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Posmodernismo e internacionalización

1. Estudio Sottsass Associati (Italia, c. 1984). En el centro, el arquitecto y diseñador Ettore Sottsass junto a sus socios Marco Zanini, Matteo Thun y Aldo Cibic; en tercer lugar desde la izq., María Sánchez. 2. Fotografía de campaña para Sedie & Co (Italia, 1989). De izq. a der.: Clare Brass, Franca Ferrarini, Silvia Centeleghe, Caterina Mosca, Elizabeth Kellen y Terri Pecora.

Posmodernismo e internacionalización

El postulado moderno ya no cuaja. Con el cierre de la Escuela de Ulm en 1968, la fiebre racionalista entra en crisis a nivel mundial y se consolidan nuevas corrientes estéticas. Los otrora mantras «Less is more» (Menos es más) de Mies van der Rohe y «Form follows function» (La forma sigue la función) de la Bauhaus fueron destronados por el provocativo «Less is bore» (Menos es aburrido) de Robert Venturi y el «Form follows fun» (La forma sigue la diversión) posmoderno: son años en los que aumenta el rechazo a la normalización y la desobediencia se torna sagrada.

Especialmente en Europa y en Estados Unidos, el diseño integral bauhausiano ya ha satisfecho las necesidades; entonces, en la era posindustrial no basta con que un objeto sea útil sino que debe transmitir algo más. La finalidad primaria pasa a un segundo plano y, en ciertos casos, las producciones retornan a esa indefinición entre el diseño y el arte que tanto costó escindir en la gestación de la disciplina.

Estas ideas llegan a la Escuela Superior de Diseño (esd) de la Universidad Nacional de Cuyo (uncuyo) de la mano de Ricardo Blanco, quien visita la provincia durante tres días contiguos por mes, entre 1975 y 1990. El creador de íconos como el sillón Skel (1972) plantea un enfoque semántico y morfológico que genera algo de ruido en la comunidad educativa. Pues, proyectar un centro cosmetológico o un local comercial, tal como propone en sus actividades áulicas, en ocasiones se juzga frívolo.

De todas maneras, pese a que es el enfoque más fresco, no es la única línea acompañada por Blanco como docente. Tal como puede observarse en Diseño industrial. Experiencia pedagógica de Ricardo Blanco (ediunc, 1994), de Guillermo Eirín, también dirige tesis de estricto corte funcionalista, que apelan a la practicidad y a la síntesis

técnico-formal; y conceptuales, que emprenden una revisión de los usos y sugieren soluciones innovadoras a las problemáticas.

En un momento en el que las modas internacionales penetran fuertemente a nivel local, viajar a los polos mundiales del diseño es un privilegio; y algunos profesionales logran hacerlo.

Después de ganar una beca y cursar dos años en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena, María Sánchez arriba a Milán para unirse al estudio de Ettore Sottsass (1982-1988), a quien tiene como profesor durante su posgrado. Sottsass es un importante diseñador de Olivetti que, tras trabajar más de 25 años y crear clásicos como la máquina de escribir Valentine (1969), se despega del ámbito del consumo masivo y funda el grupo Memphis, emblema de la nueva tendencia.

Inicialmente, Sánchez asiste al arquitecto en reestructuraciones e interiores de negocios, oficinas y residencias y en el desarrollo de equipamiento urbano, joyas y relojes. Con el transcurrir del tiempo, la diseñadora se consolida en el ámbito proyectual y ejecuta desde esa ciudad trabajos para el mercado europeo, asiático y americano a través de clientes como Alessi, Ermenegildo Zegna, Knoll International y Swarovski. En simultáneo, desde su Studio Sánchez, delinea electrodomésticos como el tostador Sonata (1988), ensamblado en China y comercializado por Salton USA. La globalización es un hecho, y el uso del fax para coordinar equipos en tres continentes y pulir cada idea es indispensable.

3. Mesa alta, línea Tango (1989-1995). Madera laqueada y vidrio. Diseño: Alberto Arias van Lierde.

4-5. Bocetos de dressoirs para Roche Bobois (1990-1995). Mobiliario de lineamiento posmoderno proyectado en madera, mármol, vidrio y espejo, realizado para la filial argentina de la firma francesa. Diseño: Alberto Arias van Lierde.

«Memphis es solo un juego, la reinvención del color, la reinvención de los materiales, la reinvención de las combinaciones y la anulación de las escalas de valores tradicionales (...) Es mucho más difícil hacer Memphis que diseñar una máquina Olivetti, aunque la gente opine lo contrario», le contesta Sottsass a Silvia Centeleghe, en una entrevista para la revista Ardi (España, 1988).

Exestudiante de la uncuyo pero graduada en la Universidad Nacional de La Plata (unlp), Centeleghe reside en Milán desde 1982, cuando recala para ser parte de la primera promoción de la Domus Academy. Durante su maestría en esta ciudad del noroeste italiano, ingresa a Driade como colaboradora de Antonia Astori, Flavio Albanese, Paul Casey, entre otros profesionales de renombre.

A esa experiencia le siguen grandes oportunidades: trabajar con George Sowden y Nathalie du Pasquier para firmas como Olivetti y Memphis; y, finalmente, asociarse a Massimo Morozzi –cofundador del estudio de «antidiseño» Archizoom (1966-1974)– para producir, entre 1988 y 1993, muebles y otros artículos por encargo de empresas líderes. La obra de Centeleghe oscila entre el diseño de producto y la gráfica aplicada a relojes, contenedores de alimentos y demás elementos.

Se trata, efectivamente, de uno de los períodos más fecundos para la generación teórica y productiva del diseño italiano; creaciones como el cenicero cerámico Squash de Sánchez (1985), editado por Memphis, o la silla Ginger de Centeleghe (1989), fabricada por Sedie & Co, se alzan, en vistas de su reconocimiento, como piezas que legitiman el talento de las autoras.

Otros egresados de la uncuyo que se trasladan son Matilde Wol y Hugo Malano. Mientras que Wol se dirige en 1979 a Israel para ejercer la docencia, Malano hace un posgrado en Italia (1982-1983) y viaja por Israel antes de regresar a San Rafael a establecer su Centro de Diseño.

Wol, a los cinco años de vivir en Tel Aviv, se muda a Estambul para continuar su labor académica y afianzarse en el campo de la comunicación. El diseño gráfico aún es novedad y el rol de la mujer está coartado, lo que rápidamente la posiciona como pionera. A partir de su llegada, trabaja en el mundo editorial y publicitario para Adidas, Coca-Cola y Unilever, como cabeza de equipo. A diferencia del resto de los viajeros, ella se radica definitivamente allá. Su tarea será distinguida con prestigiosos premios, como el Epica Award (Francia) y el London International Award (Inglaterra).

En Argentina, el panorama comercial se mueve en un terreno aspiracional, absorbido por el styling. En un fenómeno que se replica en las principales ciudades, los consumidores de las clases medias y altas buscan diferenciarse y recurren a lo exótico o lo foráneo. Es parte de un discurso hegemónico: por entonces, la dictadura festeja la apertura de las importaciones con un spot en el que pondera la industria extranjera por sobre la local, con sillas argentinas que se rompen y alemanas, italianas y estadounidenses que lucen firmes y brillantes.

Coexisten en los años 70 y 80 varios tipos de diseño: el popular, consolidado desde los 60 por la invasión de marcas y de productos de consumo accesible; uno de calidad y de costo considerable, representado en Buenos Aires por las emblemáticas compañías Stilka, Buró y Estudio ch y, en la provincia, por empresas como evg y

Only; y uno más artístico, de objeto-muebles, que habita en galerías porteñas como la de Osvaldo Giesso y en comercios del tipo de Visiva, fundado en 1983 por Blanco, Hugo Kogan y Reinaldo Leiro. En la Ciudad de Mendoza, este último casi no se ve: está oculto en una especie de salas-estudios de venta de piezas y equipamiento de autor que solo conocen y visitan las esferas intelectuales y las familias adineradas.

Es este contexto, descrito en varias oportunidades por Alberto Arias van Lierde, el que lo impulsa en 1983 a abrir Diseño + Diseño en plena calle 9 de Julio de la Ciudad de Mendoza. El fin es darle un espacio visible a ese consumo, potenciar una cultura del diseño contemporáneo y canalizar expresiones que no tenían lugar. Su apertura desencadena el nacimiento de otros negocios similares en cuadras aledañas, haciendo de un simple corredor un paseo del diseño.

Una de las novedades es Casabella, de Stella Bianchi y Raúl Heredia, comercio destinado a la importación de textiles, la venta de artículos y el asesoramiento en interiorismo. En esos sitios, la decoración pisa fuerte, tanto como la objetística. Las creaciones apelan a la geometría, el artificio y hasta el humor a través de mezclas infrecuentes de materiales, terminaciones y recursos, como el mármol, el vidrio y el metal, el laqueado de color y la marquetería del tipo art déco.

Negocio de referencia y sinónimo de estilo, Diseño + Diseño presenta su producción de mobiliario artesano-industrial y piezas de otros autores –como Luis Quesada, Hugo Petrich y Sánchez– y de la colección del Museo de Arte Moderno (moma) de Nueva York, cuando aun en Buenos Aires no se encuentran.

Después de viajar por Estados Unidos, Inglaterra e Italia, Arias van Lierde gesta desde la metáfora formal un lenguaje propio, que reinterpreta lo europeo y le incorpora notas vernáculas; en este, lo ecléctico del posmodernismo supone un acto de hibridación, tanto material como tecnológico, coherente con la mixtura de la idiosincrasia argentina. Ese afán por traducir la identidad nacional lo empuja a delinear la serie de muebles Tango (1989-1995).

Su reconocimiento internacional, potenciado por la apertura de un local en Chile, se refuerza cuando la firma francesa Roche Bobois lo elige en 1990 para crear los objetos complementarios a su colección, en el marco de la inauguración en Buenos Aires de su primera sucursal sudamericana. A su vez, en el plano provincial, concibe líneas de mobiliario para Only, como la ejecutiva Concorde (1986). Sin embargo, por su llegada multitudinaria, uno de sus encargos más notorios ocurre en 1988, al diseñar el escritorio para el programa Hola Susana, conducido por Susana Giménez.

Primer colaborador de Blanco en la uncuyo, Arias van Lierde es además un indiscutido operador cultural del diseño. Como promotor independiente, impulsa uno de los mayores hitos de la difusión del diseño argentino en el mundo: el especial «Argentina Designs» (Argentina diseña) de la revista Design Journal vol. 23 n.º5 (Corea, 1988). Este compendio incluye a numerosos profesionales mendocinos: no es osado decir que es adonde más lejos llega la producción local, al menos, antes de que internet haga lo suyo.

Como corresponsal de la Design Journal (1988-1995),en 1989 organiza la exposición «Argentina, Corea y un idioma común: el diseño» en el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, donde se exhiben láminas y productos suyos, de Sánchez, Petrich,

Eirín, Carlos Zannoni, Tiberio Ruggiero, Gladys González, Cristina Arredondo, Bettina Podestá, María Inés López, Marcel Vernhes, Marina Layera, Esther Azcona, Haydée Palomo y otros referentes del país, como Blanco, Kogan, Leiro, Rubén Fontana, Norberto Coppola y Mario Mariño.

Vale mencionar, a propósito, la actividad significativa que alcanzan Zannoni, Rolando Espina, Daniel Sáenz y Petrich, quienes completan con sus emprendimientos la variada oferta comercial capitalina.

Zannoni Diseños cuenta con modelos desarrollados en terciado y en multilaminado. Sillas, portaútiles, cestos para damajuanas y para botellas de vino: sus obras están regidas por la experimentación formal y tipológica de baja escala.

Desde 1982 y luego de trabajar en Buenos Aires para Aguilar Equipamientos, Espina resuelve el amoblamiento de residencias y de decenas de empresas y de instituciones. En la planta baja de su local tiene un espacio de exposición y, en el sótano, un área proyectual.

Por su lado, con la Oficina de Diseño creada en 1983, Sáenz se ocupa de la identidad comercial y ofrece servicios de ambientación. En sus mesas, sillones y lámparas se distingue el uso del mármol y las influencias estilísticas grecorromanas y japonesas. En otra vertiente del posmodernismo, Sáenz juega con lo kitsch y lo banal.

Regularmente interviene sus vidrieras con elementos insólitos, como un pescado gigante o un paracaídas abierto, y lleva a cabo performances con celebridades del ambiente artístico local, como la banda de rock Ananá Split.

Portador de una habilidad manifiesta para gestar atmósferas temáticas, ambienta la zapatería Calzados Vía Victoria mediante columnas patinadas y porcelanato, el local de calzado deportivo Dominó con figuras en neón de código urbano-infantil –trazos, estrellas, nubes, relámpagos–, una vinería pop y hasta un hotel alojamiento que es una oda al animal print.

En la próxima década, Petrich, adjunto de Blanco y luego titular de la uncuyo, estará al mando de Ídice Diseño (1992-1995), una fusión entre estudio, salón expositivo y comercio de objetos y de muebles. Allí, a tono con los lineamientos en boga y orientado a la regalería empresarial, se destacarán sus relojes y artefactos de iluminación de formas geométricas puras hechos con pinotea, travertino y metales, así como el mobiliario para viviendas y oficinas.

Interconectado, el mundo pareciera achicarse. Se trata, ciertamente, de una época en la que el diseño se corre a un lugar desprejuiciado. La proliferación en Mendoza de showrooms de diseño, con artículos locales, nacionales e incluso internacionales, alimentan una cultura contemporánea hasta el momento inexistente en la provincia. ¿Existe el buen gusto? Con sus creaciones, que son verdaderos vehículos de comunicación sensorial, los autores insinúan una propiedad generalmente relegada, aunque válida, de la disciplina: transmitir sofisticación y exclusividad. La irreverencia de sus piezas cuestiona pilares firmes del «buen diseño» y propone soluciones que podrían pensarse incorrectas. Es que, si bien el posmodernismo resulta ser un breve interín pasatista, no se va sin dejar planteadas inquietudes acerca de la libertad y de las fantasías de los individuos.

6-7. Diseño + Diseño (1983-2003). Comercio destinado a la promoción del diseño local, nacional y extranjero. Vende trabajos de Hugo Petrich, Luis Quesada y propios, además de piezas internacionales, como las de la colección del moma de Nueva York. Calle 9 de Julio 1035, Ciudad de Mendoza. Director: Alberto Arias van Lierde.

8. Vinería Perafita (1986). Ambiente de estética pop generado a partir tubos de neón decorativos, paredes recubiertas con espejos, piso en damero y mobiliario de melamina. Calles Sarmiento y Perú. Ciudad de Mendoza. Diseño: Daniel Sáenz.