Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de M. Condé [2]

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Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de Maryse Condé; Marta Asunción Alonso Moreno, UCM, 2017.

220). Se hace necesario, en fin, sexuar el lenguaje para visibilizar a la mujer, dignificándola al nombrarla en toda su positiva diferencia, tanto simbólica como genérica. La nominación o el nombramiento, como escribe Michel de Certeau a propósito del discurso de la mujer poseída en la literatura demonológica y de la mujer histérica, constituye “l’essentiel de la thérapeutique” (1975: 287). Nombre(se), en efecto, (nos) sana y (nos) salva. No sólo a la mujer poseída por demonios, también a la desposeída socialmente, es decir, poseída por los otros masculinos. Bien lo sabe el personaje de la feminista Hester se esfuerza por concienciar a Tituba de esta acuciante necesidad, requisito indispensable para su auténtica emancipación: “-Tu portes le nom qu’un homme t’a donné?” (CONDÉ, 1986: 151). La importancia del nombre propio femenino queda asimismo de manifiesto en Desirada, cuando MarieNoëlle comienza a reencontrarse: C’était la première fois qu’elle déclinait sa généalogie, qu’elle nommait au grand jour le nom de ceux qui l’avaient engendrée. Et c’était comme si enfin, elle prenait possession d’elle-même et qu’elle marquât sa trace sur la terre (1997: 180).

También en La Migration..., donde Étiennise se bautiza a sí misma como Satyavati: “C’est le prénom que je me suis donné” (1995: 169), por oposición al nombre-yugo social; y en Chiens fous dans la brousse, donde la jovencísima esclava Ayodele, en realidad princesa malinké, recupera su dignidad humana al presentarse a su compañero bambara de desdicha, Naba: “Ils s’étaient nommés, comme des êtres humains” (2006: 64). El mítico incipit de Pluie et vent sur Télumée Miracle, de Simone SchwarzBart, incide en esta misma cuestión de la re-apropiación o re-descubrimiento del nombre femenino: “J’avais pris l’habitude d’appeler ma grand-mêre du nom que les hommes lui avaient donné, Reine San Nom” (1967 : 11 y 12). El discurso de Hester, en este punto, traduce una visión del lenguaje quasi creacionista, por así decirlo: más que describir, éste vendría a moldear las realidades nombradas, incluidos los sujetos y sus identidades. El acto de nombrar significa

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