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ARGENTINA $25 FEBRERO 2013

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hacedores espacios diseño lifestyle moda

FRANCIS MALLMANN RASTI DISEÑO Y ALIMENTOS PERFECTOS DRAGONES

FEBRERO 2013

una revista sobre diseño y el mundo

una revista sobre diseño y el mundo

estudio tilburs realización integral de arte | nueva york un loft en greenwich village | ediciones winograd catálogo de rarezas | cultura surf por lyall coburn | nature-à-porter moda y objetos

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28/01/2013 11:55:51 a.m.


Arte contemporáneo Kraftwerk Fotografía Peter Boettcher www kraftwerk.com

Entre el 3 y el 8 de febrero, los pioneros de la música electrónica brindarán ocho presentaciones en el Salón de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Kraftwerk - The Catalogue 1 2 3 4 5 6 7 8 es una exploración de los experimentos visuales y sonoros del grupo a lo largo de toda su trayectoria. Cada noche, Kraftwerk interpretará uno de sus álbumes de estudio en su totalidad, acompañándolo con efectos y visualizaciones 3D. Comenzarán por Autobahn (1974) y culminarán con Tour de France (2003). En el

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medio, sonarán Radio-Activity (1975), Trans Europe Express (1977), The Man-Machine (1978), Computer World (1981), Techno Pop (1986) y The Mix (1991). Estas presentaciones en el icónico espacio londinense constituyen una consagración más para esta enorme banda, influencia ineludible del sonido electrónico contemporáneo, y suponen la incorporación de su obra en un merecido lugar dentro de lo mejor del arte contemporáneo, más allá de las fronteras de la música.—


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Recomendados

Topper por Martín Churba www topper.com.ar/churba Topper y Martín Churba se unieron para crear “2”, una línea deportiva especialmente pensada para la mujer. Esta propuesta abarca el equipo completo: calzas, remeras, buzos, calzado, camperas y shorts, pensados y diseñados para desarrollar actividades deportivas con total comodidad. Las prendas se caracterizan por la multiplicidad de texturas, líneas, colores y estampados. La conexión entre el

deporte y la moda busca fomentar una creciente tendencia hacia la vida sana y al aire libre y la valorización de la industria nacional a través de la colaboración entre una marca tradicional argentina y un diseñador que está continuamente innovando.—

Campera Plumas $ 489 Musculosa combinada $ 289 Leggings Tecno $ 369

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Recomendados

La luz de Frank

Colores de playa

www pana-objects.com

www trippin.com.ar

Trippin´Store acaba de lanzar su nueva colección de bolsos Beach Melancholy bajo una propuesta que apela a los tonos vibrantes, neón y pasteles para esta temporada 2013. La nueva línea de Trippin´ Bags incluye: bolsos-alforja para la bicicleta, maletínmochila de cuero y gamuza combinados, portanotebook, portanetbook, billeteras,

Quizás la inspiración para la realización de esta lámpara provenga de las miles de imágenes de perritos y gatitos que pueblan las redes sociales hoy. O quizás sus creadores, el estudio tailandés Pana Objects, cuya filosofía es el amor por el diseño, hayan intentado transmitir algo de ese sentimiento por medio de la ternura de un cachorrito. Lo cierto es que el resultado es óptimo: una lámpara estética y funcional construida en madera de haya que, como no podía ser de otra manera, tiene un nombre sumamente amigable: Frank. Se puede comprar online en el sitio del estudio.

portalentes y minimaletines de cuero ecológico. Se encuentran en su local ubicado frente a Plaza Armenia en Palermo.—

$ 780 Armenia 1838, Palermo

Animalitos en la cabeza

www rigobertadeltesouro.com.ar

Clara Márquez ¬nacida en San Martín de Los Andes, estudiante de diseño de indumentaria en la FADU-UBA y creadora de la marca Rigoberta del Tesouro¬ comenzó a hacer su línea de ropa y accesorios primero para ella misma y luego para satisfacer los pedidos que se fueron multiplicando. Entre sus diseños se

destacan distintos tipos de prendas y en particular las vinchas, que parecen salidas de alguna película de fantasía, y que ella realiza artesanalmente una por una. En su universo, hay ciervos, pájaros, flamencos, osos, gatos. También hay algunos motivos más tradicionales con flores.—

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Hacedores

Diseño específico Perfectos Dragones | Es uno de los primeros estudios multidisciplinarios con base en Buenos Aires. A través de la autogestión, Gustavo Stekolschik y Matías Zuckermann han crecido sólidamente como diseñadores y productores allanando un sector del diseño industrial poco explotado: el servicio a empresas con productos fabricados en Argentina.

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Texto Noelia Medina Fotografía Javier Agustín Rojas www perfectosdragones.com/servicios

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Mundos inventados Tilburs | Julieta La Valle, Victoria Rossi y Marilina Martignone crearon, a medidos de 2010, Estudio Tilburs: un taller en Villa Urquiza que es un h铆brido entre estudio de realizaci贸n, productora integral y direcci贸n de arte.

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Texto Noelia Medina Fotograf铆a Flor Rormoser www tilburs.com


Hacedores

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De izq. a der.: Julieta La Valle, Victoria Rossi y Marilina Martignone. Maqueta tridimensional para el logo del estudio. Terminando de armar la escena para el proyecto ClubTang. Piezas tridimensionales en papel creadas para la producción de moda de pul 7.

“Me parece que no delataría el origen de nuestro nombre”, responde Juli a la pregunta sobre cómo bautizaron al estudio mientras trata de convencer a sus socias. “Pero es que no existe, ¡es un invento!”, contesta Monroe; a lo que Picu relaja la situación diciendo: “Es como un nombre de abuelo”. Juli comenta que a ella al principio no le gustaba mucho el nombre pero que después se terminó encariñando y Picu, la mente empresarial del grupo, le retruca: “Nos ocupamos de que te guste”. Y se ríen y la pasan bien juntas, se nota. Se reconocen indecisas a la hora de tomar resoluciones, pero si de algo están completamente convencidas las integrantes de Estudio Tilburs es de lo que hacen desde hace ya tres años, lo que denominan un “taller de realización integral de arte”. Justamente lo que identifica a este power trío es que su campo de trabajo es amplio y toma tantas formas como el desafío implique. Julieta La Valle y Victoria Rossi (Picu) estudiaron cine en la FUC y Marilina Martignone (Monroe), Diseño de Imagen y Sonido en la UBA. Se conocieron trabajando en GAS, una productora de animación, luego de pasar por un par de agencias de publicidad, y congeniaron tan bien desde el primer momento que las ganas de tener un proyecto propio fueron instantáneas. “¡Fue amor a primera vista!”, bromean. A mediados de 2010 comenzaron a buscar lugar físico para armar “la casa Tilburs”, un trabajo arduo para las chicas, tenien-

do en cuenta el nivel de perfeccionismo que las caracteriza. Pero lo lograron. Sus primeros trabajos fueron tercerizados por agencias amigas que les encargaban la realización. Así surgieron trabajos muy interesantes para MTV, Cine Cartoon, Coca-Cola y Burger King, que funcionaron de puntapié inicial para que su estilo comenzara a girar por los medios. Internet hizo lo suyo: postear sus trabajos en distintos portales de diseño les abrió las puertas a las primeras grandes cuentas aún sin tener web propia. Y si bien las maquetas miniaturas fueron su arma de seducción en los primeros encargos, las chicas comenzaron a ampliar su perfil para demostrar que miniatura no sólo es sinónimo de detallismo. Así llegó el tercer y gran proyecto para una reconocida marca de jugos, Tang, para la que desarrollaron las piezas gráficas del lanzamiento de Club Tang para niños. “El tema de los clientes al principio era más fácil, porque trabajábamos para un par de productoras amigas y había un nivel de trabajo que estaba bien para nuestra escala. Pero para Tilburs hubo que armar la imagen desde cero. Debíamos explicar al público que no éramos una productora convencional, sino un taller de realización y un estudio de dirección de arte. Armar la comunicación de eso nos llevó un tiempo”, cuenta Monroe y Picu agrega: “Nosotras nos queríamos diferenciar de cualquier realizador o de cualquier director de arte. Porque, por lo general, un realizador es

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Arquitecto UNStudio

El rediseño de este loft localizado en Greenwich Village estuvo a cargo de la oficina de arquitectura holandesa UNStudio. El cliente es un joven coleccionista de arte cuyo pedido se basó específicamente en que sea una casa-galería

–¿o una galería habitable?–. Los arquitectos lograron generar un espacio donde ambas necesidades se amalgaman perfectamente. Las paredes se relegan como telones de fondo dándole al techo el papel principal. La “gran ola blanca” fluye en el espacio, creando condiciones híbridas en las que las áreas de exhibición de obras se mezclan con las habitaciones. Los techos trabajan con la opacidad y la luminosidad, generando climas específicos para cada

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necesidad. Las viejas ventanas fueron reemplazadas por paneles de vidrio que van del piso al techo y que promueven vistas nuevas del entorno urbano de Manhattan. De esta manera, este piso de 550m2 de aires moderno-futuristas al estilo Stanley Kubrick en 2001: Odisea en el espacio, es un macizo blanco etéreo que según la habitabilidad de los espacios se vuelve más duro o más blando dependiendo del uso.—


Espacios

Un loft en Nueva York

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La zona de la biblioteca se ubica detrรกs del corredor principal, en un pasadizo de baja altura. Los pisos de madera clara le otorgan cierta calidez al loft sin competir con los cuadros y esculturas.

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Un loft en Nueva York Espacios

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Francis Mallmann

Clasicismo y vanguardia Texto Fernando Bruno Fotografía Lucila Heinberg Producción Josefina Gorosito

Reconocido local e internacionalmente como uno de los chefs más importantes de su generación, Mallmann repasa su trayectoria, indaga en su pasión por la literatura y el cine, y reflexiona sobre el oficio de cocinar. Afirma: “Estar realmente formado te lleva veinte años. A partir de ahí podés empezar a ver qué querés hacer realmente”. pg60


Hacedores

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El encuentro es en Patagonia Sur, el restaurant que Francis Mallmann tiene hace más de doce años en La Boca, un lunes por la mañana. En la calle hace mucho calor y los chicos del barrio juegan en las veredas con mangueras y baldes de agua. Adentro de la típica casona boquense, en la que Mallmann también vive durante sus estadías en Buenos Aires, el sol da una tregua, apaciguado por los postigones entrecerrados. En una de sus mesas, conversamos sobre esta ciudad, su cocina y su cultura, sobre la importancia del servicio de mesa y del valor escenográfico de los espacios, sobre sus viajes por el mundo y su interés por la historia y la antropología como herramientas para reconstruir las tradiciones gastronómicas locales. Pero antes, comenzamos hablando de su infancia en la Patagonia, el lugar en el mundo al que siempre parece estar volviendo y que le da nombre a uno de sus proyectos más longevos. La Patagonia siempre está presente en tu cocina y en tus libros. ¿Cómo fue haber crecido allí? Fue una infancia muy linda, muy acertada. Nosotros vivíamos en Estados Unidos de más chicos y después fuimos a parar a Bariloche. Bariloche era un pueblo muy distinto a lo que es hoy, era muy chiquito. Por ejemplo, el colegio al que íbamos no tenía más que unos treinta alumnos en total. Además, vivíamos en un lugar muy alejado del pueblo, en Llao Llao, y entonces nos pasábamos la mayor parte del día afuera. Creo que eso nos marcó mucho, tanto a mí como a mis hermanos: al final en la vida somos lo que fuimos cuando éramos niños. Así que bueno, sí, Bariloche y toda la Patagonia me marcaron profundamente. Viví allí desde los siete hasta los dieciséis años, cuando me fui a California. Y después cuando volví de California a los dieciocho me fui de nuevo a Bariloche, donde abrí mi primer restaurant. ¿Esa estadía en California fue por iniciativa tuya o viajó toda tu familia? Me fui solo. Me gustaba mucho la música de ese momento y allí era donde había empezado todo ese movimiento. Me fui a San Francisco y después me quedé como dos años en distintos lugares de California. Fue en el 72 o el 73. En esa época estaban Crosby, Stills y Nash, Neil Young, también Dylan, a quien a veces íbamos a ver a algunos bares en los que tocaba por ahí, Joni Mitchell, América… ese tipo de músicos. A mí la música me marcó mucho. Desde los trece años era lo único que me interesaba.

¿Todavía no habías descubierto la cocina? No, cocinaba un poco, porque vivía solo desde chico y sabía cocinar algunas cosas y qué se yo, pero no lo hacía profesionalmente. Tampoco trabajé en ningún restaurant en esa época en California; hice otro tipo de trabajos pero no en restaurants. ¿Cómo fue entonces que volviste y abriste un restaurant?

Pero también aprendiste con los mejores cocineros del momento. Sí, totalmente. Trabajé con algunos de los más grandes cocineros que había en el momento. Entre otros, trabajé en Taillevent con Claude Deligne, trabajé en el Grand Véfour con Raymond Oliver, con Alain Chapel en Mionnay, con Roger Vergé en Moulin de Mougins, con los Troisgros en Roanne y con Raymond Thuillier en Les Baux-de-Provence.

Yo tenía una amiga que era un poco mayor que yo y que cocinaba muy bien; había estudiado en Francia. Siempre me hablaba de la cocina y me cocinaba cosas, y a mí eso me gustaba mucho. Cuando volví de California me reencontré con ella¬era la novia de un amigo mío– y me propuso abrir un restaurant en Bariloche. Fue todo muy rápido porque el padre, que nos ayudó, encontró una casa y tres meses después teníamos el restaurant abierto. Era muy simple, teníamos una cocina familiar y así fue como empecé. Y después de dos años de eso me di cuenta de que me gustaba mucho cocinar y empecé a hacer viajes a Francia. Tenía tiempo para viajar porque el restaurant abría solamente en verano y en invierno. Y eso me empezó a gustar cada vez más hasta que creo que a los 20 o a los 21 me mudé a París.

¿Y quiénes te gustaban más, los de la nouvelle cuisine o los clásicos?

¿Ya tenías una atracción por la cultura francesa, una motivación similar a la que jugó la música en California, o era simplemente la cocina?

Cuando volviste a Buenos Aires, ¿había cocineros que también respetabas, con quienes compartías una forma de ver la cocina?

No, era solamente la cocina. Yo leía los libros de cocina francesa, mi amiga se había formado en Francia y me hablaba siempre de París, así se dieron las cosas. Luego sí tuve una gran atracción por la cultura francesa. Fue una época muy linda en París porque se produjo un cambio grande en la cocina francesa. Se salió del clasicismo y se empezó con una cocina un poco más moderna. Entonces tuve la suerte de trabajar en esos dos mundos. Con cocineros clásicos, que odiaban a los modernos, y también con muchos modernos. Realmente fue una época muy linda.

Acá estaba el Gato Dumas. El Gato empezó en el 69 con La Chimère, que fue un gran restaurant. Después abrió Clark’s Sarmiento… No, primero abrió Clark’s en Recoleta y un restaurant que se llamaba Drugstore, muy divertido, muy moderno, tenía un night club abajo que se llamaba Le Club, ese lugar fue realmente muy revolucionario. Uno entraba caminando por una suerte de pasarela y había mesas altas que miraban hacia allí y una cocina a la vista. Eso debe haber sido en el año 74, más o menos. El Gato fue un gran precursor, había estado trabajando en Londres un tiempo, con Robert Carrier, y volvió con todas esas ideas diez años antes que yo. También estaba el Hotel Plaza, que tenía un restaurant muy bueno: el cocinero se llamaba Pedro Muñoz, era un gran cocinero. Estaba Au Bec Fin en San Isidro. También el restaurant de Luján de las monjas francesas, que cocinaban muy bien, L’Eau Vive. Estaba El Gato que Pesca. Estaba Tomo 1, en la calle Monroe, con Ada Cóncaro, que después se mudo a Las Heras. Y Ramiro Rodríguez Pardo, que estaba con el Gato.

¿Te resultó fácil insertarte en esa cultura diferente? La verdad es que sí. Obviamente había que trabajar mucho. En la mayoría de los casos yo estaba haciendo pasantías y no tenía un sueldo, por lo que era difícil sobrevivir en París. Pero fueron unos años muy lindos. En el primer viaje que hice yo pensaba que iba a poder estar unos meses en algún lugar, y me sacaron corriendo de todos lados. Pero ya empezó a influenciarme esa cocina: caminaba por la ciudad, miraba los menúes, iba a comer a lugares baratos…

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Yo diría que fue una mezcla… Aunque quizás los clásicos me llamaban más la atención. Fue una época rara, porque yo volví obnubilado por todos esos cocineros y todo lo que había aprendido y quería replicar eso acá, lo cual era bastante difícil ya que faltaban ingredientes y otras cosas básicas. Por lo tanto me llevó unos años decantar todo eso y lograr empezar a hacer una cocina con un poco de calidad. Al principio, a pesar de que había aprendido mucho, no sé si estaba cocinando tan bien: estaba tratando de copiar todo, y eso es imposible.

Cocina argentina


Clasicismo y vanguardia Hacedores

Yo había conocido al Gato antes de irme a Francia. Nos veíamos, charlábamos… el Gato era muy exuberante. Y cuando volví de Francia para trabajar en Hippopotamus, que fue un restorán lujoso en Recoleta, empecé a compartir más tiempo con él. Fue un personaje muy genial. En Hippopotamus estuve tres o cuatro años. Después abrí mi propio restaurant en la calle Honduras, en la placita de Serrano. Fue en el año 83, creo. Lo tuve durante un tiempo y luego estuve en Las Leñas trabajando full time con ellos. También estaba en La Posada del Mar en José Ignacio que había empezado a fines de los 70. Ahí estuve hasta 2006, entre la Posada y Los Negros. Y después en 2002 también abrí Garzón. La verdad es que hice muchas cosas al mismo tiempo.

¿Sentís que alguno de esos múltiples proyectos fue el que catalizó o consolidó tu cocina, o fue un proceso que se dió gradualmente? A los 40 años yo tuve un cambio muy importante. Fue cuando gané el Grand Prix de l'Art de la Cuisine, otorgado por la Academia Internacional de la Gastronomía, que me hizo pensar mucho en lo que estaba haciendo. Para ese premio hicimos un menú de once o doce platos que, si bien incluía algunos productos europeos, estaba completamente basado en la papa. Ahí fue cuando empecé a hacer una cocina más Argentina. Y cuatro o cinco años después empecé de a poquito con los fuegos y los hornos de barro.

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“Me llevó unos años empezar a hacer una cocina con un poco de calidad. A pesar de que había aprendido mucho, no sé si estaba cocinando tan bien: estaba tratando de copiar todo, y eso es imposible.”

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te lleva veinte años. A partir de ahí podés empezar a ver qué haces con tu carrera y qué querés hacer realmente. No es que cocines mal cuando tenés 10 años de cocina, pero empezar a encontrar una voz propia lleva mucho más tiempo. Lo mismo sucede en el caso de los vinos: incluso aprender a tomar vino lleva más tiempo que aprender a cocinar, porque es algo extremadamente sutil.

Una biblioteca ecléctica

El Malbec encontró en la Argentina un lugar en que el crece muy bien. ¿Pensás que hay otros productos locales, más allá de la carne, que tienen una proyección internacional similar? ¡La carne ojalá vuelva a ser! Se ha venido muy abajo porque estamos haciendo feed lots, pensando en cómo producir carne rápido. Si volvemos a las pasturas creo que podríamos tener buenas carnes otra vez. Pero ya es algo muy difícil de conseguir. Prácticamente ha desaparecido. Y no hay una continuidad en la calidad de la carne en la Argentina. Ni en la que comemos acá ni en la que se exporta. Yo creo que la gran exportación que vamos a tener es la de los productos del Atlántico, que están siendo diezmados por los barcos extranjeros y por la exportación. Realmente no somos conscientes de la cantidad de pescado y la calidad que hay en esos miles de kilómetros de mar que tenemos. Así que sería lindo cuidar eso y hacerlo conocer. Porque comemos muy mal pescado en Argentina. Nosotros estuvimos cocinando en Nueva York, en San Francisco y en Los Ángeles y los productos son increíbles. Hay que pagar un poco más para que el pescado llegue fresco. El tema nuestro es el transporte: lo congelan porque es más fácil. Ojalá algún día cambie eso. Pero tiene que haber un mercado, no se logra sólo con 15 o 20 restaurants. La señora que va al mercado tiene que pedirlo y tiene que decir “yo esto no lo quiero, este pescado está viejo, está congelado.” Hasta que eso no pase…—

Mallmann es un lector atento de todo tipo de literatura. Si en la charla con pul puso el énfasis especialmente en su interés por la poesía y sus valores emocionales, las diferentes bibliotecas de la casona boquense¬en cuyos ambientes se encuentran también una enorme cantidad de libros dispersos, apoyados en sillones, sillas y mesitas– dan testimonio de un interés mucho más amplio por todos los géneros literarios. En ellas se encuentran, entre una multitud de otros libros, novelas de Leopoldo Marechal, varios volúmenes de cuentos de Jorge Luis Borges, Vladimir Nabokov y Edgard Allan Poe, poemas de Alejandra Pizarnik y John Keats, el Diccionario de uso del español de María Moliner, las obras completas de William Shakespeare, El viaje del Beagle y El origen de las especies de Charles Darwin y una gran cantidad de biografías y libros de cocina. Mallmann comenta que acaba de terminar de leer Alice Waters and Chez Panisse, una biografía de la pionera de la cocina moderna norteamericana escrita por el periodista, poeta y ensayista norteamericano Thomas McNamee. Chez Panisse, fundado en 1971, es uno de los restaurants con más prestigio de los Estados Unidos y se caracteriza desde sus inicios por la utilización de ingredientes

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locales y frescos de la región de California, una práctica que no estaba expandida en la cocina estadounidense de la época y que propició, como relata el libro, una “excéntrica revolución gastronómica”. De ese magma de autores, estilos e ideas también está hecha la cocina de Mallmann.—


Clasicismo y vanguardia Hacedores

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Otro ladrillo en la pared Rasti |

Detrás de la historia de los famosos ladrillos de plástico está Mario Bebilacua, el matricero que se encargó, a fines de 2005, de que las formas perdidas de Rasti volvieran a funcionar.

Texto Noelia Medina Entrevista Belén Iannuzzi y Noelia Medina Fotografía Lucila Heinberg www rasti.com.ar

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La mesa y el panel de trabajo dentro del taller de matricería en la planta de Juguetes Dimare S.A. Mario Bebilacua limando una matriz en proceso.

fuerte, dirigida a los ahora padres, aquellos que en su infancia habían jugado con los Rasti. Pero, como decíamos, Mario es matricero. Y está detrás de esta historia. Mario es un hombre de barrio con oficio que comenzó a trabajar para los hermanos Dimare en el sector de matricería hace 25 años y que hoy es el encargado de que el encastre de los famosos ladrillitos siga siendo el mismo que cuando esas complicadas matrices arribaron a nuestro país. Lo visitamos una mañana en su taller, dentro de la planta de fabricación, para conversar acerca del proceso de construcción de una matriz, pero por sobre todas las cosas para que nos cuente en primera persona la experiencia de la vuelta de Rasti a la Argentina. ¿Cómo aprendió el oficio de matricero? Mario: Lo aprendí trabajando cerca de otra persona que hacía matricería, prestándole mucha atención, pero sobre todo poniéndole muchas ganas. Yo era tornero y eso naturalmente te lleva a la matricería. Donde estaba se hacían solamente trabajos de tornería y, como había poco movimiento en esa área, empecé a trabajar en matricería, y me gustó. Mario Alberto Bebilacua (59 años) es matricero. Trabaja hace años en Dimare S.A., una empresa familiar dedicada a la fabricación de juguetes desde 1965; la misma que en 2007 relanzó el juego de construcción más querido por los niños argentinos: los ladrillos Rasti. A Dimare la fundaron tres jóvenes inmigrantes italianos, Antonio Dimare y sus dos hermanos, incentivados por su madre para que fabricaran “algo propio”. Fue por una casualidad que terminaron comprando una inyectora para plástico en lugar de una fábrica de pastas frescas, que era el rubro en el que habían planeado desarrollarse. En paralelo, plena década del sesenta, las matrices y la maquinaria de Rasti desembarcaban

desde Alemania, y la empresa Knittax comenzaba a fabricar los ladrillitos de colores en la Argentina. A su vez, Antonio¬siempre fiel a su admiración por Rasti– lanzó su propia línea de juegos de construcción, Blocky. Unas décadas después, y con una vasta experiencia dentro de la industria juguetera, los hijos de Antonio, ya a cargo de la empresa, comenzaron a investigar sobre el paradero del referente indiscutible de su padre. Tras unos meses, hallaron las matrices originales de Rasti en una fábrica abandonada en Santa Catarina, Brasil (en los ochenta, Rasti se fabricó en ese país sin obtener mucho éxito). Finalmente, en 2007, Dimare relanzó la marca en el país, con una apuesta publicitaria

¿Su aprendizaje fue en el oficio? ¿Había hecho la secundaria en una escuela industrial?

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Ejerciendo el oficio y de manera autodidacta. Estudié electrónica en la secundaria; creo que la matricería como tal no se enseña en ningún colegio. En un principio, me volqué a la matricería para cortantes de chapa, no de plástico, algo que me llegó diez años después y que es completamente distinto a lo que hacía con la chapa. El 95% de lo que sé lo aprendí acá solo. Si bien tenía conocimientos de lo que era una matriz, no tenía idea de las contracciones y esas cosas. Me hubiera gustado aplicar la electrónica quizá, pero esto es lo que me dio de vivir siempre, así que le dediqué tiempo completo.


las salientes mínimas de la matriz). En este momento, estoy haciendo 322 bucles para renovar una matriz que ya está muy desgastada. ¿Cuál fue la matriz más compleja o desafiante que tuvo que hacer? Por el tamaño, una casita para los muñecos tipo Playmobil, hace muchos años. Y por complejidad, unos muñequitos para Blocky, una línea similar a Rasti, que a pesar de ser una matriz chiquitita es bastante compleja: de una misma salen dos muñequitos completos, salvo por la cabeza. La misma matriz, con un par de postizos, se usa para hacer la cara o la peluca. Esa matriz está desde los años ochenta y debe tener entre dos o tres millones de prensadas. Hacemos las matrices de acero, pero también pueden hacerse de aluminio, que si bien es mucho más maleable es menos duradero que el acero. Y la T1, la pieza más tradicional de Rasti, se hizo nueva porque estaba deteriorada. En algunos casos, cuando hay complementos para algún producto, se hacen postizos para poder usar la misma base.

su etapa productiva tuvieron que adaptarse a descargar contenedores, a estampillar y a preparar pedidos. Y cuando se volvió a fabricar, tuvieron que recordar lo que hacían antes y ponerlo en práctica. ¿Cómo fue su reencuentro con la matricería luego de la crisis de 2001? Estuvo mucho tiempo parado todo. Empezamos a ver con don Antonio y sus hijos lo que hacíamos antes y evaluamos si andaban o no las matrices guardadas. Además, después de tanto tiempo paradas, las máquinas tenían problemas. ¡Fueron diez años! Si bien en este tiempo se engrasaban y se prendían de vez en cuando, al no trabajar con ellas diariamente 7

¿Y la adaptación de las matrices originales de Rasti a las inyectoras nuevas? Primero se desarmaron todas porque no sabíamos cómo estaban adentro. Algunas ya se notaba que tenían cosas para corregir. Se lavaron, se lubricaron y se hicieron un par de pruebas. Luego de la inyección, vimos que había medidas para arreglar.

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Volver a poner la fábrica en funcionamiento fue todo un desafío para la empresa en 2002. Como no podían importar pero tampoco producían, decidieron empezar con lo que ya tenían desde fines de los ochenta y buscar la manera de reactivar la fábrica. Sergio, uno de los hermanos que nunca había estado en la parte de producción, se unió a Mario, y juntos se encargaron de rescatar y volver a poner en funcionamiento la fábrica de juguetes. Cada uno tenía una función distinta de la original, porque durante la década del noventa la planta fue literalmente un depósito. Los once obreros que conservaban de 8

los problemas hidráulicos y eléctricos se acrecentaban. Aunque algunas arrancaron bien, tuvimos que adaptar todo de nuevo para ponernos a fabricar.

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Punzonadora en la planta de Dimare S.A. Pellets de plástico de los distintos tonos de Rasti antes de ingresar a las inyectoras. Matriz de una pieza de la línea Armatrón. Descartes de la inyección. Todo el plástico se reutiliza. Operario frente a una inyectora.


Otro ladrillo en la pared XXX Hacedores

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Fotograf铆a Gisela Filc Estilismo y producci贸n Geo Bogunovich

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Clara Capelina | Compañía de Sombreros | $ 490 Campera | Ona Saez | (consultar precio) Silla floreada | BLVD Furniture | $ 1.575 Tela “Macedonia” | De Levie | $ 389 x metro

Moda

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Loli Vestido | Garza Lobos |$ 2.640


Nature-Ă -porter Moda

Florero de cristal | Wathemala Ramo de flores | Anika Flor Mesa Tulip | Manifesto | $ 1.782

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Clara Vestido | Osklen | $ 2.489 Cuello | Josephine B. | $ 158 Anillo Flor | Oleana | $ 1.850 Tela “Tahiti” y Anna” | De Levie | $ 267 y $ 239 x metro


Nature-à-porter Moda

Make up y Pelo Gumi Ciovannacci para Estudio Numer Asistente Foto Matías Tarssitane Asistente Estilismo Vicky Kon Modelos Gina Buldorini, Clara Trucco y Loli Dominguez para Civiles Management Agradecemos a Anika Flor y a De Levie por su colaboración

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Lyall Coburn Tardes de agua www lyallcoburn.com

Lyall Coburn es un fotógrafo y director de cine nacido en la zona costera de Sudáfrica, una región que se caracteriza por sus playas y paisajes naturales. En la actualidad vive y trabaja entre Los Ángeles y Ciudad del Cabo. Su obra, como puede verse en estas páginas, mantiene la impronta de la cultura surf en la que se crió e incorpora también una mirada particular sobre la sociedad norteamericana a través del retrato de sus lugares de vacaciones y esparcimiento. Coburn es, además, un colaborador asiduo de marcas como American Apparel y Adidas Originals, lo que le ha permitido establecer una particular sinergia creativa con las icónicas estéticas de estas empresas.—

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FotografĂ­a

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Tardes de agua FotografĂ­a

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