La Rabassada. La utopia de l'oci burgès

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L’OCÀS

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Article: Impresiones de un hombre de buena fe32 El Gobierno italiano va a reglamentar el juego. El Gobierno español va a suprimirlo. De estos dos Gobiernos, el único que procede con cordura es el italiano. Es una vulgaridad repetir que el juego no puede suprimirse. El juego tiene muchos aspectos. Hay quien afirma herméticamente: «Es un vicio». Sí; pero también es un lujo, y también una distracción, y en todos los casos, una tontería. Cualquiera de estas particularidades del juego basta para hacerlo consubstancial con la naturaleza humana. Cuando es un vicio... no tiene remedio. Si llega a absorver al hombre, si le obsesiona hasta que la voluntad entrega rendida y no puede reaccionar contra la fatal atracción, es inútil que el Gobierno suprima las ruletas. El hombre jugará al treinta y cuarenta, al poker, a los dados, al número de la matrícula del primer automóvil que pase. Este hombre será ya un enfermo. Sólo cabe velar por que los otros no abusen de su enfermedad. Si es un lujo, es útil a la sociedad. El millonario ocioso que, por vanidad o por tedio, entrega una parte de su inactiva riqueza en una mesa de juego, colabora en el ideal económico de que el dinero se difunda y no permanezca acumulado en unas manos. Si es distracción, es incomentable. Y a veces, moral. Un amigo nuestro se iba a pegar un tiro después de sufrir un desengaño amoroso. Escribió en el club esa carta que todo suicida correcto dirige al juez, y recorrió las estancias para 32. Article escrit per Wenceslao Fernández Florez (ABC, 30-XII-1922).


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