¡Creo! Cofrades en la Fe

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La vida en Cristo

FRANCISCO LÉON GARCÍA, Pbro. Párroco de Santa Marta de Martos (Jaén)

INTRODUCCIÓN Me han solicitado la tarea, a la que gustosamente correspondo, de escribir unos artículos con motivo de la celebración de este Año de la Fe, en el que conmemoramos el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, y los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, -al que a partir de ahora nos referiremos con la siglas CEC-. Siguiendo el índice del CEC, vemos que está dividido en cuatro partes: 1. La profesión de fe, de cuyos artículos ya se ha escrito. 2. La celebración del misterio cristiano. 3. La vida en Cristo. 4. La oración del cristiano. Por nuestra parte, nos vamos a detener en la parte tercera, primera sección, que versa sobre la vocación del hombre: la vida en el Espíritu, como así lo hemos titulado y que, a lo largo de tres capítulos, se va desarrollando. Podemos seguirlos con la lectura atenta del CEC, los números 1691 al 2082, así como las numerosas citas que contienen de la Palabra de Dios, de los Santos Padres, del Conc. Vat. II y del Magisterio de la Iglesia. No pretendemos exponer grandes ideas, sino proponer con sencillez y haciendo una lectura continuada del CEC, las ideas que hacen grande al hombre que ha sido amado por Dios, redimido por Cristo y vivificado con la gracia del Espíritu Santo. Decía San León Magno: “Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora perteneces a la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de la vida pasada. Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate de que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios” (Leer CEC. N 1691).

LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA a) El hombre, imagen de Dios Podemos leer el Salmo 8 donde se reconoce la grandeza del hombre, ser creado; el salmista se pregunta: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle tanto poder?”.

La grandeza humana le viene de Aquél que le ha creado, como dice la Biblia, “a su imagen y semejanza” (Gén. 1,26). Este es el origen de la grandeza y la dignidad del hombre, de todo ser humano, un ser original y diferente en medio de todas las cosas creadas. El hombre, creado a “imagen de Dios”, con capacidad de conocer y amar a Dios, su Creador, de quien ha recibido el poder y el señorío de la creación entera para gobernarla, transformarla y usarla glorificando a Dios. Esta imagen divina está presente en el hombre aunque él no lo reconozca ni sea consciente de ello y lo convierte en alguien único, insustituible, necesario y con valor en sí mismo. El hombre es la única criatura amada por Dios por sí mismo.

¡Creo! Cofrades en la Fe X Hermandad de la Santa Vera Cruz X Número 7 X Abril 2013 X Página 23


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