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Contemplar la realidad en su diversidad

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Estamos en primavera, el empo del renacer, el empo en el que todo aquello que estaba dormido durante el invierno comienza a despertar a la vida. Caminar y contemplar es algo a lo que este empo nos invita. Todos nuestros sendos se sienten atraídos por la naturaleza con sus variados colores, texturas, aromas… y la vida… vida que explota en cada brote. Cómo no dar gracias a Dios Padre Creador, que con tanto amor preparó este maravilloso jardín que nos acoge.

Pero para contemplar hay que saber hacer una pausa en medio de la vorágine de nuestras vidas, saber detenerse, acallar tantas voces, tantos ruidos, que se nos han ido internalizando y que nos distraen, nos dispersan, nos aturden, y no nos dejan hacer contacto con ese canto a la vida que brota.

Al animarnos a contemplar, un universo nuevo se nos abre. Cómo no disfrutar de un día de sol, de una caminata en el césped, o del viento que nos susurra en la arena. ¿Te pusiste a pensar qué te provocan estas experiencias? ¿O será algo más de tu diario vivir… otra cosa en la apretada agenda?

Detenerse, acallar, contemplar. La naturaleza nos impacta con su diversidad de colores, de formas, de aromas. No hay una flor idénca a la otra por más que sean de la misma especie, porque el lugar en el que está, las condiciones en las que vive, hacen que ella sea especial. Y pensar que nosotros muchas veces buscamos lo uniforme, lo idénco, lo homogéneo. Pareciera que todo lo quisiéramos encasillar, delimitar, equetar. Que todo debiera entrar en nuestros precisos parámetros. La vida rompe nuestros esquemas y nos invita a mirar más allá. A descubrir lo propio en la variedad, a gozar con lo que aporta lo diferente, a descubrir que en la diversidad se da la riqueza. Todo ene algún aspecto de novedad, todo enriquece el paisaje, y sin su aporte el paisaje no sería el mismo, no tendría la misma belleza. Lo decimos muy fácilmente, pero cómo nos cuesta vivirlo, especialmente cuando lo llevamos a nuestro codiano. No siempre miramos al otro descubriendo su originalidad, su belleza profunda. Muchas veces en nuestras relaciones queremos que todos miren como uno, caminen como uno, piensen como uno, y olvidamos esto tan simple y tan grande a la vez: cada uno fue llamado a la vida para aportar su don específico, y descubrirlo es parte del camino, valorarlo es parte de esa sabiduría escondida de la vida. Contemplar la realidad en su diversidad, nos invita a abrirnos a acoger la realidad con todo lo que ella trae y regala. Nos desaa a buscar la manera de interactuar sin exigir, de armonizar sin imponer, de integrar sin separar. No renuncio a ser yo mismo por acoger al otro como el otro es, sino que aprendo a ser con el otro y nos enriquecemos con lo que cada uno somos y aportamos.

Laura Guisado hma