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SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

“Francisca es una presencia silenciosa pero sumamente fecunda y lo que nos deja para nosotras es que lo esencial no son la cantidad de cosas que hagamos, sino el cómo las hagamos”, asegura la Hna. Nora Azanza, superiora del Instituto de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, fundado por la primera santa uruguaya canonizada el 15 de mayo.

Su capacidad de ir al encuentro de un modo sencillo y afable para conducir a las personas a Dios fue lo que llevó a los altares a esta mujer de valientes opciones, que adoptó a Uruguay como su tierra de misión y la patria donde eligió morir, y cuya hoja de vida revela un fuerte y decisivo vínculo con Don Bosco.

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¿Quién es santa María Francisca de Jesús y cuál es el legado que les deja a las Hermanas

de su Instituto?

Francisca es una presencia silenciosa pero sumamente fecunda y lo que nos deja para nosotras es que lo esencial no son la cantidad de cosas que hagamos, sino el cómo las hagamos, ser mujeres consagradas que saben escuchar, transmitir con su vida paz, que tienen una palabra de consuelo… Es una mujer, cristiana, consagrada, mujer de su tiempo, inserta en el mundo, pero no mundana, mujer de grandes, valientes, atrevidas y santas opciones, que se caracteriza por ser materna y afable, por ser firme en sus decisiones, por pedir consejos a gente prudente, a ser perseverante en lo que decide, de un temperamento alegre, trato amable, es una persona atrayente, de una fe intensa, con una gran sabiduría para gobernar, siempre trabajando a la par de sus hermanas y los laicos, una mujer con los pies en la tierra. Ella ve y hace, no es de planificar o de grandes proyectos, siempre confiada en la Providencia de Dios que nunca le faltó. Como nos pasa también a nosotras hoy. Lo que la lleva a ser santa es esa capacidad de crear encuentro y vínculo con los hermanos para llevarlos a Dios. A veces se piensa que la fecundidad de una persona es por la cantidad de obras y, sin embargo, la santidad y la fecundidad surgen en la medida en que se puede cultivar en el corazón una presencia de Dios grande y, como un canal, eso se transmite a los otros, no se necesitan gestos muy extraordinarios, en ocasiones basta una sonrisa, un mensaje de whatsapp, una llamada telefónica, una buena palabra y hacerlo con toda la pasión de nuestro corazón.

¿Cómo una mujer oriunda de Italia llega a ser la primera santa de Uruguay?

Francisca es una santa uruguaya, bien uruguaya, porque amó este país, lo consideraba su segunda patria y la patria además de ser un lugar geográfico, es donde uno puede desplegar sus alas al viento del Espíritu. Y eso fue lo que Francisca hizo acá, en estas tierras, caminando por nuestras calles, recorriendo nuestros barrios, y lo hizo con su estilo de mujer y, tal vez, no solo la Iglesia uruguaya, sino toda la Iglesia está necesitando ser rostro femenino que también es el rostro de Dios, que se complementa muy bien con el rostro masculino. No importa si es la primera santa, mi invitación profunda a todos los uruguayos es que puedan sentir este regalo que Dios hace a este país, en este momento de la historia, con las situaciones concretas que se están viviendo, con una intercesora para toda la Iglesia, pero, especialmente, para nosotros, los que vivimos y habitamos esta tierra. En la piedad popular siempre fue considerada santa, las personas que se acercan al santuario dicen “vengo a ver a mi santita” y se van con el corazón con mucha paz. Creo que es la Gracia que puede realizar frecuentemente además de otras muchas gracias, como curaciones, embarazos, que se encuentre trabajo, resuelve situaciones familiares. Que la Iglesia la proclame como la primera santa uruguaya es una Palabra de Dios que ojalá podamos leerla, escucharla y sobre todo demos gracias.

EL INFLUJO DE DON BOSCO

¿Cómo fue el vínculo que surgió entre Francisca y el fundador de los salesianos?

Me animaría a describir el vínculo entre Francisca y Don Bosco como muy afectivo, muy humano, muy del Espíritu, él la llamaba mi Marietina. Francisca se llamaba Ana María y llega a Turín en el año 1862 después de haber perdido a casi toda su familia, y se instala en la casa de su hermana mayor casada con un inge

niero, pero desde allí ella siente la profunda necesidad de tener una vida más independiente, por eso se va a trabajar con una rica condesa. Es el tiempo donde Don Bosco está en la plenitud de sus oratorios y su primera opción fundante es colaborar con él en esa obra con los chicos que venían de la ciudad al campo y eran sumamente explotados en su condición de trabajadores y en su estilo de vida. Francisca se siente caminar al lado de Don Bosco, quien vio en ella a una genial catequista. Él tuvo un papel decisivo en su discernimiento religioso porque ella no pensaba hacerse religiosa aunque había consagrado su vida a Dios en Carmagnola porque después de todas las pérdidas de su vida tenía dos opciones: pasar la vida amargada preguntándose por qué o entregar todo su corazón a Dios y encontrarle el para qué de todas estas pérdidas. Cuando ella va a Turín, a los 20 años, empieza a encontrar este para qué y entonces la primera figura que aparece es la de Don Bosco con su trabajo incansable y con las muchas contrariedades que sabemos que tuvo que enfrentar, y se le puso al lado con la discreción, la prudencia, la amabilidad, la ternura que siempre caracterizó a esta joven. Cuando la invitan a formar parte de este nuevo Instituto que está por nacer ella le consulta a Don Bosco y él la anima y le dice: “Mira, Marietina, es voluntad de Dios que vayas, y ve tranquila porque tu comunidad va a permanecer en el tiempo, nunca te va a faltar nada porque mis hermanos (sus hijos, los salesianos) siempre van a estar cerca de ustedes y además te digo que vas a morir en tierra extranjera”. Estas profecías de Don Bosco hacia su querida Marietina se cumplieron por lo largo y lo ancho. Es una cosa muy especial que nosotras, las hermanas capuchinas, a lo largo de nuestra historia en América Latina, sobre todo, estuvimos muy acompañadas por los salesianos, ellos fueron nuestros capellanes, nuestros confesores, los que nos ayudaban en la obra educativa, y nuestras líneas pedagógicas educativas tienen mucho que ver con el método preventivo de Don Bosco, no tal cual la letra porque después nosotras también somos de raíces franciscanas capuchinas, pero creo que él sin lugar a dudas marcó la vida de Ana María con este fuerte deseo de atender a los jóvenes más abandonados y educarlos para promoverlos de modo que pudieran dignificar su vida y que la sociedad también respetara esa dignidad. Hay un hecho muy claro, que a mí me conmueve, y es que Ana María, convertida ya en Francisca, cuando escribe a un grupo de hermanas que están trabajando en los primeros talleres y oratorios acá en América Latina, concretamente aquí en Belvedere, les pone que la misión es cuidar, cultivar esos corazones jóvenes que Dios les confía para que sean el honor de la Iglesia y de la patria. Esa frase es casi una réplica de la famosa expresión de Don Bosco de formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Por lo tanto, nuestro carisma tiene una gran consonancia con el salesiano aunque el Instituto que ella funda abarca también otras ramas como la de la salud, y específicamente, el trabajo con los pobres.

¿Cuál fue el aporte de Francisca a

Uruguay?

Lo que aporta Francisca al Uruguay (así como a Argentina) con su llegada hace 127 años, son tres ejes fundantes: la educación, la salud y la promoción, especialmente para aquellos más vulnerables (ubicados en la periferia) con quienes se encontraba. Tanto Uruguay como Argentina estaban constituyéndose como naciones y estaba todo para hacer y ella, que no es mujer de palabra sino de manos a la obra, pienso que fue, junto con los políticos y todos los otros grandes hombres y mujeres, una colaboradora desde su identidad, no solo femenina, sino con este carisma que Dios le había dado desde la sencillez, la humildad, el trabajo con los pequeños, de estar en los barrios marginales. Y ese es el aporte que nos deja a nosotros como herencia. Nosotras tenemos que seguir caminando en este estilo de vida donde la unidad sea una luz, siendo sencillas y las hermanas en medio del pueblo.

El santuario de la santa Madre

Francisca de Jesús se encuentra

en Carlos Ma. Ramírez 56, Mon

tevideo.

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