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AQUÍ Y AHORA

Lo primero es escuchar

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“Gracias a Dios he estado cerca y he tenido la posibilidad de acompañar a jóvenes que han ido tomando distintas opciones en clave de diversidad sexual, y lo más hermoso es descubrir que Él actúa realmente en todas las personas, que quien realmente le abre su existencia encuentra un sentido, un camino de santidad”, afirma Francisco “Pancho” Lezama, Salesiano de Don Bosco y sacerdote.

Abordar la diversidad en clave cristiana y salesiana es, según Lezama, “poder estar cerca y hacer presente a Dios y el Evangelio en toda situación”. En ese sentido, dice que lo asocia a un concepto que expresó el Papa Francisco hace unos años en la Jornada Mundial de la Juventud cuando habló de “asumir la vida como viene”. “Eso es muy cristiano y muy salesiano: recibir, acoger la vida como viene, tener los pies en la tierra, no pararse desde ideas ni desde preconceptos, con realismo conectar con la vida propia, con las instituciones y sobre todo con las personas con las que una se va encontrando”.

Junto con asumir la vida como viene, el P. Lezama menciona otro concepto que le ha ayudado pastoralmente y es “reconocer el misterio que es cada persona”. “Se puede expresar con el signo bíblico del libro del Éxodo, cuando Moisés se saca las sandalias para acercarse a la tierra sagrada. Se trata de reconocer que la vida de cada persona es una tierra sagrada en la que uno tiene que descalzarse porque está delante de un misterio”, explica.

En definitiva tiene que ver, afirma, con ponerse en los zapatos del otro –la tan manida empatía–, despojarse de lo que traigo, de prejuicios, de ideas para mirar la vida como el otro la vive.

En ese sentido, celebra que hay muchas comunidades juveniles pero también adultas, que están siendo capaces de recibir a las personas de la comunidad LGTB que quieren profundizar su fe y vivir la experiencia del Evangelio. “En otras no es sencillo”, agrega y reflexiona: “Ojalá que todos podamos ir caminando hacia un estilo de comunidades como el que Jesús propone”.

Consultado sobre la actitud que debe tomar la comunidad cristiana frente a estas personas, Lezama cita las tres palabras que el Catecismo de la Iglesia Católica nos pide: respeto, compasión y delicadeza. “Esas tres palabras nos marcan una actitud de base que todos estamos invitados a vivir”, señala.

En este sentido recuerda la polémica afirmación del Papa cuando dijo: “¿Quién soy yo para juzgar?”, en relación a las personas homosexuales. “El respeto pasa por ahí, por recibir la vida del otro como es, y después se hace concreto en la manera en como uno los recibe y acompaña”, puntualiza.

La compasión implica reconocer que las personas homosexuales o de otras minorías sexuales “pasan por situaciones complicadas”. “Y en ese sentido como cristianos y en una perspectiva de Evangelio no podemos permanecer indiferentes ante las realidades del acoso, del bullying, de la violencia homofóbica. Tengo 42 años y me crie con chistes que hoy no admito, pero que tienen que ver con una cultura que se nos ha ido colando. Tenemos que hacer autocrítica”, reafirma.

También aclara que, como adulto y cura que acompaña a las personas en sus búsquedas, cree que puede aportar una visión distinta en muchas cosas. “Pero reconozco que lo primero es escuchar, porque Dios va trabajando también en mi vida a

partir de las personas que acompaño y ahí he encontrado una gran riqueza que me ha permitido enriquecer mi mirada”, señala.

Por último, para explicar la delicadeza que el Catecismo nos pide, afirma que para los católicos es “una obligación, un mandato de Jesús, hacer que nuestras comunidades sean lugares donde todas las personas se puedan sentir bien recibidas”.

En su opinión, como Iglesia “nos hemos mostrado muy 'obsesionados', según la expresión del Papa Francisco, con un par de temas… Y hemos postergado otras cuestiones que también forman parte del camino del Reino de Dios. Esto no nos ayuda a ser fieles al Evangelio”. “Jesús no andaba por la vida señalándole los límites o el pecado a la gente con la que se encontraba… por supuesto que invita a alejarse del mal y abrazarse al bien, pero nunca ponía en primer plano la realidad más complicada de las personas. Por eso es tan contundente con lo de 'No juzguen'. El único pecado que Jesús señalaba con claridad todo el tiempo era la hipocresía, pero incluso cuando se encontraba con pecadores públicos, que todo el mundo sabía que estaban en una situación irregular frente a la ley de Dios, Jesús era capaz antes que nada de recibirlos, para alentarlos a dar pasos hacia la Vida”.

Mujeres protagonistas

Y si de buscar una sociedad más justa y una Iglesia más inclusiva se trata, hay mucho trabajo por hacer para que las mujeres tengan más espacio y puedan hacer sus aportes. En ese sentido, el P. Lezama cuenta que le ayudó leer hace unos años un documento redactado por comisiones de la Conferencia Episcopal Argentina, en el que planteaban la importancia de reconocer en la perspectiva de género una herramienta que ayuda a comprender estas desigualdades que se han ido generando a lo largo de la historia. “En este tema, el gran problema, no solo en la Iglesia, sino en la sociedad, ha sido el silenciamiento de las mujeres”.

Como cuestión “de pique”, el cura menciona que, a lo largo de la historia, la cultura en la que la Iglesia ha vivido ha influido en la manera en que se han organizado los espacios de decisión en la Iglesia, la manera en la que se gestiona el poder.

Al respecto Lezama “no duda” de que Dios llama a la Iglesia a buscar que el aporte femenino sea cada vez más significativo e incisivo. “Los últimos papas han dado pasos en ese sentido. En el Vaticano han entrado mujeres a trabajar en espacios que estuvieron toda la vida reservados a hombres, pero todavía son excepciones”, reconoce. A nivel local, en las diócesis y en las parroquias, se va más rápido pese a que afirma que hay que seguir avanzando.

Cuando se le pregunta por la actitud que deben asumir los hombres frente a este tema, Lezama dice: “Lo primero que tenemos que hacer los varones es callarnos para escuchar, dar espacio, corrernos de algunos lugares donde el peso de siglos nos ha puesto en una situación que es de privilegio. Implica convertirnos a una mirada más parecida a la de Jesús y en ese sentido dar espacios para cambios que tienen que tener como protagonistas a las mujeres”.

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