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Retos del nuevo año

EN LA PÁGINA ANTERIOR: Una clase de niños y niñas en una escuela salesiana en Ghana.

JUNTO A ESTAS LINEAS: Una niña muestra orgullosa sus tareas a las puertas de la escuela salesiana a la que asiste en Sierra Leona.

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de Don Bosco, continúa siendo una respuesta actual, real y exitosa ante los problemas del mundo, como lo demuestran cientos de casos que experimentan a diario los misioneros salesianos.

Mariatzu, por ejemplo, era una niña de 10 años cuando acudía cada día al modesto recinto escolar de su aldea en Sierra Leona. Nunca asistió a clase como alumna porque era huérfana de madre y tenía que cuidar a sus hermanos pequeños y hacer las tareas de su humilde vivienda. Sin embargo, siempre que podía escuchaba las clases desde fuera, al otro lado de la ventana sin cristales.

Un día, un misionero salesiano se le acercó y le preguntó que por qué no iba a la escuela con el resto de niños y niñas. Ella dijo que el trabajo de su padre no le daba para pagar y que tenía que atender la casa y a sus hermanos. El salesiano y varios voluntarios se ofrecieron a enseñarla a leer y a escribir y le garantizaron que harían todo lo posible para que al curso siguiente pudiera asistir a clase.

Las ganas de aprender de Mariatzu la convirtieron en la alumna con las mejores notas en Secundaria. Aprobó los exámenes estatales y pudo estudiar en la universidad. Gracias a la educación, pero, sobre todo, a su sacrificio y a las ganas de aprender, la joven contribuyó a que su familia abandonase el círculo de pobreza y a que sus hermanos pequeños también fueran a la escuela.

Mariatzu representa uno de los miles de casos de niños y niñas más desfavorecidos que atienden los misioneros salesianos y a los que, gra- cias a la educación de Don Bosco, cada año les cambia el futuro y se convierten en protagonistas de sus vidas.

Esperanza

Por eso, este año seguiremos al lado de los más desfavorecidos ofreciendo paz, esperanza, ayuda y educación. Continuaremos rescatando y ofreciendo un refugio a los niños en situación de calle; sacando de la prostitución a cientos de niñas y adolescentes; acogiendo, protegiendo y acompañando a los refugiados en diversos países; preocupándonos por los menores en conflicto con la ley que cumplen condena en cárceles de adultos; atendiendo a los menores huérfanos víctimas de los conflictos armados y ofreciéndoles espacios seguros de ocio para su educación…

Pero como no lo podemos hacer solos, para nosotros la generosidad de miles de personas que nos ayudan cada día es la providencia que hace posible el milagro de que los misioneros salesianos puedan atender, cuidar y educar a quienes más lo necesitan. Muchas gracias por el compromiso de estar con nosotros para mantener vivo durante todo el año el reto de seguir ayudando a quienes menos tienen.

Más información en: www.misionessalesianas.org

Me he puesto a buscar en internet las expectativas que aparecen para el nuevo año y me he quedado inquieto al comprobar que casi, en exclusiva, se habla de las expectativas económicas. Ciertamente nos encontramos en un momento difícil, pues la actual situación económica se encuentra en una fuerte crisis.

No podemos dudar de que la economía es un factor importante en la sociedad, pero no es el primero en la vida. La economía debe ser siempre un factor dependiente, pues cuando se convierte en el valor absoluto desenfoca lo que es prioritario para la vida feliz y la convivencia humana.

Todo año nuevo trae consigo la aspiración, en el corazón de todo ser humano, de felicidad personal y de que aumente el bienestar para todos. Nuestras más importantes aspiraciones deben siempre ir dirigidas a una vida humana feliz y en plenitud.

También es bueno que nos preguntemos: ¿Cuáles son las expectativas sociales, políticas, religiosas que tenemos? ¿Dónde colocamos las expectativas sobre el crecimiento en valores, como la paz?

Una buena expectativa para este año es que crezcamos en fraternidad y que logremos ser una gran familia humana. Esto no es utopía cuando lo enfocamos desde Dios, quien nos ha creado a su imagen y semejanza, haciéndonos sus hijos y, consecuentemente, hermanos.

Aspiremos a que en el nuevo año haya paz, a que crezca la calidad de vida, especialmente en su nivel familiar y que trabajemos para conseguirlo.

Pongamos entre nuestros compromisos de este año crecer en solidaridad y compartir nuestros bienes con los más necesitados, tanto con los más cercanos como con los de países empobrecidos.

¡Feliz año nuevo para todos!

Educar en esta ética del cuidado en clave evangélica es todo un reto pastoral. Acompañar hacia la adultez creyente es acompañar cristianos que entiendan vitalmente que hay más alegría en dar que en recibir (cfr. Hch 20, 35), que la renuncia a uno mismo es poner a mi hermano herido y abandonado en el centro y cuidarlo como yo me siento cuidado y amado por Dios mismo, dejando que su Espíritu hable por mi boca y se exprese a través de mis manos que sanan y abrazan. Pura gracia que cicatriza heridas y alienta la esperanza, también en el corazón del sanador. Por eso hemos querido dedicar este número de Misión Joven a la ética del cuidado. Cuatro reflexiones nos ayudan, des-