Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de M. Condé [1]

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Negritud, sororidad y memoria: poéticas y políticas de la diferencia en la narrativa de Maryse Condé; Marta Asunción Alonso Moreno, UCM, 2017.

Curiosamente, una de las obras capitales de la carrera literaria de Gisèle Pineau (1956, París: hija de padres guadalupeños), se inicia con una cita de unos versos representativos de Guy Tirolien. Se trata de una novelista que regresará de la metrópolis a la Guadalupe originaria, donde actualmente continúa residiendo: ejerce como enfermera en el hospital de salud mental de Saint-Claude, no muy lejos del volcán de La Soufrière, en la Basse-Terre. Este centro psiquiátrico se menciona en La colonie du nouveau monde (1993) de Condé: el personaje de Aton, iluminado fundador de la secta, pasó temporadas de su juventud interno en el mismo, diagnosticado de esquizofrenia (52, 53 y 55). A Gisèle Pineau, como veremos llegado el momento, debemos un imaginario narrativo antillano y créole que revela una muy honda comunión con el de nuestra Maryse Condé. No olvidemos que Tirolien se codeó con Léopold SédarSenghor y Aimé Césaire, entre otros grandes intelectuales del movimiento en su fundación misma, decisivos todos ellos en la formación de Condé. Más concretamente, la reveladora cita en cuestión que figura a modo de inicipit en L’espérance-macadam (1995), pertenece al poemario Balles d’or (1961), capital en la obra y la trayectoria ideológica del poeta. Hablamos de su primer libro de poemas, ejemplar rítmico donde los haya y remarcable del credo de la Negritud en sus más esperanzadas pretensiones. La metáfora de la búsqueda febril del oro por parte de esclavos, imagen cuya poeticidad también cultiva con éxito Maryse Condé en La vie scélérate (1987), vehicula en todos estos autores un posicionamiento de ontología vitalista frente al nihilismo. Resulta posible la esperanza del cambio, impulso primario del ser humano; resultan posibles y obligatorios la esperanza y el canto del ser humano negro, de la mujer, de todos los humanos hermanos oprimidos. Pues, en efecto, “ce qui compte”, para Condé, “ce sont les rapports entre opprimés et oppresseurs” (PFAFF, 2016: 24). La negritud deviene así “a last great crusade for humanity” (ADI & SHERWOOD, 1995: 93): Mais moi je suis venu pour faire pousser de l’or Je ne me rappelle plus d’où Un jour, je suis venu pour faire pousser de l’or,

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