Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de Maryse Condé; Marta Asunción Alonso Moreno, UCM, 2017.
femenino que relataban las mujeres de los cimarrones. Hester, de hecho, podría definirse como mujer cimarrona, “naturellement marronne” (DRACIUS-PINALIE, 1989: 43), en tanto que rebelde y transgresora, como todas las heroínas condeanas y, de modo muy general, la mayoría de heroínas de la narrativa antillana francófona contemporánea (vide las obras aquí mencionadas de Simone Schwarz-Bart, Gisèle Pineau, Michelle Maillet, Susanne Césaire, Suzanne Dracius-Pinalie; y también de compañeros hombres como Patrick Chamoiseau, con su célebre sub-ciudad Texaco, que es a fin de cuentas una mujer que crece desde la rebeldía existencial y los límites). La alfabetización e instrucción de la mujer constituye, en ambos casos y para todo feminismo, una preocupación prioritaria. Su educación debe entenderse bajo una lógica preventiva y pretenderse en el más amplio sentido, abarcando desde las habilidades o tareas manuales teóricamente masculinas -como la construcción- a la salud sexual. Tituba, como la Marie-Sophie Laborieux de Chamoiseau en Texaco, levantará así, tras reconciliarse con su nombre de guerra o de amazona (“...je me nommai d’un nom secret…”, 1992: 326), su propia cabaña: “J’y bâtis toute seule, à la force de mes poignets, une case que je parvins à jucher sur pilotis” (CONDÉ, 1986: 24); “elle [Jane] y édifia une maisonnette, deux pièces et une véranda, pour y éléver sa fille Grâce” (1997: 147); “C’est toute seule, malgré mon ventre de cinq mois, que j’ai bâti ma case à la ‘Montagne’” (1997: 190); “Ma case attira d’autres cases. La parole sur l’endroit circula comme un vent” (CHAMOISEAU, 1992: 320). Y, al quedar encinta sin desearlo, también como la heroína-informadora de Chamoiseau, tomará las medidas necesarias para abortar: “Ce fut peu après cela que je m’aperçus que je portais un enfant et que je décidai de le tuer” (1986: 82); “Sylphénise dut alors m’initier au maniement d’une herbe grasse avec laquelle on pouvait décrocher les oeufs les plus têtus (...). Je n’étais pas la seule à me percer le ventre” (CHAMOISEAU, 1992: 264). El segundo embarazo de Tituba coincide con su regreso a Barbados, tras haber obtenido la libertad de su último amo, Benjamin Cohen. Se trata de un viaje de vuelta cuyo relato abunda en guiños intertextuales al célebre poemario Cahier d’un
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