Lámparas de papel en blanco y violeta, casitas de pájaros, luces y velas colgaban de los árboles, incluso tiras de pajaritos de papel y banderines, no sé cuántos metros ¡muchos!, de color violeta y verde. Aunque lo más significativo fueron las ristras de velas colgando junto a copias antiguas de poemas escritos por mi abuelo… y la mesa con una máquina de escribir antigua que me dejó una amiga, acompañada de papeles para que la gente escribiera sus dedicatorias.
El banquete fue al aire libre entre olivos, con varias mesas y sillas alrededor donde todo el mundo se podía sentar donde quería, sin formalidades. La dinámica era una mezcla entre platos servidos por los camareros y otros que la gente podía levantarse e ir a buscar. Había una mesa larga grande con embutidos, quesos, ensaladas, etc., y otra con más de diez variedades de vinos y cavas. No hubo pastel de bodas, en su lugar hubo una gran variedad de dulces de repostería.
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