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CRÍTICA: Frágil

Frágil

Por Paloma Sainz-Aja

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Mercedes Pedroche Artificios y leopardos 36º Festival Madrid en Danza Teatros del Canal. Sala Negra, Madrid 20 de Mayo de 2021

Artificios y leopardos

Dirección, textos, coreografía e interpretación: Mercedes Pedroche. Asistente de dirección: Martina Novakova. Mirada externa: Pablo Messiez. Espacio sonoro original: Vidal, Borja Ramos. Escenografía y vestuario: Mercedes Pedroche. Diseño Iluminación: Cía. De la Luz. Iluminación y coordinación técnica: Inés de la Iglesia. Concepto escénico: Mercedes Pedroche, Felipe Caicedo.

Mercedes Pedroche lleva años demostrándonos que su trabajo es firme y convincente. Artificios y leopardos es la pieza que presenta en el festival de danza madrileño en su 36 edición. La Sala Negra de los Teatros del Canal se llena con este solo de movimientos precisos que evidencian un perfecto dominio corporal en un espacio escénico limpio y ordenado. A través de una poderosa música original que va llenando el alma, Mercedes Pedroche se mueve como un leopardo enjaulado, con toda su potencia física, con toda su belleza, pero encerrada ente dieciséis pies de micrófono situados exactamente a la misma distancia unos de otros dibujando una matriz cuadrada. Al lado de cada uno de ellos descansan un bote de talco, unas rodilleras y una botella de agua, elementos todos ellos que adquieren gran protagonismo por culpa de la muy acertada iluminación, que ofrece poesía y quietud sobre el escenario. La propuesta de Pedroche es majestuosa a través de una idea que ella misma nos traslada. Qué pasaría si, un buen día, comenzaras a vivir tu vida desde el principio, con los mismos pensamientos, el mismo dolor, el mismo placer, todo igual. Vivir las mismas sensaciones una y otra vez. Inspirada en El mito de Sísifo de Albert Camus y el amor fati de Nietzsche, Artificios y leopardos hace reflexionar al espectador. En el ensayo de Camus, Sísifo representa el esfuerzo incesante e inútil del hombre. Quizá la vida del hombre es insignificante y no posee más valor que el que cada uno le da o cree que tiene. La capacidad de elección del hombre frente a su propia existencia. A través de ese momento mágico en el que se inicia una danza improvisada entre Pedroche y una persona del público, la pieza, también hace sentir. Pedroche lo consigue. Consigue introducir al espectador en la obra, haciéndolo partícipe de sus reflexiones. Consigue con facilidad que nos sintamos libres. Y, ante todo, consigue hacernos ver que, a pesar de la imagen de fortaleza que refleja un leopardo, a pesar de que uno pueda subir la montaña con la piedra cargada una y mil veces, uno se puede sentir sumamente frágil únicamente por verse atrapado. Pero ella consigue romper esa matriz perfecta y cuidadosamente dispuesta, y alcanzar la libertad. Y si en ¡Danzad, danzad malditos! de Sidney Pollack la miseria se convierte en humillante espectáculo, sin duda Pedroche consigue con la danza todo lo contrario, romper con esa vida encerrada en una jaula, haciendo que el público baile libremente en el escenario bajo la fuerza de una Janis Joplin en los oídos, que viene que ni pintada como cierre del espectáculo.