La Biblia del Outdoor

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VIAJE Y TRANSPORTE

Uno de los errores más comunes es el de elegir la mochila con mayor capacidad. En la mochila hay que cargar lo justo y necesario.

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ocas experiencias hay en la vida más gratificantes que el disfrute de la naturaleza, que el mimetizarse con el entorno natural siendo uno más, descubriendo paso a paso los tesoros de la naturaleza. La montaña, la naturaleza, no te pide nada y te otorga mucho, aunque bien es cierto que en esta relación intervienen una serie de factores que en algunas circunstancias pueden cebarse en exceso en el practicante de outdoor. Una mala elección de la mochila, olvidarnos de algunos elementos o no acertar en el modelo de esterilla, colchoneta o saco puede tirar por tierra toda la magia acumulada a lo largo de muchas horas de aventura, y qué decir tiene si no cargamos con la tienda de campaña idónea y, aunque pueda parecer una obviedad, hay que saber montar una tienda en el menor tiempo posible. No basta con preguntar en el establecimiento autorizado si es muy difícil de montar, por más que se haya avanzado mucho en este último aspecto los últimos años. Con la casa a cuestas La mochila pasa por ser una de las partes más esenciales del material de todo amante de la montaña. Ahora bien, de mochilas hay de muchos tipos, tantas como tipos de montañeros o excursionistas. Un alpinista, por poner un ejemplo, no necesita la misma mochila que un excursionista que se disponga a cruzar el Cadí o a uno que pretenda realizar el Camino de Santiago. La familia de mochilas la componen muchos integrantes, con sus propias características técnicas, aunque bien es cierto que hay algunos detalles que son comunes a todas ellas, tales como la comodidad –entendiendo como tal el buen ajuste en espalda y cintura–, la transpirabilidad –que

se puede acentuar en detalles como en disfrutar de una parte de la espalda de unas tiras de la mochila que evacuen el sudor– o la funcionalidad, entendiendo como ésta lo práctica que puede resultar una bolsa o mochila. Una cualidad que se aprecia en detalles como el número de compartimentos o bolsillos o en cómo se accede a ellos. Tampoco hay que olvidar la época del año en la que vamos de excursión o el destino al que nos dirigimos, ya que no todas las mochilas son impermeables. Colocar bien las cosas Y una vez hemos acertado con la elección de la mochila, hay que saber hacerla. Esta acción también irá en función del tipo de actividad que vayamos a realizar, de los días que destinemos y del entorno que nos vayamos a encontrar. Uno de los errores más comunes es el de elegir la mochila con mayor capacidad, por aquello de llevar cuantas más cosas mejor porque nunca se sabe. Craso error. Hay que cargar lo justo y necesario, una regla que se celebra por todo lo alto cuando ya se llevan unas horas de marcha. También hay que saber cómo colocar las cosas. Hacer la mochila es como hacer la maleta. No vale con colocar las cosas de cualquier manera, pues como todo en la vida, cada cosa tiene su sitio, un detalle que se aprecia con más crudeza cuando la actividad a realizar es, por ejemplo, la escalada, las vías ferratas o las travesías de varios días; actividades en las que el buen orden y el equilibrio del equipaje en la espalda son muy importantes. La elección del saco Si en el día a día damos una gran importancia en la elección del colchón, en las prácticas al aire libre también que tenemos que elegir el saco de dormir que más


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