Revista Shukran nº 37

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DAMIÁN LÓPEZ

El té saharaui

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ara escuchar la historia del Sáhara Occidental, lo mejor sería hacerlo al estilo saharaui, sentarnos tranquilamente en el suelo de nuestra jaima apoyados en unos cojines y sobre la alfombra, una vez cómodos, alguien encenderá un poco de carbón para preparar el té, una de las costumbre más arraigadas de los y las saharauis, y todas las conversaciones, ya sean asuntos de estado o los asuntos más triviales y cotidianos, giran en torno al té. Este puede durar horas, y según la tradición saharaui se deben tomar tres: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor, y el tercero suave como la muerte. Y a raíz del té vamos a adentrarnos en la historia del pueblo saharaui. “«El primer té es amargo como la vida». La historia del pueblo saharaui, como bien nos hace intuir este primer té, es una historia amarga, pues aunque es la historia de un pueblo nómada, libre, es también una historia de luchas, de adaptación al desierto, de colonización por potencias extranjeras, de ocupación militar por un país vecino y una guerra (tal vez el peor de todos los males). Si nos adentramos un poco en la historia de este pueblo, las pinturas rupestres del valle de la cordillera de Lemgasem testimonian que las tierras del Sáhara Occidental eran fértiles llanuras donde pastaban búfalos, jirafas, gacelas, avestruces, etc. Las primeras tribus nómadas entraron en el Sáhara hace más de 2000 años, cuando el Sáhara ya era una tierra árida. Eran pastores y pastoras de lengua bereber, el pueblo Sanhaja. Durante siglos, se enfrentaron a otros pueblos por el control de las rutas del desierto y estas luchas de poder hicieron que se desplazaran hasta esta inhóspita región. Algo fundamental fue la incorporación del camello (dromedario) a su ga-

DICIEMBRE de 2012 SHUKRAN

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nado. Primero, como medio de transporte y después, como medio de vida, pues les daba leche, carne, transporte y abrigo con el que hacer sus jaimas. A principios del siglo XIII, el pueblo árabe beduino de Beni Hasan procedente de Yemen se estableció en el Sáhara, mezclándose durante siglos con la población Sanhaja y con la población afro-negra originaria de esta zona. Los y las saharauis se organizaron en tribus y confederaciones de tribus. Entre los siglos XIII y hasta finales del XIX, se desplazaron por el desierto por rutas regulares de norte a sur. Las condiciones del desierto son extremas para la vida humana, la cual no hubiese sido posible sin la simbiosis creada entre las personas y su ganado. El pueblo saharaui siempre ha mirado al cielo, unas veces para buscar las viejas rutas guardadas entre las estrellas para atravesar el desierto, otras para anticiparse a la llegada del Irifi (Siroco) o simplemente, leyendo las nubes; las rastreaban, las estudiaban y, llegado el momento oportuno, mandaban a dos personas montadas a camello a explorar el punto donde intuían que las nubes habían dejado su preciada carga. Cuando encontraban el lugar, si la lluvia había sido suficientemente generosa, una de ellas se quedaba custodiando la zona y la otra se dirigía de nuevo a donde estaba su tribu para dar la señal de levantar todo el campamento. Se recogía todo y el grupo ponía rumbo hasta el emplazamiento, a veces tardaban días. Las lluvias hacían crecer pasto para el ganado e incluso podían dejar agua estancada. Y por este «nomadeo» de un lugar a otro siguiendo donde las nubes dejaban su preciado tesoro, al pueblo saharaui se le conoce como «Hijos e Hijas de las Nubes». A partir del siglo XV, Europa empie-

za la era colonial con expediciones a África. Su objetivo era hacerse con el control del comercio del oro y de la sal, la intención de las expediciones españolas era asegurar la costa saharaui situada frente a las Islas Canarias. Tras la conferencia de Berlín en 1884, el Sáhara Occidental quedó como una colonia española. Tras la entrada de España en la Organización de Naciones Unidas (ONU), en lugar de permitir la independencia del Sáhara Occidental, como estaba pasando con los países vecinos (Marruecos, Argelia y Mauritania), España optó por nombrar al Sáhara Occidental su provincia número 53. Esta situación se mantuvo hasta los últimos días de la dictadura franquista. Ante la invasión del Sáhara Occidental (aun una provincia española) por Marruecos mediante la autodenominada Marcha Verde, España abandonó el Sáhara Occidental tras firmar los Acuerdos Tripartitos de Madrid el 14 de noviembre de 1975, por los que entregaba el territorio saharaui a Marruecos y a Mauritania. Empezó, entonces, una guerra entre los y las saharauis por un lado y Marruecos y Mauritania por otro. Con la invasión de su territorio, la población saharaui tuvo que exiliarse al desierto argelino de la Hamada, construyendo con dignidad y sangre los Campamentos de Refugiados y Refugiadas Saharauis. Mauritania se retiró de la contienda en 1979 y con el auspicio de Naciones Unidas y la Organización para la Unión Africana, el Sáhara Occidental y Marruecos firmaron los Acuerdos de Paz en 1991. Uno de los puntos claves de este acuerdo era celebrar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui en enero de 1992. Debido a las trabas de Marruecos por un lado, y a la pasividad de la comunidad internacional por otro, los saharauis siguen esperando la celebración de ese referéndum. «El segundo té es dulce como el amor». Para el pueblo saharaui, la parte más dulce de su historia sería la


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