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NOS MUEVE LA ESPERANZA

Tiene 85 años de edad y 60 de vida religiosa. Vive en el Aspirantado de las Hijas de María Auxiliadora en Colón con la Comunidad de Hermanas y dos jóvenes.

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¿Qué le hace feliz?

Ser religiosa salesiana.

¿Qué es lo primero que piensa cuando se levanta?

Bendigo y agradezco al Señor y hago la señal de la cruz.

¿Qué cosas le cuesta perdonar?

Que hay personas que maltratan a sus semejantes.

¿Cuál es su mayor miedo?

A la tormenta eléctrica y viento; creo que se debe a una experiencia enorme que tuve, al producirse una cola de ciclón que destruyó muchas cosas en la noche.

Si tuviera que elegir un acontecimiento que la marcó, ¿cuál sería?

El llamado de Dios a la vida religiosa, el 6 de enero de 1957. Fue algo muy fuerte y hermoso.

¿A quién admira?

A mis padres y a todos los que tienen la misión de educar.

Si pudiera volvería a…

Ser Hija de María Auxiliadora.

Qué bueno que decidí…

Seguir al Señor.

¿Qué le recomendaría a una religiosa joven luego de tantos años de experiencia, en un momento de crisis de fe o de vocación?

Que no tenga miedo. El Señor vino al mundo para atraernos a Él. Siempre está presente. Acude a Él y a su Madre con total confianza y tendrás una gran paz y seguridad.

¿Qué sueña para esta etapa de la vida?

Lo que estoy viviendo en Comunidad: paz, alegría, confianza y seguridad en Dios y en su Madre Santísima.

A su parecer ¿cuáles son los principales desafíos que afrontan las Hijas de María Auxiliadora en Uruguay?

El compromiso de vivir a fondo la educación entre niños y jóvenes.

¿Qué huella le gustaría dejar?

Sencillez, alegría, amor.

¿Qué es lo que más disfruta de ser Hija de María Auxiliadora?

La vida comunitaria, el contacto con niños y jóvenes y la entrega con alegría.

Tiene 82 años de edad y 50 años de sacerdocio. Es Salesiano de Don Bosco, referente en el Hogar Mamá Margarita y párroco en la Catedral Armenia Católica ubicada en el barrio del Prado.

¿Qué le hace feliz?

Que a pesar de mis 82 años puedo seguir dando y recibiendo la felicidad de cada día y de tantos que hoy necesitan de un acompañamiento.

¿Qué es lo primero que piensa cuando se levanta?

Cada mañana agradezco el nuevo día, sintiéndome muy feliz y agradecido a Dios y a Don Bosco.

Si tuviera que elegir un acontecimiento que lo marcó, ¿cuál sería?

Cuando éramos niños con mis hermanos, cómo nos atendían en el oratorio del Colegio salesiano de La Divina Providencia.

¿A quién admira?

A Don Bosco.

Si pudiera volvería a…

A mi infancia, cuando los Salesianos de "antes", nos atendían y educaron como honrados ciudadanos y buenos cristianos.

Qué bueno que decidí…

Ser sacerdote.

¿Cuál fue el hecho más significativo en sus 50 años de sacerdocio?

La centralidad en cada día de la celebración de la Eucaristía, vivirla y hacerla vivir junto a la presencia viva de María Auxiliadora.

¿Qué sueña para esta etapa de la vida?

Lo que me resta de vida, deseo ser un Salesiano como Don Bosco, alegre, y entregado a lo que Dios disponga de mi vida.

A su parecer ¿cuáles son los principales desafíos que afronta la Congregación en Uruguay?

Que los jóvenes encuentren también en el sacerdocio la realización de sus vidas.

¿Qué huella le gustaría dejar?

Después de 50 años, estoy convencido de que no son los éxitos los que llenan nuestra vida, sino el seguimiento de Jesús, es decir, vale la pena gastar la vida por Cristo.

¿Qué es lo que más disfruta de ser Salesiano de Don Bosco?

Algo que tantas veces digo, que, si cien veces naciese, cien veces me haría Salesiano y sacerdote, y lo digo de verdad, no por sentimiento. ¡Viva María Auxiliadora! ¡Viva Don Bosco!