Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de M. Condé [2]

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Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de Maryse Condé; Marta Asunción Alonso Moreno, UCM, 2017.

oposición, el aroma especiado y el sabor de los recuerdos infantiles más remotos... Delicioso sabor a isla, en ocasiones; gusto terrible de la tragedia, en otras. La auténtica memoria, en suma, es la del cuerpo. Así, frente a los olores de los ancianos enfermos y hacinados, frente a la repugnante cucaracha que nada en la sopera (SCHWARZ-BART, 1967: 77), casi como un mecanismo de desesperada defensa, el paladar de Mariotte amasa “le goût imaginaire de la nourriture de chez moi” (SCHWARZ-BART, 1967: 159) y sus fosas nasales recuperan el delicado perfume de los “sous-bois après la pluie” en su isla natal (SCHWARZ-BART, 1967: 151). La auténtica memoria es, en efecto, la del cuerpo. También en lo que a los recuerdos más dolorosos, oscuros y enterrados respecta, como ocurre en Histoire de la femme cannibale (2003) y en L’espérance-macadam (PINEAU, 1995). En ambos libros, las heroínas deberán hacer frente al resurgir de hirientes verdades de sus respectivos pasados: la homosexualidad del marido, en el primer caso; el abuso sufrido de niña a manos de su propio padre, en el segundo. En esta segunda novela, destacamos un motivo simbólico que también aparece en la novela de Simone Schwarz-Bart: la hoja de bananero verde. Una vez vencida la guardia racional y liberados los caballos de los sentidos, no tardará en hacer su aparición la particular “magdalena proustiana” de la heroína de los Schwartz-Bart. No hablamos de un fino trabajo de repostería con forma de concha. No acostumbra a mojarse en té. Ni tan siquiera es dulce. No obstante, surte el mismo milagroso efecto de recuperación del tiempo perdido en nuestra atónita protagonista. Hablamos, por supuesto, del tradicional guiso antillano que da título a la novela: la carne de cerdo con especias, cocinada a fuego lento de leña con bananas verdes o plátanos macho (en aquellas latitudes acostumbran a llamarse poyò) y servida sobre grandes hojas brillantes de bananero. En la novela L’espérance-macadam (PINEAU, 1995), la hoja de bananero en cuestión, recuperada involuntariamente desde el fondo de la memoria colectiva, no presentará ningún delicioso manjar. Servirá a modo de bandeja sobre la que un

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