RománTica'S - 014

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Pero ella no lo había esperado, y ahora se encontraba en el salón del hogar de su amada y su esposo esperando para convencerla de que se marchara con él. ¡Pensaba arrancarla de los brazos de su marido! Aunque la vida le fuera en ello. Isabel llegó con paso indeciso, con mirada empañada en emociones que trataba de ocultar. Diego al verla, suspiró profundamente y carraspeó para encontrarse la voz. Cayó de rodillas frente a ella, y con el alma en vilo le recordó la promesa de espera que le había entregado antes de marcharse a la guerra, promesa que no había cumplido. Isabel no se atrevía a mirarlo, y el reproche masculino se le clavó en el alma como dardos ardientes y envenenados. Diego lloró su suerte, y su pérdida. Isabel se quebró por dentro, pero estaba casada ante Dios y nadie podía cambiar esa circunstancia. Ni el inmenso amor que sentía por Diego Marcilla, el único y verdadero amor de su vida. Diego, vencido, se alzó de su posición servicial y le pidió un último beso de despedida. Confiaba que al dárselo ella recapacitara. Que al sentirlo supiera que solamente con él podría alcanzar la felicidad. Los ojos de Isabel lloraban con fruición, y le negó el beso en un gesto apenas perceptible, aunque sintió que el corazón se le partía en miles de pedazos.

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