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OCTAVARIOS DE AMOR 1998


A Beatriz Ortiz y Gema Pomares


A la aurora le pido un nombre: Gema o Beatriz, un secreto: belleza, una palabra: sĂ­, un don: felicidad y una promesa: eterno.


OCTAVARIO DEL ENCUENTRO


DÉJAME QUE TE ENSEÑE

DÉJAME que te enseñe cuanto han visto mis ojos en la mañana espesa sin los amaneceres a los que estás acostumbrada. La ciudad está en ruinas después de tanto incendio sofocado. Es como si salieras de un bosque calcinado por veredas de asombro y de ceniza hasta desembocar en plazas descompuestas. Fluye la gente como un río lento, se detiene en las tiendas fatigadas donde descansa el pan su soledad o se adentra, confusa, entre la niebla cuando el amor no invade las palabras. Hoy parece que el tiempo no se hace voluntad. Triunfan cansancio e indolencia como si el alcanzar los límites del mundo fuera tarea inútil, y, al no acertar los ojos a cruzarse, huyera la mirada pensativa por sórdidas callejas hacia una muerte sin disfraz.


Tiene aspecto el reloj de barco hundido señalando las doce sin agujas, y hay ventanas que no se han encendido, muchachas que no saben despertar, telegramas que pasan por debajo de una puerta de alcoba, “allí donde la muerte siempre tiene olor a espera inútil”, este jueves de junio bochornoso con un 86 por ciento de humedad. Siento en mi piel el ósculo viscoso de la bruma marina, que me envuelve como tu voz y deja sin opción a la mirada en vilo. Despierta. Ven conmigo a recorrer las playas, el callejón oscuro, el paseo marítimo hoy dormido en la bruma, las plazas descompuestas... Tu cuerpo juvenil es cuanto ven mis ojos. Jueves, 25 de junio


SENCILLAMENTE VIERNES

SENCILLAMENTE viernes o jueves. ¡Qué más da si aún puedo dar con otra rosa viva! Hoy les he dicho adiós. Entregadas las notas, he vuelto a atropellar “la conciencia del tiempo”. Todo se ha convertido, de repente, en palabras por las que van y vuelven aquel primer otoño que abrió el primer poema, el invierno que aún fluye en la memoria como el agua en el tiempo y la distancia, nuestra niña e ingenua primavera donde el amor se transmutó en secreto hasta alcanzar la luz y se detuvo bajo los olivos, el último verano que ya nos pertenece como la perfección a tu desnudo, el rumor al arroyo, la lágrima al dolor o el miedo a ese vacío que se esconde en la muerte. Nada dejan los años que no sea un cúmulo de arrugas, un silencio cobarde


y este miedo que repta por la vida hasta perderse por el laberinto oscuro del pasado. Son las seis de la tarde y te sigo esperando, más allá de la anécdota que es entregarte una fotografía, para habitar definitivamente un rincón en tus ojos y asirme de tu espléndido cabello con brillo de cerveza. Porque sé que vendrán tardes de lluvia que pugnarán por enconar la herida intacta de tus besos. Viernes, 26 de junio


SABES QUE YO TE ESPERO

SABES que yo te espero por detrás de mi voz, más allá del otoño de tantas confusiones y silencios, más cerca de este mar donde ahora vuelan “sobre el acantilado del recuerdo” gaviotas nunca vistas, por encima de todo lo que he sido. Sabes que yo te espero detrás de cada noche, en el dolor que nace de los sueños sin cumplir, decidido a vivir una historia que justifique, al fin, nuestra existencia. Sabes que yo te espero muy a pesar de ti hasta que, ya extrañada de amor, mi voz se abrace con la muerte. Sábado, 27 de junio


CONFESIONES

HABITO este rincón del domingo y del viento cuando ya nuestros cuerpos son memoria, memoria uno del otro, y un vuelo enloquecido de vencejos traza fronteras a nuestras palabras, que no encuentran su puerto. Tú, después de una noche de ginebra que borra los semáforos, anclas tu soledad en un gran ático con vistas hacia el mar mientras yo intento salvar esta distancia que me aísla en un desván sin sueños ni botellas. Yo estoy donde tú estás, me dirás luego, al despertar, cuando el rumor del mar libere de vapores tu memoria y asiente en cualquier silla tu cansancio, y contemples tu cuello, al mirarte en espejos venecianos, sin el rojo collar que ayer lucías por haber aprobado la selectividad. Por hacerte feliz cruzo sin pasaporte la imprecisa frontera de la palabra, acudo allí donde tu voz no me convoca por caminos de ritmos y metáforas: no quiero que tu voz


descanse en el pasado. Y la hago mĂ­a. Hoy quiero recobrar definitivamente un lugar en tu cuerpo, un ĂĄmbito en alguno de los siete fonemas que componen tu nombre o tu apellido, un temblor en tu pecho y un momento en tus labios que sepa a eternidad. Domingo, 28 de junio


LUNES Y CARTAS

NO es posible olvidar el arrecife donde el amor nos confinó si el mar embravecido nos hostiga el alma con espadas y espumas, donde la muerte y la pasión convergen como el lirio y la sangre en los cárdenos labios, si no nos decidimos a existir en los vastos litorales donde la luz se viste de fiesta y el amor se redime tendido sobre arena. Sabes que escribo para ti, esta tarde de un lunes, y no sé dónde estás, si te esperan quienes proclaman su amistad, si has salido a deshora a la ciudad dejando las sillas boca arriba, la cama sin hacer, toda esa inmensa colección de objetos, que nos marca fronteras, en desorden y olvidado, por viejo y por pretérito, nuestro amor “en un hueco de torpe inexistencia”. No es fácil convencerte de que ocupas esta infinita soledad del tiempo donde aún te sueño y aprendo cada día a recordarte,


donde te nombro con la voz herida y te espero hasta el rojo amanecer por si regresas. No huyas de mí hacia extraños paraísos sin saber que te acecha la tormenta, que “la noche pasea su cuchillo de dudas sobre el pecho”, que la sombra acentúa en la boca el sabor a ceniza y ajenjo, que prosigue la muerte abriéndose caminos. Lunes, 29 de junio


ME QUEDA LA PALABRA

ME QUEDA la palabra. Aquellos nombres que en los ojos llevo clavados como agujas, me taladran los labios y ungen mi sueño de húmedas cenizas. ¿Qué debo hacer del tuyo? Toda palabra tiene su agua secreta y busca en la seca memoria la fecha que creía ya olvidada o la suicida intimidad del vértigo que halló el primer portal a la pasión o aquel paseo tenso bajo la lluvia pertinaz, un día, que anegó tus palabras en la hierba. Cuando vivir asidos del silencio es casi nuestra historia, y nuestra vida un cúmulo de sueños humillados, y se va disolviendo tu afirmación de niebla, regreso al laberinto del recuerdo, recorro desde el fondo de almendra de tus ojos las calles y las plazas melancólicas de tu ciudad y busco salida franca al mar. A veces me detengo en lugares domésticos


en los que compartimos la juventud y estĂĄbamos de acuerdo con la manera de sentir la vida. A veces me refugio en la rutina, carcoma que reduce imperceptiblemente a polvo nuestro frĂĄgil vivir y nos sume, inclemente, en la tristeza, es decir, en la muerte. La muerte y el amor, unidos, desembocan en un mar Ăşnico: el silencio avaro y posesivo. Pero sabes que la inmortalidad reside en la palabra. Martes, 30 de junio


¡QUÉ CONFUSIÓN DE NOMBRES!

¡QUÉ CONFUSIÓN de nombres en los mapas al regresar de un viaje! Sé que traigo en los ojos el embrujo de la Alhambra. En Granada, “la ciudad que se duerme en un vaso de agua”, hería el sol con pétalos morados la piel de los turistas a pesar de la nieve de la sierra. Cogidos de la mano contemplamos la gracia y filigrana de los artesonados, la luz del patio de los arrayanes y los jardines del Generalife. Tú amparabas tus ojos tras las gafas oscuras de un Christian Dior moderno. Yo, empeñado en el arte de hacerte más feliz, sabiendo que la vida va cubriendo de tiempo los nombres y los mapas, elegí para ti el color de aquel cielo ya metido en verano que resume la gracia de Sevilla, la alegría de Málaga, el azul contenido pero eterno del agua de Aracena y la salada claridad de Cádiz. Es difícil entrar, sin la memoria previa, en algunas ciudades con la noche,


cuando ladran los perros de los retrovisores y, al pasar, se suicidan vertiginosamente los semáforos. Más difícil salir cuando una mala noche se pasea sobre el insomnio y sabes que la niebla amenaza las hermosas madrugadas de junio. Ahora, de regreso, son las huellas de tus pequeñas manos las que marcan mi ruta y las que me devuelven la palabra muy cerca de estas costas que dibuja la espuma como la media luz tus juveniles muslos sobre la blanca sábana donde reina el silencio y te quedas dormida. Miércoles, 1 de julio


ÉXTASIS

YO no sé si los días y los besos andan equivocados, como escribió Salinas, porque esta noche mágica en que contemplo tu desnudo cuerpo en la nieve ondulante de las sábanas, te beso y te recuerdo como eras. Me recorría, entonces, un temblor. Yo no sabía qué escribirte. Alguien me repetía que eras tú quien llenaba mi pobre luz de abejas. A veces te perdiste por mis versos de manera imprecisa: todavía mis ojos eran ciegos. Un día, sin buscarlo, fui otros ojos, y cambiaron tu cuerpo y tu memoria. Recuerdo que salía, a cada instante, de mi intrigada mismidad a iluminar tus íntimos rincones, a escudriñar el humus de tu carne, a ascender por tus húmedas vertientes y acariciar tus hojas después de haber sentido entre mis manos las raíces que te unen a la tierra. Era canto de alondras tu mirada, de claridad tus labios


y de sombra engastada en almendras recientes tus pupilas; tu piel como un susurro de palpitante sal. Yo te beso esta noche en que el humo que ciega se esfuma de repente y el tiempo se detiene en la redonda morbidez de tus pechos. Salirse de la noche y de tu lado es salir hacia un bosque sin ĂĄrboles ni sueĂąos, aprender a perderse fatalmente por esa red espesa de caminos que irremediablemente conducen a la muerte. Jueves, 2 de julio


OCTAVARIO DE LA AFIRMACIÓN


HA SIDO NUESTRO SINO

NOS HEMOS HECHO, amándonos, cómplices de la Muerte. Ha sido nuestro sino desde la eternidad. Alguien dice mi nombre desde el umbral. Pregunto y me responde una voz de mujer envuelta todavía en sueño. Y me levanto como un ciego que, a tientas, palpa la sombra. Callo. ¿Quién es, quién es, quién es? Y siento que el amor se hunde en el miedo. Suavemente la luz va quitando a las cosas densidad. Sopla una dulce brisa, hoy, viernes 10 de julio, que acalla las chicharras. Y empiezo a meditar en tus palabras, a recordarte en soledad, a rescatar del sueño tus sedosos volúmenes, a amarte, mientras sigues tendida con la mano en los vientos. Sé que el tiempo nos urge como el amor. No calles.


Sigue, desde el umbral del lecho, pronunciando mi nombre aunque tu voz se pierda en la penumbra. Alguien dijo: “El dolor es brisa para el álamo”. Para mí tu palabra de amor, resurrección. Jueves, 9 de julio


YO TE AMO POR TUS OJOS

ESTE don de morir, es decir, este don de amar, ¿de dónde viene? De tus ojos de almendra y miel insomnes donde la sombra se transmuta en luz, en música las lágrimas y la tristeza en júbilo. Porque fueron tus ojos lo primero que amé desde que supe de la suma belleza, lo primero que en ti divinicé. Y no tu risa azul, heridora de formas, que excarcela el dolor y lo confina en requemados bosques, que estalla en mi costumbre e ilumina mis cosas cotidianas. No tus húmedos labios de donde las palabras brotan unas con otras pensativas o atropelladas y hacen que el corazón tropiece cuando hablas o besas tal vez buscando una secreta dicha. No tus manos, que no entienden de cítaras, y apresan el instante apasionadamente como si aprisionaran la belleza gloriosa de algún efebo griego.


Yo te amo por tus ojos, porque tus ojos son “un sosiego de historia y paz y vida�. Viernes, 10 de julio


NO SÉ CÓMO DECIRTE

NO SÉ cómo decirte que en mis manos tu carta está sufriendo el inflamado asedio de mis dedos, que estoy leyendo atropelladamente esa atrevida insinuación de amor con ojos asombrados que confunden, a veces, tus palabras y se saltan las líneas ávidos por llegar hasta el final como si en él viviera de incógnito el pasado. Pero, al final, tu nombre se ilumina y lo resume todo. Entonces siento como si se hundiera el mar bajo mis dedos y, un poco contrariados, mis ojos se llenaran de un agua intemporal. Y me pregunto: ¿Sabes que la vida a menudo es rumor de pequeñas noticias donde se deletrea dificultosamente la palabra esperanza y muy de cuando en cuando hay ráfagas de amor? Yo sé que está tejida de verdades a medias, de besos desgarrados,


de promesas vacías y que hasta los recuerdos más bellos tienen sombras que hay que borrar ineludiblemente para darles sentido. Hoy, sábado, te escribo antes de que el cohete anuncie el quinto encierro y se encumbre la muerte a los pitones de algún toro encelado: No olvides que yo vivo rendido a tu memoria, porque el amor como la vida misma no es cuestión de palabras, de antiguas confidencias, de relojes que cuentan los minutos y los proyectan sobre calendarios “que guardan detenido un tiempo de oro” como el final brillante de tu carta. La vida es trascendencia y no cuestión de azar. Sábado, 11 de julio


NOSTALGIA Porque sé que a este amor le pertenecen los días que me faltan por vivir. LUIS GARCÍA MONTERO

LAS diez en mi reloj. El viento balancea las copas de los chopos esta mañana llena de silencios y nostalgia de ti. De vez en cuando, distraídamente, mis ojos, muy cansados, se detienen en el texturizado de treinta por cuarenta que representa el Arno y Puente Viejo sobre un fondo con gris de atardecer lluvioso. Casi sin darme cuenta, te veo recorriendo aquellas calles bajo la lluvia triste, ajena como el agua a las obras de arte que guarda la ciudad: el Duomo, la Academia, los Uffizi, la hermosa plaza de la Signoría, pues lo que tú buscabas en Florencia era un puñado de regalos raros: un bolso de Moschino y pañuelos de seda. Querías quedar bien con tus amigas. Y yo te pregunté: ¿Ya no te dice nada el Puente Viejo


donde el amor te iluminó hace siglos, divina Beatriz? ¿No temes que tu Dante te condene a vivir un amor sin futuro? Y mientras te perdiste buscando ansiosamente otros mercados, me volví al Puente Viejo a esperar tu regreso. La vida como el Arno se desliza muy lentamente y corre el riesgo de no ser cuando se tiene sólo memoria de la nada. Sé que has vuelto cansada de quemar tanto sueño por la calle de Estafeta, la plaza del Castillo, Comedias y adyacentes; de dar siempre las gracias en euskera después de cada copa; de sentir en tu carne “la mirada de júbilo”, el temblor de la vida sin fronteras. Y un poco triste. Pues sabes que al amor le pertenecen los días que nos quedan por vivir. Domingo, 12 de julio


AMAR CON LOS OJOS

MITAD de otro octavario. “La tarde ya en el límite de ser”. Sobre la playa es hoy tu cuerpo el más hermoso don al tacto de los ojos, al sabor de los labios que van y que regresan redimidos. No hay palabras, hay besos que ascienden a lejanos paraísos mientras los dedos hurgan las espumas hasta encontrar, desnudas, las palabras que no saben los labios pronunciar. Dejarnos de besar supone recurrir a un texto conocido de algún viejo poema que escribí cuando “el tiempo no tenía sospecha de ser él”, que hablaba de un amor entre dos albas sin la clara conciencia de sentirse vivido; es perderse por un vasto universo de equívocos y de presentimientos donde el amor nunca alcanza su cima; dejar ciegas las manos que en el tacto se salvan de su angustia infinita.


Por eso, ya a mitad de este octavario de amor, cuando la tarde estĂĄ en el lĂ­mite de ser y empiezan a encenderse las estrellas, permĂ­teme que diga con besos que te quiero. Lunes, 13 de julio


VIVIRTE

ESCRUTO ávidamente tus orillas, pero vivo doliéndome de la brisa vacía, de aquella lenta estela que dejó tu mano sobre el agua infinita de la noche después de haber surcado con tu cuerpo un mar de arena solitaria. Si creyera en los relojes o en los calendarios, alquimistas del tiempo que, equivocadamente, atrasan o adelantan nuestra diaria cita con la muerte, no hubiera padecido noches enteras esperándote sobre esta playa insólita con mareas de vida cotidiana y ojos de niño, azules, saltando entre las olas de tu rostro, ni seguiría ahora quejándome del viento de la tarde, de los veleros que no encuentran rumbo y del silencio de las caracolas. Pero no creo en esos medidores equívocos. Esperarte es ganarle tiempo a la luz para vivirte. Martes, 14 de julio


ANTEVÍSPERA

ES posible que esté ya anocheciendo, pero he abierto puertas y ventanas: quiero verte llegar entre dos luces, ver tus huellas recientes en la arena, tus últimos saludos, cómo estrechas la ternura azulada de la niebla que se insinúa en los acantilados, cómo aguantas el peso de una duda o el de la más sublime decisión. Sólo es cuestión de tiempo y de paciencia acariciarte el alma con mi aliento, sentir viva la hondura de un temblor que socave la noche y la calcine como unos labios ebrios y abrasados. Porque yo sé que vienes con aquella dulzura de la miel adormecida en los ojos y la pureza única de las alas de un ángel en tu piel a mostrar la gloriosa arquitectura de tu cuerpo, la agreste, la sublime belleza de tu rostro, el fuego oscuro del universo espléndido, perfecto, que entreví por detrás de la trasmuerte, a redimir mis horas de la angustia esta noche que en ti no empieza nunca. Miércoles, 15 de julio


CONSUMACIÓN

NOS estamos amando. Invádeme mientras mis besos están mordiendo tu espumosa arcilla, el fúlgido cristal de tu desnudo dejándoles profunda quemadura. Esta dulce agonía de amor suprime la distancia que estableció la noche vulnerada. ¿Quién desnudó tu cuerpo y lo vistió de loca claridad? ¿Qué cielo tiembla en el fulgor rosado de tu carne? Hoy es el triunfo, ya definitivo, del sí sobre la muerte, sobre las playas incendiadas, sobre todas las formas de silencio. Nos vivimos sumidos en un constante asombro de belleza. Era nuestro destino. Alicante, 16 de julio de 1998



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