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José Luis Vallejo Marchite

ROMANCES SIN PALABRAS


Romances sin palabras

ROMANCES SIN PALABRA Están lloviendo los cielos. Una luz difusa y malva, casi dormida, en mis ojos, Se acerca la noche. El agua sigue, a media voz, cantando un romance sin palabras. Mi corazón, desvelado, escucha ya sin distancias la sinfonía del viento. El cristal de mi ventana se queja. Suenan las siete en el reloj. Ríen las altas palmeras dándome adioses. En lo profundo del alma he sentido una caricia dulce como una mirada. Me he preguntado en silencio: ¿Habrá sido el viento? ¡Cuántas ilusiones! ¡Cuántos sueños -¿sueños?- sin respuesta. El agua sigue, a media voz, cantando un romance sin palabras. Cartagena, marzo de 1964

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Romances sin palabras

MELANCOLÍA Cielo cárdeno. Una tarde melancólica y serena de la primavera virgen. Entre cañas y junqueras suspira el viento. ¿Quién sabe la verdad que el viento encierra? El agua del río, en blandos remolinos juguetea con las ramas de los verdes sauces que se balancean. ¡Caprichos del agua! ¡Amores del agua muda que sueña! En mi soledad soñando me paso las horas muertas junto al río, junto al agua, como queriendo ir con ella hasta la mar, de la playa a ser granito de arena junto a los otros granitos mirando a la mar inmensa, el corazón destapado y el alma a la brisa abierta. Murcia, mayo de 1956

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Romances sin palabras

COMO DOS ROSAS Hora del atardecer de un agosto en la calle de Platería, en Murcia.

¿De dónde? Como dos rosas venían las dos hermanas con su corbatita roja. Calle de la Platería, encrucijada de sombras, interminable coloquio de palabras voladoras. Jugando a las esquinitas se las llevaron las olas de la multitud. Reía el maniquí de la moda. ¿Adónde? Como dos rosas se fueron las dos hermanas con su corbatita roja. Murcia, agosto de 1958

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Romances sin palabras

NOCHE DE RONDA Nace la luna, esta noche, roja como una amapola entre canciones de vela y aleteo de gaviotas. Blanco de plata, la mar huele a salitre y a sombra que se desdobla en azules bajo el rumor de las olas. Mar y luna, luna y mar como dos novios a solas se dicen frases de amor y se besan en la boca. ¿Quién me prenderá en sus redes en esta noche de ronda: ese mar supersticioso hecho de encajes y góndolas o la luna anaranjada con sus canciones redondas? Al aire con mis ensueños. El que pueda que me coja. Murcia, agosto de 1958

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Romances sin palabras

NIÑO SIN PATRIA Chaqueta de terciopelo, por un camino venía que nunca vi y nunca vieron otros ojos. En la orilla de ese camino soñado sobre las flores se inclina. ¿Dónde estáis, claros arroyos que soñó mi fantasía? ¿Dónde, pájaros cantores? ¿Dónde, blancas margaritas? Fiebre de patria y de soles se dibuja en sus pupilas que en vano buscan la fuente de las aguas cristalinas que se descuelgan, temblando, a morir entre la fina hierba, verde de esmeralda, junto a la corriente misma. Juega el sol con sus cabellos dorados, que el viento anima. Todo parece perdido a sus azules pupilas. Chaqueta de terciopelo, por un camino se iba hecho de estrellas y soles. A las flores del camino lo está contando la brisa. Murcia, 1958

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Romances sin palabras

CREPÚSCULO La tarde se ha dado muerte y ha ensangrentado la arena con pétalos de claveles, rubores de luna llena. Como en surcos paralelos abiertos sobre la tierra, siembran cera de suspiros, temblando, altas, las estrellas. Selló el acero los labios. Un rumor de madreselvas inicia un himno de aromas en la lejanía yerta. ¡Yo a solas conmigo mismo, con mi flor y con mi pena! La luna de par en par, jinete en la noche negra, cabalga la crin de espuma de una mar triste y enferma. La brisa del mar enfermo sube por la estrecha cuesta con un puñal de dos filos matando rosas de niebla. ¿Quién muerte a la tarde dio? Fría, en la desnuda arena, sobre un charco de claveles, rubores de luna llena, grabó el cuchillo en su pecho como una rosa entreabierta. ¡Yo a solas conmigo mismo, con mi flor y con mi pena! Murcia, agosto del 59

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Romances sin palabras

ROMANCE DE LA NIÑA CIEGA Anoche soñé contigo, niña de las negras trenzas. Por un camino de luna venías como quien juega en el oro del crepúsculo a la gallinita ciega. Con tus manos temblorosas buscabas rosas a tientas, lleno el pecho de ansiedades cortantes como tijeras. ¿Dónde vas, te pregunté, niña de las negras trenzas? Y tú no me respondiste. Te fuiste como quien juega, en el oro del crepúsculo, a la gallinita ciega. Anoche soñé contigo. Estabas como una reina soñando lunas y fuentes con cantarillos de piedra. La fuente de tus ensueños vertía su agua de estrellas por los cuernos de una luna grande como tus quimeras. Yo no sé qué habrá en los sueños de verdad, pero se sueñan, y por sueños las tomamos a veces, cosas muy serias.

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Romances sin palabras

¿Dónde he visto sino en sueños, niña de las negras trenzas, que tu carita de rosa era un cielo sin estrellas? Anoche soñé contigo. Contigo, niñita ciega. Murcia, agosto de 1959

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Romances sin palabras

NO HAY LUGAR PARA TUS ALAS Para Angelita Golvano

No te lo quise decir por no herir con mis palabras tu corazón: En mi cielo no hay lugar para tus alas. Justita cabes tú sola, desnuda como las aguas en la taza de la dulce fuente de las olvidanzas. Si quieres venir a mí y hacerte nido en mi alma, por la senda del recuerdo encontrarás mis pisadas. ¡Cuántas veces con mis ojos puse besos en tu cara! Y al mirarme, ¡cuántas veces me clavas con tu mirada dardos de amor, encendidos en el horno de tu entraña! Todo es ahora distinto de hace unos años: las ramas de los pinos de Duruelo oyen en gemir del agua, que juega entre los guijarros soñando estrellitas altas. Pero no saben de penas, de tristezas, de nostalgias.

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Romances sin palabras

A solas conmigo mismo lloro las tristes palabras de tu ausencia en la infinita quietud de mi alma callada que te quiere como a un รกngel, desnuda, como estรก el agua, porque en mi cielo, tu cielo, ni hay lugar para tus alas. Murcia, 1 de octubre de 1960

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Romances sin palabras

YO TE ROBÉ TU PAÑUELO A mi sobrina Loli

Mientras la ropa lavabas, yo te robé tu pañuelo. Pasé muy cerca de ti, tan cerca que con mi aliento un collar formé de perlas sobre tu desnudo cuello. Pasé como la corriente entre los guijarros muertos, con la risa a flor de labios, sin pararme. En el romero lucían, al primer sol, su rosa y nieve de almendro las telas recién lavadas mientras la espuma en tus dedos se esponjaba blandamente en flores de pensamiento. Nadie me ha dicho tu nombre. Hoy sigues siendo un misterio clavado como una rosa blanca dentro de mi pecho. Tal vez en la misma orilla oigas el mensaje eterno del agua que huye cantando después de besar tus dedos. Sigue tejiendo en la espuma la veleidad de tus sueños; sigue tendiendo, mujer, en las ramas del romero. Nada sabe el agua. Nada te dirá, si sabe, el viento. Mientras la ropa lavabas, yo te robé tu pañuelo. Cartagena, diciembre del 62

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Romances sin palabras

LA RAMILLETERA CIEGA Pasó por este camino cargada de rosas frescas. Nadie escuchaba su voz. Y la hermosa violetera se fue, llorando, a vender sus flores a las estrellas. Hoy no hay camino. La nieve borró caminos y sendas. Días y meses pasaron, pasaron las sementeras, vinieron las otoñadas con sus encajes de niebla. Y para matar el ocio inventaron la leyenda. Yo he encendido mi esperanza y aguardaré hasta que vuelva: vendrá cargada de rosas en la primavera nueva. ¿Qué importa que venda flores? ¿Qué importa que sea ciega? Cuando a cruzar vaya el río después de bajar la cuesta, correré hasta ella gritando: Violetera, violetera, si aún flores tu cesta tiene, dame un ramo de violetas. Pero no ha vuelto. Y el cielo se ha quedado sin estrellas. Cartagena, diciembre de 1962

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Romances sin palabras

RUMBO EN LA NOCHE Por rumbos de blanca niebla navega, lento, mi barco mar gruesa de soledades, mar insondable y extraño, mar herido sin sollozos que tiende hacia mí sus brazos. Olas y olas de salmuera, blancas gaviotas al pairo, hacen su ronda de encaje al sol poniente; y el vago círculo de mis antojos, siempre y siempre más lejano, abraza constelaciones contra un cielo duro y alto. Hemisferio austral: Orión, El Can Mayor, El Centauro, La Cruz del Sur, La Ballena: cinco nuevos oceanos, cinco rumbos en la noche donde naufragó mi barco. Cartagena, mayo de 1963

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Romances sin palabras

¿A QUIÉN ESTÁS ESPERANDO? Con todo el cielo en tus ojos, ¿a quién estás esperando? ¿Dónde nació esa ilusión vestida de lirios blancos? Tus dedos fingen arpegios sobre el misterioso piano de una ventana, entreabierta al compás de tres por cuatro. Alondras de pensamiento van y viene por tu cuarto o se enredan en los pliegues musicales de tu manto azul como el firmamento. ¿A quién estás esperando? Tal vez nunca has conocido las hieles del desengaño, quizás mienten tus pupilas o fingen tus finos labios. Tú no quieres responderme, y yo sigo preguntando: Con todo el cielo en tus ojos, ¿a quién estás esperando? Cartagena, diciembre del 63

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Romances sin palabras

NO TE ASOMES AL BALCÓN No te asomes al balcón, quédate dentro de casa como las niñas pequeñas jugando a decir palabras. Tras el visillo bordado del cristal de mi ventana jugaré a soñarte, siempre tan cariñosa y tan guapa como la flor que acaricia y besa, cantando, el agua. Yo sé leer en tus ojos tus ensueños de muchacha. ¡Cuántas veces me han hablado tus inocentes miradas! Sí, he aprendido el lenguaje de tus ojos sin palabras ; el lenguaje de tus labios, eterna sonrisa blanca ; el lenguaje de tus manos pequeñas y sonrosadas. Y me hablan de ti el cabello y el arcángel de tu cara. No te asomes al balcón: en lo profundo del alma despierta el amor dormido como una hermosa mañana. Aprenderás en silencio, como la fuente callada, a ser espejo luciente de mil estrellas lejanas. Y estrellas serán tus ojos, que hoy luceros del alba, clavados eternamente en el cielo de tu cara. No sé por qué tengo ahora miedo, mi niña, del agua, de la noche sin estrellas,

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Romances sin palabras

pensando en ti que me llamas amigo con voz tan dulce y me sonrĂ­es al alba. No te asomes al balcĂłn, MarĂ­a Elena, que pasan ojos arqueros lanzando sus flechas envenenadas. Cartagena, 9-12-1963

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Romances sin palabras

VERGEL DE ESPAÑA En el mar, olas de plata ; en el cielo, un mar de estrellas. Un jardín donde las flores y el agua riente sueñan caprichos y fantasías que jamás ningún poeta alcanzó, en alas del genio, a pintar. Levante es puerta del sol, que cada mañana, ascua de amor, se despierta entre bostezos de nácar para fecundar la huerta. Yo lo he visto sonreír en cada flor tempranera, novia de Dios, cuyo cáliz guarda celosa la esencia entre perlas de rocío y rubores de inocencia. Levante, vergel de España, tiene el alma de poeta. Su corazón es el rojo fruto encendido, que cuelga con alfileres divinos en su vestido de seda verde esmeralda. Sus ojos luminosos, las estrellas. Tuyas son, adorno tuyo, las atrevidas palmeras -fe y caridad a un tiempoque la brisa desmelena y en litúrgicos vaivenes se inclinan hasta la tierra para abanicar las flores antes que el sueño las venza. El sueño de una flor es silencio de Dios, que vela y aguarda, sencillamente, para hablar la aurora nueva.

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Romances sin palabras

Un mar siempre azul circunda, Levante, tus ansias prietas. Tus ansias son verticales y las suyas paralelas a un horizonte infinito que las reprime y modera. Son las ansias que heredaron tus hijos, que ora se elevan como delirios al cielo o, en sublime confidencia, le cuentan al mar sus sueños de ambición y de grandeza. En ti concibió Salzillo su gran obra imaginera ; luz y color te robaron los pinceles de Ribera. Porque es tu belleza tanta que llamársete pudiera, Levante de mis amores, paraíso de la tierra. En mi corazón te llevo, y con alma de poeta te canto VERGEL DE ESPAÑA desde Murcia hasta Valencia. Cartagena, marzo de 1964

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Romances sin palabras

DAME TU TEMBLOR DE ESTRELLAS A Maribel Arredondo

Sí, me dijiste que el miedo clavó en tu carne de rosa su negro rejón de muerte. Y, alondra madrugadora, la luz de tus bellos ojos pobló el cielo de amapolas. Miura de finos pitones surgió en tu arena la aurora, abanicando capotes de ilusiones y zozobras. En el cauce de los hilos telefónicos se agolpan, remolinos sin estrellas, tus medias palabras rotas. ¿En qué viento bogarán nuestros adioses de sombra? Mi corazón fue gustando en la acibarada copa -¡oh ausencia, agua resbalada!el veneno de las horas. Tres días de sol a sol, tres flechas de dura roca, tres heridas -lunes, martes, miércoles- como tres rosas. Tres canciones. ¿Dónde, dónde, microsurco de las sombras? ¿Por qué has roto el luminoso silencio de las farolas? Hoy estás dentro de mí otra vez, agua remota. Dame tu temblor de estrellas, y yo te pondré en tu boca, rosa eterna, eterna herida, el carmín de mis tres rosas. Cartagena, junio de 1964

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Romances sin palabras

LA NOCHE NO ESPERA ¿Por qué me buscas? ¿Por qué me gritas? ¡La tarde muerta está tan dentro de mí! Tu nombre no me recuerda nada: es como una noche silenciosa sin estrellas. He trazado mil caminos sobre la arena sedienta. Y mi carne, madurada de horizontes y de esperas, es como un mar sin retorno. Tu voz no tiene respuesta. Estamos bajo la noche sin distancias, pero inmensa de silencios y de olvidos, desnuda como la piedra. ¿Medir toda la verdad y la hondura de mi pena? Sólo Dios sabrá medir la hondura de mi tristeza, contener las avenidas de los ríos de mis venas. Tú -estamos bajo la nochenunca sabrás dónde yerran mis pies descalzos, qué cielo mi pensamiento desvela. Te has deshecho entre mis dedos como una rosa de niebla. Estamos bajo la noche, bajo las mismas estrellas tan alejados, que nunca podrán dañarme tus quejas. Sólo quisiera robarte el tesoro de mis viejas palabras, pues hay, mujer, palabras que son eternas. Arráncame de tu pecho como se arranca la flecha envenenada. La noche, mujer, la noche no espera. Cartagena, 12-5-1964

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Romances sin palabras

¿POR QUÉ, AMOR? Me han dicho: Tiene en los ojos todo el cielo y las estrellas. Yo he soñado que los tienes negros de noche y sospecha. Para contemplar tus ojos me he llegado hasta tu puerta Y cuando te sentí cer peregrino de ilusiones.ca, mía bajo el cielo dulce de la tarde, prisioneras florecieron de sorpresas tus manos entre mis manos, nuestros labios. Y no quise saber de cielos y estrellas. Por el camino de un sueño he vuelto a ti cuando empiezan a florecer los endrinos. Me he detenido a tu puerta una vez más, esperando, inundado de pureza, ver en tus ojos mi mundo de preguntas sin respuesta. ¿Por qué te da miedo el agua? ¿Por qué te asusta la niebla? ¿Por qué, cuando te sonrío bajo las acacias, tiemblas? ¡Ah! ¿Por qué cierras, por qué tus ojos cuando me besas? Cartagena, 14-5-64

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Romances sin palabras

EL DÍA DE MI BAUTISMO

Así me dijo el agua al sentirla, tres veces, correr por la tersura de mi pequeña frente: Si bruma, ya eres LUZ; si río seco, FUENTE que mana, hecha de gracia, más allá de la muerte. Dijo el agua cantora. Y tembló levemente mi nombre entre sus labios fresquísimos y ardientes. Dios, Agua en mi Bautismo, Sacramento de nieve. Alicante, junio de 2000

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