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Salir así

S alir as í

Sofía del Carmen Rodríguez Fernández*

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I

Mi cuerpo es una casa de habitaciones diversas donde todas las puertas son la misma puerta,

el suspiro detrás de ellas, el golpe que llama al otro lado.

¿Cuánto de lo adormecido sueña o es soñado, gotea pródigo a los labios

y se va?

Antropóloga, poeta y pintora. Vive y trabaja en México.

II

El espacio entre sus hojas su manera de volar y permanecer.

¿Cuánto queda en el nido y con manos de bosque sostiene lo incierto?

La luna recorre mi sangre estremecida sin desfallecer. Permanezco en el nido, mi santuario suave fango para dormir.

Mi equipaje al viento en el puño del corazón.

III

El cuerpo atado, mi equipaje. Difícil hacer el nudo y tener todo a la mano, huyo en mi cuerpo de árbol

me escondo, leo en las ramas el juego con el viento, mi escritura la caída de mis hojas suave alfombra que humedece los nuevos brotes, y a las aves que son también mías aunque picoteen en la carne.

IV

Moverse andar mucho correr desesperadamente para alcanzar un tren que no existe.

¿De qué se huye cuando sólo se quiere huir? Tal vez sea esa maleta de piel dura, la que siempre siempre echa a perder la huida.

V

El pájaro que fui cabe en mi mano el que soy no tiene memoria el que podré ser se reconoce ya sin alas, la identidad es un muro gigantesco que obstruye simultáneamente las posibles salidas.

VI

El mapa es territorio y el territorio es mapa.

¿En dónde continuar un viaje al que no se ha partido?

Los miedos se apilan como paquetes con itinerario inconcluso se resguardan bajo asientos vacíos en una improbable terminal de la noche, donde se confunde guardar con ser guardado, todo se desbarata y se hace polvo sin interrupción.

VII

El polvo me devuelve su mirada ausente caricia que alcanza todas las cosas.

Manos de muerte que arrastran mi equipaje por la vida resquebrajándose saturándolo de polvo, mensajero eterno de la adversidad.

VIII

Mi deseo mi equipaje rueda de movimiento perpetuo que me entrega cada día a conectar, invocar respuestas a encontrar los pasos.

Olores despiertos coexisten en él paquetes esperan

pero mi maleta no está aquí, el viaje es otro.

¿Cómo se reconoce el propio equipaje?

IX

Mi equipaje acaricia las ausencias notas fugaces para encontrar lo que un día quise ser. Dejaré que el azar me guíe de regreso a casa, dejaré que mi cuerpo me lleve. En la maleta alguna foto, un poco de ropa y mi cuerpo, llave de esa casa que me espera.

X

Salir así sin el equipaje necesario para ir y volver como es debido, mi pincel aún flota en el agua junto a varios cuadros sin terminar, donde alguien observa el té ya frío que estaba por beber y encuentra el valor necesario para tirarlo descolgar mi ropa elegir un vestido hacer una pausa para leer el polvillo de mis cuadernos, lugar donde con toda probabilidad aún me encuentro.