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JOSÉ LUIS VALLEJO M.

NOCTURNA TRAVESÍA


Nocturna travesía

2 TE NECESITO Te necesito en esta mi nocturna travesía a lo ancho del mundo. Débilmente insinuadas aún, las sombras serán o no serán negaciones en triunfo si hacemos jubilosas realidades nuestra común y doble afirmación Sí, es el viento, la estrella, el mar, el cielo y la primera soledad: la rosa. Pero somos también tú y yo en el viento. Tiéndeme ya la mano que adivino a través de las sombras insinuadas: así el camino es cierto, seguro nuestro paso. Si la luz se nos niega por los ojos, nos quedan nuestras manos para poder edificar el mundo donde brille la rosa final de nuestro amor.

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Nocturna travesía

REGALO DE AMANTE Te volveré a encontrar. La tarde se agiganta y pesa el sol de junio sobre el largo sendero que no ha sabido nunca del arroyo que canta, del ruiseñor celoso, de la flor del romero. Sé que estás esperando, y esperar es bastante, porque, manos divinas, esas manos gozosas que abarcan el espacio y apresan el instante, han sembrado el camino de pétalos de rosas. Cuando la tarde duerma su luz, tras los cristales de tu balcón florido tus manos sembradoras trazarán luminosos senderos cenitales para hacerme ligeros el camino y las horas. Tengo miedo del agua, de la noche callada, del cielo sin estrellas, del viento peregrino. Tu corazón me cuenta de una rosa soñada, roja como tus labios, al borde del camino. Rosa toda formada con pétalos de esperas, de entregas silenciosas y de renunciamientos, de palabras, latidos, caricias verdaderas, de miradas, sonrisas, ensueños, pensamientos. También sabe de flores mi corazón: mis rosas son rosas de cansancio y de amor anhelante. Tú sembraste esperanza con tus manos dichosas, y mis manos te traen su regalo de amante. Viviendo tu esperanza me hallarás a tu puerta. Escucha, más cercanas cada vez, mis pisadas. Toda mi vida cabe en una flor, abierta -¡sueño de amor eterno!- en tus manos rosadas.

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Nocturna travesía

APUNTE Agua dormida. Paz bajo los álamos. Llamada en cuatro tiempos del cuclillo pidiendo voces, que despiertan, tímidas, sobre las ramas que acaricia el viento. Yo intento resistir entre mis manos las grietas de un silencio medio roto cuando la luz me cerca de imposibles. ¡Oh este soñar a solas, sin premuras, de bruces junto al río! Mil verdores se restauran, de pronto, ante mis ojos sorprendidos. ¿Dónde ese fin de dudas siempre en triunfo? Sombras hay que reavivan los recuerdos pidiéndome el gran sí. Amor porfía, al margen de las horas, por el beso inicial. Una alegría que ya no cesa en su explosión, hermana hasta el canto común mi corazón con las primeras rosas que amó la primavera. Murcia, marzo de 1956

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Nocturna travesía

Y SUÉÑAME PALABRAS Sin ese abrir los ojos cuando todo se cierra a nuestros pasos, no es posible vivir. Y hay que vivir apasionadamente ese segundo ajeno a nuestros cómputos. ¡Qué limpias las palabras que me robas, casi sin madurar, cada vez que me cercas con tus ojos! Un mundo inmenso emerge en llamas, lo hago mío, lo arropo de ternura, y luego te lo devuelvo tuyo y mío a un tiempo. Cielos redondos atesoran sombras tiernamente. No temas: eres tú quien alumbra, no es el cielo. Sin dejar de la mano cuanto es tuyo, recógeme sin prisas. Hazme presente en torno a tu silencio sin salida, y suéñame palabras. Murcia, abril de 1958

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Nocturna travesía

¡ALERTA! ¡Alerta! Se multiplica la luz de la madrugada. Otra vez se estrena todo: el canto de las alondras y los suspiros del agua. Murcia, abril 1958

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Nocturna travesía

AMANECER Hora de amanecer. Todavía se ahonda un primer sueño. Al margen de mil cosas insinuadas hay ángeles: almendros despiertan suavemente del silencio. Mil puertas, puro término de ti y de mí en la noche, siguen cerradas lejos. Como un grito de sangre renovada se oye el rumor de los trigales nuevos. Un alba rota viene abrazada al viento.

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Nocturna travesía

PLENITUD DE PLENITUDES Hacia los cuatro puntos cardinales abrí mi corazón, enloquecido de pájaros y cantos matinales, trémulo de alegría, estremecido. ¿Quién conjugó la luz con el camino? ¡Ah!, ¿quién selló esa alianza -fui hacia la luz eterno peregrinoentre mi corazón y la esperanza? ¡Tarde de mayo azul!: tarde primera de alondras renacidas, toda en mi pobre corazón, que espera para gozar tus rosas prometidas. Me hablas de amor. También el mío, puro, eleva al alba rosas iniciales, y va fresco a tu encuentro, y va seguro desde sus cuatro puntos cardinales. La tarde se me fue. Todas mis flores frente a una nueva luz. La anochecida cercó mi corazón de ruiseñores. ¡Todo mi corazón era una herida! Y desvelé mi tiempo. Hora tras hora, sobre la superficie dilatada de un mundo nuevo acaricié la aurora de una divina rosa desvelada. Prodigio de amor vivo, luminosa mirada de mujer. Alba primera del tiempo nuevo: ¡ROSA!, y la palabra nueva: ¡PRIMAVERA!

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Nocturna travesía

Era la tarde plenitud de flores, pura sombra y vislumbre ; plenitud de canción los ruiseñores, vertical plenitud toda la cumbre. Mis ojos plenitud eran de ensueños perdidos más allá de las estrellas ; plenitud de esperanza ya mis sueños: y era el camino plenitud de huellas. TÚ lo eras todo tan divinamente en esa conjunción de magnitudes que te amó -rosa y luz- mi amor ardiente, ¡oh mujer, plenitud de plenitudes! Hoy, más cerca de ti, mi amor primero quema todas sus rosas iniciales: mi corazón ha hallado otro sendero donde florecerán nuevos rosales. Sí, mírame a los ojos, que quisiera, en silencio, cantarte mi alegría, pues para un corazón que ama y espera la vida es muy hermosa todavía. Cartagena, 18 de octubre de 1963

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Nocturna travesía

PALABRAS DESVELADAS Nadie podrá robarme tus últimas palabras. Todavía tus labios me las gritan, y el viento es tan sólo palabras, palabras repetidas -tus palabras- a todo lo largo del sendero. Yo camino callado rumiando en las profundas soledades del alma tus palabras de vida: son palabras del viento, que las robó a tus labios, y hoy las ha despertado dentro del alma mía. Palabras desveladas, como pájaros ciegos antes de iniciar su único vuelo definitivo, vivirán para siempre conmigo hasta la muerte: no aprenderían nunca el rumbo de otro nido. Quédate tú mirando la vereda por donde se fueron tus palabras en la tarde, y espera. Yo volveré otra tarde con mi único tesoro de verdad: tus palabras. Mi corazón las lleva. Cartagena, 1963

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HOMBRE TOTAL Hombre total, maduro por la espera, por la constante voluntad de amarte, por el silencio amargo que quisiera hablar, amor, cansado de callarte. Te he callado a mis ojos cada día, a mis labios, rosal todo de besos, a mis brazos. La yerta lejanía me cercó el corazón. Hoy tengo presos, -¡cómo esa red se estrecha y se agiganta!-, sin poder acallar mis pensamientos, y la voz se me anuda en la garganta: ¡Qué solo, amor, con mis padecimientos! Un año, día a día, se ha cumplido en mi carne. Tu risa voladora se perdió en aquel aire encandecido de una tarde de junio. ¿Dónde ahora ríes por fin? Sobre la tierra dura del camino, hombre total te espero, pues sólo así comprenderás la herida del infinito amor con que te quiero. Cartagena, 12 de junio de 1964

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Nocturna travesía

POR LA HERIDA MORTAL DE LA PALABRA Para Ana María

Deja atrevidamente resbalar tus palabras una a una. No midas el tiempo a tu dolor porque te haya aprendido a plena luz. Palabras esperan mis preguntas como única respuesta, iniciada la música callada de tus lágrimas. Deja sobre mi alma tus días sin preguntas, tus noches de abandono, de asco, de traiciones. Te clavé en lo más hondo del corazón un dardo de esperanza, y surgiste la que eres por la herida mortal de la palabra. ¡Oh anchurosa amargura por los cauces de carne de tus labios intactos! Te creía en el vértice mismo de la alegría cuando se te escapaba la pena, en el coloquio, hacia mi propia pena en monólogo eterno. Llorabas por los ojos tu corta primavera, y te guardabas dentro, invariable, el pasado.

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Nocturna travesía

¡Cuánta ruina amenaza, desafía al futuro, mientras tú lo recorres por la duda y el miedo! ¿Por qué si ya te tengo como eres por la herida mortal de la palabra? Cartagena, 1963

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Nocturna travesía

PARA QUE NOS ESPIGUEN LAS PALABRAS ¡Qué difícil resulta salir de uno mismo, ver al hombre en el hombre que nos tiende las manos para saciar el hambre de palabras que le quema, la sed improrrogable de amor que le ahoga! Cuando no se ha sufrido la amargura del más escandaloso anonimato, no pesa ni el silencio. ¿Tú nunca te has parado a escuchar esa prisa del que ya no soporta su inmensa carga de desesperanza? No estés a la otra orilla de la calle sin salvar la distancia, sin medirla siquiera con los brazos o con el beso de los ojos. Vamos tú y yo a la misma mies, segadores de pan y de canciones, con el alba en las hoces, dialogando, para que no espiguen las palabras. Cartagena, 1963

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Nocturna travesía

SOLEDAD He vendido mi viejo tesoro de alegría. Me saludan aún, al pasar por la calle, todos mis compradores: pobres, avariciosos, amigos, enemigos. Y me tienden la mano. ¿Qué más puedo entregarles si les di a manos llenas? ¿Acaso nadie sabe que camino en silencio, con el alma desnuda, porque les sigo dando mi dolor en sonrisas? Cartagena, 1963

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¿QUIÉN OSARÁ ROBARME? A María Teresa Cervantes

¿Quién osará robarme tu perfume sin rosas? ¿Quién matar tus palabras sin palabras? ¿Qué manos entre mis manos tiemblan? (¡Triunfante plenilunio de aroma sin cadencias!) Guardo en mi pecho un grito que gravita en el centro de tu nombre de lilas. Se romperán las albas crujiendo en la escollera de tu mar sin caballos y afiladas espadas. Ya estás, en mí, de nuevo regresada ; de nuevo con el rico mensaje de tu nombre partido entre tus labios. Ya, María Teresa. Cartagena, 1963

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Nocturna travesía

AL AGUA VAN TUS MANOS A María Luisa

Al agua van tus manos, ajenas esta noche a la alcuza de aceite, al pan bien amasado, a los blancos o azules sobres recién escritos. Son como largos cauces ofrecidos al agua que no encuentra camino. Al agua van tus manos. Y mientras yo recorro tu pequeño infinito, se abren todas las puertas de la noche en la magia de sus diez surtidores. Déjame en esas manos descansar tantos sueños, apagar tanta sed, salvar tanto naufragio, antes de que me arrastre el río de la aurora. Cheste, 15 de julio del 70

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TE HABLO DE TI, DE MÍ A Martine Detournay, recordándola

Te hablo con el lenguaje de las cosas sencillas: el lenguaje del pájaro, de la flor, del sendero hollado por el hombre, el del alba que ríe, y el lenguaje profundo del corazón enfermo. Lenguaje hecho de intensos, prolongados silencios, de penas que reclaman un poco de consuelo, de miradas perdidas en vagos horizontes, de labios que aún ignoran el sabor de los besos. No te hablo de la guerra que triunfa por el odio, ni de vientres vacíos del pan más duro y negro, ni de tantas diarias palpables injusticias, ni siquiera de Dios en quien creo y espero. Te hablo de mí, pedazo de barro que se quiebra desangrándose, y lucha por lo que lleva dentro: un inmenso dolor que crece y crece y crece hasta envolverte a ti, mujer, sin yo quererlo. Porque todo mi ser es un dolor constante: dolor de no tenerte cuando más te requiero, dolor por no saber salvarte de la ausencia, dolor por no poderte conservar si te encuentro. Te hablo de ti, que sabes de mi dolor y el tuyo y callas y sonríes. ¿Quién te enseñó el secreto de ser, a tus veinte años, dos dolores en uno cuando no los soporta el junco de tu cuerpo? Te hablo de ti, de mí, que aspiramos a ser: tú, dolor que sonríe ; yo, dolor que en ti pienso ; tú, dolor que recoge mi dolor desvelado ; yo, dolor que vigila el dolor de tu sueño.

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Nocturna travesĂ­a

Pero, al fin, ser, ser, ser: vivir la plenitud del dolor enquistado en el costado abierto. Ser, ser, ser: ir abriendo caminos en la vida aunque despuĂŠs se encargue de borrarlos el viento. LeĂłn, agosto de 1972

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Nocturna travesía

VIVIR EN LOS RECUERDOS A María Luisa M.

Tengo unas manos. Mira. Yo recuerdo que antes de conocerte moldeaban ensueños, paraísos: puras irrealidades. Y un día, cuando estaban empeñadas en mostrarte sus obras, mis manos se olvidaron que eran mías, y fueron tuyas, nuestras. Y desde entonces, moldeé tu cuerpo con nuestras manos ; y por ellas supe por vez primera cómo eras. ¡Cuántas veces se quedaron mis manos saciadas de su sed de tantos siglos! Era tu cuerpo un lago de transparentes aguas remansadas, en las que se embarcaron, audaces, sin saber si, al fin, se salvarían del naufragio. Y volvieron salvadas a su orilla, en paz, tranquilas, puras. También tú tienes manos. Con ellas estrechaste sueños, tal vez, o mundos parecidos a aquellos donde viven aún las rosas que nacieron contigo. Tus manos escribieron el sino de las mías antes de nuestro encuentro, bajo un cielo plomizo, en primavera.

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Nocturna travesía

Quizás allí, tan lejos, ya traspasaron juntas las fronteras del frío. Vencida esa primera resistencia, ese primer temor a la aventura que es recorrer muy juntos largos caminos que se desconocen, en vez de irte a buscarme en el olvido, viniste con tus manos como proas a surcar este río de mi cuerpo. Desde entonces no son tuyas ni mías: son nuestras esas manos. Estoy triste esta tarde, porque a espaldas de ti, de mí, te he hecho el gran daño de amarte. Con las manos te he ido yo queriendo, no con los labios, que no se me llenaban de respuestas. Al amar con las manos, se destruye para seguir creando nuevamente. Y por eso empezó el terrible daño que hacen siempre las manos al recrear su gran obra maestra. Perdóname en tus manos. Perdóname en mis manos. Perdóname, por fin, en nuestras manos. Y si no me perdonas, antes de que te lances hacia la luz de la estación total, deja que aquella sombra que fui lo siga siendo, porque la sombra no hace nunca daño. Valencia, abril de 1976

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EN TI LA VIDA HUELE A ANTIGUA PRIMAVERA Impresiones tras la visita a las Hoces del Cabriel.

Y mientras iniciabas el regreso a ti misma, te sorprendió la noche sin respuestas. Yo andaba lejos, por un paraje de otoños y cuchillos. Un duro escalofrío recorría mis venas lo mismo que un gran río entre ásperas gargantas. Pero allí se sentía viva la vida: era el verde de los pinos como un primer tesoro detrás de la sonrisa y del rumor fluvial. Aquella geografía es, sobre todo, el agua. Llega desde el muy antes guardando su secreta disciplina y abriéndose, como quien rompe a hablar, camino entre montañas de caliza asombrada. A veces, ya muy lejos del primer sobresalto, se detiene. ¡Qué salas de espera, qué remanso para el pie caminante! Un delgado silencio invade los espacios absolutos, que rompen el sonido metálico de una esquila, las voces acordadas de un grupo que saluda al pasar y el canto de algún pájaro que no encuentra su rumbo entre aquel infinito laberinto de piedra. También se oye tu voz: “Vuelve a tus horas, vuelve hasta mi soledad”. Y empiezo a recordar qué habrás hecho, esta tarde, sin mí por esas anchas avenidas de asfalto sin cimas crestonadas, donde todo conduce irremediablemente a un caos sin salida y horizonte visible. Humildemente acudo, desde esta lejanía tan próxima, tan llena de ternura, a tu lado.

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Nocturna travesía

Ya en ti de nuevo, en esta noche de octubre escucha, atenta, las palabras que, a golpes muy pequeños, desalojan la ausencia y se quedan contigo para siempre en el alma. Pero hoy quiero que entiendas que hay que entrar en la vida un poco más ligera, sin la mirada llena de miedo de pinares; que hay que cercar, mujer, con voz de caracola nuestra realidad mientras se va durmiendo el color de las hojas de este postrer otoño hasta que el tiempo deje de ser nuestro enemigo y entres tú de mi mano en la región cabal. Sopla un viento de amor. Como cada mañana asciende de tu cuerpo un vaho rumoroso que llena las estancias de la casa encendida: en ti la vida huele a antigua primavera que, por detrás del tiempo, regresa a tu regazo, vencedora, en la virgen luz del amanecer. Alicante, 13-10-96

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CUANDO ESTÁS CON CON TU PASO ADOLESCENTE A Marta Beltrán.

Cuando estás con tu paso adolescente bajando de los montes de tu infancia frente a la más hermosa primavera, llena aún de pinares tu mirada; cuando vivir es para ti el enigma más bello y la más bella palabra, y ves que se te escapan de las manos, poco a poco, las cosas que más amas; cuando con esas manos vas rompiendo ciertos recuerdos que coleccionabas en lo más escondido de ti misma como si de muñecas se tratara; cuando te huele el corazón a rosa y tienes en los ojos pinceladas de ese cielo que aún no se ha estrenado y de luz de una estrella enamorada; cuando te quedas sola, desgranando retazos de sonrisa en la ventana a pesar del dolor, pienso, en silencio, amándote: ¿Qué haces tú, muchacha, en medio de mi vida? ¿De qué sueño surges tan extremadamente diáfana y tan consciente del vivir? ¿No sientes cómo la niebla asciende, equivocada, por tus vertientes jóvenes, se enreda, sin esperar respuesta, en tus palabras y lucha por borrarte los caminos del futuro? ¿Por qué a tus sueños llama?

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Nocturna travesía

Respóndeme, muchacha, antes que mueran tus labios, y en mis labios tus palabras, hoy dulcemente dóciles y suaves, me duelan como piedras disparadas. Pero si no te atreves o si dudas en desnudar tu adolescencia al alba, no te preocupes: tú serás mi asombro virgen cada mañana. Alicante, 20 de noviembre de 1996

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SABES DÓNDE ANOCHECEN MIS PALOMAS A Vanessa Linero

Te bauticé en mi agenda con las únicas palabras que conoce mi alfabeto: albor, rocío, sal, gaviota, pluma, temblor, salina, espuma, brisa, vuelo. Cubrí, después, tu desnudez de nieve con el azul más puro de mis sueños y te dejé a la altura de mis aguas para que reunieras mis veleros. Cabalgando la crin de mis mareas, luchando contra el viento, astrolabio de todas mis derivas, estás en posesión de mis secretos: sabes dónde anochecen mis palomas, por qué en el blanco salinar del pecho agonizan la brisa y la ternura, quién clarifica el éxodo del sueño, por qué al volver la página penúltima de esta agenda de amor estás en cada verso llenándome de espuma los oídos y de temblor la voz y hasta el aliento. “Siempre me cautivó tu amanecida”. Por eso, te sorprendo con el canto auroral de estos maitines que hoy alzan por primera vez el vuelo. Alicante. 22 de febrero de1992

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¡AY QUÉ TRABAJO ME CUESTA! A Marta y Paqui-Bel “¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero”. GARCÍA LORCA

¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por una senda de alondras voy a tu encuentro con esta tristeza en flor que ya no remonta el vuelo. ¿Quién me vendará la herida que ardió en tu fuego, y el corazón que hoy reduce a cenizas tu silencio? ¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Alicante, 26 de mayo de 1997

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NO ETERNICES MI AMOR A Milagros Rubio Garrote, entrañable compañera de estudios Un presente en fervor de claroscuro JORGE GUILLÉN

Ese soñar a solas, esa espera en que busca equilibrio tu futuro, dispara tu inocencia contra el muro de mi carne. La sangre se acelera entre tan claro albor. Yo soy quien era aunque se acerque a ti menos seguro mi presente en fervor de claroscuro: palpitante dolor hasta que muera. Tú continua refulges. ¿Quién se atreve a quebrar esa luz intacta, leve, que te recorre desde tus raíces? Si darte el corazón recién llovido basta hoy para salvarnos del olvido, no eternices mi amor, no me eternices. Murcia, 1967

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Y SOÑÉ QUE VENDRÍAS A Martine Detournay

Y soñé que vendrías. Te esperaba. ¿Cuándo? ¿Acaso el momento es decisivo o el minuto le roba el incentivo a nuestro amor? Mi corazón gritaba gozándose en la espera. Entre mis manos, acariciadas ya y estremecidas, como un vago temblor de amanecidas jugaba el roce de las tuyas. Vanos a la muralla de mis dedos fueron todos los dardos de la luz del día, y vanas las miradas porfiadas. Siempre tus blancas manos estuvieron -¡oh bello despertar de mi alegría!entre mis blancas manos apresadas. Cartagena, 24 de marzo de 1964

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¡CUÁNTO TARDAS, AMOR! A Josefina, con cariño.

¡Cuánto tardas, amor, y cuánto ciega esta luz del rabioso mediodía en que se desmemoria la alegría y un dolor enramado se hace entrega! -¡Cuanto abril presentido que se niega a ser lluvia esta tarde parda y fría, o mayo o junio de precoz porfía por saber si el amor llega o no llega!-. ¿Qué hacer, mientras te espero, si anochece y “entre el amor y el desamor se mece” mi espera travestida de torpeza? Mira que estoy pensando si me quedo, que a espaldas de la noche tengo miedo y vivo entre la duda y la certeza! L’Hermitage, 12-7-97

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¿CUÁNDO TENDRÉ LA VOZ SERENA? A María del Carmen y Pepe en su aniversario de boda

¿Cuándo tendré, mi amor, la voz serena, mudas las manos, el vivir cumplido, perfumado el aliento, el labio herido, despierto el gozo, náufraga la pena? ¿Cuándo los ojos, encumbrada almena en donde inicia el corazón tendido y loco vuelo, hallarán sentido a la noche que al alma se encadena? ¿Cuándo estará mi paso sosegado de tanta consentida, oscura ronda con que, amor, te persigo y te requiero? ¿Cuándo, por fin, te sentiré a mi lado en esta placidez dulce y redonda “para poder decirte que te quiero”? L’Hermitage, 11-7-97

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ESTA RUTA HACIA EL NORTE A Piedad Echalecu

Esta ruta hacia el norte nos convoca a ser, mujer, paisaje enamorado: otoño donde triunfa, desbocado, el plural paraíso de tu boca. Esta ruta hacia el norte, hecha de roca, -Pirineo es tu pecho desbordado-, me tiene el corazón aprisionado entre murallas de una lluvia loca. Para habitar tu lava yo no encuentro más vertical camino que mis manos, que acuden a tu cita de sirena con las proas buscando tu epicentro, volcán de mis inviernos y veranos, donde se quema, sin arder, mi pena. Alicante, 17-10-93

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TENTACIÓN Locamente enamorado, te quise como a una estrella, y te apagaste una noche cerrada porque no viera la mueca de tus desdenes en tu boca traicionera. ¡Paseo de soledades, tarde azul de primavera! El cristal de mi ventana, siempre engañoso, refleja, entreabierto al sol poniente, naranjos, casas, palmeras. Mi corazón se ha asomado con las primeras estrellas por ver el amor que pasa. Y el amor pasa y se aleja. Amor vestido de blanco, tan sutil, nunca tan cerca y a un tiempo tan alejado como en esta tarde nueva de mayo. Amor que pasas a la luz de las estrellas hiriendo los corazones, llamando de puerta en puerta, que te sientas, esperando, en fríos bancos de piedra. Amor vestido de blanco, óyeme: No te detengas. Sigue y déjame, en la noche, a solas con mi tristeza. Murcia, mayo de 1958

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PRIMAVERA El alma en flor, el cuerpo, brotado todo de su flor y hoja como un abril, -rama de almendro preanuncia su venida en cascadas de besos y de aromas-, en esta verde claridad ; el cielo nuevo en color, fragancia, luz y estrellas: todo me habla de ti. Es como una invasión de fuera adentro de esos verdes lucientes que cubren troncos grises, de esos oros que pintan con matices de ensueño el cielo limpio del agua que vacila entre los pardos guijarros. Toda la vida invadida de risas, flores, pájaros, ensueños, oros y luces. ¡Todo asomado! La vida -¡PRIMAVERA!floreció ya el misterio de mi adentro. Murcia, abril de 1957

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PRINCESA DE ENSUEÑO A mi sobrina Begoña y a Milagros y Mari Carmen Martínez Alfaro.

Begoñita, ¿me escuchas? Es la historia más bella de una hermosa princesa que colgó de una estrella, una noche de invierno, su palacio real. Un palacio de mármol con salones dorados, y con fuentes de plata y lujosos criados, misteriosos jardines y un balcón de cristal. Las más bellas princesas de los reinos de oriente morirían de gozo, al igual que la fuente al sentir el arrullo del galán surtidor, si pudieran decirle con sus labios de fresa, de rodillas postradas, a la bella princesa sus palabras de ensueño y sus sueños de amor. La princesa del cuento, esa Bella Durmiente de los bosques, que un príncipe generoso y valiente con su beso encendido consiguió despertar, me ha ofrecido el caballo de las bridas de plata, tan veloz como el viento que el otoño desata, y las crines más blancas que la espuma del mar. Y en las horas del sueño, cuando reinan las hadas de los mágicos cuentos, por las sendas calladas del azul firmamento, al lejano tropel de lucientes estrellas me lancé en el espacio por buscar de la bella princesita el palacio, de las crines de plata en el brioso corcel.

Yo no he visto una noche más hermosa. En el cielo cien mil soles brillaban, que en un mágico vuelo - 35 -


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se perdían, volvían, bajo el manto de azur, describiendo caminos con cien mil direcciones en las vastas y nunca sospechadas regiones del Oeste y del Este y del Norte y del Sur. ¿Dónde estás, princesita de las dulces miradas? ¿Dónde, dónde, palacio de las verjas doradas, surtidores galantes y jardines en flor? El silencio solemne de la noche mentía. Una estrella lejana, muy lejana, encendía la esperanza en mi pecho con sus guiños de amor. Las estrellas guardianas, apostadas, miraban, y a los rayos de fuego de sus ojos brillaban los dos filos cortantes de su acero imperial. Y espoleando al caballo de las crines airosas: ¡Dadme paso!, -les dije-, cortesanas hermosas. Y, gritando: ¡Estoy cerca del palacio real! El brioso caballo de la Bella Durmiente, tan veloz como el viento, se perdió de repente en la luz de una aurora. Y yo vi, al despertar, que eras tú la princesa de mi sueño dorado. Dame un beso, Begoña, que aunque el cuento ha acabado, para mí eres la reina a quien siempre he de amar. Murcia, diciembre de 1959

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NUEVA ILUSIÓN A Maribel Arredondo

Se callarán las fuentes de tu jardín sonoro, el surtidor galante no hablará ya de amor: mi corazón, entonces, te dirá su tesoro cantando dulcemente como el agua a la flor. Vendré hasta ti, en la tarde, con mi dulce salmodia por sendas de recuerdo, de luz y de canción: traigo en mis ojos tristes, como en rica custodia, el fuego misterioso de una nueva ilusión. No te sientes, amor, a esperar en tu puerta. Acógete al silencio de tu alma de mujer y se entrará en tu casa, por la ventana abierta, la claridad del cielo limpio de atardecer Eterno peregrino, por las tierras llaneras, como en viento del Norte, llegaré sin bordón moliendo, silencioso, el oro de las eras en la muela harinera del propio corazón. En mi rostro cansado leerás la fatiga ; en mis ojos de ensueño, un infinito amor: yo tengo de la piedra y tengo de la espiga, corazón harinero y blanca harina en flor. Hoy, mujer, siento miedo de apresurar el paso. Por no turbar la inmensa paz de tu meditar esperaré el idílico momento del ocaso desgranando, en las sombras, las notas de un cantar. Auriga de luceros, la lejanía yerta hermanará en su abrazo la tierra y el azur. Tascando frisos áticos me hallarán a tu puerta, piafando, los corceles del los vientos del Sur.

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Nocturna travesía

Quiero vivir la intensa verdad de tus miradas eternamente azules como el cielo y el mar, sentir la amplia caricia de tus manos aladas. Después sólo me importa soñar, soñar, soñar. Se callarán las fuentes de tu jardín sonoro, el surtidor galante no hablará ya de amor: mi corazón, entonces, te dirá su tesoro cantando dulcemente como el agua a la flor. Cartagena, junio de 1963

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TE QUIERO Puedes seguir soñando otro sendero. Seguirás escuchando siempre: Te quiero. Tú y yo: maridaje en pleamar. Mientras haya oleaje, existe el mar. Cartagena, junio del 63

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TRÁNSITO ¿Por qué otro largo sueño has de venir? Caminos tienen todos mis sueños para dejarte al borde mismo donde he aprendido a quererte. ¡Qué sin fin para mí el tiempo que no cuentas! ¿Quién podrá adivinarte tan voluble y distante, tan sin ritmo, si todo se te queda ya atrás sin vivirlo siquiera? Di de qué se te nutre ese eterno presente del que emerge, sin forma, mi recuerdo. Me has nacido este día catorce de febrero para un amor sin nombre y sin historia tú que aún acaricias el riesgo del más puro infinitivo.

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MUERTE EN PRIMAVERA (Meditación ante la muerte súbita de un compañero de trabajo)

Sois vosotros, mis pájaros amigos de esta tarde del nuevo abril? Quisiera saber quién ha logrado despertarme, llevarme, asido de la mano, fuera de mí mismo, donde era ya la muerte. ¡Cómo ronda la muerte en primavera cuando todo nos clama por la vida! ¿Es la vida quizás la que me aterra? ¿Tal vez la muerte? Nuevas ilusiones han llamado a mi puerta al escuchar los pájaros primeros en la tarde de abril. ¿Murieron mis tristezas? No es hora aún de lo definitivo. Se anda otro camino y se regresa. ¡Qué misterio la vida! ¡Qué misterio en mí, el hombre...! Se dormirán los pájaros, florecerá el misterio en las palmeras. Yo seré aquél, ya dentro de mí mismo, soñador silencioso que no acierta, como un extraño, a desnudarse el alma. ¡Cómo ronda la muerte en primavera! Cartagena, abril de 1964

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TU ETERNO CAMINAR POR LA PALABRA Al trovero Pedro Cantares, muerto en Cartagena

Tu eterno caminar por la palabra te vacila a la puerta de ti mismo, y te lo digo a ti, CANTARES. Ahora empiezas a dar nombre al silencio, módulo de tus noches. Padreabas los versos, te sabían los quicios de todas las tabernas y la higuera recuestaba tu sombra. Te conocían todos los serenos, y tú, Aquiles de la rima, no temías sus lanzas. Ya has doblado la esquina, ya te ríes del vaso, ¡hermano vaso!, de su hondura, en la que aún falta un verso a tu quintilla.

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Nocturna travesía

ESPERA SIEMPRE A Irene Lucas, entrañable compañera en la universidad.

Si arrancarme pretendes lo que queda de humano a mi voz dolorida, Irene ; si pretendes que tense mi dolor para hacértelo canto, cantaré para ti tu ardiente morenía. En blanco afán la cubres mientras recorres, vuelas cielos ilusionados, mientras abrazas nubes sobre las que descansas tus sueños de ventura. Detrás, tu corazón virgen por la esperanza, radiante por la dicha, dice al mar el secreto de tu amor invencible. Hoy no cuento los días que sostienen tus manos, ríos siempre fecundos de promesas: las fechas corren precipitadas a morir para siempre, porque tu amor las salva de su frágil naufragio. ¡Oh greda luminosa, puente recién tendido desde tu ardiente sangre! Yo sé por qué mi canto te recorre este día como brisa temprana! Hoy sólo canto, amiga, la certeza presente que hará y hace posible, en tu vientre, el futuro. Canto el triunfo absoluto de tus brazos abiertos, capaces de enlazar un dolor soterrado ; el negro de tus ojos, bañados de presencias ; el rojo de tus labios, temblorosos de besos y el nombre que descubre mi insomnio esperanzado. Espera, espera siempre. Sigue el camino abierto que te lleva a tu límite, donde gorjean pájaros que escucho desde lo alto de tu enramado pecho.

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Nocturna travesía

A ORILLAS DEL RÍO Fue una tarde pura de la primavera. Dormían los juncos junto a la ribera del río. Los álamos blancos besaban las tranquilas aguas que a sus pies soñaban. ¿Puede el agua clara y serena del río soñar como, a veces, el corazón mío? Susurraba el viento su amor en las hojas tiernas de los álamos. El sol pajareaba entre los renuevos y unas rosas rojas. Perdida entre ramas, la alondra cantaba. Sentado, las aguas del río veía correr mansamente. Yo iba recordando las viejas historias de melancolía que, al pasar, en mi alma iban despertando. Hablé con el viento, que sabe mi pena, y el viento, cantando, me respondió: Hermano que tienes el alma de inquietudes llena de viejas historias de un tiempo lejano: Olvida el pasado, vive tu presente. Sé una primavera que se abre camino hacia el añorado mundo sin frontera. Y yo vi que el viento se quedó dormido y me dejó solo con la pena mía. Fue una hermosa tarde del abril florido, impregnada toda de melancolía.

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¡QUE SE AHOGUEN LOS JAZMINES! ¡Que se ahoguen los jazmines! ¡Que se despierten las rosas! Muy cerca de la fuente ha dejado el amor una flor roja. ¿Amapola? ¿Clavel? ¿Rosa? Se abre el álbum del día sin dolor que soñaste. Mis manos, locas, ensayan madrigales en el jardín del corazón, a solas. ¿Rosa? ¿Clavel? ¿Amapola? Jardín del corazón: álbum de vida. Poema de amor: ¡ROSA! Murcia, 1955

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LA TARDE EN QUE TE VOLVÍ A VER La tarde. Era la tarde en que te volví yo a ver. Sonrisas de sol y luna en tus labios de mujer. La tarde. Cinco de junio por la tarde. Atardecer de sangre intenso en el cielo. En mi pecho amanecer. Cita de amor en la tarde rojo intenso de clavel. Palabras de vida. Sólo palabras: una, dos, tres. ¡Tarde dorada de junio en que te volví yo a ver! Cartagena, 5-6-63

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ALONDRA DE VERDAD A Mari Terrer Morales “Fuiste principio y fin casi hermanados entre un temblor de estrellas sin olvido”. JOSÉ GARCÍA NIETO

No se ha roto el ensueño. El alto cielo está en tus manos blancas, temblorosas, caza al fin de la flecha de tu anhelo, ansioso de volar como las rosas. ¡Sí, te quiero! La flecha voladora del carcaj de tu pecho encandecido se hizo cielo en tu boca reidora entre un temblor de estrellas sin olvido. Labrada está al silencio de tus quejas la roca viva de tu amor primero ; libres al aire, todas las abejas doradas de tus besos. El sendero -acacias donde duermen tus promesastermina aquí. Tus pasos presentidos florecerán por ruta de sorpresas la verdad de tus gritos contenidos. Fuiste principio y fin casi hermanados de este en los dos transcendental momento en que el amor que os tiene vinculados alcanza plenitud de sacramento. Tu juventud serena y luminosa abre a la luz el alma enternecida para mostrar, como la simple rosa al primer sol, su dicha estremecida.

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Eres mujer en plenitud de entrega a quien no asustan esta ni otra suerte, maternidad en flor donde navega, con tu fecundidad, tu propia muerte. En esto está tu gloria y tu grandeza, en darte y entregarte sin medida: el amor verdadero siempre empieza en el borde inflamado de una herida. Quisiera aquí acallar mi pensamiento -“alondra de verdad”-, pero quisiera regalarte este rico cargamento de mi palabra amiga, dulce. Espera. Palabra de verdad, cicatrizada, nacida en los profundos hontanares del corazón, del alma traspasada de luz como los mudos pleamares de tus ojos, milagro de inocencia, inicio de ese mundo trascendente que acaba en Dios y se hace transparencia en el fino alabastro de tu frente. Acaso no comprendas el mensaje de amor de mi palabra ardiente, viva, cuando ya a bordo y listo el equipaje vas a emprender la ruta decisiva. Baja la luz es ya. Mi pensamiento se queda en ti cono hijo renacido. En mis labios se duerme el sentimiento entre un temblor de estrellas sin olvido. Murcia, 23-7-64

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PARA TU PENA DESPIERTA Ninguna más despierta que la tuya, Ana María.

Por un cantar no aprendido te encontró mi corazón. Y cantando se me ha ido. Suspiros, noches y rondas en alas del sentimiento ; palabras blancas, redondas, por cauces de sufrimiento. Guitarra que gime y llora por rumbos de amanecida hacia un amor sin aurora que te arrebató la vida. ¡Oh qué largo caminar para tu pena despierta! Tal vez, cansada de andar, te has detenido a mi puerta -toda luz en tu cancióncomo alba recién nacida: Hoy mi pobre corazón es una profunda herida. Que estás en mí puro juego de cadenciosa armonía entre las cuerdas de fuego de tu pena, Ana María. 1 de junio de 1966

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PURO COMIENZO EN SOLEDAD Para A. M. A.

Mujer y luz: un pacto alucinante por las playas extensas del verano. Guardas la luz intacta en tu semblante para dar la que escondes en la mano. Así, desposeída entre la arena, sigues en posesión de tu amargura. Hasta el amplio reír se te encadena cuando al alba tu cuerpo se apresura. Alma fuera del alma. Despejada ruta parta los ojos. Atrevido goce para la noche consumada si no le asiste al cuerpo su vestido. Hombres hay que confunden el futuro por el cauce del cuerpo que no cede. Vive la luz tras el nivel oscuro de tus ojos, y en ellos hace sede. Cuerpo de plenitud para el abrazo, para el beso sin nombre tras la lucha donde es ya perfección el simple trazo y sinfonía el ritmo que se escucha. Puro comienzo en soledad. Garganta por la que la palabra se depura y donde el grito de tu amor levanta -última realidad- su arquitectura. Ardiente corazón que va hasta el lloro ante la tentación del tacto en sumas. Y, gozoso de ser, -albo tesoro fuera del tiempo ya y de las espumas-,

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todo tu ser se ofrece a la mirada pura visión de gracia sustantiva: desde tu sangre al alba deseada me das tu dimensión en carne viva. Agosto, despeñado por las venas, se remansa. El cristal triunfa. Hay señales de las tarde en crisis sin arenas, que ensayan fugas más horizontales. Cada minuto acierta con su norte en la más larga espera. La alegría es sólo voz, no mágico resorte que despierte la luz de cada día. Pulsando bien las cuerdas de tu cielo, sé que hay rosas en tu alma, compartidas por el grito incesante de tu anhelo y tu pena, que no sufre medidas. Eres así por la palabra pura que tus labios confían al abrigo del secreto. Y la verdad perdura, fuera de ti, al alcance del amigo. Ni lo aplazado espera, ni la grieta que aguanta otra irrupción de madrugada, pueden darte más luz. La dicha aprieta ahora que ya te tengo revelada. “Tú encendiste la chispa suficiente” para el canto final, si es que te alcanza. Vive esas certidumbres de presente que se han rendido siempre a la esperanza. Cartagena, 12-8-66

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CHAFARINA A Maribel Arredondo, Dama de Honor en los Juegos Florales de Cartagena.

Al decirme tu nombre, floreció la primera sonrisa de tus labios en la tarde sonora, -frágil cristal de ensueño-, casta como la aurora en que disfraza mayo la luz de primavera. Hoy que a escuchar me paro tu sonrisa, quisiera en lo profundo mismo de mi alma voladora grabar en oro puro -¡sonrisa seductora!ese divino nombre que ha encendido esta hoguera. Nunca, nunca las aguas amargas del olvido besarán las arenas de esta playa marina, Maribel Arredondo. Y por eso te pido que pues Dios a tus ojos dio esa lumbre divina y ese dulce reír a tus labios, herido de tu gracia, te digan los míos “Chafarina”. Cartagena, 18-5-1963

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DESVELARÉ AL ARCÁNGEL DE MI SUEÑO A María Luisa Rosique, Reina de los Juegos Florales de Cartagena

Desvelaré al arcángel de mi sueño por cantar de una reina la hermosura: en el silencio se hace arquitectura el cristal aún amorfo del ensueño. Mas puso Dios, galante, en tu trigueño rostro de mujer-niña tal dulzura, que en palabra de humana criatura será siempre cantarla vano empeño. Renuncio, pues, a mancillar el terso espejo -marfil y oro- de tu cara que iluminan tus ojos, tu sonrisa. ¿Para qué este hilvanar verso tras verso? Que no se obliga a más quien te declara sencillamente hermosa, María Luisa. Cartagena, 12-5-1963

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MADRIGAL A UNA REINA A Carmina López, Reina de las Fiestas de San Antón

He seguido una ruta de sorpresas buscándole a tu luz la maravilla por darle un nuevo cauce, otra orilla y otro canto a mi alondra de promesas. Pero al verte aquí reina entre princesas, desbordadas las venas de mi arcilla se ha deshecho en mis manos la gavilla de palabras humanas que aún apresas. ¿Quién cantará tu eterna primavera? En mi verso sin luz, inacabado, te diré, sin temor a tus enojos, graciosa majestad sanantonera, que estoy ciego también, que me ha cegado el resplandor divino de tus ojos. Cartagena, 1963

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LARGA ESPERA He esperado a que el pájaro cantara. ¡Cuántos años tardó en cantar el pájaro! Detrás de los barrotes de su jaula mil ensueños se hicieron realidad como su canto. Una pluma de nieve tengo en mis manos: una pluma de pájaro. Con ella escribo versos desaliñados en los que hablo de amor, canto a la vida y lego a un mundo deshumanizado el mensaje de un árbol que se hizo verde nido de esperanza bajo un cielo muy alto. En él anida el pájaro al que arranqué la pluma con que hoy escribo versos desaliñados. Valencia, abril de 1975

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MARÍA DEL MAR A María del Mar Garcerán Donate

Sobre la dorada arena, en horas de bajamar, ha grabado una sirena tu nombre, María del Mar. María dice amargura y Mar extensión salada. Tú resumes la hermosura de la luz tornasolada. De tu sal, de tu sonrisa, de tu luz, María del Mar, está celosa la brisa. Eres María, mujer de quien anda enamorada la luz del amanecer. Eres Mar de amplios esteros donde, al alba, regatean cien mil barquitos veleros. Mar donde nacen mis olas, que hasta ti llegan haciendo resonar sus caracolas. En ese nombre divino, María del Mar, navega mi pena hacia su destino. ¡Ojalá que otra sirena, en horas de bajamar, mi nombre escriba en la arena junto al tuyo, que me llena de luz, María del Mar!

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POESÍA DESNUDA Poesía desnuda, bienamada, mía por fin, al borde del camino de ti y de mí esperada tanto tiempo. Hoy es ya siempre, porque se hacen mías las ansias del ayer que me han ganado tu posesión para el mañana. Alerta, mi desvelo no es ya, sin más, la lucha de mil preocupaciones obsesivas, ni está tensa mi carne hacia el alba del día que no llega. Tu luz me borra todos los caminos que tanto amé y que nunca podré soñar. ¿Qué importa si es ya nuestro el futuro de abrazos que hoy se inician, desnudos, en el alma? Murcia, 27de octubre de 1966

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BUSCA UNA CITA MÁS Te dejé el corazón al descubierto, te amé con un amor indefinible: hoy te siento como un amor que, muerto, busca una cita más con lo imposible. El cielo de tus ojos, retenido una y mil veces, duro e intangible como la flecha con que me has herido, busca una cita más con lo imposible. Si me sales al paso en mi camino, amor ya muerto, amor aborrecible, huiré de tu sombra. Tu destino busca una cita más con lo imposible. Yo soy agua nacida en viva roca -¡oh cuna de pureza indescriptible!que no puede calmar tu sed. Tu boca busca una cita más con lo imposible. Busca mi corazón un amor cierto, que amaré con amor indefinible: hoy te siento como un amor que, muerto, busca una cita más con lo imposible. Murcia, 6 de agosto de 1963

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OLVÍDAME SI PUEDES No quiero asegurar que tú hayas sido quien despertara el pájaro dormido tras mi ventana abierta: tu sonrisa cruzó doblando esquinas como una discusión de golondrinas por la calle desierta. Yo medí con mis ojos las palmeras, infinitas de estrellas y de esperas y de ansias verticales. Te adiviné en la incierta medianoche surgiendo de la sombra y del reproche. Vientos meridionales me han desvelado ya el sueño de junio persiguiendo, ¡oh desdén!, el plenilunio de tu dulce mirada. De haber sabido de tu infantilismo nunca hubiera dejado hacia ese abismo mi esperanza asomada. Sigue con él. No cambies tu camino -no se debe jugar con el destinoy olvídame si puedes. Cuando mi herida el tiempo haya curado, tal vez mi corazón, de ti olvidado, lance a otro mar sus redes. Cartagena, 15 de junio de 1963

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MUJER AUSENTE Mujer ausente: mujer hechura en mi pensamiento, beso de brisa sin mar, silencio, puro silencio. ¿En qué mar te conocí? ¿Dónde te salí al encuentro? Si huyendo de mí -¿qué barca puede navegar sin remos?te embarcas, sea hacia el mar sin retorno: silencio, puro silencio. Cartagena, junio de 1963

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LA TARDE EN QUE TE VOLVÍ A VER A María Teresa Cervantes

La tarde. Era la tarde en que te volví yo a ver. Sonrisas de sol y luna en tus labios de mujer. La tarde. Cinco de junio por la tarde: atardecer de sangre en el cielo malva. ¡En mi pecho, amanecer! Cita de amor en la tarde rojo intenso de clavel. Palabras de vida. Sólo palabras: una, dos, tres. ¡Tarde dorada de junio en que te volví yo a ver!” Cartagena, 5 de junio de 1963

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Nocturna travesía

ANA HEREDIA DE LA MAR Para que veas que te recuerdo

Ana Heredia de la mar, hortelana de mis sueños, súbeme del salinar a las playas de tu cielo. Recógeme entre tus brazos, remos alados, mujer, antes de que el viento empuje a otras playas mi bajel. La mar está en calma. Escucha la queja de mi cantar, que habla de un amor herido, Ana Heredia de la mar. Alicante, 21-11-91

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