Contratiempo 153 • Otoño/invierno 2022

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contratiempo

CHICAGO, ILLINOIS, OTOÑO/INVIERNO 2022

NÚMERO 153

Cuidar de las aves desde la música: El Búho y sus proyectos de preservación

La simpatía y los gatos. Ser uno y ser dos

Bajo el halo oscuro de la modernidad: del saber eco-poético

La ilustración de la portada

“Let it Rain” es parte de una serie de ilustraciones llamadas amalgamas, del artista Rodrigo Oñate, en donde explora la superposición de los personajes, texturas y distintos elementos formando una composición intrincada y caótica pero al mismo tiempo equilibrada visualmente.

Instagram: roco_drilo roccodrilo@gmail.com

Estimados lectores:

En las últimas décadas se ha hecho mucho más visible el cambio climático en el planeta, recientemente vimos y sentimos cómo ardieron de manera incontenible cientos de bosques alrededor del mundo y la selva amazónica junto con sus animales. La desestabilización de los ecosistemas y las tormentas, los terremotos y las explosiones volcánicas, se han vuelto noticia frecuente. Con interés, y no sin cierta alegría, observamos cómo la mayoría de nosotros se ha cansado de los simulacros, la negación y el desconocimiento de este problema.

Desde Chicago, dejando de lado el pesimismo y tomando en cuenta la importancia de entender este retroceso, en contratiempo pensamos en algunas “prácticas y saberes” que dan cuenta de diversas formas de hacer y pensar lo ecológico. Prácticas y saberes que se comparten por medio del activismo, las artes y la lectura. En este número, coordinado por Catalina María Johnson y Silvia Goldman, les presentamos reflexiones que exploran nuevas dinámicas para habitar un futuro más humano, prácticas de cuidado hacia nuestro medio ambiente, notas sobre agricultura urbana, así como ensayos y textos ecopoéticos que, al enfocarse en distintas acciones colectivas y creativas, nos invitan a recuperar nuestra conexión con la naturaleza.

Además, nos acompaña el arte de Rodrigo Oñate “Roco”, un arte fresco y transfronterizo que conecta las ciudades de Quéretaro, Chicago y Minneapolis, mediante su obra y sus murales. Sandra Oviedo “ColectivoMultipolar”, registra con su fotografía, historias de la comunidad LGBTQ+ a través del baile y la música. Y por su parte, Sandra Treviño nos ofrece una serie de recomendaciones musicales cuyo sentido es promover y cultivar un estado de bienestar.

Este número 153 de contratiempo nos llena de inmensa alegría y nos da un respiro hacia el futuro, a un paso ya de celebrar el año 20 de nuestra organización.

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CHICAGO, ILLINOIS, OTOÑO/INVIERNO 2022 NÚMERO 153
contratiempo

CONTENIDO

PRÁCTICAS Y SABERES: ¿CÓMO HACER Y PENSAR

DESDE LO ECOLÓGICO?

4 ¿Cómo hacer y pensar desde lo ecológico?

6 Una apuesta por experimentar un futuro común más que humano Arturo Cerda, Alejandro Ponce de León, Sofía Rosa, Tanja Sagredo y Carolina Sánchez.

9 Ecologías racializadas y prácticas de cuidado en Lagunas de Chacahua, Oaxaca

Meztli Yoalli Rodríguez Aguilera

12 El cultivo de la abundancia. Una conversación con Roberto Phillips

Georgina Valverde

15 Cuidar de las aves desde la música: El Búho y sus proyectos de preservación

Catalina María Johnson

LITERATURA

19 Una escritura mujer: Un cielo más allá de la libélula libro inédito de Franchesca Portugal

Silvia Goldman

MIRADA CÓMPLICE

23 Entrevista a Rodrigo Oñate “Roco”

Leopoldo Bello

IDENTIDAD

31 Por favor, sigamos bailando Sandra Oviedo (ColectivoMultipolar)

PERFORMÁTICOS

37 Música alentadora para cambiar el estado de ánimo Sandra Treviño

PERSPECTIVA

39 Agua Marco Escalante

41 La simpatía y los gatos. Ser uno y ser dos Margarita Saona

POESÍA

44 Bajo el halo oscuro de la modernidad: del saber eco-poético

Sarli E. Mercado

CARACOL

53 TEXIHUIZI

ILUSTRACIÓN

54 Rebel Womb

Cintia Bolio

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Prácticas y saberes: ¿Cómo hacer y pensar desde lo ecológico?

¿Qué significa hacer y pensar desde lo ecológico? ¿Y qué significa, en este sentido, hacer y pensar ecológicamente? Quizás, como sugiere la Plataforma Latinoamericana de Humanidades Ambientales, implique “una apuesta por experimentar un futuro más que humano” o, como sugiere Sarli Mercado, “se trata también de iluminar la falsa división entre lo que llamamos naturaleza y cultura, o de repensar conceptos como ciudad, nación, o humanidad, y con ello rechazar las diversas jerarquías y fronteras artificiales creadas por nosotros mismos”. Sin duda implica pensar nuestras relaciones de una manera horizontal y fluida, acaso transfronteriza, con todos los seres vivos, y con el entorno que nos rodea, de modo de cultivar lenguajes capaces de estimular y concebir relaciones más amorosas, solidarias y de cuidado entre las distintas especies y ecosistemas de los que formamos parte. Este contratema es, por ello, nuestro intento de celebrar la naturaleza, lo que somos con y junto a ella, de una manera posthumana y no póstuma. Y esto no solamente quiere ser un juego de palabras, sino un llamado urgente a repensarnos en nuestros vínculos con todo tipo de otredades: seres vivos, hábitats, paisajes, ecosistemas, comunidades y culturas. En este dossier hemos querido dar cuenta de innovadores lenguajes musicales, poéticos y comunitarios que comparten el deseo de cultivar una mirada generosa, flexible, horizontal con el entorno, ya sea animado o no; propuestas inspiradoras que nos estimulen a pensar desde otros saberes y prácticas nuestro devenir comunitario.

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Madre tierra, de Tanja Sagredo. Acuarela y pluma sobre papel

PLATAFORMA LATINOAMERICANA DE HUMANIDADES AMBIENTALES:

Una apuesta por experimentar un futuro común más que humano

Soy una semilla-tierra. Cualquiera puede serlo. Creo que un día seremos un montón. Y creo que tendremos que sembrarnos a nosotras mismas cada vez más lejos de este lugar moribundo.

La Plataforma Latinoamericana de Humanidades

Ambientales podría haber empezado en una sala virtual en el 2020, en Wuhan, en los pasillos de una conferencia académica o en alguna mina de carbón del siglo XVIII. Somos un yosotros. Una totalidad abierta compuesta por dispositivos, investigadores, artistas, contenidos web y personas interesadas en los problemas ecológicos. Como colectivo, llevamos tres años reuniéndonos desde distintas coordenadas para pensar las relaciones más que humanas que configuran el presente latinoamericano. Nos inquietan los problemas ambientales y nos acercamos a ellos a partir de experiencias estéticas, conceptos y especulaciones que nos permitan pensar en vez de saber, tejer nuevas relaciones, construir y sentir espacios afectivos y estéticos comunes.

Vivimos en un planeta herido. Con esta frase, Donna Haraway habla de las crisis ambientales que nos rodean. El desastre climático, las inundaciones causadas por olas gigantes en forma de garras, las islas sintéticas de basura que se acumulan en los océanos, la minería vaciando las entrañas de la tierra. El monocultivo que arrasa con los sistemas socioecológicos sostenibles, y con las posibilidades de supervivencia y soberanía alimentaria. Estas heridas tienen forma de represa que corta la red de vida del agua. Tienen forma de oleo ducto de petróleo rompiéndose y abriendo ojos de fuego en los océanos. Frente a estos desastres ecológicos que nos extinguen, Haraway nos pregunta ¿cómo vivir con el problema? Junto

con ella, nos preguntamos qué significa pensar no guiadas por la destrucción sino por la oportunidad de crear otras posibilidades colectivas de vida y muerte.

Nos instalamos en grietas conceptuales y disciplinares y buscamos sinergias. Sobre un suelo poroso e imprevisible, buscamos articularnos sin asumir identidades fijas ni homogéneas. Desde perspectivas interdisciplinares, artísticas y también afectivas, queremos hacer germinar una reflexividad que invite a explorar nuevos territorios. No con el fin de reconocer y catalogar lo

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desconocido (apropiarlo), sino para entender y cuestionar nuestras propias disposiciones y hábitos de pensamiento. Así, nos expandimos en un ecosistema virtual donde se cultivan afectos, saberes y prácticas, y se formaron los diversos espacios que presentamos a continuación siguiendo la temporalidad vegetativa de su surgimiento y las acciones que palpitan en ellos.

Pensar

Una vez al mes, hacemos una invitación abierta al club de lectura Pensar desde las plantas para especular sobre las relaciones que tejen el medio ambiente a partir de una serie de textos generativos y un diálogo con sus autores. Imaginamos este espacio como una conversación amplia e inclusiva. La productividad, la experticia, el rendimiento o el exitismo quedan atrás cuando la conversación interdisciplinar se convierte en quehacer plantístico, en práctica relacional de copensamiento que busca abrir y habitar mundos no-humanos y más-que-humanos. Si bien hemos abordado de manera explícita las reflexiones sobre plantas con Giovanni Aloi, Vikram Tamboli y Robin Lauren Derby, lo vegetal es una metáfora y una provocación que se extiende por otros ejes temáticos. Hemos conversado sobre indigenismos latinoamericanos con Jorge Marcone, la historia futura del agua con Andrea Ballestero, o la historia ambiental relacionada con las comunidades afrocolombianas acompañados de Claudia Leal. Como rastro de esta enredadera de voces, en nuestra página web se encuentran los podcasts de nuestras conversaciones. www.humanidadesambientales.com/ pensar

En la sesión de noviembre de 2020, Marisol de la Cadena nos hizo preguntas decisivas para el devenir colectivo: ¿qué significa pensar? ¿cómo estamos pensando el pensar y el pensar que se piensa? Y, ¿qué significa pensar desde, pensar con, pensar para…? Resultó que las preposiciones importan cuando se trata de contar una historia de descentramiento, cuando el significante se tuerce y pensar se vuelve un evento sintiente que nos planta en relaciones no dicotómicas ni jerárquicas, para aprender a (co) laborar y co-elaborar con saberes que tejen, conectan y multi plican, en vez de homogeneizar y jerarquizar. A partir de estas conversaciones entendimos que en Pensar desde las plantas nos reúne el pensar y no el saber. Nos reúnen las humanidades ambientales, en las que las humanidades intentan quitarse del centro y se miran midiéndose y dejando de ser la medida. Entendimos que las humanidades ambientales siempre se están haciendo con, son caldo de cultivo y textualidad porosa donde resguardar, de forma provisional, alguna semilla-mundo.

Sentir

En agosto de 2020 surgió Café en el patio, un espacio de la comunidad cyborgvegetal en el que conversamos con artistas latinoamericanxs acerca de sus prácticas estéticas, y los modos en que sus trabajos abren, siembran, cultivan o cuidan mundos. En medio del encierro pandémico, estas conversaciones nos permitieron cohabitar el patio como un lugar familiar donde construir parentescos a partir de las afinidades y no de las pertenencias: asistimos al patio llevando algo para compartir. La diversidad de registros,

tecnologías, materialidades y prácticas de investigación artísticas en el patio hacen emerger sentidos familiares no domesticados que localizan lo no humano dentro del mundo social, haciéndolo sujeto de reflexión política, ética, estética y cultural. De este espacio guardamos también el archivo sonoro en nuestra página: www.humanidadesambientales.com/cafe

En el patio, pensar desde se vuelve tocar, oír, oler, probar, observar, tramar, experimentar. En este espacio exploramos el planeta herido y nuevas maneras de habitarlo a partir de la sensibilidad y del hacer o producir que permite sentir nuevas estéticas posibles relacionadas con el cuidado. Conversar con artistas como Francisco Navarrete nos ha permitido recorrer los desbordes materiales que nos constituyen y nos conmueven. Con Melissa García exploramos los significados contenidos en las piedras y sus capas milenarias. Las obras y reflexiones de las artistas que han visitado Café en el patio nos han permitido meter las manos en la masa, en los yacimientos, en el agua, no para moldear sino para sentir la inmersión. Entierrarnos. Escuchar con generosidad y generar preguntas en sintonía con otras temporalidades no humanas: ¿cómo podemos plantar, propagar, hacer esquejes, y compostar las semillas de mundos posibles? ¿Cuáles son las posibles estéticas de estas acciones? ¿Cómo nuestros compromisos estéticos y sensibles nos llevan a la acción ya sea cotidiana e íntima, colectiva o ambas?

Escribir

En febrero de 2021 decidimos crear un Taller de escritura para acompañarnos

PRÁCTICAS Y SABERES: ¿CÓMO HACER Y PENSAR DESDE LO ECOLÓGICO? 7 CONTRATIEMPO 153

en nuestros procesos de investigación-creación. Algunos de los editores de plataforma empezamos a escribir las premisas del espacio en un documento compartido y nos dimos cuenta de que necesitábamos una forma constructiva y afectiva de asumir la escritura para conectarnos con nuestras palabras y procesos de investigación. Nos reunimos a tallerear en la plataforma gratuita Discord, y descubrimos que la investigación no era el único eje del espacio sino que iba acompañada de ejercicios de escritura creativa. Allí sampleamos textos, escribimos sobre basura, hacemos poemas hiperrealistas, y compartimos fotos de nuestros espacios de trabajo. Leemos y presentamos tanto avances de investigación como traducciones y poemas. Nos dimos cuenta de que el lenguaje es un gran laboratorio de experimentaciones conceptuales y sensibles. Concebimos la escritura como un ejercicio de simpoiesis, de “relaciones de intimidad entre desconocidos” en sintonía con Haraway y Margulis. Concebimos la escritura como proceso de crear comunes de manera colectiva donde los afectos circulen, y como forma de sentipensar, en línea con Arturo Escobar.

Tejer

Territorio textil, lenguajes de la tierra es un espacio donde se proyecta la intención de pensar el mapa y la cartografía de nuestras memorias, afectos y sueños como un lugar que empata con el territorio y se enfrenta a las utopías que muchas veces no lo representan. Si un río solo es río hasta que sentimos el agua en nuestros pies, también una memoria lo es hasta que la ubicamos en nuestro espacio interior. Nos interesa hacer cartografías afectivas donde la tierra y el pasar del hilo y la aguja sean las guías y no los medios. En este lugar ya no es el humano en sí mismo el fin de todas las cosas sino el detonante de una pregunta y el tejedor de acuerdos. Todo lo que somos ya estaba antes allí y la forma que eligió para soñarse quizá somos nosotros. Queremos tejer maneras inesperadas de estar en común, juntar cosas que no van de la mano y crear convivencias. Volver a tejer lo que se rompió, con mano hábil poner los hilos y los colores donde puedan crear una red que nos sostenga.

En la Plataforma de Humanidades Ambientales pensamos que es posible tener un alma vegetal y un cuerpo que se enraíza; pensar desde las orillas donde el lenguaje de lo que nos circunda no es nítido. Creemos en el poder de especular sobre la

naturaleza fotosintética de nuestra memoria colectiva. Un ejercicio de abrazo y de poner en la alquimia de la voz de las palabras que nombran al agua, el espíritu mineral, a los insectos, así como los posibles ecofuturos que más que utopías o distopías son deseo en flujo revelando su caudal. En el sustrato de esta transparencia que es comunidad subyace el impulso de crear un mundo habitable, dejar de lado los mitos del progreso capitalista, y seguir preguntándonos qué será eso de habitar, será quizá conectar o coexistir o soltar en paz. Construir espacios seguros para la vida. Cuevas luminosas. Ser-semillas-tierra.

Alejandro Ponce de León (Colombia, Estados Unidos). Lector, también coleccionista de libretas y dados.

Sofía Rosa (Uruguay, Chile). Escritora e investigadora. Iniciada en juegos de rol.

Tanja Sagredo (México) Artista transdisciplinaria interesada en las fisuras y las fronteras. Carolina Sánchez (Colombia, Estados Unidos). Escritora e investigadora. Autora del poemario Viaje / Voyage

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Arturo Cerda (México). Le gusta hacer jardinería, prender carbón y jugar al arte.

Ecologías racializadas y prácticas de cuidado en Lagunas de Chacahua, Oaxaca

Septiembre de 2017 marcó la vida de muchas personas en México después del terrible terremoto de 7.1 en la escala Richter. A pocas horas del terremoto, ya había en las noticias y redes sociales registros de daños materiales y pérdidas humanas en varias comunidades y algunas ciudades. El movimiento telúrico fue de tal magnitud, que se sintió desde la Costa de Oaxaca hasta la Ciudad de México. Hubo, sin embargo, un daño del que no se habló, que quedó silenciado: la muerte masiva de peces en las lagunas de Chacahua-Pastoría, en Oaxaca, y los efectos en las comunidades que habitan alrededor.

Las lagunas de Chacahua están al centro de comunidades en su mayoría habitadas por pueblos que se autoidentifican como afrodescendientes, indígenas (mixtecos, chatinos, zapotecos) o afroindígenas y, en una minoría, mestizos. Este cuerpo de agua significa la principal fuente de sustento y vida para las comunidades, a través de la pesca y, en años posteriores, el turismo. Es por ello que la muerte

masiva de peces que sucedió un par de días después del temblor significó una tragedia para la población local.

Marisol de la Cadena explora la relación entre seres humanos y no humanos u otros-que-humanos como las plantas, el agua, las montañas, es decir, la naturaleza. Especialmente, para ciertos grupos indígenas y afroindígenas, esta relación se concreta en torno a principios de relacionalidad o, en otras palabras, mutua reciprocidad. Me gustaría aquí explorar la relacionalidad y prácticas de cuidado entre humanos y no humanos que se tejen alrededor de las Lagunas de Chacahua frente al riesgo de un ecocidio de este cuerpo de agua.

Quisiera esbozar brevemente las causas de la muerte masiva de peces en las lagunas y por qué esta situación atenta directamente contra comunidades afrodescendientes e indígenas, es decir, ecologías racializadas. Si resumimos los diversos factores que están llevando al ecocidio de las lagunas, estos son: la construcción por parte del gobierno federal

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de escolleras (barras lineales de rocas entre el océano pacífico y las lagunas) en Cerro Hermoso –comunidad frente al océano pacífico que conecta con las lagunas– entre 2002 y 2005, una presa que cortó significativamente el flujo del agua entre el Río verde y las lagunas, los pesticidas que se utilizan en campos papayeros y limoneros que llegan a las lagunas a través de lluvias y aire, y finalmente, una empresa transnacional de aceite de limón que tira todos sus desechos altamente ácidos a canales que llevan directamente a las lagunas.

Cabe mencionar que cuando CONAPESCA (Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca) construyó las escolleras en Cerro Hermoso, pescadores locales hablaron con las constructoras y gobierno para advertirles del posible riesgo de desconexión entre las lagunas y el océano pues no consideraban que estuvieran en el lugar adecuado. Estas opiniones fueron ignoradas por las constructoras y autoridades, invalidando el conocimiento ancestral que las comunidades

tienen sobre los cuerpos de agua en el área. Lo que ocurrió, después de la construcción de las escolleras fue, efectivamente, la desconexión permanente entre las lagunas y el mar, de donde se alimentan las lagunas y, en su lugar, ahora hay grandes cantidades de dunas de arena imposibles de mover.

De acuerdo con las comunidades y pescadores locales, la combinación de estos factores provocó que, dos días después del terremoto de 2017, los gases y contaminación acumulada en el subsuelo de las lagunas, a través del movimiento telúrico, se movieran a la superficie produciendo la muerte masiva de peces. Hasta la fecha no hay ningún estudio científico al respecto. Lamentablemente no sería la última vez que ocurriría esto. Hasta la fecha, el ver pescado muerto flotando en las lagunas o en la bahía de las lagunas es una escena común.

Como mencioné anteriormente, dado que las lagunas son la fuente principal de sustento de las comunidades, muchos pobladores han tenido

que buscar otras fuentes de ingresos como turismo, agricultura, y las mujeres de la localidad se dedican a vender comida, pollos, o preparar tortillas cada día para la venta. Además, varios pescadores –en su mayoría hombres– han migrado a ciudades e incluso a Estados Unidos en búsqueda de mejores condiciones de vida. Esto ha ocasionado que familias se separen y las mujeres se queden a cargo totalmente de los hijos y, muchas veces, de la comunidad en general.

Además de los efectos devastadores en términos sociales, políticos, económicos y familiares, el posible ecocidio de las lagunas de ChacahuaPastoría también tiene efectos emocionales en la población local. Las lagunas no sólo representan su principal sustento, sino también son fuente de espiritualidad y creencias locales, es decir, las lagunas son en sí un ente vivo y sagrado. La posible muerte de este cuerpo de agua produce tristeza, nostalgia, enojo y una suerte de duelo ecológico

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entre las comunidades afroindígenas, quienes han vivido ahí ancestralmente. Es decir, la posible muerte de las lagunas implicaría también la desaparición de comunidades y de historias y conocimientos intergeneracionales sobre el territorio y el agua.

Los pobladores locales han realizado distintas manifestaciones políticas en oficinas de gobierno, han escrito reportes de violaciones a derechos humanos, para visibilizar y exigir soluciones y que las lagunas vuelvan a su estado anterior: agua sana y viva. Ante el silencio y falta de iniciativa de las autoridades, las comunidades han desarrollado otras formas de cuidado a las lagunas: una relación de reciprocidad entre humanos y no humanos.

Algunas de las prácticas de cuidado hacia las lagunas por parte de pobladores, y específicamente de mujeres, ha sido limpiar las lagunas en otros canales para que las lagunas tengan otras fuentes de oxígeno. Cada mes, un colectivo de mujeres pescadoras viaja en lancha a un canal para

limpiar con sus propias manos ese canal. Asimismo, hay proyectos de siembra de mejillón o “tichinda” como se conoce localmente, el cual crece en las raíces de los manglares de las lagunas. También hay propuestas de reforestación del manglar, pues también está en riesgo de morir y esto ayudaría a la conservación del ecosistema.

Las comunidades afroindígenas de la Costa de Oaxaca han cuidado el territorio ancestral de diversas formas, por las múltiples formas de relacionalidad que tienen con las lagunas: política, socio-económica, pero también espiritual y emocional. Este cuerpo de agua en riesgo de muerte tiene que seguir vivo para que las comunidades también puedan seguir reproduciendo su vida y futuro en el territorio. De la vida de las lagunas depende la vida y el futuro de comunidades enteras. La defensa de las lagunas de Chacahua es la defensa por la vida y la capacidad de imaginar un

futuro. Una lucha por la imaginación de un futuro distinto.

Fuentes: De la Cadena, Marisol. 2010. Indigenous Cosmopolitics in the Andes: Conceptual Reflections beyond ‘Politics.’” Cultural Anthropology 25 (2): 334–70.

Meztli Yoalli Rodríguez nació en México pero vive en Estados Unidos. Es escritora, selectora de viniles y educadora y profesora asistente en Lake Forest College. Obtuvo su doctorado en The University of Texas at Austin. Le interesan temas de resistencia anti-colonial, luchas feministas y racismo ambiental en América Latina. Actualmente se encuentra en vías de escribir su libro Grieving Geographies, Mourning Waters: Race, Gender, and Environmental Struggles on the Pacific Coast, Oaxaca.

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El cultivo de la abundancia Una conversación con Roberto Phillips

Georgina Valverde

Foto en esta página: Limpia de zanahorias para venta en el mercado semanal de City Farm.

En uno de esos calurosos y húmedos días de mediados de julio, me fui en bicicleta a City Farm, la huerta urbana más antigua de Chicago, para entrevistar al jefe horticultor Roberto Phillips. La huerta, que abarca dos hectáreas, se ubica en la esquina de las calles Division y Larabee, donde antes se erguía un rascacielos que formaba parte de Cabrini-Green, uno

de los complejos de viviendas públicas más conocidos de Chicago, que en su momento llegó a albergar a 15.000 residentes. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, la tierra y el césped de Cabrini-Green fueron recubiertos con concreto debido al costo del mantenimiento. La gente tuvo que vivir en tales condiciones por casi 60 años. El edificio que ahora ocupa la huerta fue demolido en 2002. En el año 2016, Ken

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Todas las fotos de este artículo son de Georgina Valverde.

Dunn, un visionario defensor del medio ambiente, quien fundó City Farm y la primera operación de reciclaje en Chicago, reubicó la huerta del sitio que ocupaba anteriormente en Division y Clyburn. Poco después, Roberto Phillips tomaría las riendas de City Farm.

Georgina Valverde: ¿Cómo te iniciaste en la agricultura urbana?

Roberto Phillips: Como me gustaba estar al aire libre, terminé en el departamento de agricultura de mi escuela universitaria. Después tomé un par de clases de producción de verduras orgánicas, que realmente me encantaron, pero es una actividad que requiere mucho cultivo convencional en invernadero, lo cual me desanimó rápidamente.

¿Como qué, por ejemplo?

Por ejemplo, cómo comercializar la flor de Pascua y los crisantemos en un mercado. Pero fue una formación muy provechosa. Aprendí a podar, deshojar, plantar correctamente, regar y a programar. Adquirí un mayor entendimiento de las plantas. De chico, nunca había trabajado con plantas.

Tus padres son de la Ciudad de México, pero tú creciste en un suburbio de Chicago.

En apartamentos, sin acceso a un jardín. No teníamos mucho acceso a la tierra. Me encantaba estar afuera jugando al fútbol, pero no establecí una conexión con la naturaleza hasta después de la secundaria. Desde entonces, me propuse ser custodio de la tierra. Pero no es tarea fácil, ya que vivimos en una sociedad de consumo propensa a seguir las tendencias del momento.

Como tu ejemplo de la flor de Pascua y los crisantemos; son plantas decorativas que básicamente se cultivan para los feriados y luego acaban en el vertedero.

Y para eso hay que bombardearlos con fertilizantes químicos. Mi primer trabajo fue en un invernadero de orquídeas en Villa Park. Cultivaban dos o dos hectáreas de orquídeas bajo techo. Utilizábamos una cantidad de fertilizantes químicos... que se filtraban en el agua formando un gran estanque cubierto de algas. Cuando me pidieron que rociara pesticidas, me dije: “¡A buscar otro trabajo!” (risas) y lo hice. Después, pasé a ser jardinero de plantas perennes en los suburbios, con lo que gané experiencia en el suelo. Entonces me dije: “No voy a hacer esto sólo por estética. No pienso limitarme a deshierbar o a cubrir perfectamente un sendero con mantillo”. Pero gracias a esa experiencia conseguí una pasantía en un programa de agricultura en Sacramento, California, donde aprendí los pormenores de los modelos de comercialización –como la agricultura sostenida por la comunidad o CSA– y los procedimientos adecuados de lavado, empaquetado y cosecha. De regreso en Chicago, empecé a trabajar nuevamente con plantas perennes, pero lo que realmente quería hacer era cultivar alimentos en la ciudad. Y así es como llegué a City Farm.

¿Cuáles son los retos?

Muchos quizás dirían el acceso al agua, pero lograr y mantener la fertilidad del suelo es un factor muy importante, lo cual ahora no existe en la ciudad. Debemos abordar la responsabilidad de restablecer la fertilidad usando nuestros residuos, tal como lo hizo Ken con los desechos de restaurantes y supermercados. Aprovechó

la materia orgánica de Chicago para crear City Farm. Pero debido a la burocracia y los permisos ahora es imposible, y nos vemos obligados a comprar el compost, que es muy caro y viene desde Wisconsin, lo cual implica el uso de combustibles fósiles.

Eso es un gran revés para el modelo de agricultura urbana que Ken desarrolló. Efectivamente, las empresas y los residentes de la ciudad deberían asumir la responsabilidad que les corresponde. Claro, hay compostaje

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Roberto Phillips es el agricultor principal de City Farm y Chicago Patchwork Farms, dos huertas que producen alimento siguiendo el modelo de agricultura sostenida por la comunidad. Ubicada en lo que antes fueron las viviendas de Cabrini Green, City Farm es una de las huertas más antiguas de Chicago.

industrial, como Lakeshore Recycling donde Ken ahora lleva todo el compost que recoge de lugares como McCormick Place y Frontera. Pero no creo que sea tan eficaz como el que Ken producía antes. Tenemos que ser responsables de lo que consumimos y lo que desechamos. Es así cómo lucho por el medio ambiente.

Ayer estuve hablando con Lukas Gilkeson, un joven ecologista sobre esto: la necesidad de aprovechar los residuos y la descomposición.

Si logramos eso, podríamos producir suficiente abono para restablecer la fertilidad en todas las huertas urbanas de la ciudad. También tenemos que plantar sistemas perennes, como árboles frutales y arbustos, para atraer a los polinizadores nativos y establecer la diversidad del suelo para que podamos empezar a ver algunas conexiones, como las que vemos en los bosques, pero que bien podrían duplicarse aquí en la ciudad. Podemos tener una ecología urbana que realmente sostenga y regenere la vida.

Georgina: Leí que Ken tenía un contrato con el Departamento de Policía de Chicago para recoger el estiércol de sus establos. Pero lamentablemente lo

dejaron de lado y le dieron el contrato a otra empresa que, básicamente, lo que hacía era desechar el estiércol en el vertedero.

Esos son los sistemas que se siguen dando: uno crea podredumbre y el otro crea compost y fertilidad. Seguimos con nuestro intento de establecer muchas acciones positivas, pero es muy difícil mantenerlas vivas.

Detecto cierta frustración en tu voz. ¿Qué te motiva seguir adelante, aparte de tu edad y buena salud?

(Risas) La gente que sigue llegando y aportando ideas para nuestra visión del futuro. La mayoría de nosotros estamos en el mismo canal, queremos ver algo más concreto. La manera como hemos estado practicando la agricultura orgánica es hermosa y cumple su función; sin embargo, queremos adoptar otros métodos, como el cultivo de plantas perennes y la creación de un pequeño vivero autóctono aquí en la ciudad. Estas plantas requieren de cinco a diez años para desarrollarse; pero una vez bien establecidas están aquí para quedarse y producir abundantemente. El modelo al que me refiero es la agroforestería, que consiste en la integración de árboles y arbustos en los sistemas de cultivo y de cría de animales para crear un modelo sostenible que siempre se regenera.

Estás hablando de un cambio radical de nuestra relación temporal, porque en nuestra cultura, ¡queremos comer pastel de cereza ya!, pero no queremos esperar a que los árboles crezcan.

Sí, es como un juego de azar. Todos estos espacios en la ciudad son efímeros. Depende de los dueños del terreno si nos quedamos o no. Así que plantar árboles puede que no tenga mucho sentido. Y me pregunto: ¿por qué el sistema está tan roto y cómo afecta al panorama general? Todo se remite a la responsabilidad –que ahora mismo es nula– y al cambio de paradigma en vez de concentrarnos en las ganancias. Puesto que la fertilidad será abundante, aunque todavía no la estamos aprovechando, las ganancias vendrán después. Pero por ahora se está convirtiendo en un vertedero.

City Farm es una organización sin ánimo de lucro y un proyecto del Resource Center que actualmente gestiona Patchwork Farms. Tanto City Farm como Patchwork Farms proporcionan acceso a alimentos nutritivos cultivados localmente, así como oportunidades educativas, de voluntariado y sociales. Los productos están disponibles en una escala móvil de pagos en el puesto de la granja en 2825 W Chicago Ave. los miércoles, de 4 a 7 pm y los sábados de 10 am a 3 pm. Para más información, síguelos en Instagram: @chicagopatchworkfarms

Georgina Valverde es artista, traductora, educadora y practicante apasionada de la jardinería y la agricultura urbana. Sitios web: georginavalverde.com, societyofsmallness.com, Instagram @georginamakes

PRÁCTICAS Y SABERES:
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DESDE LO ECOLÓGICO? 14 OTOÑO/INVIERNO 2022
¿CÓMO HACER
PENSAR
En primavera, el invernadero propicia la germinación y el crecimiento de las plántulas cuando el suelo aún está muy frío.

Cuidar de las aves desde la música: El Búho y sus proyectos de preservación

Desde tiempos de antaño, el canto de las aves ha inspirado a músicos, compositores, artistas y creativos de toda índole. Los científicos nos han revelado que cada ave tiene un canto único, el cual se aprende de manera similar a la que un bebé humano aprende a comunicarse, y esos trinos tan particulares que identifican a los pequeños descendientes de dinosaurios es un ubicuo mensaje de belleza y un llamado a la libertad. A la vez, diversas tradiciones espirituales nativas otorgan a las aves un puesto especial en el misticismo. Tomemos el caso del cuervo. Los pueblos nórdicos veían en este pájaro de plumaje

negro azabache y pico alargado un mensajero divino. Este mismo pájaro aparece en leyendas Tlingit como el donante del regalo divino del sol, las estrellas y la luz del día, que les roba a los dioses y por ende nos libera de una eterna oscuridad. Justo el cuervo también es el pájaro que soltara Noé, y el que diera aviso sobre un horizonte de tierra firme al no regresar al arca, presagiando el fin del peregrinaje por los mares del diluvio.

Mucho más allá de algún valor místico y cultural, las aves aportan una pieza esencial en el rompecabezas de nuestro ambiente natural. Funcionan como polinizadoras y

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ayudan a dispersar las semillas de las plantas. Además, se alimentan de insectos, roedores y otras pequeñas criaturas, ayudando a mantener esas poblaciones limitadas y asegurando un equilibrio dentro de nuestro ecosistema. Y cuando desaparecen especies avícolas, perdemos otros beneficios tangenciales, como el fertilizante para la tierra que aporta su guano.

Impresionado por el papel fundamental que juegan en nuestro ecosistema, el ecoactivista Robin Perkins, compositor y DJ/Productor inglés—quien no solo lleva el nombre del petirrojo europeo, sino que eligió “El Búho” como su nombre artístico— se sintió inspirado a crear un proyecto musical para proteger a especies de aves en vías de extinción.

Tras haber trabajado para GreenPeace y viajado por el mundo, en un momento de inspiración en el 2015, Perkins concibió la idea de producir su primer proyecto, Guía del canto de los pájaros de Sudamérica con el propósito de unir los mundos del activismo, la ecología, el canto de las aves y la música electrónica. A este proyecto le siguió en el 2020 Guía del canto de los pájaros de México, Centroamérica y el Caribe. El más reciente volumen, Guía del canto de los pájaros de África Occidental, salió este mismo año.

Para cada edición, Perkins investigó qué especies de aves corrían peligro de extinción en el área correspondiente. Buscó cuidadosamente sitios que se pudieran beneficiar de fondos en sus labores para preservar estas aves y su hábitat natural. Finalmente, buscó grabaciones de alta calidad de dichas aves a las que pudieran acceder artistas musicales. Ya con esta información, invitó a renombrados DJ/Productores —de Sudamérica, México,

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6. Vieux Farka Toure. Foto: Andy Boyle

7. Sensei Lo. Foto: Lateef Salvador

Centroamérica, el Caribe y África Occidental según fuera el caso— y los invitó a crear composiciones electroacústicas que se inspiraran el canto grabado de las aves o que lo incorporaran.

A través de cada álbum, Perkins ha logrado sensibilizar a un extenso público sobre la situación de las aves y además, hasta ahora, ha podido recaudar en total más de $50,000 para protegerlas.

Son maravillosas las joyitas musicales de cada álbum, ya que la creatividad de combinar la música electrónica con todos sus efectos en conjunto con el canto de las aves ofrece posibilidades casi infinitas. Por otro lado, a través de sus composiciones, cada artista transmite su visión de lo que significa esa ave para su cultura. En el último álbum, el guitarrista

PRÁCTICAS Y SABERES: ¿CÓMO HACER Y PENSAR DESDE LO ECOLÓGICO? 17 CONTRATIEMPO 153
Robin Perkins “El Búho”. Foto: Lizett Díaz Algunos de los renombrados artistas que participan en el álbum Guía del canto de los pájaros de África Occidental. Danae. Foto: cortesía de Robin Perkins. Les Mamans du Congo. Foto: Winner Art Pictures Sierra Leone Refugee Allstars. Foto: Jay Dickman Buruntuma. Foto: cortesía de Robin Perkins. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

maliense Vieux Farka Touré y su compatriota Luka Productions acompañan la melodía de la grulla coronada negra, que vive en el Sahel y está amenazada por las trampas para el tráfico de animales. En el segundo volúmen, la artista sonora nicaragüense Tamara Montenegro escogió el guardabarranco, pájaro nacional de su país, y creó un himno electrónico para enfatizar la libertad del vuelo del guardabarranco como metáfora de la libertad que siempre ha buscado Nicaragua.

Los proyectos de El Búho se caracterizan por su belleza y cuidado extremo a cada detalle. Además, se ha esforzado, en su investigación, por asegurarse de la integridad y el valor real del apoyo que se ofrece

a las organizaciones. En calidad de ecoactivista, DJ/Productor y compositor, nos ofrece un maravilloso ejemplo de cómo cada quien puede aportar su granito de arena y cuidar de nuestro mundo natural, ofreciendo corazón y talentos a fin de posibilitar un mejor futuro para las próximas generaciones.

Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de Contratiempo, escritora y locutora/productora de Beat Latino (www. beatlatino.com), programación radial para estaciones de radio pública a nivel internacional, donde también pueden encontrar ejemplos de la

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música mencionada. Todas las ilustraciones gráficas de pájaros que acompañan el proyecto y adornan las cubiertas de los álbumes son obras originales de Scott Partridge. 8. Rufous Fishing Owl. Foto: Paul van Giersbergen 9. Loango Weaver. Foto: Nik Borrow 8. 9.

Una escritura mujer:

Un cielo más allá de la libélula

libro inédito de Franchesca Portugal

Leer a Franchesca Portugal es tocar insectos, palpar animalitos frágiles, asirse a la ternura terrestre y móvil de un color o a la baja luz que carga un insecto. En sus textos la voz observa y habita, con delicadeza y premura, los acontecimientos de la naturaleza. Esta escritora colombiana nos ha generosamente adelantado algunas prosas poéticas de su libro inédito Un cielo más allá de la libélula, en el cual escribe sobre el apareamiento de colibríes, conejos, libélulas, lombrices, mariposas, y otros seres que habitan la región de Caldas, en su Colombia natal. Hay en estos 45 “cortejos”, tal como los llama la autora, una sensación de que todo es fugaz, como si fuera de igual tamaño el impulso de la unión y la certidumbre de su término. Todo es frágil, como las alas pequeñas y rápidas del zunzoncito o el cuerpo delgadito de la lombriz. Quizás por eso su voz apele a la paciencia del diminutivo, al don del encuentro, como si ese gesto del afecto fuera un paisaje que por lento es mejor, una forma de darle al lenguaje un jardín en el que crezcan, hasta el detalle, el gozo y la ternura. No es sino natural, entonces, que dentro de ella se den estas inmensas miniaturas del amor.

Le dije, lo digo, que hay una Marosa di Giorgio luminosa en su escritura. Pienso en aquella falena atrapada en un retrato, pienso en que en Franchesca Portugal revolotean los seres, exponen su camino, su risa de ir. Pienso en adjetivos como “suavísimo” o “inverosímil”, en aquella voz finísima que detallaba la llegada de la Virgen, de la Santa, o la del temporal de Santa Rosa, siempre con el mismo e incesante tono tenue pero ominoso, como si lo pronunciado estuviera en el límite de lo que se puede decir, allí donde lo familiar deviene inefable, peculiar, hermoso, provocador, difícil. Pienso, también, en la deliciosa espiritualidad de ambas escrituras, en cierta beatitud que nos entregan como una ofrenda;

en los detalles que nos reservan porque anticipan el tamaño de nuestros deseos, y el de nuestros miedos también. Pienso en un tipo de erotismo que sucede en la observación minuciosa y lenta de los cuerpos, en un ejercicio más ético que estético.. Pienso que quienes lean a Franchesca Portugal no podrán dejar de pensar en que escribir es una manera de ser. Hipnotiza su escritura, la forma en que las palabras también se cortejan, buscan su apareamiento, se acoplan a la posibilidad de un decir tierno y amoroso, como quien deja caer su agüita sobre el insecto o el animal que mira, sin inundar su desnudez, sin abandonar el compromiso con un nuevo color en el ojo; como si las palabras supieran que también van a desaparecer e intentaran, en el gesto de su apareamiento, detener algo, dejarnos algo; heredernos estos frutos, estos cortejos, estas oraciones. Quizás estas “oraciones” (tanto en un sentido gramatical como religioso), nos lleven hasta la palabra “amor”, a las delicadas formas en que una descripción puede subrayar el gozo y el dolor; a una escritura excéntrica, en el mejor sentido del término, al margen de, disidente y, en este sentido, quizás, mujer. Pienso, finalmente, en una manera de leer mujer; esto es, una manera de hacerlo lenta y pausadamente, atravesando lo solo, lo vulnerable, lo sutil, lo tenue, lo que da (a) luz, lo que empuja, lo que sale, para dar espacio y tiempo a los seres.

Silvia Goldman es poeta, docente e investigadora. Es doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de Brown y enseña en la Universidad de DePaul en Chicago. Publicó “árbol y otras ansiedades” (2021), “miedo” (2020), “De los peces la sed” (2018) y “Cinco movimientos del llanto” (2008). En el 2020 obtuvo un accésit en el Premio de Poesía FILLT 2020. Fue finalista del VI y VII Premio Internacional de poesía “Pilar Fernández Labrador” y del Premio Internacional de Poesía “Paralelo Cero 2020”.

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El cortejo de las luciérnagas

Las luciérnagas son pequeñas hadas sobre el césped durante la noche. Sus cuerpos se encienden esencialmente para buscar el verbo amar. ¡Luciferasa, sí, luciferasa es la enzima que se enciende!

Pequeña linterna de la noche cuando no hay nada, nada de estrellas, nada de lunas, su cortejo es la conversación de sus mismos destellos que maravillosos se desplazan entre ellas y pueden prolongarse hasta el cuarto o quinto destello de la luz, como quien sube una escala y otra y otra más.

Entre más alta es la escala de la luz, mayor es el cortejo.

Las luciérnagas pueden pasar horas y horas, cola a cola, entre sus fuegos artificiales de diminutas hadas del bosque…Hasta apagarse. Pueden morir amando.

El cortejo de los conejos

Los bellos conejos suelen tener el otoño entre palabras nupciales.

Al señor conejo le gusta exhibirse, camina y se pavonea, tal pavo real de conejo, provocando una excitación óptica con estímulos olfativos, en ocasiones roza a la señora coneja, la roza con tal delicadeza con unas gotitas de su orina lamiéndose los hocicos.

Con pequeños frotes de cabezas, lamiéndose las orejas, caricias y más caricias… Siempre veo los conejos acariciarse las orejas entre ellos.

Los veo sujetados a las cuerdas o salidos de un sombrero, los veo en la luna que guarda un conejo, los veo en las casas y patios vecinos, son de color café, blanco o rosado, los veo dibujados en los cuadernos de los niños.

¡Ay! pero siempre, siempre los veo entre ellos acariciarse las orejas...

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LITERATURA

Apareamiento del zunzoncito

(El zunzuncito es el ave colibrí, más pequeña del mundo)

Encendidas rosas en tu cabellera caoba y dorada con tus trencitas ardiendo, debajo de tu lengua roja y oscura se guarda la sed de las flores.

Agitas 200 veces tus alas por segundo, elfo abeja, moscorrofio, pajarito, hace más de un año enciendes mi cabellera.

A veces, mi flor de carne es más grande que tu cuerpecito y toda tu sombra ronda mis dulzores.

Tu corazón se mueve más rápido que cualquier animal salvaje y sueles tomar siempre un nuevo color dependiendo desde dónde te mire el sol.

Manchas blancas, manchas color plata dejadas en mi abdomen gris y adolorido. Gotas de miel sobre las tostadas del desayuno te dejo.

No me esperes, soy solo un ave endémica.

Liba las flores mientras las cigüeñas me persiguen en los sueños.

Franchesca Portugal, escritora de cuento corto, poesía y novela experimental. Tiene poemas publicados en portales nacionales e internacionales y forma parte de la antología poética latinoaemericana Voces en vuelo, del colectivo BBC.

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Entrevista a Rodrigo Oñate “Roco”

Leopoldo Bello

Gracias a la gentil colaboración del artista Rodrigo Oñate podemos disfrutar de “Lluvia/Let it (B)rain” en la portada de la presente edición. Dibujante, viajante, bi-nacional, nacido en Querétaro, México con abuelo paterno de Chicago, residenciado en Minneapolis, lleva vida entre sus dos tierras, sembrando nopales en murales de ambos lados de la frontera y con una personalidad estética muy rica en símbolos. Portador de la honorable profesión de ser autodidacta, este artista plástico nos regaló un poco de su tiempo para responder breves preguntas y dejarnos hurgar un poco en su proceso creativo.

Leí en la página del Inter-University Program for Latino Research de la Universidad de Chicago que te presentas como un artista visual autodidacta, y viendo tu trabajo, es inevitable preguntarte: ¿Cómo se llega a ser un buen autodidacta, qué consejo darías? ¿Qué es lo que más te ha funcionado para curar el ojo de artista, escoges maestros y/o

artistas que te llaman la atención, por llamarlo de alguna manera, y estudiar su obra, cómo sucede ese proceso? Agradeceríamos un montón tu opinión y consejo al respecto.

Bueno, en realidad soy autodidacta porque como a muchos nos venden la idea (sobre todo en México) de que del arte no se puede vivir bien, desafortunadamente e irónicamente nunca lo vi como una opción dedicarme a esto, por lo que no estudié una carrera en artes visuales. Sin embargo, después de trabajar en varios sectores como la cocina y medios de comunicación, me di cuenta del poder del arte, diseño y medios visuales. Desde niño siempre tuve el gusto por dibujar y hacer “monitos” y personajes de caricaturas y con el paso del tiempo fui desarrollando un ojo por lo estético. Pero fue cuando vi en vivo las obras de artistas como Tamayo, Basquiat, José Luis Cuevas, George Condo, Leonora Carrington entre varios que me explotó la cabeza y llenó de inspiración para crear; empecé a desarrollar un estilo a partir de la influencia de estos artistas y a la

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vez con la influencia del graffiti, los cómics y el pop art de los noventas, época que definió mucho mi estética.

Pero a grandes rasgos mi propuesta nació de la constante observación y dedicación en encontrar mejores maneras de sintetizar y estilizar mi propuesta, puedo decir que mis maestros fueron amigos artistas, grafiteros, ilustradores, asistiendo a sus talleres y constantemente participando en las escenas artísticas, mucha observación, práctica, paciencia así es como nació mi carrera como autodidacta.

Tu obra tiene una presencia muy viva de personajes animales, antropomorfos e híbridos también. ¿Esta facultad de tu obra tiene alguna connotación totémica?

Siempre he creado mi obra de una manera muy intuitiva, esta forma de representar la naturaleza y animales antropomorfos viene mucho de la la cosmogonía de nuestros ancestros como representaban esta conexión y relación del hombre con la

naturaleza, siempre tuve mucha fascinación por estas representaciones muy primitivas, me gusta seguir comunicando esta visión de poder conectar e identificarnos con el entorno y mutar con la flora y fauna.

También es evidente la presencia vegetal en tu gráfica, que veamos nopales, agaves y otras plantas de una de las partes de donde tus raíces vienen, ¿qué llevó a convencerte que la representación de tu realidad mexicana sería una seña de identidad en tu trabajo?

El tiempo que he vivido fuera de mi país me ayudó a darme cuenta de la riqueza cultural y todo el folklor de México y Latinoamérica. El extraerse de mi realidad junto con la nostalgia fue lo que me inspiró a agregarle esta seña de identidad cultural.

¿Nos podrías decir en qué partes están ubicados tus murales en Chicago?

No recuerdo todos los lugares, pero algunos los pueden ubicar en las calles 16th, y Peoria; Ashland y 21st; 49th y Bishop.

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“Siempre he creado mi obra de una manera muy intuitiva, esta forma de representar la naturaleza y animales antropomorfos viene mucho de la la cosmogonía de nuestros ancestros como representaban esta conexión y relación del hombre con la naturaleza...”

¿Qué hizo click en ti para decidirte entrar en los NFTs? Se nota que falta implementar formas para que los artistas se enteren del concepto. ¿Nos podrías regalar tu punto de vista sobre los NTFs e iluminar más este tema?

Creo que como todo, lo nuevo o desconocido siempre nos da miedo, pero más que nada es por ignorancia. Confieso que llegué a ser de los que creía que vender una imagen jpg digital era ridículo y no podía entender cómo funcionaba hasta que un amigo tuvo la paciencia para explicarme, y para entender los NFTs hay que primero entender las criptos porque en realidad estás creando una moneda digital, un código en la blockchain que es donde viven estas monedas y transacciones. Hay varios caminos que se pueden tomar a la hora de hacer Nfts, pero para mí, todo cobró sentido cuando entendí que puedes crear una comunidad y un microsistema económico alrededor de tu arte donde tus clientes no solo compran una imagen única, sino que también están invirtiendo en tu carrera, en tu obra, como si compraran una acción en la compañía; también puedes ofrecer utilidades y obra física a cambio de dicha inversión aumentando de valor del nft con el tiempo, también puedes revender dicha acción (Token) y el artista recibe regalía en perpetuidad por cada venta. Esto definitivamente ayuda al

desarrollo de proyectos artísticos y de toda índole en realidad, siempre en estos sistemas económicos existen riesgos y lo mismo sucede con los NFts, todavía hay un camino largo por recorrer y entender para minimizar los riesgos, Pero definitivamente creo que, como artistas, debemos prestar atención y estudiar más del tema porque el camino apenas se está trazando y las posibilidades son enormes.

Si tienes proyectos futuros que gustes compartir con nuestros lectores, o de algo en específico que necesites comunicar, de algún tema para reflexionar, por favor siéntete cómodo de compartirlo con nosotros.

Gracias por la entrevista, un placer compartir ideas y un poco de mí. Próximamente estaré de vuelta en Chicago pintando murales y en algunas exposiciones colectivas, igualmente estaré en el Art-aWhirl de Minneapolis, una de las ferias de arte más grandes de Minnesota, que tengo entendido que también es importante a nivel nacional. Toda la información de fechas y demás las estaré publicando en mi instagram @rocodrilo.

Leopoldo Bello es también Bumbac Joe, guionista de comics frustrado, DJ y compositor en sus noches libres.

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Por favor, sigamos bailando
Sandra Oviedo (ColectivoMultipolar)

Queer Pride Chicago Festival 2022 en Ping Tom Memorial Park, Chinatown, Chicago, IL

26 de junio de 2022

El trabajo colaborativo de ColectivoMultipolarcon TRQPiTECA—compañía de producción creada por un dúo de artistas con sede en Chicago que construye espacios y oportunidades para artistas locales e internacionales que se identifican como queer (LGBTQIA+), ALAANA y/o aliados para experimentar y prosperar mediante la música bailable tropical, house y techno como su base —desde el principio ha tenido una raíz muy profunda en la admiración, en el amor intenso que siente por su intencionalidad con la que curan, organizan y llevan a cabo un

momento de celebración que permanece en la memoria colectiva por siempre.

Aquí les dejamos algunas imágenes del trabajo que ColectivoMultipolar ha realizado durante el TRQPiTECA Queer Pride Chicago Festival 2019 y 2022 en celebración al orgullo queer and trans.

“Dos mentes maestras detrás y delante de TRQPiTECA, la de La Spacer y la de CQQCHIFRUIT. Lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo. Please, let’s keep dancing. Por favor, sigamos bailando; celebremos nuestra existencia.

#QueerLove beautifuls”

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“Estamos escribiendo historia; estamos documentando nuestras historias. Estamos VIVIENDO”
Foto de la página anterior por ColectivoMultipolar. Fundadoras y djs residentes de TRQPiTECA y ICUQTS, artista Jacquelyn Carmen Guerrero a.k.a. Dj CQQCHIFRUIT y productora Natalie Murillo a.k.a. La Spacer

Serie:

TRQPiTECA Queer Pride Chicago Festival 2019 & 2022

Ping Tom Memorial Park, Chinatown, Chicago, IL

Por favor, sigamos bailando

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Sandra Oviedo ColectivoMultipolar Chicago/México

Serie:

TRQPiTECA Queer Pride Chicago Festival 2019 & 2022

Ping Tom Memorial Park, Chinatown, Chicago, IL Por favor, sigamos bailando

IDENTIDAD 35 CONTRATIEMPO 153

Sandra Oviedo (ColectivoMultipolar) es fotógrafa mexicana radicada en Chicago que ama la pista de baile, los artistas y sus espacios creativos. Inspirada por un colectivo diverso de artistas de los que a menudo se rodea, comenzó a usar ColectivoMultipolar en honor a esa diversidad. #DocumentingOurStory es como define su fotografía, “un ojo icónico en la escena queer de la vida nocturna en Chicago” según la publicación Sixty Inches from Center.

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Música alentadora para cambiar el estado de ánimo

Si buscas aliviar el estrés de la vida cotidiana, o el caos que rodea al mundo en estos momentos, esta selección de música nueva puede ser el antídoto perfecto.

Además de aumentar los niveles de serotonina y endorfinas, los efectos de la música como forma de terapia han demostrado ser beneficiosos para la salud mental y física. El doctor Daniel J. Levitin, autor de This Is Your Brain On Music, explica que escuchar y tocar música aumenta la producción de anticuerpos de inmunoglobulina A y de células asesinas naturales (las que atacan a los virus), aumenta la eficacia del sistema inmunitario y reduce los niveles de hormonas del estrés.

La música es una herramienta tan poderosa que, en algunos casos, se comprobó que es incluso más

eficaz que los medicamentos recetados para reducir la ansiedad antes de una cirugía (Trends in Cognitive Sciences, abril de 2013). “Esta es una de las razones por las que la música se asocia con la relajación”, dice Levitin.

Con esto en mente, esta selección de sonidos pan-Americanos puede ayudar a aliviar el estrés de la vida cotidiana y el caos que rodea al mundo. Sumérgete en la alegría de la música y sus efectos curativos.

Lavina Yelb - Otra Vez Otra

Aníbal Bley es un artista chileno que produce composiciones sonoras electrónicas bajo el nombre de Lavina Yelb. En su álbum, Otra Vez Otra, explora los entresijos de configuraciones auditivas inusuales que dan lugar a sonidos espectaculares que es capaz de captar en todo su esplendor.

Estos sonidos van desde muestras aleatorias de diálogos de películas hasta videojuegos y animaciones, por nombrar sólo algunos. Sus composiciones extravagantes y abstractas son conmovedoras, provocan el estado de ánimo y te dejan maravillado, incluso perplejo. El álbum se publicó por primera vez en 2010, pero el sello chileno Transamericas lo ha reeditado en vinilo este mes de junio. Otra Vez Otra es lo que ocurre cuando dejas volar tu imaginación.

Doris Anahi - Aprendiendo por las malas

La cantautora chicana Doris Anahí Muñoz estrenará este verano su primer EP, Aprendiendo por las malas, que muestra su versión moderna de los boleros. Además de música, Muñoz es fundadora de Casa Mija y Solidarity

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Daniel Villarreal. Foto: Ariana Lebedev

for Sanctuary, espacios creados para los aspirantes a músicos. A finales de este año, Muñoz aparecerá en el documental, Mija, que cuenta la historia del viaje migratorio de su familia y su trabajo dentro de la escena musical en Los Angeles.

Daniel Villarreal - Panamá 77

Desde que se trasladó a Chicago a principios de la década de 2000, el músico Panameño Daniel Villarreal se ha convertido en un componente vital de la bulliciosa comunidad musical de la ciudad. Recientemente, Villarreal ha publicado su primer álbum en solitario, Panamá 77. Este álbum es una presentación de Daniel, de quién es y de las experiencias que ha vivido tanto en Panamá como en su nueva ciudad natal, Chicago. El álbum se titula Panamá 77 como homenaje a su tierra natal, el año en que nació, y está dedicado a su abuela, Ofelia. Las canciones de este álbum reflejan la pasión de Villarreal por la música y la forma abierta en que combina diferentes estilos musicales -tanto tradicionales como más modernos- en composiciones que suenan familiares pero son totalmente nuevas. Utiliza la tradición en su música como punto de referencia y no como destino, lo que permite a los oyentes conectar con su música de una manera nueva. Panamá 77 lleva a los oyentes a un viaje de sonidos que van desde el funk psicodélico hasta las

fusiones experimentales de jazz. Además de tocar la batería, es DJ (que se hace llamar Brown Baby Jesús) y ha cofundado grupos como Dos Santos, Valebol y The Los Sundowns.

Adrian Quesada - Boleros Psicodélicos

El músico Adrian Quesada, ganador de un Grammy, es conocido por ser cofundador de la banda de psych-soul Black Pumas y por su trabajo con Brown Out. El cotizado director musical y productor opera Electric Deluxe Records en Austin, TX, su base de operaciones. Actualmente, Quesada ha estrenado una exquisita colección de boleros como homenaje al género romántico panamericano y a bandas como Los Pasteles Verdes y Los Ángeles Negros que, en parte, inspiraron este álbum en solitario. Boleros Psicodélicos es un álbum de 12 pistas que incluye colaboraciones con iLe, Natalia Clavier, Gaby Moreno, Angélica García y Gabriel Garzón-Montano, entre otros. Y, en su estilo único, Quesada ha añadido un giro psicodélico a estas canciones de amor tradicionales en este nuevo proyecto.

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Album, Boleros Psicodélicos, de Adrian Quesada.
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Album, Otra Vez Otra, de Lavina Yelb. Sandra Treviño es periodista independiente y reside en el área de Chicago. Presenta información de música, arte y cultura por medio de Enchúfate.com y en la radio con The Ponderers, Future Rootz y Comunidades Amplificadas a través de Lumpen Radio, 105.5FM Chicago.

AGUA

Marco Escalante

El agua, dicen nuestros primeros manuales de Ciencias, no tiene forma propia, sino que adopta la forma del recipiente que la contiene. La idea de un agua sumisa y moldeable, contrasta, sin embargo, con su realidad en la naturaleza: pienso, por ejemplo, en el agua escurridiza que halla en las fisuras del suelo su camino fertilizante al interior de la tierra, o en el río, que los versos de T. S. Eliot califican de “intratable”.

El agua, se puede decir, siempre llega a donde debe llegar, que es el mar. La virtud primordial de The Shape of Water, la más reciente película de Guillermo Del Toro, es jugar con tal idea: no hay recipiente capaz de contener y dar forma al agua; el agua siempre se desborda sensualmente, invadiendo incluso los rincones que la civilización le ha vedado: la vemos estallar como torrente eyaculatorio desde el interior de un cuarto, colarse por los intersticios del techo para invadir un cinema, reclamar como su reino el espacio citadino en que la humanidad trama la destrucción metódica de la naturaleza. En este sentido, la película de Del Toro opone una religiosidad pagana y ambientalista al cristianismo que concibe al universo como creación antropocéntrica. No solo eso. El paganismo del filme reposa, más que en el dios anfibio del agua, en su

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bruja, la chica muda que opone la fuerza acuática de su intimidad sexual a la sequedad de un orden patriarcal vetusto --son notables sus sesiones masturbatorias, su incursión en el amor “contra natura”, su temple para tomar dos dedos mutilados como si fueran materia de sortilegios futuros. Muchas de las alusiones, símbolos y realidades con que Del Toro pretende densificar su película (el mundo pulcro del suburbio americano, la guerra fría, el supremacismo blanco, la lucha por los derechos civiles, etc, etc, etc) pecan de ingenuidad y simplismo, pero The Shape of Water es ante todo una película sobre el agua, y como tal es a ratos memorable, sobre todo en las escenas en que todo es inundación y desborde --de agua bárbara, orgánica, verde: el agua que en cierto punto de la evolución se organiza y origina esto que somos, agua que late y que piensa.

Es imposible atrapar un pez con las manos, porque el pez es escurridizo como el agua que habita. Se puede decir que el pez hereda del agua su capacidad de flujo continuo, de la misma manera en que la mariposa hereda la fragilidad etérea del aire. Michelet decía que el pez y el agua son una misma cosa e iba incluso más lejos: todas las criaturas marinas –peces, algas, corales, malaguas–son en realidad agua “organizada”. Como el

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mismo ser humano, cuyo componente orgánico principal es el agua. En Evolution (2015), todo lo penetra el agua. El agua tiene la ubicuidad de Dios y aparece incluso como zumo interior de los objetos: las paredes de las casas y edificios, por ejemplo, transpiran, liberan desde sus entrañas agua. Los personajes de la película aparecen como una raza marina que se incorpora, lo mismo que las rocas, a un universo indivisible e infinito gobernado por un Dios líquido. No importa la consistencia de la materia; puede ser viscosa, sólida o etérea, pero siempre es agua; hasta parece que los 2 átomos de hidrógeno y el solitario átomo de oxígeno, forman en este universo una Santa Trinidad Pagana.

El otro misterio de este mundo religioso es la mujer: mitad ser humano y mitad pescado, agua mística y erótica, encarnación del último misterio natural que igual cobija al amor y al pavor. Durante siglos de historia patriarcal, la mujer ha sido prisionera de conceptos, de ideas que la fijan a distintos arquetipos femeninos creados para asegurar su sujeción. Pero todo ha sido en vano, porque la mujer, como el pez, como el agua, escapa definiciones exactas y desequilibra la taxonomía autoritaria del hombre. El mundo femenino de Evolution es impenetrable, no

sabemos al final de la película dónde queda, cómo es que surgió, hacia dónde va, cómo funciona...

Se trata, hasta cierto punto, de un mundo pagano que se alimenta de la iconografía medieval: las actrices fueron depiladas de tal modo, que parecen sacadas de los cuadros de van Eyck o Vermeer. Y cuando las mujeres se juntan en la playa a medianoche para ejecutar su orgía marina con criaturas viscosas, traen a la memoria al aquelarre, a la bruja, a la medicina natural y a la rebelión diabólica de los pobres. En una época terrible en que el fascismo avanza coludido con las fuerzas de la religión cristiana y se quiere nuevamente fijar la imagen de la mujer como madre, como esposa, como esclava del hogar; en este mundo terrible de los Le Pen, los Trump, los Berlusconi; Evolution nos recuerda que la mujer es ante todo un misterio rebelde e infinito, y que ninguna fuerza política ha sido capaz de contener esa fuerza acuática, y diabólica en el sentido revolucionario del término, que siempre la libera...

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Marco Escalante es escritor peruano nacido en 1968. Radica en Chicago desde 1990.

LA SIMPATÍA Y LOS GATOS

SER UNO Y SER DOS

Una vez escribí un cuento en el que una mujer desea con todo su corazón tener una hija. Hmm...habría que sospechar de ese principio de cuento de hadas con reminiscencias de Blancanieves y Rapunzel. Pero así es como iba. Ella deseaba con todo el corazón tener una hija. Aunque no se lo dijera con esas palabras, deseaba ver en la hija un reflejo de sí misma. Al terminar el cuento la hija ha crecido y sus opciones e ideales divergen significativamente de los de la madre. En la escena final la madre acaricia a su gata, la gata ronronea y la voz narrativa se pregunta qué significa ese contacto. Lo que se sugiere, lo que creo que quise sugerir, es que inevitablemente nos proyectamos en los seres que queremos. Pero ese es el limitado alcance del cuento, el cuento como aparato narrativo con un principio y un fin. El cuento no quiere decir que yo piense que todos los contactos son ficciones. Tampoco creo, está claro, en las almas gemelas ni en las otras mitades. Pero sí creo en la simpatía. No estoy hablando de la simpatía de ser buena gente y agradable, que también viene bien, pero sé que no todos tenemos esos dones. Creo en

la simpatía como en su origen griego de συμπάθεια , sympátheia, cuando somos capaces de sentir el pathos, el sufrimiento ajeno. Para mí simpatía es hacer eco de las sensaciones de otro ser, no solamente de los sufrimientos, sino también de esas otras cosas que se nos contagian, desde la risa hasta los bostezos, desde el ritmo hasta el llanto.

En casa hemos adoptado dos gatitas a quienes hemos llamado Varo y O’Keefe. Yo ya había pensado en los nombres antes de conocerlas, pero estaba dispuesta a usar otros si es que al verlas me daba cuenta de que ya tenían nombres precisos para ellas, pero no fue así. Lo que no pensé es que a la que llamamos Varo fuera a evocar tan intensamente a uno de los gatos más famosos de Remedios Varo, aquel gato naranja de su cuadro Simpatía: La rabia del gato. En este cuadro un gato ha saltado sobre la mesa volcando un vaso cuyo contenido chorrea formando un charco en el piso, un charco mucho más grande que aquello que el vaso, de tamaño regular, podía haber contenido. Algo se desborda, nos sobrepasa, nos excede. El gato mira fijamente a una mujer o, mejor dicho, a una de esas figuras andróginas que

Varo. Foto: Margarita Saona.

habitan los cuadros de Varo, y ella rasca su lomo con la mano izquierda. La mano derecha del personaje hace apenas contacto con la pata delantera izquierda del animal mientras, ambos erizados, se miran fijamente. Líneas de fuga emergen de esos puntos de contacto y de otras partes del cuerpo del personaje y de la silla que ocupa formando translúcidos engranajes y constelaciones. No sé si el cuadro me produce terror o ternura. Tal vez me produce eso que algunos llaman lo ominoso, esa sensación de que algo alienante acecha detrás de lo familiar y doméstico, esa sensación que

nos revela que sabemos menos de lo que creemos saber. Y creo que por eso amo a los gatos, porque nos revelan esa ficción de la domesticidad. Borges, en una de las frases más hermosas de su siempre hermosa prosa lo dijo de esta manera cuando su personaje, Dahlman, acaricia a un gato: “pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante”. No sé si es cierto lo de la percepción del tiempo, pero

la frase vive conmigo desde hace muchas décadas y me lleva siempre a preguntarme, como la Simpatía de Varo, por la posible porosidad de ese cristal. No es demasiado difícil comunicarnos con nuestros iguales. El portento está en ese instante en que atravesamos el cristal para tocar lo otro.

Mi gata Ava murió a los catorce años. Durante el último año sufrió de diabetes y sus riñones se fueron deteriorando. La persona más cercana a ella en la casa, mi hija Ana, se había ido a la universidad y ya no vivía con nosotros. A Ava se le dio por darnos la mano cuando se sentaba a nuestro lado mientras veíamos televisión. No lo había hecho antes, pero de pronto se volvió un hábito. Buscar nuestra mano y reposar su pata en ella. Si le hurtaba la mano para tejer, por ejemplo, me miraba con ojos desamparados hasta que volvía a poner mi mano al alcance de la suya. No sé lo que sentía Ava en esos instantes; solo sé que mi marido y yo quedábamos profundamente conmovidos, que para nosotros ese gesto era un cariño y un consuelo. Aislados los tres, la gata, mi marido y yo, nos hemos cuidado mutuamente durante este tiempo de pandemia, lejos de otras personas a las que hubiéramos querido acompañar mientras sufrían también del aislamiento, la pérdida o la enfermedad. Ava murió cuando las restricciones de viaje se redujeron y yo pude, finalmente, ir a visitar a mi madre. Me dijeron que la eutanasia fue la respuesta cuando los órganos de mi gata le estaban fallando debido a una insuficiencia cardiaca.

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Remedios Varo, Simpatía, 1955.

No había manera de no pensar en el cansado corazón de mi madre. No había manera de que no me impactara el hecho de que mi gata murió de lo que pude haber muerto yo en aquel verano de 2016 cuando mi organismo entero entró en crisis y solo las inmediatas y sofisticadísimas intervenciones médicas que recibí consiguieron salvarme.

La larga convivencia con Ava nos hizo caer en la costumbre, en la comodidad de poder casi entender sus estados de ánimo y creer que podíamos comunicarnos con ella todo lo bien que podemos comunicarnos con otros seres. La llegada de Varo y O’Keefe a nuestras vidas nos recuerda que somos otros, somos otras, somos otres, somos cosas incomunicables que ojalá en algún momento de conexión podrán sentir que aquello que nos separa se adelgaza, se hace poroso. Las gatas se esconden en el closet. Hay días que hemos llegado a pensar que las hemos soñado, que no existen, que son silenciosos espectros los que hacen desaparecer la comida cuando dejamos la habitación. Hay días en que O’Keefe se deja encontrar, tocar, acariciar, en que su

cuerpo responde frotándose contra nuestras manos, ronroneando a todo volumen en el placer del contacto. Varo, si nos ve, echa hacia atrás las orejas, no parpadea, no nos quita los ojos de encima. Siento la rabia del gato. Siento que siento su rabia. No la mía; yo quisiera invitarla al contacto. Pero siento su rabia. Creo que la entiendo. Y la dejo estar en ese rincón suyo de su propio ser inalienable.

Confío en que habrá momentos de simpatía, de resonancia, de la armonía de notas que hacen eco cuando

vibran, de mínimos portales en los que nos sintamos uno en la fracción de segundo en la que el tiempo se detiene. Confío en que en ese instante sepamos también respetar la alteridad, en que en el deseo de la unión y la armonía no pretendamos absorber al otro. Confío en que seamos capaces de entender la rabia del gato.

Margarita Saona vive en Chicago desde hace más de dos décadas y enseña literatura y estudios culturales en la Universidad de Illinois. Es la autora de Novelas familiares: figuraciones de la nación en la literatura latinoamericana (Rosario, 2004), Memory matters in transitional Peru (Londres, 2014), y Despadre: Masculinidades, travestismos y ficciones de la ley en la literatura peruana (Lima, 2021). Ha publicado tres libros de ficción breve: Comehoras (Lima, 2008), Objeto perdido (Lima, 2012) y La ciudad en que no estás (Lima, 2020). También ha publicado el poemario Corazón de hojalata/Tin heart (Chicago, 2017), con una edición de Intermezzo Tropical en 2018. Actualmente trabaja en un ensayo titulado De monstruos y cyborgs y en unas memorias multigénero sobre el transplante de corazón.

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Ava. Foto: Margarita Saona.

Bajo el halo oscuro de la modernidad: del saber eco-poético

Qué supone pensar lo ecológico desde el saber poético?

“El azul tiene la coloratura de un animal herido, dice. La escritura / es un animal herido” escribe el poeta mexicano León Plascencia Ñol en “Roca negra en lo profundo de la laguna”, poema cuya serie de variaciones rítmicas y visuales nos sitúa frente a un cenote de Bacalar del conocido paisaje turístico de la Península de Yucatán; luego añade: “Hay palabras que son como / grupos de hormigas que buscan llegar a su hogar”. De estas transparencias de su poética — en clave de imagen pictórica, fotográfica o fílmica— surge un lenguaje que se desdobla y trepita en la incertidumbre de la palabra en su proceso constante de reinvención, y desde allí, hiere la mirada, abre el ojo para revelar la vulnerabilidad de nuestro entorno natural signado además por la artificialidad que le hemos impuesto.

Al acudir a los agudos decibelios del canto de los “pájaros de la ciudad”, que además, “tienen horas de oficina”, como nos dice el poeta mexicano Jorge Gutiérrez Reyna, somos ahí

igualmente ese pájaro-mujer de “traje sastre grisáceo y tacones en manos” que grita en el fondo del autobús. Entre sus “trinados, palabras y graznidos” escuchamos la intensidad de su rabia al saberse vendida, igual que nosotros, a la artificialidad del sistema económico, político o social a la orden del día. El poeta, entonces, desde la palabra cotidiana y la ancestral busca nombrar el secreto de un acontecimiento más profundo; nombrar, por ejemplo, “el otro nombre de los árboles” y hablar así de su antigüedad en la lengua de su follaje. Esta lengua le llega de generaciones anteriores como el fluir del “lento río de los musgos” en rituales “con gritos azules de lumbre” para marcar con ella, como afirma Gutiérrez Reyna, la sincronía de los ritmos del mundo natural con la armonía de las emociones humanas (el dolor, la muerte, el amor o la nostalgia del hogar perdido).

Y es que el saber eco-poético es también una profunda reflexión sobre nuestra civilización moderna en cuyo halo oscuro se instala también las consecuencias de nuestra ceguera, el

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¿

fracaso de hacer de la tierra un mero recurso para construir el hábitat más artificial que hemos creado: la ciudad (o nuestras grandes urbes). Por ello, el poema se abre entonces como geografía de la catástrofe, la frontera distópica donde el desastre ya ocurrió, para decirlo en palabras del poeta venezolano Santiago Acosta. “Conoce los ríos más contaminados de Latinoamérica… / La ciudad deposita diariamente su ofrenda de metales y bacterias. Los habitantes le dan la espalda como cuando se ignora un ganglio enfermo o una arteria taponada”, nos dice en “Atlas”, refiriéndose al Río Guaire de Caracas. La cartografía se desdobla y nos sitúa también en el río de la Plata en Argentina, el río Negro en Brasil o el río Santiago en Jalisco, sumando diversos territorios y paisajes urbanos habitados por “montaña[s] de cubos de basura. [l]atas de atún vacías, filtros de café, pañales sucios, inyectadoras, huesos de res.” Todos, escenarios creados por nuestra maquinaria humana moderna de consumo excesivo, contaminación y decadencia.

“Todo poema es un arte botánica”, nos recuerda Marco Antonio Murillo en el “sumario de voces” y “salmos cegadores” de su poética para hablarnos de la necesidad recuperar la “sabiduría vegetal” y descubrir en esa sustancia que fluye también en nuestras arterias como el agua, el aire, los minerales o los microbios, que somos parte del mismo herbario, comunidad, ecosistema. Y como añade el poeta en sus versos, “crecer” y transformarnos requiere también vivir el dolor, o nuestra fragilidad (humana) ante la muerte, como lo hacen también “los arbustos” que se rompen “en gajos” o las “Flores que se abren por error”.

Pensar lo ecológico desde el saber poético, entonces, no es solo la exploración de un nuevo lenguaje que reconecte al lector con la tierra para crear conciencia sobre el deterioro o crisis ambiental en esta nueva era geológica del llamado Antropoceno —era en la que enfrentamos el inicio del sexto episodio de extinción masiva de especies— (Santana). Se trata también de iluminar la falsa división entre lo que llamamos “naturaleza” y “cultura”, o de repensar conceptos como “ciudad”, “nación” o “humanidad”, y con ello rechazar las diversas jerarquías y fronteras artificiales creadas por nosotros mismos.

*Los poemas incluidos en esta breve selección pertenecen a las voces literarias de escritores latinoamericanos ganadores del Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco. El premio es otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara México, bajo la dirección del Dr. Eduardo Santana. Los poetas ganadores incluyen León Plascencia Ñol (Paisajes sin habitaciones blancas, 2018), Jorge Gutiérrez Reyna (El otro nombre de los árboles, 2018), Santiago Acosta (El próximo desierto, 2018), y Marco Antonio Murillo (Quizás la creación de un jardín sea la única forma cómo podemos hablar con los muertos, 2020). A ellos se suman los narradores Brenda Becette (La parte profunda (2018), Claudia Espinosa Cabrera (Posibilidad de mundos 2019), Oswaldo Hernández Trujillo (Una ciudad para el fin del mundo 2021) y Jorge Galán (Equinoccio, 2022). Estos libros han sido publicados por la Editorial Universitaria de la Universidad de Guadalajara.

Sarli E. Mercado, Ph.D. autora de Cartografías del destierro: En torno a la poesía de Juan Gelman y Luisa Futoransky (2008), ha publicado y presentado su trabajo sobre poesía hispanoamericana contemporánea en Estados Unidos, América Latina y Europa. Es profesora en la Universidad de Wisconsin-Madison y colabora en los proyectos interdisciplinarios entre UW-Madison y el Museo de Ciencias Ambientales (MCA) de la Universidad de Guadalajara, y es co-directora del proyecto Mujeres y Traducción (4W WIT).

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León Plascencia Ñol, Paisajes sin habitaciones blancas (2018)

Roca negra en lo profundo de la laguna uno

El azul tiene la coloratura de un animal herido, dice. La escritura es un animal herido. Dos patos vuelan a ras del cenote, buscan algo de comida. Las dos jóvenes extranjeras se lanzan al agua, sumergen sus cuerpos blanquísimos. La primera

usa un bikini amarillo que refleja otro mundo. La lancha envejecida es el límite para no adentrarse más al cenote. Hay animales heridos, dice. Hay verdes que son casi amarillos. La selva es un muro. Tres hombres se lanzan al agua, se sumergen, juegan,

nadan cincuenta metros, buscan algo y luego regresan a la orilla. No debería volver a decírtelo. Escucho otros idiomas. La selva es un muro. Si quieres que vuelva, lo haré, dice. Le recomiendo el “Arroz a la tumbada”, dice. No deberían contar los gestos.

A la escultura de madera del delfín le falta una aleta, es una señal que no comprendo, dice. Escribo para encontrar ciertos gestos. Hay palabras que son como grupos de hormigas que buscan llegar a un espacio. Todo es nuevo, dice, pero no hay tiempo. Luego me arrojé a la laguna, mientras dos pájaros zureaban. No hay nuevas formas, dices, ¿y que te parece si encuentro una roca negra en lo profundo de la laguna?

dos

Los movimientos tenues de la marea alteran una forma de pensar demasiado prolija.

tres

Escribo para encontrar ciertos gestos. Hay palabras que son como grupos de hormigas que buscan llegar a su hogar. La selva es un muro. Tres hombres se lanzan al agua, nadan cincuenta metros, buscan algo y luego regresan a la orilla. No debería volver a decírtelo. Escucho otros idiomas. La selva es un muro. Si quieres que vuelva, lo haré, dice.

Todo es nuevo, dice, pero no hay tiempo. Luego me arrojé a la laguna mientras dos pájaros zureaban. No hay nuevas formas, dices, ¿y qué te parece si encuentro una roca negra en lo profundo de la laguna?

Dos patos vuelan a ras del cenote, buscan algo de comida. Los movimientos tenues de la marea alteran una forma de pensar demasiado prolija.

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&

Las montañas que pasan veloces no tienen asidero, son un grupo de palabras o un cuadro grande, hiperrealista y banal con marco de carey.

&

Nunca me interesó escribir sobre la patria, dice. Es algo difuso, inerte. Prefiero el vuelo de los cormoranes o la imagen de un neblí sangrante pero lo impide el grupo de militares en la carretera.

&

No importa nada, dices. Me causa alergia la patria, también la mirada fría de los gatos. La patria es algo sin fondo. La exhibición de un cuadro falso de un pintor novohispano es la derrota de lo real.

….

&

¿Qué se mueve entonces con el paisaje? Una sensación de rapidez, una mancha, el ocaso.

&

Te enseñaré una cosa, me dice. Mira lo más lejos que puedas: eso tampoco es la patria. ¿Entiendes lo que quiero decirte?, me susurra al oído. Quédate en el lenguaje. No hay límite.

León Plascencia Ñol (Jalisco, México, 1968). Poeta, narrador, artista visual y editor. Sus libros más recientes son Animales extranjeros (Ediciones Era, 2021, poesía) y La música del fin del mundo (Salto de página, 2020, novela). Entre sus premios está el de Internacional de Poesía Jaime Sabines 2019. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México y está traducido de manera parcial al inglés, francés, sueco, coreano y portugués.

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“Escenas movidas de algo llamado patria y una sensación difusa de melancolía”. (Haikús occidentales) Fragmentos.

Pájaros de la ciudad

Por encima del aullido de las ambulancias, la campana que anuncia al camión de la basura, el rechinido de motores y el silbato del afilador, cantan los pájaros.

Gritan los pájaros. Al igual que nosotros, han aprendido que de lunes a viernes hacen falta 70 decibelios de garganta para ahuyentar a otros machos buscapleitos, 70 decibelios para conseguir una cita con la pájara del árbol vecino.

Sólo sábados y domingos, días en que el ruido duerme hasta tarde, cantan un poco menos, por lo bajo, para curarse la ronquera. Los pájaros de la ciudad tienen un horario de oficina.

Esta mujer que grita en el autobús, traje sastre grisáceo y tacones en la mano, en otro tiempo fue un pájaro. Ha perdido las alas, el pico, los tridentes ganchudos de las garras y apunta a los pasajeros con el dedo:

“a ti y a ti y a ti también te compran...”; se la mienta al chofer que no acelera; se lamenta:

“¡lo que me han hecho durante tantos años...!”, entre lágrimas rabiosas. En sus gritos todavía se entremezclan los trinados, las palabras, los graznidos.

Gritan los pájaros y grita esta mujer desde el último asiento del autobús

Jorge Gutiérrez Reyna. Es profesor de literatura novohispana en la Facultad de Filosofía y Letras de esa misma universidad e imparte un taller de poesía en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Publicó en 2014 Óyeme con los ojos. Poesía visual novohispana (Conaculta/ La Dïéresis). En 2016 obtuvo el Premio Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por el poemario: El otro nombre de los árboles (2018).

La edad de los árboles

Al fondo del patio crece un árbol. Mucho antes de que mi abuela sembrara las primeras piedras de la casa, ya en su cumbre maduraba el vuelo de los pájaros; por sus laderas empinadas ya fluía el lento río de los musgos; y en sus faldas los faunos que pueblan la espesura de los montes celebraban ya cabrunos aquelarres. Este árbol es tan antiguo como los rebaños de tortugas que deshojan los tréboles a su alrededor.

Sus ramas secas crepitaron en el fondo del fuego circular de las fogatas que otros niños antes de nosotros encendieron para espantar el miedo o las lechuzas, brujas mentidas, ululando en la penumbra espeluznante. Los dedos nudosos de sus raíces sujetan los tesoros que mis mayores ocultaron de la tropa revolucionaria y que en la oscuridad reclaman ser desenterrados con unos gritos azules de lumbre. Al verlo mi abuela soñó con construir una casa para los hijos de sus hijos sobre el reino de secos maizales y serpientes que en torno de su tronco se extendía.

Al fondo del patio crece un árbol. Un día mi abuela, yo, esos rebaños de tortugas nos tenderemos a sus pies y en las cuencas de los cráneos y caparazones germinará la semilla de las altas hierbas. Pero las brujas seguirán acunando entre sus ramas, el oro no se liberará de la prisión de sus raíces, volverán los faunos, viejos pobladores de los cerros, y con las piedras de la casa en ruinas cercarán el fuego de sus danzas en la noche de luciérnagas. Se escuchará entonces solamente el suave silbido entre las cañas de una flauta y el árbol susurrando sus conjuros en la lengua del follaje, como un anciano que presidiera un antiguo ritual con el rostro arrugado frena a la llama de la hoguera.

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Jorge Gutiérrez Reyna , El otro nombre de los árboles, 2018

Santiago Acosta. El próximo desierto, 2019

ATLAS

1.

Este es el diagrama de un surtidor de gasolina.

Al pie de la imagen un texto explica que la boquilla de cierre automático fue diseñada en 1939 por un inventor nacido en Nueva Jersey.

El sistema es simple, pero ingenioso: conductos y pequeños orificios que juegan con el aire para detener o liberar el paso del fluido.

Recuerdo haber leído un poema acerca de espejismos provocados por las ondas de calor en una gasolinera.

Supuse que en aquel entonces las estaciones de combustible eran espacios solemnes, de rito y celebración.

Aún hoy alcanzamos a verlas, en las orillas de los ríos o sobresaliendo entre montículos de arena.

Todo paisaje es continuamente acosado por sus vidas anteriores.

Incluso el viento está colmado de espectros que pertenecen a un tiempo sin nosotros.

2.

Esta fotografía parece recortada de una vieja revista de aviación.

En el primer plano un hombre viste una chaqueta de cuero con cuello de felpa, lentes oscuros marca Persol de montura de carey, pantalones azules y botas negras.

Posa de pie, apoyando su peso en una sola pierna y sosteniendo bajo el brazo un voluminoso casco gris.

Unos pasos más atrás una mujer lo mira, la boca semi abierta pintada de rojo, un pañuelo de seda amarrado al cuello. En su mano derecha, una boquilla de combustible de cierre automático.

No aparece en la imagen ninguna aeronave. En cambio, al fondo se desborda una montaña de cubos de basura. Latas de atún vacías, filtros de café, pañales sucios, inyectadoras, huesos de res.

La expresión satisfecha del piloto, la mirada atónita de la mujer.

Muchas veces, desde las torres abandonadas del aeropuerto, he visto la anchura descolorida del vertedero cercano.

3.

Este es un folleto que lleva por título Conoce los ríos más contaminados de Latinoamérica.

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En las riberas del río Negro, en Brasil, las violentas corrientes de fósforo y mercurio han creado un paisaje inquieto, resplandeciente, que simula convulsionar ante quien lo mira.

El río Santiago, en Jalisco, serpentea a través de un corredor industrial de más de cuatrocientas fábricas. Los niños que pueblan sus riberas saben muy bien que no deben acercarse a la espuma que cada día se solidifica entre los cadáveres de los peces.

En el río Guaire, en Caracas, la ciudad deposita diariamente su ofrenda de metales y bacterias. Los habitantes le dan la espalda, como cuando se ignora un ganglio enfermo o una arteria taponada.

El Río de la Plata, en el sur, aparece en primer lugar como el río más contaminado del continente. Se ha clausurado el acceso a sus aguas, completamente cubiertas por una espesa y negra capa de aceite.

La última página del folleto enumera otros grandes ríos que ya han desaparecido o quedado reducidos a débiles arroyos polvorientos.

4.

Esta es una radiografía de dos pulmones humanos.

En el borde inferior aparece escrita la siguiente frase:

«Así comienza el 2018 — Los días pasan, la muerte queda».

Hacia el centro de la lámina puede distinguirse con claridad la sombra que hizo de ese enero un mes predecible, una mancha más —o menos— en el correr de la historia.

Las enfermedades también conforman un horizonte geológico.

Allí el cartílago fosilizado del Holoceno, aquí los huesos roídos de una época que lleva nuestro nombre.

5.

Este es un botón promocional con la siguiente consigna escrita en gruesa tipografía blanca:

NO HAY MÁS TIEMPO PARA PENSAR: DEBEMOS ACTUAR AHORA .

Como fondo, en filigrana, un logotipo verde compuesto a partir de lo que parecen dos espigas de trigo entrelazadas.

Sin duda, un vestigio de la era de la agricultura.

En esos años se creía que era normal que el clima oscilara con tanta violencia. Pronto el ciclo de sequías e inundaciones recuperaría su ritmo.

Pero nunca llegaron los planes estratégicos que se prometían cada año. De nada sirvió, tampoco, la filantropía esporádica de las últimas corporaciones.

El hambre nos dejó una honda pústula en el vientre, que continúa abriéndose y cerrándose como una planta carnívora.

Este es el único eslogan que todavía tiene alguna validez:

«Vienen tiempos feroces. Nada de lo que suponemos es cierto».

Santiago Acosta es un poeta e investigador venezolano, doctor en Culturas Latinoamericanas e Ibéricas por Columbia University. Su libro El próximo desierto (2018) resultó ganador del III Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco. Es autor de Cuaderno de otra parte (2018), el fotolibro Mañana vendrán las piedras, realizado en colaboración con el fotógrafo Efraín Vivas (2018) y Detrás de los erizos (2007).

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The Emily Dickinson’s Herbarium

Todo poema es un arte botánica. Lo dijo Emily Dickinson, o cuando menos lo pensó, mientras diseccionaba un par de versos y oía el aire tímido de Massachusetts correr entre los árboles que visitaban Main Street.

Rota alcancía de olores fue el poema, era una mañana de sabiduría vegetal: las estrofas saltaban de los espinos de la memoria y se confundían con los fantasmas del olfato.

De pronto, escribir se parecía a salirse de nuevo de la habitación (casi siempre cerrada) y encontrar alguna flor que aún hable del frío: cómo el invierno nunca muere, cómo persiste en las fibras que retuercen la primavera.

El Lilium lancifolium, por ejemplo, o lirio tigre, era como apretarse el calor en los huesos y escribir contra el herbario:

es tan poco el trabajo de la hierba, al morir debe deshacerse en fragancias que se queman dormidas.

Es tan poco el trabajo del poema que apenas si abona algo a la tierra, ese sentir que tras cada línea, cada verso recién regado, los muertos nos dan el último nervio de su juventud.

O acaso afuera de la habitación, lejos de una mesa dispuesta para la soledad, las hierbas, las plantas y los árboles sin más fruto que la muerte de la tarde, nada dicen de esta vida, sólo crecen esperando a que las estaciones o las pisadas de algún animal digan algo por ellos.

Flores que se abren por error

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Entré al jardín y vi cómo los arbustos se rompían a gajos: las pequeñas matas contra el viento torcían el tallo, y los árboles al frutar daban la pulpa del cielo o del infierno. Esa flora me recordó que al crecer la naturaleza también es tortura. Cuando la piel de la mano se pela, lo hace como un durazno; cuando corto la cabeza de un nabo, al caer escucho un golpe de hojarasca. Pedacería, como las manchas verdosas que duermen en el jardín o un herbario lleno de cuerpos florales. 2

Una tarde de abril me asomé a El Burro Culto; buscaba un tomo que me aclarase de qué especie eran las plantas que crecían en el jardín. Por un facsimilar supe de Julia Cardos Carracedo. Escritora y botánica, en 1905 publicó un cuaderno de clasificación difícil: Los frágiles hijos de la mandrágora, el cual pronto fue olvidado por la ciencia moderna. Empastado en cuero y con herbolarios relieves en el canto de las hojas, el volumen repasa la relación de la flora con el tiempo de los muertos. La sección más lograda, según el dependiente de la librería, era la tercera, donde se examinaban formas y características de algunas plantas, luego se comparaban con los óleos del sufrimiento:

POESÍA 51 CONTRATIEMPO 153
Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en la que los muertos pueden hablarnos (2020)

La fragilidad de un hombre antes de morir es la misma que la de una planta ante las diarias labores de la siega. ¿Acaso una mano cercenada no se parece al bulbo de una dalia por abrirse, y un cuerpo estirado sobre la rueca al tronco espinoso de un árbol cirio? Los oficios solares en los jardines cortan con las mismas tijeras que la muerte.

Jardines: el sol golpea la tierra y el aire disemina el buril más amarillo de su temperatura por las plantas del lugar: El anturio o lengua de fuego era la pira de bronce donde ardió San Policarpo. El corazón-herido, enredado en un roble, el suplicio de Santa Catalina. La orquídea itálica daba un cuerpo desnudo, San Sebastián a punto de ser asaetado contra un tronco. Del asfódelo brotaba el rictus de San Antonio en el exilio.

También había plantas cefalóforas: la dracula simia y las flores muertas que dejaba la boca de dragón, soles de cráneos frágiles y mandíbulas abiertas, soles muertos: tal vez querían decir un salmo, pero nadie, salvo yo escuchaba. (Cefalóforo: palabra sorda, la raíz surge del griego κεφαλής (cabeza) y φέρουν (portar)).

San Genesio, cuenta Julia, al ser decapitado al pie de una frondosa morera, tomó su cabeza por las barbas y la arrojó al Ródano. Existe una comunión entre esta muerte y la muerte de Orfeo: entre corrientes, ciclos fluviales, las cabezas aún siguen afinando el tono de su sufrimiento.

Contra los muros del jardín, las hiedras estaban bien apretadas. Me acerqué a cortarlas y mi piel preguntó: ¿Qué rencores guarda esta hiedra cuando asfixia la roca? Durante los meses del verano, troncos y tallos crecen sinuosamente, se tumoran, se ramifican, sufren la siega del clima, la soportan. Quizá plantas y santos no sólo compartan las formas del suplicio, también cierta irradiación que llega después y viene de más allá de nuestros jardines. Es la energía solar de la divina gracia; la misma luz no usada que alienta la fotosíntesis.

Marco Antonio Murillo. MFA en Creative Writing por la Universidad de Texas en El Paso. Es Autor de los poemarios Muerte de Catulo (Rojo Siena, 2013), La luz que no se cumple (Artepoética Press, 2014), Derrota de mar (Jaguar Ediciones, 2019), Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos (Editorial UDG, 2020), y La tradición del viaje a solas (Manofalsa, 2021), que es una antología de su obra publicada hasta el 2020.

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TEXIHUIZI

TECCIZTLI: caracol

HUITZILIN: colibrí

El concepto TEXIHUIZI, para esta edición de Caracol, hace referencia a un lenguaje futurista compuesto de dos palabras de origen náhuatl, tecciztli, que significa caracol y huitzilin , que alude al chupaflores, chupamirto o colibrí (“hummingbird” en inglés). La fusión de ambos animales representa la condición en la que muchos migrantes nos encontramos aquí. El caracol carga su casa a cuestas, mientras que el colibrí es el mensajero de buenos deseos y noticias positivas por lo que, de una u otra manera, este mural representa los distintos bagajes culturales.

Los elementos principales son un personaje masculino y femenino, una dualidad, que se basan en glifos aztecas y que, a su vez, son contemporáneos, ilustrados con detalles como el calzado tenis, elementos de la vestimenta y los audífonos… el futuro se compone del pasado ancestral y de un presente que teje una diversidad de historias. Aquí Huitzilopochtil ya no es el dios colibrí de la guerra, sino un migrante que no solamente se aleja de la violencia sino que, además, trata de romper su ciclo vicioso. Concretamente lo quiebra, quiebra las balas.

El artista, ilustrador y miembro del consejo editorial de Contratiempo, CHema Skandal!, hace un tributo al diseñador gráfico mexicano Eduardo Téllez Villaseñor A. (D.E.P.), quien desde los años 70 del siglo pasado retomó el simbolismo prehispánico dentro de la escuela del diseño gráfico de la nación vecina. Su colibrí Uitzilitzin, es retomado y apropiado para su incorporación en esta edición de Caracol como un homenaje a la vida y el cierre de su ciclo.

Nuestro lugar de encuentro, en el sitio mismo se plasma el juego al mezclar el idioma y la reinvención de conceptos como fruto de la migración. Caracol es un espacio diseñado y creado en 2016 por Contratiempo y un grupo de artistas liderado por Georgina Valverde, Diana Solís y José A. Terrazas que procura el estímulo y desarrollo de programas de arte y poesía en torno a la naturaleza. Está ubicado en el Burnham Wildlife Corridor Gathering Space en asociación con el Field Museum y el Chicago Park District.

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contratiempo

CHICAGO, IL., OTOÑO/INVIERNO 2022

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CONSEJO EDITORIAL

Andrea Ojeda, Catalina María Johnson, CHema Skandal!, Esmeralda M. Guerrero, Margarita Soana, Miguel Marzana, Silvia Goldman, Stephanie Manríquez

DISEÑO

Esmeralda M. Guerrero, Rogelio Vázquez (Pasante)

ARTE

CHema Skandal!

AUTORES

Arturo Cerda, Alejandro Ponce de León, Sofía Rosa, Tanja Sagredo, Carolina Sánchez, Meztli Yoali Rodríguez Aguilera, Georgina Valverde, Franchesca Portugal, Leopoldo Bello, Sandra Oviedo (ColectivoMultipolar), Sandra Treviño, Marco Escalante, Sarli E. Mercado, León Plascencia Ñol, Jorge Gutiérrez Reyna, Santiago Acosta, Marco Antonio Murillo

PORTADA

Rodrigo Oñate “Roco”

ILUSTRACIÓN

Cintia Bolio, Tanja Sagredo

IMPRESIÓN

NERO INK www.neroink.net

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