraríamos en un mundo sin promesas ni contratos, sin alabanzas ni reproches. Sería como lo que imagina Aldous Huxley en Un mundo feliz: niños programados desde la cuna, pastillas que resuelven los problemas personales, y exilio para quienes se preguntan por el bien y el mal. Desde la perspectiva de la libertad-de, la persona es más libre cuantas más opciones tiene para elegir y, en cambio, lo es menos cuando se compromete. Por su parte, la libertad-para es precisamente la capacidad de asumir compromisos, entendidos en el significado coloquial de la expresión. Cuando decimos «Esta persona está muy comprometida» nos referimos a alguien que se toma en serio lo que hace, que sabemos que estará ahí cuando la necesitemos e incluso, si es necesario, antepondrá el bien del otro al suyo. La libertad-para presupone la libertad-de, porque la adquisición de compromisos auténticos requiere que no haya coacción. A la vez, se trata de un ámbito más completo. Decisiones sobre con quién compartir la propia intimidad o en qué trabajo dará uno lo mejor de sí se toman porque ofrecen respuestas a la pregunta «¿Hacia dónde dirijo mi vida?». El amor, la familia, el servicio a la sociedad o la religión dan

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ENSAYO

El itinerario hacia el precipicio o hacia la meta

acceso a maneras de vivir donde se hacen realidad bienes que —si alguien nos preguntara— incluiríamos en nuestra lista de lo valioso. Lo bueno no es una idea abstracta, sino que tiene nombre de persona: un amigo, un hijo, un cónyuge, Dios. El bien está, de modo paradigmático, en las acciones que realizamos para esas personas o junto con ellas. el peregrino parte de un hogar. No hay un punto cero en la existencia de una persona. Al ponernos a pensar a dónde dirigirnos, ya estamos inmersos en un conjunto de relaciones familiares, sociales y profesionales. Si todo se redujera a libertad-de, estos compromisos serían un lastre para la autonomía. En cambio, desde la libertad-para se reconoce que ese es el punto de partida. No se trata solo de algo inevitable, sino también positivo. El peregrino parte de un hogar, en el que encuentra lo necesario para vivir. Su primera tarea consiste en reconocer los bienes que gratuitamente ha recibido —el cariño, el cuidado o la educación— y en asumir los compromisos ya presentes en su vida. Si encuentra aspectos deficientes, los corregirá o los abandonará. Conviene evitar la confusión tan frecuente de pensar que el compromiso es libre exclusivamente porque nadie nos ha forzado y porque podemos deshacerlo. Eso sería simplemente libertad-de, pero no todavía libertad-para. Desde luego, la experiencia demuestra que nadie está condenado a mantener una amistad, ni a seguir involucrado en su profesión, ni tan siquiera a continuar con un matrimonio. Pero lo consideramos como algo negativo, como una pérdida, precisamente porque lo que buscábamos era tener un amigo, ser un profesional dedicado o estar casado. Desde la libertad-para, es más libre quien se ha comprometido, porque ejerce de modo pleno su libertad. La disminución de opciones no aparece como una pérdida, pues se valoran más los bienes que se alcanzan con los compromisos. Es la libertad del peregrino, que con cada paso va alcanzando su fin. Ulises, protagonista de la Odisea, rechaza todas las ventajas que la ninfa Calipso le ofrece, incluida la inmortalidad, por una clara razón: «Quiero y deseo todos los días marcharme a mi casa». En cambio, la libertad del errante es, en su versión extrema, la de quien no toma decisiones importantes ni establece vínculos profundos. Desde la libertad-

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para es una persona menos libre, pues no sabe hacia dónde vale la pena dirigirse. Puede ser un «errante superficial», que no tiene respuestas porque no las ha buscado, o un «errante trágico», que piensa que la vida carece de sentido. Un ejemplo de lo primero sería el «hombre-masa» de Ortega y Gasset. Alguien «cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes». De lo segundo, un caso sería Meursault, el protagonista de El extranjero de Albert Camus. Para él, «la vida no vale la pena de ser vivida» y le da igual morir hoy que mañana. En ambas situaciones, se es incapaz de descubrir lo que hace valiosa la existencia. El errante y el peregrino miran el mundo con ojos distintos. patologías del compromiso. Hay formas patológicas de compromiso. Por ejemplo, cuando los cónyuges se ven como extraños y las obligaciones mutuas se convierten en algo externo, según lo refleja Alessandro D’ Alatri en la película Casomai (Comprométete). O lo que sucede en la parábola del hijo pródigo, donde el hermano mayor vivía con su familia y cumplía sus deberes pero no podía decir que esa fuera su casa. Si no se pone solución, el corazón acaba endureciéndose y la persona se marchita. También hay compromisos que conducen a lo que hoy se llama relaciones tóxicas. En ellas se aniquila la libertad-de, que siempre debe estar presente. El dominio psicológico y físico o la dependencia emocional tiene que llevar a replantearse el rumbo elegido o, si no hubiera otra solución, a rectificarlo. En La piedad peligrosa de Stefan Zweig se comprueba que el «sí» que se dice a alguien ha de ser maduro, so pena de quedar atrapado en una mentira. Ante estos problemas, actualmente se opta, con frecuencia, por la solución en apariencia más fácil: cambiar de vida. Hemos olvidado que el peregrino, por sentirse en casa, es capaz de encajar en su proyecto vital las imperfecciones de los demás, los problemas sobrevenidos e, incluso, algunas situaciones objetivamente defectuosas. Es consciente de que no vivimos en un mundo idílico, sino dañado por el mal y habitado por seres limitados. Sabe que ningún proyecto vital se puede realizar sin los demás. Tiene experiencia de que lo bueno exige esfuerzo para alcanzarlo y cuidado para mantenerlo.


Conviene evitar la confusión tan frecuente de pensar que el compromiso es libre exclusivamente porque nadie nos ha forzado y porque podemos deshacerlo. Lo bueno no es una idea abstracta, sino que tiene nombre de persona: un amigo, un hijo, un cónyuge, Dios. Precisamente porque la libertad es apertura incierta al futuro requiere una mirada capaz de encontrar sentido a las situaciones en las que la vida nos coloca. Quien ama sufre. Al llegar a Ítaca, el porquero Eumeo le dice a Ulises: «Nosotros gocemos con nuestras tristes penas, recordándolas mientras bebemos y comemos en mi cabaña, que también un hombre goza con sus penas cuando ya tiene mucho sufrido y mucho trajinado». Echar la vista atrás y, en compañía de un amigo, poder decir «Ha valido la pena» es un logro modesto, pero quizá el mayor al que podemos aspirar los humanos. libertad interior y expresión de la propia identidad. Las distinciones introducidas son relevantes porque la cultura actual se basa en el concepto moderno de libertad. Por eso, resulta difícil entender que esta capacidad no es solo autonomía —libertadde—, sino que posee otra dimensión —libertad-para— cuya realización más completa es el compromiso. La solución no pasa por volver a un mundo premoderno. Al contrario, lo que se necesita es mostrar la complementariedad entre ambos sentidos. Es en el paso de la adolescencia a la vida adulta cuando se abre la dimensión de la libertad-para. Resulta significativo lo que cuenta sobre las nuevas generaciones Jean M. Twenge en su libro iGen. Ha empezado a usarse en las redes sociales el neologismo adulting —con connotaciones negativas— para

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ENSAYO

El itinerario hacia el precipicio o hacia la meta

Para los humanos, vivir no consiste en desarrollarse biológicamente, sino biográficamente. Desde una perspectiva existencial, somos la historia que escribimos. En no pocas ocasiones, la libertad consiste más en aceptar que en hacer. Pero no se trata de una aceptación derrotista, sino basada en la capacidad de encontrar sentido. referirse al deseo de evitar los compromisos. De todos modos, es animante comprobar que, al explicar todo esto a estudiantes universitarios, se produce el fenómeno —tan propio de la educación— del despertar. En el ámbito anglosajón los llaman aha moments, porque la persona expresa, con palabras o gestos, el ¡ajá! característico de la iluminación intelectual. Tienen la sensación de haber encontrado, por fin, la pieza que faltaba en el puzle de la libertad. sentirse en casa en el mundo. Mientras que el errante se siente extraño con su propia vida, el peregrino puede decir: «Este es mi mundo». La razón es que, en su caminar por la vida, las exigencias y consecuencias de sus compromisos —incluso cuando resultan costosas o desagradables— no las ve como algo externo que se le impone o limita, sino más bien como una expresión de aquello que él desea ser. Experimenta que ejerce su libertad del modo más profundo. Por ejemplo, es capaz de decir: «Estas deudas, madrugones y éxitos soy yo, porque esas son las costuras que tejen mi vida». Para los humanos, vivir no consiste en desarrollarse biológicamente, sino biográficamente. Desde una perspectiva existencial, somos la historia que escribimos.

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Por el carácter temporal de la vida humana, la situación habitual será la de cierta tensión entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. Madurar entraña, en buena medida, ir cerrando ese hiato y ajustar nuestros ideales a lo que de modo realista podemos lograr. En no pocas ocasiones, la libertad consiste más en aceptar que en hacer. Pero no se trata de una aceptación derrotista, sino basada en la capacidad de encontrar sentido. El sentido nos permite integrar en la propia vida lo sobrevenido y adaptarnos a las circunstancias que no podemos cambiar. También eso soy yo. El errante nunca se acaba de sentir en casa en ningún lugar; va de un lado a otro en busca de un para qué, pero siempre queda insatisfecho. No tiene un hogar, ni dentro ni fuera de sí mismo, porque no consigue encontrar sentido. Es importante subrayar que la libertad consiste en sentirse y no solo en saberse en casa. En cuestiones existenciales, no basta con saber teóricamente que un itinerario de vida es valioso; es necesario sentirlo. No se trata de un sentimiento superficial, sino de la experiencia de que uno encaja en su situación vital. Un claro signo es la conversación: estamos en casa cuando somos capaces de pasar horas, o días, hablando con los demás. El tema nunca se acaba, porque no es otro que la propia vida. Así les ocurre a los personajes de Retorno a Brideshead, la novela de Evelyn Waugh que ayuda a entender esa experiencia de «encajar»; o a los protagonistas del cine de Terrence Malick, según ha mostrado Pablo Alzola en su libro La esperanza de llegar a casa. El amor es lo que puede dar sentido a lo que nos sucede. Hegel, crítico con el concepto de autonomía, menciona la amistad y el amor como lugares existenciales donde la persona es plenamente libre. En ellos el ser humano «se limita gustoso en relación con otro», pues sabe que esa limitación no es alienante. Está consigo en el otro, porque el amigo o el amado son parte de la propia vida. somos libres porque hemos sido amados. Todo lo realmente valioso en la vida y, por tanto, el contenido de la libertad-para es más un don que se recibe que algo que se elige o produce. Cuando la amistad, el amor o el trabajo —en cuanto servicio a los demás— se consideran como relaciones de intercambio, queda fuera lo más importante. La radical gratuidad del don nos sitúa en el ámbito propio de la


persona, según explicó el profesor Ángel Luis González en Persona, libertad y don, siguiendo el debate entre Marion y Derrida. Según se ha ido argumentando, la libertad encuentra su sentido al responder la pregunta «¿Hacia dónde me dirijo?». Este tipo de cuestiones requieren capacidad de asombro. En Llamados al amor, Carl A. Anderson y José Granados explican que el asombro se distingue de la mera interrogación en que no busca respuestas mediante el esfuerzo, sino que las realidades que descubre le son gratuitamente desveladas. El asombro originario —del que habla Juan Pablo ii— consiste en advertir que la propia existencia y la de los demás son un don, un regalo. Es lo que expresa con fuerza el apóstol Juan en sus cartas: «Amamos porque Él nos amó primero». Nos encontramos en el mundo siendo libres y, a la vez, sabiéndonos amados por Dios. Tenemos una llamada, un para qué: corresponder a ese amor, y una capacidad para hacerlo: la libertad. Desde esta perspectiva, se advierte que no es la libertad la que crea o define el bien, ya que lo primero fue el amor y no la libertad. Como ha recordado Lucas Buch en Nuevos mediterráneos, saberse amado es el fundamento de toda

esperanza. Es lo que da fuerza al peregrino para no desfallecer, porque conoce —como Ulises— que al final del camino le espera el amor que precede a su viaje. La esperanza es la virtud del peregrino y la más necesaria para la libertad. Se entiende bien en las Confesiones de san Agustín. Él fue literalmente un peregrino del amor. La insatisfacción que experimentaba le empujó a buscar hasta que finalmente encontró su lugar en el mundo, junto a alguien de quien podía decir: «Tú eres la vida de mi vida». Dios es la fuente última de toda esperanza. Desde un punto de vista religioso, nuestro lugar en el mundo lo descubrimos al sabernos hijos de Dios. Entonces podemos decir, en sentido estricto, que el mundo es nuestra casa. Pero este planteamiento también es válido para el no creyente. La idea —racionalmente justificable— de que el mundo tiene un sentido y de que hay Alguien a quien le importamos cumple una función equivalente. Incluso bastaría con la experiencia de saberse amado en la propia familia como hijo o, luego, por otras personas. En cualquier caso, amamos porque hemos sido amados primero. Y, cabría añadir, somos libres porque hemos sido amados primero. El amor es la fuente y el destino de la libertad humana. Nt

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VAGÓN-BAR Paco Sánchez

Libertad para progresar

«Si se instaura una verdad oficial impuesta, que no está permitido discutir —aquella ciencia proletaria de Stalin, por ejemplo—, el avance se vuelve imposible, la rigidez inmovilista gripa el motor del progreso»

M

E RESULTA INSUFRIBLE LEERME, quizá porque siempre encuentro algo equivocado o mejorable en la forma, en el fondo o en ambos niveles. El caso es que, si doy por válido un texto y renuncio a mejorarlo, a menudo porque no me queda otro remedio, se me quitan las ganas de releerlo. Casi nadie me cree cuando lo digo, pero de hecho me han pasado cosas muy raras porque —si ha transcurrido el tiempo suficiente— ni siquiera reconozco como mía aquella letra de imprenta. Me ha pasado hoy mismo con un artículo que publiqué hace bastantes meses en la última página de La Voz de Galicia. Alguien me mandó una foto de la plana, para que leyera un reportaje suyo que yo no había visto en su día, precisamente, porque nunca miro la última de los sábados. Total, advertí que iba también una columna que llevaba un título, «Ingenio alcohólico», que me extrañó, porque me sonaba a ingenio azucarero y a plantaciones de caña. Era mía. Le eché un vistazo al primer párrafo y me acordé difusamente del motivo que me impulsó a escribirlo: un paper que pretendía vincular el consumo de alcohol con la innovación y, para ello, los autores investigaron lo ocurrido en Estados Unidos durante la ley seca. Por lo visto, en los tres primeros años sin alcohol cayó cerca de un 18 por ciento el número de patentes registradas. Luego, se recuperó el genio innovador que, al parecer, no residía tanto en la cerveza y el whisky como en el mero hecho de verse con otros en el bar y someter las propias ideas a la validación de los amigos, los vecinos y hasta de los desconocidos. En 112—Nuestro Tiempo  invierno 2021

cuanto se asentaron otros modos de comunicación informal, el flujo de patentes registradas, la inventiva, volvió a donde solía. La creatividad, en suma, dependía, sobre todo, de la posibilidad de confrontar ideas. Parafraseando a Samuel Johnson se puede decir que una idea es como una alcayata: si al clavarla no encuentra resistencia, difícilmente se podrá colgar algo de ella. Una idea impuesta, que no admite revisión ni comentario, es una idea inmadura, enteca, insegura de su propia racionalidad, dependiente de la violencia intelectual o física para sobrevivir, y por eso mismo no suele perdurar. De ahí que las dictaduras terminen en la crueldad autoritaria, pero también en el estancamiento o el declive económico, científico y técnico. Si se instaura una verdad oficial impuesta, que no está permitido discutir —aquella ciencia proletaria de Stalin, por ejemplo—, el avance se vuelve imposible, la rigidez inmovilista gripa el motor del progreso. El discurso único atenta a la vez contra un derecho humano básico y contra la salud material de los pueblos. Las verdades oficiales tienden a polarizar, primero, y a aplastar después. Son violentas en sí mismas y estercolan nuevas violencias. Para nada, porque acaban recluidas en las páginas más oscuras de los libros de historia, tras dañar vidas y haciendas durante muchos años o pocos. Del mismo modo que las iglesias no son ni deben ser democráticas, tampoco las democracias deben convertirse en iglesias que obligan a observar cultos y dogmas propios. Quienes, normalmente de buena fe y convencidos de que defienden lo justo, se oponen a la libertad de expresión suelen argumentar que no, que no se oponen, que todo el mundo puede decir lo que quiera, pero que luego hay que atenerse a las consecuencias: a perder el empleo, por ejemplo, o al linchamiento público. Obviamente, a eso no se le debe llamar libertad. Para querer la libertad hay que querer también, o casi antes, la del otro. Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] es periodista y profesor titular de la Universidade da Coruña. @pacosanchez



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