Después de la ceremonia el arco de madera se convirtió en un improvisado photocall, todos los invitados posaban delante de él para hacerse fotos. Sin duda fue un momento muy divertido. DULCES BAJO EL MAR No podía faltar, en una boda tan dulce como esta, una Candy Bar llena de golosinas perfectas para una mesa de dulces bajo el mar: peces de colores, sardinillas de chocolate, piruletas con forma de ballena, entre otras delicias. Para la decoración de la zona de la cady buffet sugerimos a los novios recrear la sala con un aire de fiesta de fin de curso, como cuando se transformaba el gimnasio del colegio para celebrar un baile temático y se llenaba de grandes carteles y dibujos para decorar. Así que los novios pintaron, ellos mismos, grandes peces de colores que colgamos adornando la Candy Bar. Al día siguiente, en los pasillos de las habitaciones del hotel aún quedaban rastros del “abordaje” a la mesa de dulces. Y FUERON FELICES… Como broche final os contaré que, al despedirnos el domingo para volver a Zaragoza, los novios y yo nos abrazamos llorando como madalenas y Maku me susurró al oído mientras me abrazaba:
“Gracias por hacer realidad la boda de nuestros sueños”
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