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¿Dequésirve llorar?

niño que muere asesinado Son muertes fuera de tiempo, que piden el llanto cese hasta que se reconozca que son muertes indebidas e injustas como las lágrimasde María al pie de la cruz viendo a su hijo injustamente clavado (Jn 19, 25-27)— Solo la verdad y lajusticia devuelven el "poder sanador" al llanto. Esese el reclamo de tantos padres y madres de jóvenes a los que no se les ha esclarecido las verdaderas razones de su muerte.

Estas heridas no cicatrizan,sobre todo cuando la mentira vuelve a "lacerar su recuerdo"- sangran cada que un gobernante sugiere que murieron "porque estaban vinculados al crimen"1 cada que se culpa a sus actores materiales y no a quienes están coludidos con las mafias; cuando su desaparición irresueltaoculta la verdad de la barbarie;o cuando se insinúaque las madres buscadoras son plañideras que realizan su labor con fines políticos o sirve de nada llorar" dice un lugar común. La angustia que se contagia al ver llorar a otro, nos mueve a querer reprimir su dolor' "ya no llores porque tu dolor me lastima" Esto parece repetirse de diversas formas en nuestra cultura,insensibilizada por una falsa "virilidad" En cambio, laexperiencia nos dice que el llanto es un alivio natural a sufrimiento

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La muerte, por ser irremediable, es sin duda el motivo que más podría reclamar llanto Los duelos se sanan "regando con llanto las semillas de vida que sembró quien ha muerto, para que fructifiquen en un futuro que ahora cultivamos" Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo de nacer morir llorar y de reír se lee en el Eclesiastés (3, 1-3) indicando que el llanto traerá consuelo y alegría Sin embargo, hay duelos que aparentan ser interminables, donde parece que solo se llorará y nunca se volverá a reír como llagas que nunca sanan

Entonces, ante los homicidios y los desaparecidos: ¿de qué sirve llorar? En toda Latinoamérica son miles de jóvenes asesinadosa manos del crimen organizado,con circunstancias nuncaesclarecidas y cuyos responsablesquedan impunes Otros miles más permanecen desaparecidossin que sus familiares puedan "tener el alivio" de encontrar sus restos o alguna pista sobre su paradero; buscándolos "hasta que desaparezca la última esperanza de hallarlos vivos"

Las muertes de jóvenes —fruto de una injusticia—, provocan mucha dificultad; no permiten encontrar un nuevo "tiempo para reír" porque suceden en un tiempo "inesperado" Nos resistimos a aceptar que "ya le tocaba morir" a un joven o un

La verdad nos hará libres (Jn8, 31) Como cristianos no podemos llamar a las muertes injustas: "muertes que ocurren en su tiempo" como si fueran parte del plan de Dios. Pretender que Jesús muriera en la cruz era parte del plan de Dios es en el fondo una horrenda imagen de un padre sádico que se solaza en el sangriento martirio de su hijo; o la de un padre insensible,que a sabiendasde esto, envía a su hijo a enfrentar un trágico destino para resolver sus propios intereses ¡Qué terribles visiones dolorosas de Dios! Nadie que tenga hijos podría aceptar que eso procede de un padre bueno La muerte de los ¡nocentes, como la muerte de Jesús, son terribles injusticias, no un plan prefabricado por Dios AJesúsno le tocaba morir igual que no era e momento de tantos jóvenes que mueren y desaparecen impunemente.

La respuesta de Dios a este llanto, a esta denuncia por la muerte injusta, es la resurrección de Jesús Su muerte no quedó sin justicia, ni enterrada en el secreto y la mentira: el Padre lo resucitó de entre los muertos (Hech 13, 30) Es esa la respuesta definitiva de Dios al dolor de los inocentes La respuesta que celebramos en la Pascua y en cada Eucaristía: Dios consuela a los que sufren injustamente con la resurrección &

^***n la época difícil y oscura de la dictadura militar de Augusto Pinochet —una época en la que muchos chilenos tuvieron que exiliarse en diversos países—, el cardenal Raúl Silva Henríquez 1907 1999) salesiano arzobispo de Santiago de Chile, fue uno de los más fuertes defensores de los derechos humanos, derechos que habían sido vulnerados por las autoridades de aquella dictadura

El cardenal Raú Silva fue estudiante universi tario en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde se graduó como abogado en 1929. Al siguiente año ingresó a la Congregación Salesiana y en 1938 fue ordenado sacerdote. Durante sus estudios en Turín obtuvo los títulos de doctor en teología y en derecho canónico. Prestó servicio en diversas casas salesianas chilenas y recibió encomiendas en distintos servicios a la Iglesia en Chile.