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Baloncesto y racismo enraizada

Los jugadores de la NBA han levantado la voz (y hasta han dejado de botar el balón) como reflejo de unas protestas sociales que sacudieron a todo el país tras el asesinato el 25 de mayo de 2020 del ciudadano negro George Floyd por un policía .

Este juego entre el baloncesto y racismo viaja desde la Liga universitaria, un negocio en el que cientos de jugadores, la mayoría negros, son becados por su condición física para convertirse, sin cobrar, en el centro de un enorme movimiento de dinero en el que su futuro educativo no importa, lo que solo afecta a estos jugadores por el esteriotipo de que las personas de color solo juegan bien y solo deberian dedicarse al deporte. hasta el Black Lives Matter y los tantos casos de jugadores que relatan sus experiencias de ser detenidos por la policía solo por ser considerados sospechosos por su color de piel.

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Los propios jugadores afrodescendientes son conscientes de que, aunque hoy el número de jugadores de piel negra es muy alto, han tenido que hacer frente a muchos más obstáculos que los baloncestistas blancos. “Cuando te levantas y eres negro sabes que por cada paso que dé cualquiera tú tienes que dar cinco más. Sabes que tienes que recorrer diez yardas más para llegar a donde quieres llegar”, señalaba LeBron James .

Ya antes Donald Sterling, millonario dueño de los Clippers, había sido vetado por la Liga por unos comentarios racistas, convirtiéndose en el primer despido por este motivo en la competición más reluciente. El asesinato de Floyd, y otros posteriores, supuso más que unos jugadores arrodillados contra la violencia policial hacia los negros.

La competición estuvo a punto de no poder reanudarse y muchas estrellas de la mejor Liga del mundo compartieron en sus redes sociales al público sus miedos cuando salen a la calle solo por el color de su piel.

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