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DANIEL FORTETE

El Torneo Olímpico de Fútbol se convirtió en algo más que una mera competición del Hemisferio Norte cuando hizo su memorable debut un equipo sudamericano: la talentosa y extraordinaria escuadra de Uruguay.

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El fútbol internacional vistió un nuevo atuendo. Desconocido en esta orilla del Atlántico, Uruguay pasó a ser muy rápidamente la sensación del torneo al arrollar a Yugoslavia en el primer partido por 7 a 0, en el cual el dúo letal Pedro Cea y Pedro Petrone sacó a relucir por primera vez su terrible arma definidora con dos goles cada uno.

El legendario centrocampista José Leandro Andrade, el primer jugador apodado “La Perla Negra” (Pelé fue el segundo), fue el cerebro del armado ofensivo del once charrúa. Con su extraordinaria capacidad de liderazgo y con un fútbol que encandiló al más pintado, paso a paso, gol a gol, la Celeste fue superando adversarios -EEUU (3 a 0, con dos goles de Petrone), Francia (5 a 1) y Holanda (2 a 1) en las semifinales- hasta llegar a la final, donde se enfrentó a Suiza.

Recordamos un nuevo aniversario de las medallas doradas conseguidas por Uruguay.

Tras perder la semifinal, los holandeses protestaron contra la decisión de un penal que decretó la victoria uruguaya. Los holandeses quedaron afuera y Uruguay protestó, a su vez, contra la decisión del Comité Olímpico de nombrar a un árbitro holandés para dirigir la final. Para apaciguar los ánimos de los sudamericanos, el Comité Olímpico hizo un sorteo y sacó de un sombrero el nombre del árbitro de la final, el francés Marcel Slawick.

En la otra semifinal, Suiza batió por 2 a 1 a Suecia, con dos goles de Max Abegglen, pero la selección helvética casi queda fuera del torneo por falta de finanzas. El pasaje de retorno en tren de los suizos tenía sólo una validez de diez días y, además, se habían quedado sin dinero para alargar su estadía. Un llamado del diario “Sport” a sus lectores aportó los fondos necesarios. No obstante, el dinero no les ayudó a comprar la felicidad y la victoria.

Uruguay se adelantó 1 a 0 en el primer tiempo y liquidó el pleito con un score final de 3 a 0, consiguiendo la medalla de oro ante 40,500 entusiastas espectadores en el estadio Colombes. 10,000 hinchas tuvieron que quedarse afuera por falta de espacio. El autor del primer gol fue Petrone; Cea y Angel Romano hicieron los otros dos en la segunda parte. Suecia tuvo que jugar un segundo partido por el tercer puesto tras empatar a uno con los holandeses. En el choque decisivo, los nórdicos ganaron por 3 goles a 1, anotando Sven Rydell dos de ellos.

Si hubo alguna duda en cuanto a la supremacía charrúa en los Juegos Olímpicos de 1924, ésta se disipó cuatro años más tarde, cuando los sudamericanos se ciñeron la corona por segunda vez consecutiva. En el plantel uruguayo figuraban ocho titulares del conjunto de 1924, entre ellos Andrade, José Nasazzi y Héctor Scarone.

En este olímpico, se disputaron varios partidos memorables, particularmente los jugados por la escuadra italiana. Derrotaron a Francia por 4 a 3 en un choque altamente emocionante y combatido, vapulearon a España por 7 a 1 en la repetición de los cuartos de final que fue necesaria tras un primer partido con paridad a uno. Italia fue detenida por los futuros campeones en la semifinal, perdiendo por 3 a 2. Pedro Cea, Antonio Campolo y Scarone fueron los goleadores uruguayos.

Uno de los otros equipos sudamericanos en el torneo -Argentina- borró del terreno de juego a un inexpresivo EEUU por 11 a 2, con tres tantos de Roberto Cherro y cuatro de Domingo Tarasconi como fundamento de la alta victoria. Luego eliminó a Bélgica en los cuartos de final y venció a Egipto por 6 a 0 en las semifinales. Tarasconi obtuvo la corona de máximo goleador con once tantos.

Dos años más tarde, los mismos dos conjuntos se enfrentarían nuevamente en otra final de una competición internacional -el primer Campeonato del Mundo- en Montevideo, ganando de nuevo el dueño de casa que establecía así una increíble tripleta de prestigiosos títulos mundiales en un lapso de seis años.

Italia se llevó la medalla de bronce tras desbaratar a Egipto por 11 a 3 en un partido con una rareza futbolística insólita: una tripleta de tripletas anotadas por Angelo Schiavio, Elvio Banchero y Mario Magnozzi.

Aunque no en forma tan espectacular como sus vecinos, también Uruguay se quitó de por delante a Holanda (2 a 0), Alemania (4 a 1) e Italia (3 a 2) en las semifinales.

En la primera final puramente sudamericana de la historia olímpica, Uruguay y Argentina empataron a uno. Tres días más tarde, en el partido de repetición dirigido por un holandés (¿recuerdan 1924?), Uruguay -que utilizó cinco jugadores frescos- se impuso finalmente gracias a un gol de contragolpe de Scarone. Roberto Figueroa anotó el primer tanto uruguayo, mientras que Luis Monti, quien fuera luego titular de la selección argentina en el Campeonato Mundial 1930 antes de integrar la selección nacional italiana en 1934, igualó la contienda, que fue liquidada definitivamente por Scarone.