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FRESAS VIVAS MÁS TIEMPO

NC Agronomía Larga vida a las

FRESAS

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Un equipo de la Universidad de Málaga identifica el gen que regula el proceso de maduración del fruto y permite prolongar la vida comercial de las fresas, un avance clave para un sector cuyas 6.500 hectáreas, casi todas ellas en Huelva, facturan casi 400 millones de euros anuales. Por Alberto F. Cerdera.

Posiblemente, el cultivo de la fresa esté entre los más delicados. Se trata de una fruta muy frágil y sensible a cualquier cambio, que se estropea con cierta facilidad y que tiene una vida bastante corta, si se compara con otras que habitualmente se encuentran en el mercado. Sin embargo, se trata de un fruto con una salida comercial muy interesante. No en vano, en la provincia de Huelva, donde se concentra prácticamente el cien por cien de la producción, hay más de 6.500 hectáreas dedicadas al cultivo de fresa, según datos de la Junta de Andalucía; con una producción que en 2018 alcanzó superó las 333.000 toneladas; y un valor alcanzado de 393 millones de euros. De ahí el interés en el desarrollo de nuevas variedades, con las que se consiga una penetración mayor en el mercado, así como una vida fresca más prolongada, con la que se aumenten las posibilidades de exportación a otros mercados. La clave reside en el control de la maduración de este fruto, un campo en el que la Universidad de Málaga ha conseguido un avance espectacular, al identificar un gen esencial en este proceso clave de la fresa, durante el que se determinan el color, sabor aroma y textura de la fresa. La Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga lleva varios años implicada en el estudio de la fresa y de todos los procesos biológicos, para conseguir una mejora de calidad y, sobre todo, alargar la vida útil una vez recolectada. Investigadores del Departamento de Biología Molecular y Bioquímica han sido los responsables de la identificación de este gen desconocido hasta ahora, cuya función es la de regular el proceso de maduración de este fruto, tal y como describen en un artículo científico publicado en la revista internacional The Plant Cell. Concretamente, los investigadores de la Universidad de Málaga han descrito el RIF (Ripening Inducing Factor o Factor de Inducción de la Maduración), que es una proteína que regula muchos de los procesos que se producen durante la maduración de la fresa. “Anteriormente, ya se habían estudiado otras proteínas del mismo tipo, pero con un papel más específico en la maduración, puesto que únicamente intervenían en la regulación de procesos concretos, como por ejemplo la alteración del color”, explica el investigador del Laboratorio de Bioquímica y Biotecnología Vegetal de la UMA David Posé, uno de los investigadores participantes en el desarrollo de este artículo científico. El RIF regula genes que actúan en muchos de los procesos desencadenados durante la maduración de la fresa. Por ejemplo, los genes encargados de la producción de antocianinas, que son los compuestos que otorgan el color rojo inconfundible de las fresas. También tiene un papel determinante en la degradación de la pared celular, gracias a la que se produce el ablandamiento del fruto cuando madura. A la vez, condiciona la síntesis de compuestos volátiles que intervienen en el aroma. De igual modo que está detrás de la síntesis de azúcares y ácidos orgánicos, que determinan el sabor; así como de la síntesis y señalización de la principal hormona implicada en la maduración, como es el ácido abscísico. El RIF actúa, se podría decir, como el ‘algoritmo’ biológico que da las instrucciones adecuadas para que el proceso de maduración de la fresa se desarrolle de una manera determinada. Y descifrar ese algoritmo, es decir, el RIF, supone algo así como tener el código fuente y el lenguaje para modificar todo el proceso. Siguiendo con el símil informático, permite programar el la maduración de la fresa para ajustarse a unos intereses agronómicos determinados, que en este caso, pasarían por prolongar la vida útil del fruto una vez cortado de la planta, sin comprometer sus cualidades de sabor, aroma y textura. Por tanto, RIF es un regulador esencial del proceso de maduración de la fresa, de manera que, tal y como han constatado los autores de este estudio, modificando sus niveles se puede retrasar o acelerar la maduración de este fruto, afectando de esta manera los parámetros de calidad del mismo. Este trabajo se ha gestado en el Instituto de

Cultivo de fresas

Objetivo: Prolongar la vida útil de las fresas una vez que se han recolectado.

Genética: El equipo de investigadores ha identificado el gen que regula todo el proceso de maduración y puede ajustarlo a las necesidades del mercado, para obtener unas fresas más vida comercial.

Investigadores: Carmen Martín y David Posé

www.uma.es www.ihsm.uma-csic.es

Fresas

Los ensayos con estas fresas se han desarrollado en el invernadero de última generación del IHSM-UMA en el campus de Teatinos.

Más de 70 investigadores en el nuevo edificio del IHSM en Teatinos

Más de 70 investigadores de la UMA y del CSIC trabajan ya en los laboratorios del nuevo edificio del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM), centro mixto de ambas instituciones, que acaba de finalizar la primera fase del plan de traslado, completando así más de un 50 por ciento de su ocupación. El edificio recién ocupado del campus de Teatinos cuenta con unos 6.500 metros cuadrados de superficie distribuidos en cinco plantas. En esta nueva ubicación se concentrará una buena parte de la investigación básica relacionada con la mejora genética de los cultivos, la biotecnología, la interacción planta-microorganismo-insecto, la fruticultura subtropical y mediterránea y la protección vegetal, como principales áreas de trabajo; mientras que la Estación Experimental ‘La Mayora’ continuará con su actividad basada en los estudios sobre el terreno. Los investigadores de la UMA que ya se encuentran instalados en el nuevo edificio proceden de grupos de la Facultad de Ciencias, del edificio I+D+i y del de Bioinnovación. En concreto, de los departamentos de la Universidad de Biología Molecular y Bioquímica; Biología Celular, Genética y Fisiología; Botánica y Fisiología Vegetal y Microbiología. Igualmente, también se han trasladado dos grupos científicos del CSIC del departamento de ‘Mejora Genética y Biotecnología’. Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM), centro que comparte la Universidad de Málaga con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y es parte de la tesis doctoral de Carmen Martín. Asímismo, se enmarca en el proyecto ‘Starting Grant de la European Research Council’ (ERC), concedido al profesor David Posé en 2015, con una dotación de 1,5 millones de euros. Esta aportación no ha sido la primera que ha realizado este equipo científico en torno al cultivo de la fresa. Hace un par de años, en colaboración del Ifapa de Churriana, consiguieron mejorar la técnica para obtener una variedad de fresa que se conserva más tiempo. Concretamente, consiguieron obtener células sin pared, que se regeneran como plantas con nuevas características agronómicas, como la firmeza de la piel, un cambio que incide en frutos destinados a la exportación. El resultado fue una fresa de mayor consistencia de piel y, por tanto, con más tiempo de vigencia como producto comercial. La Universidad de Málaga también consiguió mejorar la consistencia de la fresa tras la recolecta con una modificación de su genoma. Concretamente, ‘silenciaron’ el gen que activa los cambios en la pared celular y como resultado obtuvieron frutos más duradero. En este trabajo, los investigadores del grupo de Mejora y Biotecnología de Especies Hortofrutícolas actuaron sobre el gen denominado FaPG1. De esta manera lograron resultados muy destacados, gracias a que intervinieron sobre este gen que ordena impactar sobre la textura del fruto, de forma que le restaron su capacidad de actuación y obtuvieron fresas con una vida postcosecha más prolongada. Para ello emplearon técnicas moleculares, con las que lograron aislar este gen y reintroducirlo de nuevo en el genoma de la planta. Todo un trabajo de ingeniería genética, porque introdujeron el gen en la secuencia genómica al revés, con lo que consiguieron que se apagara y no se expresara más, es decir, que dejar de enviar la orden de romper la pared celular. Todos estos avances logrados por la Universidad de Málaga ponen de relieve la importancia de la genética en el desarrollo de variedades más resistentes y adecuadas desde el punto de vista comercial, que mantienen todas las propiedades que los hacen saludables.