Nueva grecia nº3 verano 2013

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NUEVA GRECIA

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el ánimo de Cristina Casal sobre un fondo de Albéniz. Y el color en los ojos, ut pictura poiesis, para escrutar los versos de hierba de Walt Whitman. Lo de Antonio no es crear sino latir; no es arte, es vida. La sección segunda, “Gavilla de postales”, anuncia el natural agravio entre la ruina y la belleza, la mediocridad de lo feble frente a la intemporal arquitectura. Un alarde combativo y poético “de luz, de gozo, de esperanza abierta” restalla en la celebración de la amistad que es, al fin, la afirmación de la existencia. La pura emoción vertida en el odre secular del soneto se transforma, por la palabra vibrante y el poder renovador de Antonio, en molde fértil donde cabe la estrofa clásica, la modernista, la de versos blancos o la fraguada en su troquel irrefrenable, porque, para Carvajal, el misterio de la poesía no tiene más misterio que aquel que solo él sabe infundirle. Y cómo no, si en él se contiene desbordante el acervo más fecundo de nuestras letras, desde el candor de la lírica primitiva al crisol inefable del periodo áureo. Antonio es un conocedor privilegiado de la materia que trata, de la obra que modela con sus manos de orfebre. Nada sobra en la poesía de Antonio, mas nada le hace falta. Cada palabra encuentra su sentido, su ubicación exacta en el poema. Y en todas se advierte su sello magistral, presto a conducirnos hacia el elíseo de los ángeles o hasta el vasto abismo del dolor humano. Con “Sonidos y colores”, Carvajal ultima Un girasol flotante, metáfora del hombre dejado a la intemperie, a las ansias ardidas de los dioses eólicos. Versículos al modo de trenos y casidas, enlazados con salmos de pájaros y besos, émulos de Seferis; debelando las armas ante la diosa helénica que nos legaba el secular olivo, alma de la Subbética de Córdoba; evocando en la arena el rumor acuoso de Kavafis proclamando sin fatiga el ardor de la alegría; llevándonos a sentir, con Hölderlin, las delicias de la noche pura o el diamante invisible de las sombras; helándonos la sangre, Góngora sobre el tiempo, “si púrpura, si nieve, / si nevada si roja. Pasional y mediterráneo, Antonio Carvajal es capaz de impresionar el corazón con un leve roce; traspasar sin herir el muro cerrado del pecho. Ante su luz me siento mucho más envidioso que envidiado, mendigo de algún verso que me alumbre, persecutor intrépido de su palabra única contra la que me atrevo sin esperanza alguna.

Alza Antonio la voz. Canta la vida. Luce la nieve azul sobre Granada. Ebria sangra la luz en agitada


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