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La descarnada

La leyenda de la Descarnada es más popular en El Salvador, donde tiene como escenario la carretera que lleva de Santa Ana a Chalchuapa. Se dice que una hermosa y joven mujer solía verse a altas horas de la noche en la carretera que conduce de Santa Ana a Chalchuapa. Ella acostumbraba pedir “ride” a los hombres que viajaban solos en la carretera. Cuando el vehículo paraba y el hombre preguntaba hacia dónde se dirigía, ella les mencionaba algún lugar cercano y ellos no dudaban en subirla al vehículo. Pero, ya dentro del vehículo, la mujer empezaba a mirarlos. Pero eso no era todo, ella, la bella dama se transformaba, la piel se desprendía poco a poco, quedando entre las manos del hombre restos de piel y músculos. Incluso una vez que el hombre quedaba paralizado por el miedo y el proceso de descomposición y degradación continuaba hasta que la mujer se presentaba como un esqueleto viviente.

Se desconoce el origen de la extraña mujer, pero la leyenda de “La Descarnada” aún se mantiene en el imaginario popular de la población.3 Algunos, no obstante, mencionan que se trata del espíritu de una bruja.4

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Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo salvadoreño, vivía una mujer de gran belleza llamada Sihuehuet. Era conocida por su vanidad y su deseo constante de llamar la atención de los hombres. Sihuehuet era consciente de su atractivo y aprovechaba su encanto para manipular a quienes la rodeaban. Un día, un anciano sabio del pueblo la observó mientras coqueteaba descaradamente con los hombres. Movido por la ira y la decepción, decidió castigarla por su arrogancia. Invocó a los espíritus y los poderes oscuros para que le dieran a Sihuehuet la lección que merecía. En respuesta a su petición, los espíritus la transformaron en una criatura horrible. Su hermoso rostro se convirtió en una máscara deformada y su cuerpo adquirió una apariencia grotesca y desfigurada. Su cabello se volvió desaliñado y enredado, y sus ojos se llenaron de una mirada maligna y seductora.

El Cipitío es el hijo de La Siguanaba o Sihuet que era la Diosa Luna. Él es un niño de piel blanca y estomago muy grande y usa sobre su cabeza un sombrero muy grande. Cuando se aparece en las noches se comporta como un espíritu sarcástico, se ríe felizmente, y baila alrededor de sus víctimas y siempre deja huellas de sus pequeñas pisadas por